Japón primavera 2016 - 18 días (con bajo presupuesto) ✏️ Blogs de JaponDiario detallado de dos hermanas (una sensible al gluten) viajando por libre con bajo presupuesto.Autor: CatiKat Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (20 Votos) Índice del Diario: Japón primavera 2016 - 18 días (con bajo presupuesto)
01: Introducción - Itinerario y detalle de gastos
02: Día 1 - Vuelo Madrid-Tokyo y llegada.
03: Día 2 - Ueno - Ameyoko - Asakusa
04: Día 3 - Palacio Imperial - Tokyo Tower - Harajuku
05: Día 4 - Gyoen - Meiji - Shibuya - Odaiba
06: Día 5 - Museo Ghibli - Nakano - Tochomae
07: Día 6 - Nikko - Akihabara
08: Día 7 - Kamakura
09: Día 8 - Tokyo - Takayama
10: Día 9 - Takayama - Osaka
11: Día 10 - Nara - Osaka
12: Día 11 - Himeji - Kobe
13: Día 12 - Kyoto (Ginkakuji - Palacio Imperial - Kiyomizu - Gion)
14: Día 13 - Kyoto (transformación en maiko - Fushimi Inari)
15: Día 14 - Kyoto (Arashiyama)
16: Día 15 - Osaka
17: Día 16 - Hiroshima y Miyajima
18: Día 17 - Miyajima - Tokyo
19: Día 18 - Último día en Tokyo
20: Día 19 - Haneda y regreso a Madrid
Total comentarios: 16 Visualizar todos los comentarios
Etapas 16 a 18, total 20
Como el día amaneció lloviendo, nos lo tomamos con calma y salimos a eso de las 9:30.
Durante el desayuno aproveché para grabar un poco de la tv japonesa, que es de lo más extraña. Siempre ponían cosas tipo cámara oculta, de recreación de hechos delictivos o programas en los que charlan varias personas o comentan algo mientras les muestran en cuadros pequeños para que veamos sus caras de lo que están viendo y comentan. Como esta vez no cogeríamos un shinkansen, nos tocó andar más dentro de la estación ya que es enorme y los trenes de cercanías nos pillaban en la otra punta. Cogimos un tren en shin-osaka hacia la estación de Osaka, con una sola parada, y ahí íbamos a coger la loop line, pero vino primero un rapid service y nos subimos, aunque tuvimos que bajarnos más adelante, para esperar el de la loop line, ya que terminaba el servicio antes de llegar a Osakajokoen Station, la estación que más cerca nos dejaba del castillo. Hay que tener en cuenta que por la misma vía pasan distintos trenes con diferentes destinos, por lo que hay que fijarse siempre en el nombre del tren o en los carteles de las vías. Nos movíamos eligiendo líneas de JR para no gastar más dinero en transportes, mirando el itinerario en el Google maps. A las 10:25 llegamos a la estación de Osakajokoen, y salimos por una gran escalera dirección al castillo. Llovía a mares y estaba todo encharcadísimo, pero no nos quedaba otra si queríamos ver algo. Habíamos llevado paraguas a Japón, pero preferí utilizar uno de los que nos dejaban en el apartamento, de los transparentes, para así poder ver todo mejor. Lo malo es que no los venden plegables. Los fui buscando durante todo el viaje para traerme uno a casa y no deben existir. Nos dispusimos a caminar el más de 1 kilómetro hasta el castillo. Aunque no teníamos intención de entrar, sí queríamos verlo por fuera. Por el camino todos los cerezos estaban perdiendo las flores y el agua arrastraba los pétalos. La verdad es que era bonito, aunque llovía con intensidad y era difícil moverse. La calle estaba con ríos de agua, en los que te veías atrapado sin esperarlo. Pasamos por un campo de baseball y giramos a la izquierda para encontrarnos con la parte exterior del castillo y seguir hacia el este hasta el puente. El camino al castillo estaba bien señalizado y no éramos las únicas que estábamos allí, aunque sí éramos muy poquitos. Cuando llegamos a la primera puerta, a las 10:45, ya teníamos empapados los pantalones más arriba de las rodillas. Laura tenía los pies totalmente mojados, pero como a mi se me habían roto las zapatillas hacía un par de días, llevaba las de montaña y al menos no sentía humedad en los pies. Aprovechamos el cobijo de la puerta para descansar un segundo antes de seguir bajo la intensa lluvia. Era bastante complicado grabar y hacer fotos sujetando a la vez un paraguas. Continuamos hasta el puente, donde nos detuvimos un momento para hacer unas fotos. A las 11:05, poco después de atravesar el puente y casi a punto de llegar al castillo, decidimos abortar misión porque Laura empezaba a tener mojada la espalda y ya peligraba su salud. Cuando atravesábamos el puente de regreso, nos dimos cuenta que los edificios que se veían desde ahí desaparecían entre las nubes. Hasta pudimos ver cómo un avión pasaba super bajito, atravesando unas nubes entre edificios. Tan bajito que daba miedo, aunque fue bastante espectacular verlo. A las 11:35 llegamos a la estación y nos encaminamos a uno de los centros comerciales que hay en la estación de Tennoji, siguiendo el recorrido en la loop line de JR. Nos vimos todas las plantas, mientras nos íbamos secando un poco. En la última planta estaban los restaurantes y ojeamos un poco, pero al final no nos decidimos a entrar ni en el Starbucks porque Laura tampoco tenía muchas ganas. Buscamos la sala de fumadores y descansamos allí un ratillo, admirando las vistas que teníamos desde la ventana junto a la sala. No vimos nada interesante en el centro comercial, ya que era casi del estilo del corte inglés, salvo por las librerías con montones de mangas y las tiendas de productos de belleza. Ni que decir que Laura se compró unas cuantas cosillas en una de estas tiendas. Estábamos intentando encontrar un sitio donde poder comer nuestro bento, pero no había bancos en los centros comerciales donde poder hacerlo y quedaban descartados los restaurantes, ya que no había opciones sin gluten y eso que los había estado buscando la noche anterior por Internet. De allí nos fuimos a Shinsekai, un barrio donde había leído que recordaba mucho a Blade Runner, cogiendo el tren para hacer una sola parada en Shin-Imamiya. Llegamos pasadas las 14:00 y de camino entramos en un Daiso, en el que no vimos mucha cosa. De hecho solo nos gastamos 216¥. A las 14:40 llegamos a la zona de los restaurantes donde se veía ya más cerca la torre Tsūtenkaku. Estaba bastante vacío todo, por la lluvia. Dimos una vuelta, luchando no solo con la lluvia sino con el viento, que ya si hacía imposible ver nada. Lo único bueno era que al estar tan oscuro, tenían encendidas las luces y se veía todo mucho más bonito. Con el aire empezamos a ver cada vez más a gente peleando con paraguas rotos o en bici con un paraguas al que le faltaba la mitad o estaba prácticamente cerrado de lo destrozado que lo tenían. A las 15:00 regresamos a la estación, atravesando el techado que tenía el edificio del Spa World, para ir un poco más resguardadas. Cogimos el tren hasta la estación de Osaka, completando así casi el círculo que da la loop line por la ciudad, para ir a la zona del Umeda Sky Building. Llegamos a las 15:30. En la salida del tren nos topamos con una escalera mecánica que cambiaba de escalones a parte lisa y de nuevo a escalera. Mi hermana se reía de mi, pero me pareció de lo más curiosa. Nos tiramos un buen rato buscando la oficina de cambio de Travelex, ya que quería cambiar 100€ que aún me quedaban. Dimos mil vueltas por los centros comerciales subterráneos y elevados, que se unían entre