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RUMANÍA: DRÁCULA, PAISAJES Y MONASTERIOS PINTADOS

RUMANÍA: DRÁCULA, PAISAJES Y MONASTERIOS PINTADOS ✏️ Blogs de Rumania Rumania

Un bastante completo recorrido por el país de Vlad el empalador
Autor: Ctello  Fecha creación:  Puntos: 5 (2 Votos)
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DÍA 4. PASO DEL BORGO- MONASTERIO DE MOLDOVITA- TALLER DE HUEVOS PINTADOS- GURA

DÍA 4. PASO DEL BORGO- MONASTERIO DE MOLDOVITA- TALLER DE HUEVOS PINTADOS- GURA


Localización: Rumania Rumania Fecha creación: 08/06/2018 16:23 Puntos: 0 (0 Votos)
“Leo que todas las supersticiones conocidas en el mundo están reunidas en la herradura de Los Cárpatos, como si fuese el centro de alguna especie de remolino imaginativo; si es así, mi estancia puede ser muy interesante”.

Esas palabras las escribió Jonathan Harker en su diario y ese día lo íbamos a empezar entrando en los Cárpatos y en la leyenda del vampiro puesto que nos dirigimos al Paso del Borgo.

“Al comenzar a caer la noche se sintió mucho frío, y la creciente penumbra pareció mezclar en una sola bruma la lobreguez de los árboles, robles, hayas y pinos, aunque en los valles que corrían profundamente a través de los surcos de las colinas, a medida que ascendíamos hacia el desfiladero, se destacaban contra el fondo de la tardía nieve los oscuros abetos. Algunas veces, mientras la carretera era cortada por los bosques de pino que parecían acercarse a nosotros en la oscuridad, grandes masas grisáceas que estaban desparramadas aquí y allá entre los árboles producían un efecto lóbrego y solemne, que hacía renacer los pensamientos y las siniestras fantasías engendradas por la tarde, mientras que el sol poniente parecía arrojar un extraño consuelo a las fantasmales nubes que, entre los Cárpatos, parece que vagabundean incesantemente por los valles. En ciertas ocasiones las colinas eran tan empinadas que, a pesar de la prisa de nuestro conductor, los caballos sólo podían avanzar muy lentamente.”

“Entonces, a través de la oscuridad, pude ver una especie de mancha de luz gris delante de nosotros, como si hubiese una hendidura en las colinas. La intranquilidad de los pasajeros aumentó; el loco carruaje se bamboleó sobre sus grandes resortes de cuero, y se inclinó hacia uno y otro lado como un barco flotando sobre un mar proceloso. Yo tuve que sujetarme. El camino se hizo más nivelado y parecía que volábamos sobre él. Entonces, las montañas parecieron acercarse a nosotros desde ambos lados, como si quisiesen estrangularnos, y nos encontramos a la entrada del desfiladero de Borgo. Uno por uno todos los pasajeros me ofrecieron regalos, insistiendo de una manera tan sincera que no había modo de negarse a recibirlos. Desde luego los regalos eran de muy diversas y extrañas clases, pero cada uno me lo entregó de tan buena voluntad, con palabras tan amables, y con una bendición, esa extraña mezcla de movimientos temerosos que ya había visto en las afueras del hotel en Bistritz: el signo de la cruz y el hechizo contra el mal de ojo.”

En la vida real no es más que un desfiladero de los Cárpatos orientales, a 1201 metros de altura, que conectan Transilvania y Moldavia. Y por lo menos de día no tiene nada de terrorífico.

Dicen algunos que en el lugar donde Bram Stoker, aquel escritor irlandés, ubicó el castillo del conde Drácula se encuentra ahora el hotel Castel Drácula, construido en 1970 siguiendo la fama de la novela (curiosamente en época comunista, cuando el libro estaba vetado en el país). Tenemos que tener en cuenta que Stoker, cuya estatua encontramos frente al hotel, nunca viajó a Rumanía. Dispuesto a escribir su novela de terror encontró inspiración en viejas leyendas rumanas o incluso en El castillo de los Cárpatos de Julio Verne pero jamás viajó al país. Imaginó un tétrico castillo en lo alto de un cerro… algo que muchos han visto en Bran aunque nunca fuera “el castillo de Drácula” y quizás más parecido a Poenari. En realidad ni siquiera ese personaje sangriento y real que no tenía nada que vampírico y que inspiró, por lo menos en nombre, al de la novela, era príncipe de Transilvania sino de Valaquia.

En la cima, a 1200 metros, sí que tenemos ese hotel que ha intentado buscar la atmósfera del libro con mayor o menor acierto. Pero también casitas en los alrededores y muchos, muchos, puestecillos de recuerdos. Nada de miedo. Al contrario; los alrededores son incluso bucólicos.

Entramos en el hotel para ir al WC, sin que nadie nos dijera nada (al parecer están acostumbrados). Luego exploramos un poco por recepción. Algunos cuadros de vampiros, fotos de películas sobre el conde, vitrina de recuerdos… y una capa colgada que nos dejaron ponernos para hacernos unas fotos. Eso sí que me gustó.

Dos curiosidades del hotel. La primera es que los que quieran pueden visitar en él la tumba de Drácula (previo pago, claro). La segunda es la enorme cruz que han plantado allí cerca.

Abandonamos territorio del vampiro y también Transilvania para entrar en Moldavia. Pero no Moldavia país (antigua Besaravia rumana) sino región rumana.

Pasamos por Vatra Dornei, ciudad con un importante balneario y bonitos edificios del siglo XIX, en la confluencia de los ríos Dorna y Bistrita.

Luego pasamos también por Campulung Moldovenesc, en la región de Bucovina. En esa zona de montaña al parecer quieren construir unas pistas de esquí.

