Por el norte de los Apalaches - Nueva Inglaterra (2019) ✏️ Blogs de USA

6/7/19:
Dejamos el apartamento bastante decepcionados con la visita a una zona remota y muy poco visitada de USA, al menos por europeos, según los comentarios de los propietarios del apartamento. Estamos decepcionados porque nuestra ilusión al venir aquí era poder ver alces, que según la información encontrada de la zona, te los encuentras hasta en la sopa, pero nada de nada, ni uno solo.
Desayunamos en el mismo garito de ayer, con la misma gente llenando el local y la media de edad que baja unos 25 años al entrar nosotros. Después del desayuno, ponemos rumbo sur por la 95 hasta aproximadamente llegar a Bangor. Allí torcemos al oeste y paramos en Smithfield a llenar el depósito. A partir de aquí, seguimos al oeste por la 2 hasta llegar a Gorham, ya en New Hampshire, que es la población de entrada por el noreste a las White Mountains, que se dividen en más o menos 4 zonas:

• Pinkham Notch
• Crawford Notch (www.nhstateparks.org/ ...state-park)
• Franconia Notch (www.nhstateparks.org/ ...state-park)
• Kancamagus Highway (www.kancamagushighway.com/)

Otras páginas con información:

www.visitwhitemountains.com/
www.fs.usda.gov/ ...ntain/home
www.nhstateparks.org/

La intención es bajar al sur, pasando por Pinkham Notch, y subir por Mount Washington Road, que conduce hasta la cima del monte Washington, una de las zonas con climas más extremos del planeta. La carretera se supone que es un auténtico reto para conductores y para vehículos, por las rampas y curvas del trazado. Además, tenemos otros puntos de interés en el recorrido de hoy en el que queremos parar para hacer alguna excursión.
Pero ya sabemos que las intenciones no suelen cumplirse, y nada más llegar a Gorham, sin haber comido aún, se desata la madre de todas las tormentas, justo cuando entramos al primer local que vemos abierto para comer, el Welsh’s. Son casi las 3 pm, pero el amable propietario, que nos ha escuchado cómo pedíamos para comer a la camarera y nos ha dicho que la cocina ya estaba cerrada, se levanta de su mesa y le dice a la camarera que nos darán de comer, avisando al cocinero. Así pues, mostrándonos muy agradecidos, tomamos asiento y disfrutamos de una comida excelente, por apenas 45$. Sin poder ver nada de Gorham, con la tormenta en pleno auge, y visibilidad escasísima, enfilamos por la carretera que atraviesa Pinkham Notch hacia el sur (la 16), y descartamos la idea de subir a Mt. Washington. Si la carretera es tan mala y el tiempo abajo está como está, en la cima debe ser un infierno, y no tiene pinta de mejorar, así que lo dejamos para otro día, tampoco es plan de quedarnos incomunicados en una zona con clima tan chungo...


Atravesamos todo Pinkham Notch hasta llegar a North Conway, dónde teníamos anotada la existencia de otros outlets. El destino nos ha puesto una trampa para volver a caer en el consumismo: un tiempo de perros, sin poder hacer nada en el exterior, y unos outlets al lado de nuestro próximo alojamiento. Espero que los próximos dos días el tiempo mejore o nos arruinamos...
3 horas después, cargados con varias bolsas y con la N26 echando humo, ha parado de llover, y nos vamos al alojamiento de hoy, un BnB en pleno bosque, en una especie de urbanización a las afueras de Conway (o Albany, no acabo de tenerlo claro). Una casa espectacular con toda el piso de arriba para nosotros, en una buhardilla gigantesca, 2 camas de matrimonio, baño, y un amplísimo salón para ver la tele. Le preguntamos a la dueña algún sitio para ir a cenar, y nos recomienda el “Almost there”, justo a la salida, en la carretera principal. Todo un acierto. El camarero, ataviado con su sombrero de Cowboy, nos atiende a las mil maravillas, y cenamos de fábula por 50$.
Alojamiento: “Mountain Hideaway”, 3 noches, sin desayuno. Airbnb.com, 297€.

Distancia recorrida: 273 millas.