ellos con puentes. Tuvimos que salir a la calle con ayuda del gps para encontrar la entrada, que era en el centro comercial Grand Front Osaka, en la zona subterránea, pero justo bajando por la puerta exterior, que fue donde por fin vimos el cartel. Fue un poco agobio dar vueltas con esas condiciones climáticas. Tampoco habíamos encontrado ningún sitio para comer y ya eran las 16:00. Hasta nos habíamos planteado coger un shinkansen ida y vuelta para poder comer resguardadas, ya a la desesperada. Ir a casa no era una opción porque Laura no querría volver a salir, ya que estaba muy cansada. El cambio era bastante peor que los anteriores, a 118,03¥ pero no conocía otro lugar y este fue el que me indicaron en el foro de los viajeros. Aquí ni me pidieron pasaporte ni me hicieron rellenar nada, simplemente entregué el dinero y me dieron los yenes con un ticket y listo. Justo en frente de la taquilla de cambio había un lugar para sentarse donde estaban comiendo varias personas con niños. Después de tanto buscar ambas cosas, las teníamos juntas, no dábamos crédito. Estuvimos ahí hasta las 16:30, donde comimos, y salimos de nuevo a la calle para no perdernos, dirección a un Mister Donut, que aún no había tenido la oportunidad de probar y había uno cerca. En 10 minutos estábamos allí. Estaba lleno a más no poder, pero encontramos una mesa vacía y nos sentamos antes de que nos la quitaran. Había bastante ruido, todo lleno de grupos de jóvenes bastante ruidosos. Me acerqué al mostrador para ver que me llamaba la atención y tras un rato de indecisión pedí dos distintos, con señas, porque no sabían nada de inglés y un café solo para mi hermana, que me costó hacerle entender que lo quería solo, black, only coffee...ya no sabía cómo decirlo, pero al final me lo dio bien y Laura no tuvo problemas. El café eran 302¥ y los donuts 140 y 162¥. El total fue de 604¥ Uno de los donuts era glaseado con forma de bolitas en círculo. Estaba como gomoso, mitad donuts mitad mochi. El otro era una especie de mezcla entre donuts y hojaldre, con una especie de nata dentro y chocolate por encima. La verdad es que no estaban malos, pero no eran nada del otro mundo y en comparación los melon pan están mucho más buenos. El café sabía igual que el de lata, pero por el triple de precio. Se ve que en Japón el café es todo de este tipo y solo se puede tomar café decente en Starbucks. A las 17:15 ya íbamos camino al Umeda Sky Building. Cuando salíamos del centro comercial donde estaba el Mr donut, vimos una tienda de gatos. No de animales, sino de todo relacionado con gatos, incluso la música era de gatos y tenían máquinas gachapon de gatos en la puerta. La fiebre con los gatos de este país es de lo más extraña. Caminamos entre la lluvia y el viento hacia el famoso edificio. No pensábamos subir al mirador, ya que mi hermana no tenía interés y el tiempo tampoco acompañaba. Pero el acceso al mirador interior es gratuito y allí que nos fuimos. Llegamos a las 17:35, tras pasar por un túnel que atraviesa las vías de tren, bastante lleno de gente por la lluvia, salimos casi a la base del edificio. Laura aprovechó para fumar antes de entrar y siguiendo las señales del mirador “floating garden”, entramos, subimos unas escaleras mecánicas al primer piso y ahí cogimos el ascensor. Ya desde ahí se pueden apreciar las vistas, pero lo interesante está en el último tramo, la escalera flotante que hay entre las dos torres del edificio. Si se tiene vértigo puede ser un poco estresante, porque se ve bastante a los lados, aunque no tanto como para obtener una vista panorámica. Estas escaleras desembocan en una planta en forma de anillo que une los dos edificios y hace de mirador. Hay restaurantes y una zona con ventanas de acceso gratuito a ambos lados de la zona donde venden recuerdos y los tickets del mirador. Son unas pequeñas ventanas redondas, que no son igual que una ventana panorámica, pero es gratis y merece la pena. Nosotras no pudimos disfrutarlas porque estaba lloviendo demasiado y no se veía mucho. Además cuando estaba grabando se me acercó una pareja para preguntar por el mirador, porque no tenían muy claro si estaba abierto o no. Supuse que el mirador al aire libre estaría cerrado, pero eran dos pisos y para ver lo mismo que desde esas ventanitas, tampoco merecía mucho la pena hacer el gasto. Por la distracción no grabé casi nada desde allí, ya que además Laura estaba con ganas de irse a casa, porque estaba agotada y es poco amiga de las alturas. No vi, hasta después en el vídeo, que había dos zonas de ventanas, por lo que solo vimos Osaka por un lateral del edificio y nos perdimos el otro, si es que este también tenía acceso gratuito, que no lo pudimos confirmar. Bajamos por las escaleras mecánicas a las 17:55. Cada vez estaba más oscuro y seguía lloviendo. Mientras bajábamos, no se le ocurre a Laura nada mejor que decir que qué pasaría si hubiese un terremoto en ese momento, bajando en una escalera en medio de la nada. Ahí, para que le dé más miedo aún. En menos de 4 minutos que tardamos del edificio al túnel nos volvimos a calar enteras, por el tremendo viento que hacía. Los paraguas no servían de nada, porque venía la lluvia por los lados. Hasta vimos paraguas destrozados tirados en el suelo del túnel, abandonados totalmente, ya inservibles. Volvimos a la estación de Osaka, lo más rápido que pudimos y cogimos un tren a shin-osaka. A las 18:30 ya estábamos en el Lawson de al lado de casa comprando el desayuno para el día siguiente, que haríamos seguramente en el tren camino a Hiroshima. Compramos un zumo de medio litro, un paquete con dos melon pan, un yogur y una botellita de agua, todo a 108¥, menos el agua que fueron 59¥. Total 383¥ Llegamos a casa y como a la hora Laura salió a la tienda grandota de enfrente a mirar cremas y maquillaje. Regresó a las 20:30 con 4000¥ menos. Cuando se dio cuenta tenía el pantalón roto en la entrepierna y tuvo que ponerse a coser con el kit de costura que habíamos comprado en Tokyo. Está claro que estábamos andando más que en 5 años seguidos y nuestra ropa ya estaba diciendo basta. Preparamos la cena y la comida del día siguiente, recogimos todo un poco e hicimos maletas. Yo no se como se las apaña Laura, pero su maleta seguía llena de comida y no quería dejar nada ahí, por lo que le costó más cerrarla que antes de venir. A las 23:00 mi hermana seguía trajinando y yo ya quería irme a dormir, porque teníamos que estar a las 8 en la estación para coger el shinkansen a Hiroshima. Aunque el apartamento no estaba todo lo limpio que debería y el baño y la cocina necesitaban una reforma, nos gustó mucho la experiencia y la zona dónde estaba la casa. Nos pareció un acierto haber cogido un sitio cerca del shinkansen, que al fin y al cabo era el tren que más utilizamos y no solo ahorramos dinero, al ser más económico que otras zonas más turísticas, sino tiempo. Y ganamos por el ambiente residencial con sus comercios más asequibles. Etapas 16 a 18, total 20
Madrugamos bastante para recoger las últimas cosas y salir temprano, con tiempo de sobra para evitar que mi hermana se retrasara, ya que teníamos asiento reservado y no podíamos perderlo.
