Cómo sobrevivir a Thanksgiving y Black Friday en Nueva York ✏️ Blogs of USA

Sí, hoy también nos despertó antes el jetlag, así que después de desayunar en el hotel (un día hemos durado dando los buenos días en inglés, nos calan enseguida), cogimos el metro hasta Rockefeller para subir a mi mirador favorito: ¡Top of the Rock! Para hacer tiempo, nos dimos una vuelta por la zona de la pista de hielo (el árbol todavía estaba cubierto por andamios), las tiendas del propio edificio, y cuando llega nuestra hora nos acercamos a la entrada para recibir la noticia: hay niebla muy espesa y baja, por lo que la visibilidad es prácticamente nula. Nos ofrecen cambiar la hora para subir en la taquilla o subir igualmente, pero preferimos reestructurar el día y disfrutar del TOR más tarde.

Así que en vez de irnos hacia Chelsea, nos quedamos por la “zona”: paseando por la 5ª, St Patrick, Grand Central Station, el impresionante vestíbulo del Chrysler, la sede de la ONU, el Flatiron, etc…


Hasta que llegó la hora de comer y decidimos probar las recomendadísimas hamburguesas de Jackson Hole (521 3rd Avenue). Y todo sea dicho, tienen bien ganada la fama!

Desde allí nos pusimos en marcha de nuevo hacia el Top of the Rock y esta vez sí, ¡subimos! Durante el día se había despejado bastante el día, pero es cierto que se notaba una pequeña neblina, pero a mí, si lo juntamos con el atardecer que estaba empezando (cogimos la última hora antes del suplemento por sunset, en noviembre 14:45), me siguen encantando las vistas:


La panorámica que había antes hacia Central Park ahora está entorpecida por dos nuevos rascacielos que están construyendo, tal que así :


En esta visita, solo subí a este mirador porque en el viaje anterior subí a los 3 (Empire State Bld, One World y TOR) y fue el que más me gustó, y sigue sin decepcionarme.

Al bajar hicimos algunas compras (Nintendo World ), planteamos entrar a la nueva tienda FAO: Schwarz pero había una fila enorme para entrar y nos dijeron que estimaban 45min-1h. Así que, como llegaba nuestra amiga, cogimos el metro para esperarla en el hotel y que dejase sus cosas. Y nos dimos cuenta de algo, ¿sabéis esa sensación de que son las 12 de la noche y en realidad son las 6 de la tarde? Pues unir jetlag con que anochezca pronto no ayuda.

Para esta noche teníamos reserva en BathTub Gin , o lo que es lo mismo, un speakeasy. Investigando sitios a los que salir alguna noche, di con este concepto y nos encantó a todas. Estos “antros” están ambientados (hay muy pocos reales ya) en la Ley Seca, en la que la gente se reunía en bares secretos a beber. En Nueva York hay muchísimos por toda la ciudad, en los que tienes que entrar a través de una lavandería o marcando un número en una cabina de teléfono, pero nosotras elegimos este porque unía dos cosas:

-> Es un speakeasy y por tanto, la entrada se hace desde lo que por la calle parece una cafetería normal y corriente.
-> Los lunes por la noche tienen bandas de jazz en directo.

Y es que sí, queríamos ver jazz, pero no tanto como para pagar 20 dólares de entrada + las consumiciones dentro, que es lo que ocurre en muchos bares especializados. Reservamos a través de su web para asegurarnos una mesa, y después de tomarnos una cerveza por el camino para hacer tiempo, llegamos media hora antes de que empezase el show. Pequeña observación: no hace falta dejar los abrigos en el ropero aunque parezca que sí, nosotras pagamos la novatada!

Entramos y… ¡estábamos en otra época! Sillones bajos de piel, iluminación con velas, y un montón de ambiente entre conversaciones y cocteleras. Como no habíamos cenado nada, pedimos 2 entrantes para compartir y, mientras empezaba el concierto, un gintonic cada una. En nuestro caso, una mujer cantaba versiones de clásicos acompañada por una banda jazz, y la verdad es que nos gustó mucho. A mí me recordaba a Scott Bradley & Postmodern Jukebox, que no sé si los conocéis pero son de ese estilo. Igual si vas buscando jazz 100% no es la mejor opción, pero como alternativa para no tan entendidos en la materia (como nosotras), está interesante la experiencia.

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Hoy el jetlag ya nos trata mejor, desayunamos y nos ponemos en marcha, pero nada más salir del hotel hay un nuevo cambio de planes: teníamos pensado hacer la zona del Downtown y coger el ferry a Staten Island antes de hacer el freetour, pero el día está feísimo e incluso empieza a llover un poco, así que lo aplazamos para el día siguiente y nos vamos hacia el Museo de Historia Natural.

