Indonesia - Borneo, Papúa y Java central ✏️ Blogs de Indonesia

Hoy íbamos a ir a Kali Biru, también llamado Rio Azul (Blue River). Este era un lugar que se encontraba extremadamente lejos. Había que ir en barco hasta Waisai, desde allí coger un coche aproximadamente una hora y cruzar la isla hacia el este, a continuación coger otro barco y finalmente caminar un rato hasta llegar al lugar.
Este tramo del río era conocido por su color azul turquesa. La excursión desde nuestra homestay costa 5 millones de IDR. En los últimos días, se había ido gente de la homestay y había llegado nueva. La excursión era para máximo 8 personas, y dio la casualidad de que los que queríamos ir éramos exactamente ese número, por lo que el tour nos salió relativamente barato. A las 7:30 de la mañana ya estábamos desayunados y listo para coger el speedboat y llegar a Waisai. Una hora después llegamos al puerto y había dos coches esperándonos para llevarnos al siguiente punto.
Estuvimos aproximadamente otra hora recorriendo la isla. Los paisajes eran espectaculares, la carretera se adentraba en plena selva y el asfalto era lo único que no era de color verde. Además, la vegetación se había comido ya parcialmente la carretera convirtiéndola en una vía de un solo carril.
Tras disfrutar de los paisajes, llegamos a otro puerto. Desde ahí teníamos que coger otro barco, esta vez un longboat, que tardaría unos 30 minutos en llevarnos al punto donde deberíamos proseguir andando.
Nuevamente los paisajes eran increibles, comenzamos a remontar el río. Las montañas de los lados se iban cerrando cada vez más, el agua era completamente transparente y en los árboles podíamos observar infinidad de pájaros, desde águilas a cacatúas.



Llegamos a un punto donde debido a la profundidad del río los barcos no podían seguir, y aquí nos tocó comenzar a andar unos 10/15 minutos. Cruzamos el río y nos adentramos unos cientos de metros en la selva hasta que llegamos al Blue River.


El agua se podía ver de otra tonalidad, si bien no tan impresionante como las fotos que habíamos visto, quizá porque estaba nublado, quizá porque estaban retocadas.
No obstante el paisaje era digno de ver. Nos pusimos el traje de baño y nos dimos un chapuzón. Fue la primera vez en el viaje que nos bañamos en un agua que no estaba por encima de los 25 grados, y la verdad es que se agradeció.


Estuvimos tanto tiempo como quisimos, sin embargo, como le habíamos comentado a Ringa la posibilidad de pararnos en una granja donde cultivaban “frutas del dragón”, decidimos no entretenernos más y volvimos hacia el segundo puerto donde habíamos cogido el longboat. Comentar que estos barcos son muy inestables, y en la vuelta, lo estaba conduciendo un chico joven sin mucha experiencia y por poco volcamos la barca. No hubiese pasado nada salvo que se hubiesen mojado todas las cosas electrónicas. Por eso es recomendable viajar con una bolsa de esas estancas que se enrollan para evitar sustos.
Comimos en el puerto con vistas al río y a la montaña, y nos volvimos a subir a los coches. Comenzamos a deshacer camino hasta llegar a la granja que por desgracia se encontraba cerrada. Fuimos a Waisai y nos llevaron a un supermercado donde compramos helados (comenzábamos a estar cansados de la comida de allí, arroz, verduras y pollo/atún) y nos apetecía algo occidental.
Después regresamos al puerto de Waisai y al speedboat. Sobre las tres de la tarde llegamos a Kri.
Nada más llegar y tener conexión a internet, descubrimos que nuestro vuelo del día siguiente había sido modificado.
Teníamos un vuelo a las 14:35 desde Sorong a Makassar y otro de Makassar a Yogyakarta a las 16:45. El segundo vuelo lo habían pasado a las 14:15, por lo que era imposible que lo cogiésemos. Comprobamos en la web de Lion Air si había otros vuelos de Makassar a Yogyakarta al día siguiente que nos sirviesen, pero todos salían antes. Así que la única opción era hacer noche en Makassar, en la que no había mucho que hacer.
Teníamos que llamar a Lion Air para que nos cambiasen el vuelo. Le pedimos a Ringa si nos podía recargar la tarjeta SIM con llamadas (solo habíamos comprado datos de teléfono), y nos lo hizo sin ningún problema (recuerdo que las recargas se tienen que hacer con tarjeta de pago indonesia). Le pagamos y comenzamos a llamar a Lion Air. Nos costó que nos atendiese una persona. De hecho, la primera que nos cogió el teléfono, al oírnos hablar inglés, nos colgó. La segunda persona si que nos atendió y nos cambió el vuelo al día 5, sin coste alguno (faltaría más).
Comentar que los cambios en Lion Air son muy frecuentes, por lo que si podéis evitar esta aerolínea mejor. Sino podéis, intentar no coger dos vuelos el mismo día.
Con el susto del vuelo solucionado nos fuimos a hacer snorkel por útilma ve enfrente del homestay. La marea estaba muy baja y aunque fuimos con cuidado de no tocar el coral, lo hicimos sin darnos cuenta y nos cortamos (son como cuchillos). Aprovechamos la corriente para ir hasta el centro de buceo y no salimos.
Esta noche nos había dicho Ringa que después de cenar nos llevaría la familia (los nativos de allí) a ver el cangrejo de los cocos. Este cangrejo es el más pesado de todos los que existen, vive en la tierra, y se alimenta pelando los cocos, subiendo a una palmera y dejándolos caer para que se partan y poder alimentarse. La familia tiene localizados los agujeros donde se esconden durante el día, y para que saliesen por la noche, les dejó cocos abierto delante de la guarida.
Pudimos ver dos ejemplares y la verdad es que nos impresionaron. No eran muy grandes pero sí muy curiosos. Los nativos antiguamente (y posiblemente en la actualidad) los consumían pero se encuentran protegidos ahora.