Por suerte no llovía y como ya conocíamos de sobra el camino con ascensores, no tardamos mucho. Llegamos antes de la hora y mientras esperábamos Laura se compró un café de máquina para el desayuno. Total, tenía el mismo sabor que el del tren y se ahorraba los 300¥. El tren esta vez era un Sakura 547, el primero que cogíamos de este tipo, que salía a las 8:04 con llegada a las 9:34 a Hiroshima. Acomodamos nuestras maletas arriba sin problema. El tren era como más viejito que el Hikari, con detalles en madera y una tapicería un poco más feucha. A las 8:10 ya estábamos desayunando, melon pan con zumo y Laura un yogur con dátiles traídos de casa. El zumo tenía un aspecto extraño, como si tuviese leche y nos asustamos pensando que podría tener gluten, por lo que tuvimos que hacer uso del traductor de google para estar seguras. Esta costumbre japonesa de según se entra a un shinkansen ponerse a comer, nos gusta mucho. Cuando llegamos a Hiroshima salimos buscando las taquillas, ya que íbamos a dejar las maletas para pasar allí la mañana, y enseguida se nos acercó una señora ofreciendo su ayuda. Había unos cuantos voluntarios y equipos de tv, que hasta nos grabaron mientras hablábamos con la señora. Ni idea de para qué sería. Nos comentó que las taquillas estaban todas llenas, porque había una parte de la estación en reformas y había mucha gente por conferencias o algo del estilo, pero que podíamos llevarlas a una empresa que guardaban maletas, un poco más caro de lo que sabíamos que costaban las taquillas grandes. No recuerdo muy bien si fue otra persona o la misma la que nos indicó que había dos zonas de taquillas, en la misma planta en la que estábamos y en la de abajo. Le dimos las gracias, diciéndole que intentaríamos primero las taquillas, ya que nos venía mejor porque perdíamos menos tiempo, y que si no encontrábamos volveríamos para que nos indicase. En la misma planta estaban todas las taquillas grandes llenas menos una, pero en la planta de abajo había varias vacías. Elegimos dos que estaban juntas. El precio de las taquillas grandes era de 700¥. El dinero hay que meterlo antes de cerrar la taquilla con llave, para que nos deje girarla y retirarla. Hay que meterlo todo en efectivo, en monedas de 100¥. Junto a las taquillas de la planta baja hay una máquina para cambiar billetes de 1000¥. Nos entraba perfectamente la maleta grande y la pequeña en la misma taquilla, por lo que no tuvimos que coger una extra. Preparamos las mochilas para pasar el día, con la cámara y la comida y pasamos por el wc antes de ponernos en marcha. Como siempre, los wc de las estaciones son los más limpios de todos. Salimos a la calle buscando el bus gratuito con el JRP. Como estaban en obras tuvimos que dar un poco de vuelta pero en el camino vimos un puesto de información turística donde aprovechamos para coger mapas y la info del bus. Encontramos sin problema el autobús. Las paradas están indicadas con una hoja de arce o momiji. Había dos líneas, verde y naranja, a distintas horas y con recorridos un poco distintos. Cogimos la línea verde, el que primero llegó, ya que ambos pasaban por el Hiroshima Peace Memorial Museum, que era por donde queríamos empezar y desde ahí ya caminaríamos. El autobús tiene un indicativo de la ruta que hace y al entrar el conductor le hace una foto al JRP. Suponemos que es para tener constancia de la gente que lo coge con este pase. Si no tienes JRP, el viaje cuesta 200¥ o 400¥ el pase diario. Salimos a las 10:15 y llegamos a las 10:40. No había mucho tráfico, al menos en comparación con Kyoto. El museo estaba en reformas, por lo que tenían una zona cerrada. Cuando entramos había un grupo enorme de turistas, así que que nos tocó un poco de aglomeración. La entrada se compra en el edificio de la derecha, viniendo desde el sur. No había cola y pudimos comprarlas enseguida. El precio de la entrada era de 200¥, no de 50¥ como habíamos visto en todas partes. debe ser que lo habían cambiado recientemente. Estuvimos dentro una hora que se hizo bastante angustiosa. Los objetos expuestos venían acompañados de la historia de sus dueños o sus familias, y la mayoría eran niños. También había vídeos y maquetas. En la salida había libros de firmas y una mesita donde te enseñaban a realizar grullas de papel. La verdad es que se sale con el alma en los pies, pero es un museo que las dos queríamos visitar. De ahí caminamos por el parque hacia el monumento de la Paz, pasando por la llama de la paz y el monumento a la paz de los niños. Había equipos de tv grabando en diversos lugares y hasta días después no nos enteramos que estaba próxima la reunión del G7, que se realizaba justo allí, en Hiroshima. Nos pareció curioso que la palabra castellana para las grullas que utilizaban era cigüeñas. Me temo que casi todo lo que había es español había sido traducido desde el inglés. A las 12:10 nos paramos a comer el bento en uno de los muchos bancos del parque que había entre los árboles, cerca del monumento de los niños. Mientras comíamos vimos de cerca uno de los cuervos enormes caminando al lado de un perro bulldog y era del mismo tamaño. Los cuervos de Japón son de otro mundo, tienen un tamaño considerable. Al terminar seguimos nuestro camino hacia el norte. Cuando estábamos cruzando el puente vimos a un mendigo bastante perjudicado que estaba siendo escoltado