![]() ![]() Sur de Francia 2024 ✏️ Blogs de Francia
Descripción de un viaje de 15 días en coche y con perro por el sur de Francia, visitando, sobre todo, pequeños pueblos y zonas naturales.Autor: Omaringa Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (4 Votos) Índice del Diario: Sur de Francia 2024
01: Introducción
02: Planificación
03: Aínsa, la esencia de Sobrarbe.
04: Albi, la Ciudad Roja
05: Cordes Sur Ciel y Najac
06: Cahors
07: Saint-Cirq-Lapopie
08: Rocamadour
09: Gouffre de Padirac
10: Autoire y Carennac
11: Conques
12: Las gargantas del Tarn
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Etapas 10 a 12, total 12
La primera parada del día la hicimos en Autorie, un pueblo encantador rodeado por un gran acantilado calcáreo. El pueblo es famoso sobre todo por su cascada, de 33m de altura, que fue lo primero que visitamos. Hay un parking bastante grande a las afueras del pueblo, y desde allí se llega fácilmente a la cascada por un camino, en unos 20 o 30 minutos, aunque el camino no es apto para personas con problemas de movilidad. Al ser verano no la vimos con demasiada agua, aunque al menos no estaba seca del todo como nos ha pasado alguna vez en algún parque.
![]() ![]() ![]() Al lado de la cascada había una charca que apenas cubría y donde nuestro perro aprovechó para darse otro baño en aguas francesas, le estaba cogiendo el gusto. Estuvimos un rato por allí, como hay bastantes árboles hay sombra y se está fresco, y como el día era caluroso apetecía. ![]() ![]() Después de la cascada volvimos al pueblo y dimos un paseo. Es pequeño pero muy bonito y bien conservado. No tiene grandes monumentos, pero las casas, la iglesia etc, resulta todo muy armónico. Sobre las 12:30 vimos que los pocos restaurantes que había ya empezaban a llenarse así que elegimos una crepería y nos comimos unas gallettes en una terraza, a la sombra, junto a la iglesia. ![]() ![]() ![]() Después de comer queríamos buscar un sitio para bañarnos. Buscando el Google Maps vimos uno que no pillaba lejos de nuestro siguiente destino, y allí fuimos, al "Lac de Tauriac", o Lago de Tauriac. El lago se encuentra en un ramal del río Dordoña y en su orilla y está acondicionado para el baño, con instalaciones, una zona de parking, etc. Echamos un buen rato bañándonos los tres y tomando el sol, y por supuesto, tomando un café con hielo en el bar. ![]() Para terminar el día nos fuimos a Carennac, otro de los pueblos más bonitos de Francia. Entre los atractivos de este precioso pueblo medieval figuran las típicas casas antiguas de piedra, el castillo del siglo XVI, la iglesia románica de Saint-Pierre, con su extraordinario tímpano esculpido o el claustro del priorato cluniacense, mitad románico mitad gótico flamígero. Aquí vivió Fenelón, el escritor francés que escribió "Las aventuras de Telémaco" como crítica a la monarquía francesa. De hecho, la isla que hay en el Dordoña justo delante del pueblo, lleva el nombre de Calypso. El pueblo no es demasiado grande, pero para variar, es difícil aparcar así que tuvimos que dejar el coche en uno de los parkings de pago. Dimos un paseo tranquilamente por el pueblo y merendamos en una cafetería, esta vez dentro y con el perro, ya que hacía mucho calor fuera y el dueño, amablemente, nos dejó pasar con él. ![]() ![]() Con esta visita pusimos punto y final a nuestras aventuras por esta zona de Francia, ya que esa noche tocaba hacer las maletas porque al día siguiente nos íbamos a conocer otros departamentos del sur de Francia Etapas 10 a 12, total 12
Sin salir de Occitania, este día nos desplazamos al departamento de Aveyron, donde se localiza la localidad de Conques. El pueblo es muy bonito, como todos los demás del viaje, pero el entorno que lo rodea no se queda atrás, pues está enclavado entre montañas con bosques frondosos. Forma parte del Camino de Santiago francés, por lo que, aunque es muy pequeño, siempre hay muchos peregrinos y también turistas.
