Islandia sin prisas... ¡Y con volcán en erupción! ✏️ Blogs de IslandiaViaje de tres semanas recorriendo la tierra de hielo y fuego en 4x4, en el sentido horario. Naturaleza en todo su esplendor.Autor: Magrat1976 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (25 Votos) Índice del Diario: Islandia sin prisas... ¡Y con volcán en erupción!
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Etapas 7 a 9, total 9
De la península de Snaefellsnes a los Fiordos del Oeste: focas y frailecillosVisita a algunas zonas pendientes de Snaefellsnes (playa de Ytri-Tunga y cascada Bjarnarfoss), traslado a los Fiordos del Oeste en ferry y visita a los acantilados de Látrabjarg para ver frailecillos. Día 4: De Snaefellsnes a los Fiordos del Oeste (Westfjords)
Nos levantamos un día más en tierras islandesas y sorprendentemente el tiempo es espléndido, no esperábamos tener tanta suerte en vista de la mordoriana jornada anterior . Hoy tocaba cambio de zona: tomaríamos el ferry que va desde la península de Snaefellsnes (Stykkishólmur) a los Fiordos del Oeste (Brjánslaekur) en unas tres horas. En años normales este ferry suele tener dos salidas en temporada alta en verano: a las 9 de la mañana y a las 15 de la tarde. Sin embargo, este año, debido a la situación con el coronavirus, habían reducido frecuencias y entre semana tan solo había opción a las 15 h, únicamente el sábado salía un ferry a las 9 de la mañana. Nosotros hubiésemos reservado por la mañana para ir más tranquilos ya todo el día por los fiordos a ver frailecillos, pero no fue posible. Así que sería un día largo, porque desembarcaríamos en los fiordos casi a las 18 de la tarde y todavía tendríamos bastante trayecto hasta los acantilados de Látrabjarg. Si decidís tomar este ferry os recomiendo reservarlo con antelación, el nuestro iba a tope y el espacio es limitado. Podéis encontrar información sobre los trayectos y horarios y la página para reservar en el siguiente enlace: Ferry Baldur Así pues, desayunamos y nos despedimos de Grundarfjördur para poner rumbo a la zona que nos habíamos dejado pendiente los días anteriores: la playa de Ytri-Tunga y la cercana cascada Bjarnarfoss. Desde el alojamiento a Ytri-Tunga fueron unos 40 minutos en coche, realmente no estaba lejos, y pasamos de nuevo por el mirador de Sheep’s Waterfall pero no paramos porque estaba todo lleno de tours en grupo y no apetecía. Llegamos a la playa con un sol espléndido y nos dirigimos donde vimos que había gente mirando hacia el mar: efectivamente, allí estaba nuestra primera foquita dándonos la bienvenida. Estaba en una roca bastante cerca de la orilla, posando para nosotros: Luego en el otro lado había más, algunas nadando y jugando en el agua y otras tomando el sol encima de alguna roca. Fue un día que disfrutamos mucho, ya que nos encanta ver animales en libertad: Aparte de los graciosos habitantes de Ytri-Tunga, el paisaje también vale mucho la pena, sobre todo en un día soleado: Estuvimos bastante rato allí viendo las divertidas foquitas y luego nos dirigimos a la cercana cascada Bjarnarfoss, a unos 15 minutos en coche de Ytri-Tunga por la carretera 54. Una vez en el aparcamiento, en unos 15- 20 minutos andando se ve (si solo se llega a la base de la cascada, luego hay un sendero que permite subir hasta bastante arriba en paralelo al salto de agua, pero no lo hicimos por falta de tiempo). Esta impresionante cascada cuenta con las típicas formaciones basálticas que veríamos en varios lugares, sin duda merece la pena acercarse, aunque se vea desde la carretera. El ferry salía a las 15 y teníamos que comprar y comer antes, no queríamos ir justos, así que sobre las 11 de la mañana pusimos rumbo a Stykkishólmur, aunque luego vimos que nos sobraba tiempo. Son unos 50 minutos en coche desde Bjarnarfoss hasta allí, con paisajes maravillosos por el camino. Llegamos a Stykkishólmur, la población más grande de la península de Snaefellsnes. Este pueblito se encuentra ubicado en el