Mi amor por los viajes entra en confrontación con mi poco presupuesto debido a mi condición de estudiante, por tanto, si te identificas conmigo en este par de premisas, y quieres vivir (que no sobrevivir) decentemente en París sin morir en el intento, te invito a que sigas leyendo cómo disfrutar de la ciudad sin arruinarte y sacándole el mayor partido a cada euro.
Si algo marca la vida de un estudiante son sus exámenes y el agobio que ellos conllevan, así que, ¿qué mejor forma de liberarte del estrés que realizando un viaje?
Tras acabar los exámenes, gracias a un puente y faltando un par de días a clase

, pudimos sacar 6 días para hacer una escapadita (si era al extranjero mejor, por eso de conocer otras culturas y poder convivir con gente con costumbres distintas a las tuyas), por lo que antes de que nos pillase el toro decidimos ponernos a organizarlo para poder obtener los precios más ajustados posibles.
Para personas que viajamos con presupuestos ajustados y a las que el dónde y cómo dormir no suponen un gran problema, donde se va la mayor parte del dinero es en el transporte, por lo que a principios de octubre comenzamos a buscar vuelos para finales de enero (el viaje fue realizado del 23 al 28 de enero). Tras buscar vuelos a distintas ciudades en distintos buscadores, descubrimos que los vuelos más baratos eran a Londres o París a través del buscador Rumbo (normalmente suelo utilizar Skyscanner como buscador de vuelos más baratos, pero os recomiendo que os paséis por Rumbo porque encuentras el mismo vuelo con algún eurillo de diferencia), decidiéndonos finalmente por París. Hay que tener en cuenta que aunque en los buscadores aparezcan ofertas muy suculentas, a este precio siempre hay que sumarle las tasas, que para gente que quiere vuelos lo más baratos posibles no es moco de pavo. Así, aunque en el buscador nos indicase que el vuelo ida y vuelta tenía un precio de 50€, sumándole las tasas aéreas y las comisiones del buscador acabamos con un precio de algo más de 75€ sin facturación de maletas.
Finalmente volamos Madrid-París con Easyjet. Es cierto que la compañía aérea con los precios más ajustados es Ryanair, pero en nuestro caso, aparte de que los horarios no nos coincidían, Ryanair suele viajar a aeropuertos bastante alejados del destino en los que el transporte a la ciudad te puede costar tanto como el vuelo. Por el contrario, con Easyjet nos coincidían los horarios y, más importante aún, viajábamos a París-Charles de Gaulle, aeropuerto principal de París y muchísimo más cercano que el de Beauvais al que vuela Ryanair.
Con los billetes de avión comprados comenzaba la búsqueda de alojamiento. Algo que siempre se dice de París es que es una de las ciudades más caras en las que vivir, unido a que cualquier hotel 2/3 estrellas medianamente céntrico te lo cobran a precio de 5 estrellas en España, llegamos a la conclusión de que nuestra mejor opción era un apartamento, ya que son infinitamente más baratos que los hoteles (e incluso la mayoría de ellos era más barato que cualquier albergue/hostal) y que puedes comprar la comida en un supermercado (o incluso llevártela de España para abaratar costes, ya que los supermercados de París tampoco son baratos que se diga) y cocinar en casa ahorrándote los precios estratosféricos (hablando desde la cartera de un estudiante) del restaurante más mediocre de la ciudad.
Una de las mejores webs, a mi parecer, donde buscar alojamiento (y donde finalmente lo encontramos) es Airbnb. Tienes apartamentos de cualquier rango de precio en cualquier localización, unido a que es una web 100% segura.
Tras una búsqueda exhaustiva y diversas solicitudes a varios propietarios encontramos finalmente un apartamento para 6 personas en el 11º arrondissement (muy cerca de la Bastilla) a un precio de 666€ + 300€ de fianza (la página web te retiene el dinero de la tarjeta con la que hayas hecho el pago y a los 2/3 días de la vuelta, si todo está en perfecto estado, te la vuelcan a la tarjeta de nuevo), lo que hace un precio de 22,2€ por persona y noche, precio muy suculento para una ciudad como París. El apartamento estaba a menos de 5 min andando de las estaciones Richard Lenoir (línea 5) y Saint-Ambroise (línea 9), llegando como máximo en 20 min a cualquier punto turístico de la ciudad. Os dejo el link al apartamento por si os pudiese interesar:
www.airbnb.es/rooms/1266367
Con los vuelos y el apartamento reservado el viaje ya era una realidad así que sólo faltaba darle forma. Para ello empezamos a investigar sobre qué ver, cómo movernos por la ciudad e información práctica sobre París. Fueron útiles tanto diarios e hilos de LosViajeros, como páginas web como pueden ser: 101viajes.com, Paris.es, Visitandoeuropa.com, etc.
