![]() ![]() Mis escapadas por España ✏️ Blogs de España
En este diario trataré de describir algunas de las escapadas por España que he hecho y que espero seguir haciendo.Autor: Miguelang031075 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (75 Votos) Índice del Diario: Mis escapadas por España
01: Acantilados y oficios perdidos en el occidente asturiano
02: Hayedos, brañas y prehistoria en Asturias
03: Tesoros naturales y artísticos de Asturias
04: Multiaventura en el Reino de los Mallos
05: Las Cinco Villas de Aragón
06: Peripecias en los Picos de Europa
07: Paisajes y pueblos del Maestrazgo
08: Montañas y pueblos de Cantabria
09: Castillos y paisajes invernales de Soria
10: Fragas, ríos y acantilados de La Coruña
11: El valle de Benasque
12: Teruel y Albarracín
13: En torno a la vía de la Plata
14: Ponga, senderismo en la Asturias más desconocida
15: Cáceres medieval: recuperando el tiempo perdido
16: El pasado romano de Mérida
17: Cádiz: de los pueblos blancos al Atlántico
18: San Sebastián y los pueblos marineros
19: Lanzarote, la isla de César Manrique
20: Rías Bajas y Sur de Pontevedra
21: Escapada a Málaga, Ronda y Antequera
22: El Geoparque de las Villuercas
23: Tenerife, visita por el norte de la isla
24: Badajoz y la ruta de los templarios
25: Costa oriental de Cantabria y ría de Bilbao
26: Románico del norte de Palencia y reserva natural Bison Bonasus
27: Valladolid y la ruta de los castillos
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Etapas 7 a 9, total 27
Por la primavera del 2006 estaba pensando en realizar otra escapada para las fiestas de San Isidro, en Madrid. Con un poco de suerte logré convencer a unos amigos míos, que ya sabían a qué atenerse conmigo: carreteras tirando para malas, muchos madrugones y sobre todo no parar un solo momento, aprovechando el día al máximo. ¡Pobres incautos!. Como iban a ser pocos días, del 12 al 15 de Mayo, y además yo no iba a conducir, la única condición es que no estuviera excesivamente lejos. Después de curiosear un poco por Internet llegué a la conclusión de que lo que se ajustaba a nuestras necesidades era la comarca del Maestrazgo. Esta comarca, antiguamente bajo el mando de los Caballeros Templarios, se extendía entre las provincias de Teruel y Castellón, pero nosotros nos íbamos a ceñir exclusivamente a la provincia de Teruel. El Maestrazgo ofrecía bellos y agrestes paisajes, pueblos pintorescos, y parecía estar suficientemente lejos de la civilización, es decir, que se respiraría tranquilidad. Buscando en un portal de turismo rural reservé la CASA EL OBRADOR, situada en el pequeño pueblo (por llamarlo de alguna manera) de Mezquita de Montoro, de tan sólo 10 habitantes. ¡Mejor imposible!. Ya quedaba únicamente esperar a que llegara el día del viaje. Salimos el 12 de Mayo por la tarde hacia nuestro destino, haciendo una parada intermedia por el pueblo de Molina de Aragón. Pasadas más de 3 horas llegamos al pueblo de Ejulve, ya en el Maestrazgo, donde teníamos que llamar a la dueña de la casa para avisar de la hora a la que llegaríamos, ya que más adelante no habría cobertura telefónica. ¡Esto me iba a gustar!. La carretera hasta Mezquita era bastante mala a trozos: muchas curvas, estrecha, mal pavimentada, baches. Eso sí, el paisaje espectacular, con mucho cortado y pinares ![]() Más tarde la dueña de la casa nos diría que es que no había dinero y estaban arreglando la carretera poco a poco. Llegamos a la casa, que estaba situada en un paraje rodeado de montañas. Había pertenecido al último ceramista del pueblo (que había hecho sus últimos trabajos en 1928) y la habían restaurado intentando respetar al máximo su arquitectura y estructura. En el interior había útiles de labranza. En cuanto la vimos ya supimos que iba a ser una estancia muy acogedora. La dueña, muy amable, nos preparó una pequeña planificación de las rutas que podíamos hacer los próximos días e incluso, y aunque no la seguimos al pie de la letra, sí que tuvo la culpa de que viéramos tantos lugares interesantes. También nos recomendó sitios para comer. En los 3 días que estuvimos allí conversamos bastante con ella y nos contó cosas de su vida, de por qué había decidido quedarse a vivir allí, del pueblo de Mezquita de Montoro y en general del Maestrazgo.
Al día siguiente nos levantamos temprano para hacer una ruta cultural, para visitar los pueblos más interesantes del Maestrazgo. A los pocos minutos de salir del pueblo, la carretera pasaba por el espectacular paraje de los Órganos de Montoro, en la hoz del Guadalope. Había un mirador para poder contemplar esas formaciones rocosas tan impresionantes. Lo dejamos esta vez pensando en que como pasaríamos más veces por esa misma carretera ya tendríamos tiempo. ¡Error!. Nunca llegamos a parar y no pude hacer fotos. Esto me pasó con más sitios a lo largo del viaje. Fotos en Internet de Órganos de Montoro: ![]() Seguimos pues por la carretera en dirección a Fortanete, el primer pueblo que veríamos. La carretera en sí ya era digna de comentario. Era aún más estrecha, ya que no cabían 2 coches, mal asfaltada y con tierra y piedras en mitad de la calzada. Se notaba que estábamos atravesando tremendo desfiladero y que caía de todo. El paisaje era agreste y no se escuchaba un murmullo, salvo nuestro coche, y digo lo de “salvo nuestro coche” porque ese día y los demás no nos cruzamos en total con más de 3 ó 4 vehículos. Curvas, todas las del mundo y más, y subir y bajar puertos también unos cuantos. En definitiva, la carretera era un auténtico scalextric. Después de más de 1 hora llegamos a Fortanete. El pueblo se extendía debajo del castillo, del que sólo quedaban algunas ruinas de la muralla que lo rodeaba en su origen. Subimos hasta las ruinas para curiosear un rato y ver la panorámica del pueblo desde arriba.
