Petra es un lugar que me atrajo desde siempre, uno de esos sitios a los que sabía que iría sí o sí algún día. Sin embargo, el tiempo pasaba y no parecía que cuadrase nunca el momento. En 2010 entre Egipto y Petra, elegí Egipto por un extraño presentimiento de que no debía esperar más para ir allí, y acerté porque dos meses después del viaje se produjeron los acontecimientos que acabaron con la caída de Mubarack. Pero esa es otra historia. Lo cierto es que este verano tenía pensado ir a Madeira, pero, de pronto, me entró otro presentimiento y decidí que había que ir a Petra cuanto antes... por si acaso; además, el puente del mes de mayo (el día 1 es festivo nacional y el 2 fiesta de la Comunidad de Madrid) brindaba una estupenda oportunidad que también coincidía con un buen momento de clima en Jordania: buen tiempo casi asegurado con temperaturas llevaderas, calor de día, fresco de noche y jornadas bastante largas de luz. Así que: decidido, sólo quedaba determinar el itinerario y contratar el viaje.
La verdad es que, aparte de Petra, poco conocía de los lugares que se pueden visitar en Jordania, así que empece a recabar información y a leer comentarios y diarios en el foro para hacerme una idea. Aunque nos gusta más ir por libre, por circunstancias particulares hay destinos en que ésa no es la mejor opción para nosotros, así que había que acudir a los viajes organizados, que también tienen sus ventajas como disponer de guías (unos mejores que otros, la verdad) que te explican las cosas y conocer a otros viajeros. Pero eso es otra historia. El caso es que enseguida me di cuenta de que en Jordania, como en la mayoría de los países árabes, más que de la agencia o el mayorista que se contrate en España, el buen o mal desarrollo del circuito dependerá de la receptora local, que se encarga de organizar y distribuir a los turistas. Además, la reserva del viaje coincidió justamente con la quiebra de Orizonia, así que preferí la opción de un circuito con salida garantizada por si acaso, aunque saliese un poco más caro que reservando directamente por Internet. Elegí hoteles de cuatro estrellas y media pensión, un término medio, vamos.
Según los días de salida disponibles, finalmente elegí el siguiente itinerario, que era el que más se ajustaba a lo que quería ver, teniendo en cuenta que con los horarios de los vuelos, el día de llegada y el día de salida se pierden completamente.
Domingo, 28 de abril: vuelo a Amman.
Lunes, 29 de abril: Visitas de Amman, fortaleza de Ajlum y ciudad romana de Jerasa.
Martes, 30 de abril. Madaba, Monte Nebo y llegada a Petra.
Miércoles, 1 de mayo: Petra.
Jueves, 2 de mayo: Desierto de Wadi Rum y llegada a Aqaba.
Viernes, 3 de mayo: Aqaba y regreso a Amman.
Sábado, 4 de mayo: Castillos del desierto y Mar Muerto.
Domingo, 5 de mayo: vuelo de regreso a Madrid.
Este circuito, con vuelos en la compañía Real Jordana, hoteles de cuatro estrellas y media pensión, con visitas incluidas, sale por unos 1.300 euros. Es posible conseguir algún descuento si se reserva con más de un mes de antelación (yo conseguí un 10 por 100 de bonificación).
SALIDA HACIA AMMAN.
A las 12:45 en punto, despegó el avión hacia Amman. Aunque lo intenté, no conseguí reservar asientos a través de la web de las Reales Líneas Aéreas Jordanas, así que cuando llegamos a hacer el check-in, tuvimos que contentarnos con asientos separados: el avión iba a tope. Ya nos advirtieron en la agencia de viajes que un montón de españolitos parecían haberse animado a última hora por este destino. Antes de salir, cambiamos unos euros en el aeropuerto de Barajas para tener efectivo para los visados. Me daba en la nariz que tendríamos que pagarlos. El cambio fue de 0,859 dinares por euro.
Por lo demás, el vuelo fue muy bueno y la experiencia con esta compañía aérea bastante agradable. Cada plaza lleva una pantalla táctil multimedia en el asiento delantero, en la que puedes elegir entre música, juegos y varias películas, casi todas en inglés subtituladas en árabe, pero te puedes entretener bien. A poco de despegar te sirven una bebida a elegir y una bolsa de cacahuetes, después una comida caliente, en la que te dan a elegir entre pollo, pescado o carne. Yo pedí la carne, que estaba muy buena, además arroz y verduras de guarnición, una pequeña ensalada, mantequilla, un quesito, un bollito de chocolate, café o te. Además de una botellita de agua, la bebida a elegir, incluyendo vino. Ninguna queja, por lo tanto.