Breidafjördur, un amplio fiordo que separa Snaefellsnes de los fiordos del oeste. Más información sobre esta población aquí: www.visitstykkisholmur.is El pueblo, aparte de ser el puerto de partida hacia los fiordos, ofrece varios puntos de interés: Norska Húsid: Casa Noruega. Museo regional que exhibe antigüedades locales. Súgandisey: pequeño islote de basalto en el extremo del pueblo, al lado del puerto. Alberga un faro y fabulosas vistas del Breidafjördur… Volcano Museum: museo que exhibe obras de arte que ilustran volcanes, además de una pequeña colección de objetos y muestras de lava de diferentes erupciones. Stykkishólmskirkja: la iglesia del pueblo, de diseño futurista. El campanario se asemeja a la vértebra de una ballena. Como no, si hay tiempo también pueden visitarse las piscinas municipales, situadas en el complejo municipal de deportes. Nosotros únicamente teníamos interés en proveernos de combustible y comida y luego dar una vuelta para hacer tiempo, así que lo primero que hicimos fue llenar el depósito (hay una OB a la entrada del pueblo) y visitar el supermercado Bonus para cruzar a los fiordos con todo lo necesario para cenar y desayunar, ya que dormiríamos en una cabañita totalmente equipada. Después de eso nos dirigimos a la oficina de los ferrys en el puerto, para confirmar que todo estaba correcto. No fue necesario cambiar el mail de la reserva por otro billete, eso mismo nos servía, y nos indicaron que se embarcaba media hora antes de la salida. Todo fue más rápido de lo esperado, así que, con tiempo de sobras, dimos una vuelta por el islote Súgandisey. Estas son las vistas del puerto desde el islote, con nuestro ferry incluido: Varios senderos llevan hacia los distintos puntos de Súgandisey. En la cima hay uno de los populares faros naranja: Y en otros sitios las vistas del fiordo son espectaculares: Tras la visita era ya hora de comer y disfrutamos de nuestro picnic en un merendero que había en el puerto, junto a la oficina del ferry. Desde allí vimos como a las 14 ya se iba formando la cola de vehículos para embarcar, pese a que nos dijeron media hora antes así que nos pusimos en marcha y enseguida nos hicieron entrar el coche a las entrañas del barco. No es demasiado grande y lo vi muy a tope, así que lo que os comentaba, es mejor reservar con tiempo. El trayecto en ferry duró casi tres horas, de 15:00 a 17:45, pasamos parte del viaje dentro y parte fuera, ya que el día era espléndido. Dentro hay cómodos asientos y wifi gratis, entre eso y las vistas el viaje no se hace nada pesado. La única parada que hace el barco es en la isla Flatey, aunque los que tenemos billete hasta Brjánslaekur no tenemos permitido bajar. Si viajáis en temporada de frailecillos os recomiendo estar al caso y salir a cubierta cuando el ferry se aproxime a la isla, ya que pudimos ver un montón de ellos en el agua, buscando alimento. Os dejo una foto, aunque no se ve demasiado bien, todo eso eran frailecillos y había muchísimos más: La isla Flatey (“isla plana”) es la única de esta zona que está habitada durante todo el año. En el siglo XI albergaba un monasterio y en la actualidad se han rodado allí varias películas y series, es un lugar que rezuma tranquilidad. En un verano normal, con dos ferrys diarios, se puede visitar Flatey en excursión de un día tomando el primer ferry de la mañana, desembarcando en la isla, y volviendo con el ferry de la tarde que hace el trayecto inverso, pero este año no era posible. También hay tours organizados para visitar la isla. Más información en: www.flatey.com Algunas de las vistas de la isla: Poco antes de las 18 h desembarcamos en Brjánslaekur, yo pensaba que era un pueblecito pero realmente es poco más que la terminal del ferry. Si alguien quiere tomar algo, cuenta con un sencillo café donde también venden los billetes del barco. Nosotros tomamos la carretera 62 en dirección oeste, rumbo a los acantilados de Látrabjarg. A unos 15 minutos en coche desde