Una vez con toda la información buscada y organizado qué ver cada día, llegó el 23 de enero y nos encaminamos con ganas y expectación acerca de lo que nos depararía este viaje a la Terminal 1 del aeropuerto Madrid-Barajas. Tras algo más de hora y media de vuelo con viento en contra llegamos a nuestro destino, la terminal 2D del aeropuerto Paris-Charles de Gaulle.
Os dejo alguna información práctica acerca del vuelo por si os pudiese interesar: al ser una compañía low-cost, la mayoría de la gente viaja con equipaje de mano para evitarse el gasto extra de facturar la maleta, por lo que os recomiendo que os pongáis pronto a hacer cola en la puerta de embarque para ser de los primeros en entrar al avión, debido a que no hay hueco para alojar todas las maletas en los compartimentos superiores y si sois de los últimos en entrar tendréis que llevarlas bajo los pies incomodando ello el viaje. También os recomiendo que hagáis pronto el check-in on-line: Easyjet cobra un plus por elegir el asiento en el que nos queremos sentar, pero no cobra nada si nos asignan ellos los asientos. El problema viene en que asigna los asientos por orden de check-in, por lo que si somos los últimos en realizarlo nos tocará viajar en la última fila (como nos pasó a nosotros en el viaje de ida). Por último, algo muy destacable de Easyjet y donde le gana la partida claramente a Ryanair, es que no se pasan todo el viaje anunciando cosas cual teletienda y puedes descansar perfectamente sin que la megafonía te atormente constantemente a diestro y siniestro como pasa con Ryanair (aunque cabe señalar que mi compañía low-cost favorita debido a la comodidad de los asientos sigue siendo Vueling, no por ello siendo incomodos los de Easyjet).
Tras el desembarque en la terminal 2D (todos los vuelos a París-CDG con Easyjet llegan y salen de esta terminal, de igual forma que la terminal destinada en Madrid-Barajas a esta compañía es para todos los efectos la terminal 1) y habiendo salido de la zona de recogida de maletas (hay que pasar por allí sí o sí para salir de la terminal) y cogido un mapa que de forma gratuita te encuentras en determinados puntos de la terminal, nos dirigimos al punto de información situado en la puerta 5 para comprar un “carnet”.
Los billetes de metro/bus en París se llaman t+ y un carnet no es más que 10t+ (son 10 billetes individuales, no un billete con el que puedes hacer 10 viajes como pasa en Madrid por ejemplo) que al comprarlos de 10 en 10 salen más baratos que comprándolos individualmente (1t+ tiene un precio de 1.7€ mientras que un carnet tiene un precio de 13.7€). Destacar que, al menos el día que fuimos nosotros, las dos personas que estaban en el punto de información hablaban español, por lo que si no domináis muy bien los idiomas aquí os podréis informar de todo sin problema (ya que a lo largo de los días nos encontramos con gente en diversos monumentos que fuimos a visitar que no sabían ni inglés, por lo que si no sabéis defenderos en francés podría ser un problema).
Hay diversas formas de trasladarse desde el aeropuerto a la ciudad, siendo la más barata de todas los autobuses de línea. Hay dos autobuses que te llevan del aeropuerto a París con una duración estimada del viaje de unos 70 min dependiendo del tráfico y una frecuencia aproximada de 20 min dependiendo del día: el 350 (cuya última parada es Gare de l’est) y el 351 (cuya última parada es Nation). El precio del trayecto es de 5.1€ o bien 3t+ (esta última opción fue la que elegimos nosotros ya que te ahorras 1€ por trayecto y fue el motivo por el que compramos el carnet en el aeropuerto, sino se puede comprar en cualquier estación de metro).
Tras hora y pico de viaje e inmensidad de paradas intermedias llegamos a Gare de l’est. Rápidamente nos encaminamos al metro ya que el casero nos estaba esperando en el apartamento y llegábamos tarde.
Una vez llegamos al apartamento sobre las 21.30 decidimos dividirnos ya que teníamos que comprar comida tanto para la cena como para los días posteriores. Algo importante en París es que la mayoría de los supermercados cierran a las 20.00 por lo que es importante informarse de qué establecimientos cierran a las 22.00 o incluso más tarde o de los que abren los domingos. Para ello os dejo el siguiente hilo del foro:
www.losviajeros.com/Tips.php?p=416
El primer día compramos en el Simply, que aunque en España pueda ser barato en menor o mayor medida en París es bastante caro, por lo que el resto de los días compramos en el Franprix (muy recomendado, además el nuestro, ubicado en el nº 90 del Bv. Richard Lenoir, cerraba a las 22.00 de lunes a sábado) ahorrándonos mucho dinero.
