Otoño en Flandes ✏️ Blogs de BelgicaCuatro días en Brujas, Gante y Bruselas.Autor: Scofield Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (12 Votos) Índice del Diario: Otoño en Flandes
Total comentarios: 9 Visualizar todos los comentarios
Etapas 4 a 6, total 9
Nos quedan pocas horas en Brujas y he puesto el despertador para dar un paseo por la mañana, antes de desayunar.
Voy hacia el centro en busca de un primer café. Lo único que encuentro abierto es una de las cafeterías que hay en la Grote Markt. Esta vez pido un latte y me sirven un café con leche como los de aquí. Ahora ya está. Me lo llevo para tomar por el camino y paro justo delante de la tetería más bonita de la plaza, La Belle Vue, que me da la impresión de que cerrada tiene más encanto que abierta. Sigo en dirección al Muelle del Rosario. Por el camino, encuentro los escaparates iluminados de algunas tiendas. Hay muchas en las que todo el año es navidad. Seguro que a Brujas el invierno también le sienta muy bien, y más si es con nieve. El callejón desde el que se ve el la parte trasera del Muelle del Rosario es muy fotogénico, y es el punto más cercano al centro desde el que salen los paseos en barca por el canal. Está saliendo el sol, pero está bastante nublado y todo sigue en calma. Tomo el canal hacia el norte, empezando el trazado en el Djiver para acabar en el paseo Groenerei. La iluminación de las calles es tenue pero suficiente, y realza el encanto natural del entorno. Paso por el por el Meebrug, el puente más viejo de Brujas, y justo después por el Peerdenbrug, donde las enredaderas invaden el puente y las fachadas de las casas. Las vistas que hay desde estos dos puentes son de las más bonitas de Brujas. Los cisnes están durmiendo en esta parte del canal. Este espectáculo es otra de las razones por las que pienso que hay que pasar la noche en Brujas. Paseo por el canal mientras amanece y los cisnes empiezan despertar. Creo que es la tercera o cuarta vez que paso por aquí en dos días y creo que no me cansaría nunca de hacerlo. El Groenerei también descansa con las primeras luces del día. En el hotel, desayunamos y recogemos nuestras cosas. Hemos pensado en dejar aquí la maleta y hacer uno de esos recorridos en barco por los canales antes de dejar la ciudad. Llegamos al muelle que nos queda más cerca, justo delante del antiguo mercado del pescado, y tomamos el primer barco que sale, a las 10 de la mañana. El paseo dura unos 30 minutos y cuesta 12€ por persona. Los barcos no salen si no están llenos, asÍ que tenemos que esperar unos 10 minutos hasta que empieza a llegar más gente. Ver la ciudad desde el canal es una actividad que creo que merece la pena. No diría que es algo imprescincible, pero el paseo es agradable. Pasamos por el canal, viendo prácticamente lo mismo que a pie, pero a vista de cisne. Primero vamos hacia la zona en la que está la plaza Jan Van Eyck, donde giramos y volvemos en dirección a la parte más turística del canal. Llegamos al puente de San Bonifacio, donde siempre hay gente. El recorrido sigue hasta el rincón donde descansan los cisnes, que empiezan a llegar a partir de las 10 de la mañana, cuando salen las primeras barcas, después de haber pasado la noche por los canales. No me di cuenta hasta que no miré las fotos, pero creo haber encontrado el cisne negro que andaba buscando, justo debajo de un puente, a no ser que se trate de una ilusión óptica. En este punto, la barca da la vuelta y nos vuelve a conducir hacia el punto de partida, desde donde vemos la parte trasera del Muelle de Rosario. Cruzamos el arco que da acceso a la plaza Burg para verla durante el día. El edificio del ayuntamiento es bastante impresionante, de estilo gótico y con bastante filigrana. La arquitectura de toda la plaza es notable, y el edificio más antiguo de los que se conservan es la Basílica de la Santa Sangre, justo al lado del ayuntamiento. Está abierta, así que entramos. La nave principal, de estilo gótico y entrada gratuita, se encuentra en el piso superior del edificio y tiene un interior que sorprende por el colorido de sus paredes y columnas. Para entrar a la sala del tesoro hay que