A lo largo de nuestros once días en Cuba hemos paseado por las calles de la Habana, hemos descubierto Santiago de Cuba y hemos aprovechado hasta el último rayo de sol en las playas de Cayo Santa María. También hemos conocido una nación cuyos gobernantes permanecen anclados en victorias pasadas impidiendo así que el pueblo evolucione. Sin duda ha sido un viaje de placer, descanso y reflexión.
La Habana.
Para recorrerla siguiendo un cierto orden puede ser útil dividirla en tres partes: la zona vieja, el centro y el Vedado. En la parte vieja las casas están cayéndose, las fincas destartaladas, no hay apenas iluminación en las calles cuando llega la noche y algún que otro jinetero permanece constantemente al acecho del turista. Pero es preciosa. Al menos a nosotros nos ha encantado.
Paseando por sus calles llegamos a la plaza de Armas (donde se venden libros de segunda mano en puestos callejeros), a la plaza Vieja y a la de la Catedral de San Cristóbal. Las tres imprescindibles. Como calles típicas, la calle Obispo es la más animada, en uno de sus extremos se encuentra la plaza de Armas y en el otro el restaurante la Floridita, el lugar más famoso de Cuba para disfrutar de un daikiri.
La Bodeguita del Medio (calle Empedrado 207) es el lugar donde Hemingway se tomaba sus mojitos. El mojito cuesta 4 CUC. El local es muy curioso por las firmas, fotos, carteles y pintadas que llenan sus paredes.
Ya en la zona centro imprescindible admirar el Capitolio. Y ya de paso los coches espectaculares de los años 50 y 60 que esperan bajo sus pies a alguien quiera recorrer la Habana en una reliquia que todavía funciona y que debería ser pieza de museo.
En esta zona, nosotros también aprovechamos para recorrer el paseo del Prado. Además fuimos a ver el callejón de Hammel en el barrio de Cayo Hueso, famoso por un colorido mural de 200 metros pintado por el artista Salvador González.
En el Vedado, un lugar que no puede dejar de visitarse es la plaza de la Revolución. A partir de ahí nosotros dimos un paseo por la avenida de los Presidentes hasta llegar a la calle 23 (la Rampa), una calle animadísima y donde se encuentra la heladería más popular de la ciudad, Coppelia. No nos gustó porque nos dijeron que para tomar un helado, los turistas no podían acceder al mismo lugar que los locales, así que además de no ser nada baratos nos tuvimos que tomar nuestros sundaes en un lugar apartado. Siguiendo esta calle y llegando prácticamente al Malecón también se puede visitar el Hotel Nacional (a nosotros no nos coincidieron los días, pero es interesante saber que los jueves actúan en directo los músicos de Buena Vista Social Club).
Sea la que sea la zona que visitemos, no hay que olvidarse del Malecón. Ideal para dar un buen paseo al atardecer mientras se escucha cómo rompen las olas.
Nos hospedamos en el hotel Telégrafo (Prado 408 esquina con Neptuno). Nos gustó mucho, tanto por sus instalaciones como por su situación, en una esquina del parque Central, a solo unos minutos del Capitolio.
Santiago de Cuba.
Tras hora y media de vuelo llegamos a Santiago de Cuba, al este de la isla. Recorrimos sus puntos más populares: calle Heredia, Aguilera, la escalinata del Padre Pico, el parque Céspedes… y nos encantaron los rótulos de los comercios de la calle José Antonio Saco (o calle Enramada) y la librería "La escalera" de la calle Heredia.
Estando en la ciudad pactamos con Salomón, un taxista de un Ford fairlane del 59, que nos llevara el día siguiente hasta el embarcadero de Punta Gorda. Desde allí cogimos una embarcación con la que, por 2 CUC i/v, pudimos llegar hasta Cayo Granma, un islote situado en medio de la bahía de Santiago de Cuba que nos encantó.
En Santiago de Cuba nos hospedamos en el hotel Meliá Santiago de Cuba. El hotel está bien pero no repetiríamos por una cuestión: su ubicación. Está a 30 minutos andando del centro.
Cayo Santa María.
Y para acabar el viaje: relax. Pasamos tres días en el Cayo Santa María, en la región de Villa Clara. Ver la arena blanca y el agua turquesa nos ayudó a cargar pilas ante la vuelta a casa. Se puede llegar hasta aquí en avión o por carretera. El cayo está a 5 horas en coche de la Habana.
Más información.
Para entrar en Cuba se necesita visado. Para salir del país hay que pagar una tasa de 25 CUC en el aeropuerto.