7/7/19:
Por suerte parece que ha dejado de llover y vamos a tener un día magnífico en las White Mountains. Nuestra idea de hoy es visitar la carretera escénica 112, entre Conway y Lincoln. La ruta escénica se conoce como Kancamagus Highway, con varios puntos de interés en que detenerse.
Pero antes de empezar con las visitas, nos dirigimos a Conway para desayunar. Con ayuda inestimable de google maps, ya preparando el viaje tomé nota de una cafetería con muchos números para ser punto de desayuno los días que estuviéramos en Conway/Albany: Sweet Maple Cafe. Curiosamente, Tina, la propietaria del BnB nos recomienda este mismo cuando se lo comentamos. Excelente elección, con variedad de bebidas, bagels, pastas, etc. El servicio no muy rápido, pero precio correcto y un local la mar de acogedor con una terracita en que desayunar tomando el sol. Acabados de desayunar compramos allí mismo una botella de agua para el día y empezamos el desvío por la 112 hacia el oeste, a apenas 1 milla del Cafe.


El paisaje durante toda la carretera a ambos lados es magnífico, siempre bordeando el río Swift, y con la probabilidad (según las señales) de ver alces. Ya no nos lo creemos...

La primera parada es a poco rato de empezar, concretamente en Albany Covered Bridge, un típico puente de madera, cubierto, con techo triangular (el típico de los puentes de Madison). Teníamos muchas ganas de ver alguno, y según las informaciones, durante este viaje nos vamos a hinchar de ver puentes cubiertos. Pero el primero siempre hace más ilusión, no? Pues eso, que nos paramos y estamos un buen rato arriba y abajo del puente, sacando fotos y disfrutando de la tranquilidad del entorno y de las vistas del río bajo nuestros pies. Se puede atravesar en coche también, pero hay una pequeña zona de aparcamiento entre la carretera 112 y el río para dejar el coche y sacar unas fotos. Por cierto, en las zonas de aparcamiento a lo largo de Kancamagus, se debe sacar un ticket por unos pocos dólares, pero si lleváis el pase anual de los parques nacionales colgado del retrovisor o bien visible en el salpicadero, también vale.


Pocas millas pasado el puente, llegamos a la zona de Rocky Gorge Scenic Area, un trozo de río que discurre entre rocas, pero no lo llamaría precisamente una “Gorge” (garganta). El trozo es bastante llano, y en algún punto puedes ponerte en remojo los pies e incluso darte un remojón con cuidado con la corriente traicionera, más fuerte de lo que parece a simple vista. Evidentemente, gracias a mis genes de nutria, me estoy un buen rato con los pies en remojo hasta la rodilla (otra vez me he dejado el bañador en el apartamento).


Más adelante, llegamos a las Sabbaday Falls. Para verlas hay que recorrer un corto sendero que a veces pasa por pasarelas incrustadas en la roca, justo por encima de la corriente de agua. Muy refrescante, pues hay sombra todo el camino, aunque no está tan vacío de gente como en otros senderos recorridos este año.


Con estas visitas nos ha pasado media mañana y hemos llegado al final del tramo conocido de la Kancamagus. Atravesamos Lincoln y seguimos por la 112 al oeste, hasta llegar a Lost River Gorge & Boulder Caves (www.lostrivergorge.com/).

Aparcamos y entramos al local en que venden las entradas (21$ por persona). Se trata de una pequeña garganta con un sendero lleno de escaleras y puentes que van bordeando y atravesando la pequeña corriente de agua. La gracia es que a menudo el sendero tiene desvíos que se adentran en pequeñas cuevas y túneles que hay que atravesar y salir al otro lado. Si tenéis claustrofobia o no os gusta meteros en espacios reducidos, encajonados, arrastraros por el suelo... no vayáis. Hay alguna realmente estrecha por la que yo no pude pasar (soy grandote, eso sí), pero si os gusta hacer algo diferente, es divertido, aunque tenéis que tener flexibilidad y pocas manías. Para los que no quieran meterse en las cuevas, todas tienen un paso alternativo por el sendero fácil.




A la salida, tienda de regalos, y una especie de atracción de simulación de minería, en la que puedes comprar bolsas llenas de arena y piedras y simular la búsqueda de oro del far west, lavando y cribando la tierra para encontrar pepitas. De eso pasamos.

Retrocedemos unas millas y vamos a comer a North Woodstock, en Merland’s Tap and Table. Unas ensaladas muy dignas por 30$. Después de comer, como el pueblo no parece ofrecer mucho, vamos al norte por la 3, metiéndonos de lleno en la zona de Franconia Notch (por cierto, Notch es como una especie de valle, no sé si tendría una traducción).