Tras hacer unas pizzas (muy caras en París

, por lo que si no te importa sobrevivir unos días a pasta es una opción muchísimo más recomendable) nos fuimos a dormir agotados por el vuelo y la emoción de nuestro viaje que no acababa más que de empezar.
Después de estar madrugando más de un mes para estudiar, madrugar para ver una ciudad como París incluso apetece. Tras remolonear en la cama algo menos que de costumbre y una vez desayunados y aseados, nos encaminamos a descubrir esta preciosa ciudad con nervios de emoción en el estómago y nada más que los t+, el DNI y algo de calderilla en el bolsillo (que ya veréis como si no fuese por pereza y algún que otro capricho hoy no nos habría hecho falta). Pese a que para ninguno era nuestra primera vez en la Ciudad de la luz, es verdad que por mucho que hayas estado en un sitio 1000 veces con amigos nunca se ve igual, cualquier visita por muy decepcionante que sea adquiere otra dimensión y se crean unos lazos de unión que afianzan el por qué de que esas personas sean tan importantes en tu vida. Por lo que el deseo de salir de casa no solo abarcaba el querer descubrir hasta el más mínimo detalle de la ciudad, sino poder hacerlo junto a personas que quieres para poder recordarlo y recordarles toda la vida.
Abrigados hasta la médula (eso de no pasar ni un día de los 10ºC unido a que la humedad en París se nota, obliga a vestirse a capas como si de una cebolla te tratases) emprendimos nuestro camino hacia lo que podríamos considerar realmente como el primer día en París.
Tras unos cuantos minutejos amparados bajo el calor del metro, desembarcamos en
Hôtel de Ville (o lo que es lo mismo, el ayuntamiento de París). Después de admirarlo brevemente por fuera y dedicar unos cuantos minutos más a observar con deseos la pista de patinaje sobre hielo situada en la plaza del ayuntamiento como si de niños pequeños se tratase, nos encaminamos a ritmo de WMCY (efectivamente la bailamos, que toda ayuda es poca para entrar en calor) a nuestro verdadero destino, la
isla de la Cité.
Después de cruzar por el
Pont d’Arcole móvil en mano para sacar unas cuantas fotos del
río Sena (que lejos de estar de un transparente impoluto como lo recordaba más bien parecía un lodazal, eso sí, caudal no le faltaba como a nuestro querido Manzanares) y pasar unos minutos decidiendo si entrar o no a visitar el
Hospital Hôtel-Dieu (es lo que tiene juntarse en un viaje 6 estudiantes de medicina, deformación profesional…) pusimos rumbo hacia nuestra verdadera primera parada, la
Catedral de Notre Dame.
Catedral de Notre Dame
Debo confesar que cada vez que la veo me impresiona más, debe ser que con la edad tendemos a darle otro valor a la cultura, pero siempre intento recordarme a mi misma que lo verdaderamente impresionante, esas majestuosas vidrieras, se encuentra en el interior. Ya puestos a confesar cosas debo reconocer que, muy a mi pesar, no soy mujer de museos. Admiro a las personas que son capaces de pasar un día entero en un museo admirando y comprendiendo cada mínimo detalle de un cuadro o una escultura pero, como inculta en la materia, me limito a observar casi de pasada los cuadros más famosos del museo de turno mientras saco un par de fotos para poder inmortalizar que, aunque no me enterase de nada, yo estuve allí (sé que este problemilla se arreglaría con una guía, pero el bolsillo de un estudiante no da para tanto). Os preguntaréis por qué narices os estoy contando esto, pues bien, pese a que los cuadros no son lo mío por una extraña razón adoro la arquitectura clásica (pese a no entender nada del tema tampoco, cabe recalcar) y especialmente las iglesias, por ello me sentía como una niña con zapatos nuevos ante aquella obra de arte a gran escala (y durante el resto de los días que pasé en la ciudad ya que París, como Roma e Italia en general, no anda escasa de edificaciones religiosas).

