![]() ![]() ARABIA SAUDÍ: 19 DÍAS Y 6.000 KM POR LIBRE ✏️ Blogs de Arabia Saudi
Recorrido por libre de unos 6.000 km en 19 días (17 noches) por la todavía desconocida Arabia Saudí.Autor: Wanderlustig Fecha creación: ⭐ Puntos: 3.8 (13 Votos) Índice del Diario: ARABIA SAUDÍ: 19 DÍAS Y 6.000 KM POR LIBRE
01: ¿POR QUÉ ARABIA SAUDÍ?
02: ASPECTOS LOGÍSTICOS PARA VISITANTES EN ARABIA SAUDÍ
03: NOV 24 JUE y 25 VIE.- LLEGANDO A ARABIA Y PRIMEROS PASOS.
04: NOV 26 SÁB.- POR LOS DESIERTOS DEL NORTE
05: NOV 27 D.- LOS MEJORES PAISAJES ESTÁN EN MADA’ IN SALEH.
06: NOV 28 LUN.- VISITANDO LA CIUDAD VIEJA DE AL ULA.
07: NOV 29 MAR.- LLUVIA Y BARRO, OASIS Y PAMERALES.
08: NOV 30 MIE.- TUMBAS MILENARIAS EN HEGRA.
09: DIC 1 JUE.- A ORILLAS DEL MAR ROJO.
10: DIC 2 VIE.- A POCOS PASOS DE LA CORNICHE.
11: DIC 3 SAB.- LABERINTO DE CALLES Y CELOSÍAS EN BALCONES.
12: DIC 4 DOM.- UN DELIRIO DE COLECCIONES SOBRE CIENCIA Y TECNOLOGÍA.
13: DIC 5 LUN.- LA MECA: UN DESTINO PROHIBIDO.
14: DIC 6 MAR.- VENTANAS DE COLORES EN LOS RASCACIELOS DEL DESIERTO.
15: DIC 7 MIE.- FORTALEZAS OTOMANAS A DOS MIL METROS.
16: DIC 8 JUE.- MIL KILÓMETROS A TRAVÉS DEL DESIERTO SUR.
17: DIC 9 VIE.- LA CAPITAL DE ARABIA, PARA NOSOTROS SOLOS.
18: DIC 10 SAB.- RELIQUIAS DEL PASADO Y ARENAS ROJAS MUY CERCA DE RIYADH.
19: DIC 11 DOM.- PALACIOS Y FORTALEZAS AL LADO DE LA PLAZA DE LA MUERTE.
20: DIC 4 LUN.- DE VUELTA A CASA Y RESUMEN.
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Etapas 7 a 9, total 20
Amaneció lloviendo por lo que supusimos que nuestra visita a Hegra no sería factible. Aun así, y tras recoger nuestro equipaje y dejar este alojamiento que nos acogió tan amablemente, nos encaminamos directamente a la puerta del yacimiento (pasando del autobús de Winter Park) donde los vigilantes nos confirmaron que hoy no había visitas porque el parque arqueológico estaba cerrado por la lluvia. Le preguntamos si al día siguiente podríamos visitarlo y el vigilante nos dijo que volviéramos y que en la oficina nos cambiarían nuestra entrada de hoy martes por otra nueva para el mismo miércoles.