La zona ya está cortada porque al día siguiente se inflarán ahí los globos del desfile de Acción de Gracias, hay una pequeña cola para entrar, y en cuanto abren las puertas, allá que vamos. Es el único museo en el que repito en esa visita, ¡pero es que me encanta! Los dioramas son tan detallados que parecen reales (¿verdad, Ben Stiller?), los dinosaurios, los grandes mamíferos, la sala de la biodiversidad… La verdad es que te puedes perder fácilmente y echar allí muchas horas, sobre todo con niños (por cierto, estaba lleno de excursiones escolares).


Nosotras antes de la 1 estábamos saliendo camino al Chelsea Market, donde pasamos parte de la tarde. Entrando en tiendas (mi favorita es la librería Posman, btw), comprando regalos, tomando algo y dando una vuelta por esa zona, con los graffitis de Eduardo Kobra y ahora -noviembre 2018- la exposición por el 90 Aniversario de Mickey Mouse. No entramos ($38 y tiempo que no tenemos) pero sí lo hicimos a la tienda de la exposición, ¡y tienen de todo! Ropa, complementos, dulces, libros… sobre Mickey y compañía que no hay en la Disney Store de Times Square.


Había anochecido y teníamos partido de la NBA a las 19.30, así que volvimos al hotel a dejar las compras, cambiarnos rápidamente y en 5 minutos estábamos en el Madison Square Garden. Jugaban contra los Portland Trail Blazers y el ambiente ya se notaba antes de entrar. Pasamos el control, nos hicimos con una mano de gomaespuma (¡Go Knicks!), los pósters que nos regalaban del partido y buscamos nuestro sitio. Que era este:


¡Qué pasada! Al final, con todo el lío que conté en la primera etapa, habíamos pagado 90€ cada una pero nos mereció la pena, dicho incluso por las menos aficionadas al baloncesto. Fue un partido muy igualado, que siempre se agradece por la emoción, y tuvimos pedida de mano , famoseo en la primera fila y acrobacias en el descanso incluidas. Todo muy americano . Y además, gracias a nuestros expresivos “Jo*er, ¡cómo pierdes esa!” conocimos a nuestro vecino de fila, que había estado un año viviendo en Madrid y se unió a increpar al aire en un castellano muy castizo.

Total, que al final perdimos (sí, ahora somos de los Knicks de toda la vida ), pero fue uno de los grandes momentos del viaje. Y para ahogar las penas de la derrota, intentamos ir a Jimmy’s Corner por eso de no seguir dejándonos el presupuesto en pintas, pero estaba lleno así que nos fuimos a un irlandés al lado.

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Hoy el cielo estaba más despejado, pero la temperatura más baja que el día anterior. Aún así, era la última opción para ver el downtown en activo, ya que jueves y viernes eran festivos para muchos neoyorquinos.

Cogimos el metro hasta Whitehall y ahí directas a coger el ferry a Staten Island. A la ida era un barco más pequeño, pero al zarpar nos quedamos en la plataforma trasera (por la que se accede) y las vistas de Manhattan son


Y también nos fijamos un poco en la Estatua, ¡que no se diga!


El viento era frío, sobre todo al estar tan cerca del agua, así que nos cogimos un café para entrar en calor y nos acercamos hasta el Museo de los Indios Americanos, que es donde empieza el free tour de Sandemans por la zona de Bajo Manhattan. Y aunque el área recorrido con el guía no es muy amplio, creo que tiene sitios que merece la pena escuchar la explicación, porque si no pueden ser solo otros tantos edificios altos. En nuestro caso la hicimos con Greg y me gustó, pero creo que me ganó al contar tan bien la historia de Alexander Hamilton.

Aquí nos separamos, porque unas subían al One World y otras nos fuimos a hacer un nuevo crucero por el río, partiendo del Puente de Brooklyn, acercándonos a la Estatua y adentrándonos en el Hudson hacia el otro lado para acabar en el mismo puerto. Obviamente tienes una perspectiva más turística que en el Ferry de Staten Island, pero entre el frío y las corrientes de asiáticos buscando la mejor foto... no repetiría.


Al acabar, volvimos al memorial de las Torres Gemelas, que en el free tour no llegamos a acercarnos. Y sigue sobrecogiéndome el silencio que crean las fuentes, absorbiendo todo el ruido que hay en el resto de la ciudad. También entramos en el barato intercambiador de Calatrava, que estaba todo adornado de Navidad ya!


Mientras bajaba la mitad del grupo del One World, entramos al archiconocido outlet Century 21 y… nos fuimos con las manos vacías. ¿No os agobia todo tan tan abarrotado? Igual no estábamos en modo compras, pero solo me llamaron la atención algunos bolsos y las gafas de sol, de ropa y zapatos nada!
Después de reunirnos todas, cogimos el metro hacia Chinatown / Little Italy con la sorpresa de que… empezó a nevar. Bueno, “nevar”, caer aguanieve. Así que tocó resguardarse y buscar un sitio para picar algo de cena.

Al llegar al hotel, en las noticias todo el mundo hablaba del “The coldest Thanksgiving in over a century” y la policía tranquilizaba a la población diciendo que, en principio, los globos sí volarían porque el viento no era demasiado fuerte. Por curiosidad miramos el tiempo y…

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