Bucovina es una de las zonas más bonitas de Rumanía paisajísticamente hablando y donde aún se conservan con mucha fuerza las tradiciones. En Campulung Moldovenesc, por ejemplo, en las bodas hay 16 parejas de padrinos. Nada más y nada menos. Pero si por algo es reconocida es por sus monasterios pintados que datan de los siglos XV y XVI (Sucevita, Humor, Voronet, Moldovita, etc). Son (y no es para menos) Patrimonio de la Humanidad.

Visitamos ese primer día el Monasterio de Moldovita. En la entrada (el monasterio está amurallado, con muros de más de un metro de espesor y cinco de alto para protegerse de los turcos) una monja vende las entradas (creo que vi que costaba 5 RON). Si quieres hacer fotos (algo obligado) cuesta 10 RON (en Rumanía que hacer fotografías cueste más que la entrada al recinto es bastante normal).

Con el papelito en la mano entramos en el jardín que preside la hermosa construcción y empezamos a admirar la abundancia de pinturas.

El monasterio de Moldovita se construyó en 1532 por mandato de Petru Rares, hijo ilegítimo del famoso Esteban III de Moldavia (o Esteban el Grande), sobre las ruinas de un monasterio anterior. El mismo Esteban, extremadamente religioso, desde 1457 hasta 1504 luchó en 36 batallas contra los turcos, ganando 34. Con cada victoria fundaba una iglesia o un monasterio. Su hijo siguió sus pasos fundadores pero embelleciéndolos con frescos en el exterior.

Se sabe quién pintó las hermosas imágenes que vemos hoy en día. Fue un tal Toma de Suceava en 1537 en el método de pintura al fresco (pero con mucha maestría para que se hayan conservado hasta ahora, si bien han sido restauradas). En cada uno de estos monasterios dicen que predomina un color; en Moldovita dicen que es el amarillo (aunque también vemos mucho rojo y azul).

En cuanto a lo que se ha pintado, vemos santos, los Reyes Magos, la Anunciación, la Visitación, un árbol de Jesé, el Juicio final o el Asedio de Constantinopla, que supuestamente conmemora la intervención de la Virgen para salvar a la ciudad de un ataque persa en el año 626. Yo lo que vi fue la Caída de Constantinopla de 1453 que fue de todo menos una derrota otomana. También vemos serafines y querubines.

La viveza de los colores del exterior no pierde intensidad en el interior, completamente pintado. El monasterio está dedicado a la Anunciación.

En la pronaos y la naos vemos magníficamente representado un calendario (que los ortodoxos, por lo menos algunos, saben interpretar). En la sala del fondo, donde está el iconostasio, encontramos a la izquierda de la puerta representados al fundador y a su familia. Eso suele ser una constante en las iglesias ortodoxas. También encontramos a menudo a Constantino y a Elena, su madre, con la cruz. Aquí dentro está prohibido hacer fotos y unas monjas vigilan que no lo hagas.

En un edificio aparte encontramos un pequeño museo que guarda algunos iconos, el trono de Petru Rares (cuya estatua está en el jardín) y la manzana de oro que concedió la UNESCO al declarar a los monasterios Patrimonio de la Humanidad. Allí también se prohíbe hacer fotos.

Aprovechamos el tiempo libre para hacer fotos al monasterio y sus pinturas así como para ver como una de sus paredes está peor conservada porque está más sometida a las inclemencias del tiempo. Pero sin duda se trata de una de las visitas imprescindibles.

Antes de marchar, y ya fuera del recinto amurallado, nos acercamos a una caseta para ir al WC (1 RON).

Cambiamos radicalmente de tema para visitar el Taller-museo de los huevos pintados de una señora que se llama Lucia Condrea. Nos recibió la mismísima artista (vestida a modo tradicional) y su marido, que nos tocó unas piezas musicales como recibimiento.

Luego pudimos ver las bellas filigranas que hace, un verdadero trabajo de chinos. Si yo me pongo me sale un churro.

Los huevos pintados no son sólo típicos en Rumanía porque los hemos visto en muchos países. Tampoco son típicos de todo el año (aunque ahora los puedes ver todo el tiempo) sino que son una tradición de Semana santa. Pero desde luego en esta zona tienen una importancia especial y son el típico souvenir. Tampoco son propios del cristianismo sino que se dice que seguramente sean etruscos (o incluso anteriores) pero los cristianos convirtieron al huevo en un símbolo de la Resurrección de Cristo. En cuanto a cuándo empezaron a pintarlos parece ser que fue en la Edad media, cuando se prohibía comer huevos en cuaresma y la gente los cocía y los pintaba para diferenciarlos de los frescos. En Pascua se comían en un festín. Algo como nos pasa a nosotros con el origen de la Mona.

Tradicionalmente no se vacían (aunque en el taller, como no se van a comer, sí que tienen un agujerito encima) y se hace una especie de juego, chocando huevos.

Es un bonito recuerdo, más o menos caro si lo compras hecho artesanalmente o no, terriblemente frágil (no en vano es la cáscara de un huevo de gallina) y que se ven por todos lados.

Para comer paramos en un restaurante junto a la carretera, cerca de un paisaje muy bonito. Tomamos sopa de pollo, ternera asada en salsa y de postre el típico papanasi, una especie de donut grande con otro pequeño encima, muy aceitoso, con mermelada de arándanos y una crema. Es un postre tradicional muy calórico pero bastante bueno.
Después de la comida seguimos camino hasta llegar a Gura Humorului, la sexta ciudad más grande de la provincia. El monasterio de Voronet está muy cerca y el de Humor apenas a unos kilómetros (aunque no pudimos ir y seguramente estaría ya cerrado).

Nos alojamos en el hotel West Western Bucovina en la tarde lluviosa. La habitación, triple, es enorme, una suite. Yo no salí a dar una pequeña vuelta por la ciudad porque estaba lloviendo y no me encontraba muy bien. Me quedé en el hotel leyendo un poco.

Por la noche cenamos allí mismo, un buffet sencillo pero correcto. Y al terminar unos chicos y chicas muy jóvenes nos deleitaron con cantos y bailes típicos. La verdad es que, a pesar de ser unos bailes muy básicos (giro por aquí, giro por allá), lo hicieron muy bien.