El vuelo de ida duró 4 horas 45 minutos. En horario de verano, la diferencia con España es de una hora más en Jordania. En esta época, finales de abril-principios de mayo, amanece sobre las seis menos cuarto y anochece sobre las siete y media. Por lo tanto, bastantes horas de luz para disfrutar de las visitas turísticas.
En el aeropuerto estaban esperando un par de agentes para indicarte que había que pasar por inmigración y pagar el visado. Como me temía, no nos librábamos. Pregunté el tema de la exención del pago para los grupos, pero resultó que salvo gente que viajaba junta (amigos, familiares), el resto tuvimos que pagar los 20 dinares del visado (por persona), independientemente de la agencia o mayorista de procedencia en España. Casi todo el mundo tuvo que ir a cambiar y me fijé en que el cambio era menos favorable que en Barajas, ya que por cada euro, te daban 0,82 dinares. Dentro de la decepción por tener que pagar el visado, habíamos acertado y, además, nos libramos de la enorme cola que se formó.
A la salida del aeropuerto se encontraban los agentes de la receptora local, que entonces supimos que era JORDAN EXPERIENCE. Esta receptora acogió a unos cien turistas de los que llegábamos en el avión, independientemente de cuál era su agencia o mayorista de procedencia e incluso su circuito. Es lo malo que tiene aprovechar un puente tan jugoso (en Madrid también era fiesta el día 2), que a todos se nos ocurre viajar. Pero, bueno, como quien no tiene más remedio que asarse en julio o agosto: es lo que hay y no por eso vas a pasar unas malas vacaciones. Además, el tiempo acompañaba: 25 grados y sol en Amman.
LLEGADA A AMMAN.
En el autobús nos entregaron documentación con el itinerario completo (sorpresa: nos habían incluido dos visitas no previstas: el castillo de Shobak y la pequeña Petra, lo cual me encantó pues tenía pensado ir allí como fuera). Además nos dieron una tarjeta con un número de teléfono de atención en español 24 horas, para llamar en cuanto tuviésemos el menor contratiempo, bien fuera con guías, hoteles o cualquier otro. Incluso problemas en los hoteles, nos dijeron que nada de discutir con recepción, sino llamar directamente para arreglarlo ellos. Nosotros no tuvimos que utilizarlo, otra gente sí lo hizo y conozco un par de casos en que realmente les resolvieron una situación complicada.
Nos distribuyeron entre distintos hoteles de Amman. Nos habían cambiado (ya lo sabíamos cuando fuimos a recoger la documentación del viaje a la agencia), ya no era el Arena Space sino el Sadeen, lo cual tampoco significaba demasiada diferencia porque ninguno de los dos estaba céntrico. A esto suelo darle mucha importancia en otros destinos, pero Amman no es una ciudad que me atrajera especialmente para recorrer y tampoco íbamos a tener demasiado tiempo libre, así que no quise abonar la diferencia de precio con hoteles de cinco estrellas (normalmente más céntricos) que era de 200 euros por persona. Al fin y al cabo, los taxis pasaban constantemente por la puerta del hotel, y por 4 dinares se podía ir al centro sin más problemas que el tráfico caótico en el complicado trazado de la ciudad de Amman. Y el concepto de “céntrico” para un turista en Amman se circunscribe a los alrededores del teatro romano, ya que cualquier otra situación, aunque esté bastante próxima, puede suponer caminatas interminables subiendo y bajando empinadas cuestas dado su singular trazado.