Como de vez en cuando la lluvia paraba optamos por recorrer algunas carreteras de las que circundan Al Ula, tomando primero la que sale del propio Winter Park hacia el norte y que, tras superar un pequeño puerto de montaña en muy pocos kilómetros, lleva hasta el Harrat Viewpoint, impresionante mirador sobre el valle. A cada curva había que parar para hacer magníficas fotos de paisajes. Las lluvias habían convertido en pantanos buena parte de la meseta superior, y en su precipitada bajada hacia el valle, componían pequeños riachuelos de aguas muy vivas, que atravesaban continuamente la carretera (comprometiendo la conducción), de modo que incluso se habían comido algunos trozos de asfalto. De nuevo las caprichosas y numerosas formas originadas por la erosión nos saludaban cada dos por tres, obligándonos a para para inmortalizarlas en unas cuantas fotografías, y así aquí veíamos una cabeza, allá una especie de dinosaurio y acá las torres de una catedral gótica. ![]() Cuando bajamos intentamos tomar algo en cualquiera de los pequeños puestos de comida que hay en Winter Park, pero lamentablemente estaban todos cerrados, así que patatas fritas de bolsas y rumbo a la zona de Elephant Rock, donde llegamos sin problema con el pequeño Yaris por unos caminos de tierra hoy endurecida por la lluvia. Otra cosa es querer ir más allá por las pistas de arena por donde solo circulan los 4x4, afición muy aplaudida por los saudíes, que pueden pasarse horas subiendo y bajando dunas y laderas de arena de forma casi temeraria con sus todo-terreno repletos de familiares y amigos. Aquello, a pesar de la lluvia, estaba de bote en bote, si bien siempre hay un hueco para un coche más y así pasamos un buen rato haciendo fotos y terminando de recorrer la zona, donde hay decenas y decenas de farallones rocosos, huecos entre las laderas, pináculos, gorgonas y medusas de piedra y otras mil caprichosas formas que la erosión ha ido tallando en las rocas y montes, siendo uno de los paisajes más singulares de Arabia y de casi todos los desiertos que hemos visitado. Hoy el acceso a la emblemática roca ya no es posible libremente, pues está totalmente perimetrado por una valla, ya que en su interior, durante los meses de invierno, es escenario de determinadas acciones culturales, para las que hay que reservar entrada (de pago), pero ello no impide que la “roca del elefante” se pueda ver perfectamente casi desde cualquier punto. ![]() Ya con muy poca luz natural, nos dirigimos hacia el homestay donde teníamos reserva para esta noche, el “Albashier Private Apartment”, donde conectamos con el propietario, tomamos la llave del típico cajetín en la puerta y tras varios intentos (allí había al menos 5 apartamentos) dimos con la cerradura del nuestro y… se nos cayó el alma a los pies. Nuestra puerta daba a un descansillo que se había convertido en un almacén de trastos, mangueras y basura. Pero es que una vez la abrías, a la izquierda aparecía la zona de baño (por llamarla de alguna forma) con un lavabo sucio y viejo, un montón de zapatillas de sabemos de quién y más allá un cuartucho con un inodoro con una tapa que ni de cuartel, igualmente viejo y con restos de los que mejor ni hablar, con la cisterna rota de modo que no paraba de salir agua que estaba inundándolo todo y con la habitual manguerilla (tirada por el suelo) y una ducha raquítica en medio de todo. Algo realmente asqueroso y que no usaríamos ni aunque fuera el único aseo en 200 km a la redonda. Por otro lado, la habitación no era mejor, pues no había ni una silla ni un sillón, no había TV, en la pequeña ventana que daba a un patio, un aparatado de aire de cuando se inventaron y dos camitas de 80 cm con unas sábanas tan arrugadas y con tantas "sombras" (tampoco investigamos más) que no invitaban siquiera a sentarse. A nuestros vecinos se les oía perfectamente y el olor a humedad era tan intenso que optamos por anular allí mismo la reserva con el dueño, lo que aceptó sin dudar mucho. Además, cuando le preguntamos por las toallas nos dijo que no había, que las teníamos que aportar los usuarios. Todo esto reservado por unas fotos de Booking que poco o nada se parecían a la realidad y encima por unos nada económicos 210 SAR (sin desayuno). ![]() Salimos de allí como alma que lleva el diablo pensando si tendríamos que pasar una nueva noche en el Yaris o tendríamos la fortuna de que en nuestro hotelito del fin del mundo, todavía quedara alguna habitación libre. Y hacia allá nos dirigimos rápidamente. Cuando llegamos, estaba abierto pero no había nadie, así que conociendo el lugar subimos a la que había sido nuestra habitación la noche anterior y nos quedamos boquiabiertos. Saliendo del ascensor el pasillo era una laguna y el dormitorio otra, y además el techo del baño se había desplomado. Por lo visto las lluvias no habían perdonado al edificio que, aunque nuevo, no soportó los aguaceros de la mañana. Cuando bajábamos vimos a otro chico que estaba recogiendo, como podía, agua de los suelos. Le preguntamos si podíamos alojarnos esa noche y nos dijo que si, aunque nos dio la habitación contigua a la primera, que tenía los suelos secos, pero donde entraba agua desde el pasillo. Al menos teníamos techo, cama y un baño asequible. Conocedor ya de algunas costumbres locales y habiendo sido cliente del hotel, cuando le pregunté el precio y me dijo los consabidos 300 SAR, le planteé la posibilidad de pagar 500 SAR por dos noches, cosa que en puridad, haríamos. Y le pareció bien. Etapas 7 a 9, total 20
La mañana se despertó con un sol radiante, desayunamos nuestros batidos, cafés y dulces y como ya estaba pagado el hotel, recogimos equipaje y salimos hacia Hegra, a fin de llegar con tiempo suficiente para negociar el cambio de la entrada de ayer. Llegamos a eso de las nueve y media y accedimos a las oficinas con nuestros tickets “caducados” para canjearlos por otros para esta misma mañana.
