PROVINCIA OCCIDENTAL DEL CABO - SUDAFRICA 2013 ✏️ Blogs de Sudáfrica

Sudáfrica era un destino en el que ya habíamos pensado varias veces y este año por fin nos decidimos.
Empezamos leyendo reportajes en revistas de viajes y buscando por internet. En principio la idea era hacer la Ruta Jardín y toda la zona de Ciudad del Cabo, pero, como nos conocemos y sabemos que nos paramos muchísimo en los sitios que queremos ver, decidimos hacer solo la zona de Ciudad del Cabo y la costa de las ballenas.

Le eché un vistazo a una guía en inglés de Lonely Planet, que ya estaba un poco anticuada y encontré otra zona que me parecía interesante: el Cederberg. Mirando mapas vi que podía ser factible ampliar un poco el viaje y llegar hasta allí.
Las guías que hay en español abarcan toda Sudáfrica, cuando no otros países colindantes, por lo que la información es demasiado general para lo que yo quería, así que a través de Amazon me compré una guía solo de la zona que necesitaba, aunque en inglés (The Rough Guide to CAPE TOWN, the Winelands & the Garden Route[i]).

También encontré mucha información en este foro y desde aquí quiero darle las gracias a Flotas [u]que me ayudó muchísimo, dándome buenos consejos y enviándome mapas, planos y enlaces a información de las zonas que pretendía visitar.

El vuelo con Emirates Madrid-Dubai-Ciudad del Cabo nos salió por 790 € a cada uno (ida y vuelta).
El alojamiento lo busqué yo misma por internet. No nos gustan mucho los hoteles, así que siempre que puedo me alojo en bed & breakfast, guest houses o similar. Me lleva bastante tiempo encontrar el alojamiento, ya que como viajo con mi hermano necesito siempre encontrar habitación con dos camas (o dos habitaciones si no se nos sale del presupuesto).
Así que al final, la distribución del viaje quedó así:

Kleinbaai:
4 noches White Shark Guest House


Citrusdal:
2 noches Hove to!


Ciudad del Cabo – Constantia:
5 noches Constantia Palms

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Llegar a Sudáfrica desde España es un viaje largo y pesado. Desde que salimos de casa hasta que llegamos a nuestro alojamiento en destino tardamos unas 36 horas.

Primero tuvimos que llegar desde nuestra ciudad de origen al aeropuerto de Barajas, viaje que hicimos en tren con una NOTA INTERESANTE: con el billete de tren de larga distancia tienes gratis el billete de tren hasta el aeropuerto. Lo puedes canjear en la ventanilla de billetes o directamente en las máquinas que leen el código de barras. Además es rapidísimo, apenas unos 10 minutos entre Chamartín y la T4 y no tienes que salir de la estación.

No está mal volar con Emirates, la puntualidad perfecta, detalle que es importante en un viaje tan largo. Mi única crítica es para la comida (pero esto lo pienso de todas las compañías): en mi opinión sería mejor que dieran bocadillos o sándwiches y postre o fruta y no esos platos de comida tan engorrosos de manejar y que, al final, saben todos igual.

Una vez en Ciudad del Cabo, después de pasar el control policial y de recoger nuestras maletas nos paramos en un cajero a sacar algo de dinero. Hay varios por el aeropuerto además de las casas de cambio. Luego nos vamos a por el coche de alquiler. Ya nos vamos dando cuenta de la amabilidad de la gente, que te ayuda y te indica por donde ir sin tener que preguntar, solo porque te ven la cara de despiste.

Alquilar coche es muy barato. Por un Toyota Corolla durante 11 días el precio final ha sido de 215€ ¡increíble!

Con precaución, ya que se circula en sentido contrario a España, salimos del aeropuerto de Ciudad del Cabo rumbo a Kleinbaai.

El alojamiento es aun mejor de lo que me esperaba y la propietaria, René, parece una amiga que hace tiempo que no ves. Tenemos una habitación estupenda, con vistas al mar y un baño enorme.


El desayuno se hace en The Great White House con unos bonos que te da René. Está al otro lado de la calle. Mucha variedad, todo delicioso y muy abundante.

Este primer día no hicimos nada mas que llegar a Kleinbaai, disfrutando del paisaje y de la carretera, fácil de conducir con rectas muy largas y poco tráfico – excepto en la salida de Ciudad del Cabo -, aunque se hizo de noche muy pronto, sobre las 7 de la tarde (Sudáfrica y España tienen la misma hora). Después de un viaje tan largo nos quedamos en la casa y cenamos te y galletas en el precioso salón de René.