Las estrellas de los hoteles en Jordania no se corresponden, en general, con las de los de España, suelen ser algo inferiores, pero salvo que seas la exigencia personificada (que de todo hay en la viña del Señor) tampoco echamos en falta nada en nuestro hotel, que incluso tenía una piscina cubierta que no utilizamos por falta de tiempo. Nos dieron una habitación enorme en la planta quinta, con buenas vistas, cama de dos metros, aire acondicionado, gran cuarto de baño, albornoces, zapatillas, todo tipo de útiles de aseo, hervidor y servicio para preparar café o te, televisión de pantalla plana…Además, tenía varios ascensores y los enchufes eran como los nuestros, así que no se necesitaba adaptadores para cargar teléfonos y baterías de cámaras. No utilicé internet, así que no sé si funcionaba el wifi o si era gratis o de pago. Las bebidas del minibar, 1,5 dinares la coca cola y la botella de agua pequeña. Por lo demás, las moquetas necesitan una renovación y tiene un aire algo antiguo, pero toallas, sábanas y sanitarios estaban limpios, el agua caliente y el aire acondicionado funcionaban bien y nos resultó suficiente para el tipo de estancia que tuvimos allí. Es una opinión personal, pues igual hay que piensa recibir otro tipo de servicios de un hotel de cuatro estrellas. Sólo añadir que el personal de recepción es un poco borde, pero los camareros son muy agradables. Me fijé en los precios de las habitaciones dobles estándar, 120 dinares por noche (108 euros reservando por internet), precios muy altos, y es que Jordania es un país caro, pero eso ya lo comentaré después. En ningún caso hay que plantearse dejar el cambio de dinero en los hoteles ni para calderilla, en el nuestro estaba a 0,72 dinares por euro, un chiste malo, vamos.
El buffet de la cena merece un comentario aparte. No se trata de un buffet pantagruélico de los que estamos acostumbrados en otros establecimientos hoteleros. Había ensaladas de varios tipos, hummus, aceitunas, quesos, encurtidos, dos variedades de sopa, arroz blanco, algún tipo de pasta, verdura hervida, pollo en salsa y algún guiso de carne, un tipo de comida más árabe que internacional. En honor a la verdad, tengo que decir que el hummus de este hotel ha sido uno de los mejores que he probado en todo el viaje. Realmente, bueno. El pan, solamente de tipo pita. De postre, dulces variados, ricos pero muy árabes, bastante empalagosos. No hay fruta. Este hecho nos extrañó un montón, pero luego vimos que es una constante en hoteles y restaurantes jordanos: la fruta, salvo excepciones, solamente se sirve para el desayuno, lo cual es un latazo. Nosotros somos de buen comer y nos gusta casi todo, así que no tuvimos problema (salvo el pollo, que sabía bien pero picaba que daba gusto, así que lo tuve que dejar); sin embargo, gente menos tolerante con la comida, puede encontrarse con que hay poca variedad para elegir. La bebida hay que pagarla aparte y no es barata (3 dinares la botella de agua grande); no sirven cerveza con alcohol.
La verdad es que, aparte de Petra, poco conocía de los lugares que se pueden visitar en Jordania, así que empece a recabar información y a leer comentarios y diarios en el foro para hacerme una idea. Aunque nos gusta más ir por libre, por circunstancias particulares hay destinos en que ésa no es la mejor opción para nosotros, así que había que acudir a los viajes organizados, que también tienen sus ventajas como disponer de guías (unos mejores que otros, la verdad) que te explican las cosas y conocer a otros viajeros. Pero eso es otra historia. El caso es que enseguida me di cuenta de que en Jordania, como en la mayoría de los países árabes, más que de la agencia o el mayorista que se contrate en España, el buen o mal desarrollo del circuito dependerá de la receptora local, que se encarga de organizar y distribuir a los turistas. Además, la reserva del viaje coincidió justamente con la quiebra de Orizonia, así que preferí la opción de un circuito con salida garantizada por si acaso, aunque saliese un poco más caro que reservando directamente por Internet. Elegí hoteles de cuatro estrellas y media pensión, un término medio, vamos.
Según los días de salida disponibles, finalmente elegí el siguiente itinerario, que era el que más se ajustaba a lo que quería ver, teniendo en cuenta que con los horarios de los vuelos, el día de llegada y el día de salida se pierden completamente.
Domingo, 28 de abril: vuelo a Amman.
Lunes, 29 de abril: Visitas de Amman, fortaleza de Ajlum y ciudad romana de Jerasa.
Martes, 30 de abril. Madaba, Monte Nebo y llegada a Petra.
Miércoles, 1 de mayo: Petra.
Jueves, 2 de mayo: Desierto de Wadi Rum y llegada a Aqaba.
