Noruega: Acampada entre fiordo y fiordo ✏️ Blogs de Noruega

Nos levantamos a las 6 y media de la mañana. Yo me desvelé y como estábamos medio de okupas no queríamos estar allí mucho tiempo por si aparecía alguien.


Ese día queríamos ir a Alnes, Alesund y dependiendo de lo que estuviéramos en Alesund iríamos por la tarde a Runde a ver los Frailecillos.

Recogimos la tienda y de camino a Alnes paramos en un área de descanso en Valderoya. Valderoya pertenece a las islas que hay al lado de Alesund, estas islas están todas interconectadas por túneles por lo que la sensación de estar en una isla es un poco light. Nuestra idea era ir hasta Alnes para ver el faro. El faro de Alnes a mi me gustó, no deja de ser un faro pero el pueblecito es igual de idílico que todos los pueblos noruego y el paseo por allí da mucho gusto. Estuvimos mareando como una hora por la zona del faro y de ahí nos dirigimos Alesund.



Como nos habíamos pegado un madrugón a media mañana estábamos ya en Alesund, aparcamos en un parking que hay en el centro de la ciudad, el parking al entrar te coge la matrícula y para pagar cuando te vas introduces tu matrícula en una máquina y te sale el dinero a pagar. hizo falta que una buena mujer nos viera con cara de qué está pasando para enterarnos del funcionamiento.

Alesund me decepcionó mucho. Realmente el pueblo tiene una foto, como mucho dos. Quitando la zona del puente con el embarcadero y el agua a la altura de las casa no hay más, la catedral no tiene tampoco mucho y encima cobran por entrar... Recorrimos el itinerario que sugerían, con el puerto, la catedral, alguna calle curiosa con casas bonitas y deja de contar. Dimos una vuelta por la zona comercial y comimos en unas escaleras del puerto. Alesund además es parada de muchos cruceros por lo que está lleno de gente. Para mí no merece la pena la visita.


A media tarde decidimos continuar porque tampoco había mucho más que hacer en Alesund. Además teníamos muchas ganas de ir hasta Runde para hacer noche allí

Runde es una isla que se encuentra a dos horas de Alesund, el motivo de ir a Runde es que es el punto más meridional de avistamiento de Frailecillos (o Puffins) de Noruega y está considerado una de las colonias de aves marinas más grande de Escandinavia. Allí se encuentran más de 80 especies de aves entre pigargos (Son un águila de cola blanca), frailecillos, alcatraces, págalos, cormoranes, fulmares del norte... Un paraíso para los amantes de las aves.

Desde Mayo hasta principios de agosto es la época de nidificación de los frailecillos. Durante esta época los frailecillos se acercan a los acantilados de Runde desde donde se pueden ver con seguridad. Para ello hay que quedarse a dormir en Runde. Durante la época de nidificación el frailecillo pasa todo el día volando en el mar con esporádicas visitas a su nido pero a última hora de la tarde cesa el vuelo para descansar en su nido. Es en este momento donde se pueden ver en todo su esplendor. En Runde se puede dormir en un camping que hay o hacer acampada libre. Nosotros nos decidimos por acampada libre.

Llegamos a Runde pasadas las 5. Al aparcar un hombre nos señaló la rueda del coche y al mirar comprendimos qué significaba el pilotito que se había encendido el día anterior. Teníamos un clavo en la rueda y había perdido presión. En ese momento era viernes y no se podía hacer nada así que decidimos que mañana se solucionaría pero que los frailecillos nos estaban esperando. Cargamos las mochilas con la cena, la tienda y los sacos de dormir y comenzamos la ruta.

TRACK RUTA RUNDE

La ruta parte del aparcamiento que hay al lado del camping y sube hasta el punto de observación de Lundeura. Nosotros nos encontramos todo lleno de barro en la subida lo que lo hizo muy incomodo. Una vez llegamos a los acantilados aun era muy pronto para que los frailecillos estuvieran posados, fuimos andando poco a poco parando a ver si veíamos alguno volar, se veía la colonia de alcatraces a lo lejos que era enorme pero nosotros íbamos buscando los frailecillos. El momento fue cuando me quedé mirando un pájaro a lo lejos y dije, ¡Mira qué pajarillo! Momento en el cual nos pasó volando al lado y dijimos a la vez "Es un Puffin!!".