la terminal de ferry y junto a la carretera 62 se encontraba nuestro alojamiento de ese día, una pequeña “cabin” situada en los terrenos de una granja en Hagi, con un entorno idílico. Como nos venía de paso, paramos a hacer el check-in (self check-in, nos enviaron el código de la cajita que contenía la llave) y dejar las maletas y la comida. Y ahora sí: ¡rumbo a la península de Látrabjarg! Nos esperaba un trayecto de aproximadamente una hora y media hasta allí, primero por buena carretera asfaltada y luego por caminos serpenteantes de grava. Más o menos, diría que los primeros 30 minutos desde Hagi son asfaltados, luego ya aparece la grava. Hay algunos tramos donde se bordean barrancos y también bastantes baches, pero por suerte hacía buen tiempo y apenas encontramos otros coches por el camino. Llegamos hasta los acantilados y allí nos esperaba nuestra recompensa: ¡frailecillos y más frailecillos! Serían sobre las 19:30 cuando llegamos, tened en cuenta que aunque consigáis cuadrarlo para estar antes ahí, los frailecillos regresan a sus nidos a última hora del día. Nos encontramos con una pareja que había estado toda la tarde por allí y solo consiguieron verlos a última hora. Así que, si finalmente no conseguís reservar el ferry de la mañana, tampoco hay mucho problema (lo único es que será una jornada larga y os retiraréis tarde). Los espectaculares acantilados de Látrabjarg se encuentran junto al faro de Bjargtangar y se extienden unos 12 km, alzándose hasta 450 metros por encima del tempestuoso mar. Hay una ruta en la guía Rother, el itinerario número 41, que recorre la zona durante unos 7 km ida y vuelta. Nosotros no pudimos hacerla por falta de tiempo, pero tiene muy buena pinta si no se va tan justo. Aparte de frailecillos, hay gran cantidad de otras aves: alcas comunes, araos aliblancos, cormoranes, gaviotas… en ocasiones incluso pueden verse focas en los islotes rocosos cercanos al faro, pero nosotros no tuvimos suerte (ya cumplimos el cupo por la mañana en Ytri-Tunga ). En nuestro caso no hicimos todo el recorrido recomendado en la guía y nos limitamos a caminar por la zona más cercana al faro (y al aparcamiento), pero ya en este punto pueden verse numerosos frailecillos, además desde bastante cerca: Algunos datos sobre estas curiosas aves: tienen un tamaño de unos 30 cm y una envergadura de hasta 63 cm, pero pese a su gracioso aspecto pueden recorrer hasta 80 km en una hora y sumergirse a 60 metros de profundidad. En abril regresan de mar abierto hacia los acantilados, para anidar y pasar los tres meses siguientes incubando y criando a sus polluelos. Hacia mediados de agosto regresan de nuevo hacia el mar, aunque en el sur de Islandia pudimos verlos incluso a finales de agosto. Hicimos miles de fotos, la verdad es que el trayecto hasta allí por el camino de cabras vale mucho la pena :
Como os comentaba, también dimos una vuelta por los acantilados, la verdad es que el paisaje es impresionante, aunque la mayor concentración de frailecillos la vimos justo en la zona más cercana al aparcamiento. Las escarpadas rocas sobre el mar me recordaron un poco los Cliffs of Moher irlandeses, salvando las distancias: Estuvimos sobre una hora por allí y me hubiese quedado más, pero tocaba emprender el viaje de regreso si no queríamos llegar a las tantas. Así que hicimos de nuevo la hora y media de trayecto hasta nuestro alojamiento, ya con el sol bajando pero todavía con luz. Algunas vistas de los fiordos al atardecer: Nos alojamos en Hagi (junto a la carretera 62), un poco lejos de Látrabjarg, porque fue la única opción con una relación calidad/precio aceptable que encontramos. Ya en marzo cuando reservamos, todos los alojamientos de la zona más cercana a los acantilados estaban carísimos. Así que nos decantamos por esta pequeña cabina totalmente equipada y situada junto a una granja, prácticamente a orillas del fiordo. Fue uno de los alojamientos que más nos gustó, estaba decorado con un gusto exquisito y tenía de todo, además de su privilegiada ubicación. Llegamos sobre las 22 h y tras una rica cena, a descansar, que al día siguiente nos esperaba una buena ruta bordeando los fiordos del oeste. El día de hoy sin duda había superado nuestras expectativas permitiéndonos disfrutar de la Islandia más animal. ¡Mañana más! Etapas 7 a 9, total 9
