![]() ![]() ARABIA SAUDÍ: 19 DÍAS Y 6.000 KM POR LIBRE ✏️ Blogs de Arabia Saudi
Recorrido por libre de unos 6.000 km en 19 días (17 noches) por la todavía desconocida Arabia Saudí.Autor: Wanderlustig Fecha creación: ⭐ Puntos: 3.8 (13 Votos) Índice del Diario: ARABIA SAUDÍ: 19 DÍAS Y 6.000 KM POR LIBRE
01: ¿POR QUÉ ARABIA SAUDÍ?
02: ASPECTOS LOGÍSTICOS PARA VISITANTES EN ARABIA SAUDÍ
03: NOV 24 JUE y 25 VIE.- LLEGANDO A ARABIA Y PRIMEROS PASOS.
04: NOV 26 SÁB.- POR LOS DESIERTOS DEL NORTE
05: NOV 27 D.- LOS MEJORES PAISAJES ESTÁN EN MADA’ IN SALEH.
06: NOV 28 LUN.- VISITANDO LA CIUDAD VIEJA DE AL ULA.
07: NOV 29 MAR.- LLUVIA Y BARRO, OASIS Y PAMERALES.
08: NOV 30 MIE.- TUMBAS MILENARIAS EN HEGRA.
09: DIC 1 JUE.- A ORILLAS DEL MAR ROJO.
10: DIC 2 VIE.- A POCOS PASOS DE LA CORNICHE.
11: DIC 3 SAB.- LABERINTO DE CALLES Y CELOSÍAS EN BALCONES.
12: DIC 4 DOM.- UN DELIRIO DE COLECCIONES SOBRE CIENCIA Y TECNOLOGÍA.
13: DIC 5 LUN.- LA MECA: UN DESTINO PROHIBIDO.
14: DIC 6 MAR.- VENTANAS DE COLORES EN LOS RASCACIELOS DEL DESIERTO.
15: DIC 7 MIE.- FORTALEZAS OTOMANAS A DOS MIL METROS.
16: DIC 8 JUE.- MIL KILÓMETROS A TRAVÉS DEL DESIERTO SUR.
17: DIC 9 VIE.- LA CAPITAL DE ARABIA, PARA NOSOTROS SOLOS.
18: DIC 10 SAB.- RELIQUIAS DEL PASADO Y ARENAS ROJAS MUY CERCA DE RIYADH.
19: DIC 11 DOM.- PALACIOS Y FORTALEZAS AL LADO DE LA PLAZA DE LA MUERTE.
20: DIC 4 LUN.- DE VUELTA A CASA Y RESUMEN.
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Etapas 1 a 3, total 20
![]() ¿POR QUÉ ARABIA SAUDÍ?¿Por qué Arabia Saudí? Todavía bastante desconocida, buen clima en invierno, precios accesibles y algo diferente.
Hola a todxs.
Tocaba salir de viaje para noviembre-diciembre. Como llevamos muchos años viajando (más de 100 países) y cada vez van quedando menos opciones, en nuestra mente estaban 3 posibles destinos: Camboya-Vietnam, Namibia-Botswana y el sur de Chile-Argentina. Al no poder reservar hasta octubre, los precios de los vuelos a Asia se habían disparado (además de la subida de carburantes, las aerolíneas han tenido que alargar hasta 4 horas sus rutas por la invasión rusa) y si hasta hace poco volar a Bangkok con KLM o similar, costaba unos 500€ ida y vuelta, ahora no hay nada por menos de 900€, a lo que hay que sumar los vuelos internos a Pnom Penh y Hanoi. Esperaremos a que bajen los precios para visitar Angkor. Por su parte, vimos que las cataratas Victoria suelen estar casi secas hacia final de año y que la Isla de Pascua seguía cerrada a los vuelos desde el continente. ¿Dónde encontrar un destino de cierto interés, con garantía de buen clima en pleno invierno y asequible en precio? Pues viendo el mapa, optamos por los países árabes y en concreto por Arabia Saudí, que está concediendo visados para turistas desde 2019 y por tanto, ejercía cierta atracción por ser un país todavía bastante desconocido. Ya decididos, empezamos a buscar información sobre el país, encontrando que hay muy poca en internet. Ni la web de la embajada (que por cierto, no contesta a los correos) ni “visitsaudi.com” dan suficientes datos para preparar bien el viaje, así que recurrimos, una vez más a “Los Viajeros” (aprovecho para agradecer los diarios y comentarios sobre este país que he podido leer y que me han ayudado mucho), consiguiendo tener algunas ideas más claras de lo que nos esperaba. No entramos en el tema de derechos humanos ni de prohibiciones, entendiendo que cada país es como es y no lo vamos a cambiar nosotros en unas semanas. Por ejemplo, recordemos que en USA sigue habiendo pena de muerte, no se respetan los derechos de los inmigrantes sudamericanos y se asesina impunemente a miles de ciudadanos cada año y no por ello, dejamos de viajar hasta allí. Así que planificamos un periplo por casi todo el país con un total de 19 días, 17 noches de alojamiento y casi 6.000 km de recorrido. Nuestra forma de viajar, siempre que sea posible, es totalmente por libre: reservamos vuelos a una ciudad, recogemos un coche, emprendemos un viaje más o menos circular donde vamos parando en los hitos marcados (una, dos o tres noches cada vez) hasta volver a la ciudad de origen donde devolvemos el coche y volamos de regreso a España. Además, al estar todavía en pandemia (entiendo que muchísimxs de vosotrxs ya no la tiene en cuenta en absoluto) buscamos aquellos países donde los números ofrecidos por sus gobiernos (que sin duda pueden ser falsos, como ocurre en España) sean bajos en fallecidos y contagiados, y donde todavía haya ciertas medidas de seguridad sanitaria contra el COVID. En el caso de Arabia, aunque ya no había que utilizar la aplicación “tawakkalna” ni acreditar PCR (solo certificado de vacunación), sigue estando la pegatina de “mascarilla obligatoria” en la entrada de muchos lugares cerrados (hoteles, transportes, restaurantes, comercios, museos…), aunque luego vimos que casi nadie la usa. Comparando los 35M de habitantes de Arabia con los 47M de España, los datos publicados resultaban, a priori, relativamente tranquilizadores: menos de 9.500 muertos en total contra los más de 160.000 en España, 800.000 contagiados contra los casi 34M de España y 240 muertos por millón contra los más de 2.600 fallecidos en España. Todo eso en un territorio 4,5 veces más grande que la península ibérica y, excepto en las grandes ciudades, casi despoblado, es decir, con escaso riesgo de contagio (recordemos además que el 98% de las mujeres, lamentablemente para su dignidad y libertad, llevan la boca y nariz tapadas por la abaya). ![]() Sumemos que nos desplazaríamos en nuestro propio vehículo (donde podríamos ir sin mascarilla) y que reservaríamos alojamientos en apartamentos en vez de hoteles (algo muy común en este país), en los que, si fuera el caso, podríamos realizar comidas con un riesgo mínimo. Insisto, la pandemia perdura por todo el planeta (en España sigue falleciendo un mínimo de 300 personas a la semana por COVID) y aunque sea con tales limitaciones, queremos seguir viajando y conociendo nuevos lugares. Hasta que el Dr. Enjuanes consiga su vacuna (auténtica vacuna inmunizadora, no como las que nos están aplicando ahora), intentaremos seguir viajando pero protegiendo nuestra salud por encima de todo, ya que hasta la fecha, no nos hemos contagiado todavía. Etapas 1 a 3, total 20
![]() ASPECTOS LOGÍSTICOS PARA VISITANTES EN ARABIA SAUDÍResumen de orientaciones prácticas para visitar Arabia Saudí.
