16 de agosto
Todo empieza en el aeropuerto de Barcelona a las 9 de la mañana. En la cola de facturación de la Turkish estamos emocionados y nerviosos como si nunca hubiesemos viajado.
Pero, a la hora prevista, la fila empieza a moverse y todo se vuelve fácil y rutinario. Nada de certificados covid, ni aplicaciones de móbil, ni formularios...Nada de nada. Maletas facturadas hasta Trebisonda y tarjetas de embarque en la mano. Nos sentimos aligerados y libres.
La escala en el faraónico nuevo aeropuerto de Estambul es de poco más de una hora. por lo que andamos a buen paso por los infinitos pasillos hasta nuestra puerta de embarque en la zona de vuelos domésticos.
Corto vuelo a Trebisonda y precioso aterrizaje en las pistas del pequeño aeropuerto justo al borde del Mar Negro. El cielo espectacular con grandes nubes grises y luces doradas.
La zona de llegadas es muy primaria. Tras una larga espera junto a la cinta de equipajes, rodeados ya de hombres morenos, mujeres con pañuelo y niños juguetones, nos encontramos de golpe en la calle semioscura, bulliciosa y llena de charcos del chubasco de media tarde.
Decidimos cambiar 100 euros para primeros gastos en un garito en plena calle. Cambio correcto.
Ahora toca parar un taxi y en poco tiempo ( 20 minutos ) estamos ya en el corazón de Trebisonda, frente al -- HOTEL TS PARK --.
Es un hotel histórico situado en plena Plaza Meydan con unos recepcionistas amables y eficientes y unas correctas instalaciones.
La Plaza Meydan es el corazón vital de Trebisonda. A las 9 de la noche está llena de gente en vacaciones. Turcos, árabes, rusos...y nosotros.
Y aquí empieza ya a acompañarnos la sugerente, melancólica, dulce y omnipresente música turca que seguirá con nosotros durante todo el viaje.
Los jóvenes turcos bailan en la plaza llena de luces de colores y las mujeres de Arabia los contemplan en sus elegantes jihabs de color negro.
Y nosotros nos encontramos donde queriamos estar !!!.
Las tiendas y restaurantes siguen abiertos. Cambiamos el dinero previsto para la mitad del viaje, cenamos unos sabrosos kebabs y compramos un buen surtido de frutos secos junto a la entrada del hotel.
Y nos dormimos felices e ilusionados en nuestra habitación con vistas a la plaza de Trebisonda.
17 de agosto
- TREBISONDA -
Tenemos todo un dia pera conocer Trebisonda.
La ciudad desconocida, llena de historias y leyendas de griegos y argonautas. La ciudad que vió nacer al Magnífico Suleyman.
Ahora ciudad moderna y acogedora, llena de comercios y mezquitas en sus cálidas y húmedas calles.
Buen desayuno en el tercer piso del hotel con preciosas vistas sobre la plaza y la ciudad.
Salimos a la calle bajo una fina lluvia preparados con nuestros paraguas viajeros. En una tienda de Turkcell ( hay muchas ) nos venden y nos instalan una SIM que funcionará sin problemas durante todo el viaje.
Cerca del hotel visitamos -- el BEDESTAN --, antigua casa tradicional bien restaurada y llena de tiendas con productos típicos.
Y pasamos la mañana recorriendo las pequeñas y animadas calles del centro. Arriba y abajo. Tiendas y mercados...telas, teteras, peonzas, cuchillos, paraguas y escobas. Deliciosos cimits y humildes y viejas mezquitas.
Al mediodia vamos ya tan cargados de bolsas que decidimos regresar al hotel. Descargamos escobas y peonzas, las telas listadas de rojo, blanco y negro, típicas de las mujeres del Mar Negro y un gran machete fabricado en Sürmene.
Ya ligeros, bajamos a la plaza que sigue con su vida turístico-cotidiana a tope. Y en una esquina nos comemos un gran "Kumpir" recordando los domingos de Ortaköy.
Ahora toca coger un taxi para llegar a la parte oeste de la ciudad. Vamos a visitar - HAGIA SOFIA - (s. VIII ). La pequeña iglesia bizantina testimonio del lejano pasado de Trebisonda
Está ubicada en un pequeño montículo desde donde se contempla el Mar Negro ( hoy gris como el cielo ) y al otro lado las verdes y verticales montañas llenas de casas que cierran el paso hacia el sur.
La Iglesia, rodeada de cuidados jardines y con unos frescos bien conservados en su interior, costituye una agradable visita.
Nos tomamos el primer y delicioso café turco en los tranquilos jardines y, ya sin lluvia y con una agradable temperatura, nos atrevemos a regresar andando hasta el hotel. En la larga y tranquila calle llena de tiendas más modernas hay muchos árboles y parques.
Cruzamos las grandes Murallas de Trebisonda ahora rodeadas de cuidados jardines.
Y pasamos otra vez por las calles comerciales y los mercados repletos de gente, hasta la Plaza Meydan que sigue llena de fiesta, de selfies y de canciones.
Una buena y barata cena junto a la entrada del hotel pone el punto final a nuestra breve visita a Trebisonda.
Trebisonda activa, comercial, viva, moderna. Un poco caótica pero limpia y acogedora.
Trebisonda, la ciudad del Mar Negro que vive de espaldas a sus aguas.