De nuevo estábamos en día sagrado para los musulmanes, por lo que aprovechamos que la gente no madruga ese día y enfilamos la autopista hasta Jeddah, donde pernoctaríamos 3 noches.
Nuestro Nokia off-line nos llevó sin grandes contratiempos hasta nuestro apartotel, el Rahal Al Barh, un buen establecimiento ubicado a pocos pasos de La Corniche y de la famosa Palestine Street.
Edificio propio (al lado del Crowne Plaza y a dos manzanas del Ritz-Cartlon) que tenía buena presencia y estaba muy iluminado de noche, teniendo un hall lujoso, dos ascensores, bar y parking privado gratis. Teníamos reservado un estudio de luxe, pero nos hicieron un upgrade a una suite con salón.
Dormitorio con una cama enorme (bien de colchón y sábanas), un armario de 4 puertas, otros muebles y aire acondicionado (aunque la ventana no era practicable, es decir, aquello no se había ventilado desde que lo construyeron); una salita con un gran sofá en L, mesita, una TV con algunos canales internacionales, otro aire acondicionado y una cocina completa con un frigorífico grande; esto se completaba con un baño amplio y bastante nuevo, con lavabo y mueble con buenas toallas, inodoro ¡con papel higiénico! y una ducha grande con una estupenda mampara de cristal que nos permitió ducharnos sin inundar el suelo. Los niveles de mantenimiento y de limpieza no eran de primer orden (muebles muy castigados y rincones con cierta mugre acumulada), pero la distancia a las otras suites y al ascensor permitía no tener ruidos. Allí descubrimos (como ocurre en Perú, Uzbekistán y otros países) que si no lo pides expresamente ni te limpian el cuarto a diario ni te hacen la cama. Pero para los casi 60€ por noche (sin desayuno) no estuvo mal, y su ubicación cerca de un supermercado a la europea, de centros comerciales y de la fuente del Rey Fahd, resultó muy recomendable.
Ese día lo dedicamos a recorrer (en coche) los más de 30 km de la enorme Corniche, parando aquí o allá (hay algunas playas de piedras, rodeadas de jardines muy cuidados) y viendo los muchos e impresionantes rascacielos que abundan en Jeddah. Más al norte llegamos hasta la mezquita Alrahmah, de color blanco y que parece estar sobre el agua (junto a una enorme pantalla con buenos lugares para sentarse y ver los partidos del mundial) y ya de noche nos colamos (legalmente) en el circuito de F-1 de Jeddah, donde había varios turismos (Porsche y Ferrari) circulando bajo los focos (y al lado dos curiosas furgonetas de comida rápida con más luces que la torre Eiffel; a estos saudíes, como a los chinos, les encantan las bombillitas de colores), y luego en las dársenas del Yacht Club, donde había numerosos restaurantes y locales de ¿copas? llenos de gente.