por dos polis para que saliese del parque, aunque apenas podía andar, estaba totalmente encorvado. No era la primera vez que veíamos un anciano tan encorvado, parece que los mayores pasan de un estado perfecto y juvenil al total encorvamiento, como si no hubiese término medio. A las 12:50 llegamos al Monumento de la Paz de Hiroshima. Había varios carteles de información turística en varios idiomas. Recorrimos los alrededores observando lo que quedó de la construcción y continuamos caminando hacia el castillo, cruzando unas vías de tranvía. Nos paramos en una zona de fumadores junto a un parking de alquiler de bicicletas. Este era de los cerrados, en plan pecera, por lo que me quedé fuera esperando. Llegamos a las 13:20 a las puertas de entrada tras el foso. Como es reconstruido, no teníamos intención de entrar, pero queríamos verlo por fuera. Nada más cruzar el puente vimos que se podía acceder al edificio de la entrada, así que nos descalzamos y nos dimos una pequeña vuelta. Llegamos al castillo a las 13:45, tras las fotillos de rigor nos dispusimos a buscar la parada del bus incluido en el JRP para regresar a la estación de tren. A las 14:05 llegamos a la parada que había junto al castillo, pero tras un rato esperando vimos que no llegaba y decidimos irnos a otra más alejada, que nos llevaba más directas y estaba más al norte. Llegamos pasadas las 14:20 justo cuando llegaba el bus, tuvimos que pegarnos una pequeña carrerita para no perderlo. A las 14:35 estábamos ya en las taquillas recogiendo nuestras maletas. Teníamos prisa porque estaba a punto de salir el tren, que aunque no requería reserva, no queríamos esperar 15 minutos al siguiente. Cogimos el tren JR de la línea San-yo Line, a las 14:45 corriendo porque estaba en el último andén, como nos solía pasar a menudo, y llegamos a Miyajimaguchi Station a las 15:15. Al salir hay que coger un ascensor (o bajar escaleras) para ir al otro lado de la calle. Hay un cartel bien grande que indica donde está el ferry de JR, así que no hay perdida posible. Además, todo el mundo va hacia el mismo sitio. Nada más llegar al ferry estaba ya allí, por lo que no tuvimos que esperar. Este ferry pasa cada 15 minutos, al menos a esa hora y es totalmente gratuito con el JRP. No tuvimos grandes dificultades para ir con las maletas, ya que no hay que subir escaleras si no se quiere. Mi hermana se quedó sentada dentro y yo estuve dando vueltas por el barco para verlo bien desde todos lados. El viaje se hizo muy corto. Tanto que ni me dio tiempo a hacer fotos, solo grabé en vídeo. A las 15:25 salió el ferry y a las 15:40 entramos en la estación. Pasamos por la taquilla de información turística para coger planos y demás info y nos encaminamos al hotel, Oyado Tsukiusagi, que estaba justo al otro lado del parquecito a la salida de la estación, a menos de 2 minutos. La verdad es que fue un acierto coger un hotel tan cercano al ferry, ya que la zona no está muy adaptada para ir con maletas y vimos a algunos turistas sufrir lo suyo arrastrando o llevando en brazos las suyas por las zonas cercanas al santuario. El hotel fue fácil de encontrar, entramos y llamamos a un telefonillo que había al pie de las escaleras, porque vimos que había zapatillas en el descansillo. Salió una mujer a recibirnos que nos explicó que teníamos que dejar allí nuestro calzado y utilizar unas zapatillas. Todo en un inglés totalmente macarronico y por señas, pero muy amable y haciéndose entender a la perfección. Subimos con las maletas y nos ayudó con una de ellas. Las escaleras eran un poco empinadas, pero al ser un solo tramo no era tan tremendo. Tras pagar por la estancia, nos enseñó la habitación dejándonos dentro para que nos acomodásemos. Este hotel solo tiene 3 habitaciones, por lo que siempre estaba muy tranquilo. A las 15:55 estábamos ya en la habitación, grabando un poco todo antes de invadirlo con nuestras cosas. Cuando estábamos grabando en la puerta la mujer se acercó para ver si necesitábamos ayuda, ya que Laura nunca atinaba con la dirección de las llaves, porque suelen ser al revés que en España y pensó que no podíamos entrar. Fue el hotel más caro de nuestro viaje, aunque no superaba los 100€. Era de estilo tradicional, con futones y un espacio con mesita para el té dentro y otro en la terraza cerrada con vistas al mar, o más bien al parque entre el mar y el puerto, porque con los árboles no se veía del todo el mar. Tenía baño privado y estaba todo impecable. Desde la ventana veíamos a los ciervos acosando turistas y justo abajo teníamos un bar y una heladería. En este país siempre hay gente comiendo helados a cualquier hora, y eso que son carillos, 350¥ de una sola bola y bastante pequeños. En esta heladería vendían un curioso helado llamado “deer poop”, es decir, caca de ciervo. Dimos por hecho que era en plan broma, pero no quise arriesgar, que nunca se sabe. A las 16:15 salimos del hotel y fuimos caminando tranquilamente hacia el tori. Pasamos por tiendas con venta de ostras por 400¥, que dejamos como pendiente para el día siguiente, ya que Laura quería probarlas y era muy probable que fuesen sin gluten. Había ciervos por todo el camino, hasta en la playa comiendo algo entre el agua y la arena. Este fue en el primer sitio de Japón que sí olía a mar. No tan fuerte como en España, pero sí que olía. Había gente recogiendo algo