Con toda la emoción llegamos al punto de observación, se podía ver los frailecillos volando, serían las 6 de la tarde pasadas y solo había una familia en el punto de observación. Cuando se hicieron las 19:30 comenzaron a llegar fotógrafos con unas cámaras con objetivos telescópicos impresionantes, poco a poco iba llegando gente pero el silencio era sepulcral. Sobre las 20 empezaron los primero frailecillos a posarse en la roca y a partir de ahí fue un no parar. Las águilas volando mientras se peleaban en el aire con las gaviotas, cientos de frailecillos volando a metros de nosotros y, con cada vez más frecuencia, se iban posando hasta el punto de que se posaban al lado tuya sin ningún miedo. Hay un hilo metálico que demarca la zona de prohibido el paso, todo el mundo lo respetaba pero porque no era necesario acercarse más para verlos. Los frailecillos deben estar tan acostumbrados a la gente que nos ven como una parte más del paisaje. Son curiosos y si te acercas a echar una foto incluso se acercan a la cámara. Fue un autentico espectáculo, estuvimos más de cinco horas viendo frailecillos. Era tan genial que como teníamos pensado acampar muy cerca de donde estábamos no tuvimos ninguna prisa por irnos. Las fotos no les hacen justicia.






Con el sol puesto desde hacía rato decidimos plantar la tienda, el sitio que escogimos estaba genial, a 5 metros del acantilado. Una zona llana con un cielo precioso, escuchando los frailecillos que los teníamos a poquitos metros de nosotros, que más se puede pedir?? Allí el camping no está prohibido, confían en que rija el sentido común y no se altere a la fauna que allí hay ni se dejen restos. Aún con los inconvenientes de la acampada libre fue un sitio perfecto.



Dimos las buenas noches a los frailecillos y a dormir. Me tocó la parte del suelo desnivelada así que, aunque muy idílico el sitio, la noche no se antojaba cómoda.

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La noche la pasamos regular, yo me desperté a las 7 y me di una vuelta por los acantilados. Desde nuestra tienda ya podía verse águilas, alcatraces y frailecillos volando por lo que tampoco hizo falta andar mucho. Probablemente en ese momento seríamos las únicas personas en la zona de los acantilados de Runde, imaginad la tranquilidad que había.

Una hora después asomo por la tienda Rocio y poco a poco recogimos las cosas y volvimos para el coche. Tocaba solucionar lo de la rueda.

Al llegar al camping que estaba antes del aparcamiento preguntamos si habría algún mecánico cerca, nos dijeron que hasta el lunes estaría todo cerrado y era sábado. Nos preocupamos un poco pero bueno un clavo no es el fin del mundo. Llegamos al coche, la rueda seguía igual y estaba bastante deshinchada como para tirar hasta la siguiente gasolinera vete tú a saber dónde. Vaciamos el maletero con la esperanza de encontrar una rueda de repuesto, cuál fue nuestra alegría que en vez de una rueda de repuesto había un compresor para llenar la rueda! Mejor imposible, conectamos el compresor al coche e hinchamos la rueda. Problema solucionado, no volvió a saltar el piloto de pérdida de presión en todo el viaje y antes de devolver el coche comprobamos la presión la hinchamos un poquillo y sin problemas.

Se nos había hecho ya más de medio día, entre la bajada de los frailecillos y solucionar el pinchazo. El objetivo de hoy era conocer los Alpes de Sunnmore. La zona está cerca y viene ideal de camino a Geiranger.

El camino hasta Sunnmore ofrece unas vistas muy chulas de los fiordos con las montañas nevadas. En esta zona se pueden ver ya picos decentes, el más famoso es el Slogen.

TRACK RUTA SUNNMORE

La ruta la hicimos desde la Granja de Lyasaetra hasta el refugio de Pachellhytta. Es una ruta en donde la poca gente con la que nos cruzamos eran noruegos. Llegamos a Lyasaetra pasadas las 14. preparamos las mochilas con la comida y empezamos la ruta con un tiempo increíblemente bueno. La granja es la típica de construcciones con césped en el tejado, después de echar las obligatorias fotos continuamos la ruta adentrándonos por valle de Liadalen siguiendo el río entre cascadas hasta un lago.



Desde ahí comienza un ligero ascenso en donde se van dejando atrás los árboles hasta un paisaje de matorral desde donde se ve el glaciar de Brekketindbreen entre montañas y los picos de Slogen y Geithornet. Entre matorral y neveros se llega al refugio de Pachellhytta. El sitio es perfecto para comer y descansar un rato. La vuelta se hace por el mismo sitio, esta vez con vistas al valle. La ruta es sencilla y se disfruta mucho, son 14 kilómetros y nosotros tardamos más de 5 horas de lo que estuvimos tonteando entre la nieve y el lago.