VISADOS.- Los españoles con pasaporte con 6 meses de vigencia, solo tenemos que solicitar la visa on-line (es bastante fácil, excepto subir la foto pues hay que tener cierta habilidad para que quede centrada en el cuadradito de turno), que nos costará 145€ (incluyendo un seguro de salud obligatorio y las comisiones de cambio de moneda, pues se paga en SAR), precio elevado que ya nos advierte de cómo se las gastan en este reino medieval. En nuestro caso, a los pocos minutos teníamos la visa en nuestro correo electrónico. Nosotros imprimimos 3 ejemplares a color, aunque luego en el aeropuerto se conforman con uno, que debes llevar dentro del pasaporte en todo momento.
COVID.- En noviembre de 2022 ya no es necesario utilizar aplicación alguna en Arabia ni acreditar CPR. Si se debe estar en disposición de demostrar que estamos totalmente vacunados (basta con el certificado europeo), y ni a salida de España ni a la entrada, nos va a hacer falta otro documento que este certificado (aunque nadie comprobó nada nunca). Teóricamente la mascarilla en los aviones que salen desde España o aterrizan en nuestro país (al menos en el espacio aéreo español) sigue siendo obligatoria, si bien, si volamos con una compañía no española, nadie va a aplicar tal obligación. No obstante vimos que la mitad del pasaje seguía utilizando mascarillas a bordo. DINERO.- En Arabia se utiliza el rial saudí (SAR) que ahora está cerca de las 4 unidades por euro. No merece la pena pagar en dólares ni en euros, pues el cambio no será conveniente. Lo mejor es cambiar en el aeropuerto al llegar (muy buen cambio en bancos abiertos las 24 horas) y pagar en efectivo, pues no siempre admitirán nuestras tarjetas de crédito (por ejemplo en las gasolineras o supermercados de pueblo) y en todo caso, nos evitaremos algunos euros de comisión bancaria en cada transacción (que al final del viaje pueden alcanzar fácilmente los 100€). Yo calculé que con 1.500€ (casi 6.000 SAR) tendría suficiente para todos los gastos del viaje (excepto el coche de alquiler y los dos hoteles de Jeddah y de Riyadh, donde estuvimos 3 noches cada vez). Evitemos que nos den en el banco billetes de 1.000, pues los más usados son los de 50 SAR (unos 13€), los de 10 (2,7€) y los de 5 (1,3€). Como reliquias, siguen circulando algunos billetes de 1 SAR, normalmente en mal estado. Se pueden llevar de 100 SAR (unos 25€) para pagar en los restaurantes y, si nos dan de 500€ en el banco, debemos saber que solo nos los admitirán en los hoteles cuando paguemos la factura. Hay monedas de 2 y 1 SAR y de 50, 20 y 10 halalas (céntimos). NIVEL DE VIDA.- Arabia Saudí informa de un PIB per cápita de unos 19.900 $ (España está en 28.000). pero esto no refleja la realidad socio-económica del país. Un 5% es enormemente rico (familia real, ministros, grandes empresarios...) y atesoran casi el 80% de la riqueza nacional. Luego hay un 35% de clase media (profesores, militares, abogados, jueces...) que vienen a cobrar unos 1500$ al mes (los médicos e ingenieros, en su mayoría extranjeros que viven en sus propios barrios protegidos, pueden ganar de 3.000 a 10.000$ mensuales), otro 30% de clase media-baja (funcionarios, policías, comerciantes....) que rozan los 1.000$ al mes (el heredero Bin Salman declaró que en 2023 todos los funcionarios deberán cobrar un mínimo de 1.000$ al mes) y el 30% restante (básicamente saudíes del ámbito rural y empleados árabes no saudíes de hostelería y comercio) no llega a fin de mes. A esto hay que añadir los aproximadamente 20 millones de inmigrantes paquistaníes, filipinos, bangladesíes... que malviven con 400$ al mes (o menos). Hasta 2018 en Arabia no se pagaba IVA (casi no había impuestos), implantándose ese año un 5%, que, debido al enorme gasto de la familia real saudí (que es exponencial: el heredero Bin Salmán compra equipos de fútbol, gasta miles de millones en proyectos faraónicos como The Neom y tiene que mantener una amplísima prole no solo de hijos, sino se primos, tíos y allegados que, lógicamente, no parece que trabajen) subió en 2020 al 15%. Se prevé que vuelva a subir tal vez al 20% en los próximos 2-3 años. La gasolina (el gasoil no) tiene un impuesto de unos céntimos por litro. PASAPORTE Y CARNÉ DE CONDUCIR.- El pasaporte es el único documento que nos permitirá entrar en Arabia Saudí (junto al visado). En cuanto al carné de conducir internacional no hay criterios legales al respecto (hay muchas lagunas informativas por parte de las autoridades saudíes), por lo que es mejor llevarlo desde España y adjuntarlo al normal. SEGUROS DE VIAJE.- Sin perjuicio del seguro obligatorio que el gobierno saudí nos exige a la hora de obtener y pagar el visado de entrada, sería una temeridad no llevar otro propio con suficientes coberturas médicas y legales (los de IATI o Chapka son fáciles de obtener, teóricamente efectivos –nunca nos ha hecho falta usarlos-, con teléfono 24 horas en español y asequibles en precio); nosotros pagamos por el estándar de 300.000€ persona de IATI, 79€ cada uno por los 19 días de viaje, incluyendo gastos de anulación. Conviene llevar la póliza también en inglés. ROPA.- Aunque fuera noviembre-diciembre, las temperaturas fueron muy agradables, no siendo necesaria ropa alguna de abrigo (un chubasquero ligero que además servirá de cortavientos). Durante el día oscilaba entre los 19 y los 34ºC (según la zona) y por la noche no bajaba de los 12ºC (excepto en pleno desierto que es más fría). Eso quiere decir que con pantalones livianos (nunca cortos, ni hombres ni mujeres) de los que venden en Decathlon se puede ir perfectamente y arriba una camisa de manga larga (así nos protege los brazos del sol), fina para las zonas más calurosas o tipo franela para las más frescas. Los días de más de 30ºC (por la zona de Yanbú y Jeddah) íbamos solo con polos normales de manga corta. Nosotros llevamos (salimos desde Madrid con muy pocos grados…) polares de cremallera que se pasaron casi todo el viaje en el maletero del coche. Prenda para la cabeza muy necesaria (aunque algún día amaneció nublado). Aunque no está prohibido, no es adecuado (especialmente en pueblos) que la mujer lleve los hombros al aire (media manga es aceptable) y no es necesario ningún tipo de velo, abaya o similar, aunque si conviene llevar un pañuelo tipo foulard que puede servir para cubrir la cabeza en un momento determinado (en los alrededores de una mezquita…) o para protegernos de la arena que el viento levanta. En los pies con unas zapatillas cómodas (mejor impermeables) que nos permitan caminar por terrenos pedregosos (solo el 15% del desierto saudí es de arena) y unos zapatos igualmente cómodos para las ciudades, será suficiente (más chanclas para ducha, claro). No está de más llevar una toalla mediana de microfibra (de las que secan rápido) porque podemos alojarnos en hoteles con toallas realmente inaceptables. El tema del baño es otra cosa. Aunque hay costa en el Mar Rojo (Umluj, Yanbú, Jeddah…), no existen playas como las conocemos (o como las hay en Egipto o Jordania) pues la ribera, cuando la hay, es pedregosa y suele estar muy sucia. Además, nadie se baña (fuera de los resorts para extranjeros o de las piscinas separadas en los grandes hoteles) y si alguien se mete al agua, será casi totalmente vestido. COCHE DE ALQUILER.