Nara y Fushimi Inari (24/01/2017) ✏️ Diarios de Viajes de JaponHoy nos vamos de excursión a Nara, que combinaremos con la visita a Fushimi Inari a la vuelta. Es un viaje incluido en el JR Pass y tenemos intención de coger el tren temprano. Con un poco de antelación, nos vamos para la estación, con nuestro...Diario: Japón en Invierno. Enero 2017⭐ Puntos: 4.8 (21 Votos) Etapas: 17 Localización: JaponHoy nos vamos de excursión a Nara, que combinaremos con la visita a Fushimi Inari a la vuelta. Es un viaje incluido en el JR Pass y tenemos intención de coger el tren temprano. Con un poco de antelación, nos vamos para la estación, con nuestro desayuno comprado para tomar en el tren. Por alguna razón, Nara no era de un sitio en el que llevara puesta mucha expectativa, me hacía ilusión ver los ciervos pero mis pensamientos de hoy estaban puestos sobre todo en Fushimi Inari. Llegamos a Nara puntualmente y enseguida pusimos la marcha alta para llegar al Nara Park y entrar en calor de paso, que el día se presentaba muy frío. Cuando llegamos al parque, creo que la visión de todos los ciervos me hizo olvidarme completamente del frío, ahí estaban, tan tranquilotes, nos hicimos fotos con ellos hasta la saciedad, para comprobar que al seguir andando y acercarse al templo Todaiji hay muchísimos más jeje. Estos algo más macarrillas, uno metió la nariz en el bolsillo de mi abrigo y todo, pero la verdad es que se dejan tocar y sólo se ponen pesados con turistas pesados, algunos hacen como que les dan y luego no, y claro, al pobre ciervo se le ponen los dientes largos… Podéis comprar galletas para darles en un montón de puestecillos que hay. Entre ciervo y ciervo, llegamos al templo, y nos impresiona mucho la puerta de madera que hay antes, Nandaimon Gate por su tamaño y la edad evidente de la madera. Al cruzarla te encuentras de frente con el edificio del templo, que acoge un Buda de bronce de 15 metros de alto y 500 toneladas, y al parecer es el edificio de madera más grande del mundo, y os aseguro que su tamaño sobrecoge, y eso que es una reconstrucción de 1692, un 33% más pequeña que el original. La entrada cuesta 500 yenes, y nosotros, por consejo de la Lonely Planet, entramos mirando al suelo para mirar al Buda directamente una vez dentro. Impresiona su tamaño, su belleza, y también la de los Bodhisattvas que tiene al lado. También está dentro de este templo, un tronco con un hueco por el medio, por el que si eres capaz de pasar, encuentras la iluminación en la próxima vida, nosotros decidimos arriesgarnos a la falta de la iluminación a cambio de no quedarnos atascados con un montón de gente inmortalizando el momento jeje. La única cosa que me falló en este templo, era que dentro había unas tiendas de souvenirs que creo que deberían estar fuera, eso junto con el griterío general le resta un poco de magia, creo que en silencio y soledad, debe poner los pelos de punta. Salimos del templo para dirigirnos a nuestro próximo destino, el Kasuga Taisha, un santuario gratuito, que se caracteriza por tener un recinto con un montón farolillos de piedra y bronce. Lo cierto es que no había visto demasiadas fotos de este templo, más allá de unas bonitas de las lámparas de bronce, que fue lo que me hizo marcar este lugar como visita en primera instancia. Pues cuando llegamos, me quedé boquiabierta, me pareció un lugar sumamente precioso, los farolillos de piedra, cubiertos de musgo, entre árboles, que en algunos casos flanqueaban con sus raíces, algún que otro ciervo por el medio… Me pareció un lugar con una magia especial, y aunque al principio nos encontramos con muchos grupos de turistas “de la banderilla”, en cuanto nos desviamos del camino principal y pude estar sola en