…y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.
Nos levantamos y metimos las cosas de última hora en la maleta, bajamos a desayunar ocupando la misma mesa de todos los días pues parecía que nos la habían reservado durante toda nuestra estancia. Tomamos lo mismo prácticamente que todos los días: algo de fruta, unos panecillos con mantequilla, alguna pieza de bollería unos, cereales y yogur otros, nos sirvieron las jarras-termo con café y leche amablemente, como todos los días, pero todos sabíamos que no era lo mismo porque tocaba marcharse y, en el fondo, todos lo sentíamos porque nos había gustado el viaje, lógicamente a unos más que a otros, pero hicimos un pequeño recopilatorio de los recuerdos que cada uno se llevaba y pudimos encontrar algunos puntos de coincidencia para la mayoría y algo de consenso: Berlín es una ciudad sumamente interesante, posiblemente a priori muy desconocida, y a la que hay que volver alguna vez.
Subimos a por las maletas y pedimos un taxi en recepción pues, aunque ya teníamos perfectamente localizada la parada del autobús que nos podía llevar al aeropuerto, las maletas pesaban bastante más que cuando llegamos y nosotros estábamos también más cansados. Esta vez volvíamos vía Barcelona y llegaríamos a Sevilla bien entrada la tarde lo que, teniendo en cuenta que era Jueves Santo y que algunos tenían la idea de no perdonar la madrugada cofradiera pues con más razón para no tener que ir subiendo y bajando el equipaje.
De nuevo la extremada puntualidad y amabilidad de las azafatas de Air Berlín, sólo hasta Barcelona, porque luego viajaríamos con Niki, la compañía low cost perteneciente al piloto Niki Lauda pero a la que se pueden aplicar las mismas cualidades con un aire, digamos más desenfadado, más colorista en el gris plateado del avión y en el uniforme de la tripulación, combinado con un fucsia potente que resaltaba aún más su juventud.
Ambos vuelos fueron estupendos, sin que se notasen para nada los momentos cruciales del despegue y, sobre todo, aterrizaje, lo que unido a lo cómodo que me resulta el aeropuerto de Barcelona, a pesar de su amplitud, hicieron que esta vez la vuelta fuera algo menos costosa.
Ahora, cuando estoy dando por finalizado este diario, entiendo perfectamente por qué la machacona insistencia de los versos musicados durante todo el viaje, por qué también el largo lapso de tiempo desde que fuera iniciado y por qué decidí que estuvieran presentes al inicio de cada una de sus etapas pues, como comentaba el otro día con un amigo, es una maravillosa canción de despedida.
Subimos a por las maletas y pedimos un taxi en recepción pues, aunque ya teníamos perfectamente localizada la parada del autobús que nos podía llevar al aeropuerto, las maletas pesaban bastante más que cuando llegamos y nosotros estábamos también más cansados. Esta vez volvíamos vía Barcelona y llegaríamos a Sevilla bien entrada la tarde lo que, teniendo en cuenta que era Jueves Santo y que algunos tenían la idea de no perdonar la madrugada cofradiera pues con más razón para no tener que ir subiendo y bajando el equipaje.
De nuevo la extremada puntualidad y amabilidad de las azafatas de Air Berlín, sólo hasta Barcelona, porque luego viajaríamos con Niki, la compañía low cost perteneciente al piloto Niki Lauda pero a la que se pueden aplicar las mismas cualidades con un aire, digamos más desenfadado, más colorista en el gris plateado del avión y en el uniforme de la tripulación, combinado con un fucsia potente que resaltaba aún más su juventud.
Ambos vuelos fueron estupendos, sin que se notasen para nada los momentos cruciales del despegue y, sobre todo, aterrizaje, lo que unido a lo cómodo que me resulta el aeropuerto de Barcelona, a pesar de su amplitud, hicieron que esta vez la vuelta fuera algo menos costosa.
Ahora, cuando estoy dando por finalizado este diario, entiendo perfectamente por qué la machacona insistencia de los versos musicados durante todo el viaje, por qué también el largo lapso de tiempo desde que fuera iniciado y por qué decidí que estuvieran presentes al inicio de cada una de sus etapas pues, como comentaba el otro día con un amigo, es una maravillosa canción de despedida.
Poema: Pequeño vals vienés (Federico García Lorca)
Canción: Take this waltz (Leonard Cohen)