- En los aeropuertos de las dos ciudades principales están la mayoría de las agencias internacionales, y en muchas ciudades pequeñas hay compañía locales, normalmente más económicas pero con muy pocas garantías (seguros, estado de los vehículos, kilometraje, todo en árabe…). Nosotros alquilamos con Rentalcars desde España y dado que no teníamos previsto salirnos del asfalto, optamos por un Kia Río (o similar) de AVIS, que nos costó poco más de 350€ (muy buen precio para lo que hay por allí), incluyendo seguros (franquicia de 825€ por daños/robo) y 250 km diarios (total de 4.250 km por los 17 días de alquiler), siendo el sobre coste por km adicional de 0,46 SAR. Vaya por delante que aunque 6.000 puedan parecer muchos kilómetros (que sin duda lo son), me encanta conducir grandes etapas de 500 o más km (he disfrutado en Alaska, Canadá, USA, Chile, Méjico, Sudáfrica, Marruecos, Túnez, Finlandia, Nueva Zelanda...) y, salvo excepciones de intenso tráfico urbano (precisamente como en Arabia, jajajaja), me suele relajar. CARRETERAS Y TRÁFICO.- Arabia cuenta con una extensa red de autopistas (de 2, 3 ó 4 carriles por sentido), algunas nuevas, otras aceptables y algunas con muy mal firme. Aunque vi avisos de peajes, no dimos nunca con casetas o arcos de pago. Las carreteras de doble sentido de nuevo diseño están en buen estado de asfalto, pintura y señales, siendo las antiguas muy peligrosas por su trazado (curvas y sartenes), por su pavimento lamentable, su estrechez y la ausencia de quitamiedos o biondas, con terroríficos despeñaderos por donde salir volando si no se lleva cuidado. Lo que no han aprendido los ingenieros de caminos saudíes, es a dosificar las cuestas, pues es normal conducir por tramos con pendientes del 9, 10 ó 12%, habiendo llegado a circular por algunos de hasta el… 17%, rampas que no hay coche que suba en condiciones normales (ni los 4x4 que a duras penas nos adelantaban sin poder pasar de 40 km/h)… Otra particularidad es que los cambios de sentido se hacen en las medianas, es decir, aparece una señal de U invertida, y un poco más allá los vehículos que iban a toda velocidad por el carril izquierdo, ahora están totalmente detenidos en dicho carril para hacer el giro y tomar el sentido contrario, es decir, haciendo una auténtica “pirula”, pero en medio de una autopista donde se circular a 140 o más km/h. La flota de vehículos es muy dispar. La mitad aproximadamente, es muy vieja y está para el desguace (suelen conducirlos saudíes de pueblo o mayores e inmigrantes indios o paquistaníes). De la otra mitad, un 25% son coches normales, predominantemente pequeños o medianos (Hyundai Accent y Sonata, Toyota Yaris y Corolla, Kia Pegas u Óptima…, algún Ford Taurus…) que, aun siendo relativamente nuevos, ostentan abolladuras en dos o más esquinas y alguna puerta, ya que allí los golpes son muy, muy frecuentes, y que son conducidos por saudíes (algunas son mujeres). Otro 20% son camionetas pick-up Nissan y todo-terrenos (Tucson, ASK…) o más potentes (GMC, Ford, Land Cruiser…), normalmente de color negro, que son los amos del camino, pues circulan a toda velocidad (incluso en tramos de 30 por obras van a más de 120 km/h), cruzándose de izquierda a derecha, utilizando el arcén o directamente, subiéndose a tu maletero hasta que se pegan tanto que dejas de ver cualquier trozo que no sea la cara del conductor, para echarte de tu carril (porque no pueden pasar por encima…). El otro pequeño porcentaje es muy dispar: furgonetas de reparto (que como aquí, van con el pie en la chapa) o pequeños y viejos microbuses llenos de trabajadores extranjeros, que renquean y se paran si avisar donde les da la gana, además de camiones cargados hasta el cielo con heno, paquetes, hierros, piedras, arena, cabras, caballos y… ¡camellos! También se ve algún escúter de pequeña cilindrada, igualmente para desguace, y los días de fiesta, grupos de una docena de Harley’s y similares, llenas de luces, con pilotos horteras vestidos de cuero y que solo saben hacer ruido. Excepcionalmente (casi todos en Jeddah y en Riyadh) no vimos más de 3 docenas de Audis, Mercedes y BMW (la mitad viejos), un par de Porsches y de Jaguars, 1 Ferrari y 1 Bentley (aparcado junto a nuestro hotel de Jeddah). Ni Citroën, Fiat, Renault, Peugeot, Mini, Seat o Volskwagen. Recordaros que tanto en autopistas, como carreteras, como calles de pueblos (e incluso de ciudades en el mismo centro), abundan los “tumbados” para frenar la velocidad, obstáculos desagradables que no se pueden superar a más de 10 km/h. APARCAMIENTO.- Para los que vayáis en coche, deciros que en los pueblos y pequeñas ciudades es fácil aparcar (y gratis), pues hay numerosos solares (incluso en el centro) donde se puede hacer y, normalmente, en los alrededores de los pocos lugares a visitar, suele haber aparcamientos públicos, amplios y normalmente gratis, y a veces, conectados con la atracción turística (como ocurre con el pueblo antiguo de Al Ula) mediante pequeños cochecitos o lanzaderas (también gratis). En Jeddah y en Riyadh la cosa cambia, pues, aunque sigue habiendo solares habilitados para aparcar y estacionamientos propiamente dichos, casi nunca son gratis (la hora suele costar entre 3 y 5 SAR y funcionan con tiquet, barrera o caseta con cobrador). Igual ocurre en las calles, donde hay plazas en cordón, pero casi siempre con tiquet de máquina. Las máquinas son complicadas de entender (están en árabe) pero, afortunadamente, siempre hay algún saudí por allí que nos echará una mano. En los alrededores del casco histórico de Jeddah (al que es imposible entrar con coche) se paga por horas (3 SAR, máximo 6 horas) como en todos lados, pero no hay que poner la matrícula del coche, sino el número de la plaza marcado en el suelo. En ambas capitales, fuera del centro-centro, es posible aparcar gratis en las calles (suele haber sitio suficiente, incluso en las calles de alrededor del complejo de jardines del Palacio Murabba de Riyadh). VELOCIDAD.- Se nos advierte que hay radares por todos lados y que las multas son frecuentes. No lo dudo, pero los límites normales de velocidad son 60, 80, 90, 100, 110, 120 y 140 en carreteras y autopistas, y están indicados en discos rojos redondos (como aquí) y en grandes carteles amarillos, pero más veces en cifras arábigas que en las nuestras (que curiosamente llamamos “árabes”). Al poco de conducir es fácil reconocer estas cifras (a veces tendremos dos discos, uno en “raro” y otro con nuestros números, o bien, en el mismo disco, ambos guarismos) por lo que, salvo despiste, si nos multan será porque vamos pisando de más. Los radares son pequeños y están a ambos lados de cada sentido (como cajas de casi 1 metro en el suelo), tanto de frente como de espaldas (hay otros en lo alto de los controles de gálibo de autopistas). ¿Funcionan? Chi-lo-sá, pero si es cierto que de noche a veces se ve un flash, que debe corresponder a algún radar. A mi más de uno me pareció de cartón-piedra y más falso que Judas, pero no hay que confiarse. Es posible tener uno delante y a los 200 m. otro más. Lo que no entiendo es que si tanto radar hay (y la mayoría de coches frenan bruscamente cuando los descubren) porque a otros les importa poco su existencia y ruedan a más de 150 km/h sin más. Yo creo que no me saltó ninguno (hasta ahora no me ha llegado ninguna multa vía AVIS) pero habrá que esperar al menos otro par de meses. ![]() Lo que si hay en Arabia (no olvidemos que estamos en un estado policial casi medieval, donde un uniforme tiene mucho poder) son controles de carretera cada dos por tres, bajo avisos de “check-point” y en los que hay que parar, si o si, porque antes de llegar al “arco de triunfo” (suelen tener una edificación específica y de un gusto estético, digamos, muy personal) que nos aparecerá en medio de la autopista, tendremos