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DÍA 5. GURA HUMOROLOI-MONASTERIO DE VORONET- PRESA Y GARGANTAS Y BICAZ- LACU ROS

DÍA 5. GURA HUMOROLOI-MONASTERIO DE VORONET- PRESA Y GARGANTAS Y BICAZ- LACU ROS


Localización: Rumania Rumania Fecha creación: 08/06/2018 16:24 Puntos: 0 (0 Votos)
Empezamos el día visitando otro de los célebres monasterios de Bucovina, el de Voronet. Fue construido por Esteban el Grande en 1488 para conmemorar su victoria en una batalla. Dice la leyenda que antes de partir a luchar fue a consultar a Daniel, un ermitaño, que le aconsejó que no se rindiera porque ganaría. Eso sí, después debería fundar un monasterio dedicado a san Jorge. Y así fue.

Quien fue el fundador no es leyenda porque en la entrada una inscripción se encarga de recordarlo. También una de las pinturas del interior le representa.

Sin embargo no fue él quien mandó pintar el exterior (en su tiempo no estaba de moda). Fue en 1574 cuando el obispo metropolitano Grigorie Rosca ordenó que se hicieran esas pinturas. Está enterrado en el interior al igual que el ermitaño Daniel, que dejó de ser ermitaño para convertirse en el primer abad.

El monasterio fue abandonado en 1775 cuando llegaron los Habsburgo (lo mismo pasó en Moldovita). Los monjes se marcharon (igual que en el otro) y no regresó una comunidad monástica hasta 1991 pero en este caso monjas (también en Moldovita ahora son monjas).

Se considera que la iglesia es la más famosa de Rumanía y lo es principalmente por su excepcional color azul. Aquí no vemos el Asedio de Constantinopla porque los turcos controlaban una buena parte de la Europa Central y no veían bien esa propaganda negativa. Sin embargo sí que aparecen como los condenados en la maravillosa representación del Juicio final que ocupa toda una pared. Los ángeles tocan un instrumento tradicional mientras los muertos van saliendo de las tumbas. Los animales salvajes que han comido a humanos parece que los vayan vomitando porque salen por sus bocas. Podemos ver al rey David o a una especie de sirena montada en un delfín. Vemos a un Cristo juez, demonios, ángeles, a un lado los que van al infierno (turcos, tártaros, judíos y armenios), al que baja un río de fuego, y al otro a los elegidos que esperan para entrar en el cielo (entre ellos varios santos o príncipes). San Pedro abre las puertas del paraíso y allí encontramos a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob con las almas de los justos en los brazos (pequeños niños, una especie como el alma del Conde de Orgaz en la célebre pintura de El Greco). Vemos también a San Juan Bautista y a la Virgen.

No faltan Adán y Eva, él como un anciano de barba blanca y ella como una mujer joven con un vestido que termina como una cola de serpiente enrollada (ole la buena imagen que se da), representación que solemos encontrar en este tipo de iglesias.
Ese Juicio final le merece al monasterio el nombre de la Capilla Sixtina del Este o de Oriente.

El interior también está decorado con pinturas, al estilo de Moldovita, si bien aquí no pueden tomarse fotos (sólo del exterior). El precio para fotos también es del 10 RON.
Por cierto, para llegar al monasterio dejamos el autobús en un aparcamiento y caminamos un kilómetro entre puestecillos de recuerdos hasta llegar al recinto amurallado. Allí compré un huevo pintado muy barato para regalar (aunque porque son tan delicados me decanté por uno en madera que parece de verdad y es mucho más resistente).

Seguimos camino hasta otro monasterio, aunque éste ya no es de los famosos de Bucovina pintados. Se trata de Agapia, en los alrededores de la ciudad de Targu Neamt. Este monasterio está en activo y a diferencia de Moldovita, que sólo tiene 30 monjas, cuenta con 300 (y muchísimo más simpáticas). La entrada creo que son 5 RON y aquí no se cobra para fotos (aunque no es un monasterio pintado, claro). Lo construyó Gabriel Coci, hermano del voivoda Basilio Lupu, en 1644. Lo que más sorprende, además de la paz que se respira dentro y del blanco impecable de sus paredes, son los hermosos jardines, muy bien cuidados y llenos de flores. Y es que estas monjas, vestidas como sus compañeras de los otros, de un riguroso negro con bonete en la cabeza, se dedican a mantenerlo en buen estado. Ellas, por su parte, viven en las bonitas casitas que rodean el exterior del monasterio, también con sus flores.

Dije que no hay pinturas en el exterior. Lo que me faltó mencionar es que tiene unas muy importantes en el interior, obra del célebre (por lo menos allí) Nicolae Grigorescu, el mejor de los pintores rumanos del siglo XIX. El iconostasio también es notable y la monja que nos atendió dentro y respondió (en rumano que la guía se dedicaba a traducir) a todas nuestras preguntas muy amable.

No permanecen con los brazos cruzados. Ni mucho menos. Trabajan en sus talleres de confección de alfombras (las del Parlamento de Bucarest son suyas), de tejido de gorros o bufandas de lana (me compré un gorrito monísimo por 15 RON) o de iconos.

Alrededor del patio hay varias estancias, muchas de ellas celdas de las monjas que viven en el interior.

Para comer regresamos a Targu Neamt. Nos dieron sopa de ternera y verduras, cerdo frito con huevo frito, chorizo y mamaliga (la famosa e insípida polenta) y un helado de postre. Por cierto, en lo alto, a 80 metros sobre el nivel del mar, se pueden ver las ruinas del castillo de Neamt, fortaleza de finales del siglo XIV que formaba parte de la línea de defensa contra los turcos.

Después de la comida seguimos camino, pasando por Piatra Neamt, con muchos edificios estilo palacete a medio hacer que pertenecen a los gitanos. Mucho más exagerado es Buzescu, el “pueblo de los palacios gitanos”. Tienen muchos de ellos un estilo a palacio hindú con un curioso tejado metálico. ¿Lujo?. Pues depende de cómo lo mires.

