![]() ![]() Etiopía. Tribus del sur, iglesias del norte y mucho mas ✏️ Blogs de Etiopia
15 días de sur a norte visitando las tribus del sur y los monumentos del norteAutor: Bilbaino82 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (11 Votos) Índice del Diario: Etiopía. Tribus del sur, iglesias del norte y mucho mas
01: Introducción e itinerario
02: Día 1 (6 octubre, sábado, 2018): Bilbao – Addis Abeba
03: Día 2 (7 octubre, domingo, 2018): Addis Abeba - Lago Langano
04: Día 3 (8 octubre, lunes, 2018): Lago Langano – Arba Minch
05: Día 4 (9 octubre, martes, 2018): Arba Minch – Turmi
06: Día 5 (10 octubre, miércoles, 2018): Turmi - Tribu Karo – Tribu Dassanech-Turmi
07: Día 6 (11 octubre, jueves, 2018): Turmi – Mercado Key Afer – Jinka
08: Día 7 (12 octubre, viernes, 2018): Jinka – Tribu Mursi – Konso
09: Día 8 (13 octubre, sábado, 2018): Konso – Awassa
10: Día 9 (14 octubre, domingo, 2018): Awassa – Bahar Dar
11: Día 10 (15 octubre, lunes, 2018): Bahar Dar
12: Día 11 (16 octubre, martes, 2018): Bahar Dar – Gondar
13: Día 12 (17 octubre, miércoles, 2018): Gondar – Montañas Simien – Gondar
14: Día 13 (18 octubre, jueves, 2018): Gondar – Lalibela
15: Día 14 (19 octubre, viernes, 2018): Lalibela
16: Día 15 (20 octubre, sábado, 2018): Lalibela – Addis Abeba – ¿Por que Etiopia?
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Etapas 13 a 15, total 16
Hoy tuvimos que madrugar más que nunca y a las 7.30 estábamos montados en el coche para llegar al parque de las montañas Simien donde se encuentra la montaña más alta de Etiopia, el Ras Dejen.
Hicimos casi 2 horas de coche hasta llegar a Debark, donde cogimos al guía y al scout armado; pero aprovechamos bien todo el trayecto ![]() Supongo que estas alturas os estaréis preguntando que paso con la bolsa de Khat que compramos de camino a Gondar. Bien, pues hoy era el día elegido. Nos pasamos las dos horas de coche mascando hojas como si fuéramos koalas jaja. Después de recoger a nuestros 2 nuevos acompañantes, aun tuvimos por delante media hora hasta subir a 3300 metros. El coche se detuvo justo al lado de un lodge que presume de ser el más alto del continente, por lo que, si os hace ilusión dormir en una cabaña típica en uno de los techos de África, aquí tenéis la posibilidad. A pesar de estar a tanta altitud, hay plantaciones de cereales y el paisaje era súper verde y lleno de vegetación, hacia sol y la temperatura era muy agradable. El trekking fue muy llevadero, es más bien un paseo en el que vas todo el rato llaneando por el borde de unos precipicios de más de 600 metros de caída. No os imagináis la cara que se nos quedó cuando vimos a un grupo de octogenarios bajarse de un autobús para hacer el pseudo trekking; estos guiris no dejan de asombrarme. El ser tan sencillo técnicamente, no le resta ni un ápice de espectacularidad. El día estaba algo brumoso, pero a pesar de eso las vistas desde lo alto del cañón son brutales y te ponen los pelos de punta. Después de una hora de caminata, nos cruzamos con una manada de babuinos gelada. Es una especie endémica de Etiopía y de esta zona en concreto, en la que su denso pelaje les permite campar a sus anchas a pesar de la cota en la que nos encontramos. Pudimos acercarnos a menos de 2 metros de ellos y estar un buen rato a su lado sin que se inmutasen. Estaban entretenidos desparasitándose y hasta tuvimos la oportunidad de ver como el macho dominante cubría a una de las hembras de su harén, pero no hay documento gráfico del momento, porque fue tan rápido que no me dio tiempo ni a desbloquear el móvil, jaja. El coche de Aschelo nos esperaba muy cerca de los babuinos. Según nos habían dicho, al acabar este tramo del trekking, nosotros decidiríamos si queríamos continuar o dejarlo aquí. No