pagar 2€, pero no lo vamos a visitar. La torre del campanario del Markt empieza a tocar una de sus canciones, esta vez de Bach. Los paseos por Brujas siempre están acompañados de la música que emite el Belfort, que llena de alegría todas las calles del centro. Subir a la torre es una de las actividades que dejo pendientes en este viaje, y su música, aunque parezca una tontería, es una de las cosas que más voy a añorar de Brujas, así como las calesas de un solo caballo es de las que menos voy a echar de menos. Recogemos la maleta en nuestro hotel, donde nos indican cual es la parada de bus más cercana para llegar a la estación. Está en el canal que llega hasta la plaza Jan Van Eyck, y tenemos la suerte de encontrarlo justo cuando llegamos. Nos da una vuelta por las afueras de Brujas. En esta parte de la ciudad, la arquitectura también es bonita, hay bastante vida local, muchas zonas verdes, y el mercado del sábado se ha instalado en una de las plazas que rodean el casco histórico. Me despido de ella sabiendo que volveré porque he dejado pendientes unas cuantas cosas, entre ellas, el paseo en bici hasta Damme. Etapas 4 a 6, total 9
Llegamos a la estación de Brujas justo a tiempo para coger el tren hacia Gante, donde vamos a parar para comer. Casi no nos da tiempo a apreciar la decoración que hay en las paredes del hall principal de la estación. El trayecto dura algo menos de 25 minutos, sin paradas intermedias.
En Gante, mientras buscamos las consignas para dejar la maleta, sí que nos detenemos a observar la arquitectura de la estación, que parece un castillo moderno. Me parece más chula que la de Brujas. Nos dicen que no hay taquillas disponibles porque la parte de la estación en la que están las consignas está en obras y solo hay algunas que han colocado en el hall principal, y como no hemos reservado una, tendremos que cargar con la maleta durante nuestro paseo por el centro. Para llegar al centro desde la estación, es casi imprescindible coger algún tipo de transporte. Se puede llegar dando un paseo bastante largo, pero nosotras no tenemos demasiado tiempo. Los tranvías y autobuses paran justo delante de la estación, pero escogemos ir en taxi porque somos 3, y cada viaje en tranvía cuesta 2,5€. Todo está bien indicado a la salida de la estación: tranvías delante y taxis bajando a la izquierda. De camino al centro, pasamos por el aparcamiento de bicis más grande que he visto nunca, justo delante de la estación, y por algunas calles y algunos monumentos en los que me gustaría detenerme si tuviera algo más de tiempo para visitar la ciudad. El taxista nos deja en pleno centro, justo en la plaza de la Catedral de San Bavón (Sint Baafskathedraal), por 9,10€. Empezamos la visita aquí. De entrada, Gante, que es ciudad universitaria, parece más animada que Brujas. Hay gente por todas partes, terrazas repletas, bastante tráfico, y hace sol y calor. Es más joven y más ruidosa. Pasamos por la plaza de la catedral, donde hay alguien haciendo pompas gigantes de jabón, y hay un montón de niños divirtiéndose. Continuamos por la calle que conduce hasta la siguiente torre, el Belfort (campanario), al que parece que también se puede subir. La arquitectura a ambos lados de la calles, que se llama Avenida de Cataluña, es bastante vistosa. Justo después, está la iglesia de San Nicolás (Sint-Niklaaskerk), del siglo XIII, que es uno de los edificios más antiguos de Gante. De las 3 torres, es mi preferida. Es de estilo gótico tournasiano, y es la primera vez que escucho esta palabra. Tiene el aspecto de la fortaleza que escogería Drácula si tuviera que esconderse en algún lugar de la ciudad. Desde aquí, llegamos al puente Sint-Michielsbrug. Las vistas desde aquí son una de esas cosas que se quedan grabadas en la retina para siempre. Las 3 torres alineadas, el canal justo debajo, y las casitas gremiales del Graslei empezando a asomar. Esta es la foto que querrás tener de Gante: Además, el puente es de piedra, tiene unas farolas muy bonitas, algunas esculturas, y forma de arco, lo que permite tener la vista desde una posición algo elevada. Hay pocas ciudades que puedan presumir de tener un