Llegamos al coche a las 20 y teníamos pensado llegar hasta el camping de Geiranger. Desde Lyasaetra hasta Geiranger hay pocos kilómetros pero hay un ferri por medio que te puede hacer llegar muy tarde... y eso es lo que nos pasó. Llegamos al ferri un poco pasadas las 21, justo cuando acababa de salir y para el siguiente quedaba una hora. Resignados estuvimos cenando y dando un paseo por la zona. Una vez cogido el ferri, la parte que nos quedaba hasta Geiranger era corta y muy espectacular, la carretera de las Águilas. Es una carretera que baja serpenteando hasta Geiranger y que ofrece unas vistas preciosas. Se hace incluso corta! Justo al finalizar la carretera se encuentra el camping al que queríamos ir "Grande Camping". Eran ya casi las 23 y encontramos sitio de milagro. Montamos tranquilamente y a descansar que al día siguiente nos tocaba un día de relax por el fiordo.

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Después de pasar una buena noche en un buen suelo, nos despertamos sobre las ocho. Lo bueno que tiene el camping es que está en la misma orilla del fiordo de Geirager con un embarcadero y un par de mesas que vienen muy bien para desayunar.

Tras desayunar fuimos a la recepción para alquilar un bote y una caña de pescar. En la misma recepción del camping por un precio razonable te alquilan un bote a motor y una caña de pescar sin necesidad de licencia de navegación o pesca alguna. El bote, la caña y gasolina para todo el día nos costó 130 euros.

Era la primera vez que pescábamos y también la primera vez que manejábamos una embarcación. Después de una breve clase de cómo pescar y de cómo manejar el barco nos subimos al bote para pasar todo el día navegando por el fiordo.

Fue un día de diez en cuanto al tiempo. Navegar por el fiordo considerado como el más bonito del mundo, reconocido por la unesco y por national geographic, de forma totalmente libre no tiene precio. Comenzamos el día tomandole la medida al motor, tampoco tiene mucha historia y el único problema es que cuando te viene un crucero gigantesco te entra un poco de cague pero con parar el motor, después de que pase una embarcación. para que las olas que provoca no haga saltar mucho la barca vale.

Fuimos hasta la primera cascada y ahí paramos el barco para tirar un poco la caña. Lo de pescar tiene su cosa, la pesca es con señuelo por lo que tu tiras el señuelo lejos, lo dejas hundirse y cuando lleve un rato hundiéndose recoges con la esperanza de que pique algo mientras lo recoges. Como solo alquilamos una caña pues nos íbamos turnando en lo de tirar la caña. No teníamos ninguna esperanza cuando después de estar casi una hora tirando Rocio gritó “Madre mía que aquí hay algo!” Yo no me lo creía y supuse que sería un alga pero al ver como tiraba estaba claro que habíamos pescado!!!! Empezó a recoger la caña cuando de repente se desencajo el carrete, no!!! Antes de que cundiera el pánico Rocio me pasó la caña y sujetando fuertemente el carrete a la caña conseguimos seguir recogiendo el sedal hasta que asomó el pez bajo el agua, que momentazo! El pez finalmente se rindió y conseguimos meterlo al barco. Era un abadejo de tamaño considerable. Le quitamos, con un poco de aprensión el anzuelo, estuvimos echándonos fotos con el pez. No sabíamos si quedárnoslo o no. En medio del conflicto ético sobre qué hacer Intentamos devolverlo al agua pero al soltarlo el pobre estaba ya moribundo y se quedó panza arriba. La decisión estaba clara, lo recogimos, lo metimos en el cubo con agua y esa noche cenaríamos pescado, así al menos le dábamos sentido a la muerte del pez.


Tras el momento de euforia y como teníamos la caña de pescar rota decidimos volver al embarcadero del camping para cambiar la caña. Dándole al motor al máximo tardamos en llegar al embarcadero un rato. Allí nos felicitaron por la captura y nos dieron una caña nueva sin gasto extra.

Nuevamente embarcados dirigimos el bote hacia la zona de la cascada de las siete hermanas. Esta zona es con diferencia la más bonita del fiordo. Las cascada es preciosa y justo en frente ella se encuentra otra, que no por ser más pequeña es menos espectacular. En esta zona nos deleitamos con la barca para un lado y para otro, estuvimos comiendo y tirando la caña, esta vez con menos suerte que la anterior pero no con menos esperanza. Un momento de ponerse los pelos de punta fue cuando coincidieron dos cruceros y comenzaron a tocar la bocina como saludándose, el grave sonido retumbaba por todo el fiordo manteniéndose tras dejar de sonar la bocina un buen rato, qué potencia.




