ASIA A UN LADO, AL OTRO, EUROPA Y ALLÁ A SU FRENTE ¡ESTAMBUL! ✏️ Blogs de Turquia

Habíamos decidido dejar este último día libre para que cada uno pudiera ir a su aire y aprovechar para ver aquello que no hubiera podido, hacer las compras de última hora, o detenerse más en algo que hubiera pasado de largo… así que, después de desayunar y dejar nuestras habitaciones (el hotel guardaría nuestro equipaje hasta la tarde), dos de nuestras compañeras se fueron a la zona de Istiklal Cad. y al BARRIO DE CUKURCUMA, otros dos decidieron adentrarse de nuevo en el Gran Bazar y mi marido y yo empezamos por husmear en las tiendas de Divanyolu Cad., luego entramos al Gran Bazar, más tarde fuimos a arrasar con casi todos los frutos secos del Bazar Egipcio,

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dedicamos un rato a visitar la mítica ESTACIÓN DEL ORIENT EXPRESS, hoy convertida en un pequeño museo que yo, como buena nieta de ferroviario, no quise perderme

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y tras vagabundear un poco más por las tiendas de Eminönü, llegamos hasta el puente Gálata cuando ya era la hora de comer. Nos planteamos cruzar y comer pescado bajo el puente o volver al restaurante que más nos gustó durante la semana: el Enjoyer. Por mi, que como dicen por mi tierra, no tengo “hartura”, habría comido algo ligero y hubiéramos seguido después por la zona de Beyoglu recorriendo más tiendas, visitando los pasajes que no pude ver el domingo y explorando las callejuelas del encantador barrio de Cukurcuma, pero eso hubiera supuesto para mi marido regresar en ambulancia, así que optamos por coger un tranvía y volver a Sultanhamed para repetir en el Enjoyer, el restaurante que más nos había gustado de todos los que conocimos durante la semana. No se puede abarcar todo ni pretender ver una ciudad tan grande y diversa como Estambul en 6 días, hasta yo tuve que admitirlo y debo reconocer que el recibimiento que nos hicieron Mehmet, Recep y sus colegas lo compensa.

Nos reunimos allí con dos de nuestros compañeros (las otras dos seguían por el Estambul más “europeo”) y comimos de maravilla, pasamos un rato muy agradable, nos reímos, descansamos… y yo planteé continuar de compras porque aún me faltaban un par de cosas que quería encontrar. Dejamos nuestras bolsas en el Enjoyer, que se ofrecieron muy amablemente a guardárnoslas para que no fuéramos cargados (entre las dos parejas llevábamos casi 15 kilos entre especias, tés, dátiles, delicias turcas y demás tentaciones) y nos fuimos a seguir gastando liras, pero antes de llegar de nuevo a la altura del Gran Bazar mi marido ya parecía un nazareno. Tanto agotamiento vi en su cara que me dio pena y le sugerí que se volviera al restaurante y nos esperase allí tomando un té, ya que de todas formas tendríamos que volver a recoger nuestras compras. Tardamos dos horas en volver y, a nuestro regreso, Manolo ya era uno más del Enjoyer, unos minutos más y lo ponen en nómina. No creo que haya muchos establecimientos en el mundo con gente tan amable y acogedora. Hasta nos invitaron a otros cuatro tés de manzana antes de irnos y nos pasamos los “instagram” para seguir en contacto.

Habíamos quedado con nuestras amigas en la plaza del Hipódromo y allí estuvimos otro ratillo descansando y compartiendo nuestras mutuas experiencias del día. Después nos despedimos de los obeliscos egipcio y romano, dijimos adiós a las dos grandes mezquitas y nos fuimos al hotel donde habíamos quedado con el transfer que nos mandaría Omar a las 9. Recuperamos nuestras maletas y, 20 minutos antes de la hora, ya vinieron a recogernos. Un servicio excelente, un vehículo de lujo donde fuimos casi como en una limusina recorriendo toda la costa del Mármara, lo que nos permitió ver desde el coche Kunkapi, todas las playas y parques que, apartados del turismo, disfrutan los estambulenses, parte de las ruinas de la muralla de Constantinopla y la zona más ejecutiva con sus sofisticados rascacielos, lo que nos regaló otra visión más de esta variada y cosmopolita ciudad.

Recomiendo el servicio de transfer, impecable y a un precio que aquí sería impensable: Corbi Turizm Transfer, Istanbul Airport / Sabiha Gökçen Airport – Murat Vural, tlf: +90 531 930 20 57, mrt.vural@hotmail.com.

Ya en el hotel, imprimimos nuestros billetes de regreso, compramos unas cervezas y, tras ducharnos y ponernos cómodos, hicimos una cena-picnic en una de las habitaciones antes de irnos a dormir.

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Cerca de las 10, tras tomar por fin un desayuno decente, nos recogieron para llevarnos al aeropuerto donde todavía pudimos gastar las últimas liras que nos quedaban en los últimos recuerdos, pasamos los controles y salimos rumbo a Málaga a las 13.30h.

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Hay que decir que Turkish Airlines es una compañía estupenda. Ya nos tenían acostumbrados a que un viaje en avión tenía que ser casi una tortura y fue una agradable sorpresa comprobar que disponíamos de asientos amplios y nuevos, comida bastante aceptable (hasta sirven cerveza o vino gratis, algo que había olvidado ya) y un menú de películas variado. Por otro lado, el nuevo aeropuerto de Estambul es fenomenal, a pesar de lo grande que es, todos los trámites de aduana, facturación, recogida de equipajes, etc. fueron los más eficientes que he conocido (desde luego, más rápidos y mejor que en nuestro país).

Llegamos a la hora prevista al aeropuerto de Málaga, cogimos los coches que teníamos en el parking de largas estancias y, un par de horas después estábamos en casita con la sonrisa ancha y un sueño cumplido que, sin embargo, seguirá repitiéndose porque he vuelto con ganas de más.

Estambul merece algo más que ser visitada y admirada, Estambul merece ser vivida, merece sumergirte en ella, deleitarte con sus atardeceres, disfrutar pausadamente todos sus rincones… Estambul no te suelta una vez que la has conocido, te invita a volver y a seguir soñando, pero ahora lo haré ayudada por el recuerdo de su luz, sus sonidos, sus sabores, sus olores y sus contrastes. ¡Hasta siempre, hasta pronto, Istanbul!

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