escenario monumental como este, y el ser humano que diseño este trazado urbano, por justícia arquitectónica, tiene que tener un monumento en algún lugar de la ciudad. Bajamos por las escaleras que conducen al muelle que hay junto al canal, el Korenlei, justo delante del Graslei. El imposible que esto sea feo teniendo estos nombres tan bonitos. Significan calle del grano y de la hierba, y hacen referencia a las mercancías que llegaban a esta parte de la ciudad. Algunas de las casas del canal tienen relación con estas actividades. Desde aquí, las vistas son igual de espectaculares. Damos un paseo por el muelle. El sol favorece a esta parte de la ciudad y a su ambiente, bastante joven y alegre. Apetece quedarse en unas de las terrazas del canal tomando algo sin mirar el reloj, pero en Gante no vamos a tener esa suerte de tiempo libre, así que empezamos a buscar algún sitio en el que comer. Tengo apuntado el restaurante Amadeus Gent 1, así que vamos hasta allí dando un paseo por el centro. Cruzamos el Grasbrug, un puente desde el que hay unas vistas bonitas, y después el Vleeshuisbrug. Llegamos a la puerta del Amadeus y lo encontramos cerrado. Es un palo, porque la decoración exterior ya prometía. Por el camino hemos encontrado callejones como este: Y prefiero no pensar en todo lo que me voy a perder, ni en la iluminación nocturna del canal con las tres torres de fondo. Volvemos a las calles más céntricas con la idea de pasear, y sentarnos en cualquier sitio cuando nos cansemos. Nos llama mucho la atención una calle, la Oudburg, porque está llena de restaurantes orientrales (la mayoría) y de cocinas de países de diferentes partes del planeta. Vamos caminando sin rumbo fijo, arrastrando la maleta y sorteando a la cantidad de gente que hay mientras intentamos refugiarnos un poco del sol y del calor, atípicos en esta época del año. Vemos muchas plazas animadas, pero sobre todo, vemos mucha gente y mucha vida local. Toda la que no hemos encontrado en Brujas, la estamos encontrando aquí, para bien y para mal. Cruzamos el puente de la Lechera, desde el que vemos una terracita que da justo al canal, acompañada por un sauce. Acabamos llegando a la calle Vrijdagmarkt. Allí mismo, escogemos el restaurante que nos parece más bonito y nos sentamos sin mirar nada más. El elegido es el Babbelut, que tiene suelos de mosaico hidráulico. La comida no está mal y el precio tampoco. No recomendaría venir aquí expresamente para comer si se tiene tiempo para buscar bien algún otro restaurante, pero no se puede decir que hayamos comido mal ni que sea un lugar caro. Queremos ver el castillo antes de dejar Gante. Lo encontramos delante de una plaza, también muy animada, y con las paradas del tranvía justo delante. Es una pena no poder entrar ni poder dedicarle unas horas más a la ciudad, pero el sol y la pesadez de arrastrar la maleta han podido con mis compañeras de viaje. Cuando viajan juntas 3 personas, no hay discusión posible porque todo se lleva a consenso y gana la mitad+1. Tomamos la línea 1 del tranvía, que nos hace un recorrido final por las calles del centro. La impresión que me llevo es la de una ciudad muy viva, con mucho ambiente, y seguro que con muchos secretos, y también, la de haber visto un poco de todo y nada en especial. Gante no estaba entre nuestras prioridades, pero habría sido un error no parar aquí unas horas. La próxima vez, tengo muy claro que pasaré, al menos, una noche en la ciudad, aunque solo sea para sentarme en el Gaslei a tomar algo, disfrutando del ambiente y dejando que pasen las horas. Etapas 4 a 6, total 9
En la estación, cogemos el primer tren en dirección a Bruselas, y llegamos a la estación central unos 40 minutos después. Nuestro hotel está muy cerca de allí, en la plaza Grasmarkt. Hotel The Moon, habitación triple por 130€. La recepción está en el piso intermedio, y consiste en un mostrador al lado de las escaleras. Nuestra habitación está en el primer piso y tiene vistas a la plaza, que está abarrotada de gente y de terrazas de restaurantes. El contraste con lo que hemos encontrado en Brujas es brutal. Suerte que las ventanas aislan bien del ruido.