que superar media docena de “tumbados” (algunos tan altos que hay que pasarlos a 5 km/h so pena de destrozar los bajos). Unas veces veremos los coches patrulla (Dodge americanos, con sus defensas y luces) estacionados sin nadie dentro (o con un agente durmiendo o mirando el móvil, que no nos hará ni caso) y otras tendremos a los guardias mirándonos y parando a uno de cada tres vehículos. A nosotros normalmente, al ver que no éramos saudíes (ni paquistaníes) nos decían que siguiéramos, excepto en 3 ocasiones, que me pidieron el pasaporte y la documentación del coche. En dos de ellas, al ver “España” en el documento y que el coche era de AVIS, rápidamente nos dijeron que siguiéramos marcha, pero el tercero nos interpeló en árabe (no hablan inglés o solo unas pocas palabras), a lo que le respondí “ana asf, nahn iisbanium, wala natahadath alearabia” que viene a ser algo así como “lo siento, somos españoles y no hablamos árabe”, con lo que quedó más o menos satisfecho (aunque me retuvo el pasaporte un par de minutos, tal vez pensando que iba a hacer con nosotros) y nos dejó marchar. Cabe decir que la mayoría de veces, las paradas se convierten en pequeñas mordidas (especialmente para las furgonetas y pequeños camiones de los agricultores, ganaderos, vendedores e inmigrantes), pues los sueldos de los policías, contra lo que se cree y se dice, no son buenos. GASOLINA.- El primer país del mundo en reservas de petróleo nos ofrece gasolina (normal de 91 y súper de 95) a un precio de casi 60 céntimos/litro la de 91. Por el contrario el gasoil es casi gratis, pues los 15 céntimos/litro que cuesta nos permitirán llenar un depósito por ¡menos de 7€! Hay bastantes gasolineras, especialmente en las entradas y salidas de pueblos y pequeñas ciudades (también en el centro), pero veremos que la mitad están abandonadas y otras, cerradas. Empiezan a verse estaciones de servicio automatizadas (1 de cada 30) pero los surtidores están en árabe y no sabemos si admiten nuestras tarjetas. Si tenemos la costumbre de repostar cuando la aguja baje del medio depósito, no tendremos problemas pues hay suficientes gasolineras atendidas siempre por pakistaníes que además nos cobrarán en metálico (aunque suelen redondear lo servido, las monedas sobrantes -1 ó 2 SAR- pueden ser una propina razonable). Lo único que hemos que tener en cuenta es que los surtidores cierran con una cinta durante las horas del rezo (5 veces al día, durante unos 30 minutos, siendo el mediodía la hora más complicada), por lo que habremos de repostar en “horas laicas”. En nuestro caso, el pequeño Yaris se bebía unos 50-60 SAR por algo más de medio depósito (20-25 litros de los 36 que le caben). Las estaciones de servicio (salvo excepciones) siempre tienen el mismo formato: surtidores atendidos, un supermercado (pequeño, pero muy completo) regentado preferiblemente por hindúes, un taller de ruedas y otro mecánico (a veces también de electricidad), un “poste bancario” con cajeros automáticos, ocasionalmente un “comedero” local y un alojamiento muy básico (casi nunca adecuado a nuestros gustos) y… una mezquita pequeña. Lo de la mezquita tiene su importancia, pues en las estaciones de servicio no hay baños, debiendo utilizar el de la mezquita (debidamente separados mujeres de hombres) que son tremendamente sencillos (agujero en el suelo y poco más) y fáciles de encontrar por el aroma que despiden. Las gasolineras de las ciudades solo disponen de surtidores, cajeros y supermercado. En las dilatadas autopistas del desierto, hay estaciones de servicio cada 30-50 km (suelen estar anunciadas). En caso de urgencia, se pueden conseguir pequeños bidones de gasolina en algunas tiendas, aunque no creo que sea muy legal… SUPERMERCADOS.- Como ya he expresado, el 80% son pequeñas tiendas, oscuras, repletas de estanterías con artículos (sin precios marcados) que casi no dejan paso, con algún frigorífico (helados, bebidas frías…unas muestras de fiambres –por supuesto solo de vaca- ni de quesos –salvo quesitos y poco más-) y donde se puede adquirir pan ácimo (suelen estar en unos arcones de madera o plástico junto al que cobra y por 2 SAR nos darán 4 panes redondos de unos 30 cm de diámetro). Los precios son similares a los de España, pero hay cosas muy caras (todo lo importado: galletas, chocolate, patatas fritas, snacks, fruta fresca…) y otras relativamente baratas (el agua embotellada, los helados locales, algunas verduras…) Es fácil conseguir refrescos fríos (recuperamos aquellas “mirindas” de naranja de nuestra juventud, pero en formato 2 litros que, al ser invierno, aguantaba fresca en el coche casi todo el día) y ocasionalmente encontraremos cerveza, siempre sin alcohol y nada barata, pero que no merece la pena porque casi siempre irá combinada con extraños sabores de frutas. En estos países es cuando nos damos cuenta de la obsesión “protege-planetas” que tenemos en Europa. En casa están prohibidas las bolsas de plástico (o hay que pagarlas). Aquí, te dan bolsas para todo, son gratis y no son biodegradables. Luego las veremos a miles por todas las cunetas del país, por todo el desierto y por cualquier solar. Me explico: los 1.000 millones de personas que tenemos normas para proteger La Tierra (500M de europeos, 400M de norteamericanos y otros 100 de australianos y demás) solo somos ni el 13% de la población mundial. Los otros 7.000 millones (que siguen creciendo) NO reciclan, NO protegen el planeta, consumen combustibles fósiles de todo tipo y a todo trapo –especialmente carbón-, contaminan lo indecible, etc… Sin comentarios. En las ciudades importantes, tanto en el centro como en los frecuentes espacios comerciales de la periferia, encontraremos otros supermercados a la occidental, más ordenados y limpios, con los precios debidamente indicados, donde, si hay suerte, venderán pan francés (y algo de bollería), con cámaras frigoríficas, carnicería (con charcutería de pollo, ternera y quesos curados…), pescadería, cerveza y vino sin alcohol (la marca Freixenet ha exportado botellas de todo tipo), etc…, si bien los precios serán más altos y a la salida, nos volverán a ofrecer infinitas bolsas de plástico de manera gratuita (incluso, vimos hasta un “Carrefour” en Riyadh). HOTELES.- Las grandes cadenas internacionales (Ritz, Intercontinental, Hilton, Four Seasons, Crown, Radisson, Hyatt, Mercure, Novotel, Ibis, Holiday Inn, Sheraton, Ramada…) tienen varios hoteles en las dos capitales principales y supongo que tendrán el nivel propio de tales firmas (aunque intentamos dormir en un Ramada de 4* en Tabuk y no nos quedamos porque estaba de lo más cutre). También hay hoteles de lujo saudíes que, exteriormente, no desentonan con los anteriores (Narcissus, Aswar, Voco…). En todo caso estamos hablando de 200 a 500€ o más por noche, algo que no nos convence (y que no es “rentable” en función de lo poco que turísticamente ofrece este país). Nosotros preferimos dormir en hoteles de rango medio (40-80€ noche) y a ser posible, de carácter local, pues es en esos establecimientos donde se convive con los “indígenas” y, además, el dinero que pagas se supone que se queda en el país. Lo que si procuramos cuando planificamos el viaje, son las diferentes paradas en cada ciudad, de forma que nos resulta fácil gracias a Booking, Ágoda, Destinia o similar, tener reservadas todas las noches por anticipado (siempre con anulación gratuita) y así, fiándonos de fotografías y de comentarios, intentar dar con aquel alojamiento que estimemos más adecuado (céntrico, cama grande, con salón, baño privado, ascensor, garaje, wifi, cocina