Al llegar de Cantabria ya teníamos claro que el eje de la siguiente excursión sería visitar el Castro de Coaña, así que ayer (24 de julio) nos lanzábamos hacia Occidente. La idea primitiva era visitar el castro y Os Teixois (Taramundi), pero había demasiado coche, así que decidimos visitar los puertos de alrededor de Coaña (Ribadeo, Castropol, Tapia, Viavélez, Ortigueira y Puerto de Vega). Sobre el terreno hubo alguna modificación, pero más o menos seguimos la hoja de ruta:
Partimos de Avilés, esta vez solo fui con mi novia, para ir al primer destino del día, el Castro de Coaña (miércoles entrada gratuita, de jueves a domingo 3€) Para quien no lo sepa, un castro es un poblado fortificado celta (pueblo prerromano), los celtas solo vivían en la esquina noroeste de la Península Ibérica y estaban muy aislados del resto de la península por las dificultades orográficas. Así, aquí no llegó apenas nada de las culturas griega, fenicia o cartaginesa que si que estaban presentes en el Mediterráneo y, en menor medida, la Meseta; sin embargo sí que hubo contactos con las tribus indoeuropeas. Los castros acogían a tribus celtas autosuficientes, que tenían luchas entre ellas y por eso vivían en colinas donde tuvieran un amplio campo de visión, rehusando de la comodidad de las llanuras. Estos castros seguían poblados durante la época romana, aunque los celtas fueron poco a poco incorporándose a la vida urbana, hasta que en el siglo IV y con la gran inseguridad que había en el Imperio cuando volvieron a ser poblados por familias que vivían en las ciudades con miedo. En Asturias es en el Parque Histórico del Navia donde más castros se conservan.
En lo que es la visita, llegamos al centro de interpretación (es donde se aparca y sacan las entradas, aunque sea gratuito hay que recogerlas) y nos topamos con una Oficina de Información del Parque Histórico del Navia, donde fuimos atendidos muy amablemente por una chica que nos dio un mapa bastante grande de la comarca y nos explicó que está dividido en 3 temas (los primeros pobladores -castros-, los señores de las casas-palacio e historias del mar), en el mapa estaban indicados los principales sitios a visitar de cada uno de los temas (más de 60 en total), a lo largo del día vimos como están perfectamente indicados desde la carretera y que cada uno de ellos tiene un panel explicativo muy conciso que ayuda mucho a la hora de cualquier visita. Además nos recomendó visitar varios monumentos y museos en el interior y unas antiguas minas romanas de oro cerca de la costa, dándonos el número donde hacer la reserva. En la web, aparece todo perfectamente explicado, echarle un vistazo si pensais venir a Asturias porque hay cosas que merecen la pena: www.parquehistorico.org/
Tras esto entramos al Centro de Interpretación, donde se encontraban diversos paneles acerca de la vida en los castros, las guerras astur-cántabras (resistencia contra los romanos), los soldados astures, la romanización y las minas de oro romanas; bastante interesante. Tras esta visita nos unimos a la visita guiada al castro (hay una cada hora incluida con la entrada) totalmente necesaria para entender algo del castro. La guía, muy entendida de historia, nos explicó las diferentes dependencias del castro, la historia del mismo y nos expuso diferentes puntos de vista de historiadores. Una visita en la que aprendimos muchas cosas, muy enriquecedora. Visita obligada del Occidente asturiano. Sin embargo, nos comentó que podíamos hacer fotos para nuestro propio uso, pero no publicarlas ya que ese derecho es propiedad de la Consejería; no sé si se refería a publicarlas comercialmente o en internet, así que prefiero no jugármela a subirlas. Os dejo una de una reconstrucción de una cabaña que había en la entrada y otra extraída de Google.
La siguiente parada fue Figueras, el último pueblo asturiano antes de entrar a Galicia. Nos detuvimos en el mirador que tiene sobre la ría del Eo. Ahí comimos los bocatas que llevábamos de casa y nos enamoramos de Castropol, que es un conjunto de casas blancas que están como colgando sobre la ría. Además, teníamos enfrente Ribadeo, viendo que es una ciudad pequeña que tiene bien poco encanto (aunque cruzaríamos, nos hacía ilusión pisar Galicia). Además pudimos observar como el banco de arena que se ve en mitad de la ría, a los pocos minutos estaba sumergido por el agua, al ser de aquí no nos llamó mucho la atención, estamos acostumbrados a las mareas, pero un matrimonio con acento del sur estaba maravillado con la subida de la marea.
