Valles del Rhin, Mosela y un poquito de Alsacia ✏️ Blogs de Alemania

A sabiendas de que casi todo está cerrado entre diario en Bingen, hoy que es domingo optamos por desayunar en el hotel. Las próximas 3 noches nos alojaremos en Koblenz, así que cargamos el coche y cruzamos el río con el ferry de vehículos, al principio del pueblo: 2 adultos con vehículo 5,50 euros. Hay un ferry cada 15 minutos aproximadamente y tiene una duración de unos 10 minutos.

La mayoría de los castillos de la orilla derecha no son visitables, así que aprovechamos para fotografiar desde la carretera y parando en los pueblos los castillos de la orilla izquierda y derecha: Burg Gutenfels, Burg Katz, Burg Maus/ Burg Thurnberg y subimos a la roca Loreley. En el Centro de Visitantes hay planos e información de rutas, hay parking al lado. Desde allí a la roca hay menos de 10 minutos andando y las vistas son impresionantes.



A la bajada, paramos a tomar un café en St. Goarhausen que no nos parece tener el mismo encanto de los pueblos que vimos ayer y continuamos hasta Koblenz.

El hotel elegido, Ghotel Koblenz, se sitúa fuera de la estación de autobuses y tren. Desde allí al centro hay unos 15 minutos andando. Es nuevo, con un baño pequeño pero moderno, práctico muy limpio y cómodo. Dejamos nuestras cosas y aparcamos el coche en el parking concertado con el hotel.

Ya era la hora de comer, así que caminamos hacia el centro y comimos en el restaurante ALTES BRAUHAUS KOBLENZ (www.altesbrauhaus-koblenz.de): 4 cervezas, 1 schnitzel especialidad de la casa y unas costillas de cerdo (servidos en una paellera grande con patatas). Precio: 33,20 euros.


Paseamos por el centro histórico hasta el Deutsches Eck donde paramos un rato a tomarnos un helado y ver los barcos pasar. Aprovechamos para comprar algunas cosas de recuerdo, entramos en alguna iglesia, visitamos los jardines del Kurfürstliches Schloss y tomamos unas cervezas. Mañana es un día importante, determinará si podemos continuar con el viaje o no, y los nervios nos están pasando factura así que decidimos tomarnos la tarde de relax.



Cenamos en el hotel un Flammkuchen para compartir y unas cervezas.

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Este día lo reservamos para visitar el Mosela, ahora viéndolo en perspectiva fuimos bastante optimistas en cuanto a lo que nos habría gustado visitar para el ritmo que llevamos normalmente.

La idea era salir sobre las 8:00 con idea de llegar de los primeros al Burg Eltz, pero las noticias de Madrid no tardaron de llegar y tras celebrar las buenas nuevas y saber que podíamos continuar con el viaje, desayunamos y emprendimos el camino. Bordeamos el Mosela durante un trayecto de casi hora y media y nos desviamos hasta llegar al maravilloso castillo, sin duda la joya del viaje. Desde el parking hay unos 15-20 minutos andando por un sendero que bordea la montaña hasta el puente del castillo, el entorno es increíble. También se puede coger un pequeño autobús que pasa cuando hay gente suficiente. Lo que no recomiendo en absoluto es ir andando por la carretera por la que circula el bus, tiene muchas subidas y bajadas mientras el sendero que lo bordea apenas tiene desnivel.

A pesar de las muchas guerras que ha habido en la región, el Burg Eltz sobrevivió intacto, no sólo porque la ubicación del castillo se de difícil acceso o escondida sino también porque la familia Eltz siempre mantuvo relaciones políticas y sociales de gran alcance y utilizaba sus influencias para su propia protección. La historia dice que la familia Eltz construyó una morada en este sitio sobre un peñón rodeado por el río Eltz. Esta familia controlaba parte del tráfico del Mosela, una importante ruta comercial desde los tiempos medievales. Con el tiempo las tres ramas de la familia Eltz (Rubenach, Rodendorf y Kempenich) construyeron sus casas en el complejo del castillo: la casa Rubenach, las dos casas Rodendorf y la casa Kempenich.

La visita (8 euros por persona, guiada en inglés con folletos en castellano) es la mejor que hicimos en todos los castillos visitados, y su interior el mejor conservado, no se pueden hacer fotos. Se visitan solo las casas Rubenach y Rodendorf, que todavía cuentan con salas para uso exclusivo de los familiares. El salón superior de la casa Rubenach cuenta con el mobiliario original murales y techo pintados del siglo XV que nos dejaron boquiabiertos.