![]() No perdimos mucho tiempo más allí y salimos hacia La Iglesuela del Cid, un bello pueblo declarado conjunto histórico-artístico en 1982, situado cerca de la frontera con Castellón. que quedó bajo el control de la Orden de San Juan tras la extinción de la Orden del Templo. Pasamos por la Iglesia de la Purificación y de ahí, entrando por un arco ojival accedimos al rincón con mayor encanto del pueblo: la Plaza Mayor. En esta plaza había 2 edificios que destacaban: el Ayuntamiento, que fue construido entre los siglos XIII y XV, y la Casa Matutano-Daudén, construida en el siglo XVIII en estilo barroco y que actualmente es la Hospedería del Maestrazgo. En la parte inferior del Ayuntamiento pudimos ver la lonja, con un conjunto de arcos ojivales, y también un torreón que antiguamente perteneció a un castillo.
![]() Seguimos descubriendo las calles del pueblo, que animaban a pararse delante de cada casa, portada o pequeño rincón, con sus emblemas y escudos, como en las casas de Aliaga y Guijarro.
![]() Salimos a una zona que estaba extramuros, donde un barranco dividía el pueblo en 2 partes. Este barranco estaba ocupado por varias huertas ligeramente aterrazadas. Para los pocos habitantes que tenía La Iglesuela del Cid (menos de 500) ofrecía muchos atractivos.
![]() ![]() En este pueblo y en la mayoría de los que visitamos en la comarca, nos ocurrió que todas las oficinas de turismo estaban cerradas, al igual que muchos monumentos, debido a que no se consideraba temporada alta. Ni siquiera en fin de semana abrían. Para ver dichos monumentos, en la mayoría de los casos había que buscar a la persona que tuviera las llaves. Por esto no llegamos a ver ninguno por dentro.
Como ya era hora de comer decidimos buscar un restaurante. Íbamos a ir al HOTEL BALFAGÓN, en la salida de Cantavieja, que nos lo había recomendado la dueña de nuestra casa rural, pero estaba completo por una celebración, así que nos acercamos hasta Cantavieja, ubicado sobre una peña en un barranco atravesado por el río Cantavieja. Este pueblo había sido declarado conjunto histórico-artístico desde 1981. Sin duda alguna lo que destacaba por encima de todo lo demás era la Plaza Mayor porticada por tres de sus cuatro lados por arcos ojivales. Los edificios más importantes que había en esta plaza eran la Casa Consistorial y la Iglesia de San Miguel. Al igual que en La Iglesuela del Cid, no pudimos ver nada. ![]() Como tampoco encontramos un bar que nos interesara nos fuimos a Mirambel. La carretera probablemente fue la peor del viaje, muy estrecha y deteriorada, aunque el paisaje por el barranco y cómo la carretera bajaba hasta el fondo me pareció ideal, vista desde la barrera, es decir, como copiloto. Como era muy tarde lo primero que hicimos al llegar a este pueblo perdido en el último rincón del Maestrazgo fue buscar urgentemente un sitio donde comer. Sólo había un restaurante en el pueblo y estaba ocupado por un grupo que había llegado en autocar a la vez que nosotros. Por suerte encontramos otro bar (el único), pero que no fue muy buena elección. A uno de mis amigos le sentó mal la comida, algo que no me extraña por otro lado, porque para comerse un plato entero de callos en su salsa hay que tener valor. Si hasta yo me estaba poniendo malo de ver la casquería.
Con el estómago lleno nos pusimos en marcha para ver este pequeño pueblo de 150 habitantes, declarado conjunto histórico-artístico en 1980 y que había recibido el premio Europa Nostra de restauración. También estaba considerado como Bien de Interés Cultural. ¡Un lujazo de sitio!. Junto con La Iglesuela del Cid me pareció el pueblo más bonito. Accedimos al casco histórico por el Portal de las Monjas, el más bello de Teruel. En su parte superior estaba decorado con celosías de yeso, una de las imágenes más conocidas de Mirambel. Se llamaba de las Monjas porque supuestamente por la parte superior del portal pasarían las monjas hacia el Convento de las Agustinas sin ser vistas. Seguimos paseando por sus calles viendo ejemplos típicos de arquitectura popular y palacios renacentistas, el Ayuntamiento del siglo XVI con una lonja en su planta baja. ![]() ![]() ![]() De Mirambel continuamos nuestro periplo hasta la localidad de Tronchón, famosa por sus quesos frescos y maduros. Aparte de eso estaba declarada como Bien de Interés Cultural. Hicimos un recorrido por los principales monumentos y calles del pueblo: Plaza Mayor, el Ayuntamiento, el Palacio del Marqués de Valdeolivo, el edificio gótico de la cárcel, la Iglesia de Santa María Magdalena, los portales de San Miguel y Santa Bárbara y numerosos ejemplos de arquitectura popular. Pese a ser supuestamente el pueblo que menos destruido quedó tras la Guerra Civil, no me gustó en exceso, o más bien, después de haber visto La Iglesuela del Cid, Cantavieja y Mirambel, salió perdiendo en las puntuaciones. Tampoco hice fotos. Antes de irnos de Tronchón quisimos ir a una fábrica de queso, por si hacíamos una compra. El sitio donde estuvimos era como una granja y el hecho de ver por allí sueltos los perros, los patos y las moscas, pues como que nos quitó las ganas de comprar, aunque no sé qué esperábamos encontrar si estábamos en el campo.
![]() Seguimos haciendo más carretera y llegamos hasta Villarluengo, el pueblo al que pertenecía el barrio de Mezquita de Montoro. Lo que más me gustó de Villarluengo fue su disposición sobre una gran roca caliza en la confluencia de 2 ríos, así que nos fuimos a la parte más alta del pueblo para poder hacer fotos de los barrancos desde un mirador. Como había más infraestructuras aprovechamos para hacer la compra. Después de todo lo que habíamos visitado a lo largo del día nos apetecía volver ya a la casa rural y cenar allí todos tranquilamente, menos la de los callos, claro está.