Para culminar nuestro día, como se trataba de nuestra última noche (y la de unos pocos más), Ringa e Indra nos dieron un pequeño concierto de guitarra y armónica.
Finalmente nos fuimos a dormir, nos esperaba otro día de viajes.

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El día en Makassar lo voy a obviar, salvo un par de comentarios que voy a incluir en esta etapa. Makassar es una ciudad de paso donde la gente apenas se queda.
Nos quedamos en el hotel Ibis que nos costó 30€ la habitación y por la noche fuimos a un Skybar a tomar algo y cenamos en un italiano pues estábamos ya cansados de la comida local. La mañana siguiente fuimos a un centro comercial, a dar una vuelta por una zona nueva que estaba en construcción y cogimos el vuelo a Yogyakarta a las 14:15.

Llegamos a Yogyakarta a las 15:30 (el vuelo eran dos horas pero allí era una hora menos). El aeropuerto nuevo se encuentra extremada e innecesariamente lejos. Tardamos hora y media en taxi. Hay un tren que hace unos 10 viajes al día entre la ciudad y el aeropuerto. La frecuencia es malísima. Cuando aterrizamos, el siguiente tren salía a las dos horas, por lo que cogimos taxi. Creo recordar que nos costó entorno a 300k IDR.
En Yogyakarta nos alojamos en el hotel Indah Palace, que costaba unos 32€ la noche con desayuno incluido. El desayuno por cierto era bastante mediocre. Enfrente del hotel había una lavandería que por 10k IDR /kg nos lavaron toda la ropa que llevábamos sucia.
Nos duchamos y nos fuimos a la calle Malioboro. Había visto un sitio de masajes y queríamos darnos uno antes de cenar. Sin embargo, el sitio que había visto, que se llamaba Monggo relax, estaba cerrado. Nos explicó un hombre que debido al covid, como tenían el local alquilado, no tenían ingresos y tuvieron que cerrar. Nos dijo que él se iba para casa y que al lado de su casa había otro centro de masajes barato (Atha family massage and reflexology) y de buena calidad, por lo que lo acompañamos unos minutos y nos dejó en la puerta. El masaje nos costó 140k IDR a cada uno. Era masaje javanés (de los que no te apalean) y duraba 60 minutos.
Al acabar, nos fuimos rejuvenecidos a la calle Malioboro que estaba relativamente cerca. Habíamos quedado allí con dos amigos míos del Erasmus, y hasta que estuviesen listo, hicimos tiempo paseando por un mercadillo (principalmente de ropa y comida) y dando una vuelta por allí.
Un hombre nos paró por la calle y nos dijo que había una exposición de arte Batik. Este tipo de arte se usa tanto en pintura como en las ropas, es manual y bastante laborioso. Nos acercamos donde nos había indicado, a un par de calles pero no vimos nada. Cuando ya nos estábamos yendo, se nos acercó otro hombre y nos preguntó si estábamos buscando la exposición.
Estuvimos viéndola un buen rato, no explicaron como se realizaban los cuadros, y nos invitaron a mirar, y nos dieron una hoja con los precios de los cuadros (como no) que dependían de la complejidad, el número de colores que llevaban y el tamaño.
Acabamos comprando uno por 200k IDR (nos pedían inicialmente 600k). No sabemos si es caro o no, porque la verdad es que no hemos vuelto a ver ese tipo de cuadros para poder comparar precios. Pero es lo que nos parecía a nosotros justo y lo máximo que estábamos dispuestos a pagar.
Cenamos con nuestros amigos en un puesto de la calle, que por desgracia debía ser de los peores porque estaba bastante malo, y nos fuimos a tomar un par de Bintangs (70k IDR la de 660ml). Como estábamos todos cansados, tanto ellos como nosotros, nos fuimos cada uno a su hotel y quedamos en vernos al día siguiente por la noche.
Nosotros queríamos ir a Prambanan, pues teníamos el hotel para ir a Borobudur do días después. Ellos tenían que hacer todo el mismo día porque tenían menos días en Yogyakarta.
Cogimos una de esas motos (desconozco su nombre, tipo rickshaw) que llevan un asiento en la parte frontal donde sentarse) y nos llevó al hotel. No había forma de bajarle el precio que habíamos visto en la aplicación GoJek, por lo que decidimos darle lo mismo por no esperar.