Desde Cahors tardamos unas dos horas en llegar. Habíamos metido en el GPS la dirección del "Parking de l'etoile" pero estaba completo cuando llegamos, así que tuvimos que rodear todo el pueblo y subir al otro que hay en la parte alta, el de La Salesse. Este estaba también muy lleno, pero aún quedaba algo de sitio y pudimos aparcar. ![]() Los orígenes de Conques se remontan a época romana, y aunque hoy es un pueblecito, en la Alta Edad Media fue considerado ciudad. La primera noticia sobre Conques habla de un eremita llamado Dadon que habitaba esta zona a finales del siglo VIII, a quien siguió Medraldus, siendo este último el que, adoptando la regla benedictina, fundó un pequeño centro religioso (parece que dedicado a San Salvador). Este primer cenobio tuvo el favor de Luis el Piadoso, Carlomagno y Pipino II de Aquitania, quienes lo visitaron en numerosas ocasiones, dándole su protección. Pero la importancia que alcanzó en la Edad Media este lugar fue debido a la llegada a la localidad de las reliquias de la joven mártir Santa Fe (Sainte Foy), nacida hacia el año 290 en Agen, a quien por defender sus creencias cristianas la quemaron en una parrilla (como a san Lorenzo) y finalmente fue decapitada. Todo esto a la edad de trece años, en el año 303 d. C., el la época del emperador Diocleciano. Sus reliquias fueron recogidas en su localidad natal, donde eran veneradas por numerosos peregrinos. En la Edad Media, un pueblo sin reliquias no era nada, y Conques carecía de tal tesoro, así que parece que en el año 866 un monje del monasterio de Conques robó las reliquitas de Santa Fe y las trasladó a este pueblo. A partir de ahí numerosos peregrinos que se dirigían a Santiago se desviaban hasta Conques para venerar las reliquias de la santa. Poco a poco este número fue aumentando y en el año 1050 el templo se quedó pequeño y construyeron la actual Abadía de Conques. Esto conllevó también el aumento de comerciantes y todo tipod e profesiones asociadas a la construcción, por lo que Conques acabó convirtiéndose en toda una ciudad en aquella época. A partir del Siglo XVI la ciudad entró en declive, primero a causa de un gran incendio provocado por los protestantes, y después por las guerras y las hambrunas. En 1837 dl inspector de Monumentos Históricos don Prosper Mérimée informó de la penosa situación en la que se encontraba el monasterio, comenzándose su rehabilitación, que se vio favorecida con la llegada a la localidad en 1873 de una nueva comunidad religiosa: la Orden Premonstratense, volviendo poco a poco los peregrinos a Conques. ![]() El principal monumento del pueblo es la Abadía, sin lugar a dudas, y está considerada la obra maestra del románico del sur de Francia. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998. La actual iglesia se comenzó en tiempos del abad Odolric (1031-1065) en el siglo XI , siendo terminada por el abad Bonifacio (1107-1125). ![]() Su fachada principal con el Juicio Final, joya del románico del siglo XII, está flanqueada por dos esbeltas torres gemelas realizadas en el siglo XIX. En su magnífico tímpano (que en su origen estaba pintado -azules para el cielo y rojo para el infierno- se representa escenas del Juicio Final según san Mateo (Mt, 25, 31-46). El tímpano está protegido por un gran arco de medio punto con gablete. Se divide en tres niveles y en los que se reparten 124 personajes (entre los que podemos ver a Santa Fe, al abad Begon, al emperador Carlomagno, etc.), representando el cielo y el infierno, presidido todo por Cristo Juez, y la siguiente inscripción: "Pecadores, si no cambiáis vuestras costumbres, sufriréis un juicio terrible". ![]() El interior de la nave es sobrio pero luminoso, con grandes arcos de piedra que separan las distintas naves. El día que estuvimos nosotros no pudimos entrar inmediatamente ya que un coro estaba