Avanzamos hasta la cascada de Brudesløret que cae elegante desde lo alto del fiordo. Mientras Rocío se echaba la siesta con el tambaleo del barco y el motor apagado me dediqué a tirar la caña, ya no sabía que truco hacer para que picasen. En una de las tiradas decidí dejar caer el plomo un buen rato, es increíble la profundidad que puede llegar a tener el fiordo, estábamos prácticamente en el medio y el señuelo no dejaba de caer, según nos dijeron en el camping en su punto más profundo tiene más de 300 metros de profundidad, un disparate. Según recogía el sedal y cuando llevaba ya un rato dándole al carrete noto un tirón, recojo un poco más y la caña se curva al máximo y empieza a tirar una barbaridad. Me emociono, despierto a Rocio y con todo el subidón comienzo a recoger el sedal. Nuevamente la caña da problemas y se rompe parte del pomo que tiene para recoger sedal ( o las cañas que alquilan son una mierda o los peces eran muy grandes…) Afortunadamente la rotura no inutilizaba la caña y podía seguir recogiendo sedal. El pez asomo bajo el agua y este era más grande aun que el anterior, dio unos últimos tirones y se rindió, era otro abadejo. Teníamos claro que lo queríamos devolver al agua, así que lo cogimos le sacamos el anzuelo rápidamente, foto de rigor y de vuelta al mar en menos de cinco minutos. Que momentazo!! Esta vez el pez no se quedó boca arriba, de un aletazo saltó de mis manos y se sumergió a golpe de aleta caudal. En el vídeo que hay al principio podéis ver cómo fue.

Esta segunda captura nos había costado bastantes intentos, así que le dimos descanso a la caña y seguimos navegando por el fiordo, prácticamente llegamos al final del mismo en la confluencia con el Sunnylvsfjorden. En esta parte el fiordo se ensancha y se hace algo menos espectacular aun siendo un paisaje sobrecogedor por la altura de las paredes. Dimos la vuelta y comenzamos a regresar por la parte sur del fiordo, esta parte del fiordo es menos abrupta y al tirar la caña si dejabas mucho tiempo cayendo el señuelo regresaba lleno de algas, aquí hay que ser cuidadoso porque si se te engancha el señuelo en un piedra puedes creer que has pescado pero lo único que te vas a llevar es la pérdida del señuelo al estirar, en el camping te daban un señuelo de repuesto por si acaso. A estas horas de la tarde el sol se había puesto justo por detrás de la cascada de Brudesløret y ofrecía unas fotos geniales.


La verdad que en el fiordo no había mucho tráfico ese día, salvo algún crucero esporádico y el ferri solo nos encontramos con un par de embarcaciones más pescando. Pasando frente a las siete hermanas se me ocurrió la idea de acercar el barco a la cascada que hay enfrente que baja con bastante fuerza, mala idea, además de mojarnos hubo un momento que temí que nos inundáramos así que de lejos mejor… Entre avances y momentos de tirar la caña se nos había hecho ya las seis de la tarde. Decidimos que ya estaba bien de pesca y barco y encarrilamos para el camping, llegando decidimos hacer un ultimo desvío y pasar por el pueblo de Geiranger con el barco. Volviendo del pueblo a toda velocidad terminamos atracando en el camping, con algún que otro problemilla, media barca llena de agua y nuestra cena flotando en un cubo.

Tras devolver las cañas y dejar las cosas en la tienda nos pusimos con la cena. Lo de pescar está bien pero preparar el pescado es una historia. Como el camping tenía un wifi bastante aceptable buscamos en youtube como preparar el abadejo y nos apareció un video detallado de cómo hacerlo, el problema es que el cuchillo que yo llevaba era afilado pero corto. Aun así nos fuimos al embarcadero, cerca del agua, y comenzamos la cirugía. Realmente no fue complicado y siguiendo las instrucciones de youtube conseguimos sacar dos buenos filetes del pescado.

Para preparar el pescado fue otra problema, solo teníamos una olla del juego de camping gas, un sobrecito minúsculo de aceite y unos cuantos sobres de sal y pimienta que habíamos cogido de un McDonald's de Bergen. Fuimos a la cocina y afortunadamente el chico que trabajaba en el camping era español, después de hablar con él un rato le comentamos lo del aceite y sin ningún problema nos saco una botella de aceite. Como nuestra olla era de todo menos antiadherente la única forma de preparar el pescado fue haciéndolo como si fueran migas de bacalao con el aceite y un poquito de sal y pimienta. Al final terminamos con una olla con pescado para cuatro, vamos que nos pusimos hasta arriba de pescado.

Pensamos en dar una última vuelta con el barco pero siendo ya tarde y después de pasar todo el día en él preferimos ducharnos y descansar un poco en el camping. El día ya había sido todo lo bueno que podía haber sido así que no tardamos mucho en acostarnos.

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