Nos detenemos a las pocas millas en la zona de Flume Gorge, otra garganta con pasarelas, escaleras, mucha vegetación... y de pago: 16$ por cabeza. Aprovechamos para comprar un refresco a la vuelta, pues hace bastante calor, a pesar de que la rutilla discurre sin mucho sol y con mucha humedad. Un paseo agradable, poco más.




Siguiente parada: The Basin. Esta no es de pago. Es una pequeña piscina natural formada en un recodo de la corriente con forma casi circular. Muy chulo y casi no hay que andar nada para llegar, solamente atravesar andando la carretera por debajo si vais en dirección norte, como nosotros. En el mismo sendero se encuentra Baby Flume. No vale la pena andar los 200 metros que la separan de The Basin.


Siguiendo al norte, llegamos al Old Man of the Mountain. Con mucha imaginación, hace años se podía ver, desde un punto muy concreto, a lo lejos, en la cara del acantilado de una montaña, la silueta de una cara de anciano. Hubo un desprendimiento de rocas y la cara desapareció. Como no es cuestión de desaprovechar la atracción, han falseado la vista situando en el punto desde donde tenía que verse, unos palos verticales con la silueta en la punta, de manera que, colocándote en el lugar indicado (según alturas), continúas viendo la silueta como si aún estuviera en el acantilado. Una tontería con mayúsculas. Pero bueno, es lo que hay. Junto al punto de observación hay un lago en el que nos entretuvimos un rato viendo a unos pescadores cogiendo truchas (y devolviéndolas al agua). De regreso al coche, al entrar al aparcamiento, se detiene un coche junto a nosotros y nos avisa que hay un oso junto a la entrada al aparcamiento, que vayamos con cuidado. Lo que nos ha dicho... Le damos las gracias y nos dirigimos al punto que nos ha indicado, y efectivamente, a menos de 10 metros del asfalto, un oso negro comiendo entre la maleza. Nos quedamos un ratito observándolo y echándole fotos, mientras él nos ignora con toda la desfachatez del mundo. Poco a poco, va adentrándose en la maleza hasta que al final lo perdemos de vista. En fin, la visita no vale la pena, pero al menos hemos sacado algo emocionante...


Salimos de Franconia Notch por el norte y torcemos al este por la 3 hasta llegar otra vez a Gorham, dónde comimos ayer durante el diluvio. En un tramo de la carretera, vemos en el arcén una serie de banderas y ramos de flores, indicativo de algún accidente importante con víctimas. Buscando información en google, descubrimos que hace apenas 2 semanas, una camioneta arrolló a un grupo de motoristas de los que tan a menudo se encuentran por las carreteras de USA, dejando 7 víctimas mortales y diversos heridos. Qué mal rollo...


Hoy hace buen tiempo, así que volvemos a recorrer Pinkham Notch hasta el Mt. Washington Drive para encontrarnos con que cierran a las 5 para la última entrada (obviamente hay que pagar peaje para subir a la cima), y hace media hora que han cerrado la garita de entrada. Tendremos que volver mañana... Seguimos al sur por la 16 hasta el Visitor Center de Pinkham Notch y paramos para coger algo de información para mañana. De paso, compramos unas pegatinas para el coche con el logo del Appalachian Trail.

Empieza a caer el sol cuando salimos del Visitor Center, y tenemos un ratito para llegar a Conway, no sin antes detenernos a comprar agua en North Conway con la tentación de otra visita al Outlet (por cierto, no es de la cadena Premium, sino que se llama Settlers Green). Logramos resistir la tentación y nos dirigimos a cenar al Almost There, como ayer. Al salir de la cena (40$), ha oscurecido completamente y vamos a descansar un rato al BnB. Mañana aún nos queda cosa por hacer en White Mountains, que está siendo sin duda lo mejor del viaje.

Distancia recorrida: 136 millas

8/7/19:
Después de lo visto el día de ayer, nos levantamos con ganas de más, y nos ponemos en marcha hacia el Sweet Maple Cafe para repetir desayuno en la terracita, tomando el sol, por 25$. Para desgracia nuestra, vemos que mañana estará cerrado por descanso semanal y tendremos que buscarnos la vida... Seguro que encontramos algún Starbucks por aquí.

