5 de septiembre
Descansamos bien en la tranquila habitación sobre el Eufrates.
Y muy bien la infinita colección de platitos que nos ofrece sin palabras la abuela del hotel. En el patio luminoso los gatos de la familia nos contemplan y npsotros no podemos apartar la mirada del intenso azul del rio.


Pero hay que seguir viaje al próximo objetivo.

Aún paramos un momento en la parte baja junto al rio para ver y comprar los productos típicos de Halfeti derivados de la famosa - Rosa Negra de Halfeti -. No sé qué tendrá de cierta la historia de la rosa negra pero como souvenir ya nos vale.

Ponemos rumbo al objetivo. Nos esperan unas 3 horas hasta llegar a la montaña donde viven los dioses.
Pasamos un buen trecho de pequeñas carreteras y pequeños pueblos entre inacabables campos de pistachos. Precioso paisaje rural. Después, un tramo de autovía para cruzar Adiyaman y otro tramo circulando junto al enorme embalse Ataturk. Ya pasado Katha la carretera empieza a ascender sinuosa por la montaña.
A las dos y media llegamos a - KARADUT -. El pequeño pueblo rural ubicado a tan solo 12 kilómetros de la montaña sagrada.
Aparcamos delante del - ISIK PANSION OTEL - La humilde y confortable casita rodeada de higueras, gatos y gallinas.


Somos muy bien recibidos por el sonriente hijo del dueño que, al momento, nos sube las maletas a la habitación y nos ofrece unos sabrosos lahmacuns de carne recién preparados.
Comemos en el patio, en la mesa con mantel de hule. Corre un aire reconfortante y la luz es preciosa. Un niño nos mira comer en silencio y, de repente, se acerca y me da un fuerte abrazo. Las gallinas pasean por el patio. Encantador ambiente rural.
Muy relajados subimos a la habitación y descansamos hasta las 4 ( demasiado ).
Y volvemos al coche, a la pequeña carretera que cada vez se vuelve más estrecha y sinuosa. Los paisajes entre enormes rocas son de vértigo. Y más vértigo aún levantar la mirada hasta la sagrada cima puntiaguda donde viven los dioses. En la cima, muy, muy arriba.


- MONTE NEMRUT - La misteriosa montaña obra del visionario Rey Antíoco I ( s. I a, c. ) del Reino de Comagene.
Aquí construyó su santuario religioso o túmulo funerario. En él los hombres-dioses con rasgos de las culturas griega y persa representaban los sueños imposibles de amistad entre los dos pueblos que tenía el rey Antíoco.
Se compra el ticket en un gran edificio con vistas y cafeteria y luego un trocito más de carretera ( que a veces se hace en minibus ) hasta el último parking.
Aquí empezamos a caminar. En la bifurcación tomamos el camino de la derecha, el que a esta hora está a la sombra. Es un camino con escaleras, largo y empinado que me resulta muy cansado. Creo que el vértigo que me produce el gran vacio a mis pies me resta fuerzas.


Pero al final el camino se vuelve llano y las fuerzas regresan. Y te olvidas de todo el esfuerzo ante el mágico espectáculo de cabezas y más cabezas caóticamente ordenadas al pie del túmulo rocoso.


Extraña sensación el contraste entre la fuerza de la piedra esculpida y el gran vacio que nos rodea.


La belleza de las ruinas. La dispersión improvisada de las cabezas que han rodado desde los viejos cuerpos sentados unos metros más arriba.


Estamos en la terraza Este ( donde se viene a ver el amanecer ). Ahora está en penumbra y todo tiene un aire muy sugerente y misterioso.
Con el sol ya muy bajo, caminamos rodeando el túmulo hasta la terraza Oeste. Aquí las cabezas tienen un intenso color dorado por los últimos rayos del dia. Es su momento de gloria. Su ancestral belleza brilla con una luz casi divina.



Aquí hay mucha gente pero la mayoria eatá más pendiente de la puesta de sol que de las viejas cabezas.
Nosotros solo intentamos fotografiar, admirar y grabar en la memoria las poderosas imágenes. Misión casi imposible.



Pero tenemos claro que nunca podremos olvidar las sensaciones vividas en el mágico espacio. Al borde del vacio, rodeados por la poderosa belleza de los hombres-dioses de enormes cabezas, impasibles, orgullosos e indiferentes al paso del tiempo y a las visitas de los admiradores.



Ahora ya relajados y satisfechos empezamos a bajar por las escaleras de la parte oeste que nos parecen mucho más cortas.
Es totalmente de noche cuando subimos al coche y poco a poco deshacemos los 12 kilómetros hasta nuestro refugio en Karadut.
Ahora conocemos a Murat, el dueño del hotel, que nos ofrece una casera cena de pollo y arroz. Y cenamos muy bien en el patio de las gallinas y las sillas de plástico rodeados de gatos y conocidos aromas de un pueblo rural.

Encantador Karadut y entrañable Isik Pansion. Noche, desayuno, comida y cena nos costaron tan solo 30 euros.