En Cuba existen dos monedas, el peso convertible o CUC, que es el que utilizan los turistas y puede cambiarse por cualquier moneda y el peso nacional, la moneda en la que cobran los cubanos sus salarios y que les permite comprar un número muy limitado de productos, ya que la mayoría solo pueden adquirirse pagando con pesos convertibles. Después de cualquier compra hay que estar atento para que nos devuelvan en convertibles, ya que el valor de ambas monedas no es ni mucho menos similar. A fecha de diciembre de 2010 un peso convertible equivalía a 25 pesos nacionales.
Para cambiar dinero el mejor lugar son las CADECAS, ofrecen un mejor cambio que los hoteles. Se puede encontrar una de estas casas de cambio en la Terminal 3 del aeropuerto José Martí de la Habana, en el Hotel Nacional en el Vedado o en la calle Obispo 277.
Para comer. Además de los restaurantes, en Cuba existen los llamados paladares. Nosotros los recomendamos fervientemente. Son pequeños restaurantes que ocupan un salón de una casa particular y que sorprenden por la calidad de sus platos. 3 de ellos nos gustaron especialmente.
La Julia, en la Habana vieja, en la calle O’Reilly 506. Cenamos por 23 CUC los dos. Pedimos bistec de cerdo y pollo asado acompañados de vianda (hortalizas tipo boniato, remolacha o mazorca de maíz) frita y arroz con frijoles. Los dos buenísimos. Mientras cenábamos en la entrada de la casa, veíamos entrar y salir a gente. Muy auténtico, sin duda.
El Hurón Azul, en el Vedado, en la Calle Humboldt 153. Un sitio ideal para pedir “ropa vieja”. El precio: 13 CUC por persona.
Y por último “La mulata del sabor”. Eso sí que fue una experiencia. Este paladar está en la cale Sol esquina con San Ignacio. La propietaria, Justina, la mulata, es muy auténtica. El local está lleno de fotos suyas y aquellas que le han mandado algunos clientes extranjeros que han pasado por allí. Ella, lo mismo te enseña a bailar salsa que intenta seducir al solterón del grupo, da consejos sentimentales a las parejas o hace que no puedas parar de reír cuando escuchas a su papagayo imitar su escandalosa risa. Cenamos muy bien y ella nos encantó. Precio: 25,50 CUC los dos.
Más fotos de este y otros viajes aquí: mochilerosconmaleta.blogspot.com/
Para recorrerla siguiendo un cierto orden puede ser útil dividirla en tres partes: la zona vieja, el centro y el Vedado. En la parte vieja las casas están cayéndose, las fincas destartaladas, no hay apenas iluminación en las calles cuando llega la noche y algún que otro jinetero permanece constantemente al acecho del turista. Pero es preciosa. Al menos a nosotros nos ha encantado.
Paseando por sus calles llegamos a la plaza de Armas (donde se venden libros de segunda mano en puestos callejeros), a la plaza Vieja y a la de la Catedral de San Cristóbal. Las tres imprescindibles. Como calles típicas, la calle Obispo es la más animada, en uno de sus extremos se encuentra la plaza de Armas y en el otro el restaurante la Floridita, el lugar más famoso de Cuba para disfrutar de un daikiri.
La Bodeguita del Medio (calle Empedrado 207) es el lugar donde Hemingway se tomaba sus mojitos. El mojito cuesta 4 CUC. El local es muy curioso por las firmas, fotos, carteles y pintadas que llenan sus paredes.
Ya en la zona centro imprescindible admirar el Capitolio. Y ya de paso los coches espectaculares de los años 50 y 60 que esperan bajo sus pies a alguien quiera recorrer la Habana en una reliquia que todavía funciona y que debería ser pieza de museo.
En esta zona, nosotros también aprovechamos para recorrer el paseo del Prado. Además fuimos a ver el callejón de Hammel en el barrio de Cayo Hueso, famoso por un colorido mural de 200 metros pintado por el artista Salvador González.
En el Vedado, un lugar que no puede dejar de visitarse es la plaza de la Revolución. A partir de ahí nosotros dimos un paseo por la avenida de los Presidentes hasta llegar a la calle 23 (la Rampa), una calle animadísima y donde se encuentra la heladería más popular de la ciudad, Coppelia. No nos gustó porque nos dijeron que para tomar un helado, los turistas no podían acceder al mismo lugar que los locales, así que además de no ser nada baratos nos tuvimos que tomar nuestros sundaes en un lugar apartado. Siguiendo esta calle y llegando prácticamente al Malecón también se puede visitar el Hotel Nacional (a nosotros no nos coincidieron los días, pero es interesante saber que los jueves actúan en directo los músicos de Buena Vista Social Club).