Lo primero que hacemos tras desayunar es ir a llenar el depósito de gasolina (15$), que aunque está a poco más de la mitad, preferimos curarnos en salud, pues ayer vimos que las gasolineras no son tan abundantes como en otras partes del país. Con el coche a tope, ponemos rumbo a Crawford Notch. La carretera que lo cruza de sur a norte es la 302. A poco menos de la mitad, nos detenemos en el área de aparcamiento de Arethusa Falls y Frankenstein Cliff. Nos disponemos a hacer el sendero que lleva a las cascadas. El sendero se puede combinar en una ruta circular con el del Frankenstein Cliff, pero vimos que se hacía muy largo y al final decidimos hacer sólo el de las cascadas de ida y vuelta.
En primer lugar hay que atravesar los raíles del tren y a partir de aquí, el sendero discurre cuesta arriba durante un buen rato en medio del bosque, sorteando raíces, charcos, troncos, etc durante casi milla y media, para llegar a una cascada preciosa. No lo consideraría una excursión fácil, pero tampoco es para morirse de la dificultad o dureza.


La cascada en sí no es un salto de agua espectacular, más bien el agua desciende pegada a la pared de roca inclinada, y forma pequeñas piscinas a su pie, antes de seguir en pequeños saltos corriente abajo. Junto a nosotros 3, encontramos a media docena de personas más disfrutando de la cascada. No puedo resistir la tentación y al final me saco zapatos, calcetines y camiseta y me pongo un ratito bajo el chorro de agua en uno de los salientes de la pared. Está helada, pero la sensación es fantàstica y animo a Ester que lo pruebe también. A Ada no le apetece y la usamos de fotógrafa para la ocasión. Nosotros también servimos de fotógrafos a una pareja que también se ha animado a remojarse y nos dejan su iphone para que les inmortalicemos.

Estamos un buen rato descansando, secándonos y disfrutando de las vistas, pero empieza a ser tarde y tenemos un buen trecho hasta el aparcamiento aún (por suerte casi todo cuesta abajo). Cuando estamos llegando a las vías del tren, escuchamos que está a punto de pasar, y apretamos el paso para sacarle unas fotos, pero no llegamos a tiempo.




Se nos ha hecho la hora de comer con una sola visita, pero ha valido la pena. Seguimos por la 302 al norte hasta volver a llegar a Gorham, y paramos en el primer local en que parece que hacen comida: Gorham’s House of Pizza. No comemos pizza, sino unos abundantes platos de pasta preparados sin ningún cariño ni gracia y además sin buen servicio y caros (53$).

Atravesamos Gorham y cogemos por 3ª vez la carretera 16 que atraviesa Pinkham Notch. Hoy sí que no se nos escapa la oportunidad de subir a Mt. Washington. Pagamos el peaje (47$ en total) y emprendemos la subida, entre señales de cuidado con las curvas, con el calentamiento del motor y los frenos en el descenso... Con la entrada regalan una pegatina para el coche en la que dice: “Este coche subió a Mt. Washington”.
Las primeras millas son de curvas y en pendiente, pero discurren entre árboles a ambos lados. A partir de cierto punto, los árboles y la seguridad que proporcionan a los lados de la carretera desaparecen. Vamos conduciendo por una carretera estrecha con un abismo a nuestro lado. La vista desde el coche es espectacular y la verdad, algo acojonante. Ada está especialmente asustada, no le gustan nada las alturas y se niega a levantar la cabeza del asiento del coche. Pasa un muy mal rato hasta que llegamos a la cima, dónde aparcamos justo frente al abismo. Teniendo los pies en el suelo la cosa cambia, pero continúa siendo una vista espectacular. Si nos llega a pillar la tormenta del otro día aquí arriba, no sé yo si hubiera tenido valor para bajar...

Hay un par de maneras más de subir hasta la cima (o bajar): a pie, obviamente (aunque tiene que ser una excursión extremadamente dura); o con un tren tipo cremallera (www.thecog.com/ ), extremadamente caro.
Una vez arriba, hay un museo dedicado a las condiciones en la cima en invierno, la imprescindible tienda de souvenirs (Ester no puede resistirse a un par de calcetines gruesos por 16$!!), mini restaurante, y un antiguo “hotel” para los aventureros que se atrevían a pasar la noche allí. Actualmente está cerrado como hotel, pero se puede visitar el comedor y la zona de literas. Tras pasear un rato por la cima y sacar las fotos de rigor, empieza el descenso, igual de espectacular pero menos atemorizador en mi opinión. En dos o tres puntos del descenso, hay fuentes de agua para refrigerar los radiadores y apartaderos para los coches a los que se les han calentado en exceso los frenos. Por suerte, a nosotros no nos pasa nada de todo lo posible y llegamos al peaje inicial sin percances. Miramos en la tienda de souvenir si encuentro una camiseta para mi que me ha gustado en la cima pero de la que no tenían mi talla. Sin suerte. Nos recomiendan mirar en el edificio que hay al otro lado de la carretera 16 (Glen View Cafe). Así lo hacemos y aunque no tenemos suerte, una camiseta acaba cayendo...