o frigorífico, etc…) y todo ello por un precio ajustado. El 80% de las veces acertamos, otro 15% resulta “aceptable” y el otro 5%... puede suponernos improvisar sobre la marcha por no alcanzar el nivel de limpieza, comodidad o seguridad que se publicita. Este tipo de hoteles en Arabia (3 y 4* según Booking) solo se parecerá a las fotos si no entramos en detalles: aunque los halls de entrada son casi lujosos, en cuanto tomamos el ascensor veremos los defectos: suciedad, mantenimiento deficiente, falta de elementos… y las habitaciones (casi siempre, enormes) no mejoran el nivel descriptivo: los muebles suelen estar castigados o rotos, las paredes para repintar, la decoración fatal, los colchones y almohadas o muy duros o para cambiar por viejos, la sábanas y toallas… era normal tener que pedir el cambio de éstas y no siempre las que traían estaban limpias, armarios sin perchas o sin barras, aires acondicionados muy antiguos y ruidosos, ventanas no practicables (es decir, habitaciones que no se ventilan nunca) con cortinas que mejor ni tocar, normalmente alfombras y moquetas con todo tipo de manchas y kilos de polvo… y unos baños, que merecen mención aparte, pues es difícil garantizar que haya un inodoro y no un agujero en el suelo, que haya una ducha en condiciones, pues lo normal es que haya una manguera con una alcachofa pequeña y vieja junto al inodoro que cuando te duchas, inundas literalmente toda la estancia (no hay mamparas ni cortinas), lavabo viejo y con poca luz y de bidet, nada de nada, pues la costumbre de estas gentes es utilizar la “manguerilla” que hay instalada junto al inodoro (manguerilla que cuando estás sentado te queda a un palmo de la cara por lo que mejor no imaginar cómo se utiliza), lo que además, elimina el papel higiénico de tan íntimo espacio. Para muestra un botón: en el hotel de Yanbú (con buena pinta exterior) pudimos ver en la tabla del inodoro las marcadas huellas de los dos zapatos de aquel usuario que no dudó en subirse al mismo para hacer uso del sistema como si estuviera sobre el “agujero” habitual musulmán (y que nadie del hotel, entregando una habitación para dos noches, se había molestado en limpiar). Si hay cocina, estará vieja, sin enseres (y si los hay, mejor ni tocarlos), siendo el frigorífico (si es nuevo) lo mejor de la estancia. La televisión de pantalla plana, anunciada con canales satélite, casi nunca funciona (mandos rotos, sin baterías, desprogramados, cables al aire, antenas sin conexión…) y cuando el empleado (después de media hora de pelearse con el aparato) consigue que funcione, tendremos cien canales… árabes (con predominio de imanes rezando) y, si tenemos suerte, los informativos de la BBC, NBC, France 24, NHK, la china CGTN o Al Jazzera, todo en inglés y a veces con la imagen distorsionada. Pero todo lo explicado siempre estará salpimentado con suciedad por todas partes, mugre en esquinas, sofás maltratados y luces fundidas. En cuanto a los prometidos “aparcamientos gratuitos en el establecimiento” que indica Booking, solo tuvimos tal facultad en 3 de los 9 hoteles, debiendo aparcar en la calle en los restantes. Cabe decir que en este tipo de hoteles, habrá un árabe en recepción, pero no será saudí (a éstos es difícil verlos trabajando), sino egipcio, jordano o marroquí, que hablará inglés con más o menos fortuna, y a partir de ahí, todo el personal del hotel (siempre hombres), será paquistaní, bangladeshí o de países equivalentes, que malviven en el propio hotel y que suelen cobrar unos 100$ semanales con jornadas inagotables. Ellos se encargan de la limpieza, de los desayunos (cuando los hay), del mantenimiento (cuando lo hay…), etc… En los hoteles no trabajan mujeres (salvo rarísimas excepciones), pues las inmigrantes que acceden a Arabia suelen ser filipinas que trabajan en el servicio doméstico de las grandes mansiones, igualmente por pocos dólares, con el pasaporte retenido y debiendo prestarse a los caprichos sexuales de los varones, sean los propietarios o los trabajadores de segundo rango. ¿Merece la pena viajar a Arabia en estas condiciones? A estas alturas de la vida, podemos afirmar que hemos dormido en todo tipo de lugares, y que estos “hoteles medios” saudíes no son peores que otros de Chile, Perú, México, USA, Grecia, el Reino Unido, Jordania, China o Sudáfrica. Solo hemos de saber que habrá suciedad y un pésimo mantenimiento (aunque en este viaje hubo alguna honrosa excepción, como veremos más adelante). Si queremos otro nivel deberemos estar dispuestos a multiplicar por 5 nuestro presupuesto, aunque nunca con plenas garantías. RESTAURANTES.- En las zonas muy nobles de las grandes ciudades, tendremos restaurantes de alto nivel de carácter internacional, donde encontraremos todo tipo de servicios (como en Europa) a precios similares a los de aquí (a partir de 80-100€ comensal) y donde deberemos tener reserva y vestir muy formalmnete. De ahí hacia abajo será difícil encontrar un lugar que resulte cómodo (muchos no tienen mesas/sillas, con separación por géneros, sin cubiertos…), limpio, con cartas en inglés y donde haya las más mínimas protecciones COVID (cocineros y camareros sin mascarillas, clientes demasiado juntos, sin terrazas al aire libre…) ¿Qué nos queda? Las cadenas de comida rápida internacionales (están casi todas, incluidas las pizzerías) y las saudíes, como “Al Baik” donde se puede comprar pollo (mejor que el de KFC) pero para llevar, así como otras dedicadas al shawarma y otras especialidades árabes. Si estos espacios tuvieran comedor, debemos saber que te entregarán la bolsa con tu encargo, un plástico grande que deberás extender en el suelo alfombrado (junto a otros comensales) a modo de mantel y volcar encima (sin platos) el arroz y demás carnes que hayas encargado, formando un cono, del que, una vez descalzado y recostado en el suelo, podrás coger con tu mano derecha un puñado de arroz con algún trozo de pollo o cordero y llevártelo a la boca directamente. Para un día vale, pero al final es incómodo y nada higiénico. La ventaja es que nosotros comimos abundantemente en algunos de estos restaurantes locales por unos 35SAR la pareja (en un MC Donalds pagábamos unos 80SAR por dos menús y una pizza grande costaba unos 50SAR) Por debajo de estos locales, anunciados con grandes letras rojas y amarillas en árabe (y que no suelen tener la carta en inglés), están otros todavía de más humilde condición, donde no nos aventuramos ni a entrar (por estricta protección de la salud) y los cientos de puestos callejeros que venden un poco de todo. Importante: siempre que visitéis países de dudosa higiene y salubridad, consumid agua y refrescos solo embotellados y precintados (son baratos) y evitad helados, hielos, verduras crudas (¿cómo habrán sido lavadas?) y ensaladas si no tenemos garantías higiénicas del local. La fruta más segura, la que se debe pelar (plátanos, naranjas, mandarinas…). MUSEOS.- Arabia Saudí no es un país con una cultura museística de renombre. No obstante hay algunas colecciones (normalmente privadas) que merece la pena conocer. Etapas 1 a 3, total 20
![]() NOV 24 JUE y 25 VIE.- LLEGANDO A ARABIA Y PRIMEROS PASOS.Llegada, recogida coche de alquiler y primer día de viaje.
Como no vivimos en Madrid, dejamos nuestro coche en la plaza reservada en el parking de AENA de la T.2 (95€ por 19 días, con descuento; si los horarios de trenes y autobuses nos cuadran con los vuelos, a veces utilizamos estos medios colectivos para llegar a Barajas) y a eso de las 10:00 nos encaminamos a la zona de facturación.