De Figueras nos fuimos a Castropol, parada imprescindible. Esta villa, capital del concejo en el que se enmarca Figueras, es una ciudad preciosa (y muy cuesta) de calles estrechas y bastante cuidada. Un paseo de media hora por esta villa marinera es impresionante, os lo recomiendo encarecidamente; aunque bien es cierto que se ve más guapa desde Figueras, no os decepcionará.
Tras este paseo, cruzamos el Puente de los Santos entrando en Galicia, aunque sería un paso breve. Aparcamos en el puerto de Ribadeo y tras un pequeño paseo nos sentamos en la terraza panorámica de un hotel a tomar unos refrescos, increiblemente no nos clavaron. No es porque seamos asturuianos, pero lo mejor de Ribadeo es mirar hacia Asturias, ya que se ven Figueras y Castropol del otro lado de la ría del Eo y es un conjunto espectacular, además de las montañas del interior. Buena decisión la de parar en el primer reducto gallego.
Por lo demás, Ribadeo es una ciudad pequeña, pero ciudad, bastante mal cuidada y sin mucho encanto por sí misma, si tenéis intención de parar en la mariña lucense Foz o Barreiros son mucho más guapas.
Tras unos minutos fuera del paraíso, volvimos a entrar a Asturias y pusimos rumbo a As Covas da Andía (ojo, esto es en la fala -diálecto entre el asturiano y el gallego hablado en la zona-, en algunos carteles pone Andina), por el mapa que nos dieron nos parecía un tramo curioso de carretera, pero está a apenas 6 kilómetros de la autopista. Al pasar por el pueblo de Arancedo nos llamó la atención la iglesia, que no aparecía señalada como monumento del Parque Histórico del Navia pero que bien lo merece. Así que paramos un minuto y le echamos unas fotos.
Tras esta brevísima parada fuimos directos a As Covas da Andía, para visitarlo es obligatorio hacerlo en visita guiada (3€, salidas a las 12:00 y a las 16:30), para lo cual es obligatorio reservar plaza por teléfono (619 368 169). Nos esperábamos unas minas romanas como Las Médulas, pero en pequeño, pero nos llevaríamos una gran sorpresa cuando nada más empezar la visita nos dijo que las minas romanas por capas no se veían, que las había tapado la vegetación. Sin embargo quedamos muy gratamente sorprendido (os aconsejo a todos encarecidamente ir) con esta selva, en la que están presentes todas las especies vegetales cantábricas y muchas mediterráneas, superpuestas unas sobre otra. Es impresionante ver un roble y encima de él un castaño naciendo en una roca. A mí no me da más la botánica, sin embargo es todo un espectáculo. El recorrido es de aproximadamente hora y media por caminos fáciles de caminar (no hagais la primada como yo y vayais en chanclas, que tampoco es tan fácil) y la guía va comentando las diferentes especies y la historia del sitio, de una forma muy amena que hace a la visita ganar aún más. Además, se da la peculiaridad que es la única zona de roca caliza (dominante en Oriente) en el Occidente asturiano, lo que da un paisaje muy característico de simas y cuevas. Además, gracias a los derrumbes romanos, es posible caminar por el interior de una roca -sencillamente espectacular- El sitio es precioso, de verdad, id y verlo porque merece muchísimo la pena. Os dejo unas fotos, aunque tengo que decir que toda la hora y media es algo así, no son puntos concretos:
Decir además que es mejor ir al pase de las 12:00, ya que hay un charco que se ilumina por el sol cuando está en el cenit y que refleja las rocas de alrededor, como iluminándolas, nos dijo la guía que es de lo mejor del recorrido; sin embargo, en el de la tarde es una charca sin más.
La próxima parada iba a ser Tapia de Casariego, sin embargo antes de llegar a La Caridad y coger la autopista nos encontramos con un cartel del Parque Histórico que señalaba la iglesía de Santa María de Miudes a apenas 500 metros, así que nos fuimos para allá. La iglesia es muy bonita, y posee un cartel explicativo fuera que cuenta su historia. Fue un monasterio en el siglo X y la iglesia se construyó en el siglo XIII en pleno apogeo del románico, quedando solo los ábsides. El cuerpo es del siglo XVIII y tiene un estilo barroco rural, poseyendo tres cuerpos de naves. Estaba cerrada y no pudimos entrar. Al lado, está el cementerio del pueblo, muy bien cuidado.