Vidrieras de Notre Dame
Extensos incisos y divagaciones mentales a parte, nos apresuramos a entrar en la Catedral. La entrada al templo es gratuita para todo el mundo y ninguna de mis 3 veces en la ciudad he encontrado cola (ni aquella segunda vez en pleno agosto). Tras una vuelta por su planta de cruz latina, observar las impresionantes vidrieras y depositar un mensaje de paz en una urna (no tengo ni idea del tiempo que lleva ni el que se quedará esta urna en Notre Dame, pero no quisimos marcharnos sin dejar nuestras breves palabras) nos encaminamos a la salida para llegar a nuestro próximo destino, mucho más cerca que cualquier otro, simplemente cruzando la esquina ya nos encontrábamos en él. Exactamente, la subida a las
Torres de Notre Dame. Tras poco más de 5 minutos de algo que no se llegaría a considerar ni cola, amenizados por un panfleto entregado por un gracioso señor con unas diminutas gafas más que curiosas, en el que como quien oye llover te sueltan de golpe y porrazo que seguidamente experimentarás un ascenso de 400 escalones sin ascensor y, sin llegar a digerir esta (no sé si agradable, al menos para la salud) noticia ya nos encontrábamos con nuestro pie en el primer escalón. Después de ascender un tramo de escaleras vimos la luz al final del túnel. En este momento mi yo interior se encontraba dando saltos pensando, ingenuo de él, que habíamos alcanzado la cima sin el más mínimo suspiro de cansancio. Nada más lejos de la realidad, simplemente era la parada obligatoria para comprar las entradas.
Aquí comenzaría el primer gasto en un monumento de cualquier viaje (a 8,50€ la entrada señores), pero si algo bueno tiene ser joven en París (jóvenes europeos de 18 a 25 años) es que la subida a las torres de Notre Dame es gratis. Tan solo hay que desenfundar el DNI y acercarse a alguna de las cajas donde te aprovisionarán de un ticket que, pasados 10 minutos de espera reglamentaria, deberás entregar al señor que se encuentra en la puerta para poder proseguir el ascenso por las escaleras del infierno. Tras un tramo infinitamente mayor que el anterior y varias palabras malsonantes acordándote de la persona que decidió que el ascensor era un bien prescindible, llagamos a nuestra primera vista (en días sucesivos vendrían unas cuantas más) de París desde las alturas. Después del gritito que soltamos todos al admirar la Torre Eiffel por primera vez en este viaje, tiempo nos faltó para disponernos estratégicamente con el móvil/cámara en la mano y el dedo en el disparador. Después de pasarnos más de media hora admirando los edificios más destacados de París y según mi parecer lo más interesante de las torres, sus gárgolas (que a personas que nacimos en la era Disney nos transportan irremediablemente a nuestra infancia, haciéndonos acordarnos de Quasimodo), y tras unos pertinentes tragos de agua, nos dispusimos a bajar de las alturas para continuar con nuestro día. Tras bajar las tan amadas escaleras (que para más inri son en espiral, por lo que si para subir procurad tener los pies pequeños para que os entren en los peldaños solamente adecuados para pulgarcito, para bajar intentad tener una biodramina a mano ya que la sensación de haberte tomado una par de cervezas a primera hora del día no es muy recomendable).

París desde la Torre de Notre Dame
Gárgolas
Una vez con los pies en el suelo y la cabeza sobre los hombros (para lo que previamente deberás estar cual estatua unos segundos hasta que todo deje de dar vueltas) nos dedicamos a callejear por la Cité para llegar a nuestro siguiente destino, la
Sainte Chapelle.
Este punto sería el segundo del viaje en el que nos haríamos un poco más pobres (otros 8,50€… debe ser que en París no hay crisis), pero gracias otra vez a ser ciudadanos europeos menores de 25 años simplemente sacando el DNI de la cartera y enseñándolo en la caja de tickets nos volvería a salir gratis.
Como creo que habrá quedado claro tras demostrar mi incultura para con el arte, historia no era la asignatura en la que más destacaba en el colegio, por ello, antes de tirar de Wikipedia y quedar como si fuese la persona más inteligente del planeta atribuyéndome méritos que no son míos, me perdonaréis que mi diario no contenga apenas datos históricos acerca de los distintos lugares que visitamos y os invito a leer maravillosos diarios de autores puestos en el tema que no os dejarán indiferentes, os lo aseguro. Por tanto os contaré lo poco que sé de esta capilla. Este templo fue construido por un rey de Francia (de cuyo nombre querría, pero no puedo acordarme) en un tiempo record para albergar las reliquias de Jesucristo, que irónicamente, actualmente se encuentran depositadas en Notre Dame y previo pago de algún que otro euro pueden ser vistas (al no ser gratis creo que podréis haber deducido que nosotros no entramos, por lo que no puedo opinar respecto al tema).