Seguimos por la 16 al sur y nos volvemos a detener en el Visitor Center de Pinkham Notch, pues justo en la parte trasera empieza el sendero que lleva a Crystal Cascade (menos de 1 milla ida y vuelta). No vale la pena perder el tiempo ni comentar nada más.

Un poco más al sur del Visitor Center, al otro lado de la 16, empieza el sendero de Lost Pond, que teníamos ganas de hacer, pero parece ser que es todo el rato cuesta arriba y no llegamos ni a empezarlo. Allí mismo empieza el que lleva a las Glen Ellis Falls. Este sí que lo hacemos, para disfrutar en solitario de unas bonitas cascadas sin mucho esfuerzo (menos de una milla ida y vuelta).
Damos por acabadas las excursiones por hoy, hemos cumplido el objetivo de subir a Mt. Washington, y como recompensa, nos damos el lujazo de volver a los outlets en North Conway para unas últimas compras (espero). Por suerte, es bastante tarde y alguna de las tiendas ya ha empezado a cerrar, sólo nos quedamos con algo de Levi’s. También nos vemos “obligados” a comprar una maleta para tener suficiente espacio para todo lo que llevaremos de vuelta a casa.




La cena, como los días anteriores, en el Almost There, 48$. Cuando algo gusta, cuesta cambiarlo, no?

Distancia recorrida: 122 millas.

9/7/19:
En el día de hoy, dejamos el fantástico alojamiento que encontramos en Airbnb, nos despedimos de Tina, y metemos todo el equipaje como buenamente podemos en el coche, pues con las compras en North Conway, el tema cada día abulta más...

Como ya sabemos que el Sweet Maple estará cerrado, nos dirigimos directamente al Starbucks en North Conway, donde regresamos al típico desayuno de vacaciones, por 23$. Precio similar al que teníamos en Sweet Maple, pero calidad algo peor.

Nos metemos de lleno en la 302, pasando por Crawford Notch de nuevo. Nada más torcer al oeste después del cruce con la 16, nos topamos con el Bartlett Covered Bridge que ya vimos ayer. Tiene la particularidad de que en el interior del puente (no se puede circular por este), han montado una tienda de souvenirs y cosas típicas de Nueva Inglaterra. Ester quiere parar para comprar unas botellas de sirope de arce hechas por productores locales, para llevar a la familia. 30$ por menos de medio litro en total...


Tras recuperarme del microinfarto provocado por el precio, seguimos por la 302, y nos detenemos en Ripley Falls, aparcamos y empezamos una caminata que nos lleva a unas cascadas en las que estamos solamente acompañados por decenas de mariposas negras que reposan tomando el sol sobre las rocas que rodean el pequeño estanque formado al pie de la cascada. No es un salto de agua, sino más bien una pared con una gran inclinación por la que baja la corriente de agua (no muy abundante en esta época). Sesión de fotos, pies en remojo, y vuelta al coche para seguir tirando.



Nada más abandonar la zona de White Mountain NF, se encuentra el pueblecito de Bethlehem, en el que nos detenemos a comer en el Cold Mountain Cafe, minúsculo en el interior, y con una terraza no mucho mayor, pero las ensaladas muy buenas. Precio aceptable (42$). En la zona ajardinada pasado el café, un tablero de ajedrez gigante espera el siguiente movimiento de las blancas para cualquier espontáneo que se atreva. Ada mueve, y proseguimos con nuestra ruta, en dirección a Waterbury, ya en el estado de Vermont.

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Este pequeño pueblecito, tiene solamente de especial que allí se encuentra la fábrica de helados de Ben & Jerry (www.benjerry.com/ ...tory-tours), muy extendida en USA y Canada, y mucho menos conocida en Europa. Ofrecen visitas de la fábrica (pagando), con degustación de helados. Allá que vamos!