entre la arena, ya que estaba la marea baja. Había bastante gente, aunque no era excesiva como para que resultase agobiante. Como estaba atardeciendo, el sol se ponía detrás del tori. Estaba totalmente despejado, por lo que se veía precioso. Vimos que había muchísimas monedas en el suelo cerca del tori y al llegar a su base aquello ya era exagerado. Estaban por toda la estructura hasta donde llegaba la mano. Tuvimos que devolvernos hacia el santuario para poder cruzar al otro lado del tori, donde había unas rocas colocadas como si fuesen un puente, porque había un pequeño río que no permitía el paso. Estuvimos un buen rato dando una vuelta observando a las marisqueras y haciendo un timelapse. Nos acercamos a uno de los cubos que tenían para ver lo que recogían y era algún tipo de almeja. En el suelo había montones de mini cangrejitos que salían al pisar, cuando nos dimos cuenta ya nos daba miedo caminar por ahí por si los aplastábamos, por lo que salimos casi de puntillas y mirando bien donde pisábamos, despacio para darles tiempo de huir. A las 17:25 fuimos hasta la otra orilla opuesta y caminamos en dirección al santuario. Pasamos junto a un descampado vallado con un ciervo dentro, junto a unas casas en el otro extremo. Se escuchaba un ruido como de chirrido, como el de un muñequito de plástico al que se le escapa el aire. Me quedé alucinada con el ruido que hacía el ciervo y mi hermana diciendo que no, que eso sería una puerta o algo, que no podía ser el ciervo. Más tarde descubriríamos el origen del ruido. Pasamos por la salida del santuario, donde había gente colándose para hacerse fotos de hasta que llegaron unos polis a echarles. Vimos alguna tienda de recuerdos de la zona, pero no compramos nada porque era todo bastante caro. Rodeamos el santuario hasta llegar a la puerta. Ahí aprovechamos para mirar el horario para el día siguiente, que era de 6:30-18:00 y hasta te indicaban las horas de las mareas, aunque yo ya las había mirado previamente en Internet para visitarlo cuando estuviese con marea alta. Estaba poniéndose el sol tras el tori y había mucha gente sentada mirando y haciendo fotos. Decidimos hacer lo mismo, sentarnos y mirar la puesta de sol hasta que nos cansásemos. Lástima que el sol ya se hubiese puesto, pero aún así los colores del cielo seguían cambiando. Aproveché para hacer un time lapse, ya que estaba todo el mundo apostado ahí con trípodes. Cosa que también me sorprendió, yo llevaba un mini trípode tipo pulpo, pero había turistas con trípodes de los grandes. A las 18:30, nada más pararnos, empezamos a escuchar de nuevo el ruidito. Había un grupito de ciervos detrás de nosotras, y uno de los pequeños empezó a chirriar a lo loco, alto y claro. Por lo que el ruido que habíamos escuchado antes si que era un ciervo y no una puerta. Laura llegó a grabarle con su móvil a pesar de que el ciervito huyó sintiéndose acosado. La mayoría de la gente era bastante respetuosa y hablaba con normalidad, por lo que el ambiente era bastante tranquilo. No había tampoco mucha gente ya que la mayoría de turistas se habían ido a esas horas. Había algún grupo de extranjeros que no paraba de gritar, entre ellos uno de españoles, a los que les escuchábamos todo lo que decían de lo que se gritaban entre ellos. También vimos a algunos incautos dándose un baño al empezar a subir la marea, con el frío que estaba haciendo. Nos quedamos allí hasta que anocheció totalmente y nos fuimos a las 19:25. Las luces del tori se encendieron, al igual que las lámparas que teníamos al lado, dándole un aspecto de lo más increíble al lugar. Ya hacía bastante frío y nos habíamos puesto las cazadoras. El camino al hotel estaba bastante oscuro, pero la paz que se respiraba en el lugar era tremenda. El camino al hotel era de solo 10 minutos, por la orilla del mar. En una máquina aproveché para comprarme un zumo de melocotón para el desayuno, por unos 100¥. Llegamos al hotel, dejamos las zapatillas en el armario, aunque nos daba apuro, ya que estaban un poco sucias de arena, y subimos a la habitación a descansar. Como no había tenido tiempo de organizar las cosas que ver, me puse a mirar para el día siguiente, que aunque queríamos ir al santuario y subir al monte Misen, no quería dejarme nada importante. Cuando vi que por las noches ponían una iluminación especial al santuario, que supuse aún no estaba puesta cuando nos fuimos, le dije a Laura de salir, pero ya se había puesto el pijama y estaba tumbada leyendo, por lo que no quiso ir a ninguna parte. Mientras cargaba fotos y vídeos al portatil vi pasar a algún grupito en yukata, de los que te dan en el hotel, hacia el tori. Era bastante tarde, y como la zona estaba muy oscura ya me dio cosa salir sola y me quedé con las ganas. Aproveché para hacerme un sopinstant, ya que veníamos con frío y había hervidor de agua. No me gusta ni el café ni el te, por lo que las sopitas calientes son mi reconstituyente. Mi hermana enseguida se quedó frita, pero yo estuve despierta hasta un poco más tarde, disfrutando de las vistas mientras pasaba las cosas al disco duro. Etapas 16 a 18, total 20
Teníamos intención de salir del hotel a las 7:30 para que nos cundiera el tiempo que nos quedaba en la isla, pero como siempre mi hermana iba lenta y decidí salir yo sola hasta el tori, ya que empezaban a llegar los barcos y quería verlo sin gente.