habíamos estado mascando Khat durante dos horas para rendirnos tan rapido jaja; estábamos más frescos que una lechuga, así que obviamente decidimos seguir. Parece mentira la energía que te da esta planta, en ese momento si nos llegan a proponer subir al Ras Dejen con sus 4553 m, aceptamos el reto jaja. El sabor es súper desagradable, pero ni mal de altura, ni hambre, ni sed; lo único que teníamos era una sensación súper placentera como si estuviéramos tumbados al sol en una playa debajo de una palmera. Al entrar en el coche, Aschelo y el guía empezaron a discutir muy fuerte. No entendíamos lo que decían, pero claramente uno quería tirar para abajo y Aschelo para adelante. Después de un buen rato de gritos y varias llamadas, se pusieron de acuerdo y seguimos para el siguiente tramo del trekking. La tensión en el coche se podía cortar con un cuchillo y se hizo un silencio muy incómodo; pero entre lo bonito que era el paisaje y la felicidad que nos aportaba el khat, enseguida se nos pasó el disgusto. Parece mentira esta gente donde hace las carreteras. El camino serpenteaba por lo alto de una montaña a 3400 metros de altura con acantilados de 1000 metros de caída a los lados. Me recordó mucho al programa de la tele ese en el que salían las carreteras de la muerte, en las que enseñaban las más peligrosas del mundo. El siguiente tramo de trekking fue cortísimo, apenas 1 km entre ida y vuelta, pero valió la pena, y de qué manera… Después de bajar por la montaña durante 5 minutos, el guía nos dijo que iríamos a ver una cascada. Nos robó el factor sorpresa, pero aun así no tengo palabras para describir lo que sentí al llegar al borde de aquel acantilado, o quizás si..... Stendhal!!!! Menos mal que la discusión la gano Aschelo; si me llego a quedar sin ver semejante maravilla natural y más tarde me entero que existe, no sé qué habría hecho. Sea como fuere, allí estábamos, en el mirador de Jinbar viendo un salto de agua de 550 metros. Estuvimos sentados más de 20 minutos mirando absortos como caía el agua. Además de la gran cascada, había otras 3 más pequeñas sin apenas agua, supongo que si vas en un día lluvioso, habrá 4 cascadas inmensas. Al volver al coche comenzaron de nuevo las discusiones; aún era tempranísimo, y Aschelo aseguraba que tenía contratado todo el día y el guía insistia en que no. Esta vez gano el guía y comenzamos la larga bajada de más de una hora, pero al llegar al sitio donde les habíamos recogido al principio, hablaron con los responsables y nos llevaron a hacer un último tramo. Este estaba muy cerca del pueblo; fueron apenas 5 minutos de coche y comenzamos a andar por un pinar súper húmedo de apenas 200 metros de largo y llegamos a un acantilado donde nos sentamos a observar la lejanía y poco más. Los troncos estaban repletos de musgo, lástima que fuera tan corto porque me gustó mucho. El último recorrido no mereció demasiado la pena, pero a pesar del mal rollo generado por culpa del malentendido, mi opinión sobre esta excursión no puede ser mejor. Si tuviésemos más días libres, me quedaría aquí para hacer más días de trekking. Tuvimos mala suerte con el tiempo porque el ambiente no estaba limpio del todo, pero a pesar de eso las montañas Simien son una pasada. Pensaba que me iban a gustar menos, pero como aficionado a la montaña que soy, solo puedo deciros que vengáis y que no os arrepentiréis porque vale muchísimo la pena. Etapas 13 a 15, total 16
Aschelo nos recogió para llevarnos al aeropuerto de Gondar donde cogimos un vuelo directo para Lalibela. La despedida no fue tan triste como la que tuvimos con Guecho, quizá porque no nos dio tiempo a cogerle tanto cariño, pero a pesar de eso, es un profesional como la copa de un pino y lo recomendamos totalmente.
