![]() ![]() México en pandemia ✏️ Blogs de Mexico
24 días por varios estados de México, por nuestra cuenta y en plena pandemia.Autor: Wanderlustig Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (11 Votos) Índice del Diario: México en pandemia
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Etapas 10 a 12, total 17
08AGO.- Tan temprano como a las siete y media (porque teníamos que devolver el coche alquilado antes de las 9 y media) iniciamos los 110 km que nos separaban de Mérida (avisados que, aunque era domingo, podía haber mucho tráfico que nos retrasase en la devolución del coche).
![]() Nada de eso. La carretera estaba limpia (sí que venía algún coche hacia la playa, lógico al ser festivo) y tardamos escasamente una hora en llegar a Mérida (incluida una niebla bastante cerrada durante unos 20 km), de forma que tuvimos tiempo de volver al Hotel “María José” a dejar el equipaje, llenar el depósito de gasolina y entrar por las puertas de la oficina de “Álamo” con tiempo suficiente para proceder a la comprobación del coche y cerrar la operación. El personal de “Álamo” muy atento y correcto, y con una perfecta disposición a resolver cualquier problema. Como ya íbamos sin equipaje, una vez devuelto el coche comenzamos a visitar la ciudad, empezando por el afamado Paseo de Montejo, donde hay varias casonas dignas de visitar y algún museo que estaba abierto. ![]() A mediodía tomamos la habitación, incluso algo mejor que la que nos dieron la primera vez (optamos por hacer un "up-grade" allí mismo), y marchamos hacia la Plaza de Armas, donde camino de ésta, y viendo que no había casi nadie en su interior, comimos en el restaurante “Casta Divina”, muy bien y por unos 700 MXN (propina aparte). Mérida es una ciudad casi andaluza, con calles tiradas a cordel, perfectamente cuadriculada y sin una sola cuesta (su casco viejo, al menos). Todo son casonas con grandes portones, dinteles y ventanas con rejas y jardineras. Las que han pasado a ser hotelitos, restaurantes o negocios están perfectamente restauradas y pintadas a colores, mientras que otras, con menos fortuna, permanecen en mal estado o incluso en ruinas. Hay numerosos puntos de interés para visitar, por lo que merece al menos 2 noches/3 días. Es fácil pasear por el centro (el hotel está muy cerca) si bien un taxi no costará más de 50-60 MXN por carrera. Su Catedral es una de las más grandes y ricas de todo México y el Zócalo es todo un espectáculo de colores, donde, además de haber puestecillos de recuerdos, podremos tomar unos emblemáticos helados en la afamada Sorbetería Colón (concretamente de mamey colorado y de papaya). A destacar que, al igual que en Campeche, la gran mayoría de gente llevaba la mascarilla por la calle y, por supuesto, dentro de cualquier local. ![]() 09AGO.- Todo el día en Mérida, visitando quintas y palacetes, museos e iglesias. A destacar las “marquesitas” que venden en la calle 62. ![]() ![]() ![]() Aprovechamos para conocer los mercados de la ciudad (San Benito, artesanías de las calles 65 y 67, tiendas alrededor del antiguo Correos y Telégrafos…), donde fue fácil comprar recuerdos y artesanía a buenos precios (no vayáis al Mercado Maya de la calle 56: es una trampa para turistas con precios muy altos). Etapas 10 a 12, total 17
10AGO.- Todavía pudimos disfrutar por unas cuantas horas de la ciudad de Mérida, si bien tuvimos que dejar la habitación hacia las doce, sacando el equipaje a recepción, desde donde un taxi, hacia las 4 y media de la tarde, nos llevó al aeropuerto (100 MXN con propina) pues a las 7 volábamos a CDMX.
