![]() ![]() De Templos, chonis y soles nacientes. Diario de un sueño hecho realidad ✏️ Blogs of Japan
Crónica de la aventura por libre de dos alicantinos por tierras niponas.Author: Borratxoifi Input Date: ⭐ Points: 4.9 (35 Votes)
01: Preparados... listos... banzaiiiiii !!!!!!!!!!
02: Vaaamos que nos vamooooss (dias 14 y 15 de Mayo)
03: Así que esto es un futón... ¿crees que su madre lo sabe? (16 de mayo)
04: Un matsuri peculiar, una señora singular, un domingo inigualable (17 de mayo)
05: ¡Hagamos el turista! (18 de mayo)
06: Señores del Castillo, Amos de la Gran Puerta (19 de mayo)
07: Ciervo-col-col-col, saca los cuernos al sol (sí, muy malo. 20 de Mayo)
08: Un pequeño descanso de cuestas y escaleras (21 de mayo)
09: Siguen las obras y escaleras... Leaving Kyoto's never easy (22 de mayo)
10: Bienvenidos a la Yamanote... al que lo rime lo capo (23 de mayo)
11: Domingueroooosssss!!!!!!!! (24 de Mayo)
12: Un bonito templo, un gordito simpático, una gran ciudad (25 de Mayo)
13: Kabukicho me tocaaa, me toca cada vez maaaasss.... (26 de mayo)
14: Haciendo el turista camino de la gloria (27 de Mayo)
15: Compradores compulsivos (28 de mayo)
16: Nikko, donde hay un niiiñooo (29 de mayo)
17: De torres, trampas y niños muertos (30 de Mayo)
18: Un gran fin de fiesta (31 de Mayo y 1 de Junio)
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Los que no entiendan la coña del título es que son lo suficientemente jóvenes como para no tener que preocuparse por el colesterol.
El día de hoy amanece como ayer, lluvioso pero pasable. De nuevo a sacarle provecho al JR pass y tras dejar el shinkansen en Utsunomiya (éste no lo hemos reservado) tomamos el tren local hasta Nikko. En el tren abundamos los turistas extranjeros y se nota que incluso siendo viernes va a haber movimiento. La llegada a la estación de Nikko es un poco desconcertante, ya que prácticamente no hay indicaciones para llegar al meollo de la zona turística (en Nara tampoco) pero es que además aquí hay una mayor sensación de desolación... dentro de un límite. Lo que sí que se ve es un indicador de la carretera que lleva a la zona de los templos (que aquí se llama genéricamente World Heritage Area) la 119, pero si no queréis patear un buen rato, simplemente andad unos doscientos metros a la derecha desde la salida de la estación JR y llegáis a la de Tobu, donde está todo el tinglado montado: las paradas del autobús que os lleva, la oficina de turismo y las taquillas donde se os venden los tickets para la entrada a las diferentes zonas turísticas de la localidad. Nosotros nos vamos a limitar a los templos, dejando para mejor ocasión el lago Chuzenji y las cataratas Kegon, el día no acompaña y mucho me temo que sólo con lo más destacado se nos va a ir todo el día. Ojo cuando os den la información sobre qué bus tomar, ya que a nosotros nos indicaron dos distintos (uno donde nos vendieron el tícket combinado, 1000 yens por cabeza, y otro donde nos dieron mapas de la zona). Pero no hay problema, ya que en los andenes de la mini-estación de autobús indica perfectamente hacia dónde va cada uno. También hemos sacado un pase para el bus y nos bajamos en Omotesando, la primera parada tras pasar la estatua de Shodo-Shonin, así quedas justo a las puertas del Rinnoji, punto de partida interesante para la exploración de la zona. Un consejo: coged el folleto JAPONES que hay a la entrada del Rinnoji, donde os picarán la entrada al templo, ya que incluye un pequeño mapa con un trayecto recomendado que os permitirá recorrerlo todo de la manera más eficiente, ya que toda la zona del Patrimonio es un complejo de templos y santuarios en una zona montañosa (cómo se os va a poner el culete, madre mía, la envidia de la playa seguro) y es fácil liarse, además en el folleto lo único que viene en inglés es el nombre de los templos, así que perfecto. Pues nada, de cabeza al Rinnoji donde nos damos cuenta de que hoy va a ser, definitivamente, un