aquella escena, me dejo embobada, no entiendo como no se habla más de este templo. Después de un rato largo sacando fotos como una loca, y eso que yo no tengo mucho arte para la fotografía, pero veía encuadres a cada paso, nos fuimos al edificio principal, donde se encuentran las lámparas de bronce, también muy fotogénicas. Muy satisfechos con las visitas de Nara, nos dirigimos ya hacia la calle principal, para comer algo y coger el tren hacia Inari, al anochecer tan temprano, tenemos que asegurarnos de que llegamos pronto para ver algo de día. Justo llegando a la estación, nos encontramos con un restaurante de Tonkatsu, que es un plato muy común con diferentes variedades, basado en cerdo empanado, con buena pinta, así que allá nos metemos. Es de los que hay que sacar primero el ticket con el plato que quieres y luego dárselo a la persona que te atienda, nos hacemos un poco de lío pero al final conseguimos nuestro pedido por 1480 yenes y esto es lo que nos traen. Con tanta cena de 7eleven teníamos pendiente este plato y la verdad es que está buenísimo, si os cuestan los sabores orientales, este plato será un acierto, ya que no deja de ser carne rebozada y no suelen echarle ninguna salsa. Por supuesto viene acompañada de su correspondiente sopa de miso y plato de arroz. Para llegar a Inari desde Nara, tenéis que aseguraros de que cogéis un tren Local, ya que el que cogimos a la mañana por ejemplo, es el rápido y no hace todas las paradas, pero en hyperdia lo podéis ver sin problemas. En cualquier caso si no os cuadra, vais hasta Kioto y allí cogéis otro tren hasta Inari, ya que apenas son 5 minutos. Mientras esperamos el tren para Inari, vemos que se nos acerca un señor, con pelo y barba blanca, mayor, que va con un carrito de la compra lleno de cosas y además es clavado a un personaje de Bola de dragón, el maestro Muten Roshi. Y en un inglés bastante bueno empieza a preguntarnos lo típico, de donde somos, que hemos visitado… Cuando le decimos que somos de España enseguida se alegra, nos dice que él estuvo, y empieza a rebuscar en el carro y nos saca un álbum de fotos de viajes suyos, en crucero, y nos empieza a contar una pila de historias… En esto que aparece un dibujo del maestro Muten Roshi y nos suelta: “not me”, buff lo que nos reímos con el bueno del señor. Le hice una foto luego de lejos aunque ahora me arrepiento de no habernos sacado una con él, seguro que aceptaba. Una anécdota más para el recuerdo. Llega el tren y a nosotros el viaje nos viene de perlas para descansar los pies, ya que llevamos ya unos cuantos kilómetros y pretendemos subir hasta arriba de todo en el santuario, lo que nos supondrá unos 4 kilómetros en total, con una elevación de 233 metros. En cuando llegamos al santuario empezó a nevar, la verdad es que duró poquito pero fue muy bonito. Lo malo de venir a esta hora, es que hay muchísima gente, lo bueno, es que se acerca la noche y al final nos quedaremos solos. Mi consejo es, o hacer esto, o lo que tengo pensado hacer yo la próxima vez, ir muy temprano, he visto gente que va sobre las 6:30 de la mañana y están solos, es la ventaja de que abra las 24 horas. Empezamos a ascender y más o menos a la mitad de camino, hay un punto con unas vistas muy chulas, y es donde mucha gente da la vuelta. Hasta aquí la subida es bastante sencilla y aunque no recuerdo bien lo que nos llevó, las guías dicen unos 30 minutos. Seguimos ascendiendo y las escaleras se hacen cada vez más empinadas, pero vamos perdiendo gente poco a poco hasta estar casi solos y poder hacer un montón de fotos, la contra es que empieza a oscurecer un montón y con los toris entra muy poca luz, aunque esto, malo para mi humilde cámara, nos regala una increíble