Llegamos a Tapia de Casariego y encontramos sitio con bastante suerte en el puerto. Tras la visita a las cuevas nos merecíamos algo frío, así que nos sentamos en una terracita de las muchas que hay en la zona del puerto, que tampoco era excesivamente cara (saben tratar a los turistas). Toda Tapia está llena de pintadas de Oro no, y es que quieren explotar reservas auríferas cerca de la villa marinera; la población está dividida, por un lado los que viven del turismo y la ganadería están en contra, ya que practicamente ambas actividades se acabarían; en el otro lado, la multitud de parados de la zona está a favor, ya que daría mucho trabajo en una comarca que se deprime cada vez más. Bueno, a lo que iba, las vistas del puerto son preciosas y está todo bastante cuidado.
Tras levantarnos de la terraza, dimos un largo paseo (nos encaminamos a la playa y luego dimos la vuelta para subir al faro). Desde el faro las vistas son espectaculares, por un lado se ve el final de la costa asturiana y la Mariña lucense y si giras la cara tienes una bonita estampa de Tapia. Otra visita obligada del occidente asturiano.
Salimos de Tapia con dirección a Viavélez (el puerto de El Franco), sin embargo es tarde y estamos cansados, por lo que decidimos saltarnos este puerto (el menos interesante de los 3 que nos quedaban por ver), yendo directos a Ortigueira, el puerto de Coaña. Hay que decir que de esta zona hay que ver dos cosas: el Cabo San Agustín y Mohías. Empezamos por el cabo, al que se accede por El Ribeiro, un barrio de pescadores; además es una zona donde se permite pernoctar a autocaravanas. En este mirador, nos encontramos una capilla (San Agustín, siglo XVII) y un faro.
Detrás del faro está el mirador propiamente dicho, las vistas sobre la costa asturiana son increibles, viéndose también la costa lucense. Pasad por aquí un rato porque es espectacular.
Además, a espaldas del mirador nos encontramos con un monumento conmemorativo a los muertos en la mar de este puerto, cuyos nombres aparecen grabados en unos bloques.
Unos metros hacia el interior está Mohías, llama la atención su iglesia, bastante grande y bonita, vista por fuera, ya que se encontraba cerrada y no pudimos entrar y verla. Tampoco está en el recorrido del Parque Histórico, pero es una visita muy breve y merece la pena parar de la que se pasa por delante y hacer unas fotos.
Sin embargo, lo mejor de Mohías es su castro. Está a menos de 10 kilómetros del Castro de Coaña y según nos dijo la guía de Coaña, castros como el de Mohías eran dependientes del principal de la zona, el de Coaña. Está perfectamente indicado con los carteles de Parque Histórico (si no no lo hubiéramos visto) y se entra por una caleya que acaba siendo un prado. Lo bueno es que se aparca justo al lado del castro. No está cercado ni protegido de ninguna manera, pese a ello el estado de conservación no es malo; el acceso es libre y no hay visitas . Es un castro pequeño, y tiene un cartel explicativo bastante elaborado. Tiene unas 20 cabañas y 3 líneas de fortificaciones (a pesar de que solo se puede ver tenuemente un trozo de muralla y un foso) Tiene un trazado planificado con calles y callejones, lo que unido a piezas cerámicas encontradas hacen que los expertos lo daten como un castro habitado los siglos I y II de nuestra era, cuando Asturias ya estaba romanizada.
La última parada del día fue Puerto de Vega, el gran desconocido de los puertos asturianos, y es que es comparable a Tazones o Lastres solo que es mucho menos conocido. Dimos un paseo por su puerto y merece la pena visitarlo, otra de las visitas imprescindibles del occidente asturiano. En el puerto hay bastantes restaurantes donde se puede saborear el pescado y marisco recién pescado sin ser demasiado caro. Enfrente, un mirador desde el que ver el puerto. Además, están muy cuidados los edificios portuarios: la Rula (donde se subasta el pescado) y el Almacén de Pescadores.