día movidito: hordas de turistas mayores que bloquean en muchas ocasiones el paso, fieles budistas que parecen ir de peregrinación... y obras ![]() ![]() Menos mal que no hay prisa. Lo más significativo del templo es el Sanbutsudo, o Sala de los Tres Budas, con el buda Batho y su cabeza de caballo en lugar destacado como atracción curiosa. No penséis mal, no se trata de un dios medio humano, medio animal estilo Ghanessa sino que sobre un buda normalito han plantado la cabeza de Black Beauty, nada más. El lugar es, como todos los templos japoneses, calmado, sobrio y a la vez colorido, vamos, una pasada. Pena de turistas. Salimos del templo y nos dirigimos al corazón de Nikko, las imágenes que todo viajero tiene del sitio antes de visitarlo, el Toshogu. En este lugar se veneran los restos de una de las mayores sabandijas que ha dado la historia de Japón, y como en el caso de otros muchos países, a su vez uno de los grandes héroes de su historia: Ieyasu Tokugawa. Quien quiera saber de las lindezas del personaje, no tiene más que buscar un poquito en Internet y quedará extasiado. Tras atravesar un primer gran Torii de piedra bastante impersonal a mi gusto se llega a la zona principal del santuario sintoista, con una pagoda de cinco pisos que se sostiene en caso de terremoto gracias a un mástil interior y una taquilla que vende entradas a la mayor concentración de estudiantes que nos hemos encontrado en todo el viaje. A partir de ahora, los superlativos dejan de hacer justicia a lo que ven nuestros ojos, todo es apabullante, demasiado para unos ojos que no se pueden enfocar en nada pues un segundo más tarde saltan como locos a otro detalle aún más increíble, unas manos que no pueden operar la cámara bien porque no saben bien dónde enfocar... hay que verlo, sin duda un punto imprescindible de visita. Pues vayamos por partes, a ver qué sale. Lo primero es la puerta Niomon, con sus dos gigantescos guardianes que dan la bienvenida a una explanada donde destacan los almacenes sagrados, de diseño tradicional, el establo con los celebérrimos monos sabios y la fuente purificadora con su cubierta estilo chino, exhuberante. ![]() ![]() ![]() ![]() Algo que nunca deja de llamarme la atención son las hileras de linternas de piedra que se encuentran perfectamente dispuestas por todo el recinto. Otra cosa que no deja de llamarme la atención es la cantidad de escaleras que estoy subiendo. Sin duda, y bromas aparte, lo más llamativo de todos estos elementos arquitectónicos no son las instalaciones en sí, grandes y aparatosas como corresponde al personaje que glorifican, sino el inmenso trabajo artesanal que se encuentra en los miles y miles de tallas que decoran las diferentes puertas, torreones, muros, etc. y que representan animales, plantas, artesanos en plena faena, comerciantes, sabios y un largo etcétera de criaturas que constituyen un universo policromado y dorado que da un aire irreal, de sueño, a todo el lugar. Otro punto de visita interesante sería el hall del Dragón Llorador, más que nada por la curiosa acústica del lugar, ya que os adelanto que lo de rugir... no ruge, simplemente se trata de un eco especialmente fuerte, pero tiene su gracia. Aquí ademas compramos un libro de fotografías de Nikko ya que aunque la mayoría de lugares se pueden fotografiar, no queremos perdernos detalle y en el Rinnoji no nos han dejado. Sólo cuesta quinientos yens y merece mucho la pena. Al salir y tras admirar las torres saetera y del campanario (ya se sabe, a Dios rogando...) llegas al punto que nos atrae a todos en este indescriptible lugar como una merienda al oso Yogi, la puerta Yomeimon, llamada así porque cuando le preguntaron al arquitecto quién había diseñado tal maravilla, resultó ser apañó y contestó "yo mesmo" y claro, con el sistema de pronunciación nipón... ![]() ![]() ![]() ![]() Si todavía no te has muerto del asco, querido lector, te contaré que es la