También tiene una catedral en construcción. No es extraño ver en Rumanía iglesias o incluso catedrales haciéndose o de factura reciente.

A la ciudad le llaman la “Perla moldava” y la mayoría de sus edificios importantes los mandó hacer (otra vez) Esteban el Grande entre 1457 y 1504. Cuenta con un telegóndola, un teleférico que sube hasta los 657 metros. Cuenta con varios museos de interés y unos restos de la corte principesca del siglo XV.

Pasamos después por el pueblo de Bicaz (adentrándonos cada vez más en montaña) y por el río del mismo nombre. No falta la central hidroeléctrica. Hasta la década de los 50 del siglo pasado era sólo un pueblo de montaña que vivía de la industria de la madera. Su desarrollo económico vino con la construcción de la presa.

Aunque el proyecto databa de 1908 las obras de construcción no empezaron hasta 1950. Hubo muchos problemas ya desde el inicio y se tuvo que desalojar a 3 aldeas completas, exhumando los cadáveres de los cementerios. Vamos, nada que a nosotros nos sorprenda. Pues será por pantanos y presas en España. La gente, como es natural, no quería irse y dejar sus casas y tuvo que intervenir el Obispo Metropolitano para convencerles. Un edificio de valor, la iglesia del siglo XVIII, fue trasladado al Museo de la Aldea de Bucarest.

Las cifras son impactantes. 1.625.000 metros cúbicos de hormigón; 127 metros de profundidad… Allí trabajaron 15.000 personas día y noche y hubo varios accidentes. Total para conseguir un embalse con 1200 millones de litros de agua.

Bajamos para hacer unas fotos y ver como en los márgenes se acumulan los plásticos sin que nadie los retire.

Seguimos hasta el cercano Desfiladero de Bicaz. Allí bajamos para hacer lo que el programa llamaba “caminata” y que no es más que un paseo entre aquellas enormes gargantas de hasta 300 metros de altura junto al río, caminando en ascenso por la carretera. El paisaje sí es bonito, con abetos y el río discurriendo entre piedras.
Al cabo de pocos minutos andando llegamos a un punto con más puestos de souvenirs y donde nos esperaba el bus. Un corto trayecto por carretera en pronunciado desnivel nos lleva hasta el Lacu Rosu.

Hay algunas leyendas al respecto del nombre del lago, una incluso que habla de la sangre derramada de unos excursionistas o pastores. Es más, incluso uno de los montes se llama Asesino por el mismo motivo.

La segunda leyenda dice que había una vez una chica muy guapa llamada Estera. Un día fue a la localidad cercana de Gheorgheni, donde conoció a un chico muy valiente. Tanto que luchó con un oso y le venció. Y, claro, los dos se enamoraron. El chico le pidió que se casara con él pero la ceremonia no se pudo celebrar porque a él le reclutó el ejército.
Ella le esperó. Días y días. Cada tarde iba a una fuente a coger agua y cantaba canciones tan tristes que hasta las montañas se estremecían.

Un domingo un ladrón la raptó y se la llevó a Suhardul Mic, entre las rocas, donde tenía su casa. Le prometió oro y plata su le daba su amor pero ella no le hacía ni caso así que el ladrón pensó que si no lo hacía por las buenas, lo haría por las malas. Estera gritó a las montañas pidiendo ayuda y éstas, conmovidas, hicieron que estallara una tormenta torrencial que se llevaba todo lo que encontraba a su paso. Las rocas aplastaron a la chica y al ladrón y en el lugar donde se reunieron todas las aguas se formó el lago. Del novio nunca se supo nada.

En el siglo XIX un desprendimiento de tierra taponó el río Bicaz y formó el lago, con multitud de árboles que salen de sus aguas. El lago es francamente bonito y vale la pena llegar hasta allí para verlo. Tiene 9 ó 10 metros de profundidad. Se trata del embalse natural de montaña más grande de Rumanía y su nombre proviene del Paraul Rosu (el Arroyo rojo), que atraviesa capas de tierra roja, con óxidos e hidróxidos de hierro. Éste era el lugar de vacaciones favorito de los rumanos en época comunista.

Nos alojamos en el hotel del mismo nombre, muy cercano, mucho más sencillo que los anteriores (pero debemos tener en cuenta que estamos en la montaña). Hay muchas instalaciones que seguramente en verano están a pleno rendimiento.

La cena tiene lugar en el edificio que hay enfrente pero en el salón de abajo.

Ya que hay por la zona muchos habitantes de origen húngaro nos dan para primer plato un buen gulash. De segundo hay trucha pero a mí, como no como pescado ni marisco, me dan pollo a la plancha. De postre tenemos un bizcocho borracho con nata y nueces.

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GURA HUMOROLOI-PREJMER-CASTILLO DE BRAN- BRASOV

GURA HUMOROLOI-PREJMER-CASTILLO DE BRAN- BRASOV


Localización: Rumania Rumania Fecha creación: 08/06/2018 16:28 Puntos: 0 (0 Votos)
Empezamos la mañana con un desayuno buffet y continuamos camino, dejando atrás el Parque nacional Cheile Bicazului- Hasmas al que pertenecen las Gargantas del río Bicaz y el Lacu Rosu.

Nos detenemos un momento en un puerto de montaña. En esta zona abundan los abetos, arándanos, setas y moras.

Después, ya lejos de la montaña, atravesamos Gheorgheni, ciudad transilvana que data del siglo XIV. Tiene muchas iglesias católicas, una greco-armenia y una ortodoxa. Perteneció al Reino de Hungría en la Edad media y posteriormente entre 1876 y 1918. Entre 1952 y 1960 formó parte de una Provincia autónoma húngara que fue abolida en 1968. Son importantes sus fábricas de madera.