ensayando, pero a cambio pudimos disfrutar un poco de un concierto imprevisto, un ratito cada uno mientras el otro esperaba fuera con el perro. ![]() ![]() El claustro fue realizado en tiempos del abad Bégon III (entre los siglos XI-XII), en el lado sur de la abadía. Solo se conserva parte de las arcadas de la galería occidental y los magníficos capiteles, el refectorio y la fuente central, ya que sufrió un grave incendio en 1366 y ya no se rehízo. Al fondo se encuentra el Tesoro de Conques, que ocupa lo que antiguamente fue el refectorio del claustro. Este museo incluye una colección de rosarios de los siglos VI y VII, pero sobre todo la Majestad de Santa Fe. Cuando estalló la Revolución Francesa los propios habitantes de Conques escondieron las piezas del Tesoro en su casas, y lo devolvieron una vez terminada la situación de peligro. ![]() La Majestad de Santa Fe es una pequeña estatua de madera con plata y cubierta con piedras preciosas. Representa a Santa Fe y es una verdadera joya del siglo X. La santa aparece sentada con el brazo extendido, y es uno de los mayores tesoros medievales de toda Europa. La escultura guarda en su interior parte del cráneo de Santa Fe. (Foto de Internet) ![]() La entrada a la abadía es gratuita, pero el museo es de pago. En este caso yo entré para verlo y aunque no es muy grande, merece la pena sólo por ver la Majestad. El resto del tiempo que estuvimos en Conques lo dedicamos a pasear y ver las distintas calles del pueblo, y también para comer. Para no faltar a la tradición comimos una gallette en una crepería justo enfrente de la Abadía, aunque con el calor que hacía tuvimos que hacerlo dentro porque fuera daba todo el sol y no se podía estar. ![]() Para la tarde teníamos planeado conocer el pueblo de Belcastel, pero dada la hora y que nos quedaban casi 2 horas y media de camino para llegar a nuestro nuevo alojamiento decidimos prescindir de la visita e ir directos a la zona de las gargantas del Tarn. Para esa noche teníamos reservada una habitación en un camping situado a la orilla del río. Además de ofertar plazas para tiendas de campaña y caravanas, también tienen algunas habitaciones disponibles y nosotros alquilamos una. El sitio no era nada lujoso, bastante austero, pero el entorno era bonito e incluía desayuno. Como sólo íbamos a pasar una noche tampoco pedíamos mucho más. Lo malo fue que la última parte para llegar fue bastante peliaguda, yo ya estaba cansado de conducir y el tramo final antes de llegar al río Tarn era una bajada con muchas curvas y me causa vértigo, así que fui muy despacio y se nos hizo bastante tarde. Cuando llegamos nos dijeron que tenían el restaurante cerrado y que no se podía cenar (quizá por el partido Francia-España de las Olimpiadas) y tampoco tenía ganas de coger el coche y volver de noche después de la paliza del día, así que con lo que teníamos improvisamos unos sandwiches y es fue la cena de ese día. ![]() ![]() Etapas 10 a 12, total 12
El río Tarn nace en el monte Lozère y desciende las pendientes de las Cevenas, atraviesa a lo largo de 53 kilómetros unos paisajes espectaculares repletos de parajes extraordinarios y miradores. En este tramo el río discurre encajonado entre escarpes calizos de hasta 500 m de altura, y junto a él se pueden visitar numerosos atractivos como castillos, pueblos, iglesias, etc. Además es una zona donde se pueden practicar numerosos deportes acuáticos. En nuestro caso la visita fue bastante tranquila, recorriendo en coche la carretera D907 bis, que va bordeando el río en el tramo entre Quézac y Le Rozier, y eligiendo algunas paradas para visitar. Elegimos el sentido Quézac -> Le Rozier ya que así tendríamos el sol de espaldas la mayor parte del día, dato importante a la hora de ir conduciendo por la carretera, que muchas veces es algo angosta y con bastante tráfico en verano.