Volaris es una compañía muy mediocre, con aviones sucios y viejos y una atención en tierra y en vuelo nada agradable. En absoluto son puntuales, pues salimos de Mérida en el Y4 789 MID-MEX (un A320) con casi una hora de retraso, a la que hubo que sumar otros 45 minutos en la recogida de equipajes en la T1 de CDMX. Recordemos que hay que hacer el check-in 24 horas antes del vuelo y el documento QR “vuelaseguro.com” para poder subir al avión (aunque luego, nadie controla eso). Retirado el equipaje y siendo casi las once de la noche, optamos por elegir una de las muchas compañías de “taxis seguros” que se ofrecen junto a las mismísimas cintas de equipajes de la T1, resultando agraciada “Nueva Imagen” que por 220 MXN (unos 10€ con propina) dispuso un VW Jetta que nos llevó en 20 minutos al Hotel “Mx Garibaldi”, que ya teníamos reservado y pagado desde marzo 2020. Cabe decir que este hotel de 4* (y perteneciente a la cadena mexicana MX, que tiene una docena de establecimientos) fue el único que en vísperas de la Semana Santa de 2020 tenía disponibilidad para 2 parejas contando con excelentes críticas y buenas fotos en los foros de viajes, a pesar de estar en la plaza Garibaldi, de pésima fama por peligrosa (atracos, drogas, borrachines…) Nada de eso es cierto. Ni el hotel es bueno (roza lo lamentable) ni la zona es extremadamente peligrosa. Sí que hay mariachis hasta las cinco de la mañana y sí que es verdad, que tres calles más allá empieza el barrio de Tepito, peligroso por tráfico de drogas. Pero la plaza Garibaldi en si misma tiene mucho menos riesgo para el turista mínimamente avispado, que las Ramblas de la Barcelona de Inmaculada Colau, ciudad tan degradada últimamente por la nefasta gestión de esta mujer y su equipo, especialmente permitiendo botellones de todo tipo y una delincuencia cada vez más abundante y agresiva. ![]() Pero ya que estaba pagado (42€ noche con desayuno en habitación superior con balcón), vimos las ventajas del establecimiento: está a 4 calles del Zócalo; al otro lado de la Plaza Garibaldi está el Eje Central donde hay trolebuses seguros que recorren toda la ciudad; durante 24 horas hay dos coches de policía en la plaza, uno justo al lado del hotel; no deja de ser un 4 estrellas; tiene las mejores críticas, estando entre los 10 mejores de CDMX. Ahora las pegas: no entiendo cómo alguien ha valorado este hotel como excelente, ya que siendo generoso sería un 3* muy justito. Es un hotel donde abunda la suciedad en todos los rincones; donde las sábanas no destacan por su limpieza; las toallas tampoco y encima están gastadísimas; las instalaciones están para renovar completamente; los baños son viejos con muchos desperfectos y piezas de bajísima calidad; los grifos no cierran bien; la ducha es minúscula y no tiene presión; la habitación “superior con balcón” daba a la plaza Garibaldi, por lo que tuvimos música de mariachis (en días de semana) hasta las 5 de la madrugada. Además, las ventanas imitación “climalit” están tan mal instaladas que, entre la ventana y la pared se ve la calle, entrando por ahí la luz, el ruido y la música; además, en nuestro “lujoso balcón” faltaba todo un cristal; hay poca luz en los cuartos (muchas bombillas no funcionan y aunque avises en recepción, nadie se preocupa de cambiarlas); no tiene frigorífico; no tiene ventilador de techo (aunque si aire acondicionado); solo hay un ascensor y un montacargas para cinco pisos. El comedor está cerrado por COVID, así que el “desayuno” es una bolsa de papel que se recoge a partir de las 7 en recepción y que lleva dentro una botella de zumo (normalmente de uva o de mango, ambos malísimos), un sándwich con una loncha de queso y jamón o pavo de ínfima calidad y un yogur; eso es todo. Como la primera noche llegamos tan tarde (y después de más de media hora en recepción porque no encontraban el justificante del pago realizado en…. ¡febrero de 2020! ni tampoco los emails entre la dirección del hotel y yo, donde ratificaban las tarifas y la disponibilidad) nos dieron la ya mencionada "habitación superior" (la 413) con balcón…roto, en la que, siendo más de medianoche, hubo que quitar el protector de colchón porque era un auténtico compendio de cabellos y pelos, y rehacer la cama con unas sábanas nada apetecibles; así que entre los mariachis y la mugre, poco se durmió allí esa noche. En todo caso, para esta primera etapa de dos noches en el “MX Garibaldi” no tenía sentido cambiar de hotel (con cambiar las sábanas por unas limpias nos bastaba), pues en la primera, llegamos casi a medianoche y en la segunda, teníamos que levantarnos a las 5 de la mañana porque teníamos que viajar hasta San Miguel de Allende. En tal sentido nuestra queja por la mañana fue mayúscula, pidiendo que nos cambiaran toda la ropa de cama y que para las otras dos noches que estaríamos alojados, una semana después, queríamos una habitación absolutamente tranquila, sin balcón pero sin mariachis. Aceptaron darnos una interior en el segundo piso, la 203 (sin reembolso alguno ni compensación, por supuesto) pero con garantía de tranquilidad. Yo por si acaso, ya tenía visto otro hotel en una zona nada céntrica (Paseo Reforma) pero de cadena internacional, donde supongo que por 100€ diarios la limpieza sería suficiente. Como no me caben en su etapa (la de Puebla), anticipo aquí estas imágenes de la misma. En Puebla es común que muchas puertas y ventanas de comercios, estén profusamente decoradas, haciendo que las calles sean muy alegres. ![]() El popotillo son fibras que se extraen de la planta del cambray (mijo). Esta planta silvestre crece por todo México (sobre todo en el estado de Hidalgo) y se puede teñir de diversos colores vegetales para fabricar cuadros u otras artesanías. ![]() No está permitido fotografiar el interior de la Iglesia de Santa María de Tonantzintla, pero su exterior ya nos permite ver el estilo casi naif de las mil cabezas y figuras que tiene. ![]() . Etapas 10 a 12, total 17
11AGO.- Hoy teníamos todo el día para visitar el centro de CDMX. Al estar cerca del Zócalo el hotel, caminamos quince minutos hasta llegar a la Catedral y demás templos adyacentes, todos impresionantes, debiendo destacar la riqueza de la principal sede y sus extraños sistemas de control de inclinación: el gran péndulo desde el techo en plena nave central para conocer la desviación anual provocada por el hundimiento del suelo, al parecer, por culpa de la capa freática y de los continuos terremotos.