![]() Al día siguiente salimos temprano rumbo al pueblo de Pitarque para hacer la ruta del “Nacimiento del río Pitarque”, valga la redundancia. Como era una ruta de unos 10 km y de dificultad fácil, pensábamos que en poco más de 2 horas habríamos regresado de nuevo al pueblo y a continuación nos iríamos a comer, así que cometimos el error tonto de principiantes de no comprar algo para picotear. Si a eso le añadimos que llevábamos un enfermo de “callos” peor todavía. La ruta comenzaba saliendo de Pitarque hacia el fondo del valle, con los paredones calizos de las hoces al fondo. El camino era bastante fácil y transcurría entre pequeños huertos. Poco a poco, según nos fuimos internando entre los paredones, el camino ancho se fue transformando en un sendero estrecho junto al río, rodeado de la típica vegetación de ribera, hasta que alcanzamos la zona donde se localizaba el nacimiento del río. ![]() ![]() ![]() Sólo teníamos que remontar un centenar de metros para llegar a la cascada que surgía del interior de la roca y que estaba considerado el nacimiento. Había dos opciones: la primera, alcanzar la cascada por un sendero que subía hasta la parte superior; la segunda, meterse en la poza que se formaba como resultado de la cascada. Como no me apetecía romperme la crisma opté por quitarme las botas y meterme en la poza hasta una distancia que me permitiera ver la cascada. No aguanté en el agua más de 30 segundos porque cortaba como cuchillas recién afiladas. Lo que se puede hacer por tener una foto. Salí lo más rápido que pude del agua e iniciamos el regreso por el mismo camino, tratando de no pararnos demasiado, pero al final los callos pasaron factura y tardamos en llegar a Pitarque bastante más de lo previsto. En vez de poco más de 2 horas habían sido 4 y encima sin comer.
![]() Fotos del nacimiento del río Pitarque: ( A la derecha aparezco yo muriéndome de la risa o de congelación en los pies si no me hacen pronto la foto) ![]() ![]() Nos pusimos rápidamente en marcha hacia Cantavieja y allí por suerte encontramos un bar que estaba abierto a las 4 de la tarde, aunque con la plancha apagada: BAR CUATRO VIENTOS. Después de comer, como todavía faltaban unas horas para anochecer nos fuimos a Mosqueruela, un pueblo de la comarca de Gúdar-Javalambre, aunque creo que había pertenecido con anterioridad al Maestrazgo. Entramos al pueblo, de arquitectura típica bastante bien conservada, por el Portal de San Roque, que era la entrada principal de la muralla. El pueblo debía de estar en fiestas porque había unas gradas junto a la entrada. Por el Portal de San Roque llegamos a la calle Mayor, porticada, y a la Iglesia de la Asunción, con estilos variados del gótico al barroco. Para variar no pudimos visitarla. Continuando por la calle Mayor hasta el final alcanzamos la Portera, donde antiguamente había otra puerta de entrada en la muralla. Debido a la altitud del pueblo (más de 1400 m) era un mirador excelente.
![]() ![]() Desde Mosqueruela nos daba todavía tiempo a llegar a otro pueblo: Puertomingalvo. Estaba situado sobre un espolón rocoso a 1450 m de altitud, entre Valdelinares y el macizo de Penyagolosa, en Castellón. La parte más alta la ocupaba el castillo, a partir del cual se desarrollaba todo el entramado de calles. Dejamos el coche en el Portal de la Ombria y continuamos por la calle Alta pasando por el Ayuntamiento y la Plaza Vieja hasta llegar al castillo. Como en todos los demás pueblos, tanto monumentos como oficina de turismo estaban cerrados, siendo necesario ir a buscar a las personas que tuvieran las llaves, así que la visita fue un poco decepcionante para variar. Aún así, uno de mis amigos se coló al trepar por uno de los muros para acceder al interior del recinto del castillo. A pesar de la cantidad de edificios que había con detalles de arquitectura popular, en comparación con el tamaño del pueblo (poco más de 100 habitantes), no hice fotos tampoco en esta ocasión. ¡La apatía fotográfica se había apoderado de mí!. Fotos en Internet de Puertomingalvo: ![]() Antes de anochecer emprendimos el regreso a Mezquita de Montoro. Teníamos por delante poco más de 80 km pero 2 horas de viaje, por carreteras malas, llenas de curvas y solitarias. Algo que no nos apetecía comprobar era qué ocurriría si el coche tenía alguna avería o se pinchaba una rueda, porque ni había cobertura telefónica en las carreteras, ni tampoco estaban transitadas. Llegamos ya de noche a Mezquita de Montoro, cenamos y a acostarse.
El último hicimos una ruta que nos recomendó la dueña de la casa rural. Tras darnos una serie de indicaciones salimos hacia el pueblo de Cuevas de Cañart. La carretera que teníamos que tomar durante unos km no era tal carretera, sino una solitaria pista de tierra en mal estado que atravesaba unos pinares. ¡Como para pincharse una rueda!. No había ningún tipo de señalización, ni siquiera en las bifurcaciones de la pista, así que en el caso de no haber tomado correctamente las indicaciones no sé en qué punto de las sierras del Maestrazgo o del resto de España habríamos terminado. Era como estar haciendo una excursión de montaña. Visitamos primero el Convento de Servitas, o mejor dicho las ruinas, porque entre la Desamortización de Mendizábal y los bombardeos durante la Guerra Carlista, sólo quedó en pie parte de la iglesia. Llegó a estar habitado por 100 monjes. Por encima de los muros de la iglesia se veía al fondo la cúpula del horno, que aún hoy en día se mantiene en uso, siendo uno de los edificios de más interés de Cuevas de Cañart. Por último nos acercamos hasta los arcos ojivales, que servían para canalizar el agua y como habitación, aprovechando el espacio existente. ![]() Continuamos por la carretera que bordeaba el pantano de Santolea, de aguas azul turquesa, situado al final de la Garganta del Guadalope. ![]() ![]() ![]() Después llegamos a Castellote, donde paramos a comer en el HOSTAL RESTAURANTE CASTELLOTE. Nos lo había recomendado la dueña de la casa rural y fue una decisión acertada ir allí.