Llegamos con apenas un par de minutos de tiempo antes de que empiece la siguiente visita guiada, y mientras las chicas acuden al servicio, yo compro las entradas y me pongo en la cola (12$ para los 3). La visita no es que sea una maravilla, pues apenas se ve nada de la producción de helados, pero exhiben un cortometraje que explica la historia de la marca y su expansión, que está bien. Al final de la visita, degustación de la especialidad del día y muchas gracias. Por supuesto, al salir, se puede acceder a la heladería para comprar todo tipo de helados y sentarse en las mesas del patio a saborearlos. La verdad es que están riquísimos, pero no son nada baratos (6$ por helado aproximadamente).
Dejamos Waterbury llenando el depósito del coche también, y empezamos la ruta al sur por la carretera escénica 100, que bordea Green Mountain NF (www.fs.usda.gov/gmfl).

Nuestro destino es la ciudad de Rutland, en el corazón de Vermont. Vamos al motel escogido para 2 noches, y al bajar las maletas, vemos que ha llegado el momento de hacer otra colada, así que buscamos una lavandería y nos ponemos a ello. El sistema de esta es diferente de lo habitual, pues las máquinas no funcionan directamente con monedas, sinó que hay que obtener unas tarjetas y recargarlas con tarjeta de débito o crédito, y usarla para poner en marcha lavadoras y secadoras. La cargamos con 10$, y esperamos a que se lave la ropa charlando con una chica que está también con su colada. Acabamos nosotros antes que ella, y como nos han sobrado un par de dólares que no podemos recuperar le damos la tarjeta para que la aproveche cuando pueda, y también una tarjeta de descuento por 20$ del outlet de Columbia que nosotros no podremos usar pues la promoción empieza después de nuestro regreso. Muy agradecida, nos recomienda un restaurante para ir a cenar llamado “Strange Fellows”, al que llegamos cuando ya no hay nadie y están para cerrar, pero amablemente nos atienden y cenamos por 41$. Nos despedimos, agradecidos después de cenar, y volvemos al motel, viendo como la ciudad no tiene absolutamente nada de vida nocturna, ni un solo coche por la calle, da un poco de miedo, la verdad...

Alojamiento: Quality Inn, 2 noches, con desayuno. Hotels.com, 107€

Distancia recorrida: 200 millas.

10/7/19:
El Quality Inn no es de las peores cadenas de moteles que se pueden encontrar en USA, pero el desayuno de todas las cadenas que lo incluyen en su tarifa parece una copia en todas ellas: pan para tostar, pastas industriales en bolsitas de plástico, zumos de máquina, yogures, algo de fruta, cereales y café aguado. Con suerte, puedes encontrar máquina de hacer gofres... Así que nos alimentamos para subsistir y nos ponemos en marcha. Nuestro primer destino se halla en teoría a poca distancia al sur de Rutland. En pocos minutos llegamos al punto que tengo entrado en el GPS, pero el instinto nos dice que no será el correcto, más que nada porque no hay coches aparcados, como en los lugares visitados por el turismo, ya sea nacional o extranjero. Miento, hay un coche aparcado, con un viejo dentro que nos da más mala espina que otra cosa. Bajamos del coche y nos adentramos en un caminito que se adentra en la vegetación, y que a los pocos metros parece que va bordeando el supuesto cañón que tenemos que encontrar, pero por la parte de arriba. No hay ninguna indicación en parte alguna, y damos un par de vueltas siguiendo los caminos trazados, sin llegar a ninguna parte. Al final damos con uno que parece que desciende un poco y lo seguimos para llegar a un recodo del río en el que hay una pequeña playa de piedras, con el típico columpio colgado de un árbol para darse chapuzones en épocas de mayor caudal del río (ahora mismo sería un poco suicida). A poca distancia se ve un puente sobre el río por el que discurre la carretera, así que pierde el poco encanto que pudiera tener. Por los restos en la orilla, parece un lugar de reunión para hacer botellón y fiestas.


Volvemos muy decepcionados al coche, cuando pasa un señor paseando a los perros y le preguntamos por la dirección correcta de las Clarendon Falls. Amablemente nos da unas indicaciones a seguir y nos ponemos en marcha. A las pocas millas, llegamos a un aparcamiento señalizado como tramo del Appalachian Trail (parece que hemos tenido suerte), y seguimos el camino hasta llegar al río, atravesando un puente colgante, bajo el que un grupo de jóvenes disfrutan de un baño en el río. Seguimos un poco más el camino, pero estamos un poco desmotivados, así que nos paramos a remojarnos los pies un ratito antes de dar la vuelta por el mismo camino que hemos venido, sin llegar a ver ni el cañón ni las cascadas.