Siguiendo con la Sainte Chapelle, indicar que se encuentra dividida en dos: la capilla inferior, que estaba reservada a la gente de a pie, y la capilla superior, a la que sólo podían acceder los miembros de palacio. Nada más entrar nos encontramos con la capilla inferior, a mi parecer una sala bastante lúgubre (las ventanas brillan por su ausencia) y algo descuidada con las paredes descascarilladas, que bastante tiene que envidiar a la capilla superior. Ascendiendo por unas escaleras que nos encontramos al lado de la puerta de entrada llegamos a uno de los lugares más asombrosos de París. Creo que jamás he abierto tanto los ojos ni se me ha desencajado tanto la mandíbula al llegar a un lugar. Si ya me había asombrado con las vidrieras de Notre Dame, esta capilla era un mundo aparte. No es que hubiese más vidrieras que en la Catedral como la mayoría estaréis imaginando, sino que las paredes de la capilla habían sido sustituidas por vidrieras en su totalidad. Lo único de lo que me arrepiento de la visita a esta capilla es de no haberla realizado antes (manda narices que hayan hecho falta 3 viajes para descubrirla, espero que no cometáis el mismo error que yo y la visitéis nada más aterrizar en la ciudad) ya que una de las paredes (véase una de las filas de vidrieras) se encontraba en obras de restauración y fue imposible verla en todo su esplendor (no sé por qué pero la gran mayoría de los monumentos que visitamos estaban en obras). Tras demasiadas fotos y volver a cerrar la boca después del asombro nos dirigimos a lo que creíamos que iba a ser nuestro siguiente destino.

Capilla superior de la Sainte Chapelle
Se me ha olvidado mencionar que antes de entrar a la Sainte Chapelle hay que pasar un control como si de un aeropuerto se tratase, pasando las mochilas/bolsos por un escáner y dejando que unos empleados, que tenían suficiente nivel de español como para vacilar contigo un rato, te cacheen. Esto es debido a que la Sainte Chapelle se encuentra en el mismo terreno que el Palacio de Justicia el cual, supuestamente o eso he leído, alberga lo que se suponía que sería nuestra siguiente parada, la
Conciergerie.
Palacio de Justicia
Podéis imaginar nuestra cara de circunstancia cuando vamos cual inocentes ignorantes hacia un supuesto monumento y sólo nos encontramos con letrados vestidos con sus impolutas togas (¿en España también se las ponen?) que nos miraban con cara de qué hace un tío (una tía en este caso) como tú en un sitio como este. Tras un vistazo rápido para intentar localizar la Conciergerie o algún cartel indicativo y fracasar en el intento, nos dirigimos hacia el hombre de información (realmente creímos que era de información pero puede ser que fuese una invención nuestra su oficio) a ver si nos podía aclarar nuestra pájara mental. Aquí llego el problema ya que el hombre no es que no hablase español (algo muy comprensible) sino que no hablaba inglés, esto junto a que ninguno chapurreaba francés desde el instituto, da como resultado que aún me pregunto qué le habré dicho a aquel buen hombre y que será lo que me contestó él. Por tanto, con todo en contra para nuestra visita a la Conciergerie decidimos darnos una vuelta por el palacio (que rápidamente cesamos ante las caras de asombro de los letrados acerca de nuestra presencia por su territorio) y marcharnos, no sin antes hacernos una foto delante del gabinete médico ante el asombro del trabajador que tuvo la mala suerte de haberse topado con nosotros ese día (lo dicho, deformación profesional). Ahora hablando en serio, si alguno que haya visitado París ha sido capaz de encontrar la Conciergerie agradecería que me indicase cómo para tener una excusa más para volver más pronto que tarde a esta maravillosa ciudad (como bien habréis podido deducir, antes de los 25 años). De todas formas sí que me gustaría indicar que la entrada a la Conciergerie son, una vez más, 8,50€, excepto para jóvenes europeos menores de 25 años que vuelve a salir gratis.
Tras salir del palacio y con nuestros estómagos rugiendo como si tuviésemos un Gremlin dentro nos dirigimos hacia nuestra siguiente y última parada en el día de hoy, el Louvre. Para ello, salimos de la cité por el
Pont Neuf (el más famoso de esta parte la ciudad, aunque yo no le encontré nada de especial a excepción de poderte sentar a descansar las piernas viendo el Sena) viendo el
Pont des Arts de lejos (o como intuyo que la gente lo conoce, el puente de los candados, que tan de moda se ha puesto en diversas ciudades europeas tras la novela de Federico Moccia en el que los enamorados cierran un candado y tiran la llave al río como sinónimo de amor eterno y, siendo París la Ciudad del Amor no le podía faltar su puente).
