DE MALTESERÍA: UNA SEMANA VISITANDO MALTA EN AUTOBÚS ✏️ Blogs de MaltaViaje de una semana a Malta en junio de 2018. Visitamos las 3 islas maltesas y combinamos playa, con ciudades amuralladas y calles con encanto, templos megalíticos, catacumbas y barbacoas.Autor: Marimerpa Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (31 Votos) Índice del Diario: DE MALTESERÍA: UNA SEMANA VISITANDO MALTA EN AUTOBÚS
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Etapas 4 a 6, total 9
El lunes planeamos ir a conocer La Valeta, la capital de Malta. Era el día que peor previsión meteorológica había, de hecho, la noche anterior ya se veían relámpagos a lo lejos. Nos montamos en el autobús nº 31 y empezó a llover. Pero mucho, las calles parecían ríos. Menos mal que estábamos dentro del autobús (pasando frío, llevan el aire acondicionado a tope). En algún momento dentro del autobús me di cuenta de que me había olvidado la cámara de fotos en el apartamento, ¡vaya cabeza! Ese día me tocó hacer todas las fotos con el móvil.
Los autobuses en La Valeta llegan a la Fuente del Tritón. Nada más bajarnos nos fuimos directos a la Concatedral de St John, para verla antes de que se llenase hasta los topes. La entrada cuesta 10 euros, con audioguía incluida. La catedral por fuera no dice mucho, pero su interior es muy bonito, muy barroco, con decoración hasta el último detalle. Nos llamaron la atención las lápidas del suelo, todas en mármol de colores, como veríamos en otras iglesias maltesas. Fuimos siguiendo la audio guía, que nos explicaba todas las capillas, el techo de la nave central,… en algunas descripciones era muy pesada, yo la dejaba hablar y me dedicaba a hacer fotos (con el móvil). Poco a poco se iba llenando y, mientras que al principio nos movíamos libremente, cada vez nos costaba más. Para entrar en la sacristía tuvimos que hacer cola hasta que salió un grupo. Lo más importante de esta sala son dos cuadros de Caravaggio. Fuente: Wikimedia Commons Cuando ya salíamos vimos otra cola, que era para subir al balcón para contemplar la iglesia desde arriba. Terminamos la visita a las 11:45, había salido el sol, y nos fuimos a los Upper Barraka Garden, para ver la salva de cañón que hacen todos los días a las 12 y a las 16 horas (solo verano) desde la Salutting Battery. Cuando llegamos estaba el balcón hasta la bandera, así que no vimos el cañonazo, aunque lo oímos. Paseamos un poco por el jardín hasta que se fue todo el mundo y nos asomamos al balcón a contemplar las vistas, de la batería de cañones con las 3 ciudades de fondo. Desde luego, tenía que ser difícil tomar la bahía, ya que estaba totalmente fortificada. Volvimos de nuevo a la calle principal y paseamos por la ciudad sin prisas. Nos comimos nuestros primeros pastizzi, que nos sirvieron de aperitivo para matar en hambre. Probamos de queso, de guisantes, de pollo y de espinacas, los primeros, más tradicionales, a 30 céntimos, los segundos a 40 céntimos. Todos muy buenos, calentitos, que entraron de vicio con una cerveza a la sombra. Muy ricos, pero una bomba de grasa,… Continuamos caminando hacia el Fuerte de San Telmo, al que no entramos. Subimos al Memorial de la Campana, con preciosas vistas, y después a los Lower Barraka Gardens, con vistas de las 3 ciudades y del puerto de La Valeta. Aquí nos sentamos un rato en un banco a la sombra a descansar con buenas vistas. Nuestro paseo por La Valeta nos llevó a la Plaza de la República, donde está la sede del gobierno de Malta, y el ayuntamiento. En una plaza aledaña, muchas terrazas a la sombra. Curioseando nos metimos en un pequeño jardín en el patio de uno de los edificios, junto al Museo de Arqueología. Seguimos paseando por calles con balcones de colores y cabinas telefónicas rojas. Entramos a comer en el Café Jubileé que, en general, no nos gustó mucho. Pedimos pasta con salmón y calabacines rellenos. La pasta no estaba muy buena, y el servicio fue muy lento. Después de comer recorrimos la parte oeste de la ciudad. Pasamos por la Catedral anglicana de St. Paul y entramos a la iglesia Carmelita. De ahí bajamos al puerto (menudas cuestas hay en esta ciudad), por calles con más balcones, algunas de un solo color, otras con balcones multicolor. Al otro lado se veía Sliema y delante la isla de Manoel, también fortificada. Subimos unas escaleras hasta los jardines de Hastings, en los baluartes de las murallas. Desde ahí se aprecia la enorme anchura y la disposición de las murallas. Habiendo visto los fuertes que la rodean por agua, y las murallas que la cierran por tierra, parece que La Valeta era inexpugnable. Después