Después pasamos por Miercurea-Ciuc. Estamos inmersos dentro de la zona que recibe el nombre de Tierra Székely, llena de hermosos prados y pueblos con aguas termales con un espíritu húngaro. De hecho incluso los carteles indicativos están escritos en rumano y en húngaro. No se sabe si los székelu son descendientes de los hunos, si llegaron a Transilvania en el siglo V y adoptaron el húngaro como idioma o si son magiares que acompañaron a Atila en sus campañas por la zona de los Cárpatos. En el siglo XVIII el ejército austriaco reclutó a muchos székely a la fuerza. La resistencia hizo que hubiera una importantísima masacre en 1764. Los que quedaron huyeron a Moldavia (la de Rumanía). Cuando Transilvania se unió con Rumanía en 1918 muchos de ellos, unos 200.000 huyeron a Hungría. Aún hoy hay algunas tensiones entre rumanos y húngaros en esa tierra.

Miercurea Ciuc es una ciudad con pocos encantos más allá de su cerveza local y su importante equipo de hockey. Además las temperaturas son bastante extremas. En invierno pueden llegar a los -20 ó 30 ºC.

La fábrica de cerveza Csiki Sör puede visitarse. También tiene un castillo del siglo XVII y un monasterio mandado construir por Juan Hunyadi.

Pasamos también por Tusnad donde encontramos un balneario conocido con el sobrenombre de “La Perla de Ardeal”. Se trata de una zona con gran belleza paisajística (se le llama La pequeña Suiza) y donde se cultiva principalmente la patata y el maíz.
Llegamos luego a Sfantu Gheorghe >(o Sepsiszentguörgy en húngaro). No tiene muchos edificios de interés más allá de un museo de historia y tradiciones székely, un bonito parque y algunos edificios de época comunista.

Atravesamos después Chilieni (donde se supone que hay una iglesia del siglo XIII que sólo vemos anunciada) y Chichis (Kökos en húngaro), que evidentemente no se pronuncia en rumano como en castellano pero que no deja de ser gracioso. Y al fin llegamos a nuestra primera visita del día, la iglesia fortificada de Prejmer. La entrada es de pago (creo que 10 RON) aunque no se paga para fotos.

Lo primero que nos encontramos al llegar a la iglesia es un recinto fuertemente fortificado y muy bien conservado. Esas enormes murallas tienen 4,5 metros de grosor (algunas fuentes dicen que son 8) y son las más infranqueables de la región. Estaba rodeada de un foso y tenía un puente levadizo. También había un túnel secreto por si tenían que salir a buscar más suministros.

La construyeron los caballeros teutónicos a principios del siglo XIII (1212-1213). Atravesamos la puerta de entrada y llegamos a un recinto en el que encontramos varias tiendas. Al fondo, escondidos, están los wc (que no son de pago pero que no huelen demasiado bien. Un edificio amarillo tiene un museo de tradiciones y vestimentas (era el antiguo ayuntamiento). Seguimos por un pasadizo abovedado de unos 100 metros de largo y llegamos a la iglesia, encalada. Toda la muralla que la rodea tiene por la zona interior entre 250 y 270 habitaciones donde la población se resguardaba en caso de asedio y donde se guardaban provisiones. Esas habitaciones están señaladas con un número. Se distribuyen en cuatro pisos unidos por escaleras y balcones de madera. Se puede subir aunque no está totalmente interconectado… Cuidado por donde se pisa porque los tablones de madera no están en buen estado. Algunos están rotos y a otros poco les falta. En una de las estancias hay una antigua escuela y en otras vemos talleres, herramientas tradicionales o algunos muebles antiguos.

Es posible también recorrer el paso de ronda cubierto.

La iglesia en origen era de cruz griega y católica. Luego se amplió, se hizo de cruz latina y se convirtió en evangélica. La que vemos ahora es de estilo gótico. Conserva un tríptico muy antiguo, seguramente (o eso nos cuentan) el más antiguo de Rumanía y un órgano del siglo XIX.

Cerca y en lo alto de un cerro encontramos (la vemos desde el autobús) la fortaleza de Rasnov, también medieval. La construyeron los caballeros teutónicos (como siempre) para protegerse de las invasiones tártaras y turcas. Llaman la atención las letras “Rasnov” en la ladera como si de Hollywood se tratara. Se puede acceder en funicular o a pie y se puede visitar.

Nuestra siguiente visita es el castillo de Bran, el mal llamado castillo de Drácula, a 25 kilómetros de Brasov. Está construido en lo alto de una roca de 200 metros de altura y desde el exterior es impresionante.

Ya expliqué con anterioridad que el castillo de Bran no es el verdadero castillo de Drácula, es decir, que no vivió nunca allí Vlad Tepes. Como mucho pernoctó o estuvo encerrado en alguna de sus celdas.

El castillo se construyó en el sitio donde había una fortaleza de época de los caballeros teutónicos (1212). Se documentó por primera vez en un acta de Luis I de Hungría en 1377 en la que concedía a los sajones de la actual Brasov el privilegio de construir una ciudadela.

Al terminar la Primera Guerra Mundial, en 1920, se firmó el Tratado de Trianon en el que la región de Transilvania se cedió al reino de Rumanía.

Poco después la administración municipal de Brasov decidió regalárselo a la reina María. Ella lo restauró en profundidad y lo convirtió en su residencia de verano. Sin embargo el aspecto medieval no se perdió demasiado con las reformas (aunque se le dotó de comodidades como electricidad o agua corriente).

La reina María le dejó la propiedad a su hija Elena.

Con el comunismo se restauró y se hizo museo. No se devolvió a los verdaderos propietarios, los hijos de la princesa, hasta 2006. El archiduque Dominico puso en venta el castillo por 50 millones de euros y la oferta la aceptó Román Abramóvich, un multimillonario ruso del petróleo, aunque nunca llegó a materializarse la compraventa. En la actualidad sigue perteneciendo a los antiguos propietarios.

Recientemente se ha tasado en 140 millones de dólares, justificados por los ingresos del turismo (es el monumento más visitado de Rumanía). Además se alquila para bodas u otros eventos.