La última parada del viaje fue en el pueblo de Molinos, donde vimos la cueva conocida como Grutas de Cristal, donde se encontraron los restos fósiles humanos más antiguos de Aragón. La cueva se caracterizaba por sus estalactitas y estalagmitas, las formaciones excéntricas con distintos colores, cristalizaciones y formas, las coladas, las columnas. Como es lógico en el interior no se podían hacer fotos. Dimos seguidamente una vuelta por el pueblo, viendo la Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves o el edificio del Ayuntamiento. Subiendo hasta lo más alto del pueblo, sobre un promontorio rocoso, estaba la torre de la iglesia, que curiosamente estaba separada de ésta. Al lado estaba la ermita de la Soledad. Molinos estaba dividido en dos por el arroyo de San Nicolás, cuyas aguas se precipitaban en una cascada al fondo del barranco. ![]() ![]() Haciendo balance del viaje me habían sorprendido gratamente la mayoría de los pueblos, los paisajes como los Órganos de Montoro, el nacimiento del río Pitarque, el pantano de Santolea, los pinares de Puertomingalvo y hasta las propias carreteras por las que habíamos transitado. En resumen, que estaba satisfecho de haber estado en el Maestrazgo. Terminada la visita de Molinos era hora de regresar ya a Madrid. Etapas 7 a 9, total 27
Para el puente del 1 de Mayo del 2005 conseguí organizar un viaje con un grupo de amigos a la comarca del Alto Asón, en la parte más oriental de Cantabria, no sin tener que emplear a fondo mis dotes de márketing.
Esta zona me interesaba especialmente por las rutas de senderismo que se podían hacer en el Parque Natural de los Collados del Asón, de la que era símbolo la cascada que daba lugar al nacimiento del río Asón. Sin embargo, si por algo destacaba esta comarca era por la inmensa red de cuevas subterráneas existentes, dado el origen kárstico del lugar. Allí por ejemplo se encontraba la más complicada y famosa travesía subterránea de España: la de Cueto-Coventosa. Dado que nosotros no teníamos tal nivel de aventura y amor por la espeleología llegamos al consenso de hacer una visita sencilla a una cueva, como la de Covalanas, que contenía pinturas rupestres. Además, en los 3 días completos que estaríamos en el Alto Asón, haríamos 3 rutas de senderismo, que yo ya había elegido convenientemente. Había seleccionado también por otro motivo esta comarca y era porque no había núcleos de población grandes, o sea, que íbamos a estar la mar de tranquilos, y por otra parte me hacía ilusión bajar por la carretera del puerto de La Sía, que cortaban todos los años en invierno en cuanto caía una nevada de importancia. Buscando alojamientos para 4 noches, dimos con una casa rural completa para 8 personas en el pequeño pueblo de Matienzo. Salimos de Madrid la tarde del 29 de Abril, con 2 horas de retenciones, lo que dió un poco al traste con mi idea de llegar al puerto de La Portilla de la Sía a tiempo para ver el valle del Alto Asón con las últimas luces del día. De camino atravesamos la ciudad de Burgos y nos desviamos hacia la comarca de las Merindades, pasando por los desfiladeros del río Ebro. La subida hasta el puerto de La Sía la hicimos ya de noche, por una carretera relativamente buena, pero al pasar al lado cántabro era una sucesión de curvas cerradas, una tras otra, y se transformaba en una carreterilla estrecha y con mucha pendiente. Unido a la nula iluminación que tenía, el descenso se nos hizo más largo y tenso de lo que de por sí era ya ![]() ![]() Al día siguiente, tras un rico desayuno a base de pan de pueblo, nos preparamos para la primera excursión: la del nacimiento del río Asón. En principio iba a ser pan comido: 10 km de ida y vuelta. Nos dirigimos hacia la población de Asón, donde comenzaba el camino. Teníamos que bajar por buen camino hacia el río Asón, cruzarlo por un puente y a partir de ahí ir remontando el valle, primero entre prados y cabañas y luego por un bosque. Aparte de la vegetación de ribera estábamos en zona de hayedos. Uno de los compañeros tuvo un percance al tropezar con una piedra y hacerse un esguince .![]() ![]() ![]() ![]() En un punto del trayecto teníamos que vadear nuevamente el río. Se suponía que no iba a ser complicado, porque había piedras para cruzar, pero con lo que no habíamos contado era conque iría tan crecido. No quedaba más remedio que atravesarlo descalzo. Sólo se trataba de unos 10 m, pero el lecho estaba cubierto de piedras grandes, así que no se podía ir rápido. Sin embargo, lo peor era que el agua estaba muy muy fría. Estábamos a pocos km de donde salía el agua del interior de la montaña. ¡Vamos, para habérsenos caído los pies allí mismo!.
![]() La última parte del recorrido nos llevó en pocos minutos a través de un hayedo hasta la pradera Cailagua. Aquí se veía claramente como la cascada del río Asón salía del interior de la montaña y se precipitaba sobre el valle. En tan bucólico lugar aprovechamos para comer. Luego nos acercamos hasta la misma base de la cascada y allí nos quedamos un buen rato viendo cómo caía el agua .
![]() ![]() ![]() ![]() El regreso lo hicimos por el mismo camino, salvo la persona que se había hecho el esguince, a la que recogeríamos en coche, al estar la pradera de Cailagua al lado de la carretera. Lo peor fue nuevamente cruzar el río. El agua estaba aún más fría o a mí me lo parecía y no pude cruzarlo de una vez. Me tuve que encaramar a una piedra en mitad del río para descansar, porque se me ponían los pies rojos del frío, y dolían. Por lo demás hicimos el resto del sendero lo más rápido posible para ir a recoger a la otra persona.