bajamos a ver mejor las calles más cercanas a la entrada de la ciudad, que por la mañana habíamos recorrido con prisas por la lluvia y por llegar pronto a la catedral. Así, pasamos por el moderno edificio del Parlamento, varias iglesias, y los cuarteles de las tropas castellanas e italianas. Habíamos pensado ir por la tarde en ferry a 3 ciudades, pero ya era tarde y estábamos cansados. Así que nos fuimos a coger el autobús. Nos costó un poco encontrar el sitio de dónde salían los autobuses a Bugibba, pero una vez lo encontramos pasaron varios en pocos minutos. Una hora más tarde estábamos en nuestro alojamiento. Esa noche nos fuimos a ver el partido de España en el Mundial de Fútbol a un pub que se llama Misty Blue, con muchas pantallas repartidas por todo el local, donde ponían los dos partidos que se jugaban ese día a la vez. Cenamos allí mismo una pizza, bastante rica, y unas cuantas cervezas. Cuando terminó el partido nos fuimos a dar una vuelta por el paseo marítimo antes de volver al apartamento. Imagenes relacionadas Etapas 4 a 6, total 9
MDINA, RABAT Y MOSTAVisita a Mdina, la antigua capital de Malta. Una ciudad amurallada para pasearla. También Rabat, donde están las catacumbas de San Pablo. Y de regreso paramos en Mosta para ver la rotonda con su gran cúpula.
Ese día lo dedicamos a conocer Mdina, la antigua capital de Malta, y su vecina Rabat. Cogimos el autobús 181, que nos dejó en la parada de Rabat en 45 minutos. Primero visitamos Mdina, ciudad amurallada y con mucho encanto. Justo enfrente de la parada de autobús está la puerta principal de la muralla, muy decorada, famosa por haber salido en la primera temporada de Juego de Tronos como Desembarco del Rey.
Una vez cruzaamos la puerta, que es bonita también por dentro, a la derecha encontramos un palacete que hoy alberga el Museo de Historia Natural, al que entraba un grupo de escolares, y a la izquierda la Oficina de Turismo, donde nos dieron un mapa de la ciudad (el único que no nos habían mandado a casa). En este mapa viene señalado un itinerario a seguir, pero la ciudad es pequeña y no es fácil perderse por ella. En nuestro paseo por las calles de Mdina encontramos mucho palacetes, casas impresionantes y rincones con mucho encanto. Visitamos la Catedral de San Pablo, de estilo barroco, como casi toda la ciudad, ya que un terremoto en el siglo XVII destruyó buena parte de los edificios de la ciudad, que fueron reconstruido en el estilo predominante de la época. La entrada a la catedral cuesta 5 euros, y se compra en el museo catedralicio, incluido también en la entrada. En su interior destacan las pinturas y las lápidas del suelo de mármol, igual que en la catedral de San Juan de Malta. En general nos gustó mucho la visita, aun siendo la "hermana pequeña" de la que habíamos visto el día anterior. Después visitamos el museo catedralicio, en el cual no llevaba puestas muchas esperanzas, puesto que no soy muy aficionada al arte sacro. Pero me sorprendió para bien, algunas de las piezas expuestas eran impresionantes. Lo que más nos sorprendió fue una gran colección de monedas, de abarcaban desde la época fenicia, pasando por monedas de todos los emperadores romanos, hasta casi nuestros días. Nuestro paseo nos llevó a un mirador sobre la muralla, en la que se veía casi todo el norte de la isla de Malta. Hacía un viento desagradable, pero la vista era muy chula. El resto del rato lo dedicamos a pasear por las calles estrechas de Mdina, donde encontramos rincones preciosos. Entramos en la iglesia de las Carmelitas, toda la ciudad (todo el país, diría yo) está lleno de iglesias, y merece la pena asomarse. Esta iglesia en concreto era muy bonita. Dimos por terminada nuestra visita a Mdina y nos dispusimos a visitar la vecina Rabat, que es la ciudad que creció extramuros. Pero antes de seguir con el turisteo nos paramos en una pastizzería muy famosa, el Crystal Palace. Allí nos probamos sus pastizzis, de queso, guisantes, pollo y anchoas. Por apenas 30 céntimos cada uno. Ya que estábamos medio comidos decidimos terminar y probamos también las qassatat, muy ricas, casi me gustaron más que los pastizzis, ya que la masa no tiene tanta grasa. Por supuesto, pedimos unas Cisk para acompañar, y también compramos unos pastelitos rellenos de dátiles que nos llevamos al apartamento porque con los pastizzis y qassatat quedamos llenos, y que estaban buenísimos. Con la barriga llena nos fuimos a ver Rabat. Lo principal que queríamos ver eran las Catacumbas de San Pablo, pero hasta llegar allí pasamos por rincones muy bonitos. La ciudad estaba engalanada