28 de agosto
Diyarbakir blanca y negra.
Diyarbakir sol y sombra.
Diyarbakir luz y oscuridad.
Diyarbakir turca y kurda.
Diyarbakir o Amed o Amida. Mesopotámica, armenia o califal, a orillas del Tigris y rodeada por la - GRAN MURALLA - ( 2000 a.c. ) de oscuro basalto y de más de 5 kilómetros de longitud.
Es domingo en Diyarbakir. Salimos pronto a la calle después del desayuno ritual en el precioso patio del Hotel Amida.


Las calles de domingo están aún medio vacias. Las tiendas empiezan a colgar sus coloridas mercancias. Nosotros caminamos por la calle principal dirección sur y visitamos algunos de los muchos edificios que merecen la pena.
- NEBI CAMI ( s. XV ) - Al lado del hotel, junto a los zapateros remendones. Nos maravilla la esbeltez de su minarete.


- HASAN PASHÁ HANI ( s. XVI ) - El impresionante caravansar que sigue fascinando a los visitantes de la ciudad.


Espacio refrescante para disfruiar de un buen té y con unas maravillosas tiendas donde descubrí las coloridas telas kurdas y la capacidad persuasoria de sus vendedores.



Casa del poeta - AHMED ARIF - Casa tradicional de negro basalto convertido en museo de literatura.

- SHEIK MATAR CAMI ( s. XVI ) - Conocida por su curioso minarete de 4 pies del siglo X. ( Dört Ayakli Minare ).

- ULU CAMI ( s. XI ) - Extraordinaria mezquita que resume toda la esencia de Diyarbakir.


Su patio luminoso nos recuerda a la Mezquita de los Omeyas de Damasco. En sus paredes, blanca piedra de Urfa y negra piedra de Kars y elaboradas columnas bizantinas alrededor del patio.


La enorme y tranquila sala de oración cubierta de azules alfombras nos regala calma y espiritualidad. Una inolvidable visita.

Seguimos la calle hacia el sur y encontramos el - KERVANSARAY OTEL - Todavía hay huéspedes alojándose en el restaurado caravansar cuyo patio habia albergado hasta 800 camellos.

Y llegamos al final de la calle, frente a la puerta sur de la muralla - PUERTA de MARDIN -. Ya es mediodia y el sol calienta mucho. Pero nos atrevemos a trepar por las empinadas escaleras que suben a la muralla. Aquí podemos comprobar la enorme dimensión de estas.



Una refrescante bebida a los pies de la muralla que, por su parte sur, está rodeada de bares y lokantas con mucho ambiente.
Pero vamos a dejar esto para la tarde y volvemos calle arriba buscando las sombras de los magníficos bazares y más casas tradicionales que aparecen en cada esquina en los callejones parelelos a la calle principal.
- el SÜLÜKLÜ HAN - Otra preciosa posada que a esta hora encontramos llena a tope de gente comiendo.
Y la calle de los herreros, y la de los carpinteros, y muchos lokantas y gente yendo y viniendo por las medievales callejuelas de Diyarbakir.
Ya es hora de volver a nuestro Firin-ci a repetir la buena experiencia culinaria. Hoy unos kebabs de cordero ( kuzu ) que estan realmente deliciosos.
Nos merecemos un buen descanso antes de las visitas de la tarde y se descansa muy bien en el Hotel Amida.
Salimos de nuevo a la calle y caminamos sin rumbo por las callecitas del oeste de la calle principal. Muchas casas tradicionales bien restauradas y convertidas en cafés-restaurantes con música en directo.



Músicas y aromas de café nos acompañan en nuestro paseo mientras el sol se va acercando a la tierra. Y ya llegó la hora de la última y esperada visita
- el RIO TIGRIS y el ONGOZLU KOPRU - El puente de los 10 arcos del año 1065.
Cogemos un taxi que en 10 minutos nos cruza por la puerta de Mardin y desciende hasta el verde valle regado por el bíblico Tigris.
El espacio que rodea el puente debe tener una extraña magia pues parece que todo el mundo ha venido hasta aquí. Familias numerosas, parejas solitarias, muchos niños, mujeres con sus pañuelos y hombres morenos bailando las músicas kurdas sobre el puente con toda su energia.



Todos cumplimos lentamente el ritual de cruzar el puente y contemplar las aguas viajeras que vienen de las montañas del norte y van a regar las tierras mesopotámicas de Turquia, Siria e Irak hasta unirse con el Eufrates y desembocar en el Golfo Pérsico.
El rio es muy ancho y el puente enorme. A ambos lados, las verdes orillas, están cubiertas de rojas alfombras y cojines junto a pequeñas mesitas donde tomar el té o fumar un dulce narguile.
Nos parece la imagen del paraiso.



Y nosotros también nos sentamos dejando pasar el tiempo en uno de estos instantes eternos que van a vivir siempre en nuestro corazón.
Y otra vez el cielo se oscurece y la vieja piedra se ilumina. Y se hace difícil dejar la magia de este espacio único.


Pero otro taxi nos devuelve a la realidad de las calles que sigun llenas de gente. Aún hacemos unas compras de última hora intentando atrapar en un objeto el espíritu de Diyarbakir. Y más baklavas y más frutos secos y más fotos...


El último recuerdo que nos llevamos de Diyarbakir es el de unos entusiastas músicos callejeros cantando el " bella chao " coreado por los transeuntes ( nosotros incluidos ).
TESHEKKÜR DIYARBAKIR...