La ineficacia en Arabia no es solo cosa de policías de tráfico, pues la joven que nos atendió (con su negra abaya) nos dijo que las entradas eran para ayer y no para hoy. Le pregunté qué ocurre con las visitas reservadas cuando no se pueden llevar a cabo por cierre del yacimiento, tal y como ocurrió ayer. Y la joven no supo responder, pero llamó a otra que parecía más jefa. Ésta nos dijo que normalmente se canjean por otras, a lo que le respondí que perfecto, que así lo hiciera. Pero ahora nos sale con que eso no es posible hacerlo allí (¡en la oficina central del yacimiento!) sino que tenemos que ir a Winter Park y negociarlo con el responsable del autobús. Yo no estaba dispuesto a recorrer otros 30 km y a quedar en manos de la presunta inoperancia del conductor del autobús, que seguramente no sabría nada del tema. Así que preferí la ineficacia conocida antes que la desconocida y le dije a esta buena mujer, que le preguntara al jefe (a sabiendas que los responsables en Arabia de cualquier cosa, son hombres) si había posibilidad de canjear las entradas allí mismo. Y tras consultar varios libros de registro, desapareció con nuestros tickets (menos mal que yo siempre llevo otra copia impresa) volviendo al rato e invitándonos a que tomáramos un café o unos dulces en el recinto que para ello hay habilitado para los visitantes. Que nos permitieran el acceso al agua, dulces y te de la zona de espera, ya era buena señal. Al rato apareció el primer autobús de turistas, con una ocupación casi llena, personas que se acercaron a degustar lo allí ofrecido mientras llegaba la hora de la visita. Entra el personaje que parecía el jefe, nos dice que sigue en ello, pero que lo va a plantear a otro de mayor rango, por lo que le sugiero, antes de que se vaya, que le diga a su jefe qué posibilidades hay de integrarnos ¡solo 2 visitantes extra! con los viajeros de este mismo autobús, donde parece haber plazas de sobra. Tras un botellín de agua fresca y varios dátiles más, aparece nuestro hombre junto a otro vestido de inmaculado blanco, quien nos informa que no hay problema en que nos incorporemos con los componentes de esta visita, y que degustemos más frutos secos y más te. Le agradecemos la gestión y traspasamos, a los pocos minutos, junto con el resto de viajeros del bus, el acceso al yacimiento arqueológico. ![]() Las visitas se pueden hacer de dos formas, pero siempre guiadas: o en autobús, como íbamos a hacerlo nosotros o mediante todo terrenos para 4 ó 6 personas. El 80% de la cuarentena de pasajeros eran árabes (supongo que saudíes) y el resto una pareja de orientales (tal vez filipinos), dos mujeres mayores solas y 3 parejas europeas o anglosajonas. El yacimiento arqueológico de Hegra o Mada’In Saléh, no es pequeño, pero ni la décima parte de la jordana Petra. Se visitan una media docena de tumbas, muy cuidadas y magníficas, así como un “mini-Souk” que tiene su punto. Las explicaciones en árabe e inglés, y el guía concede tiempo suficiente para sacar fotos de cada paraje. Es una visita que hay que realizar necesariamente si vamos a Arabia Saudí (es que si te dejas esto… ¿a qué vienes?), pero que nadie pretenda comparar esto con Petra, ni por extensión, ni por número de tumbas, ni por dimensiones ni por grandiosidad. Además, en Jordania vas totalmente por libre y no controlado como excursión de ursulinas. ![]() Unas 3 horas después, volvemos a estar libres y emprendemos los casi 500 km que nos separan de nuestra parada de esta noche, la costera Yanbú, adonde llegaremos con los faros encendidos. Aprovecho para reseñar que es muy frecuente que en las carreteras (no en las autopistas), bien a la entrada de los pueblecitos o incluso en medio de la nada, encontremos cubas de camión (o más pequeñas) ancladas a tierra y conectadas a una especie de batería de grifos para servicio de la gente. Suponemos que son gratuitas, que las cuida alguien y que están destinadas a facilitar agua potable tanto para beber como para las abluciones que hay que realizar antes de cada rezo. ![]() Etapas 7 a 9, total 20
Amanecemos en el hotel Getac de Yanbú, un alojamiento aparente con edificio propio (ascensor y zona de aparcamiento en la parte de atrás) pero que luego resultó ser más que mediocre, pues la habitación “doble de luxe” no era tal (¡cómo serían las normales!). Dos camas amplias de duros colchones a las que hubo que cambiar hasta 2 veces las sábanas y colchas (por sucias) y hasta 3 las toallas por igual motivo, una mesita y dos silloncitos todo en hierro y bastante incómodos, un minibar que no enfriaba, una TV con canales árabes y un armario grande pero sin perchas, fueron los elementos que nos asignaron para dos noches, en un cuarto no muy grande con ventana a la ruidosa avenida y un aparato de aire más ruidoso aun, pero que enfriaba menos que el minibar.