Como nos metimos en octubre para reservar vuelos, lo mejor que encontramos fueron pasajes turista con AEGEAN (la antigua Olimpic griega) que, vía Atenas (ATH), nos llevarían hasta el aeropuerto internacional Rey Khalid de Riyadh (RUH), con maleta y reserva de asiento por 800€ los dos. Solo tuvimos que esperar 10 minutos a que abrieran la facturación y, aunque no habíamos podido obtener las tarjetas de embarque ATH-RUH desde casa (las autoridades saudíes ponen pegas), allí la azafata que nos atendió consiguió facturar las dos maletas medianas desde MAD hasta RUH, entregándonos sendas tarjetas de embarque y quitándonos un problema en Atenas. Pasamos la seguridad de Barajas (siempre cómoda con sus amables empleados, no como en otros aeropuertos) y nos dedicamos a hacer tiempo mientras íbamos a la puerta de embarque del A3701, donde, llevando reserva de asientos y solo una mochila pequeña cada uno, dejamos que subiera la mayoría del pasaje, atravesando el finger ya casi solos y ocupando nuestros 15E y 15F de un castigado A320 (con configuración máxima de asientos) que, además, iba hasta la bandera. Avanzando por el pasillo vimos que ni la mitad del pasaje llevaba mascarilla (pese a ser obligatoria para los vuelos que salen de territorio español). Despegamos casi a las 14:00 (hora prevista de salida 13:15), retraso que no se mejoró al aterrizar en Atenas. Un vuelo normal, con reparto de un tentempié nada apetitoso que no tomamos por no quitarnos la mascarilla en tan atiborrado vuelo. Aterrizamos en el Venizelos pasadas las 18:35, teniendo unas 3 horas hasta el nuevo vuelo, tiempo que dedicamos a pasear y mover las piernas, optando a eso de las 20:30 por pasar el control de seguridad (cutre y con malos modos) e ir acercándonos hasta la puerta de embarque, donde no había casi nadie y donde cenamos nuestras pequeñas pulguitas de sabroso jamón serrano, algo que no probaríamos de nuevo en 20 días. Consejo: no merece la pena meter el típico blíster de jamón o lomo en la maleta, pues, aunque nadie nos dijo nada en la aduana saudí, es una ofensa muy seria importar cerdo o alcohol. El A3952 de ATH a RUH era otro A320, pero mucho más nuevo que el primero y lo más importante: con unos 50 pasajeros para las 180 plazas, es decir, íbamos muy cómodos y espaciados. Salió puntual a las 22:10 y al poco nos dieron un refrigerio de no demasiada calidad: una ensalada fresca de frutas tremendamente ácidas y una especie de rollo con una pasta de jamón y queso (¿) en su interior que no merecía la pena. Algo de sueño y en pocas horas, estábamos descendiendo hacia el aeropuerto de Riyadh. El vuelo normal y con maniobras correctas. Serían algo más de las 3:10 cuando nos encaminamos a la cinta de recogida de equipajes, recuperando ambas maletas sin problema. De ahí al control de pasaportes y visados. El aeropuerto es nuevo y está bien, pero sin llegar al lujo de Dubái o Singapur. Carteles en árabe e inglés y baños normales y limpios. Vimos un cartel que decía “visa on arrival” con ligeras colas de viajeros en sus 2 puestos, pero convencidos de que nosotros debíamos ir directamente al control de pasaportes (por eso llevas tu visa impresa) así lo hicimos, pasando primero por un enorme y lujoso hall con grandes lámparas de techo y fuentes muy historiadas, donde preguntamos a un policía si se podían hacer fotos, respondiéndonos que afirmativamente. ![]() En una hilera de unos 20 puestos, de los que a esas horas solo había 3 abiertos, otro policía, tras mirar nuestros pasaportes, nos dirigió amablemente a las típicas estaciones de control, donde fuimos atendidos, muy funcionalmente, por mujeres (cubiertas de negro de pies a cabeza) donde entregamos nuestros pasaportes y visados. Nos tomaron las huellas de todos los dedos y una foto y nos estamparon el preceptivo sello de entrada en Arabia Saudí. De ahí pasamos a otro control (a pocos metros y en un espacio imposible de acceder por otro sitio) donde otro uniformado, nos volvió a revisar la documentación con bastantes malos modos. Solo estábamos a falta de pasar la aduana, hacia donde nos dirigimos optando por el carril verde “nada que declarar”, donde unos agentes nos miraron aburridos y somnolientos (no eran ni las 4 de la madrugada) y nos permitieron paso franco a la zona de llegadas del RUH, terminal 1. Allí había bastante gente, pues ya había vuelos anunciados a otras ciudades árabes y a países del Golfo. Preguntamos donde había un banco y nos orientaron hacia la terminal 2, más moderna y a la que se llega por dentro del mismo edificio, pues ambas están conectadas. A mitad de camino vimos varios bancos (están abiertos 24 horas) y comprobando que el cambio era casi el mismo que yo había visto en internet, entregué mis 1.500 euros, dándome casi 6.000 SAR, pero pidiéndole al empleado que me diera solo billetes de 500 y 100, y otros de menor cuantía. Lógicamente te piden el pasaporte y el visado y te dan una hoja con los valores del cambio, que se supone deberás guardar por si quieres reconvertir los SAR sobrantes de nuevo en euros. Ahora tocaba comprar una tarjeta telefónica para nuestro liberado Motorola, ya que nuestros móviles diarios son de las habituales compañías que hay en España, las cuales te cobran 3-4€ por minuto (tanto para llamar como para recibir) y otra millonada por datos. Llegados a los mostradores de STC, Mobily y Zaín (las 3 compañías saudíes con mejores coberturas) preguntamos por las tarjetas básicas, ya que solo queríamos poder hacer llamadas locales y como mucho 1 GB de datos, es decir para situaciones comprometidas (además pasaríamos por grandes zonas sin cobertura) pues para la familia tiraríamos de wifi en los hoteles. Al final no compramos ninguna tarjeta, pues las básicas son tipo SAWA para solo para saudíes (peregrinos a La Meca), siendo las disponibles para guiris de precio y características similares a las ofrecidas por “Holafly”, opción que nunca nos ha convencido. Siendo ya la cinco de la mañana y teniendo por delante casi 700 km hasta Hail, donde nos tocaba dormir, optamos por llegar a la oficina de AVIS y recoger nuestro coche. Vuelta a la T.1 ya que es hacia allá donde nos llevan las flechas de “rent a car” (aunque luego vimos que también se llega desde la T.2) y bajamos a la zona de sótanos, donde estaban todas las casetas de alquiler coches, encontrándonos con la de AVIS cerrada y con un cartel en el cristal que decía que fuéramos a la “otra” en la T.2. Un conductor de la compañía local que estaba al lado, accedió amablemente a llevarnos durante un kilómetro y medio hasta la segunda oficina, cosa que se solucionó con un billete de 10SAR de propina (las propinas en Arabia son esperadas pues los salarios son bajos). Allí estaba la caseta acristalada de AVIS con un saudí dentro (con la blanca thabw –camisa blanca hasta los pies-, pero sin ghutra –pañuelo blanco o a cuadros rojos para la cabeza-) a los mandos del oportuno ordenador, y un “ayudante” (no saudí) que era el encargado de traer y entregar los coches. Tras unos minutos de espera (había un australiano recogiendo un monovolumen) le entregué al saudí el voucher de “Rentalcars” (escrito en árabe e inglés) donde se definía el tipo de coche, los días, el precio y las condiciones, especialmente las relativas a seguros y kilometraje autorizado. Le entrego mi pasaporte con el visado, mi carné de conducir y el grisáceo internacional, todo lo cual utiliza para ir preparando el contrato, del que me entrega una copia en árabe e inglés, donde, además de la hora de inicio y la de devolución 17 días después, no se indica por parte alguna cual es el total de kilómetros incluidos en mi alquiler. Le pregunto y me dice (en inglés) que 200 km diarios. Le marco que en el voucher pone que son 250 (esos 50 de más suponen un margen a mi favor de casi 1.000 km que no tendrán sobrecoste). El trabajador de AVIS lee el voucher, lo relee y me insiste en que son 200 km. Yo le insisto y le remarco en rojo el total de 4.250 km que pone el voucher. Al final me dice que “no problem”, “miles free”. Yo lo miro sorprendido porque se que me voy a pasar del total autorizado. El me insiste en que “miles free”, por lo que yo, a la hora de firmar el “OK” con el estado del coche (golpes, etc…) escribo claramente en mayúsculas “MILES FREE” y rubrico debajo. El trabajador lo ve, lo lee y sin