![]() ![]() Que sí, que me voy a Suiza en coche y con los niños ✏️ Blogs de Suiza
Diario de un viaje a la región central de Suiza desde Sevilla, buscando paisajes, frío en verano y lugares donde poder estar bien con niños pequeños.Autor: Troyanazaret Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.5 (43 Votos) Índice del Diario: Que sí, que me voy a Suiza en coche y con los niños
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Etapas 4 a 6, total 8
¡Otro día de sol! ¡Qué suerte! ¿Subimos hoy a la nieve? No, no, no. Total, nos quedan unos cuantos días, ya subiremos. Hoy nos decantamos por una de las cosas que más ilusión les hacía a los niños (junto con la nieve): ¡el camino del enanito Muggestuzt!, pero primero iríamos en busca del dragón escondido en la estrecha garganta del Aar.
La garganta del Aar está en la región de Hastital, cerca de Meiringen (el pueblo donde veraneaba Sir Conan Doyle, donde "murió" Sherlock Holmes, y donde dicen que se inventaron los merengues). Es un lugar con montones de sitios preciosos a los que ir (cascadas, montañas espectaculares, muchas actividades para hacer), aparte de que es una zona fantástica y un poco más viva. Nos gustó tanto que la próxima vez, nos quedaremos cerca de Meiringen, y es lo que os aconsejo. Como todas las cosas ya sabíamos que no nos iba a dar tiempo a hacer (por fin le íbamos cogiendo el truquillo a los horarios suizos) nos quedamos con esta garganta que, según los comentarios de los foreros, era única. Indiscutiblemente todo el mundo tenía razón. Es un sitio de una belleza incomparable. La garganta mide un kilómetro y medio aproximadamente, y la recorre un camino artifical en ocasiones excavado en la roca y en ocasiones colgado de ella. La garganta es tan estrecha que tiene muchas zonas en las que hay poco más de un metro de pared a pared y eso sobre cinco o seis metros de alto. El estruendo del agua del río, bajando con una fuerza impresionante; los juegos de luces y sombras entre las paredes de roca verdosa y parda; los contrastes de las zonas de túneles y las zonas de camino... es para verlo. El camino dura unos tres cuartos de hora (con niños y fotos) y hay que volver a hacerlo para atrás porque no es circular. Si se va sin niños, fantástico, doble sesión, pero con niños... la verdad es que, en contra de lo que podáis pensar, fue muy fácil. El anagrama de la garganta es un simpático dragón, así que ¡hala! a buscar dragones, y encima, tienen un fantástico parquecillo de columpios a la salida, con lo que otro aliciente más. Con todo esto, hicieron el camino estupendamente, y es que ¡los suizos están en todo!. ![]() ![]() Y luego, al camino del enanito Muggestutz. Este enanito es un personaje muy popular entre los niños suizos (busqué cuentos suyos, pero en español no hay nada), y en el cuaderno de viaje que les preparé a los míos fue la estrella, así que estaban deseando. Nosotros íbamos más en plan padres condescendientes, pero ¡cómo disfrutamos!.
No sabíamos muy bien qué encontaríamos, y, después de una agradable subida en teleférico desde el puerto de Bruning (que era lo único que había que pagar), iniciamos un recorrido de bajada fácil, de unos cinco kilómetros, hasta una estación intermedia del teleférico. Para los niños fue algo genial, porque a lo largo de todo el camino había juegos que hacían referencia a los enanitos: campanitas de los deseos, puentes colgantes, pequeñas casitas entre los árboles, con su ropa colgada y todo...y ¡lo mejor! casitas de madera a tamaño niño ¡con todo! cocinita, cama, comedor... todo allí dispuesto para que ellos jugaran (nada incompleto ni roto, ¡y sin vigilancia!), una gozada. Con respecto a nosotros ¡qué paisaje! prados con las majestuosas montañas nevadas al fondo y mágicos bosques como sólo los hay por centroeuropa. Encima, los niños entretenidos, dejándonos ver ¡que más se puede pedir! Para no variar, casi casi perdemos el teleférico intermedio (cogimos el último) y tenemos que bajar la montaña entera, aunque la verdad, tampoco nos hubiera importado. ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 8
Bueno, hoy ya nos vamos a la nieve ¿Y el tiempo? ¡Lluvioso! ¿Será posible? ¡Y a sólo dos días de irnos!. En fin... cambio de planes y vamos a por el Lago Thun.