Tras la visita al puerto naviego y con la noche cayéndonos encima pusimos rumbo a casa tras un largo día en el occidente asturiano. Con ganas de la próxima excursión, no tenemos nada claro el próximo destino, aunque barajamos varias opciones, agradecería que nos dierais consejos o que nos pidierais que fuéramos a alguna zona asturiana.
Volver al índice de rutas: www.losviajeros.com/ ...hp?e=33243
Partimos de Avilés, esta vez solo fui con mi novia, para ir al primer destino del día, el Castro de Coaña (miércoles entrada gratuita, de jueves a domingo 3€) Para quien no lo sepa, un castro es un poblado fortificado celta (pueblo prerromano), los celtas solo vivían en la esquina noroeste de la Península Ibérica y estaban muy aislados del resto de la península por las dificultades orográficas. Así, aquí no llegó apenas nada de las culturas griega, fenicia o cartaginesa que si que estaban presentes en el Mediterráneo y, en menor medida, la Meseta; sin embargo sí que hubo contactos con las tribus indoeuropeas. Los castros acogían a tribus celtas autosuficientes, que tenían luchas entre ellas y por eso vivían en colinas donde tuvieran un amplio campo de visión, rehusando de la comodidad de las llanuras. Estos castros seguían poblados durante la época romana, aunque los celtas fueron poco a poco incorporándose a la vida urbana, hasta que en el siglo IV y con la gran inseguridad que había en el Imperio cuando volvieron a ser poblados por familias que vivían en las ciudades con miedo. En Asturias es en el Parque Histórico del Navia donde más castros se conservan.
En lo que es la visita, llegamos al centro de interpretación (es donde se aparca y sacan las entradas, aunque sea gratuito hay que recogerlas) y nos topamos con una Oficina de Información del Parque Histórico del Navia, donde fuimos atendidos muy amablemente por una chica que nos dio un mapa bastante grande de la comarca y nos explicó que está dividido en 3 temas (los primeros pobladores -castros-, los señores de las casas-palacio e historias del mar), en el mapa estaban indicados los principales sitios a visitar de cada uno de los temas (más de 60 en total), a lo largo del día vimos como están perfectamente indicados desde la carretera y que cada uno de ellos tiene un panel explicativo muy conciso que ayuda mucho a la hora de cualquier visita. Además nos recomendó visitar varios monumentos y museos en el interior y unas antiguas minas romanas de oro cerca de la costa, dándonos el número donde hacer la reserva. En la web, aparece todo perfectamente explicado, echarle un vistazo si pensais venir a Asturias porque hay cosas que merecen la pena: www.parquehistorico.org/
Tras esto entramos al Centro de Interpretación, donde se encontraban diversos paneles acerca de la vida en los castros, las guerras astur-cántabras (resistencia contra los romanos), los soldados astures, la romanización y las minas de oro romanas; bastante interesante. Tras esta visita nos unimos a la visita guiada al castro (hay una cada hora incluida con la entrada) totalmente necesaria para entender algo del castro. La guía, muy entendida de historia, nos explicó las diferentes dependencias del castro, la historia del mismo y nos expuso diferentes puntos de vista de historiadores. Una visita en la que aprendimos muchas cosas, muy enriquecedora. Visita obligada del Occidente asturiano. Sin embargo, nos comentó que podíamos hacer fotos para nuestro propio uso, pero no publicarlas ya que ese derecho es propiedad de la Consejería; no sé si se refería a publicarlas comercialmente o en internet, así que prefiero no jugármela a subirlas. Os dejo una de una reconstrucción de una cabaña que había en la entrada y otra extraída de Google.
La siguiente parada fue Figueras, el último pueblo asturiano antes de entrar a Galicia. Nos detuvimos en el mirador que tiene sobre la ría del Eo. Ahí comimos los bocatas que llevábamos de casa y nos enamoramos de Castropol, que es un conjunto de casas blancas que están como colgando sobre la ría. Además, teníamos enfrente Ribadeo, viendo que es una ciudad pequeña que tiene bien poco encanto (aunque cruzaríamos, nos hacía ilusión pisar Galicia). Además pudimos observar como el banco de arena que se ve en mitad de la ría, a los pocos minutos estaba sumergido por el agua, al ser de aquí no nos llamó mucho la atención, estamos acostumbrados a las mareas, pero un matrimonio con acento del sur estaba maravillado con la subida de la marea.