El resto del día nos quedamos ya descansando en la casa y pensando en el plan del día siguiente. En cuanto a los bichos, la casa nos la invadían las hormigas. También teníamos arañas en los dormitorios, por los gritos que escuchamos de algunas chicas. Querían que las aplastara con las botas, pero yo no me iba a manchar las suelas. ¡Animalicos!. Como al día siguiente amaneció buen día, decidí que había que aprovechar para hacer la excursión más difícil: la travesía del Hoyo Masayo, que transcurría entre la aldea de Astrana y el pueblo de Riba. Teníamos por delante 16 ó 17 km de excursión y unos desniveles de más de 400 m de subida y 900 m de bajada. Después de dejar algunos coches en Riba nos fuimos, siguiendo la carretera del nacimiento del río Asón, hasta la aldea de Astrana, donde comenzábamos la ruta. Tenía muchas ganas de esta excursión, porque según la información que había leído era una de las travesías de montaña más bellas de la comarca. A través del agreste macizo montañoso del Hornijo iríamos del valle de Soba al de Ruesga. Según salimos del pueblo nos encontramos con una manada de vacas que a toda velocidad llegaban a la aldea procedente de los pastos de montaña. En la primera parte del trayecto había muy buenas panorámicas del valle de Soba y de la sierra donde nacía el Asón. ![]() ![]() Teníamos como referencia Los Mazos, unas montañas con forma muy característica a través de las que había que pasar. Esta parte del camino estaba balizada por lo que no era muy complicado seguirlo. Como ya era hora de comer paramos a la sombra de un árbol.
![]() ![]() ![]() A partir de aquí, la parte más complicada de la ruta, fuimos solos todo el rato. ¡Un auténtico lujazo!. Llegando a las cabañas de La Espina se empezaba a ver claramente el paisaje kárstico: lapiaces, dolinas, etc... Al fondo, aunque con mucha bruma, se llegaba a observar la costa cántabra. Comenzamos a bajar al Hoyo Salzoso. Los hoyos son depresiones que se forman en terreno kárstico (es como si parte del terreno estuviera hundido), equivalente a los “jous” en Asturias. Todo era silencio y sólo se escuchaba de vez en cuando algún pájaro. Como siempre que me encuentro en algún paraje de este tipo, me producía una mezcla de sensaciones entre admiración y respeto. En esta parte del recorrido yo empezaba a estar algo nervioso. Esa mañana habíamos comenzado a caminar demasiado tarde, sobre las 12, y en ese momento, sobre las 4 de la tarde, aún nos quedaban 11 ó 12 km. Yo, que al fin y al cabo iba guiando, era el único que pensaba en los km que faltaban. El resto del grupo estaba más tranquilo de lo debido.
![]() ![]() ![]() Llegamos a un precioso hayedo. Aquí tuvimos el momento más complicado para averiguar por dónde seguía el camino. En esta parte no estaba bien marcado y no encontrábamos las señales que nos indicaran por dónde seguir. Además, en principio no había un sendero claro y al estar en pleno bosque carecíamos de puntos de referencia. Afortunadamente después de rastrear los alrededores encontramos la tan esperada marca en un árbol que nos indicaba por donde seguir y así fue como nos introducimos en el Hoyo Masayo, una espectacular depresión con la ladera cubierta de hayas. ¿Alguna vez habéis experimentado la sensación de estar caminando por un lugar y de pronto al pararse escuchar y notar que no se oye nada, que el silencio es absoluto? Pues esa sensación era la que al menos yo tenía caminando por allí. Una paz y tranquilidad absoluta. Hicimos otra parada al salir del Hoyo Masayo. Aquí ya sí se empezaron a poner nerviosos el resto de compañeros, cuando se percataron de que todavía quedaban 2 horas de recorrido, no les quedaba agua, estábamos rodeados de montañas y no había ni rastro de la civilización, así que a partir de aquí sí que aligeraron.
![]() El terreno kárstico era una constante en el sendero. Después de atravesar una zona de rocas y vadear pequeñas simas (era recomendable no salirse del camino y no caerse encima de ninguna roca), cuando pensábamos que iba a comenzar el descenso hacia Riba, veíamos otro grupo de rocas, y después de atravesarlo nuevamente había más rocas, así hasta que por fin tuvimos la primera visión del valle de Ruesga y se inició el descenso. Ya sólo teníamos que llegar hasta Riba, y desde luego que el descenso fue vertiginoso, apareciendo ya de nuevo las primeras cabañas. Cuando llegamos a Riba sobre las 7 de la tarde lo primero que hicimos fue buscar un bar y acabar con todas las provisiones de agua del mismo. Un par de amigos que no habían tenido bastante se fueron hasta el nacimiento del río Ason, para subir por un sendero hasta la parte más alta de la cascada. Este sendero por lo visto es bastante estrecho y resbaladizo y va por una cornisa de la montaña, así que si te resbalas no lo cuentas.
![]() ![]() ![]() ![]() Esa noche tuvimos que reorganizar el plan del día siguiente. Mi intención era de hacer otra ruta de senderismo, pero dado que algunos no lo habían pasado bien en la de esa día, me abstuve de proponer otra ruta, ya que creo que me hubieran colgado del asta del ayuntamiento.