![]() ![]() A la hora de comer nos decidimos por hacerlo en la “Casa de los Azulejos” (al final de la Avenida F. Madero, junto a la Torre Latinoamericana), regentado por la franquicia “Sanborns” (una más del Grupo Carso, propiedad de Carlos Slim, probablemente el hombre más rico de México, que también tiene empresas en España). El recinto bien merece la pena por la intensa decoración, pero la cocina no está a la altura del continente, siendo mediocre tanto la carta como la hechura. El servicio, con mucho personal trabajando, ni rápido ni lento, desmereciendo del conjunto el inexistente mantel y servilletas (todo en papel y no creo que fuera por el COVID, es que en todo México, de los casi treinta restaurantes que utilizamos, solo nos vistieron la mesa en uno), vasos corrientes y únicamente a destacar el uso de unos platos estilo “Talavera”, pero servidos con unos cubiertos baratos-baratos (igualmente que con los manteles, solo nos cambiaron los cubiertos para el segundo plato en un solo restaurante de todos los visitados). Y además con el protocolo COVID aplicado en el límite, tanto como para estar a punto de no sentarnos: en el comedor del patio, que estaba lleno, no había distancias entre mesas; arriba (pasillos alrededor del patio) los comensales de diferentes mesas no estaban ni a medio metro unos de otros; al final, en uno de los comedores interiores (nada atractivo, por cierto) encontramos una mesa en un rincón a metro y medio (justito) de la siguiente. Un menú simple elegido en una carta igualmente simple: ensalada (lechuga, pollo reseco y aguacate) para compartir, tacos de cochinita pibil y 4 malas imitaciones de pepitos de “res” (sería vaca-vaca, porque ternera no era) con pan “chicle”, fríos, con una salsa ligeramente picante y patatas fritas congeladas. Un triste helado de limón y una copa de arroz con leche muy mediocre. Dos refrescos y dos cervezas. Todo eso por unos 850 MXN (33€) propina aparte. Los baños (bajando un piso) viejos, sucios y malolientes, siendo lo único destacable, la música en vivo (pianista) en el patio central, junto a la fuente. Más allá del espléndido Palacio de Bellas Artes y atravesada la Alameda Central con el Monumento a Benito Juárez, cruzamos el amplio Paseo de la Reforma y llegamos al monumental Museo de la Revolución, donde, justo al lado, había muchos danzantes, tanto jóvenes como mayores, bailando por parejas (como gustan de hacer en muchas ciudades chinas). ![]() ![]() Hacia las 8 de la tarde, regresamos al nada apreciable hotel MX de la Plaza Garibaldi, si bien antes deambulamos un rato por la misma, viendo el ambiente, sin aspecto de ser tan peligroso como dicen, de bares de copas, restaurantes en terraza, puestos de venta de artesanía y los omnipresentes mariachis, por cierto, los más cutres que vimos, comparados con lo que encontramos en Puebla, Guanajuato, Mérida o San Miguel de Allende. Conclusión: Disfrutad del centro de CDMX con sus jardines, muchas iglesias, hermosos palacios, singulares edificios y grandes monumentos, pero evitad en lo posible alojaros en el “MX Garibaldi”; seguro que en la capital hay otros muchos hoteles que, por igual precio, ofrecen limpieza, tranquilidad y un mejor servicio. Etapas 10 a 12, total 17
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