Según la NASA el mejor momento para ver auroras boreales era el invierno de 2013 porque coincidía con el máximo de actividad solar, un pico que se da cada 11 años. Así que allá nos fuimos a la caza de auroras.
Según la Lonely Planet Islandia es uno de los 10 mejores destinos del mundo para viajar, y según National Geographic el sexto mejor destino del mundo en turismo de aventura.
Bien es cierto que nosotros fuimos en pleno invierno (en diciembre), por lo que todo estaba helado y nevado, con la dificultad que ello conlleva para moverse, pero en cambio la belleza del paisaje todo blanco también es una ventaja.
Hay que tener en cuenta que en invierno las horas de luz son pocas, unas cinco. El amanecer suele ser sobre las 11 AM y unas pocas horas después ya oscurece. Lo cual limita mucho las actividades a realizar. Pero claro, las auroras sólo se ven por la noche por lo que el momento era el idóneo...
Islandia, la tierra del hielo (Iceland en inglés) cuenta con 320.000 habitantes solamente, y eso en una extensión como la de Andalucía!!, recibiendo un millón de visitantes al año.
Tierra de caballos salvajes que se ven por todas partes, géiseres, volcanes, ballenas...y de elfos!! curiosamente un porcentaje importante de la población local aún cree en elfos y criaturas místicas.
Es un país bastante caro (1 euro = 161 coronas) por lo que es importante tenerlo en cuenta a la hora de hacer un presupuesto. Un crucero para ver auroras, comer o dormir cuesta bastante más que en España.
Nosotros volamos hasta Reykjavik desde Barcelona con la Norwegian hasta Copenhage y de allí con la WOW hasta la capital islandesa. Total: 300 euros por persona. Pero una de los hándicaps de volar en diciembre es el tiempo. Precisamente en esos días un temporal barría el norte de Europa, por lo que se cerró el aeropuerto danés y nos acabaron dejando en Oslo, Noruega. Menos mal que, tras unas horas tirados en dicho aeropuerto, al día siguiente pusieron un avión y llegamos a nuestro destino.
Según la revista National Geographic la capital más apasionante para visitar. Reikiviak que significa bahía humeante en islandés, es también una de las 15 ciudades más verdes del mundo, y tiene unos 120.000 habitantes.
En invierno hay menos luz y mejor tiempo, pero visitarla en diciembre te permite ver la ciudad con un manto blanco y lucecitas de Navidad por todos lados, incluso en los cementerios!! Pues no hay que olvidar que en Islandia apenas pagan luz ya que la energía térmica que tienen en el subsuelo les provee a todo el país con sólo perforar un poco. Pero además, como nos decían allí mismo, la iluminación también alegra el espíritu en los meses oscuros de invierno.
Precisamente esa es la razón de los extendidos baños térmicos por la isla, que incluso tienen algunas casas con una bañera en su jardín. O el famoso Blue Lagoon, que no es sino una gran piscina, como un spa gigante al aire libre, donde uno está en el agua a sus 39 grados mientras pasa la bruma gélida por encima del agua o se contemplan desde la piscina las laderas blancas de noche.
La capital tiene un bonito paseo por callecitas donde se encuentran tiendas sobre todo de ropa de abrigo o de artesanías, de camino a la Catedral nueva.
La Hallgrímskirkja, que así se llama la Catedral, es de rito luterano y mide 74 metros de altura. Cuando entramos coincidimos con el ensayo de un grupo coral que le aportaba cierta magia al frío ambiente reinante. Se puede subir (pagando) a la torre desde donde se puede ver una panorámica de toda la ciudad y, si el tiempo lo permite, los volcanes cercanos.
Justo delante de la Catedral hay una escultura de Leif Erikson, un vikingo del siglo X, hijo del famoso explorador noruego Erik el Rojo. Creó el primer pueblo vikingo en Groenlandia. Y cuenta la leyenda que fue él quien llegó a América, 500 años antes que Colón, creando un asentamiento en Terranova, sin saber que estaba en otro continente. Que posteriormente fue abandonado sin saber muy bien porqué.
Es también muy típico comer en Saegreifinn, un restaurante muy pequeño y pintoresco en el puerto, donde se puede degustar la carne de ballena, salmón, bacalao... entre otros manjares, y por supuesto su famosa sopa de langosta.
Hay muchos bares donde beber la cerveza local VIKING rodeados de grandes rubios islandeses y siendo atendido por rubias islandesas. La gente, joven en su mayoría, siempre muy amable.
No hay que olvidar que nuestro objetivo del viaje era ver las auroras boreales, y allí bien saben aprovechar que los turistas acuden a ello. La mejor hora para verlas es desde las 20 horas más o menos hasta la medianoche. Pero siempre que el cielo esté despejado, lo cual no ocurrió en nuestro caso.
Desde Reykjavik se pueden contratar las salidas a ver auroras a lo largo del día con cualquier agencia e incluso con personas que tienen vehículos y saben dónde están los mejores puntos de observación.
La segunda noche de nuestra estancia, que es cuando las vimos, acudimos a una plaza del dentro de la ciudad desde donde salían sin parar buses llenos de gente a la caza de auroras. Todos al mismo sitio, una explanada a unos pocos kilómetros de la ciudad, apartado y con poca luz, donde hay una cafetería y donde cada uno se puede alejar andando lo que quiera para poder contemplar el cielo. Desde un montículo logramos ver alguna, pero fue poco tiempo porque el cielo no estaba del todo limpio. Además el frío nocturno hizo que la gente se agolpara en la cafetería sin apenas haber visto nada.