Pont Neuf
De camino hacia el Louvre decidimos visitar una iglesia (no encuentro su nombre pero se encontraba en la Plaza du Louvre) y el ayuntamiento del 1º arrondissement (que no fuimos capaz de encontrarlo). Tras esta parada intermedia y habiendo pasado demasiadas horas desde nuestro desayuno, decidimos fiarnos de un amigo que recordaba un McDonald’s enfrente del Louvre para saciar nuestro hambre.
Iglesia en Plaza du Louvre
Después de un rato andando y sin rastro del McDonald’s decidimos fiarnos de un parisino que nos encaminó hacia uno situado algo más allá de la Opera Garnier (que para los que no sepáis su relación, refiriéndonos a distancias, con el Louvre ya os digo yo que está lejos, teniendo en cuenta el hambre que teníamos, y bastante alejado de nuestro itinerario).
Una vez que llegamos al McDonald’s (no sin antes preguntar 5 veces porque no había ni rastro de él) nos dimos cuenta de que es más caro, trae menor cantidad y es de peor calidad que el McDonald’s en España. Aún así, como en tiempos de guerra cualquier agujero es trinchera, nos comimos la hamburguesa como si estuviésemos en el mejor Bistró de la ciudad y aprovechamos bien acomodados su wifi gratuito. Tras demasiado rato descansando en sus sillas acolchadas y darnos cuenta de que el agua del baño era caliente por lo que no podíamos rellenar las botellas, decidimos desandar lo andado y volver a nuestro itinerario inicial hacia el Louvre, previa compra de un crêpe por 3€ (bastante barato para estar donde estábamos, aunque los más baratos se encuentran en el barrio latino, al sur de la Cité).
Antes de seguir con el Louvre, su pirámide y la Gioconda, aclararé un par de cosas. Tanto la comida en el McDonald’s como el crêpe fueron caprichos innecesarios, el resto de los días con una única excepción comimos de sándwiches que aunque no sea la comida más apetitosa calman a la perfección el hambre y son infinitamente más baratos (por lo que si queremos un viaje “low-cost” de verdad los sándwiches son una gran ayuda). La segunda aclaración y probablemente la más importante son los robos, mientras estábamos en el McDonald’s (aunque intuyo que pasará en muchísimos más establecimientos) vimos a un empleado corriendo detrás de unos niños y posteriormente nos indicó que eran ladrones, por lo que os recomiendo que no os fiéis de nadie (ya me diréis vosotros quien iba a sospechar de unos niños, porque yo no) y tengáis siempre vuestras pertenencias vigiladas y no dejéis los móviles encima de la mesa.
De vuelta al Louvre y tras maldecir a nuestro amigo nos topamos de frente con el famoso McDonald’s al que él se refería así que para que no os pase lo mismo que a nosotros y vuestro amigo siga siendo tan amigo como era antes os indico que el McDonald’s que efectivamente está enfrente del Louvre se encuentra en Rue de l’Echelle esquina con Rue de Rivoli.
Con el buche lleno y las piernas descansadas comenzamos nuestra aproximación al
Museo del Louvre. Pese al frío de enero se puede ver a parisinos dándole de comer a los pájaros y si estáis dispuestos a dejar alguna propinilla os dejan hacerlo a vosotros mismos, curioso cuanto menos. Tras alucinar un poco con los pájaros, las fotos de lejos al Louvre con su famosa pirámide (¿serán reales las historias de Dan Brown?) y unas cuantas fotos de grupo con el
Arco del Carrusel como telón de fondo (perfectamente alineado con el Arco del Triunfo y el Arco de la Defensa), nos encaminamos hacia la entrada a través de la pirámide.
Museo Louvre
Arco del Triunfo del Carrusel
Iba asustada tras mucho leer y mucho oír acerca de las interminables colas del Louvre que me asuste aún más cuando no vi cola alguna. Ya sabéis esos momentos en que piensas ¿la entrada será por aquí?, ¿tendré que comprar los tickets antes en alguna taquilla?, ¿será una cola reservada para visitantes con alguna tarjeta especial?, etc. Como no encontramos a nadie para formularle estas preguntas nosotros pasamos de largo determinando que si no era por ahí ya nos echaría alguien. Contra todo pronóstico estábamos en la cola correcta por lo que en menos de 3 min (alargado por tener que pasar por otro escáner) ya estábamos dentro. Ante nuestra poca idea acerca de que debíamos hacer (al igual que la mía también era la primera visita al Louvre de la mayoría de nosotros, probablemente os estaréis preguntando que leches vi en París las otras veces que vine, lo sé, yo a veces también me lo pregunto) nos dirigimos hacia las taquillas. Efectivamente, otra vez, por ser joven europeo menor de 25 años la entrada es gratuita, pero al contrario que en los monumentos de la Cité, en el museo no es necesario acercarse a la taquilla para que nos den un ticket gratuito, sino que sólo hace falta dirigirnos hacia el ala del museo que queremos ver y en el puesto donde se entregan los tickets simplemente deberemos enseñar el DNI, por lo que si hubiese colas en las taquillas (como intuyo que pasará en verano) nos las ahorramos.
