1 de septiembre
Mardin, Mardin, Mardin,...
Seguimos con ganas de Mardin.
A pesar del intenso calor...
a pesar de la luz cegadora que casi te obliga a cerrar los ojos...
A pesar de los cientos de irregulares escalones...
A pesar de sentirnos un poco mayores para andar por el pueblo difícil, duro y caliente...
A pesar de todo seguimos con ganas de Mardin.
Empezamos la ruta de hoy subiendo por la- CALLE de los GATOS -. Una iniciativa de algún creador naïf enamorado de los animales y los colores que ha ceado un ecléctico y fotografiado refugio de animales.


Y seguimos por los callejones de la parte alta ( justo debajo de la Madraza Zinziriye ) buscando el pequeño museo de tradiciones y costumbres - MARDIN YASAYAN MUZÉ - Una pequeña casa tradicional donde la simpática guia ( que está aprendiendo español ) nos muestra desde un orfebre de plata, una cocinera preparando dulces típicos hasta el pequeño salón de baile con los instrumentos tradicionales de la música popular de la zona. Entrañable visita.


Volvemos a la calle principal y entramos en - la ANTIGUA CASA de CORREOS - Una señorial mansión ( del estilo de las visitadas en Midyat ) que fué oficina de correos y ahora es hotel.

Subimos por la majestuosa escalera y contemplamos desde la terraza el minarete de la Sehidiye. Un baño de luz, piedra dorada y perfectas simetrias.
Ahora seguimos andando por las calles de la parte este. Nos acompañan preciosas casas y buenas vistas.



Hasta llegar al - KENT MUZESI SAKIB SABANCI - Edificio restaurado con vistas sobre la zona este, el moderno museo contiene una didáctica muestra de la historia de Mardin. También hay una sala dedicada a exposiciones temporales ( hoy constructivismo ruso ). Conjunto interesante y de fácil visita.



Desde aquí cruzamos Mardin de este a oeste por la calle principal.
Junto a los buses amarillos que circulan sin parar. Junto a los coches que cruzan Mardin por el único camino posible. Junto a los peatones que caminamos por las pequeñas aceras arrimados a la poca sombra de las casas. Junto a restaurantes, pequeños bares y muchas tiendas, más enfocadas al turista que las de las calles del zoco. Junto a alguna pequeña mezquita.
Y llegamos a la gran plaza de Mardin ( el único espacio que no está en pendiente ). Los terrenos que en las fotos de hace algunos años se ven irregulares y sin asfaltar, ahora son una plaza dura, bastante fea que cubre el único parking municipal subterraneo. En la cara sur asoma el minarete de la Latifiye, en la parte alta el edificio del museo y por encima de todo la omnipresente mole del gran castillo.


- MUSEO ARQUEOLÓGICO de MARDIN - Situado en otra enorme casa tradicional ( antiguo monasterio siríaco ) y con unas excelentes vistas. Las salas correspondientes a las diferentes épocas están en diferentes niveles separados por preciosas escaleras.


Valiosas piezas arqueológicas de la edad de bronce, del período siríaco, urartiano, helenístico, aqueménida, romano, bizantino. selyúcida, artúquida y otomano. Testimonios reales de toda la historia escondida en este rincón de la vieja Mesopotamia.


Es buena hora para reponer fuerzas y comemos unos apetecibles lahmacun en el tranquilo restaurante de la esquina de la plaza, justo encima del minarete de la Mezquita Latifiye.
Y desandamos el camino. Ahora por la parte baja. Volvemos a cruzar la calle-patio de la Ulu Cami y a levantar la mirada hasta el poderoso minarete. Volvemos a los entrañables callejones que ya nos resultan muy familiares.
Conocemos la historia de Shahmaran, la sirena ( o serpiente ) de Mesopotamia, símbolo de la ciudad de Mardin, que encontramos en muchas tiendas y, según nos cuentan, se coloca en las casas para tener buena suerte...

Conocemos a la dulce perfumista licenciada en teología islámica con la que compartimos entrañables charlas sobre poesía islámica y que aún ahora me sigue mandando fotos de mis queridos rincones de Mardin...
Y volvemos a llenar nuestras bolsas con objetos varios, con trocitos de Mardin.
Y ya en las terrazas del hotel, con la luz del atardecer, tratamos de guardar en la memoria este perfecto mundo de ocres, dorados, tierras viejas y secretos guardados en las piedras de Mardin.


Ahora vamos a despedir esta maravillosa etapa con la mejor cena de todo el viaje. En el restaurante - AL HAYAAL - Con vistas a la pequeña mezquita y una muy valorada cocina y servicio. Comimos unos variados entrantes y el plato de cordero típico de Mardin. Sabor exquisito y servicio excelente.



Y el canto del moacid en la pequeña Mezquita Kasim Tugmaner, justo delante de nuestra mesa nos habla de despedida...


Debemos despedir Mardin pero siempre lo llevaremos en el corazón.