Se le conoce como castillo de Drácula porque sirvió de inspiración a Bram Stoker para situar la morada del conde (a pesar de que, como dije, nunca estuvo en Rumanía). Es más, se ha prohibido hacer un parque temático sobre el personaje literario porque al parecer se le resta atractivo.

La fortaleza está en la frontera de Transilvania y Valaquia. Poco podemos encontrar en el castillo sobre Drácula y mucho sobre la reina María. El castillo está lleno de fotografías de la familia real.

En cuanto a los muebles, no son de la época porque el gobierno comunista los retiró. Los que vemos ahora se pusieron con posterioridad y no tienen el mismo valor aunque dan el pego.

Dejamos el bus en un aparcamiento y vamos caminando y atravesando un mercadillo de recuerdos hasta llegar a las taquillas. La entrada de adulto es de 40 RON y de seniors es de 30 RON. Los estudiantes pagan 25 RON. Es una de las entradas más caras del país.
Nada más atravesar la reja de entrada encontramos una cuesta muy pronunciada que debemos subir para llegar a lo alto del promontorio. La vista del castillo enclavado en la roca es impresionante. Arriba de la cuesta aún nos encontramos con más subida, una escalera muy empinada hasta llegar a la puerta.

Dentro tenemos unas 60 habitaciones amuebladas (y alguna que otra escalera). La zona más medieval seguramente sea una escalera estrecha de piedra que sí que podría haber pisado si no Vlad Tepes sí un caballero teutónico.

En una de las torres se ha dedicado un apartado al voivoda, a los vampiros y a Bram Stoker.

También hay una cámara de los horrores (con piezas tan significativas como la doncella de hierro) cuya entrada es de pago e independiente de la del castillo. Encontramos la puerta abierta y un grupo entramos pero nos echaron rápidamente.

No es una visita demasiado accesible para personas con movilidad reducida aunque es interesante. De todos modos hay tanta gente que resulta mucho mejor verlo por fuera que por dentro. Quizás es porque el aspecto tétrico que uno espera de este castillo se ve mejor desde el exterior.

La mejor fotografía se consigue desde el jardín.

A la salida tenemos un poco de tiempo libre y aprovechamos para comprar unos quesitos de oveja, pequeñitos pero por lo menos no salados, por 2 euros.

Comimos en un restaurante cercano. Nos dieron sopa de verduras con gusto a gulash, sarmale (col rellena de carne picada- un plato tradicional-) con polenta, salsa de yogur y plum cake.

Después de 30 ó 35 minutos llegamos a Brasov. Las letras tipo Hollywood nos dan la bienvenida.

Esta zona ha estado habitada intermitentemente desde el año 100 a.C aunque la ciudad como tal fue fundada en el año 1211 por los caballeros teutónicos en el lugar donde había un antiguo poblado dacio. Uno de los antiguos nombres de la ciudad fue el de Corona y es lo que aparece en el escudo, una corona en un abeto. El motivo es que según la leyenda la ciudad se fundó en el lugar donde una corona cayó sobre un abeto.
Fue creciendo y se convirtió en una importante colonia mercantil alemana de nombre Kronstadt. Los sajones fueron los que levantaron las bonitas casas e iglesias que vemos hoy en día. En cuanto a los rumanos, habitaban extramuros, en una zona llamada Schei.
La ciudad ha sido testigo de masacres, incendios y una importante revuelta contra los comunistas en 1989. Hoy es una de las ciudades más bonitas y visitadas de Rumanía.
En época comunista en Brasov había fábricas de tractores, camiones y helicópteros. También hay fábricas de productos lácteos (me recomendaron los yogures que se hacen allí cuando volvía en avión a Barcelona), una marca alemana de embutidos, otra de chocolate, una sede de Colgate e industria maderera. Además cuenta con una universidad con unos 12.000 ó 13.000 alumnos.

A la entrada a la ciudad vemos la iglesia de San Bartolomé, del siglo XIII. Era una iglesia evangélica pero ya no está en uso.

Bajamos con el autobús por la calle Lunga que, como su propio nombre indica, es larguísima, y al fondo ya vemos las letras de Brasov en lo alto de la colina.
La ciudad, cómo no, también tiene su barrio comunista, que se construyó para los trabajadores de las fábricas que se hicieron en la época.

Dejamos el autobús y nos encontramos con un recinto amurallado (aunque no se conserva en su totalidad; desde la llegada de los sajones en el siglo XII la ciudad fue atacada varias veces por los turcos y fue por ello que se creyó necesario construir una muralla- siglo XV-). Pasamos junto a la Puerta de Schei, la entrada que daba paso del barrio del mismo nombre, donde vivían los rumanos como he dicho a la ciudad propiamente dicha. Los rumanos sólo podían usar esa puerta. La vemos muy nueva y no es extraño puesto que fue destruida por un incendio y tuvo que ser reconstruida en 1827. Su aspecto actual es el de una especie de arco del triunfo (salvando las distancias, claro), con el arco central más ancho para que pasen los coches y dos laterales en las aceras para los peatones.

Seguimos hacia la izquierda, hacia un pequeño jardín donde la gente de la ciudad se sienta a tomar el fresco, y no tardamos en llegar a la Puerta de santa Catalina, de 1559. Es preciosa con sus tejados en punta de tejas rojizas aunque muy bajita. Lo cierto es que tendría que haber sido una torre pero se hundió. La mandó realizar el gremio de los sastres y es la única que se mantiene de esa época. Formaba parte de una estructura más grande que no se conserva. Las cuatro torretas que tiene encima significan que el ayuntamiento tenía autonomía judicial y podía condenar a muerte. Sobre la puerta vemos el escudo de la ciudad, el abeto invertido con la corona encima.