Dejé todo recogido y la maleta preparada y me puse en marcha. Los ciervos estaban aún medio dormidos, tumbados en el suelo, pero como no había gente el ambiente era muy distinto al día anterior. Estuve hasta las 8 grabando un poco, con el sonido de fondo del agua y los pájaros, sin gritos de gente ni pasos en la arena. La marea estaba subiendo de nuevo, ya que había bajado a las 4 de la mañana. El tori ya estaba con agua, aunque el día estaba medio brumoso, el sol salía por detrás del monte Misen. Estar allí con esa paz y tranquilidad me pareció increíble. El santuario aún estaba sin agua, supongo que por eso había poquita gente, ya que todos querrán visitarlo rodeado de agua mientras sea posible. A las 8:10 llegué al hotel y Laura ya estaba lista. Aprovechó mi llegada para comprarse un café en la máquina de al lado del hotel y fumar un cigarro antes de empezar el día. Desde allí vio cómo bajaban de un ferry un montón de policías y se distribuían por las diferentes calles. Mientras la esperaba grabé un poco la habitación y todos los detalles de conejitos que tenía, tanto en la tapicería de los cojines como en las figuras o cortinas de acceso al baño. La verdad es que la habitación nos pareció genial, con poca decoración pero con detalles muy chulos. A las 8:35 salimos por fin de la habitación. Dejamos allí las maletas, junto a la recepción y nos encaminamos al santuario Itsukushima. Por el camino vimos salir de un hotel a unos novios que se subían a un rickshaw. Nos quedamos mirando y una de las invitadas nos empezó a hablar, por los gestos nos estaba como diciendo que la novia estaba muy guapa. Nosotras le contestamos en inglés y asintiendo con una sonrisa. Mi hermana se enrolló a hablar con la señora, cada una en su idioma, alabando a la novia. Como iban en nuestra misma dirección fuimos andando junto a ellos todo el trayecto que hacían hasta el santuario. Se pararon frente al tori para hacerse unas fotos, donde aproveché también a hacerlas, ya que estaban de película. Les precedía, caminando, un monje con una sombrilla roja plegada. Detrás iban todos los invitados. Todo estaba muy tranquilo y bonito por el camino, salvo cuando pasamos junto a varios barrenderos recogiendo las caquitas de los ciervos. Todo tiene su gracia. A las 9 entramos al santuario, previo pago de 300¥ Ya estaba rodeado de agua, por lo que el aspecto era bastante distinto. El santuario nos pareció precioso, aunque no era muy grande y se veía rápido, nos entretuvimos bastante con la boda. Se pararon a hacerse fotos con el tori de fondo y luego la familia entera con la pagoda de fondo. El fotógrafo era una especie de mezcla entre Mr Bean y Pepe Viyuela, no paraba quieto, hablaba a toda leche muy alto con montón de aspavientos y chascarrillos y se iba medio tropezando con el trípode y se aturullaba con las luces y las manivelas. Todos los turistas estábamos alrededor de él con una gran sonrisa en la boca durante el proceso. Cuando despejaron la zona que ocupaban los novios aquello empezaba a llenarse de turistas y se hacía más complicado ver las cosas, sobre todo acercarse al sitio más bonito para ver el tori, se formaba hasta cola para hacerse fotos. A las 9:50 salimos del santuario en dirección al teleférico, porque ya se nos estaba haciendo tarde para subir al monte. Hay señales que indican el camino al “rope way” así que no hay pérdida. Junto a la salida hay un puente que nos dejó alucinadas, ya que era tan empinado que no creímos fuese posible subir en una postura normal. No pudimos comprobarlo ya que tiene el acceso cerrado. A los 5 minutos hicimos una parada en una tienda del camino para comprar un momiji manju, un bollito con forma de hoja de arce que estaban haciendo en ese momento. Había dos rellenos, de judías con piel y sin piel. Compré el que tenía piel, porque me parecía el más natural. En el momento en que lo probé no sabía a qué me recordaba, pero ya había probado algo parecido. La parte del bollo era igual que el que me comí en Nakano, pero con el relleno de anko, esta vez menos dulce y mucho más bueno de sabor. Lo malo es que como siempre le ponen demasiado relleno y se hace pesado. Tenía un precio bastante majo, de 85¥. Seguimos caminando hacia el teleférico, ya dejando las casas y entrando en el monte, cuesta arriba, llegamos a un claro con ciervos tumbados bajo los árboles. Como estaban muy monos, sin gente, pensamos en hacernos fotos dándoles de comer unas nueces que tenía mi hermana, pero cuando se puso a sacarlas, tardó demasiado y cuando me quise dar cuenta venían montones de ciervos corriendo de no se donde. Hasta apagué la cámara de la impresión de verlos venir corriendo y rodear a Laura. Uno le dio con los cuernos (menos mal que en esta época casi no tienen) por detrás y se le intentaron subir encima. Para colmo solo sacó una nuez, después de montar tal escándalo, y cuando se la fue a dar a uno pequeñito, se le cayó y se la comió otro a la vez que otro ciervo golpeaba con la cabeza al que tenía al lado… Vamos, que aquello era como para sacar la bolsa entera, daban un poco de miedito. Ahí mismo estaban las taquillas, que en realidad era como una tienda. El ticket de ida y vuelta era 1800¥. Solo ida vale 1000¥ por si se quiere subir en teleférico y bajar andando. Con lo bonito que es el monte, me habría encantado poder hacerlo. Abre de 9:00 a 17:00. Nosotras cogimos el de ida y vuelta, ya que el día anterior había empezado a dolerme la rodilla y ya iba un poco perjudicada. Además no teníamos mucho tiempo, ya que queríamos salir de la isla a las 12 para no arriesgarnos a perder el shinkanshen a Tokyo. Tardamos 10 minutos en llegar a la entrada del teleférico desde la taquilla, era cuesta arriba y encima tenía bastantes escaleras, en las que ya había cola. A la señora que nos vendió las entradas le entendimos que nos diésemos prisa porque salían ya, pero en realidad van saliendo las cabinas una detrás de otra, por lo que la cola va avanzando rápidamente. En los carteles indicativos ponía que en cada cabina entraban 8 personas, pero ni de broma, 6 como mucho y yo ya me daba con las rodillas con la persona de delante, por lo que tenía que ir un poco girada. Nos subimos a las 10:23. Aquello subía en una pendiente muy pronunciada y nos pareció un camino tan largo que no creíamos haber podido hacerlo andando ni estando en buenas condiciones físicas, ya que tenía pinta de ser más de 3 horas de caminata. El sol empezaba a salir y aquello al estar cerrado se caldeó bastante y nos empezamos a asar, ya que llevábamos manga larga. A las 10:33 llegamos, justo 10 minutos de trayecto, pero no era la cima, por lo que quedaba coger otro más. De nuevo tuvimos que subir unas escaleras, por lo que casi tenía que ir a la pata coja, agarrándome a la barandilla como los abueletes. La siguiente cabina era grande, con poco asiento, pensado para ir de pie y para unas 20 personas. Salió a las 10:38 ya por el otro lado del monte. Nada más salir de la estación se divisaron las islas entre la bruma de una forma espectacular que levantaron