Viernes, 3 de mayo: Aqaba y regreso a Amman.
Sábado, 4 de mayo: Castillos del desierto y Mar Muerto.
Domingo, 5 de mayo: vuelo de regreso a Madrid.
Este circuito, con vuelos en la compañía Real Jordana, hoteles de cuatro estrellas y media pensión, con visitas incluidas, sale por unos 1.300 euros. Es posible conseguir algún descuento si se reserva con más de un mes de antelación (yo conseguí un 10 por 100 de bonificación).
SALIDA HACIA AMMAN.
A las 12:45 en punto, despegó el avión hacia Amman. Aunque lo intenté, no conseguí reservar asientos a través de la web de las Reales Líneas Aéreas Jordanas, así que cuando llegamos a hacer el check-in, tuvimos que contentarnos con asientos separados: el avión iba a tope. Ya nos advirtieron en la agencia de viajes que un montón de españolitos parecían haberse animado a última hora por este destino. Antes de salir, cambiamos unos euros en el aeropuerto de Barajas para tener efectivo para los visados. Me daba en la nariz que tendríamos que pagarlos. El cambio fue de 0,859 dinares por euro.
Por lo demás, el vuelo fue muy bueno y la experiencia con esta compañía aérea bastante agradable. Cada plaza lleva una pantalla táctil multimedia en el asiento delantero, en la que puedes elegir entre música, juegos y varias películas, casi todas en inglés subtituladas en árabe, pero te puedes entretener bien. A poco de despegar te sirven una bebida a elegir y una bolsa de cacahuetes, después una comida caliente, en la que te dan a elegir entre pollo, pescado o carne. Yo pedí la carne, que estaba muy buena, además arroz y verduras de guarnición, una pequeña ensalada, mantequilla, un quesito, un bollito de chocolate, café o te. Además de una botellita de agua, la bebida a elegir, incluyendo vino. Ninguna queja, por lo tanto.
El vuelo de ida duró 4 horas 45 minutos. En horario de verano, la diferencia con España es de una hora más en Jordania. En esta época, finales de abril-principios de mayo, amanece sobre las seis menos cuarto y anochece sobre las siete y media. Por lo tanto, bastantes horas de luz para disfrutar de las visitas turísticas.
En el aeropuerto estaban esperando un par de agentes para indicarte que había que pasar por inmigración y pagar el visado. Como me temía, no nos librábamos. Pregunté el tema de la exención del pago para los grupos, pero resultó que salvo gente que viajaba junta (amigos, familiares), el resto tuvimos que pagar los 20 dinares del visado (por persona), independientemente de la agencia o mayorista de procedencia en España. Casi todo el mundo tuvo que ir a cambiar y me fijé en que el cambio era menos favorable que en Barajas, ya que por cada euro, te daban 0,82 dinares. Dentro de la decepción por tener que pagar el visado, habíamos acertado y, además, nos libramos de la enorme cola que se formó.
A la salida del aeropuerto se encontraban los agentes de la receptora local, que entonces supimos que era JORDAN EXPERIENCE. Esta receptora acogió a unos cien turistas de los que llegábamos en el avión, independientemente de cuál era su agencia o mayorista de procedencia e incluso su circuito. Es lo malo que tiene aprovechar un puente tan jugoso (en Madrid también era fiesta el día 2), que a todos se nos ocurre viajar. Pero, bueno, como quien no tiene más remedio que asarse en julio o agosto: es lo que hay y no por eso vas a pasar unas malas vacaciones. Además, el tiempo acompañaba: 25 grados y sol en Amman.
LLEGADA A AMMAN.
En el autobús nos entregaron documentación con el itinerario completo (sorpresa: nos habían incluido dos visitas no previstas: el castillo de Shobak y la pequeña Petra, lo cual me encantó pues tenía pensado ir allí como fuera). Además nos dieron una tarjeta con un número de teléfono de atención en español 24 horas, para llamar en cuanto tuviésemos el menor contratiempo, bien fuera con guías, hoteles o cualquier otro. Incluso problemas en los hoteles, nos dijeron que nada de discutir con recepción, sino llamar directamente para arreglarlo ellos. Nosotros no tuvimos que utilizarlo, otra gente sí lo hizo y conozco un par de casos en que realmente les resolvieron una situación complicada.