Empezamos a adentrarnos en la ciudad y no tardamos en pasar por delante de una sinagoga. Está algo metida y está construida en ladrillo rojo con un aire neogótico. Data de principios del siglo XX (los judíos llegaron a Brasov a finales del siglo XIX).
Pasamos por delante de casas históricas y no tardamos en encontrar la calle de la Cuerda (bajando a la derecha), el callejón más estrecho de la ciudad. Su nombre en rumano es Strada Sforii y algunos dicen que es la calle más estrecha de la Europa del este. No sé si será cierto porque en otras ciudades, Praga por ejemplo, las hay también. La calle no está indicada así es que podría ser que uno se la pasara. Tiene el suelo de adoquines y las paredes de un color amarillento (llenos de graffitis). La primera vez que se habla de ella en un documento es el siglo XVIII y era el acceso para los bomberos (que, evidentemente, no podían ir de dos en dos). Mide 80 metros de largo y entre 111 y 135 centímetros de ancho.

Seguimos camino por la calle Hans Benkner y no tardamos en encontrar el monumento más famoso de Brasov, la Iglesia Negra, que es la iglesia gótica más grande de Rumanía. Fue construida entre 1383 y 1477 y destruida en gran parte tras la primera invasión turca en 1421. El nombre que tiene actualmente se debe a un incendio que tuvo lugar en 1689 que dejó ennegrecidas las paredes. El interior es de una gran belleza, con sus pórticos de estilo gótico y las galerías de estilo barroco; las estatuas, la pintura mural y los asientos del siglo XVII y primera mitad del XVIII.

En la plaza que hay delante vemos la estatua de Johannes Honterus. Fue un humanista y teólogo sajón del siglo XVI. Nació en Brasov, estudió en Viena y Cracovia, donde publicó sus primeros libros. A él se le debe el primer mapa de Transilvania.

Conoció las ideas protestantes y fundó una escuela local de gimnasio humanista (que aún funciona) además de crear una imprenta. Fue quien introdujo el luteranismo en la zona.
Enfrente está el Instituto que lleva su nombre y que preferentemente acoge a chicos de origen alemán. La actual biblioteca era la casa del párroco.

En cuanto a los agujeros que vemos en las piedras de la fachada, cualquiera que sepa un poco de arquitectura en siglos pasados sabrá que son de los ganchos para subirlas al hacerse la construcción.

Después del incendio que la asoló hubo grandes problemas para rehacer el techo. Lo que llama más la atención quizás, además de sus paredes negras, son las modernas pinturas de los cuatro evangelistas que hay en la torre del reloj. Son demasiado llamativas y parecen algo fuera de lugar.

Una vez visto el exterior, vamos al interior. La guía paga la entrada y nos advierte que dentro no se pueden hacer fotos.

Llama la atención el púlpito, con una imagen policromada que representa a Moisés con las tablas de la ley y que data del siglo XVII. Y también los tapices de Anatolia de los siglos XVII y XVIII, que constituyen una de las colecciones más ricas de Europa (tapices que trajeron los comerciantes alemanes) Pero uno de los mayores atractivos de la Iglesia Negra es el inmenso órgano de 4000 tubos construido entre 1836 y 1839, que es uno de los órganos más grandes de Europa. En verano hay un ciclo de conciertos.

Vemos también los asientos de los gremios, que se sentaban por zonas según su importancia. Los más desgraciados eran los jaboneros (por eso de que la higiene no estaba a la orden del día).

Otras cosas que podemos ver dentro de la iglesia son un cuadro que representa a Honterus convenciendo al Consejo para pasarse al luteranismo o una pila bautismal del siglo XV con forma de campana.

Pasando por la puerta que queda a la derecha de la nave encontramos una pintura que es un milagro de la iglesia. Representa a la Virgen con el niño sentada en un trono y acompañada de santa Bárbara y santa Catalina. Se dice que la Virgen se quedó con el vestido de color negro después del incendio a pesar de que se restauró la pintura. Nada de milagros y vírgenes enlutadas por el desastre. Seguramente se quedó así por el material que se usó para pintarlo.

Vemos también un escudo de Matías Corvino, el gran rey húngaro del renacimiento, y de su esposa.

También se conserva un buen conjunto de lápidas.

Saliendo de la iglesia nos dirigimos a la plaza más importante de la ciudad. En la antigua Plaza del Ayuntamiento (Piata Sfatului), constuída por los sajones, pueden admirar impresionantes edificios barrocos con fachadas ricamente decoradas; a ella se accede por la calle Republicii, una importante arteria peatonal llena de tiendas y gente. Esta plaza es el típico sitio para sentarse a tomar el fresco (o el sol) en un banco o en alguna terraza. Encontramos la torre del antiguo ayuntamiento (Casa Sfatului, de 1420), un destacado edificio de arquitectura sajona, que se encuentra en el centro de la plaza y que alberga el Museo de Historia Brasov.

Su torre se llama Torre del Trompetista y se usaba en la Edad media para vigilancia de la ciudad.

El tejado de la torre del antiguo ayuntamiento es de tejas negras y doradas y acaba en un bulbo sobre el que hay una bola dorada y encima una estrella, también dorada. En la fachada vemos el escudo de la ciudad.

Delante del edificio se han colocado algunas fotos de la antigua familia real, sobre todo de la reina María, que vale la pena ver.

Por la plaza vemos también algunos tenderetes. Aprovechamos para comprar en uno de los puestecitos un dulce que se ve por varios países de Europa y que nunca antes nos habíamos lanzado a comer, el kürtoskalács (también llamado pastel de chimenea). Se trata de un postre típico húngaro que se cocina en un pincho que se pone sobre el fuego. Adquiere una forma redondeada y alargada, como de cilindro. Para comerlo se van cortando tiras. Los hay de varios sabores y, aunque debe engordar mucho, está francamente bueno.

En la misma plaza vemos muchas casas de época. Podemos destacar entre otras la casa Hirscher, haciendo esquina, de 1545. Era el mayor edificio de Brasov en su época y la mandó construir una señora que se llamaba Apollonia Hirscher, viuda de un antiguo alcalde de la ciudad y mercader, de vino para que los comerciantes pudieran hacer sus negocios son mojarse si llovía.