De Figueras nos fuimos a Castropol, parada imprescindible. Esta villa, capital del concejo en el que se enmarca Figueras, es una ciudad preciosa (y muy cuesta) de calles estrechas y bastante cuidada. Un paseo de media hora por esta villa marinera es impresionante, os lo recomiendo encarecidamente; aunque bien es cierto que se ve más guapa desde Figueras, no os decepcionará.
Tras este paseo, cruzamos el Puente de los Santos entrando en Galicia, aunque sería un paso breve. Aparcamos en el puerto de Ribadeo y tras un pequeño paseo nos sentamos en la terraza panorámica de un hotel a tomar unos refrescos, increiblemente no nos clavaron. No es porque seamos asturuianos, pero lo mejor de Ribadeo es mirar hacia Asturias, ya que se ven Figueras y Castropol del otro lado de la ría del Eo y es un conjunto espectacular, además de las montañas del interior. Buena decisión la de parar en el primer reducto gallego.
Por lo demás, Ribadeo es una ciudad pequeña, pero ciudad, bastante mal cuidada y sin mucho encanto por sí misma, si tenéis intención de parar en la mariña lucense Foz o Barreiros son mucho más guapas.
Tras unos minutos fuera del paraíso, volvimos a entrar a Asturias y pusimos rumbo a As Covas da Andía (ojo, esto es en la fala -diálecto entre el asturiano y el gallego hablado en la zona-, en algunos carteles pone Andina), por el mapa que nos dieron nos parecía un tramo curioso de carretera, pero está a apenas 6 kilómetros de la autopista. Al pasar por el pueblo de Arancedo nos llamó la atención la iglesia, que no aparecía señalada como monumento del Parque Histórico del Navia pero que bien lo merece. Así que paramos un minuto y le echamos unas fotos.
Tras esta brevísima parada fuimos directos a As Covas da Andía, para visitarlo es obligatorio hacerlo en visita guiada (3€, salidas a las 12:00 y a las 16:30), para lo cual es obligatorio reservar plaza por teléfono (619 368 169). Nos esperábamos unas minas romanas como Las Médulas, pero en pequeño, pero nos llevaríamos una gran sorpresa cuando nada más empezar la visita nos dijo que las minas romanas por capas no se veían, que las había tapado la vegetación. Sin embargo quedamos muy gratamente sorprendido (os aconsejo a todos encarecidamente ir) con esta selva, en la que están presentes todas las especies vegetales cantábricas y muchas mediterráneas, superpuestas unas sobre otra. Es impresionante ver un roble y encima de él un castaño naciendo en una roca. A mí no me da más la botánica, sin embargo es todo un espectáculo. El recorrido es de aproximadamente hora y media por caminos fáciles de caminar (no hagais la primada como yo y vayais en chanclas, que tampoco es tan fácil) y la guía va comentando las diferentes especies y la historia del sitio, de una forma muy amena que hace a la visita ganar aún más. Además, se da la peculiaridad que es la única zona de roca caliza (dominante en Oriente) en el Occidente asturiano, lo que da un paisaje muy característico de simas y cuevas. Además, gracias a los derrumbes romanos, es posible caminar por el interior de una roca -sencillamente espectacular- El sitio es precioso, de verdad, id y verlo porque merece muchísimo la pena. Os dejo unas fotos, aunque tengo que decir que toda la hora y media es algo así, no son puntos concretos:
Decir además que es mejor ir al pase de las 12:00, ya que hay un charco que se ilumina por el sol cuando está en el cenit y que refleja las rocas de alrededor, como iluminándolas, nos dijo la guía que es de lo mejor del recorrido; sin embargo, en el de la tarde es una charca sin más.
La próxima parada iba a ser Tapia de Casariego, sin embargo antes de llegar a La Caridad y coger la autopista nos encontramos con un cartel del Parque Histórico que señalaba la iglesía de Santa María de Miudes a apenas 500 metros, así que nos fuimos para allá. La iglesia es muy bonita, y posee un cartel explicativo fuera que cuenta su historia. Fue un monasterio en el siglo X y la iglesia se construyó en el siglo XIII en pleno apogeo del románico, quedando solo los ábsides. El cuerpo es del siglo XVIII y tiene un estilo barroco rural, poseyendo tres cuerpos de naves. Estaba cerrada y no pudimos entrar. Al lado, está el cementerio del pueblo, muy bien cuidado.