y adornada para la festividad de San Pablo, que era esa semana. La iglesia dedicada a este santo también estaba decorada con multitud de bombillas. No la pudimos visitar por dentro puesto que estaba cerrada. La entrada a las catacumbas de San Pablo cuesta 5 euros. Nada más entrar hay un centro de interpretación donde te cuentan algunos datos históricos sobre los enterramientos en la época, posteriores usos de las catacumbas, … Y después ya se sale al patio donde se empiezan a visitar las catacumbas. Hay un total de 23, a ambos lados de la calle. La más impresionante es la primera que se visita, que es la más grande, un auténtico laberinto, donde hay que tener cuidado con darse con la cabeza en los techos. El resto de catacumbas son más pequeñas, en algunas solo se puede bajar la escalera y no tienen acondicionado caminar por ellas. Hay algunos pequeños centros de interpretación por todo el recinto, en el que te cuentan más cosas sobre las catacumbas. Al final acabamos un poco cansados de subir y bajar escaleras, y nos dio rabia que algunas cosas que te cuentan al final solo se ven en la primera catacumba, nos hubiese gustado leerlas antes. En general la visita nos gustó mucho. Ya cansados nos fuimos a la parada de autobús. Ese día parecía relajado a priori, pero acabamos muy cansados. De camino nos paramos en Mosta, para ver la iglesia de la gran cúpula que se ve desde casi toda la isla. Ya por fuera impresiona por su tamaño, es impresionantemente grande. No te haces idea el tamaño hasta que estás en el pórtico y ves el tamaño de las columnas. Es famosa por ser la iglesia más grande de Malta y por tener una de las cúpulas sin soporte más grandes del mundo. La entrada cuesta 2 euros. Por dentro no me impresionó tanto, aunque merece la pena ver la gran cúpula de 140 metros de diámetro. Durante la Segunda Guerra Mundial, en el año 1942, una bomba alemana cayó directamente sobre la cúpula sin explotar, cuando había unas trescientas personas en la iglesia. Fue considerado un milagro, y la bomba puede verse expuesta en la sacristía de la iglesia. Justo enfrente de la iglesia cogimos el autobús que nos llevó de vuelta a Bugibba. Compramos una timpana, que es una especie de empanada de macarrones, y esa noche cenamos en el apartamento. Después nos tomamos unas cervezas en el pub viendo el final de los partidos del mundial y dimos un paseo antes de dar el día por terminado. Imagenes relacionadas Etapas 4 a 6, total 9
ISLA DE GOZOExcursión a Gozo por libre. Visitamos la ciudadela de Rabat (Victoria), Dwjera, donde estaba la Ventana Azul y los templos de Ggantija.
Ese día lo dedicamos a conocer un poco de la isla mediana de Malta. Me hubiese gustado quedarme al menos una noche en Gozo, pero por logística era más cómodo alojarnos las 7 noches en Malta y visitar lo que pudiésemos de Gozo en un día.
Nos montamos en el autobús 221, que lleva a la terminal de ferry de Cirkewwa, en el norte de la isla. Se supone que tarda unos 45 minutos, y nuestra intención era coger el ferry de las 9, por lo que cogí el autobús que nos dejaba allí a las 8:45. Ese era el plan, pero el autobús, entre el tráfico, y que estaba más quemado que la pipa de un indio y nos adelantaban todos los autobuses, llegó a la terminal a las 9:02. Así que nuestro gozo en un pozo. Nos tocó esperarnos al siguiente ferry, a las 9:45. Mientras, aproveché para comprar el billete (4,65 euros i/v). Se puede comprar tanto a la ida como a la vuelta, pero solo te lo piden en el ferry de vuelta. Nos vino bien tenerlo comprado, porque para el ferry de vuelta llegamos con poco tiempo y pasamos directamente con el billete ya comprado. Hay que verle el lado positivo... El trayecto dura unos 25 minutos. Se hace entretenido con las vistas de la isla de Comino. Fuimos en la parte de arriba todo el rato, hasta que nos cansamos, porque el viento era bastante desagradable. Cuando llegamos al puerto de Gozo nos dirigimos a la parada del autobús. Mientras esperamos varias empresas de autobuses turísticos nos ofrecieron sus servicios, pero decidimos no cogerlos, dado que la frecuencia de estos autobuses es de 45 minutos, cuando el transporte público oficial es entre 45 minutos y una hora, y ya lo teníamos incluido en la Explore Card. Cogimos el 323 hasta Victoria, la capital de la isla de Gozo, también conocida como Rabat. Nos dirigimos a la Ciudadela, totalmente amurallada. Dedicamos unas horas a recorrerla, paseando por sus calles, sus miradores, admirando sus murallas y paisajes... Una de las cosas que más nos llamó la atención fue la visita a los silos, a los que se accede