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Me despierta el sonido de la lluvia a las 5:30 de la mañana, pero cuando nos levantamos hace un día de sol estupendo.
Hoy tenemos planeado ir a ver el tiburón blanco. Tenemos que estar a las 9 de la mañana en las oficinas de Shark Cage Diving que está en una calle paralela a la que dormimos y nos lleva 3 minutos llegar hasta allí.
Apenas hay nadie por la calle. En el puerto están preparando los barcos que van a salir para hacer las excursiones. Hay de varias compañías, pero nosotros elegimos ésta - a través de internet - por un lado por las buenas críticas y por otro por el precio. Tenían una oferta especial de primavera (su primavera, claro ) con lo que pagamos 91 € cada uno.
Primero nos dan de desayunar en la oficina-comedor, luego una charla sobre lo que va a ser la excursión y lo que tenemos que hacer para nuestra seguridad. Nos vamos a embarcar y ponemos rumbo a mar abierto. Nos paramos, tiran la jaula y empiezan a echar al agua el cebo para que vengan los tiburones. Terrible el olor, mejor ni acercarse al cubo.
Nos vamos moviendo en redondo hasta llegar de nuevo a la jaula. Mientras tanto hacemos miles de fotos de gaviotas, incluso de una que viene a comer pan de la mano de uno de los hombres de la tripulación.



El capitán, Brian McFarlan, es todo lo que sobre él había leído y más. Está un poco preocupado porque los tiburones tardan en aparecer y se empieza a impacientar. Pero con mucha seguridad afirma que veremos al menos 11 tiburones. Yo no se si fueron 11, pero ver si que los vimos.
Esta experiencia no se puede dejar pasar, aunque no bajes a la jaula y te quedes en el barco, porque merece muchísimo la pena ver a los tiburones acercarse e incluso saltar y sacar el cuerpo fuera del agua.
Al principio yo no estaba muy segura de bajar a la jaula así que decidí esperar al segundo turno y ver como era la cosa. En ese mismo momento un tripulante me dice que faltan dos personas para la jaula y que si queremos ir… y le digo que si. Me llevo la contraria a mi misma!!!
Otra pequeña charla y a ponerse el neopreno y las botas. Cuesta un triunfo entrar en el traje y está frío y húmedo pero la tripulación nos ayuda a vestirnos. Luego los plomos y luego las gafas. Y allá vamos, abajo. Entramos en la jaula un grupo y empiezan a gritarnos “down guys, down”. Coges aire y para abajo… y los ves pasar, o venir de frente persiguiendo el cebo. Yo de una vez hasta aparto una mano, aunque se que no me va a alcanzar. Todos se quejan del agua fría, me dicen luego que está a 13,5º, pero la verdad es que yo no lo noto. Será la emoción!!!




Salimos para que pueda entrar el otro grupo. Ver los tiburones intentando coger las cabezas del pescado es impresionante. La verdad es que para hacer fotos o filmar, mejor desde la cubierta del barco porque en la jaula no da tanto tiempo. Y así va pasando el día, que se hace muy corto.

Esta foto está sacada de un video que hicimos con la cámara de fotos.

Cuando ya todo está recogido nos ponemos rumbo al arrecife de Geyser Rock donde hay cientos de lobos marinos que son la comida de los tiburones. Están criando y hay muchos bebés en las “guarderías” en el agua, saltando y jugando.




Volvemos a tierra. En el comedor-oficina nos espera una sopa caliente y contundente. En el barco ya habíamos podido comer unos bocadillos y beber refrescos o agua.
Durante la excursión nos han grabado en video y lo reproducen mientras comemos. Compramos una copia, por supuesto. Cuando llegué a casa y lo vi me dio mas miedo que mientras estuve en la jaula. No es uno claramente consciente de lo que está haciendo. Nos dan también un certificado de nuestro “valor”.


Son las 4 de la tarde, así que decidimos acercarnos hasta Danger Point para ver el faro. Pero… está cerrado cuando llegamos. Tienen un horario malo, malo (De 10 a 12 y de 13 a 15, aunque hablaban de ampliarlo). Nos vamos parando por la carretera de la península y las pequeñas playas a las que se puede acceder. Están llenas de conchas y algas, diferentes a lo que estoy acostumbrada.

Aun nos queda tiempo hasta que anochezca. Nos vamos a De Kelders, donde René nos ha GARANTIZADO que veremos ballenas y según me bajo del coche veo el resoplar de una!!!!.


Nos ponemos a andar por el camino del acantilado y vemos 3 ballenas distintas resoplando y asomando la cabeza o la cola.

Cuando volvemos a buscar el coche vemos damanes comiendo sus hierbas. Parecen conejos pero son de la familia de los elefantes. También vemos muchos pájaros y flores.


Volvemos al pueblo a cenar, pero el restaurante cierra los martes. Así que cogemos el coche y nos vamos por la carretera de Danger Point, porque al pasar he visto el cartel de un restaurante y el nombre me llama la atención: The Lighthouse Tavern.
Solo hay dos mesas ocupadas. La chimenea encendida y unos perros enormes que nos reciben con ladridos.
La cena está deliciosa y la cerveza de barril aún mejor (un plato enorme de pescado y marisco para los dos y 4 pintas de cerveza por 379 rands). El lugar es muy acogedor. Un rincón tranquilo de los que a mi me gustan. La dueña es un encanto de mujer, aunque por mi experiencia hasta ahora, creo que todos los sudafricanos son así.
Al salir, como somos los últimos, apagan las luces de la taberna. No hay ni una sola luz, solo la de las estrellas, y al mirar al cielo es impresionante. Es un cielo distinto al mío, es como otro mundo. Solo por ver esto ha merecido la pena llegar hasta aquí.

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