Este lago, casi unido al de Brienz y, lógicamente parecido, tiene un carácter mucho más exclusivo, un aire a antigua jet set. Si estuviese en el sur, se podría decir que tiene un aire decadente, pero la verdad aquí, con tanto verde y todo tan limpio, decadente no es un adjetivo que den muchas ganas de usar, pero bueno, se entiende lo que quiero decir ¿no? Toda la orilla del lago está bordeada de casas señoriales, antiguos castillos, hermosos jardines y pueblos/pequeñas ciudades muy "residenciales". De cualquier modo, la lluvia no nos deja disfrutar del paisaje y decidimos empezar el día por la visita a las Cuevas de San Beato. El coche se deja a pie de carretera y se sube hasta las cuevas por un hermoso y kich camino muy empinado, pero fácil (los niños lo hicieron corriendo) bordeado de troncos tallados, sorteando puentes para cruzar una enorme cascada, toboganes con forma de dragón (el Santo Beato mató al dragón de la cueva, ¡cómo no!)) y curiosos mini-museos sobre espeleología y mitos. Estas Cuevas son un centro de peregrinación y el punto de partida de un Camino de Santiago, de hecho, vimos algunos peregrinos, que quedaban rarísimos allí, con su concha y su bastón; también vimos muchos boy-scouts, no sabemos porqué. Aunque... mucha peregrinación y mucho orar, pero el rey en la tiendecilla de recuerdos y en todos lados era el dragón, monísimo, con cara de osito verde... pero nuestros niños estaban hechos un lío ¿está aquí otra vez el dragón? ¿pero es el mismo que el del río? ¡eso de que haya dragones de reclamo por todos sitios!... Las cuevas están muy chulas para un día lluvioso (en un día con sol, mejor quedarse fuera). No tienen estalactitas tipo las de Aracena, pero las forman túneles abiertos por un poderoso río subterráneo, que llega a impresionar en muchos tramos. Tienen además un buen montaje, con dos "espectáculos" audiovisuales: uno que muestra cómo vió la cueva su descubridor y otra que cuenta la leyenda del dragón ¡qué miedo! los niños asustados, agarrados a nosotros, algunos más pequeños llorando, y la verdad es que el diaporama del dragón, la cueva oscura, y la voz en off hablando en alemán imponían. Salimos con los niños calladitos, aún bajo los efectos del dragón, y vimos que el día iba mejorando, así que ¡a aprovechar! ![]() Bajamos primero a la ciudad de Thun. ¡Es preciosa! Merece la pena perderse por sus calles, cruzar el río (de nuevo el Aar) por los puentes de madera, pasear por la orilla hasta el lago, curiosear en los jardines de las preciosas casonas. El castillo, justo en lo más alto, impresionante y sorprendentemente blanco, tiene una buena visita, probablemente más por el camino en sí que por el propio castillo. Dentro tiene un museo histórico, pero lo niños se estaban portando bien para estar en una ciudad, y no quisimos tentar a la suerte. ![]() Dentro del mismo Thun, aunque a las afueras, cerca del lago, nos acercamos al Palacio Schdau, un "neo" con aires algo petulantes, pero con un jardín de enormes árboles, curiosas esculturas y grandes extensiones de césped, verde sobre azul. Anduvimos largo rato por allí y dejamos a los niños que se desfogaran en los columpios y atracciones que, como en todos los sitios que íbamos visitando, tenían preparadas para ellos. ![]() De allí, hicimos unos pocos kilómetros con el coche y nos fuimos a ver el Castillo de Obenhofen. Este ya era el no va más. ¡Qué maravilla!, justo en el lago, con su torre sobre el mismo agua. Fue una suerte que decidiéramos dejarlo para el final porque, sin duda, es el más