Volvemos a tomar la dirección de Rutland, pues el próximo objetivo se halla en dirección opuesta, al noreste de la ciudad, siguiendo la carretera 4, cerca de Killington. Paramos antes a comprar unos refrescos para el camino, pues el día es realmente caluroso. En poco menos de media hora, llegamos al inicio de las Thundering Brook Falls, también sendero perteneciente al AT. Dejamos el coche y empezamos a andar por las pasarelas de madera que suponen el inicio del camino, por encima de un mini pantano. Acabada la pasarela, el camino (y el AT) siguen por tierra firme. El mirador de Thundering Brook Falls se encuentra a pocos metros de allí. Están en una zona en la que no toca nada el sol, por lo que se está realmente fresco. Subimos hasta la parte superior de las cascadas para tener otra perspectiva y tomar unas fotos más. Ada nos espera abajo, tremendamente aburrida.


Llega la hora de ir a comer, y lo que nos queda más cerca es el pueblo de Woodstock (no es el del concierto del 69), un poco más al este. Aparcamos en la calle principal (con parquímetros, como no), y nos decidimos por comer en el Soulfully Good, donde comemos aceptablemente por 34$. Casi nos hemos quedado sin efectivo, por lo que aprovechamos que justo enfrente del restaurante hay un banco (Bar Harbor Bank & Trust) para ir a retirar efectivo cono la Bnext. Otra vez retiramos 200$, con una comisión no reembolsable de 3,5$.

Después de comer, la intención es acercarnos al Quechee Gorge SP, un poco más al este aún por la 4, antes de llegar a la autopista. No llegamos: nos paramos en el Quechee Covered Bridge a ver como un grupo de adolescentes saltan desde las rocas o desde el puente a las aguas del río Ottauquechee, bastantes metros por debajo. Y yo otra vez sin bañador...
Pasamos un rato mirando y recordando épocas de juventud en que también saltábamos de las rocas sin temor a nada, y volvemos al coche (en que nos espera Ada, más aburrida aún que antes), para seguir con nuestro camino. En vista de las pocas ganas de hacer excursiones o algo que tiene Ada, descartamos entrar al Quechee Gorge SP, y volvemos al motel a descansar un rato. Como aún es muy pronto, me entretengo mirando qué podemos hacer, y de repente me doy cuenta de que en Rutland hay una sala multicines, y que curiosamente proyectan la recién estrenada “Spiderman, far from home”. Lo propongo a las chicas, y para mi sorpresa, parece que la idea les agrada!

Otra vez al coche y rumbo al cine (primera vez en USA). Entradas, palomitas y a la sala. Contándonos a nosotros 3, un total de 7 personas mirando la película, igual o peor que en casa, cosa lógica, pues es igual de caro en USA que en casa. Por suerte es un tipo de película que no requiere un gran dominio del idioma para disfrutarla, y a Ada parece que le gusta, pues está CASI toda la película sin mirar el móvil. Ester creo que no llega a dormirse como es habitual cuando vamos al cine; y yo, gran enamorado de las películas de Marvel, me lo paso bomba. Al salir de la sala, es bastante tarde, y nuestras opciones de cenar se reducen bastante. Por suerte, aparte de cines, también Rutland tiene un Denny’s, y allá vamos. Cenamos en abundancia por apenas 30$.
Después de la cena, al motel a dormir, después de un día con algo fuera de lo habitual.

Distancia recorrida: 108 millas.

11/7/19:
Hoy toca poner rumbo al sur, recorriendo lo que queda de Green Mountain NF en Vermont y alguna cosa en Connecticut. En primer lugar, después del fantástico desayuno (ja!) en el motel y de cargar el coche con el cada vez más voluminoso equipaje, dejamos Rutland por la carretera 7, y al poco rato atravesamos la ciudad de Manchester, donde paramos en una gasolinera a comprar un café con leche helado para seguir la ruta. Nuestra intención es llegar a la ciudad de Bennington, famosa por su monumento en forma de obelisco dedicado a una batalla que según dicen cambió el rumbo de la Revolución en 1777, y por sus puentes cubiertos, de los que ya hemos visto alguno en este viaje.
Cogemos el desvío que se interna en la ciudad y nos dirigimos en primer lugar al Visitor Center de la ciudad. Ningún coche aparcado nos indica que el turismo no será la principal fuente de ingresos de la zona. Preguntamos por la ruta de los puentes cubiertos y dos amables señoras nos indican la manera de llegar, intentándonos convencer de ir a visitar también el obelisco conmemorativo. Mientras yo hablo con ellas de la ruta, Ester lee los paneles informativos de diferentes atractivos de la zona, y se interesa por acudir a hacer una visita a una fábrica de sirope de arce, tan típico del este de norteamérica. Lamentablemente, la temporada de recolección y fabricación ha acabado hace unas semanas, y no podemos acudir a ninguna factoría. Nos despedimos y procedemos a seguir la ruta de los puentes cubiertos, que en realidad en Bennington sólo son 3: Henry Covered Bridge, Paper Mill Village Covered Bridge y Silk Road Covered Bridge. Ninguno de los 3 tiene nada de especial ni son de extraordinaria belleza, pero nos sirven para pasar un rato sacando fotos y viendo los coches pasar a través de ellos. Seguidamente nos dirigimos al dichoso obelisco, que se encuentra en una pequeña plaza en zona residencial, y tiene como no, su propio Visitor Center y su propia tienda de souvenirs. Echamos un vistazo a la tienda, pero no llegamos a comprar nada ni a visitar el obelisco en su interior, pues hay que pagar entrada y no lo consideramos de gran interés.