Westfjords: un día en los Fiordos del OesteRecorrido de un día completo por los Fiordos del Oeste, una de las zonas menos visitadas de Islandia. De Hagi a Hólmavík, incluyendo las espectaculares Dynjandifoss, una de las cascadas más bonitas del país. Día 5: De Hagi a Hólmavík recorriendo los Fiordos del Oeste
Hoy tocaba visitar los Fiordos del Oeste, una región menos visitada que el resto debido a que queda algo apartada de la típica ruta circular por la Ring Road. Las carreteras, en muchos tramos sin asfaltar, bordean los fiordos y las aldeas de pescadores, y cruzan pasos de montaña siempre rodeadas por un paisaje impresionante y muy tranquilo. La vida aquí va a otro ritmo, no hay lugar para las prisas. Más información en: Visit Westfjords Todo va a gustos, pero personalmente fue uno de los sitios que más me gustó, aunque solo lo recomiendo si se dispone del tiempo suficiente, ya que en caso contrario la conducción puede hacerse muy pesada. Como mínimo hay que disponer de dos noches para esta zona y hacer una cerca de Látrabjarg y otra ya de salida, por ejemplo en Hólmavík. Esa combinación permite dedicar un día y medio a los fiordos (la primera tarde, visitar los acantilados y ver frailecillos, y el día siguiente al completo bordear algunos fiordos y ver las Dynjandifoss, lo justo para hacerse una idea). Evidentemente si se dispone de más noches mejor, podría hacerse una ruta más completa incluyendo la parte más alejada del norte donde en teoría pueden verse zorros árticos. El día anterior había sido largo, así que nos levantamos bastante tarde, desayunamos y pasadas las 10 nos pusimos en marcha esperando tener buena suerte con el tiempo, pero error: salimos de nuestra cabañita y había una densa niebla que lo cubría todo y no permitía ver nada más allá de dos palmos de distancia. Nuestro gozo en un pozo… Como los serpenteantes recorridos por los fiordos alargan mucho el tiempo en carretera, habíamos decidido seleccionar y saltarnos una parte de ellos, de forma que la etapa inicial consistiría en volver por la carretera 62 dirección Brjánslaekur, pasar de largo y tomar la carretera 60 por el interior hasta las cascadas Dynjandi. En teoría esta era la forma más corta de llegar (60 km, sobre una hora). Así pues, bordeamos el fiordo en dirección este sin ver un pijo (lástima, ya que el día anterior no hice fotos de esta zona pensando hacer las hoy) y enfilamos la 60 hacia el interior. Aquí la carretera se vuelve de grava y encima había obras, el tramo inicial era bastante malo, con subida, curvas y baches… en ese momento pensé que la había cagado completamente eligiendo esta ruta, ya que si los 60 km iban a ser así, tardaríamos mucho más que dando la vuelta por la costa. Ya estaba dudando sin dar la vuelta, cuando, ¡oh, sorpresa! La pista se vuelve más amplia y buena, apenas sin baches. Además, al llegar a cierto punto la niebla desaparece completamente y nos sorprende un sol espléndido que ya no nos abandonará durante el resto de la jornada. Finalmente resultó todo un acierto: el paisaje en esta zona más interior es agreste, salvaje, una maravilla. No nos quedaba otra que ir parando constantemente a hacer fotos de las fabulosas vistas, aunque de nuevo es imposible captar la magnitud de lo que se veía en realidad: En vez de una hora tardamos hora y media en llegar al aparcamiento de Dynjandifoss, donde a esa hora ya había bastante gente (aunque poca comparado con lo que se encuentra uno en el sur). En realidad se trata de una serie de cascadas: subiendo desde el aparcamiento se pasa por pequeños saltos de agua hasta llegar a la cascada principal. Se