Nuestra primera parada fue en el castillo de Castelbouc, hoy en ruinas y casi inaccesible, y que fue el corazón del antigua provincia de Guevaudán. Quizá a alguien le suene este nombre por la bestia de Guevaudán, una fiera que cuentan las leyendas, atemorizó a los aldeanos de la zona hace siglos y que fue el origen del mito de los hombres-lobo. El castillo fue construido en el siglo XII por Étienne de Castelbouc, vasallo del comandante de los Templarios de Larzac y fue destruido a fines del siglo XVI por orden de los estados particulares de Gevaudan, como muchos castillos de la región, para no para servir como un refugio para los protestantes. Alrededor del castillo se formó un pueblo excavado en la roca, con unas pocas calles empedradas, y a sus pies se extiende una playa de guijarros donde puedes bañarte en las aguas del Tarn. Nosotros aparcamos en una zona de aparcamiento que había al lado del camping "Le Site", gratuito, antes de cruzar el río y ya cruzamos y nos movimos andando por la zona, viendo la playa, el pueblo, y un pequeño paseo por el monte buscando las ruinas del castillo. Esta parada nos gustó mucho, la imagen del pueblo incrustado en la roca y el río a los pies es muy hermosa. En la carretera por la que veníamos nos encontramos un mirador y aparcamos un momento para tener vistas desde arriba. La siguiente parada la hicimos en el pueblo de Sainte Enimie. Es otro de los pueblos más bonitos de Francia, con sus casas de piedra, sus calles empedradas... y lleno de restaurantes y turistas. La zona de aparcamiento al lado del río estaba llena, y es grande, así que tuvimos que dar la vuelta y aparcar en la misma carretera por la que veníamos, en el arcén, como otros muchos coches y caravanas. Aquello estaba a tope de gente. Aún así, la visita nos gustó. El pueblo tiene bastante vida, al menos en verano, y es agradable para pasear. Desde aquí se pueden alquilar también canoas y kayaks para navegar por el río, así que es normal que hubiera tanta gente. Quizá lo más llamativo es la iglesia románica de Notre-Dame-du Gourg y la fuente de Burle. Cuenta la leyenda que una princesa Merovingia del siglo VI se curó con las aguas de esta fuente de la enfermedad que la aquejaba y desde entonces se le atribuyen propiedades curativas. La mayoría de los restaurantes están en la zona baja, junto al río, pero en la zona alta encontramos una crepería en una pequeña plaza y comimos allí mismo. Siguiendo la carretera que discurre paralela al río llegamos a nuestro próximo destino, Saint-Chély-du-Tarn. Es un pequeño pueblo de casas de piedra que tiene algún restaurante y algún hotel, y no esperábamos gran cosa, pero resultó ser nuestra parada favorita en este recorrido por las gargantas del Tarn. Para llegar hay que atravesar un pequeño túnel y un puente y justo al lado te encuentras un pequeño parking gratuito, por suerte encontramos un hueco. Primero dimos una vuelta por el pueblo, que es bastante pequeño, y jugamos con el perro en un canal que había por allí con agua. Tomamos un café en uno de los restaurantes y fuimos a ver la playa de guijarros. El pueblo está situado en lo alto de una pared que da al río, así que hay que bajar unas escaleras hasta la playa. La vista desde aquí es simplemente maravillosa. La estampa del puente sobre el río, las casas del pueblo colgadas sobre la pared, la playa, una cascada al fondo... muy idílico. Nos gustó muchísimo este sitio y nos quedamos un buen rato, y aquí si que nos bañamos los tres, nosotros dos y el perro. Sin duda es una parada más que recomendable en el Tarn. Vimos gente pasando en kayaks y daban ganas de montarse y bajar por el río pero tendrá que ser en otra ocasión. La última parada en las gargantas fue en Pas de Soucy. Se trata de una zona donde las paredes de roca se derrumbaron a causa de un terremoto ocurrido en el siglo V, según cuentan, se sintió hasta en los Pirineos. Desde el momento que ocurrió esto empezaron a proliferar leyendas fantásticas sobre el lugar y nadie se aventuraba a pasar por ahí porque habitaba algún tipo de ser maligno o el mismo diablo. Mucho más tarde, a principios del siglo XX, se abrió la carretera que une Les Vignes con Sainte Enimie. En 1934 Adrien Espinasse tuvo la idea de construir una escalera para que los visitantes de las Gorges du Tarn pudieran admirar una de las vistas más impactantes del Tarn. Este mirador es privado y hay que pagar para poder subir, pero merece la pena. También hay una pequeña cafetería y tienda de recuerdos. Para este día teníamos también planificada la visita a Roquefort -sur-Soulzon. el pueblo donde se elabora el famoso queso roquefort, pero dada la hora y que las bodegas donde se fabrica cerraban pronto no nos daba tiempo, así que lo descartamos y nos fuimos directamente al hotel que teníamos en La Cavalerie. Para llegar tuvimos que atravesar el viaducto de Millau, un colosal puente en la autopista que comunica el interior de Francia con la costa mediterránea, hacia donde nos dirigíamos para pasar los próximos días. El paisaje ya iba cambiando, y cuando llegamos a La Cavalerie el tipo de pueblo ya no tenía nada que ver con los que habíamos visitado los días anteriores. Cenamos en le restaurante del hotel y a descansar, que había sido un día intenso y bien aprovechado. Fue de los días del viaje que más nos habían gustado, y es una zona que merece la pena visitarla con más calma y hacer más actividades acuáticas. Etapas 10 a 12, total 12
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