En su lugar decidimos ir a los pueblos de Comillas y Santillana del Mar y finalizar el día en Santander. También tuvimos problemas con roedores. Un pequeño ratón se metió en la maleta de una compañera y al abrirla y ver el ratón tremendo susto que se pegó. Por la mañana, después de desayunar, nos marchamos hacia el pueblo costero de Comillas, donde hicimos un interesante recorrido por la ruta modernista. Comenzamos acercándonos hasta la Universidad Pontificia, mandada edificar por el II Marqués de Comillas como centro de enseñanza secundaria y que al final se convertiría en seminario de pobres, antes de ser la Universidad Pontificia. El edificio reunía una mezcolanza de estilos que iba desde el gótico y el mudéjar hasta el modernismo. Junto con la Universidad Pontificia otro de los símbolos de Comillas era el Capricho de Gaudí, construida a finales del s. XIX por orden de familiares del II Marqués de Comillas. Aparte de la vistosa y fantasiosa decoración exterior destacaba en el conjunto la torre mirador. El Capricho es actualmente un restaurante de lujo. Por la misma zona estaba el Palacio de Sobrellano, mandado construir por el I marqués de Comillas, en las últimas décadas del siglo XIX, en estilo neogótico. En el interior se podía ver el Salón del Billar, el Comedor, el Salón de Recibimiento y colecciones de pintura, escultura, mobiliario, etnografía filipina y arqueología. Lamentablemente por ser Lunes estaba cerrado y no pudimos visitarlo. Casi anexo al palacio estaba la Capilla Panteón de los Marqueses de Comillas, en estilo gótico con mobiliario modernista diseñado por Gaudí. ![]() ![]() Prosiguiendo con nuestro periplo llegamos hasta el cementerio modernista, integrado con las ruinas de una ermita gótica. En lo más alto del recinto destacaba la estatua del Ángel Guardián de José Llimona, situada sobre la antigua iglesia. Como no, también dimos una vuelta por el puerto y por el casco histórico. La primera vez que estuve en Comillas, y que sólo había visto esta parte del casco antiguo, me había decepcionado un poco, pero esta vez, después de ver algunos de los monumentos modernistas me había llevado una grata impresión.
![]() ![]() Dejamos el pueblo a media mañana y continuamos hasta Santillana del Mar, que dicen que es el pueblo de las 3 mentiras, porque ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. Es la mar de pintoresco, con sus calles empedradas y las típicas casas de piedra y teja, con las balconadas repletas de flores, las casas de la nobleza con los escudos. Hicimos la visita guiada a la Colegiata, construida en el siglo XII en estilo románico, viendo la iglesia y el claustro. La importancia de éste radicaba en que sus capiteles reunían un compendio de todas las decoraciones típicas del románico. Ya no recuerdo si la visita la hicimos con audioguía o si había una grabación que escuchábamos por altavoz, pero después de recibir explicaciones de 12 capiteles ordenadamente, pusimos tierra de por medio y no esperamos al final de la visita guiada. No quiero ni pensar si nos llegan a hacer comentarios de los aproximadamente 40 capiteles que había en el claustro. Continuamos viendo el pueblo pausadamente y aprovechamos para comer. En líneas generales Santillana es un pueblo que bien se merece unas cuantas visitas, pero nos decepcionaba un poco la muchedumbre que había por allí y el número de casas reutilizadas como tiendas de souvenirs, sobre todo de productos típicos. Nos parecía demasiado en comparación con el tamaño del pueblo.
![]() ![]() ![]() Antes de abandonar Santillana del Mar quisimos visitar la reproducción de la Cueva Altamira, pero por ser Lunes estaba cerrada. No obstante dudo mucho que hubiéramos podido visitarla sin tener reserva en el caso de estar abierta.
Al llegar a Santander nos fuimos derechos a la península de la Magdalena, donde vimos el edificio sede de la Universidad Menéndez Pelayo y los pingüinos tan graciosos que había en el parque. Dimos una vuelta por la playa del Sardinero y seguidamente cojimos el coche para ir hasta el Faro de Cabo Mayor. Allí tomamos una senda que nos condujo hasta el borde de un acantilado que se internaba un poco más en el mar (supongo que sería el cabo Mayor). Se estaba estupendamente con la tarde tan soleada que hacía, hasta que empezó a soplar el viento, cada vez más fuerte, y tuvimos que salir de allí a toda prisa, porque era peligroso. De hecho el viento soplaba de tal forma que no dejaba avanzar. En fin, menudo susto. Después fuimos a dar una vuelta por el centro de la ciudad: edificios de la Plaza del Ayuntamiento, Catedral de Santa María de la Asunción, etc... Fotos desde el cabo Mayor: ![]() ![]() Por la noche, antes de volvernos a Matienzo, estuvimos cenando a base de raciones de pescado por la zona del Puerto Pesquero, cerca de la lonja de pescado. Al día siguiente ya dejamos la casa rural y regresamos a Madrid, saliendo del valle del Alto Asón por el puerto de los Tornos.
