18 de agosto
Último desayuno en el TS Park hotel. Completo y añorado desayuno turco.
Hoy dejamos el hotel, dejamos la ciudad y vamos a conocer las montañas y las costas de la zona.
Un taxi nos lleva otra vez al aeropuerto, a la zona donde estan las empresas de alquiler de coches. Una zona muy diferente de la que vimos a la llegada. Más moderna y ordenada.
Tras una tranquila y cómoda gestión en la oficina de Enterprise, a las 11 de la mañana, salimos del aeropuerto en un enorme Ford Courier que no es el que habíamos contratado pero es mucho mejor por su gran capacidad. Funcionó de maravilla durante todo el viaje.
Y empieza la road trip.


Y empieza cruzando la verde barrera, dando la espalda al mar y, siguiendo el Google Maps, dirección al Monasterio de Sumela.
Una hora de viaje entre verdes montañas inclinadas cubiertas de brumas. La carretera de 4 carriles ( menos en el último tramo ), nos lleva por el fondo del estrecho valle junto a un pequeño rio. Las laderas de las montañas están todas salpicadas de casas aisladas acompañadas de múltiples mezquitas con sus esbeltos minaretes.
Precioso paisaje.


Y llegamos al - MONASTERIO de SUMELA - ( 386 d. c. )
El antiguo monasterio georgiano-ortodoxo colgado en el vertical acantilado a 1200 metros de altura, se ha convertido en un centro de peregrinación turística.
Fundado durante el reinado de Teodosio I, fué refugio de monjes griegos que permanecieron aquí más o menos escondidos incluso en tiempos de dominio otomano.
Todo acabó con la dominación rusa y la expulsión de los griegos de Turquia en 1923.
Su situación y las muchas pinturas que aún conservan sus viejas paredes bien justifican la visita.
Llegamos fácilmente al parking de Sumela. Y desde ahí un bus nos sube hasta donde empieza la escalera.
La fina lluvia sigue cayendo, la niebla nos rodea y nos acompañan muchos visitantes del antiguo monasterio. Hombres morenos, mujeres cubiertas con pañuelos de colores y muchos niños juguetones subiendo la larga escalera. Y nosotros con ellos.


El bosque que nos rodea es exuberante, de un verde intenso que se acentua sobre el fondo gris de la niebla.
Precioso pero sin ninguna posibilidad de contemplar la impresionante imagen del monasterio colgado en la roca. No se ve nada a más de 20 metros de distancia.

En algunos tramos del camino nos acompaña la música en directo de unos músicos tocando el Kamansë ( violín del Mar Negro ) y otros instrumentos tradicionales
Y así nos encontramos de repente en la entrada del monasterio, bajo los del acueducto.


Y cruzamos arcos y puertas, subimos y bajamos escaleras y contemplamos maravillados la gran cantidad de frescos que aún se conservan en las viejas paredes.



Ya satisfechos y con los pies mojados, desandamos el camino.
En el parking de los buses nos comemos unos sabrosos lahmacuns de queso en el chiringuito junto al rio lleno de espuma blanca.
Ponemos dirección al hotel de ARAKLE y aprovechamos la comodidad del coche para secar zapatos y paraguas.
Ahora ya estamos bien convencidos de que alquilar un coche ha sido un gran acierto. Aquí nos sentimos cómodos y seguros.
Llegamos otra vez junto al mar y seguimos la carretera de la costa hacia el Este hasta el pequeño pueblo costero de ARAKLE. ( a unos 40 kilómetros de Trebisonda )
Y a las 5 de la tarde ya estamos instalados en la gran habitación del - DORA BUTIK OTEL

Una pequeña casa de madera que me enamoró por su situación al borde del mar, sobre una solitaria caleta a la que se llega desde el hotel por una escalera privada. Además resultó un hotel cómodo, con parking en la puerta y con un servicio amable y eficiente.


Y aquí pasamos el resto de la tarde contemplando los grises del Mar Negro. Viendo regresar los barcos al puerto de Trebisonda y recogiendo piedras en la pequeña playa. Una tarde inolvidable solos frente al KARADENIZ.


Acabamos el dia cenando en el Restaurante Arakale ( a 5 minutos en coche del hotel ). El restaurante está situado sobre el espigón con buenas vistas del mar y sirven un excelente pescado


Comimos de maravilla aunque pagamos los precios más altos del viaje.
Y nos dormimos respirando el olor del Mar Negro.