Lo del baño merece comentario propio pues tenía un lavabo grande y una ducha con pie pero sin mampara ni cortina, y lo más significativo: un inodoro normal pero con dos huellas negras (lo menos del 46) bien marcadas en la tabla por algún árabe que prefirió ponerse en cuclillas sobre la tapa porque tal vez prefiere usar la letrina turca de agujero en el suelo. Lo sorprendente es que nadie del hotel se diera cuenta de ello y nos entregara la habitación con semejante marca. Pero ello formaba parte de la desidia hostelera de este país, como podremos comprobar en más ocasiones (lamentablemente no nos dio tiempo a sacar ni una foto) Al menos estábamos a 10 minutos caminando del pueblo antiguo y del puerto, lo que nos permitió pasear fácilmente por las estrechas callejuelas muy bien reconstruidas para el turismo de cruceros (Yanbú es etapa obligada) y por un zoco algo artificial pero bien cuidado, para nosotros solos porque a las 10 todavía no había abierto. En mitad de esta ciudad antigua, encontraremos la “casa-museo” de Lawrence de Arabia, la cual se puede visitar parcialmente por la tarde-noche y de forma gratuita. A mediodía empezó a animarse la zona portuaria, donde, tras un arco de bienvenida, hay una gran explanada ajardinada en la que se sitúan pequeñas casetas de recuerdos y artesanía y donde, por la noche, abrirán numerosos restaurantes y bares. ![]() La ventaja de Yanbú es que los cruceros atracan allí mismo, bajando sus viajeros que caminan hasta el arco de bienvenida, donde suele haber músicos tradicionales para recibirlos y otros personajes que les ofrecen café y dátiles. Luego, en pequeños grupos, serán guiados a través del zoco y podrán realizar una visita al centro de interpretación, recinto de cierto interés que merece la pena visitar. Nosotros, como guiris al uso (ropa occidental, cámara al cuello…) nos sumamos a uno de estos grupos casi sin querer, descubriendo así algunos secretos reservados a los cruceristas, y recibiendo, como ellos, unas flores, bombones y otros pequeños obsequios (las rosas, por cierto, nos acompañaron todo el resto del viaje y aun aguantaron unos días en nuestra casa). La ciudad no tiene nada más que ver. Intentamos comer pescado en cualquiera de los establecimientos locales que abren al puerto, pero nuestra desilusión fue enorme, pues no hay mesas donde sentarse, limitándose estos sitios a vender el pescado (nada fresco, por cierto: ojos resecos y agallas grisáceas) al peso y con suerte, a cocinarlo y entregarlo para que lo comas en los jardines cercanos o en tu casa. Dimos con una especie de gran restaurante (este si tenía mesas y sillas), pero viendo que el género era igual de viejo que en el puerto y que la higiene en general brillaba por su ausencia, preferimos declinar la invitación de los camareros. Estando allí aparecieron dos grupos de cruceristas (uno de ellos compuesto por una docena de españoles) que también probaron suerte y que al final salieron sin llegar a sentarse y optaron por buscar otros sitios para comer. Verlos deambular por aquellas insulsas avenidas como pollos sin cabeza, bajo un sol de justicia y a más de 30ºC, nos dio bastante pena e intentamos avisarles que lo mejor que podían hacer era volver al barco a comer tranquilos y fresquitos porque Yanbú no podía ofrecer nada mejor hasta la noche, momento en que la explanada del puerto si se llenaría de vida. ![]() Y así fue, pues siguiendo las costumbres saudíes, los autóctonos inundaron a la caída del sol aquellos jardines con sus alfombras, vajillas, perolas con comida y sus niños, cientos de niños, permaneciendo allí hasta pasadas las dos de la madrugada. Hubo música en vivo, bailes y una gran pantalla donde se proyectaban videos sobre el país, la artesanía y el folklore, algo impensable hacía tan solo 3 años. Etapas 7 a 9, total 20
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