tarda sobre una hora en hacer el recorrido, que aparece como itinerario 40 en la guía Rother. Cada una de las cascadas está señalizada, sus nombres de abajo a arriba son: Bjarfoss, Hrísvadsfoss, Göngumannafoss, Strokkur y Hundafoss, acabando en la espectacular Dynjandifoss (“la estruendosa”). Hacía mucho sol, en este caso juega en nuestra contra porque lo tenemos de cara justo detrás de la cascada y es imposible conseguir buenas fotos. Dynjandifoss se precipita unos 100 m de altura hacia la bahía de Dynjandivogur, actuando de zona de captación de los picos y valles interiores de los alrededores. En la parte de arriba tiene unos 30 metros de anchura y abajo puede llegar a alcanzar los 60 metros. Esta zona, de aproximadamente 700 hectáreas, está protegida desde 1986. Las vistas desde la cascada hacia el fiordo también son espectaculares: Finalizamos la visita bastante acalorados, era cerca de las 13 h y nos dirigimos a Pingeyri para comer allí. Se trata de un pueblecito muy agradable en el lado sur del fiordo Dýrafjördur. A la entrada del pueblo vimos unas cuantas focas tomando el sol, pero no había sitio donde parar junto a la carretera, ni siquiera había arcén, y no pudimos hacerles foto. Pingeyri cuenta con un importante yacimiento vikingo y un conocido festival de temática vikinga, así como una réplica de un barco de vela típico: Comimos nuestro picnic allí, en una playita frente al barco, completamente solos, rodeados de un precioso paisaje y naturaleza pura. Más información sobre esta zona en: www.thingeyri.is Pingeyri es un buen punto de partida para hacer excursiones, ciclismo o paseos a caballo por la península que lleva el mismo nombre. En la oficina de turismo os proporcionarán mapas y consejos sobre la zona. Sobre las 14 decidimos ir tirando, ya que según el maps nos quedaban más de tres horas de camino bordeando fiordos, sin contar paradas. Nos ponemos en marcha bajo un sol espléndido y vamos parando donde podemos a hacer alguna foto, aunque no hay demasiados sitios habilitados para ello. Algunas fotos las hacemos directamente desde el coche durante el trayecto: Durante nuestro recorrido pasamos por los fiordos Dýrafjördur y Önundarfjördur, hasta la llamada “capital” de los Fiordos del Oeste, Ísafjördur, donde no paramos sino que pasamos de largo. Se trata del pueblo más grande de la zona y está situado en una lengua que se adentra en el Skutulsfjördur, rodeado por imponentes picos. Es un buen centro de servicios, cuenta con museos y se pueden hacer varias excursiones desde allí. Hay diversas opciones de alojamiento, restaurantes y también un supermercado Bonus y por supuesto un Vinbúdin . Como decía, no paramos y seguimos bordeando los fiordos por la carretera 61 en el trayecto que une Ísafjördur con Hólmavík, nuestro destino. Estamos en el llamado Ísafjardardjúp, el más grande de los fiordos de la región. La carretera 61 serpentea por una serie de fiordos más pequeños en el lado sur. Hay algunos puntos junto a esta carretera con miradores que permiten parar y contemplar las maravillosas vistas: Seguimos hasta el fiordo Skötufjördur, donde poco antes de llegar al café Litlibaer hay un mirador desde donde se pueden ver focas, aunque están muy lejos y es difícil hacer buenas fotos. Si os fijáis bien, sobre esa islita rocosa pueden verse algunas de ellas, espachurradas al sol : Seguimos ya hasta Hólmavík, el paisaje es espectacular durante todo el recorrido, incluso el tramo final ya por el interior. Llegamos antes de lo previsto, sobre las 18:15 h, la verdad es que se hace complicado controlar los tiempos. Seguramente de haberlo sabido hubiésemos añadido alguna parada o pequeño trekking en la zona de los fiordos, ya que Hólmavík no da demasiado de sí. Se trata de una pequeña localidad pesquera situada en las aguas del Steingrímsfjördur, buen sitio para aprovisionarse de comida y combustible pero poco más. Tras instalarnos en nuestro apartamento, dimos una vuelta por el pueblo: Si