más comentarios por su parte me entrega (y sin moverse de su cabina) mi copia que será la documentación del vehículo a mi cargo durante estos 17 días de alquiler. El ayudante, en lugar del Kía Río propuesto, nos trae un Toyota Yaris, equivalente y de 4 puertas (con maletero independiente), aparentemente plateado, que parece correcto. Compruebo que le funcionan las luces, los limpiaparabrisas, que no lleva golpes ni arañazos (aunque esos detalles no se ven bien porque hay poca luz en este sótano) y que las 4 ruedas están en condiciones (con sus tapacubos) así como que lleva la de repuesto en buen estado, las herramientas para su cambio y las demás cosas obligatorias en Arabia (un botiquín, un solo triángulo reflectante…). Comprobados los kilómetros del odómetro y la gasolina del depósito (3/4), solo nos queda meter el equipaje en el amplio maletero (caben perfectamente las dos maletas medianas que llevamos y las dos mochilas, y luego no habrá problema para las botellas de agua, las bolsas de los supermercados, etc….). Le pido al de la caseta un mapa del país y dice no entenderme (¡ahora ya no habla inglés!), por lo que se lo pido al ayudante que me dice que me lo trae en 2 minutos, mientras me da las llaves y el ticket del parking y, espera, haciéndose el remolón para que le dé propina, cosa que hago con otro billete de 10SAR, momento en el que desaparece de nuestra vista. Esperamos esos 2, 5 y hasta 10 minutos y el sujeto no vuelve, por lo que decido olvidarme del mapa de carreteras y salir de allí camino del amanecer. No quiero dejar de referir que aquí es frecuente que los coches nuevos lleven una pegatina grande en uno de los cristales de las puertas traseras, donde se reseñan los datos de vehículo y la eficiencia energética del mismo en base a colores parecidos a los que aquí usamos para los frigoríficos y lavadoras. ![]() Cabe decir que aunque era un servicio AVIS, aquello parecía una oficina de alquiler local, pues ni tenía el rango ni la categoría de tan importante multinacional. El coche estaba bien, aunque bastante sucio por fuera (luego vimos que con tanta arena, es imposible encontrar un coche que dure limpio más de 5 minutos) y también por dentro (con pisadas en los respaldos de los asientos, restos en las alfombrillas, papeles, etc…). Pegado al parabrisas mi antiguo pero fiel Nokia, con sus mapas off-line bajados en España pocos días antes, y conectado su cable al “encendedor”, iniciamos la marcha hasta la salida del parking, donde ¡sorpresa! me piden que pague el aparcamiento (es la primera vez en muchísimos años que me ocurre esto), pero nada que no se pueda solucionar con otro billete de 10SAR. Afortunadamente son las 6 de la mañana (amanecerá en media hora) y no hay tráfico. La salida del aeropuerto es una especie de autopista pero que está en obras (luego veremos que casi todas las carreteras del país están en construcción) y eso me despista un poco, pero rápidamente me hago a los mandos del Yaris y nos encaminamos hacia nuestro destino de esta noche: la ciudad de Hail. El coche está bien y según la documentación es de este mismo año 2022, cosa que se corresponde con los 11.000 km totales que marca en el tablero y aprovecho para poner a cero los dos parciales (uno para cada vez que eche gasolina y el otro, para mi kilometraje total particular) y para conectar mi USB con música de casa. El modelo es muy, muy básico. No lleva ningún tipo de ordenador ni botones al volante, la pantalla (USB, radio…) está trabada en árabe y no admite cambios de idioma (ni de bajos/graves, etc…) y ya muestra algunas roturas, como por ejemplo que el botón del maletero del mando a distancia no funciona (habrá que abrir el maletero siempre desde debajo el asiento del conductor…) y ¡lo peor! no llevamos ni 20 km cuando se me enciende una luz amarilla en el tablero. Mal empezamos. Compruebo que es el avisador de presión de los neumáticos, por lo que en la primera gasolinera que veo paro y reviso la presión de las 4 ruedas, que resulta estar perfecta. Aprovecho (consejo) para colocar 2 bridas de plástico (traídas desde España) en cada rueda, pues lo normal cuando alquilas un coche con tapacubos, es que pierdas alguno durante el alquiler, que luego, como es lógico, querrán cobrarte. Está claro que, aunque con solo 11.000 km de vida, este sensor funciona mal (durante todo el viaje, no se apagará nunca). El Yaris es automático (aunque lleva hasta 7 “falsas marchas”) y veo con agrado que, en llano, alcanza los 120 km/h (realmente mi GPS me dice que son solo 111) rozando la raya de las 2.000 vueltas del cuentarrevoluciones. Eso augura un bajo consumo (algo que siempre he observado en los Toyota alquilados), aunque luego comprobaré que este cambio automático CVT, en cuanto hay una subida (y en Arabia hay muchas y son tremendas) se coloca en “primera” y sube hasta las 4.000/5.000 revoluciones, tragándose toda la gasolina que ahorra en llano, pero sin superar los 30-40 km/h. Por lo demás es cómodo de llevar, frena bien, acelera suave y lleva luces aceptables (más adelante comprobaré que el limpiaparabrisas solo tiene 2 velocidades, como mi primer coche allá en 1977…). También descubriré que el capó del motor lleva un golpe y no se abre, por lo que no comprobaré en los casi 6.000 km que le haré, el aceite del motor ni el agua del lavaparabrisas… no sea que se abra el capó y luego no se cierre. El GPS me lleva hacia el centro de Riyadh (aunque el aeropuerto está al norte, las obras me obligan a hacer una gran U hacia el sur pasando por el centro para girar de nuevo al norte hacia la autopistas 65), por lo que el tráfico empieza a incrementarse de forma notable. Y ahora es cuando me doy cuenta de que, aunque he conducido sin percances por los países que dicen ser los más peligrosos del mundo (Rumanía, México, Jordania, Tailandia, Sudáfrica, Indonesia, Marruecos…), Arabia Saudí es con mucha diferencia, el peor hasta la fecha. Siempre habrá más filas de coches que carriles disponibles (usan ambos arcenes…), nadie respeta los límites de velocidad (ni en ciudad ni en carretera ni en autopista), los cambios del primer al último carril son constantes y los hacen a altísima velocidad, nadie cede el paso a nadie en las salidas y entradas de autopistas ni en los cruces urbanos, las rotondas solo están para poner fuentes y adornos horteras en el centro, pues se atraviesan en todas las trayectorias posibles, los semáforos se respetan solo a veces y los pasos de peatones nunca (lo normal es que haya vehículos estacionados sobre éstos), como los cambios de sentido se hacen en U por las medianas los atascos son continuos provocados por los muchos autos que se amontonan cerca de la U (a veces hay coches parados para hace la U hasta en el primer carril derecho de la vía, por lo que colapsan toda la avenida) y así, mil cosas más que nos harán perder algún kilo por el altísimo estrés sin necesidad de hacer ejercicio. ![]() Estos sujetos no son suicidas al volante (el suicida busca matarse), ni siquiera homicidas (el homicida no tiene intención de matar a nadie), sino auténticos asesinos, puesto que, voluntariamente, con auténtico dolo y deseo, van buscando la muerte de los demás, con un total desprecio por la vida humana, tanto la suya como la de los pequeños que van en su coche y, por supuesto, la de los demás, incluida la nuestra. Dado que la mujer solo tiene permiso para conducir desde 2019, la gran mayoría (que realmente son minoría en el tráfico diario) no parece tener la adecuada habilidad ni destreza para manejarse en semejante barahúnda, por lo que es habitual que, de cada 50 accidentes que se ven (es una tasa fácil de ver al día), el 70% sean féminas. Si alguna mujer no consigue el permiso de su marido para conducir (este permiso es preceptivo) no hay problema alguno en que sus hijos de ¡¡doce o trece años!! tomen el volante del todo terreno y circulen por autopistas, carreteras o ciudades con su madre y sus hermanos sentados o amontonados detrás (lo normal es que los niños pequeños vayan sentados con las madres en el asiento del copiloto, sin cinturón ni sillas para bebés) incluso superando el número de plazas autorizado. Hemos llegado a ver a más de un niño pequeño, acostado (incluso durmiendo) en la bandeja trasera mientras el vehículo nos adelantaba a velocidad increíbles. Y