La situación del hotel es difícil de mejorar, aunque las instalaciones en la habitación sí que podrían hacerlo. Teniendo en cuenta lo que hemos pagado, no nos parece que la relación calidad-precio sea demasiado buena. Aun así, el hotel está limpio y muy céntrico. Salimos a la calle para aprovechar lo que queda de tarde. Los primeros adjetivos que encuentro para Bruselas son multicultural y muy animada. Hay muchísimos turistas yendo de una parte a otra de la plaza y mirando en todas direcciones. No se puede decir que el ambiente sea como el de Gante. En el Grasmarkt, se ha instalado un mercadillo y hay unos músicos tocando canciones modernas con una trompeta. Todo el mundo se arremolina alrededor de ellos. Pasamos por delante de algunos fast food y, sin haber salido de la plaza, conseguimos ver la Grand Place al final de la calle. La tenemos justo al lado. Tomamos el callejón y el ayuntamiento de Bruselas nos da la bienvenida. Es un edificio de estilo gótico brabantino, similar al ayuntamiento de Brujas pero de proporciones descomunales y con una aguja que alcanza los 96 metros de altura. Es un regalo para la vista. La plaza está abarrotada de gente y hay el mismo barullo que en la plaza de la que venimos. Intento centrar mi atención en los edificios de los alrededores, pero es complicado, entre tanta cabeza y tantos móviles apuntando en todas direcciones. Tomamos la decisión de salir cuanto antes y volver en otro momento del día. Pasamos bajo las arcadas que hay a un lado del ayuntamiento y nos encontramos con la escultura de Everard’t Sercales y su brazo reluciente. Fue un personaje histórico que luchó para liberar la ciudad y echar a los flamencos de allí, y se dice que tocar su brazo trae buena suerte. No sé decir si es por tradición, porque a la gente nos divierte hacer este tipo de cosas, como lanzar una moneda a la Fontana de Trevi para asegurarnos que volveremos a Roma, o si es por superstición, pero el brazo de la escultura está visiblemente muy pulido. No lo considero una mala campaña publicitaria para acercar a la gente a algunos personajes históricos importantes para Bruselas. Eso sí, calle abajo, vamos a encontrarnos con el verdadero éxito publicitario de la ciudad: el Manneken Pis. Encontrarla es muy fácil. Pasado el mural de Tintín, aparece un grupo muy grande de gente haciendo fotos a algo. La estatua es bastante pequeña y corona una fuente protegida por unos barrotes. Hoy, lo tenemos vestido de algo. Busco algo de información, pero hay tantas historias sobre el origen y la popularidad del niño meón, que no sé cuál de ellas escoger. Esta calle también está abarrotada de gente paseando, haciendo cola en las gofrerías, sentada en las terrazas... demasiado para hoy. El Mont des Arts parece un buen lugar en el que airearse de tanto ritmo. Tomamos la calle que sube desde el Manneken y pasamos delante de un bar muy chulo, el Poechenellekelder, con la fachada decorada con bicis. Justo después, hay una tienda de discos y cd’s, Arlequín, y más adelante, un mural del manneken a lo rapero. Al fondo de la calle, hay una línea de casas bajas con un edificio de cristal, enorme y moderno, justo detrás. Parece una postal en 3D. Creo que paseando por esta calle, estoy empezando a captar qué es Bruselas. Llegamos al Mont des Arts y nos sentamos en la terraza del restaurante Sumac, con vistas a la torre del ayuntamiento y las casitas del centro. Toda esta zona está bastante despejada, la piedra de los edificios es de un color claro uniforme y hay buenas vistas. Desde aquí, tomando una cerveza, empiezo a sustituir el rechazo inicial que me ha provocado el ritmo de la ciudad por unas ansias