Como he indicado casi al principio, desgraciadamente no soy mujer de museos y al juntarme con mis amigos, que son iguales que yo, decidimos ver simplemente lo más importante del museo para no volvernos locos. Por ello nos dirigimos hacia el ala llamada Denon donde encontramos la obra más famosa y la más vista del Louvre,
La Mona Lisa de Leonadro Da Vinci. Llama la atención que tienes indicaciones hacia el cuadro por todo el museo pero cuando llegas al pasillo donde se supone que está, las indicaciones desaparecen. Deciros que el cuadro no se encuentra en ese largo pasillo sino que está en la sala número 7, donde también podemos ver las bodas de Caná. Otras obras dignas de verse son: la
Venus de Milo, la
Victoria alada de Samotracia (que no pudimos ver porque la sala se encontraba en resauración), el
Escriba sentado, la
Coronación del Emperador Napoleón I, el
Código de Hammurabi, etc. Hay muchísimas obras que ver y para recorrerlo entero hace falta más de un día, pero dado que nosotros preferíamos ver monumentos que museos, nos fue suficiente. De todas formas, os dejo el plano del museo en español donde aparecen las obras más destacadas del museo:
www.louvre.fr/ ...macion.pdf
La Gioconda
Tras la visita nos encaminamos a coger el metro de vuelta a casa pero desgraciadamente la estación de Palais Royal-Musée du Louvre se encontraba en obras (no sé hasta cuándo pero si vais a viajar a París en fechas cercanas igual permanece cerrada) por lo que con todo nuestro cansancio (hay que ver lo que cansa visitar un museo) nos tocó andar un poco hasta la siguiente parada (aunque es verdad que en París tienes paradas de metro cada poco) para coger el metro de vuelta a casa con un más que satisfactorio día entre amigos a las espaldas y poniéndosenos los dientes largos con la duchita caliente que nos esperaba en el apartamento después del frío de las calles de París.
Para cenar un gran plato de macarrones con salsa bolognesa en el apartamento (más barato imposible) acompañado de unas cervezas (Heineken en este caso, que extrañamente en el Simply estaban bastante más baratas que en el Franprix) y algo de fruta de postre (el precio de la fruta varía de la pieza que elijáis pero las manzanas y los plátanos están bastante baratos). Tras esto un poco de cotilleo y a dormir, que al día siguiente también nos tocaría madrugar.
Perdonad por la calidad de las fotos pero están todas hechas con el móvil y la calidad al pasarlas al ordenador ha disminuido considerablemente
Comenzamos el día visitando
Los Inválidos (metro línea 8). Abre a las 10:00 y cierra a las 17:00 (de Octubre a Marzo) o a las 18:00 (de Abril a Septiembre, aunque los martes cierran a las 21:00). De nuevo ésta atracción turística es gratis para menores de 25 años europeos (para poder entrar hay que ir a la tienda de souvenirs que se encuentra entrando a la derecha y en los mostradores presentar el DNI/pasaporte y te darán una entrada de acceso libre), para mayores de 25 años/menores de 25 años no ciudadanos de la Unión Europea el precio es de 9€ o 7€ si se entra a partir de las 17:00 (gratis igualmente con Paris Pass y Paris Museum Pass).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
En el interior del recinto se puede observar una iglesia, un par de museos (entre ellos el Museo del Ejército) y el motivo por el que suele visitarlo la mayoría de la gente que es el Musoleo de Napoleón.
A la salida del mausoleo hay unos "jardines" que parece que tienen salida pero la única forma de salir del recinto es por el lugar de entrada.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras salir del recinto de Los Inválidos nos encaminamos hacia la Torre Eiffel pasándo por los
Campos de Marte. Lo malo de ir en Enero es que debido al mal tiempo los Campos de Marte se encontraban llenos de charcos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Una vez echas las fotos de rigor con la
Torre Eiffel de fondo nos encaminamos hacia la misma. Nuestra intención era subir arriba del todo pero debido al mal tiempo y a las previsiones de lluvia sólo era posible subir hasta el 2º nivel. Unos decidieron subir andando por las escaleras (jóvenes entre 12 y 24 años: 3.5€) y otros preferimos subir en ascensor (jóvenes entre 12 y 24 años: 7€), simplemente comentar que los que subieron andando llegaron bastante tiempo antes que los que subimos en ascensor ya que pese al mal tiempo las colas tanto para comprar las entradas como para acceder al ascensor seguían siendo infinitas (cabe señalar que pese a ser Enero era sábado por lo que eso influiría).