El aeropuerto de Lalibela es súper pequeño. Al bajarnos del avión, las maletas estaban en los típicos carritos donde las sacan y tuvimos que ir nosotros a recogerlas, ni siquiera había una cinta. El trayecto del aeropuerto a Lalibela es por una carretera de tierra llena de curvas con constante pendiente para llegar hasta los 2500 metros en los que se encuentra la ciudad y se tarda algo más de media hora. El motivo por el que todo el mundo viene a Lalibela es para visitar sus famosas iglesias talladas en la roca, pero están cerradas de 12 a 14 y no nos daba tiempo a verlas al llegar, así que el chofer nos dejó en el hotel para venir a recogernos después con el guía de habla hispana que teníamos contratado. El Top 12 hotel, tiene un jardín con mesas en las que te puedes sentar mirando al valle. Hacia un día precioso así que nos pedimos un par de Habeshas bien fresquitas y nos quedamos tomando el sol un rato hasta la hora de comer. El restaurante que escogimos para comer fue el Seven olives, situado en el centro del pueblo y a 10 minutos andando de nuestro hotel. Es un local bastante turístico pero muy agradable, con un montón de árboles y jardín para comer a la sombra. Este fue el primer sitio en el que no vimos ningún local, pero a pesar de eso la comida era típica etíope y estaba bastante buena. A las 14 en punto vino el chofer con el guía a recogernos para ir a ver las iglesias. Salomón se presentó en castellano pero con acento cubano. Habla bastante bien, ya que estudio en La Habana cuando era joven. La entrada al reciento de las iglesias estaba incluida en el tour, pero creo que ronda los 50 euros y te da derecho a visitarlas durante 5 días todas las veces que quieras. Hoy sí que había bastantes turistas, el primer día en todo el viaje. Había grupos de muchas nacionalidades diferentes y cada uno llevaba guía en su idioma. La primera que visitamos fue la casa del salvador. El templo es un monolito tallado en la roca y vaciado por dentro. La decoración interior no se parece en nada a las iglesias que vimos en Bahar dar o Gondar, esta es mucho más pobre y apenas cuenta con un par de cuadros modernos que en mi opinión chocan bastante con el resto del conjunto. Lalibela es patrimonio de la humanidad por la Unesco y lo que normalmente sería algo bueno, según parece se ha convertido en lo contrario. Resulta que para evitar la degradación de la iglesia por la erosión de la lluvia, la Unesco puso hace unos años una especie de súper paraguas de acero el cual es una auténtica aberración. Metálico, brillante, lleno de tornillos ![]() No hay manera de sacar una foto sin que se vea, pero eso no es lo peor. Según parece lo pusieron para X años y después la Unesco debía quitarlo; pero no ha sido así y ahora los etíopes lo quieren quitar, pero no tienen dinero para hacerlo. Ellos mantienen que no sirve absolutamente para nada y que encima les hace perder el dinero del turismo. Salomón nos pidió que publicásemos las fotos en internet y nos quejemos para que la Unesco lo quite o al menos ponga algo más camuflado con el entorno. Para llegar a la segunda iglesia, tuvimos que pasar por una cueva excavada en la piedra. Todo el conjunto de iglesias está unido por una red de túneles y pasadizos. La iglesia de Santa María sí que estaba un poco más decorada por dentro, pero aun así seguían siendo muy pobres. En la tercera iglesia, la de la Cruz, había un Diacono que pareció decirle algo a Salomón y después entro en la sacristía y nos enseñó la famosa cruz que da nombre esta iglesia. La tercera y cuarta iglesia de las que no recuerdo el nombre, estaban cerradas por obras, pero de nuevo el mismo Diacono le dijo a Salomón a ver si queríamos verlas. Había una puerta de madera cerrada para evitar el acceso de las personas y el misterioso hombre le hizo saltar a un chaval un muro enorme de más de 4 metros para que nos abriese desde dentro. El pobre chico tuvo que trepar y tardo un buen rato en conseguirlo, pero valió la pena porque allí estábamos nosotros, viendo dos templos de casi 1000 años y los teníamos para nosotros solos. Por dentro eran igual que los