![]() Etapas 7 a 9, total 27
Trabajo me costó organizar una escapada de fin de semana en Soria en época invernal. Desde que había visto el cañón del río Lobos cubierto de nieve pensaba que era la mejor época para visitar esta provincia. Ver los paisajes y los pequeños pueblos casi abandonados con nieve no tenía precio. La idea era hacer de nuevo una excursión por el cañón y además visitar varios pueblos en los que hubiera castillos. Inicialmente íbamos a hacer la escapada a finales de Enero, pero debido a un intenso temporal de frío y nieve hubo que cancelarlo, pese a tener ya reservada la casa rural, porque había gente que no se atrevía a conducir y por otro lado nos habían informado de que en la zona del cañón del río Lobos, por donde estaba nuestra casa, se alcanzaban temperaturas de hasta -8 ºC en pleno día. Lo retrasamos hasta el primer fin de semana de Marzo y de nuevo estuvimos a punto de cancelarlo por otro temporal que había habido unos días atrás, pero en esta ocasión todo salió bien y seguimos adelante. Salimos un Viernes por la tarde hacia el pueblo de Santa María de las Hoyas, donde estaba nuestra casa en pleno cañón del río Lobos, realizando una parada intermedia en el Burgo de Osma para hacer la compra. El paisaje estaba formado por pinares y estaba todo cubierto de nieve. Nuestro alojamiento era la CASA RURAL EL ARREÑAL, de 8 plazas y con todos los servicios necesarios. ¡Perfecta y acogedora!. Al día siguiente comenzamos nuestro periplo de visitas por la ruta de los castillos. Salir de Santa María de las Hoyas no fue nada fácil. En el pueblo había nieve, durante la noche había hecho mucho frío y a lo mejor había nevado también. El caso es que uno de los coches se había quedado tremendamente frío y durante unos minutos no arrancaba. ![]() Después de salir había que tomar precauciones con las placas de hielo. Pusimos rumbo dirección a Calatañazor, un pueblecito cercano a la ciudad de Soria. Calatañazor era probablemente el pueblo medieval mejor conservado de la provincia, en una situación estratégica sobre una pequeña montaña. Cuando llegamos vimos que el pueblo estaba cubierto por nieve, o mejor dicho por placas de hielo, por lo que había que andarse con ojo al caminar, sobre todo por la calle principal que tenía la mayor cuesta. Una muralla conservada casi al completo, calles empedradas, casitas de adobe y teja roja, con sus chimeneas cónicas de teja partida tan características. Un pueblo encantador sin duda alguna. A lo largo de la calle principal, que estaba porticada en un tramo, pasamos por la iglesia románica, el ayuntamiento, el rollo gótico en el que se ajusticiaba a los delincuentes, y al final, sobre lo más alto de la roca, las ruinas del castillo. ![]() ![]() ![]() ![]() Teníamos una hermosa panorámica de un paisaje nevado: el conocido como valle de la Sangre. A Calatañazor había asociado un dicho: “En Calatañazor perdió Almanzor el tambor”. A principios del siglo XI, en el año 1002, se había producido una cruenta batalla entre el ejército cristiano y el musulmán, comandado por Almanzor, donde éste fue derrotado, muriendo días más tarde en Medinaceli.
![]() ![]() Pese a los -5º C, el entorno y lo pintoresco del pueblo incitaban a quedarse allí todo el día, pero no era posible.
Nuestro próximo destino era Berlanga de Duero, en tierras de la Ribera del Duero. Durante la época medieval su ubicación junto al río Duero hacía que fuera estratégica. Estaba en el límite entre la España cristiana y la musulmana, por lo que cambiaba continuamente de manos al igual que otros muchos pueblos. Atravesando la puerta de Aguilera, recorrimos una preciosa calle porticada hasta la Plaza Mayor. A partir de ahí seguimos hasta la colegiata de origen románico. Quisimos visitar el interior pero estaba cerrada y había que buscar a la persona que tenía las llaves, así que lo dejamos para otra ocasión y continuamos a la búsqueda del castillo. No tardamos en dar con él, ya que estaba en lo alto de una colina fuera del casco antiguo de Berlanga, y hasta él subimos. El interior no se podía visitar pero el exterior parecía bastante bien conservado. Este castillo estaba considerado como uno de los más estéticos de la provincia. Desde el castillo teníamos una panorámica completa del pueblo y también de las llanuras de la ribera del Duero. ![]() ![]() ![]() ![]() Antes de irnos probamos algo de repostería típica y compramos los famosos Lagartos de Fray Tomás de Berlanga. La historia de estos bizcochos viene de que este señor había sido durante unos años obispo de Panamá y a su regreso a Berlanga se llevó un caimán disecado. Según las leyendas, el obispo se había traído vivo el lagarto, que se comportaba correctamente. Sin embargo, a la muerte de su dueño empezó a cometer todo tipo de fechorías y lo terminaron ajusticiando. Los lagartos (los bizcochos) estaban demasiado contundentes. No nos hicieron mucha gracia. Tuvimos que dejar para otra ocasión la ermita mozárabe de San Baudelio (a pocos km de Berlanga), porque tampoco nos daba tiempo. Por lo tanto nos pusimos en camino a Quintanas de Gormaz, para comer allí. No tenía nada en particular que ver el pueblo pero estaba a pocos km de Gormaz, que era nuestra siguiente parada. Estuvimos comiendo en CASA FLORENCIA, un bar con sólo menú del día, de comida casera, abundante y bien rica y atención bien amable por la que supongo sería la Sra Florencia. Creo que ni yo ni mis compañeros no olvidaremos en mucho tiempo del plato de macarrones con tomate y chorizo que nos zampamos. A veces son los platos más simples y cotidianos los que a uno se le quedan grabados en la mente. Satisfechos y con el estómago bien lleno retomamos nuestra ruta encaminándonos hacia el pueblo de Gormaz. No habíamos hecho mas que salir del pueblo ya teníamos en lo alto de un cerro el maravilloso castillo de Gormaz , la fortaleza islámica más grande de Europa, con 10000 metros cuadrados de superficie, un perímetro de más de 700 m, murallas de 10 m de altura y que conservaba más de 25 torres circulares de defensa. Había sido construido en su origen en el siglo IX por los musulmanes y había cambiado de manos durante la época de la Reconquista mil y una veces. ![]() Como todavía era temprano improvisamos sobre la marcha y decidimos adentrarnos en las más recónditas tierras sorianas y dirigirnos al sur, hacia el pueblo de Caracena. El paisaje que atravesamos me parecía desolador, pero no por feo, sino por solitario. Si ya la provincia de Soria está poco habitada, me parecía estar atravesando una zona que era el colmo de la despoblación (como para averiarse el coche o tener que preguntar a alguien). El color de la tierra, de las montañas, eran los típicos tonos rojizos que veía cuando pasaba por la N-2 a la altura de las “Tierras de Medinaceli”. La carretera por un buen tramo era una simple pista de tierra. ¡Y yo estaba encantado de la vida!. Eso sí, señalizaciones poquísimas. Menos mal que no nos perdimos. Y llegando a Caracena la carretera ponía su punto y final.