Reanudamos la ruta hacia Connecticut saliendo de Bennington hacia el este para evitar la aburrida carretera principal, entrando en carreteras secundarias que atraviesan la parte sur de Green Mountain NF. Entramos en Massachusetts por la carretera 8 y a las pocas millas nos paramos a comer en North Adams. Aparcamos en lo que parece el centro y tenemos que entrar a un par de tiendas a conseguir unas monedas para el parquímetro, pues estos no funcionan con tarjeta, como hemos encontrado en otras poblaciones. En una de las tiendas, le preguntamos a la dependienta si nos puede recomendar algún sitio para comer, y nos envía a un restaurante situado a un par de calles, llamado Public. Todo un acierto, aunque para nada barato (60$). El día amenaza lluvia, o sea que parece que hoy no vamos a poder hacer ninguna excursión. Es por eso que nos desviamos de la ruta planeada inicialmente que nos tenía que llevar al Kent Falls SP para poder disfrutar un poco más de la naturaleza.

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Por suerte, teníamos un plan B que trataba de visitar un museo de arte/historia de nativos americanos, situado en la población de Washington, CT, en el noroeste de Connecticut (www.iaismuseum.org/).

Llegamos justo a la hora de cerrar, pero la amable señora que nos atiende, Darlene, tras hablar un rato, nos comenta que va a estar por allí un ratito más y nos deja echar un vistazo (pagando la entrada, claro, 10$ por cabeza). No hay nadie más en el museo, o sea que podemos ir a nuestras anchas, hasta que viene Darlene y nos ofrece un tour guiado por el mismo precio, contándonos cosas muy interesantes y desconocidas por la gran mayoría de los europeos acerca de la cultura, costumbres y tradiciones de los nativos americanos. La visita resulta tremendamente amena e interesante, aparte de descubrirnos lo equivocados y engañados que llegamos a estar acerca de este tema, sobre todo gracias a las películas de Hollywood. Al salir del edificio central del museo, nos dirigimos a la parte trasera, en la que hay una especie de jardín botánico con muchas especies de plantas y flores usadas por los nativos americanos desde hace cientos de años para paliar diferentes enfermedades y males. Un poco más allá, en un claro en el bosque, se encuentra otro de los trabajadores del museo, construyendo diferentes tipos de cabañas típicas de la zona (no todo eran tippis), con los materiales, herramientas y técnicas usadas tradicionalmente por los nativos. Otra interesante charla. La verdad es que la visita de plan B ha sido mucho más gratificante que otras previstas y esperadas con mayores ganas.



Nos despedimos y seguimos unas millas más hasta el pueblo de Bethel, en el suroeste de Connecticut, casi tocando al estado de New York. Allí tenemos nuestro motel, y después de hacer el check in y dejar lo imprescindible en la habitación (sólo vamos a estar aquí 1 noche), nos dirigimos a cenar a un restaurante llamado Armando’s, una especie de italiano un poco pijo. Tampoco es que haya mucho que escoger en este pueblo, y además llueve, con lo que tampoco tenemos muchas ganas de deambular en busca de otro sitio.
Durante la cena, una de las camareras (al parecer en prácticas), les hace una demostración de canto a unas parejas en la mesa de al lado. Nada mal por cierto. La comida, normalita pero cara, 70$. Creo que no volveríamos aquí ni alojándonos 1 semana en Bethel.
Alojamiento: Microtel Inn & Suites, 1 noche, con desayuno. Hotels.com, 76€.

Distancia recorrida: 200 millas.

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