Nos distribuyeron entre distintos hoteles de Amman. Nos habían cambiado (ya lo sabíamos cuando fuimos a recoger la documentación del viaje a la agencia), ya no era el Arena Space sino el Sadeen, lo cual tampoco significaba demasiada diferencia porque ninguno de los dos estaba céntrico. A esto suelo darle mucha importancia en otros destinos, pero Amman no es una ciudad que me atrajera especialmente para recorrer y tampoco íbamos a tener demasiado tiempo libre, así que no quise abonar la diferencia de precio con hoteles de cinco estrellas (normalmente más céntricos) que era de 200 euros por persona. Al fin y al cabo, los taxis pasaban constantemente por la puerta del hotel, y por 4 dinares se podía ir al centro sin más problemas que el tráfico caótico en el complicado trazado de la ciudad de Amman. Y el concepto de “céntrico” para un turista en Amman se circunscribe a los alrededores del teatro romano, ya que cualquier otra situación, aunque esté bastante próxima, puede suponer caminatas interminables subiendo y bajando empinadas cuestas dado su singular trazado.
Las estrellas de los hoteles en Jordania no se corresponden, en general, con las de los de España, suelen ser algo inferiores, pero salvo que seas la exigencia personificada (que de todo hay en la viña del Señor) tampoco echamos en falta nada en nuestro hotel, que incluso tenía una piscina cubierta que no utilizamos por falta de tiempo. Nos dieron una habitación enorme en la planta quinta, con buenas vistas, cama de dos metros, aire acondicionado, gran cuarto de baño, albornoces, zapatillas, todo tipo de útiles de aseo, hervidor y servicio para preparar café o te, televisión de pantalla plana…Además, tenía varios ascensores y los enchufes eran como los nuestros, así que no se necesitaba adaptadores para cargar teléfonos y baterías de cámaras. No utilicé internet, así que no sé si funcionaba el wifi o si era gratis o de pago. Las bebidas del minibar, 1,5 dinares la coca cola y la botella de agua pequeña. Por lo demás, las moquetas necesitan una renovación y tiene un aire algo antiguo, pero toallas, sábanas y sanitarios estaban limpios, el agua caliente y el aire acondicionado funcionaban bien y nos resultó suficiente para el tipo de estancia que tuvimos allí. Es una opinión personal, pues igual hay que piensa recibir otro tipo de servicios de un hotel de cuatro estrellas. Sólo añadir que el personal de recepción es un poco borde, pero los camareros son muy agradables. Me fijé en los precios de las habitaciones dobles estándar, 120 dinares por noche (108 euros reservando por internet), precios muy altos, y es que Jordania es un país caro, pero eso ya lo comentaré después. En ningún caso hay que plantearse dejar el cambio de dinero en los hoteles ni para calderilla, en el nuestro estaba a 0,72 dinares por euro, un chiste malo, vamos.
El buffet de la cena merece un comentario aparte. No se trata de un buffet pantagruélico de los que estamos acostumbrados en otros establecimientos hoteleros. Había ensaladas de varios tipos, hummus, aceitunas, quesos, encurtidos, dos variedades de sopa, arroz blanco, algún tipo de pasta, verdura hervida, pollo en salsa y algún guiso de carne, un tipo de comida más árabe que internacional. En honor a la verdad, tengo que decir que el hummus de este hotel ha sido uno de los mejores que he probado en todo el viaje. Realmente, bueno. El pan, solamente de tipo pita. De postre, dulces variados, ricos pero muy árabes, bastante empalagosos. No hay fruta. Este hecho nos extrañó un montón, pero luego vimos que es una constante en hoteles y restaurantes jordanos: la fruta, salvo excepciones, solamente se sirve para el desayuno, lo cual es un latazo. Nosotros somos de buen comer y nos gusta casi todo, así que no tuvimos problema (salvo el pollo, que sabía bien pero picaba que daba gusto, así que lo tuve que dejar); sin embargo, gente menos tolerante con la comida, puede encontrarse con que hay poca variedad para elegir. La bebida hay que pagarla aparte y no es barata (3 dinares la botella de agua grande); no sirven cerveza con alcohol.
Esta es la curiosa vista que teníamos desde la habitación del hotel, con una llamativa iglesia y una enorme mezquita (al-Malik Abdullah) en el horizonte.