hermoso de todo el lago de Thun. El Castillo tiene también un museo, y a este nos hubiésemos atrevido a entrar con los niños, pero ¿qué podía pasar? ¡ya eran las cinco! ¿cómo iba a estar abierto? pero el jardín es precioso, con una variedad de plantas increíble, dispuestas en parterres muy cuidados. En un pequeño trozo llegamos a contar casi veinte variedades de "tuyas". Si en el anterior jardín estuvimos paseando mucho tiempo, en este nos quedamos prácticamente toda la tarde. Lo recorrimos completo, con nuestras cabritas haciendo cabriolas detrás, o delante, o a izquierda o a derecha, voceándolas de vez en cuando ¡qué bucólico todo! Llegamos a encontrar el consabido parquecillo de columpios, pero esta vez ¡era para adultos! había un enorme columpio, hacía siglos que no me columpiaba y allí entendí porqué mis hijos lloraban tanto agarrados a los columpios cuando les tocaba bajarse. ![]() ![]() Ya casi al atardecer, y de vuelta a casa, nos acercamos a Spiez, precioso también, con su castillo, su jardín (más pequeño, pero también muy bonito), sus vistas al lago... no lo voy a contar porque creo que si vuelvo a poner hermoso o precioso o algo así, las teclas se me van a bloquear, pero es que ¡es verdad!
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¡Día fantástico de sol! No hay nada que pensar ¡A la nieve!
Nos pertrechamos como quien va al Polo Norte: forros polares, chaquetones, guantes, bufandas, más chaquetones... ¿estaríamos siendo un poco exagerados? pero es que en todos los foros decían que hacía muchísimo frío allí arriba, y los niños ¡no se podían resfriar! ¡sólo faltaba! Cuando digo "allí arriba" me refiero a la subida al Jungfrau, uno de los picos estrella de esta zona. Con sus 4158 m. es de los más altos de Suiza, y su perfil se aprecia desde muchos de los sitios en los que habíamos estado. Pero es que además, las peculiaridades de la subida lo hacen único, y lo convierten en una de esas cosas que "tienes que hacer" cuando vas a un sitio determinado. Pero hay que saber varias cosas cuando se piensa subir al Jungfrau: 1ª-Sólo se puede subir en tren. Nosotros pensamos: bueno, pues puestos a subir en tren, lo cogemos en la estación más cercana: Interlaken. Primer error: Interlaken tiene dos estaciones, el tren para el Jungfrau sale de Interlaken Ost, y nosotros lo cogimos en Interlaken West, no pasa nada porque enlaza, pero hay que cambiar de tren y es incómodo. Segundo error: desde Interlaken, de cualquier manera hay que cambiar mil veces de tren, en total fueron tres trasbordos, por lo tanto, hubiese sido más cómodo y sencillo llegar en coche hasta una de las últimas estaciones, por ejemplo la de Lautherbrunnen o la de Grindelwald (se puede subir indistintamente por un sitio o por otro) y allí coger el tren. 2ª-No penséis que os vais a perder con tanto trasbordo, no, suben millones de personas al Jungfrau. A pesar de que había trenes cada muy poco tiempo, iban todos cargadísimos. De hecho a la vuelta, tuvimos que ir con los niños dormidos en brazos y ¡sentados en el suelo! Con esto os digo que planifiquéis bien vuestro horario de manera que no os cogan "horas punta" (media mañana y media tarde en el regreso). 3ª-Aprovechad las mochilas para guardar chaquetones, protectores para el sol y demás (realmente sí hace falta) y llevad poca comida. Arriba hay varios restaurantes a precios normales. 