por un túnel que los conecta. Es una sensación rara de estar metido dentro de una tinaja, literalmente. Ese mismo túnel conecta con los búnkeres de la Segunda Guerra Mundial y con una batería de cañones. Uno de los edificios más importantes de la ciudadela es su catedral, que no visitamos, pues por fotos vimos que era muy del estilo a las que habíamos visto los días anteriores, y con el retraso de esa mañana íbamos cortos de tiempo. Después de recorrer casi todas sus calles dejamos la ciudadela, y nos fuimos a ver la Basílica de San Jorge, pero estaba cerrada. Por el camino pasamos por calles llenas de puestos de mercadillo, de ropa y comida. Se veía mucha animación por las calles de Victoria, que también estaban decoradas para la celebración de San Pablo. Volvimos a la parada de autobuses, y como aún quedaba tiempo para que saliera nuestro autobús, paramos en una pastizzería, donde nos compramos dos qassatat, de espinacas y de pollo, buenísimas, y una "empanada de hamburguesa con salsa de mango", muy buena también, que nos tomamos con una cerveza. El autobús 311 nos llevó a Dwjera, en el oeste de la isla, donde estaba la Ventana Azul, que se cayó en 2017 debido a una tormenta. Nuestra idea era ver el paisaje y bañarnos allí, que nos habían dicho que era una buena zona para snorkel. Pero el día estaba muy ventoso, las olas golpeaban con fuerza contra las rocas, así que de bañarse nada. Pero aquello era un espectáculo, nos quedamos un buen rato disfrutando de él desde varios puntos de vista. No me extraña que se cayera la ventana, con la fuerza que golpea el agua. Aún sin la ventana la zona es muy bonita, tiene unos acantilados muy chulos. Allí también hay un curioso mar interior, desde donde salen barcas para recorrer la zona los días que el mar está tranquilo. Aquí sí que había gente bañándose, pero también estaba movido, y el sitio era pequeño, así que decidimos no bañarnos. Esperamos a que llegase el siguiente autobús a Victoria y desde allí tomamos el 307 que nos llevaba a los templos de Ggantija. La idea inicial era ir a Ramla Bay, una playa de arena al norte de la isla. Pero viendo el día ventoso que estaba, cambiamos a un plan más de secano e interior. El conductor del autobús nos jugó una mala pasada y nos dijo que nos bajáramos en una parada en la que los templos quedaban lejos. Buscamos en Google la ubicación de los templos y fuimos andando hasta allí, para descubrir que la entrada la habían cambiado de sitio y tuvimos que caminar otro rato. Cuando por fin llegamos, faltaban 10 minutos para las 16:00, hora a la que la entrada es más barata porque solo se visitan los templos, no el molino que hay al lado. Así que esperamos esos 10 minutos y entramos. Estos templos se construyeron entre el 3600 y el 3200 a.C., antes que Stonehenge y fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El nombre Ġgantija proviene de la palabra ġgant, que en maltés significa “gigante”, ya que los habitantes de Gozo pensaban antiguamente que los templos los construyó una raza de gigantes, debido al tamaño de los bloques de roca caliza que lo forman. Algunos superan los cinco metros de longitud y pesan más de cincuenta toneladas. Antes de visitar los templos se pasa por un museo interpretativo donde te ponen en situación, te explican distintas teorías históricas sobre su origen y se exhiben réplicas de algunas de las estatuillas encontradas en los templos. Todo muy didáctico. En los templos, además, hay paneles donde se explican algunos de los detalles que se pueden ver. Delante de los templos hay una gran terraza, con buenas vistas del sur de la isla y de una pequeña meseta donde también se han encontrado asentamientos prehistóricos. Una visita muy interesante, aunque a mí me gustaron más los templos que vimos al día siguiente. Quizá estos tengan más valor histórico, pero en los templos de Hagar Qim y Mnajdra se ven las estructuras más enteras. Además, algunas de las cosas que te explicaban tenían que ver con la vegetación, que en verano no estaba en su mejor momento. Nos montamos en el autobús 322, que nos dejó en el puerto 10 minutos antes de la salida del ferry. Como ya teníamos los billetes, solo tuvimos que pasar el torno para embarcar. una vez en Malta, el autobús 221 nos llevó a Bugibba, esta vez sin retrasos. Cansados, esa noche nos quedamos en el apartamento y no salimos. La verdad es que visitar Gozo en un día desde Malta es un poco paliza, para otra vez quizá consideraría la idea de hacer alguna noche allí. Imagenes relacionadas Etapas 4 a 6, total 9
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