Sea la que sea la zona que visitemos, no hay que olvidarse del Malecón. Ideal para dar un buen paseo al atardecer mientras se escucha cómo rompen las olas.
Nos hospedamos en el hotel Telégrafo (Prado 408 esquina con Neptuno). Nos gustó mucho, tanto por sus instalaciones como por su situación, en una esquina del parque Central, a solo unos minutos del Capitolio.
Santiago de Cuba.
Tras hora y media de vuelo llegamos a Santiago de Cuba, al este de la isla. Recorrimos sus puntos más populares: calle Heredia, Aguilera, la escalinata del Padre Pico, el parque Céspedes… y nos encantaron los rótulos de los comercios de la calle José Antonio Saco (o calle Enramada) y la librería "La escalera" de la calle Heredia.
Estando en la ciudad pactamos con Salomón, un taxista de un Ford fairlane del 59, que nos llevara el día siguiente hasta el embarcadero de Punta Gorda. Desde allí cogimos una embarcación con la que, por 2 CUC i/v, pudimos llegar hasta Cayo Granma, un islote situado en medio de la bahía de Santiago de Cuba que nos encantó.
En Santiago de Cuba nos hospedamos en el hotel Meliá Santiago de Cuba. El hotel está bien pero no repetiríamos por una cuestión: su ubicación. Está a 30 minutos andando del centro.
Cayo Santa María.
Y para acabar el viaje: relax. Pasamos tres días en el Cayo Santa María, en la región de Villa Clara. Ver la arena blanca y el agua turquesa nos ayudó a cargar pilas ante la vuelta a casa. Se puede llegar hasta aquí en avión o por carretera. El cayo está a 5 horas en coche de la Habana.
Más información.
Para entrar en Cuba se necesita visado. Para salir del país hay que pagar una tasa de 25 CUC en el aeropuerto.
En Cuba existen dos monedas, el peso convertible o CUC, que es el que utilizan los turistas y puede cambiarse por cualquier moneda y el peso nacional, la moneda en la que cobran los cubanos sus salarios y que les permite comprar un número muy limitado de productos, ya que la mayoría solo pueden adquirirse pagando con pesos convertibles. Después de cualquier compra hay que estar atento para que nos devuelvan en convertibles, ya que el valor de ambas monedas no es ni mucho menos similar. A fecha de diciembre de 2010 un peso convertible equivalía a 25 pesos nacionales.
Para cambiar dinero el mejor lugar son las CADECAS, ofrecen un mejor cambio que los hoteles. Se puede encontrar una de estas casas de cambio en la Terminal 3 del aeropuerto José Martí de la Habana, en el Hotel Nacional en el Vedado o en la calle Obispo 277.
Para comer. Además de los restaurantes, en Cuba existen los llamados paladares. Nosotros los recomendamos fervientemente. Son pequeños restaurantes que ocupan un salón de una casa particular y que sorprenden por la calidad de sus platos. 3 de ellos nos gustaron especialmente.
La Julia, en la Habana vieja, en la calle O’Reilly 506. Cenamos por 23 CUC los dos. Pedimos bistec de cerdo y pollo asado acompañados de vianda (hortalizas tipo boniato, remolacha o mazorca de maíz) frita y arroz con frijoles. Los dos buenísimos. Mientras cenábamos en la entrada de la casa, veíamos entrar y salir a gente. Muy auténtico, sin duda.
El Hurón Azul, en el Vedado, en la Calle Humboldt 153. Un sitio ideal para pedir “ropa vieja”. El precio: 13 CUC por persona.
Y por último “La mulata del sabor”. Eso sí que fue una experiencia. Este paladar está en la cale Sol esquina con San Ignacio. La propietaria, Justina, la mulata, es muy auténtica. El local está lleno de fotos suyas y aquellas que le han mandado algunos clientes extranjeros que han pasado por allí. Ella, lo mismo te enseña a bailar salsa que intenta seducir al solterón del grupo, da consejos sentimentales a las parejas o hace que no puedas parar de reír cuando escuchas a su papagayo imitar su escandalosa risa. Cenamos muy bien y ella nos encantó. Precio: 25,50 CUC los dos.
Más fotos de este y otros viajes aquí: mochilerosconmaleta.blogspot.com/