los miles de policías que hay por todos lados, no hacen absolutamente nada, salvo dormir o ver el móvil sentados en sus coches patrulla. Un auténtico y peligrosísimo caos que, mientras el conductor saudí no aprenda modales y ejerza un mínimo de educación y cortesía vial, no mejorará. Dejamos atrás la capital y nos vamos adentrando en el desierto que no es nada atractivo, pues los paisajes son monótonos campos de piedras, llenos de basura y salpicados de casas y mezquitas sin ningún interés. A mitad de camino está Buraidá, ciudad grande que bordeamos por un periférico con tráfico muy intenso, y desde donde seguimos otros 200 km hasta que vemos el cartel de Fayd, pequeña ciudad donde intentaremos ver una ciudadela y otros restos arqueológicos. Tras unos kilómetros por una avenida desierta con varias rotondas (con sus estatuas incomprensibles en el centro: un gran tetera, un obelisco de formas raras, una pluma enorme, unas puertas gigantes…) llegamos a la entrada de la localidad, donde deberían estar la ruinas más importantes. Tras mucho buscar damos con un recinto rodeado de alambradas y que está totalmente cerrado (no tiene visos de haber estado abierto hace poco). Asomándonos a la verja se ven algunos muros derruidos de lo que pudo ser un poblado y algunas cisternas para agua, igualmente en muy malas condiciones. Ni un cartel informativo. Esa será la tónica de la mayoría de “monumentos” turísticos de este país: poca o ninguna información in situ, todos cerrados a cal y canto, sin muestras de haber estado abiertos al público y con aspecto de abandono y desidia gubernamental. Del pequeño museo que se anuncia en internet, ni rastro, al igual que del camino que hay que tomar para llegar a los cercanos campos de lava de Harrat Um Arruj. Sí dimos con un túmulo de piedras, protegido de alguna forma, que bien podrían ser los restos del castillo local, pero, como será costumbre, sin la más mínima información. Vista la pérdida de tiempo, abandonamos Fayd camino de Hail, donde llegamos tras otra hora de marcha por autopista. Hail es una ciudad relativamente grande (600.000 hab) a 990 m sobre el nivel del mar y en medio del desierto norte. Llegamos a nuestro hotel (Manazil Al Masa) sobre las 14:30 con la esperanza de poder asearnos en condiciones, tras muchas horas de aeropuertos, aviones y coche. De momento en recepción (solo un empleado hablaba algo de inglés) no parecen entender la hoja de reserva de Booking (en árabe y hecha hace 2 meses). Nos dicen que hemos de esperar media hora a que terminen la habitación (normalmente la entrada en hoteles de Arabia es a la 15:00, aunque si la habitación está preparada, suelen darla antes) y nos pasan a un saloncito con sofás. El aspecto del hotel no es brillante y desmerece al 3* que se ve en las fotos. Habíamos reservado una “Doble de Luxe con bañera” (186SAR) que se convirtió en un dormitorio normal (unos 25 m2) en la planta baja, con una cama grande (bien de colchón y sábanas), mesillas, dos silloncitos, una mesita, un armario (sin perchas) y una cómoda con espejo, todo en colores oscuros y con mucho uso, una gran moqueta (llena de manchas) en el 90% del suelo, una puerta a la que no le habían quitado todavía el plástico interior y un rincón-cocina, con fregadero, placa eléctrica, muebles (todo castigado), un frigorífico mediano en buenas condiciones y una ventana con un estor que daba a una callejuela lateral (donde estaban haciendo una obra, por lo que el ruido nos acompañó bastantes horas). En cuanto al baño, era pequeño, con un lavabo mínimo y sin mueble donde dejar cosas; tenía inodoro (¡menos mal!) con su “manguerita” y la “bañera” se había convertido en otra manguera con una alcachofa al final, puestas sin más en medio del exiguo cuarto (sin mampara, cortina ni suelo de ducha), de forma que el agua (poca presión) de tan básico sistema, inundaría (como así fue) todo el espacio, sin posibilidad de recogerla, pues no había utensilios para tal fin. Una pastilla básica de jabón y dos sobres más básicos de champú, junto a unas toallas bastante usadas fueron todo el ajuar de aquel prometido “baño con bañera”, que ofrecía en el centro un sumidero con una tapa que no ajustaba. Y, aunque lo anuncian en la publicidad, ni rastro de papel higiénico. El nivel de limpieza del hotel resultó aceptable (comparado con lo que tendríamos que sufrir en días posteriores), el wifi flojito y la atención del personal (no saudí), correcta. El coche había que dejarlo en la calle (ni rastro del también prometido aparcamiento privado), frente a la fachada que resultaba bastante aparente para lo que luego se ofrecía dentro. Dejamos las cosas y aprovechando que había 2 pastelerías al lado (casi lujosas) aprovechamos para comer algo y adquirir algunos dulces y “salados” para la cena y el desayuno. Como también había un supermercado, compramos lo que serían nuestros desayunos durante casi todo el viaje, pues en Arabia es infrecuente que los hoteles lleven el “desayuno incluido”: batidos de chocolate o café preparado, pastas, bizcochos, zumos, etc… (siempre dispusimos de frigorífico) para tomar en nuestros apartamentos, aprovechando así el tiempo a la hora de salir por las mañanas. Tomamos el coche, pues estábamos a unos 3 km del centro. Hail ofrece varias visitas, todas en el centro, donde es fácil aparcar (gratis): el Fuerte A’Arif, los castillos de Barzaan y Al Qishlah, el Museo del Patrimonio, el Jubbah Palace y algún otro edificio curioso. No detallo las visitas a estos lugares, porque otros compañeros de “Los Viajeros” lo han hecho perfectamente. A destacar que el museo estaba ¡cerrado! y que los castillos no estaban accesibles (uno estaba en restauración y el otro, no es visitable), si bien el fuerte A’Arif si dispone de caseta para tickets y de accesos bien señalizados. Muy cerca de todos estos lugares, se abre el Barzan Souq, con sus estructuras cuadrangulares, que por ser viernes estaba sobredimensionado, ofreciendo puestos de frutas (muy ordenadas haciendo una especie de mosaicos), verduras, carnes, productos diversos y algunos pequeños ejemplos de mercadeo de animales (aunque a esta hora ya no había camellos, quedaban algunos corderos y cabras). Todo muy pintoresco. ![]() Tras visitar media docena de supermercados indios sin resultado positivo, encontramos en otro, medio escondida bajo otros muchos productos (es decir, que allí eso no se vende) una bolsa con una docena de rollos de papel higiénico de cierta calidad que compramos inmediatamente, pues nos imaginábamos que no sería fácil que los hoteles tuvieran tan elemental producto (como efectivamente así fue, salvo 2 excepciones). Pero también compramos una alfombrilla de goma y lo que se conoce como “deslizador de agua” (escobilla de goma que arrastra el agua) con su mango largo, pues pensamos que era la única forma de ducharse con cierta comodidad y seguridad, y luego poder “empujar” el agua hasta el sumidero. Y así, a partir de ahora, cada vez que llegábamos a una recepción de hotel, bajábamos del coche las maletas, las mochilas, la escobilla de agua, la alfombrilla y el papel higiénico (bueno, solo un par de rollos), es decir, las desagradables (para los occidentales) costumbres de este país, nos obligaban a parecer nómadas cargados de enseres nada comunes en una recepción hotelera. Bueno, en honor a la verdad, primero veíamos la habitación que nos asignaban –sana costumbre saudí-, y en función del “tipo de ducha”, ya descargábamos los citados utensilios; solo tuvimos una ducha con su mampara en condiciones en 2 hoteles y una “a medias” en otro; en los otros 6: alfombrilla y desliza-aguas particulares. Deambulamos por las concurridas y coloridas calles y plazas de Hail, hasta que el sol comenzó a descender, momento el que, agotados tras tantas horas de viaje, volvimos para descansar, pasando primero por varios jardines donde tomamos contacto con una de las costumbres saudíes más arraigadas: las familias salen en bloque al atardecer para ocupar totalmente los parques, extendiendo alfombras (grandes alfombras, no mantas) sobre el suelo, donde se tumban para cenar (llevan todos los enseres necesarios desde casa, así como las viandas) pudiendo llegar dicho asueto hasta la medianoche o varias horas más. ![]() Etapas 1 a 3, total 20
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