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Hoy tocaba ver Prambanan, un conjunto de templos hinduistas principalmente, y algunos budistas, que se encontraban en el complejo.
Decidimos probar a ir en bus público. Cogimos un taxi hasta la calle donde estaba la parada y esperamos el bus. Nos costó 4k IDR el billete a cada uno y nos dejó bastante cerca de la entrada. En Gojek era algo así como 100k.
Compramos la entrada en una puerta de turistas, donde sólo había otras dos personas. El parking estaba lleno de autobuses de gente local que había ido a pasar el día. Además, dentro había montado un festival con puestos de comida y creo que por la noche había algo de música. Sin embargo, al ser el complejo muy grande no daba sensación de agobio.
A los pocos metros de entrar comenzaron a pararnos para pedirnos fotos. Había leído que era común pero no me imaginaba hasta que punto.
Atendimos a todos los fans y luego comenzamos nuestra visita. Posiblemente esto sea mejor visitarlo con guía, pero nos apetecía ir por libre y como teníamos internet podíamos ir consultando las dudas que tuviésemos.




Prambanan nos gustó mucho, pero el resto de templos también, especialmente Candi Sewu, el más alejado de todos ellos (a quince minutos andando de Prambanan). Los locales se habían quedado todos en el primer templo por lo que disfrutamos del resto en completa soledad.


Estuvimos un buen rato por allí, hasta que el calor nos hizo desistir y salimos en busca de un taxi. La vuelta sí que nos costó 98k IDR.
Quería ir a jalan Beringharjo, un mercado de los más conocidos de Yogyakarta, pero me equivoqué al poner la ubicación en la aplicación y nos dejó el transporte en una calle donde no había nada. Viendo el mapa, vi que tenía marcado un restaurante que me había indicado Ringa (el chico de la homestay de Raja Ampat que había vivido en Yogyakarta). Era un restaurante de comida europea llamado Mediterranea, y como seguíamos saturados de la comida indonesia (y ya no nos quitamos esa saturación en todo el viaje) decidimos probarlo. Al entrar nos dijeron que estaban completos pero que podíamos apuntarnos en la lista de espera y tomar algo en la barra mientras. Nos pedimos una cerveza y una copa de vino, y luego para comer, un filete de carne australiana y una ensalada, además de más bebidas y postre. Nos costó 500 k IDR aproximadamente. Era bastante más caro que el resto de sitios pero bien valía la pena.

Fuimos al hotel a hacer siesta y descansar. Por la tarde queríamos volver al mercado.
Un par de horas más tarde fuimos al mercado pero resulta que, pese a estar abierto, la mayoría de puestos cerraban a las 4 y eran las 5. Nos fuimos a Malioboro a comprar en el mercado que habíamos visto el día anterior recuerdos, y luego fuimos a un bar, cercano al Mediterránea que se llamaba Asmara que había música en directo.


Llegamos a las siete y la música no empezaba hasta las nueve. Estuvimos haciendo tiempo tomando cerveza y cenando hasta que llegaron nuestros amigos, ya con el concierto empezado. La banda era un grupo local que cantaban canciones de rock inglesas conocidas por todos. Estuvimos hasta las diez y media, momento en que hicieron un parón para descansar. El vocalista se acercó a saludarnos y a darnos las gracias por estar viéndolos y estuvimos conversando un rato.
Finalmente, nos despedimos tanto de nuestros amigos como del grupo y nos fuimos al hotel.

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