Nuestro último día en Salema. Cuando reservamos el alojamient, no había apartamentos libres para el fin de semana, y decidimos pasar el fin de semana en la sierra de Monchique, donde hacía años que no íbamos.
Tras despedirnos del alojamiento, donde habíamos estado tranquilos y cómodos , nos fuimos a la playa de Salema donde tuvimos un día maravilloso. La mar estaba calma, como regalándonos ese último día, con aguas transparentes en las que nos bañábamos rodeados de peces de un tamaño considerable, ese no era día para los surfistas.
[align=center]Playa de Salema
Tras despedirnos del alojamiento, donde habíamos estado tranquilos y cómodos , nos fuimos a la playa de Salema donde tuvimos un día maravilloso. La mar estaba calma, como regalándonos ese último día, con aguas transparentes en las que nos bañábamos rodeados de peces de un tamaño considerable, ese no era día para los surfistas.
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Vimos llegar dos barcas, ayudadas para salir a la manera tradiciona,con un tractor. Hoy venían cargadas de pulpos que fueron desembarcando y seleccionando en el lugar que hace de pequeña lonja, y donde una furgoneta esperaba para llevárselas.
Para este día habíamos reservado en el Restaurante que estaba en una calle, camino de los apartamentos, que desde el primer día nos había dado muy buena pinta, y ¡vaya si era bueno!. Restaurante “O Lourenco”, nos ofreció unos percebes que estaban de escándalo, grandes y jugosos, una ensalada de pulpo tierna y sabrosa, que no tenía nada que ver con la que nos habían puesto en el restaurante de la playa, y unos pescados, cabras o perlón, a la grelha que nos habían ofrecido en la bandeja de la pesca del día, que fue un remate total, las bicas de café pusieron la sobremesa. Unos 60€ de la mejor comida de este viaje. viladobispo.eu/ ...-lourenco/
Una siesta en la playa bajo nuestra sombrilla, y más baños y baños, sin ningunas ganas de irnos, pero a las 18:30 no nos quedó más remedio que recoger los bártulos de la playa y marcharnos de Salema con el regustillo de volver cuando podamos.
Caldas de Monchique, donde se viene a tomar las aguas curativas, que ya los romanos utilizaban e imagino que también desde antes por quienes aquí habitaron, nos recibió en un ambiente apacible de villa termal que no se altera con el tiempo. Nuestro alojamiento “Albergaría Lageado”, está en la carretera que se desvía a Caldas, y en ella nos recibieron algunos huéspedes que estaban sentados en la acera viendo pasar la tarde. Nos acomodamos en una habitación que mira a la plaza, con buena y cómoda cama y una botella de 1 l. de agua de Monchique como cortesía de la casa. Una buena ducha e improvisación de un tendedero de bañadores lavados, antes de salir a dar un paseo por Caldas.
Caldas es una aldea pequeña, los Hoteles termales normalmente se encuentran en la Rua Caldas de Monchique, desvió de la carretera N266. Tiene una placita muy agradable, donde hay un restaurante, y otra a continuación que da acceso al parque de la Fonte del amor, con un par de tiendas, de regalos y de joyas, y un bar. Nosotros subimos desde nuestro alojamiento hasta la capilla de Santa Teresa, que se encuentra en un parque natural con zonas para comer, lo que aquí le llaman “parque de merendas”. Estaba cerrada por lo que nos quedamos sin conocer sus paneles de azulejos, del siglo XVIII, que cuentan la vida de la santa.
Ya en la plaza nos adentramos en el parque de “Fonte dos amores”, que va subiendo entre árboles y merenderos a ambos lados de las balsas de agua que bajan de un arroyo y de un manantial con una gran alberca que estaban limpiando. Al caer la noche bajamos hasta la placita central a tomarnos en el restaurante una cerveza y una tónica, aún estábamos llenos de la comida del mediodía. Caldas es pequeña y silenciosa, y tras un pequeño paseo por la zona de la piscina del Hotel Villa Termal nos fuimos a nuestro alojamiento a descansar.
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