voces de asombro de todos los pasajeros. Laura decía que parecía la isla de Luke, de Star Wars, friki que es ella. Este tramo era más pequeño y llegamos a las 10:42. Toda la subida fueron 20 minutos. De nuevo tuvimos que subir escaleras para salir de la estación. Nada más salir, encuentras un mapa con tiempo orientativos de las distancias hasta los puntos de interés. Nos dirigimos antes de nada al mirador y lo primero que ves es un cartel enorme de cuidado con las serpientes y las avispas venenosas. Empezamos bien. Para subir al mirador hay que subir escaleras y estas además a veces son piedras que hay que medio escalar con cuidado para no matarte. Lo que nos pareció genial es que no solo te indican donde está cada isla, sino que hay un tubito con el nombre de la isla que se ve si miras por ahí, así no hay equivocación posible. A las 11 regresamos al mapa para ver por donde ir, pero ya nos estaba dando agobio por la hora que era, ya que el viaje a Tokyo era demasiado largo como para perder el tren. Supuestamente a 600 metros estaba el primer templo, el de la llama eterna. Decidimos intentarlo, ya que no parecía estar muy lejos. Nos cruzamos con un ciervo con cuernos al que Laura le dio una nuez y nos siguió un ratillo por si caía otra. Lo curioso del campo es que la gente se saluda, por lo que hay que responder con un "konichiwa" para no resultar groseros. El camino era en cuesta, bastante irregular, con bajadas de piedras o entre rocas. 20 minutos más tarde vimos que estábamos muertas y no llegábamos a ninguna parte, por lo que abortamos y decidimos regresar. A las 11:30 estábamos en la estación esperando una cabina. Llegamos abajo del todo a las 11:53. Después de más de 10 días de viaje por fin se le había quedado a Laura la costumbre de no gritar al hablar y cuando grabé un pequeño vídeo en la cabina escuchaba más a los japoneses que a ella. En mi casa, como en muchos lugares de España, se habla a voces, menos yo, que ando todo el día diciéndoles que chillen bajito. Cuando bajábamos la cuesta al salir del teleférico, vimos el bus gratuito que hay para ir hasta el teleférico, pero entre lo que hay que esperar para subir y esperar hasta que sale, pensamos que tardaríamos lo mismo andando, por lo que continuamos a pie. Además habíamos subido con prisas y queríamos ver bien un puente rojo con una cascadita muy mona. Queríamos pasar también por la tienda donde compramos el bollito a la subida, pero no fuimos capaces de encontrarlo, ya que bajamos por otro lado, pero si que pasamos por un puesto que vendía melonpan con helado dentro. Por 400¥ me parecía un poco caro así que decidí pasar y probar a buscar el helado para ponérselo al que me compro en los desayunos. A las 12:10 ya pasábamos por el santuario, un poco agobiadas ya con la hora y sin pararnos mucho, porque además queríamos pasarnos a por unas ostras. A esa hora ya estaba todo muy lleno de gente. 5 minutos más tarde llegamos a la tienda donde vendían las ostras. Eran 2 por 400¥, aunque las que tenían solo limón eran 450¥. Enseñamos el papelito sobre el gluten y nos dijeron que esas no tenían nada y eran seguras, así que pudo comprarlas sin problema. Pagamos y nos dijeron que pasásemos dentro a comerlas. Estaban ardiendo y aún soplando salía humillo, pero como no podíamos esperar mucho se las empezó a comer. Te las daban con un palillo, por lo que supusimos que se comían de golpe. Así lo hizo y casi se abrasa la boca, hasta empezó a caersele el moquillo del calor que estaba pasando. Entre lo que quemaba eso y la risa que nos dio, no se como no se le cayó de la boca. Le gustaron mucho y eso que olían a mar, pero luego resultaron estar buenas. Cuando se las terminó caminamos hacia el hotel por la calle paralela al paseo junto al mar, que es donde está la cuchara gigante. Ya pensaba que no la vería, pero ahí estaba, entre las tiendas. Íbamos con prisas pero aproveché para ir buscando los bollitos con forma de hoja y alubias, sin mucho éxito, ya que no solo eran más caras, sino que tenían peor pinta. Hasta las vendían rebozadas y fritas. Es sorprendente la de cosas fritas que venden en los puestos callejeros en Japón. La calle estaba como techada ya que tenían un entramado de toldos, tendidos de un lado al otro de la estrecha calle, que daban sombra durante todo el camino. Llegamos al hotel a las 12:30, recogimos las maletas, ayudándonos la señora a bajarlas y se despidió de nosotras en la puerta. No tardamos nada en llegar al ferry, ya que lo teníamos al lado. Enseñamos nuestro JRP y nos pusimos a la cola, ya que estaban desembarcando en ese momento. A las 12:44 ya nos dieron acceso. La organización en los transportes, sea cual sea, siempre es muy eficiente. Nos pusimos de nuevo en la planta de abajo, para poder estar con las maletas, atándolas en una zona que parecía para sillas de ruedas, para que no fuesen dando tumbos. Si no os da tiempo a comprar bebidas antes, no os preocupéis, dentro del barco también hay máquinas. Laura entró al baño del barco y como me quedé guardando las maletas no pude grabar antes de que zarpase, ni ver apenas las vistas del tori alejándose, aunque con el viento se hacía un poco difícil. Al llegar, desaté mi maleta y salí rápido para grabar a Laura mientras salía del ferry y me extrañó que tardase tanto, cuando la veo salir con tres maletas. Me había olvidado de mi maleta pequeña, la de mano. La que habría liado de no haberse dado cuenta. Fuimos sin demora al tren, de nuevo a Hiroshima y allí cogimos un shinkansen hasta shin-kobe para ir a Tokyo. No hay trenes directos a Tokyo desde Hiroshima a menos que sea a primera hora de la mañana. Por lo menos de los que se pueden coger con el JRP. Fuimos en un Sakura 552, también con detalles en madera, con aspecto más antiguo que el Hikari, con salida a las 13:56 y llegada a las 15:10. Comimos ahí nuestro bento, ya que aún teníamos arroz y sobras de carne, nada más subirnos, como es costumbre. Es curioso que siempre que nos subíamos a un tren de este tipo, enseguida se pone todo el mundo a comer, sea la hora que sea. En shin-kobe bajamos y en el mismo andén (solo tiene dos, uno para cada sentido), cogíamos el otro shinkansen, por lo que era muy cómodo. Solo tuvimos que esperar 15 minutos, ya que salía a las 15:25. Laura aprovechó para comprarse un café de máquina. El siguiente tren era un Hikari 474. En el horario que le dimos al hombre para las reservas de asientos, le puse al lado “fuji side” y cumplió, nos puso en el lado por el que se ve el monte. A las 17:48 divisamos el Fuji, aunque como la vez anterior estaba nublado y se veía poco. Además estaba atardeciendo, por lo que la luz era escasa. Aunque lo veíamos desde el asiento, preferí levantarme para verlo desde la puerta, ya que se ve mucho mejor. Si no os lo queréis perder, lo mejor es hacer uso del google maps. Si tenéis bajados los mapas sin conexión, se puede ir viendo cuanto queda para llegar. Cuando pasamos el túnel, a las 18:13, se veía con el rosado del atardecer, pero fue imposible grabarlo, ya que estaba oscuro