Tras esta impresionante visita, fuimos a por nuestro segundo objetivo del día, Cochem. Estábamos avisados de que este pueblo tiene un encanto especial, pero aún así nos sorprendió. Paseamos por sus calles, limpias, cuidadas, junto al río, mucho más rural y tranquilo que el Rhin y mucho más verde. Rodeados de viñedos, tomamos algo en el pueblo para esquivar un autobús de estudiantes que acababan de invadir el casco antiguo (ZUM DUDELSACK : cerveza, vino y botella de agua 9,70 euros).

A continuación fuimos a comer en el COCHEMER WEINSTUBE: 1 Flammkuchen clásico, 1 Flammkuchen gorgonzola, Agua y una copa de vino. Precio: 27,60 euros.

Después tomamos el postre en el CAFÉ FLAIR: espresso, café con leche y porción de tarta de yogur por 10,40 euros.



Seguimos paseando un rato más por el pueblo y continuamos bordeando el Mosela por la carretera que discurre por su orilla.

Hicimos una parada en Traben – Trarbach que no nos encandiló en exceso y continuamos hasta Bernkastel- Kues, un pueblo encantador donde vimos la “casita puntiaguda” (Spitzenhauschen), el ayuntamiento renacentista, la fuente e iglesia de San Miguel, más casitas de entramado de madera y la puerta de la muralla (Graacher Tor).



En este punto, se nos habían hecho las 18:30 h por lo que descartamos ir hasta Trier pues lo veríamos anocheciendo y aún nos quedaría volver a Koblenz (1:15 horas por autovía). Regresamos pues a nuestro hotel cansados y fuimos a cenar cerca del hotel, al restaurante KÖNIGSBACHER TREFF: 2 cervezas 0,5 l., carne a la brasa, guiso de verduras (Gemüsepfanne). Precio 33,40 euros. La comida muy buena y una completa selección de cervezas, sólo un “pero”, la carta del restaurante no tiene traducción ni al inglés.

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Vuelta al Rhin, nuestro último día en la zona.

Salimos de nuevo por la B9 y en 15 minutos estamos a los piés del Palacio Stonzenfels, abierto de 9 a 18h con visitas guiadas solo en alemán. Nos dan un papel a devolver en inglés. El palacio está totalmente restaurado a diferencia de otros de la zona, en origen era un castillo aduanero de 1250 y fue destruido en 1689 durante la Guerra de Sucesión del Palatinado. Las ruinas se dieron como obsequio en 1823 al príncipe heredero Federico Guillermo IV de Prusia y se reconstruyó en esa misma época. El mobiliario es del siglo XIX y tiene un gran valor. En nuestro caso, lo que más nos gustó fueron los jardines y las vistas. Si se tiene poco tiempo lo considero prescindible.



Una vez visitado, cruzamos al otro lado del río para acudir al castillo de Marksburg. Abren de 10 a 17 horas y la visita es guiada en inglés, salen cada media hora (hacen una al día en español, de 12:30 a 13:30h). La entrada son 6 euros. No hagáis el canelo como nosotros, que pensamos que al igual que en los demás castillos había que aparcar a los pies de la montaña y subir andando, y resulta que hay un parking casi arriba del todo. Además es la peor subida de todas....

Es el único castillo del Rhin que nunca ha sido destruido y sede de la Asociación Alemana de Castillos. Está habitado desde hace 700 años y es el más visitado de la región. Se accede al castillo por un puente levadizo del siglo XV y se visitan los jardines, casa del vigía, baterías de cañones, bodega, cocina, cámara, sala señorial, capilla, armería, cuadras, etc.

Junto con el Burg Eltz el que más nos gustó, si bien no tenemos fotos del interior pues olvidamos la cámara en el coche y con lo que había costado subir...



Tras comer, bajamos a Braubach donde paseamos y buscamos un sitio para comer ya que empezaba a llover. Sólo encontramos abierto el restaurante GASTHAUS ZUM GOLDENEN SCHLÜSSEL BRÖDER y tuvimos suerte pues comimos estupendamente: 2 Aperitivos (cava con melocotón), 2 cervezas, 1 Schnitzel Wiener Art, 1 Schwaben – Pfanne (un guiso de carne con champiñones acompañado de unos fideos anchos). Precio: 34,30 euros.



Una vez dejó de llover, paseamos por Braubach y nos dirigimos al Burg Lahneck, una fortaleza medieval situada en Lahnstein. Abren de 10 a 17 horas diariamente y la visita es guiada. La misma persona que atiende la taquilla es quien hace la visita (y cierra la puerta durante la misma). Dura una media hora y el castillo se encuentra en un estado bastante ruinoso. La mujer nos dio un dossier con una explicación en castellano y nos explicó algunas cosas en español, sólo éramos tres personas. Al finalizar la visita se puede subir al torreón.


Regresamos a Koblenz a dar un último paseo y realizar unas compras en la ciudad.

Tomamos unos vinos de nuevo en Königsbacher Treff y nos fuimos a dormir, pues estábamos cansados y no nos apetecía cenar.

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