irrefrenables de descubirla más a fondo. Subimos hacia el Jardín du Mont des Arts, que ya está iluminado por los focos de colores, y llegamos a las escaleras desde las que se consiguen las mejores vistas de Bruselas, tanto de día como de noche. Hay otros miradores en la ciudad, algunos gratis y otros de pago, y la mayoría son más altos que este, pero no hace falta subir tanto ni pagar de más teniendo estas vistas aquí: el jardín iluminado, las fachadas de las casas del centro, y la aguja del ayuntamiento. Un poco más arriba, hay unas escaleras en las que descansa la gente y alguien que toca una canción melancólica con la guitarra. Esta parte del Mont des Arts también está muy animada, pero hay un contraste bastante marcado entre este y el ambiente de las calles del centro. Subimos un poco más y encontramos una fila de casas, cada una de ellas muy fotografiable, entre las que destaca el edificio del MIM (Museo de Instrumentos Musicales). Justo después, se llega a la Place Royale, neoclásica, adoquinada, despejada, y con una iluminación nocturna muy bonita. Al frente, destaca la Iglesia de Santiago, y está rodeada por los edificos de los museos de los que hablaré más adelante. Vamos hacia la derecha. El Palacio Real queda justo detrás de la iglesia y está prácticamente en la penumbra. Lo que nos interesa es ir al parque de Bruselas para dar una vuelta por allí. Encontramos la entrada justo en la esquina de la misma calle. Al fondo, vemos la terraza de uno de los quioscos. Está adornada con bombillas y los asientos son troncos. Suena música electrónica ambiental. Parece un buen sitio para parar a tomar algo y alargar un poco la noche. Tomamos la avenida arbolada que va paralela a la calle de la que venimos, y salimos otra vez hacia el centro de la ciudad. Orientarse en Bruselas es bastante sencillo porque siempre se tiene la referencia de la aguja del ayuntamiento de la Grand Place. Volvemos al centro dando un paseo y acabamos en la Rue du Marché aux Herbes. Lo que queda de lo que pueda suscitar ese nombre es nada. En la calle, los turistas conviven con la anarquía, el mal gusto y el sentido del humor, que a su vez, conviven en armonía con los establecimientos y edificios más tradicionales. Aquí, le acabo de tomar el pulso a Bruselas. Hemos comprado algunas provisiones en el supermercado que hay en la estación central, bastante caro, así que volvemos al hotel para descansar bien y aprovechar el día siguiente. Etapas 4 a 6, total 9
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (12 Votos)
Últimos comentarios al diario Otoño en Flandes
Total comentarios: 9 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados NOS VAMOS A FLANDES. Seis días visitando Bruselas, Gante y Brujas
Ruta de seis días visitando Bruselas, Gante y Brujas. Del 6...
⭐ Puntos 4.80 (20 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 310
Bruselas, Gante, Brujas, y Amsterdam en 5 dias.
Viaje por Bélgica y Flandes en pareja.
⭐ Puntos 5.00 (3 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 211
DESCUBRIENDO FLANDES: cuatro días en Brujas, Damme, Gante y Bruselas
Escapada de tres noches a Flandes y Bruselas en el mes de...
⭐ Puntos 5.00 (15 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 206
BRUSELAS BRUJAS Y GANTE,¡¡NO HAY DIETA QUE LO AGUANTE!!
Semana santa 17-4-2014,5 dias Viendo Bruselas y su Grand Place...
⭐ Puntos 4.80 (41 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 196
Semana Santa de ruta por Bélgica
Visitando cuatro de las ciudades más bonitas de Bélgica, y dos parques temáticos, siempre en...
⭐ Puntos 5.00 (10 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 166
Galería de Fotos
|