y al pasar por vallas se desenfocaba y era imposible. Una pena, porque con esa luz, aunque lejos, se veía precioso. Llegamos a Tokyo Station a las 19:15 y cogimos el tren para ir hasta minami-senju, donde teníamos el hotel. Esta vez nos alojaríamos en Hotel Palace Japan, un poco más cerca de la estación que el primero. La señora de recepción hablaba perfecto inglés, el mejor que habíamos visto en todo el viaje y hablaba mucho sobre viajes y se interesó hasta por el origen de mi nombre. Nos comentó que como íbamos a estar en la 5 planta que es mixta, teníamos un wc para chicas y las duchas comunes, pero que nos recomendaba subir a ducharnos a la 8ª planta, ya que es solo de habitaciones individuales para chicas y tendríamos más cosas en el baño, como secadores de pelo, etc. Además podíamos acceder a una terraza con vistas al Skytree. Cuando se quiso dar cuenta ni nos había dado las llaves de la habitación de lo inmersa que estaba en la conversación. Subimos a las 19:40 y nos instalamos. Nos tocó la habitación 504, con camas en litera y muy poco pasillo, ocupado junto a la ventana por una mesa con una banqueta y la neverita justo debajo. La nevera era mucho más pequeña que la de cualquier otro hotel. Al igual que la habitación, era super estrecha y no teníamos forma de dejar las dos maletas en el suelo. Por suerte había dos taquillas empotradas donde pude dejar la mía abierta. Aquí es donde más agradecí las bolsas organizadoras de viaje, me hicieron más fácil poder sacar la ropa sin desordenar toda la maleta. La litera era muy alta y como estaba ya con la rodilla chunga, mi hermana tuvo que cogerse la de arriba. Cada una tenía su lamparita, enchufes y una tv con mando. La kitchenette que ponía en la web que tenía cada planta, era una especie de habitación con un fregadero y una nevera atiborrada de cosas, así que no le vimos mucho uso. Dejamos las maletas, nos preparamos las mochilas y exploramos un poco el hotel antes de salir a comprar. El baño tenía luces automáticas, por lo que a veces tenías que mover los brazos cuando te dejaba a oscuras. Y lo más incómodo era la ducha, que tenías que estar pulsando a cada rato para que saliese agua. Tampoco se podían usar entre las 9 y 10 de la mañana, que era la hora en que hacen la limpieza. Subimos a la octava planta para ver los baños de chicas y las vistas. En esta planta había una bañera y dos duchas, que eran del mismo estilo que en el otro hotel, con un descansillo para cambiarte de ropa y la ducha después. La mayor diferencia es que las duchas estaban dentro del cuarto de los lavabos. En el otro hotel tenían entrada directa desde el pasillo. En nuestra planta además había un wc con lavabo a parte, solo para chicas, que estaba totalmente automatizado. Según abrías la puerta se encendía la luz y se subía la tapa del wc. A las 20:00, tras cotillear todo lo que tenía el hotel, nos fuimos al Daiso del pequeño centro comercial que hay junto a la estación. Queríamos comprar algunas cositas para traernos a casa y aquí es donde mejor precio tienen, como un todo 100 pero de mejor calidad. Estuvimos casi una hora, hasta las 9, que salimos rápidamente porque parecía que estaban cerrando, aunque aún había gente en las cajas. Compramos; una bolsa de chuches variadas, 10 aspitos de distintos sabores, una bolsa de doritos con aguacate y crema de queso, un bolsito rojo con forma de pez, 2 paquetes de papel de origami, posit marcadores con forma de gatitos, un abanico, una cajita de chocolatinas de Milky (yo la llamaba la niña poseída), washi tapes, un reloj de cocina con forma de osito Rilakkuma (que está durando más que ninguno de los que hemos comprado anteriormente), una bolsita de galletas con chocolate, un paquete de papel quita brillos para la cara y una troqueladora pequeña con forma de cara para los onigiris. Nos gastamos 1404¥ en artículos, cada uno a 108¥. Saliendo pasamos por un super grande, entramos a hacer la compra del día siguiente, pero no tenían de todo, así que compré el Van Houten (93¥) y dos melon pan, normal y con choco (100¥ cada uno). De allí nos fuimos al hotel. Como no habíamos encontrado el zumo y el yogur, pasamos antes por el super de la esquina y de camino un mendigo se acercó de manera rara a nosotras diciendo algo sobre monedas que no entendimos. Entramos al super, donde compramos una bandejita de piña cortada, un zumo y un yogur grande. Total 573¥. Cuando estábamos mirando los zumos, un señor mayor se acercó a Laura para coger un zumo, acercándose peligrosamente a ella. De pronto pegó un salto diciendo: “Que me ha tocado una teta”. Casi nos morimos de risa por lo inesperado del tema. Parece ser que el de hacía un rato había hecho lo mismo, pero pensó que había sido accidental. Se ve que los mendigos de Tokio no son tan inofensivos como nos los pintan, así que si tenéis curvas abundantes, andaros con ojo, porque lo hacen disimuladamente, como por accidente, pero de accidente nada. Regresamos al hotel para prepararnos la cena. La cocina en este hotel está al fondo de la planta baja. Es más moderna pero pequeñita y difícilmente pueden estar cocinando dos personas. Tampoco vimos que tuviese hervidor de arroz. La señora vino con un cliente recién llegado enseñándole la cocina y nos preguntó si estábamos haciendo paella. Toma topicazo, no se parecía en nada a una paella, ya que era una sopa, pero bueno. Mientras se cocinaba Laura salió a fumar con un té que se había hecho (hay té y café gratis), a la terraza que hay justo ahí, aunque no sabía muy bien cómo salir y al final le abrió alguien que ya estaba fuera. No sabemos si necesitaba una llave o algo. A las 10:45 ya estábamos en la habitación. Pasé fotos y vídeos y nos acostamos, Laura se quedó un rato leyendo y yo viendo la tv japonesa, que así acostadita como que era de lo más relajante. Etapas 16 a 18, total 20
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4.6 (20 Votos)
Últimos comentarios al diario Japón primavera 2016 - 18 días (con bajo presupuesto)
Total comentarios: 16 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados Japón en 15 días, final de julio 2023.
Les contaré nuestro viaje a Japón realizado recientemente, escribo ahora que tengo la...
⭐ Puntos 5.00 (14 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 122
JAPÓN AGOSTO 2017: SORPRESA TRAS SORPRESA!
Después de varios intentos fallidos, por fin hemos conocido Japón. El país más...
⭐ Puntos 4.92 (51 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 77
16 días de Julio visitando Japón por libre (con Gion Matsuri)
Diario útil del viaje con nuestras impresiones y puntuaciones de...
⭐ Puntos 5.00 (6 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 68
DEL CHISPEANTE SAKURAJIMA A LA GRAN METRÓPOLIS, TOKYO
relato de nuestro 2º viaje a Japón, con una duración de 20 días y...
⭐ Puntos 4.83 (23 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 58
Japón, el imperio del sol naciente
Japón, el imperio del sol naciente
⭐ Puntos 4.93 (14 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 57
Galería de Fotos
|