demás, columnas de piedra talladas en la roca, decoración escasa y muchas alfombras. Se me había olvidado comentar que hay que descalzarse para entrar y que todo el suelo de las iglesias está cubierto por alfombras. Os cuento esto porque al salir de las dos iglesias, me encontré los calcetines llenos de pulgas. Nosotros ya lo habíamos leído en internet y tomamos nuestras precauciones antes de empezar la visita, pero los calcetines por encima de los pantalones, collares antipulgas de perros en los tobillos y Goibi para para un tren, no fueron suficiente para detenerlas. Después de quitarnos las pulgas y tras despedirnos de nuestro amigo misterioso, salimos por una puerta secreta y tras bajar unas escaleras, allí estaba antes nosotros, la joya de la corona. La iglesia de San George, es una iglesia monolítica en forma de cruz, fue construida aproximadamente en el año 1200 y es el monumento más visitado de Etiopia. Nos la esperábamos un poco más grande, pero eso no le resta ningún mérito porque este templo tiene algo mágico que hace que no puedas dejar de mirarlo. Cuesta bastante creer que el ser humano fuera capaz de hacer esto hace casi 1000 años. La comunidad científica sostiene que las 11 iglesias fueron construidas por el rey Lalibela en aproximadamente 20 años, pero no explican como fueron capaces, así que los habitantes de la ciudad sugieren que los templos y sus pasadizos fueron tallados por miles de fieles con la ayuda de los ángeles, como así está plasmado en las actas escritas en su día. Que cada cual piense lo que quiera, pero yo he visto las herramientas que usan en el sur de etiopia en el año 2018 y opino que es imposible que hace casi un milenio pudieran hacer semejante maravilla sin la ayuda de los que bajan del cielo. ¿los Anunnaki tal vez? Terminamos la visita encantados y nos fuimos dando un paseo hasta el hotel. Cuando llegamos a la habitación, dejamos la ropa en la terraza por si hubiera pulgas que no entraran dentro, pero ya en el baño, me quite los calzoncillos para pegarme una ducha y ¡sorpresa! resulta que tenía 3 pulgas más en el interior, que se pusieron a saltar como locas por el suelo del baño. Cenamos algo en la habitación y nos fuimos dando un paseo al centro donde está el Torpido. Es un local oscuro pero con una decoración tradicional muy bonita; esta todo lleno de mesas en los que se sienta la gente a beber Tej y a bailar música tradicional etíope. La cosa se empezó a animar a partir de las 9 de la noche. Estaba todo lleno de grandes grupos de chicos y chicas de entre 30 y 40 años y salvo una pareja de franceses, nosotros éramos los únicos extranjeros del local. Hay dos músicos y dos bailarines que cantan y bailan por las mesas y van sacando a la gente a medida que el Tej va haciendo su efecto. La danza es una especie de movimiento espasmotico de cortejo en la que solo se mueve el tren superior al ritmo del tambor. Hubo un momento en el que paro la música y el cantante decía cosas a la gente y estos se morían de la risa, después alguien del público le decía una palabra y el parecía inventarse alguna frase graciosa con ella. Hablaban en Amhárico y no nos enterábamos de nada, pero nos dio muchísima envidia porque parecía ser súper gracioso. La gente lloraba de la risa y todo. La experiencia estuvo genial, bailamos un montón y nos alegramos muchisimo de haber ido. Siempre que viajo, me gusta ver como se divierte la gente local y sin duda el ambiente aquí es fabuloso. Estuvimos allí hasta las 11 de la noche y antes de marcharnos le preguntamos a la camarera si era seguro que bajáramos andando solos hasta el Hotel, ya que el camino estaba totalmente a oscuras y no había nadie por la calle. Nos dijo que no había ningún problema así que nos ahorramos el taxi y nos dimos un paseo para bajar las dos jarras de Tej que nos bebimos cada uno. Riquísimas por cierto. Etapas 13 a 15, total 16
Lo primero que hicimos al levantarnos, fue ir corriendo a ver de nuevo la iglesia de San Jorge. El día anterior no tuvimos oportunidad de verla sin gente y pensamos que si llegábamos a primera hora lo conseguiríamos, y asi fue.