Llegamos a Tapia de Casariego y encontramos sitio con bastante suerte en el puerto. Tras la visita a las cuevas nos merecíamos algo frío, así que nos sentamos en una terracita de las muchas que hay en la zona del puerto, que tampoco era excesivamente cara (saben tratar a los turistas). Toda Tapia está llena de pintadas de Oro no, y es que quieren explotar reservas auríferas cerca de la villa marinera; la población está dividida, por un lado los que viven del turismo y la ganadería están en contra, ya que practicamente ambas actividades se acabarían; en el otro lado, la multitud de parados de la zona está a favor, ya que daría mucho trabajo en una comarca que se deprime cada vez más. Bueno, a lo que iba, las vistas del puerto son preciosas y está todo bastante cuidado.
Tras levantarnos de la terraza, dimos un largo paseo (nos encaminamos a la playa y luego dimos la vuelta para subir al faro). Desde el faro las vistas son espectaculares, por un lado se ve el final de la costa asturiana y la Mariña lucense y si giras la cara tienes una bonita estampa de Tapia. Otra visita obligada del occidente asturiano.
Salimos de Tapia con dirección a Viavélez (el puerto de El Franco), sin embargo es tarde y estamos cansados, por lo que decidimos saltarnos este puerto (el menos interesante de los 3 que nos quedaban por ver), yendo directos a Ortigueira, el puerto de Coaña. Hay que decir que de esta zona hay que ver dos cosas: el Cabo San Agustín y Mohías. Empezamos por el cabo, al que se accede por El Ribeiro, un barrio de pescadores; además es una zona donde se permite pernoctar a autocaravanas. En este mirador, nos encontramos una capilla (San Agustín, siglo XVII) y un faro.
Detrás del faro está el mirador propiamente dicho, las vistas sobre la costa asturiana son increibles, viéndose también la costa lucense. Pasad por aquí un rato porque es espectacular.
Además, a espaldas del mirador nos encontramos con un monumento conmemorativo a los muertos en la mar de este puerto, cuyos nombres aparecen grabados en unos bloques.
Unos metros hacia el interior está Mohías, llama la atención su iglesia, bastante grande y bonita, vista por fuera, ya que se encontraba cerrada y no pudimos entrar y verla. Tampoco está en el recorrido del Parque Histórico, pero es una visita muy breve y merece la pena parar de la que se pasa por delante y hacer unas fotos.
Sin embargo, lo mejor de Mohías es su castro. Está a menos de 10 kilómetros del Castro de Coaña y según nos dijo la guía de Coaña, castros como el de Mohías eran dependientes del principal de la zona, el de Coaña. Está perfectamente indicado con los carteles de Parque Histórico (si no no lo hubiéramos visto) y se entra por una caleya que acaba siendo un prado. Lo bueno es que se aparca justo al lado del castro. No está cercado ni protegido de ninguna manera, pese a ello el estado de conservación no es malo; el acceso es libre y no hay visitas . Es un castro pequeño, y tiene un cartel explicativo bastante elaborado. Tiene unas 20 cabañas y 3 líneas de fortificaciones (a pesar de que solo se puede ver tenuemente un trozo de muralla y un foso) Tiene un trazado planificado con calles y callejones, lo que unido a piezas cerámicas encontradas hacen que los expertos lo daten como un castro habitado los siglos I y II de nuestra era, cuando Asturias ya estaba romanizada.
La última parada del día fue Puerto de Vega, el gran desconocido de los puertos asturianos, y es que es comparable a Tazones o Lastres solo que es mucho menos conocido. Dimos un paseo por su puerto y merece la pena visitarlo, otra de las visitas imprescindibles del occidente asturiano. En el puerto hay bastantes restaurantes donde se puede saborear el pescado y marisco recién pescado sin ser demasiado caro. Enfrente, un mirador desde el que ver el puerto. Además, están muy cuidados los edificios portuarios: la Rula (donde se subasta el pescado) y el Almacén de Pescadores.
Tras la visita al puerto naviego y con la noche cayéndonos encima pusimos rumbo a casa tras un largo día en el occidente asturiano. Con ganas de la próxima excursión, no tenemos nada claro el próximo destino, aunque barajamos varias opciones, agradecería que nos dierais consejos o que nos pidierais que fuéramos a alguna zona asturiana.
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