Como véis, en la Torre Eiffel lo mismo da tu procedencia porque paga todo el mundo. Os dejo los precios para gente de rango de edad distinto al nuestro: mayores de 24 años 5€ por escaleras y 8.5€ en ascensor y niños entre 4 y 11 años 3€ por escaleras y 4€ en ascensor. Ascender en ascensor al 3º piso desde la base cuesta 14.5€ para >24 años, 13€ para jóvenes entre 12 y 14 años, y 10€ para niños entre 4 y 11 años. Deduzco que los menores de 4 años tendrán acceso gratuito. El horario de la Torre Eiffel es de 9:00 a 00:45 del 15 de Junio al 1 de Septiembre y de 9:30 a 23:45 el resto del año (acceso por escaleras posible hasta las 18:30).
Ya sabíamos que el tiempo no iba a acompañar pero aún así las vistas eran preciosas. Si os fijáis en los puentes que cruzan el Sena podréis divisar una Estatua de la Libertad en uno de ellos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Nuestra siguiente parada sería el Arco del Triunfo pasando por los
Jardines de Trocadero (situados enfrente de la Torre Eiffel cruzando el Sena, es decir, en dirección opuesta a los Campos de Marte) para fotografiar la Torre Eiffel desde ese ángulo.
Una vez llegamos al
Arco del Triunfo (para llegar a la base no hay que atravesar la rotonda de los mil carriles cual kamikaze, no se si sabréis que en esta rotonda la preferencia la tienen los coches que se incorporan a la rotonda y no los que circulan por ella, sino que en en las calles que acaban en la rotonda hay escaleras subterráneas para acceder hasta la base del Arco. Una de esas escaleras está en los Campos Elíseos donde mucha gente aprovecha para desde el paso de peatones fotografiar el Arco).
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El Arco del Triunfo otra vez es gratuito para nosotros (gratuito para menores de 18 años, ciudadanos de la Unión Europea entre 18 y 25 años y portadores del París Pass y París Museum Pass; mientras que para los adultos presenta un precio de 9.5€). Para poder acceder hay que guardar cola para dirigirse a las taquillas de los tickets y una vez allí presentar el documento acreditativo pertinente y ya podréis subir). El Arco del Triunfo está alineado con el Arco de Triunfo del Carrousel (el que se encuentra en el Museo Louvre) y el Arco de la Défense, por lo que desde la cima del Arco del Triunfo podremos observar tanto la parte más clásica de París como el distrito de los negocios con sus rascacielos y edificios modernos acristalados. Pese a que estaba anocheciendo y que la niebla y el viento no acompañaban, volver a tener París bajo tus pies sigue imponiendo. Una vez bajamos los 286 escalones (ya os aseguro que cuesta más subirlos :D) en la base del arco se puede observar la Tumba al Soldado Desconocido con una llama que está siempre encendida, representando a todos los soldados franceses que murieron en la Primera Guerra Mundial y que nunca pudieron ser identificados.
El horario de apertura del Arco del Triunfo es de 10:00 a 23:00 de Abril a Septiembre y de 10:00 a 22:30 de Octubre a Marzo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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Una vez en tierra firme, habiendo anochecido y con cierta hambre nos encaminamos hacia casa pero ya que estábamos al lado y que pese a que hacía frío no llovía decidimos descender la
Avenida de los Campos Elíseos y tomar el metro en alguna de las estaciones que se encuentran en ella. Comenzamos a recorrerla con la imagen de la noria al fondo mientras veíamos las grandes y lujosas boutiques y algunos espectáculos callejeros. La avenida mide casi 2km de longitud (1910m) por lo que debido a nuestro cansancio sólo recorrimos la mitad, cogimos el metro en la estación más cercana y nos dirigimos al apartamento.
Como inciso aclararé que no se si lo habré comentado en alguna etapa anterior o lo habéis deducido pero todo el recorrido lo hicimos a pie ya que no eran grandes distancias y al tener todo el día para el itinerario las podíamos recorrer paseando tranquilamente.
Finalmente, reitero mi perdón por la mala calidad de las fotos, pero entre que estaban echas con el móvil y que las condiciones climáticas no ayudaban no pude obtener un mejor resultado