4ª-¡Es carísimo!. La ida y vuelta vale unos 100 € (bueno, durante este año a los españoles nos costaba la mitad por haber ganado la ¿eurocopa?, sí, de verdad), afortunadamente los niños hasta los seis años viajan gratis, y hasta los dieciséis con descuentos. Merece la pena ahorrar y no pensar en lo que te has gastado en un tren, porque luego cuando estás arriba todo se compensa, pero claro, hay que asegurarse en la medida de lo posible que vas a tener un día bueno (hay webcam que se pueden consultar). ![]() ¡Bueno, total, que nos montamos en el primer tren, luego en el segundo, en el tercero... arrastrando niños, mochilas y chaquetas. Pero el paisaje era espectacular, subimos cruzando el valle de Lauterbrunnen, uno de los más bellos de la región (que ya es decir mucho), con los picos nevados como fondo. Cuando íbamos llegando a zona de alta montaña, el tren entró en un túnel y no salió ¡hasta una hora después!, no resultó agobiante porque hay dos "estaciones" intermedias en las que se puede salir a estirar las piernas y ver la montaña a través de grandes "ventanales" abiertos en la roca. Después de dos horas de viaje, nuestros niños justo al llegar, se pusieron a llorar a grito pelado los dos a la vez ¡aaahhh! Pero todo se desvaneció al salir del tren. Se entra en una especie de complejo con restaurantes, servicios, tiendecillas, miradores... y desde allí mismo están las salidas, a través de pasillos y ascensores a los diferentes sitios que pueden visitarse del glaciar.
Salimos por la que nos permitía acceder a la nieve de manera más rápida, el termómetro marcaba 3,5º, aquel sitio ¡era increíble! Yo había leído mucho sobre el sitio, había visto fotos, pero de alguna manera tenía en mi cabeza Sierra Nevada en verano que es casi mi máxima experiencia con la nieve, era de esas cosas que sabes que existen pero que no entran en tu concepto de real. ¿Cómo explicar la sensación de salir y deslumbrarte con tanta blancura? ¿el sentimiento de paz y silencio a pesar del barullo? ![]() ![]() ¡Los niños alucinaban tanto como nosotros, pero en otra onda, claro: tirando bolas de nieve, haciendo "castillos de arena de nieve", riéndose por el chasquido de la nieve bajo sus pies, haciendo un "ángel de nieve". No había forma de hacerles entender que la nieve moja.
Volvimos a entrar en la torre para salir al otro lado, a la zona de las atracciones. Está chulísimo. Te dan unos discos gigantes para tirarte por una ladera, se pueden alquilar esquís y tienen acondicionada una pequeña pista, hay una tirolina ¡nos tiramos por turnos! fue genial. Incluso hay un trineo de perros en el que te puedes dar una vueltecita pero, claro, cuando llegamos tarde ya lo tenían "cerrado" (eran las 13:00). En fin, que da para pasar todo un día divertidísimo. ![]() ¡Decidimos irnos pronto, porque los niños estaban muy muy cansados por el "mal de altura" (es tremendo cómo agota, hay que llevar azúcar para reponer), así que visitamos el Palacio de Hielo, y nos los pasamos bomba resbalando por el suelo de hielo, con paredes de hielo, figuras de hielo, bancos de hielo. Los niños resucitaron y se lo pasaron genial.
![]() ![]() ¡La vuelta en tren nos pilló con muchísima gente, pero estábamos todos agotados. Durante la hora de bajada en el túnel ¡todo el vagón iba dormido!... lo demás se hizo muy pesado, así que al llegar a Interlaken nos bajamos en la primera estación y fuimos andando hasta donde teníamos el coche. Esta ciudad, a pesar de ser más comercial que el resto, tiene también rincones muy agradables, así que fue un paseo relajante. Compramos algunos recuerdos, cenamos en un McDonalds y a casa a dormir. Etapas 4 a 6, total 8
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