El resto de la mañana, la empleamos en ver las iglesias que no habiamos visitado el dia anterior, las de la zona suroeste. Fueron muy parecidas a las del día anterior y lo más reseñable fue un tramo que hicimos de una iglesia a otra por un túnel larguísimo durante más de 1 minuto totalmente a oscuras. Salomón nos dijo que había que hacer un acto de fe ya que la persona que encendiese alguna luz iría al infierno al morir. Al terminar las visitas fuimos a la casa de una señora para ver la famosa ceremonia del café. No tenía nombre, pero está a menos de 20 metros de nuestro hotel, junto a la calle principal. En el acto, limpian los granos de café y después los tuestan con carbón, todo hecho con mucha delicadeza; después lo muelen en un mortero y lo echan en la típica jarra de barro. Es un momento tranquilo en el que te impregnas de todos los aromas. Estuvimos en su casa una hora aproximadamente y como la señora tostó granos de café de más, le preguntamos si nos lo vendía; curiosamente dijo que no lo había hecho nunca hasta la semana pasada en la que también se lo vendió a unos españoles. Le dimos 250 birr por la ceremonia y por la bolsita de café que recogeríamos más tarde cuando la tuviera preparada porque allí no tenía ningún sitio donde echarlo. No había ningún precio estipulado y fue Salomón el que nos orientó con el dinero que darle. El restaurante más famoso de Lalibela es el Ben Abeba. Está a 5 minutos del hotel y fue allí donde comimos. Este sitio es casi más turístico que la propia iglesia de san George; solo por las vistas ya merece la pena venir aunque sea para tomarte una copa. Tienen un montón de mesas, pero las que tienen la mejor panorámica están siempre ocupadas, por lo que os recomiendo reservar con antelación. Estuvimos esperando un rato hasta que se quedó una de las mesas buenas vacía; la comida no fue nada del otro mundo, pero creo que en un lugar así, es lo que menos importa. De vuelta al hotel, por el camino vimos unos niños jugando a futbol y nos preguntaron si teníamos camisetas para darles. Les dimos unas cuantas, pero al repartirlas se pegaban entre ellos para cogerlas y fue un momento un poco triste. Hoy teníamos la tarde libre para nosotros pero Salomón nos ofreció ir a dos iglesias que había en lo alto de una montaña a 40 km. Negociamos con el chofer pero nos pedía 2000 birr por subir hasta allí y a eso tendríamos que sumarle 400 más por cada entrada más lo que le pagásemos a Salomón, así que declinamos la invitación y decidimos hacer por nuestra cuenta un trekking a los alto de una montaña que hay justo encima de Lalibela a unos 3200 metros, en la que también hay una iglesia sin mayor interés, por lo que nos dijeron. No nos daba tiempo a subir y bajar andando antes de que se hiciera de noche y como nos dijeron que era muy duro, decidimos subir en tuc tuc y bajar andando. Salomón nos negoció el precio del tuc tuc por el que pagamos 150 birr. La subida resulto mucho más larga de lo que pensábamos; fue más de media hora por una pista de tierra horrible y cuando llegamos al final de la carretera, había una chica como de vigilante, la cual nos dijo que para poder pasar y seguir subiendo, debíamos pagar una entrada de 350 birr cada uno. Nosotros solo queríamos subir al monte sin entrar a la iglesia, pero después de mucho discutir y negociar, no hubo manera de que nos dejara pasar y decidimos comenzar el descenso allí mismo. Nos dio muchísima pena porque solo nos faltaban 200 metros de altura para llegar a la cima, pero no estábamos dispuestos a pagar casi 25 euros por ver las vistas. Tardamos 3 horas en bajar en las que tuvimos primero un sol radiante y después lluvia. Éramos las únicas personas por el camino y el silencio era total. No fue tan bonito como el trekking de las montañas Simien, pero para pasar una tarde libre estuvo muy bien, al fin y al cabo en Lalibela tampoco había mucho que hacer. Para cuando llegamos al hotel eran las 6 de la tarde y ya era de noche por lo que optamos por quedarnos en la habitación y no salir, para aprovechar a hacer la mochila ya que mañana era nuestro último día en Etiopia. Salomón vino al hotel para despedirse y a darnos la bolsita del café que nos habían preparado a la mañana. Fue un gran guía durante los dos días en Lalibela y gracias a sus contactos pudimos ver más cosas que el resto de visitantes, por lo que lo recomiendo muchísimo. Creo que es importante tener aquí un guía en un idioma que domines, porque las iglesias de Lalibela tienen mucha historia que contar. Etapas 13 a 15, total 16
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