Pero así es la naturaleza, imprevisible. La noche del día que nos volvíamos a casa estuvieron varias horas viendo un espectáculo de auroras de primer nivel. Es cuestión de suerte.
Pero hay más opciones de excursiones fáciles desde la ciudad, como ir a ver el gran géiser. En el valle Haukadalur, y atravesando Hveragerdi, la ciudad de los invernaderos (muy original viéndolos cómo resplandecen con su iluminación en la fría noche nevada) se puede seguir un sendero que va rodeando pequeños géiseres. El más famoso, el Gran Géiser erupcionaba agua hirviendo a 80 metros de altura, pero desde principios del siglo XX, el "Gran Geysir" dejó de manar agua debido a las piedras y objetos arrojados por los turistas. Pero sí se puede ver el Strokkur, otro géiser que erupciona agua cada cinco minutos y que pueden llegar a los veinte metros de altura.
Espectacular sin duda es la Cascada Dorada, Gullfoss, una catarata situada en el cañón del río Hvitá. Forma parte de la ruta turística del Círculo Dorado. Impresionante cascada que se ve desde un mirador (en verano se puede bajar hasta abajo del todo) y que permite ver los dos tramos de caída de hasta 20 metros de altura desde donde se precipita gran cantidad de agua con todo el entorno helado. Espectacular.
Y a 44 kilómetros de la capital está Thinguelhir, la última parte del Círculo Dorado, un Parque Nacional de obligada visita tanto por su interés cultural, ya que aquí se fundó en el siglo X el primer Parlamento del mundo, como por su belleza paisajística pues además se pueden ver las fallas donde se supone se separan las placas tectónicas, y se puede observar como forman un cañón que en verano es transitable.
En verano y con más días se puede alquilar un vehículo y recorrer la isla entera pudiendo ver asombrosas cascadas que en invierno es casi imposible alcanzar. Con el frío todos los caminos están helados y apenas hay luz.
Y llegó la triste hora de abandonar Islandia y regresar a casa. Conviene saber que el Aeropuerto está a 45 minutos del centro y que una vez allí se puede solicitar el Tax refund, es decir, la devolución de las tasas. Cuando compras algo superior a 4.000 coronas la tienda te da un papelito que debes rellenar con tus datos, y al llegar al aeropuerto lo entregas en la oficina correspondiente y te devuelven el impuesto pagado, bien cargando tu VISA o bien en cash.
Y, tras disfrutar del frío de esta bella isla, sus paisajes nevados y sus auroras, tocaba regresar a España y su sol...
gracias viajeros! Ver auroras es alucinante, en Laponia las vimos...a 22 grados bajo cero!!
Gracias Susana! tengo todos mis viajes relatados en Viajeros.com (lozanam), aquí hace poco que empecé a colgarlos... tenemos que aprovechar!!
Que ganas tengo de hacer este viaje! Yo había pensado ir en octubre, a ver si con suerte también pudiésemos ver auroras boreales que tiene que ser increible!
Te dejo estrellado el diario!
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Hay gente para todo y para ná. Desde la persona que va, se hace un par de fotos en Skogafoss y le da pereza subir la escalera hasta quien se ve Kvernafoss, se sube a la plataforma y sigue por la senda a ver más cataratas. Puedes estar media hora o medio día
¡Depende de las personas!
Eso mismo le puedes aplicar a todos esos lugares.
Es como si te vas al museo del Prado solo 30 minutos y tienes que decidir entre ver 30 cuadros en tres salas contiguas o ver 15 esparcidos por todo el museo pero más variados.
Lo bueno es que lo mires por donde lo mires te quedas así
Qué bien leemos Estamos para firmar contratos
De todas maneras vayas media hora o media de una hora está todo bien, lo que no estés en un sitio lo estarás en otro ya que siempre es tiempo insuficiente. Considera que a veces lloverá y tendrás que pasar de largo de algún lugar o verlo in the rain. O hacer gestiones varias a la espera de que salga el sol. Trata de maximizar la eficiencia de tu tiempo.
Tienes razón. Está claro que no puedo llevar un programa encorsetado por el tema del tiempo.
Dormiré las dos primera noches en Hveragerdi, la tercera cerca de Jokulsarlon y la cuarta en Hella. Mi idea inicial a partir del tercer día era hacer unos cuantos puntos a la ida como las dos cascadas, Reynisfjara, Jokulsarlon y Fjalsarlon, y Skatafell, Fjaðrárgljúfur y Dyrholaey a la vuelta... Pero lo que dices, la lluvia puede que lo modifique.
Gracias por tu ayuda.
La suerte es que generalmente los sitios están pegados a la carretera y a veces si no los ves a la ida (te pilla lluvia) lo ves a la vuelta.
La ringroad es preciosa sobre todo desde Hveragerdhi a Egilstadhir sin paso Oxi. En resto es carretera poco impresionante con honrosas excepciones. Por tanto, si vas y vuelves por el sur tienes ración doble de la carretera más escénica.
En Islandia es importante el poder de improvisación, de cambiar de planes, y de renunciar cuando hay que renunciar a algo para que el conjunto del viaje se resienta lo menos posible. La climatología y las horas de... Leer más ...