a alguien le interesa en Hólmavík se encuentra el curioso Museo de la Brujería y la Hechiceria de Islandia (en verano, abierto de 9 a 19 h). Tanto el centro de información turística como el restaurante Galdur se encuentran en las instalaciones de este museo. Desde Hólmavík también salen tours de observación de ballenas y vimos a gente que regresaba de excursiones en kayak. Nos retiramos temprano, como teníamos apartamento completamente equipado decidimos cocinar y cenar allí en lugar de ir a uno de los dos restaurantes cercanos, y luego aprovechamos para descargar y clasificar las fotos y descansar un poco. No fue un día demasiado cansado, pero sí bastante largo en cuanto a conducción, así que tampoco apetecía mucho más tute. Al día siguiente cambiábamos de zona: dejaríamos los espectaculares Fiordos del Oeste para adentrarnos en la agreste zona norte del país. Etapas 7 a 9, total 9
Bienvenidos al norte: Kolugljúfur Canyon, Hvítserkur y VarmahlídDe Hólmavík a Varmahlíd visitando: Kolugljúfur Canyon, Hvítserkur y Blonduos. De los fiordos del oeste al soberbio norte de Islandia. Día 6: Hólmavík- Kolugljúfur Canyon- Hvítserkur- Blonduos- Varmahlíd Otro día más en la tierra de hielo y fuego y tocaba cambiar de zona: empezaríamos nuestro recorrido por el agreste norte del país. Esta jornada estaría dedicada a desplazarnos desde los fiordos del Oeste hasta Varmahlíd, visitando los puntos de interés que encontrásemos por el camino. En ocasiones es difícil planificar los tiempos, pero a posteriori creo que nos quedó un día demasiado relajado y hubiésemos podido seguir un poco más en ruta y llegar a dormir a Hofsós, donde hay unas interesantes piscinas municipales con vistas al mar. Pero bueno, también es cierto que estuvimos en uno de los alojamientos que más nos gustó, un estudio en una granja en medio de la nada decorado con un gusto exquisito, muy confortable y que invitaba a sentarse un rato a leer un buen libro. Nos despertamos pues en nuestro apartamento en Hólmavík y desayunamos allí mismo, teníamos cocina completa y sin problema. Salimos sobre las 9:30 h, el tiempo no pintaba nada bien, pero al menos solo eran nubarrones, no llovía ni hacía viento. A la salida del pueblo paramos a repostar combustible en una gasolinera OB, una de las dos que nos ofrecían descuentos. Primera parada: el cañón Kolugljúfur. Nos llevó desde las 9:40 hasta cerca de las 12 h el trayecto hasta allí desde Hólmavík, parando en algún que otro sitio a hacer fotos porque el paisaje siempre es espectacular. Se empieza bordeando un fiordo y luego la carretera se dirige ya hacia el interior. Alternamos tramos de grava y otros de buena carretera asfaltada, y como siempre hay muchos sitios chulos donde no hay arcén ni un apartadero donde parar a hacer fotos. Después se empalma ya con la Ring Road hasta tomar el desvío por la carretera 715 (unos 10 kilómetros de grava, pero en buen estado). Llegamos al aparcamiento junto al inicio del cañón, inicialmente habría sobre unos 10 o 11 coches y ya me pareció que aquello estaba a tope, luego se fueron marchando y acabamos quedando 2 o 3. Estaba mal acostumbrada a la soledad de los fiordos del oeste, luego en el sur vería que 10 coches no es prácticamente nada… El cañón Kolugljúfur se encuentra situado en el valle de Víðidalur, donde el río Víðidalsá fluye a través de la granja Kolugil generando esta magnífica grieta en la tierra. Las fotos con los nubarrones no hacen justicia, como siempre: Caminamos por ambos lados del cañón, es muy bonito incluso con mal tiempo. Tiene sobre 1 km de longitud y unos 40-50 metros de profundidad. Se llama así en honor a la troll Kola, quién según la leyenda cavó el cañón. En los campos de la granja Kolugil hay una colina donde se cree que Kola y su tesoro están enterrados, protegidos bajo el hechizo de Kola. Al inicio del cañón, cerca del aparcamiento, se encuentra la cascada Kolufossar, que también lleva su nombre: Le dedicamos sobre una hora al cañón, ya