El pueblo estaba situado en las estribaciones de la sierra de la Pela (terreno kárstico), en un promontorio sobre la hoz del río Caracena, interesante ruta de senderismo por otra parte. Según los datos que había leído, el pueblo de Caracena (antiguamente Comunidad de Villa y Tierra de Caracena) estaba casi deshabitado, pues sólo tenía 11 habitantes censados. No nos encontraríamos a ningún ser humano durante la visita. Subimos por la calle principal del pueblo hasta llegar a la Plaza Mayor, en cuyo centro estaba el rollo barroco. Había bastantes andamios, pero comprobamos que es que había un ambicioso proyecto de rehabilitación. ¡Y eso en una chispa de pueblo!. Seguimos subiendo por la calle principal y llegamos a la Iglesia de San Pedro, construida en el siglo XII en estilo románico. Era una iglesia de una sola nave, con una torre de planta cuadrada y un precioso pórtico con siete arcos de medio punto. Estos pórticos eran lugares clave de la vida cotidiana en el medievo, porque allí se tomaban las decisiones importantes de la comunidad, se realizaban las fiestas y también era el lugar de reuniones y juegos. Esta iglesia es Monumento Histórico Artístico Nacional. ![]() ![]() ![]() Caracena nos parecía una pequeña joyita, con un patrimonio monumental muy interesante. Nos quedaba todavía lo mejor. Desde la iglesia ya veíamos en lo más alto las ruinas del castillo del siglo XV, con doble recinto defensivo. No es que se conservara excelentemente, pero se podía hacer uno una idea. Las vistas desde aquí eran las mejores del pueblo, pues se podía ver la hoz del río Caracena. Ya de vuelta paramos en un corral que tenía unas ovejas (¿o eran cabras?) blancas con el hocico, las orejas y los ojos de color negro. Y se nos acercó una cría. ¡Animalico! ¡Qué oveja más simpática!.
![]() ![]() Dejamos Caracena y regresamos a toda pastilla por la misma carretera hasta Gormaz. Dejamos el coche junto al río Duero y tras cruzar por un puente llegamos a la villa, en otros tiempos capital de la Comunidad de Villa y Tierra de Gormaz, hoy en día pueblo de unos 25 habitantes censados. Dejando a un lado la Iglesia de San Juan Bautista, tiramos cerro arriba para llegar al castillo. Pasamos a un lado de la Ermita de San Miguel, construida posiblemente por los visigodos en el siglo VII. En su interior hay pinturas murales como en San Baudelio de Berlanga, pero la encontramos cerrada. Quizás había que pedir las llaves y bueno es saberlo para otra vez. El sol estaba empezando a caer y el castillo y los campos sorianos adquirían un color anaranjado precioso. Alcanzamos el castillo y entramos como buenamente pudimos. Por dentro no estaba tan bien conservado como era de esperar. Había una serie de paneles informativos que nos ayudaban a comprender lo que supuestamente estábamos viendo: Sala de Almanzor, Sala de Armas, Torre del Homenaje, aljibes, etc... Desde el punto de vista fotográfico el castillo era un mirador de primera. Podíamos observar las tierras del Burgo y del Duero en km a la redonda. No es de extrañar que fuera un lugar clave para los musulmanes. Al estar situada la fortaleza en el lugar más alto en muchos km, podían comunicarse directamente mediante señales con las plazas de San Esteban de Gormaz, Caracena o el Burgo de Osma.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Bajamos del castillo de noche, así que era el momento de poner punto y final a nuestro día de visitas por algunos de los castillos de Soria. Nos pusimos rumbo a Santa María de las Hoyas rápidamente, porque nos preocupaba que aparecieran más placas de hielo.
Al día siguiente, el del coche que no arrancaba, se iba por la mañana temprano de vacaciones. Escaparse de Santa María de las Hoyas lo tuvo más difícil que el día anterior. Su coche no arrancaba ni a la de tres. Después de mucho rato intentándolo, nos tuvimos que poner a empujarlo y así sí consiguió ponerlo en funcionamiento. Los demás lo tuvimos mucho más fácil y nos fuimos hacia el Cañón del río Lobos. Al llegar a Ucero tomamos la pista que se interna en el cañón, quee estaba nevada y probablemente con alguna capa de hielo. En ella tuvimos un buen susto, porque a pesar de ir muy muy despacio, en una curva el coche se salió. Afortunadamente pudimos frenar antes de que el coche cayera por un terraplén de unos 4 m. ¡Para haberse matado!. Dejamos el coche en un lugar habilitado para ello y comenzamos a caminar. En esta primera parte, de unos 2 ó 3 km, íbamos andando por la pista junto al río Ucero, que no veíamos porque estaba tapado por vegetación de ribera. Había pinares y por encima de todo destacaban las paredes del cañón. Empezamos a ver buitres leonados sobrevolando el cañón. Cojimos los prismáticos y también los pudimos ver posados en las cavidades de las paredes del cañón, donde suelen hacer sus nidos. ![]() ![]() Llegamos a la Ermita de San Bartolomé, construida a principios del siglo XII y que formó parte de un monasterio templario. Como paisaje invernal me parece uno de los parajes más bucólicos de España. ![]() ![]() En frente, en la pared del cañón, vimos la Cueva Grande, que tiene pinturas rupestres en su interior. Continuamos caminando un rato más. El cañón era más estrecho que en el tramo anterior, tanto que en algunos puntos nuestra senda pasaba pegado el río. A trozos estaba congelado. Aprovechamos para comer por esta parte.
![]() ![]() Ya era demasiado tarde y no nos daba tiempo a llegar hasta el Puente de los Siete Ojos, así que regresamos con calma hasta el aparcamiento. Información del Cañón del río Lobos: Cañón del río Lobos I Rutas por el Cañón del río Lobos El fin de semana había acabado y estaba satisfecho por lo que habíamos visto. Sin duda para mí Soria es una de las provincias más interesantes de nuestro país: sus pequeñas aldeas abandonadas, los pueblos conservados como en la Edad Media, la ruta de los castillos, el arte románico, sus paisajes y un largo etcétera. Etapas 7 a 9, total 27
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