La plaza en su conjunto es encantadora, con sus casas de colores y hasta una iglesia ortodoxa (tienes que entrar un poco para dar con la puerta principal).

En lo alto vemos la fortaleza, del siglo XVI. En época comunista fue cárcel, luego un hotel con restaurante y posteriormente se vendió al ayuntamiento por 5 millones de euros. Se está investigando por una presunta trama corrupta.

En cuanto al sitio donde están las letras, es el monte Tampa. Es visible desde toda la ciudad y a él se accede (no a todas horas) con un funicular. Allí arriba el amigo Vlad empaló a unas cuantas personas. Y, hablando de historias, también el flautista de Hamelin trajo a la ciudad a los niños que se llevó de sus casas.

En nuestro tiempo libre fuimos a dar un paseo por lo que queda de las antiguas fortificaciones. Volvimos a subir hasta la puerta de Schei y empezamos a ver algunos tramos de muralla. No se conserva entera puesto que, como pasó en otras ciudades del mundo, se derribaron para ensanchar la ciudad.

Encontramos varias torres como la Negra o la Blanca y el bastión de los tejedores (en lo alto). Atravesamos el Bastión del Graft, llamado así por el canal artificial que pasa junto a la colina. Data del siglo XVI aunque restaurado en el siglo XVII y servía para asegurar las comunicaciones de la Torre blanca, situada arriba, con la fortaleza.

Continuamos el camino y llegamos a la delegación del gobierno.

Damos la vuelta y regresamos, no sin antes pasar por una iglesia católica, al viejo ayuntamiento, donde cogeremos el bus.

Nos dirigimos al hotel, de 3 estrellas aunque con una habitación triple enorme y distante del centro de la ciudad unos 20 minutos caminando.

La calle peatonal Republicii nos lleva a pasar por delante de una cruz de madera que es un monumento a las víctimas de la Revolución de 1989. También vemos un parque público con un cementerio, con sus lápidas y todo. Es el cementerio de los héroes, víctimas de la revolución.

La ciudad también cuenta, para quien vaya con tiempo, con varios museos.
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comment_icon  Últimos comentarios al diario RUMANÍA: DRÁCULA, PAISAJES Y MONASTERIOS PINTADOS
Total comentarios: 3  Visualizar todos los comentarios
Imagen: Luchino  luchino  09/06/2018 12:09   📚 Diarios de luchino
Veo que ya pones fotos, me alegro mucho, aunque algunas estén giradas.
A mi también me costó aprender, no creas.
Felicidades por tus curradisimos diarios.
Imagen: ALFMA  ALFMA  12/06/2018 16:27
Ctello muy buena información que algún día cuando me decida a visitar esta zona me vendrá muy bien. Te dejo las 5*. Un saludo!!
Imagen: Marimerpa  marimerpa  15/06/2018 11:19   📚 Diarios de marimerpa
Un diario muy completo, gracias por compartirlo.
En cuanto a las fotos, veo que algunas te salen giradas, y en otras tienes código [img] de sobra. ¿Por qué no las subes desde la galería? Una vez las tienes en las galerías, solo tienes que insertarlas en el texto, como te he hecho yo en la primera etapa.
Saludos.
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Fecha: Jue Ago 14, 2025 12:22 pm    Título: Re: Viajar a Rumanía: Dudas, que ver, rutas

Muy de acuerdo, a nosotros nos gustó mucho, si puedes, visitala
Terraza79
Imagen: Terraza79
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24-06-2023
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Fecha: Jue Ago 28, 2025 09:53 am    Título: Re: Viajar a Rumanía: Dudas, que ver, rutas

Ya tenemos ruta, más o menos. Finalmente llegamos y nos vamos desde el aeropuerto de Cluj-Napoca, así nos centramos en la zona de Transilvania sin tener que salir de Bucarest. Martes 9: Cogemos el vuelo y llegamos a las 00.05 hora local(ya miercoles). Directos al hotel a dormir. Hemos cogido hotel cerca del aeropuerto para así por la mañana ir al aeropuerto y coger coche de alquiler. Miércoles 10: De Cluj-Napoca vamos a Sibiu, y de camino visitar la Salina Turda, y Alba Iulia. Dormir en Sibiu. Jueves 11: Visitar el Museo Astra en Sibiu, y marchar hacia Brasov. Dormir en...  Leer más ...
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27-02-2012
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Fecha: Jue Ago 28, 2025 11:46 am    Título: Re: Viajar a Rumanía: Dudas, que ver, rutas

@Terraza79 igual nos vemos....

El 15, yo pasaria el día Cluj si no lo conoces ya. Al norte, no muy lejos, hay un par de castillos en Rascruci. Al este hay una zona de lagos que dicen que es bonita y tiene una fortificación (Lapustesti)
IGUAZÚASTURIAS
Imagen: IGUAZÚASTURIAS
Travel Addict
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09-01-2011
Mensajes: 85

Fecha: Mar Sep 02, 2025 05:13 pm    Título: Re: Viajar a Rumanía: Dudas, que ver, rutas

Hola a todos...dónde me aconsejais cambiar diero en Rumanía,merece la pena el cambio fuera de aeropuerto, es mejor pagar con tarjeta sobre todo en gasolineras y bares? Gracias
javiky13
Imagen: Javiky13
Dr. Livingstone
Dr. Livingstone
27-02-2012
Mensajes: 6646

Fecha: Mie Sep 03, 2025 01:17 pm    Título: Re: Viajar a Rumanía: Dudas, que ver, rutas

IGUAZÚASTURIAS Escribió:
Hola a todos...dónde me aconsejais cambiar diero en Rumanía,merece la pena el cambio fuera de aeropuerto, es mejor pagar con tarjeta sobre todo en gasolineras y bares? Gracias

Si tienes una tarjeta tipo Revolut, seguro que es lo mejor para pagar.
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