que caminamos por ambos lados durante bastante rato, pero se puede ver el tramo inicial en menos rato si se va justo de tiempo. Sobre las 13 h salimos en ruta hacia nuestra siguiente parada: Hvítserkur. Para llegar hasta allí se deshace el camino por la carretera 715 de grava hasta retomar la carretera 1, se sigue un rato por ella y luego se toma otro desvío a la izquierda, ya por camino de grava (aunque en buen estado, pasan todo tipo de vehículos). Nos llevó unos 40 minutos recorrer el trayecto Kolugljúfur- Hvítserkur. Desde el parking de Hvítserkur, si nos ponemos mirando hacia el mar, salen dos senderos (aunque uno está un poco escondido): Hacia la izquierda: éste es el que nos lleva hacia el famoso arco de piedra. Un sendero que sale desde el final del parking y luego gira hacia la derecha: va hacia una playa desde la cual se pueden ver focas (están algo lejos, pero se ven). Otra opción para ver focas, que es la que hicimos nosotros, es andar por la playa desde Hvítserkur hasta la zona donde se ven, y luego regresar al parking por este otro sendero que comento. Empezamos, pues, tomando el corto sendero que nos lleva hasta el mirador en el acantilado que permite disfrutar de Hvítserkur y de las vistas en general: Se trata de un monolito de unos 15 metros de alto que emerge en la orilla del lado este de la península de Vatnsnes. Varias especies de aves viven en roca, como puede apreciarse por su blanquecino colorido . Bajamos hasta la playa por un sendero lateral bastante empinado pero corto, y aprovechamos para disfrutar de nuestro pícnic frente al bonito arco: Según la leyenda (y según la Lonely) Hvítserkur era un trol al que sorprendió el amanecer mientras trataba de destruir el monasterio de Pingeyrar. Luego como os comentaba exploramos la playa, dirigiéndonos hacia la derecha hasta alcanzar el estuario del lago Sigrídarstadir. En la playa de enfrente estaban las focas, durmiendo al solete: Vistas del estuario y del arco ya de camino hacia el parking por el sendero que sube sobre la playa: Podríamos haberle dedicado algo más de rato a la península de Vatnsnes recorriendo la carretera 711 (de grava) que bordea la costa, pero pensamos que iríamos muy justos y decidimos regresar a la Ring Road y seguir hacia nuestro alojamiento. Estuvimos sobre un par de horas en la zona del arco y luego nos llevó una hora más llegar hasta el pueblo de Blönduós, donde hicimos una pequeña parada. Se trata de una pequeña localidad que cuenta con un par de museos, una iglesia moderna y un centro de servicios donde repostar si es necesario. Como punto de interés quizá destacar la pequeña isla Hrútey, que se encuentra en mitad del río Blanda y unida al pueblo por un pequeño puente peatonal. Empezaba a cambiar el tiempo de nuevo (a peor), así que proseguimos nuestro camino en dirección Varmahlíd. Nos llevó 45 minutos más desde Blönduós llegar hasta nuestro alojamiento, una guest house ubicada en los terrenos de una granja de la zona (Frostastadir Guesthouse). Este alojamiento nos gustó mucho, está situado en la carretera 76, a unos 14 km de Varmahlíd, en mitad de los campos y colinas. Dimos un pequeño paseo por los alrededores con estas vistas: El interior del alojamiento, un pequeño estudio completamente equipado, es increíblemente acogedor, y la familia que lo lleva también: Aprovechamos que el sitio lo valía para retirarnos temprano y dedicarnos a procesar las fotos, escribir… y también para reservar el tour de las ballenas en Husavík. Como habíamos esperado bastante a reservar y era temporada alta, ya no había disponibilidad para el día 17 por la mañana, así que reservamos para el 16 por la tarde. Luego veríamos que fue un gran acierto, pero en ese momento no lo sabíamos. Al día siguiente tocaba ir hacia el espectacular lago Myvatn, una de las zonas que más nos gustó del viaje, con sus fenómenos geotermales y zonas volcánicas. Etapas 7 a 9, total 9
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