atmósfera. Cuando conseguimos llegar a la cima, es completamente de noche y no hay nadie, hay un silencio sepulcral y con la caminata ya no tenemos frío, son unos momentos muy mágicos. Justo antes de irnos llegan 4 personas con las que podemos intercambiar sendas fotos. Lo peliagudo de todo esto es la bajada de noche, no vemos nada, y en el primer tramo de bajada, donde es más empinado y las escaleras son más irregulares, vamos bastante concentrados en pisar bien y no despistarnos, pero al pasar la mitad, empezamos a disfrutar de la soledad de la noche para nosotros, lo único que oímos es el agua de los cacitos para purificarse al pasar por las pequeñas zonas con altares, y el sonido de nuestras pisadas. Yo al final me llevo un buen susto con los ojos de un gato en el bosque jeje. Lo cierto es que hay un ambiente especial en este santuario, os recomiendo encarecidamente que subáis hasta arriba de todo. Esta es una de las experiencias que no os podéis perder de ninguna forma si vais a Japón. Cogemos el tren hacia Kioto, y nos vamos al hotel para descansar un ratito y luego salir a cenar, hay una visita imperdible para probar cerca de nuestro hotel, y no es otro que el famoso restaurante de ramen con el toldo a rayas rojas y blancas. Yo lo conocí gracias al blog de verónica que ya mencione antes, que lo calificó como el mejor ramen de Japón, se llama Takabashi Honke Daiichiasahi, pero creo que se le conoce más por lo del toldo. La primera experiencia con el ramen había sido malísima, sobre todo la mía, así que me dije o aquí o en ninguno. Cuando llegamos, había una cola considerable, y el cansancio estuvo a punto de hacer que nos rindiéramos y entráramos en el de al lado, del que tenía buenas referencias también, pero un chico que salía viendo nuestra intención, nos dijo, en ingles claro, que esperáramos la cola, que merecía la pena y era el mejor ramen de Kioto. Así que volvimos a la cola, como curiosidad, te dan ya el menú para que te vayas pasando por la cola y pidas según te sientas, nosotros contamos además con la ayuda, no solicitada pero muy agradecida, de las recomendaciones de los japoneses que teníamos delante. Al final vamos a lo seguro y decidimos pedir el Regular Ramen y no hacer experimentos. Después de una media hora de cola conseguimos entrar y nos toca compartir mesa con un señor, que nos deja alucinados con su capacidad para sorber el ramen y comerlo rapidísimo. El restaurante es muy pequeño así que esto suele pasar, a nosotros no nos molesta. Por fin viene el nuestro y con un poco de miedo lo pruebo y… ¡está buenísimo! Qué alivio, aunque no sé de qué tipo de ramen se trata, al menos sé que hay uno que me gusta. Una fama muy merecida, el cerdo súper rico, una cantidad muy abundante y un caldo muy sabroso pero sin resultar fuerte, una delicia vamos. Cada plato es enorme y cuesta 700 yenes, tenéis la opción de cogerlo pequeño por unos 550 yenes, cosa que debería haber hecho yo porque a pesar de lo bueno que está, soy incapaz de acabármelo. Nos vamos a la cama con la tripa llena y el cuerpo caliente, ha sido otro día genial en Kioto y hay que descansar que mañana también tenemos citas muy importantes. Índice del Diario: Japón en Invierno. Enero 2017
01: Introducción y preparativos
02: Llegada a Tokio y primer paseo por Shinjuku (15 y 16/01/2017)
03: Tsukiji, Ginza, Odaiba y primer contacto con Shibuya (17/01/2017)
04: Asakusa, Ueno y Akihabara (18/01/2017)
05: Yanaka, Ikebukuro y Shinjuku (19/01/2017)
06: Kamakura y Yokohama (20/01/2017)
07: Yoyogi, Harajuku y Shibuya (21/01/2017)
08: Tren bala a Kioto. Nishiki Market y Gion (22/01/2017)
09: Templos del este de Kioto. Higashiyama (23/01/2017)
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