famosa puerta a la que le pusieron una columna del revés a propósito para no calentar la envidia de los dioses, y a fe mía que hicieron bien, porque es un empezar y no parar de virguerías, daría para horas y horas de detenida visita y no llegarías nunca a quedarte con todo lo que incluye en su estructura. Tras pasar la puerta llegas a la zona de los santuarios interiores y tras una breve visita pasamos a la zona del Nemuri Neko (Gato Durmiente). ![]() ![]() Ya os digo que no merece mucho la pena pagar por ver al gatito, pero mira tú por donde el minino está justo encima de la puerta por la que pasas si quieres subir a ver el mausoleo de Ieyasu y claro, pagas y te preparas para la que quizá sea la subida más puñetera de todo el viaje, una escalera bien empinada que lleva a un altozano desde donde se domina buena parte del Toshogu y que junto a un pabellón tiene una especie de mausoleo con forma de campana con tejadillo que contiene las cenizas del burricalvo Tokugawa. Y ahora, cuesta abajo, que hace hambre y en Nikko para un buen turista la comida tiene nombre propio: Hippari Dako, el mini restaurante que con propaganda en todos los idiomas en su escaparate, sus abundantes raciones, su simpático personal y sus miles y miles de notas de viajeros anteriores pegadas a la pared y a los techos del local se ha hecho un lugar en los corazones de todos nosotros. Si queréis buscar mi nota, mirad al techo y buscad una hoja grande blanca con ribete azul, vamos, como las de la libreta que os muestro en la primera página de este diario, y si os mola, le hacéis una foto y la colgáis aquí. ¡A la pitanza! Todo muy rico y a buen precio. ![]() ![]() Tras reponer fuerzas, volvemos al puente Shinkyo que a la ida íbamos famélicos perdidos y con el regomello en el cuerpo no dábamos pa'más. Muy bonito, además tiene ese indudable valor escénico que le dan los japoneses a todo lo que construyen en mitad de la naturaleza, el contraste de colores es bellísimo y además el río baja fuerte y bajo el puente hay una buena caldera de agua arremolinada que pone el broche al conjunto. ![]() ![]() El primero es un santuario Shinto en el que se veneran los dioses de las montañas vecinas, lo más bonito es el santuario interior (que se paga aparte) donde hay varias pequeñas construcciones en mitad del bosque y el propio bosque que es parte integrante del conjunto y que tiene varios bellos ejemplares de cedro japonés cubiertos de musgo. Mágico. ![]() ![]() ![]() Tras esta visita pasamos al Taiyunbyo, más conocido como Mausoleo de Iemitsu, el nieto del otro baranda y otro pájaro de cuenta. Para no aburriros con descripciones repetidas, tan sólo contaros que es una réplica a escala menor del Toshogu y esa menor magnificencia lo dota de un encanto particular. Además es más profuso en tallas de dioses guardianes, que como ya he dicho en otra parte parecen salidos de Bola de Drac (Dragon Ball) Otra cosa que me llamó bastante la atención es la cantidad de gente que había orando en este mausoleo, mientras que no vi a nadie en el de Ieyasu. Como detalle curioso, Iemitsu fue el que prohibió el cristianismo en Japón, qué cosas. ![]() ![]() ![]() ![]() Pues ya va siendo tarde, así que nos vamos a la parada del bus que hay junto al Taiyunbyo y nos acercan en un plis hasta la estación de JR, no sin antes prometernos volver a ver este lugar algún día, es una auténtica maravilla, y ya podéis llamarme pesado si queréis. De vuelta en Tokio y con ganas de algo más de marcha, que ya tenemos el síndrome del viaje que se acaba y es viernes por la noche, salimos a dar una vuelta por -como no- Akiba donde ultimamos unas compras que habíamos dejado de días anteriores y buscando un sitio para cenar, damos con un edificio de varios pisos donde cada uno es un restaurante. Nos decidimos por uno que tiene pinta de local de tapas en la quinta o sexta planta (por cierto, está justo al salir de la estación de JR a la izquierda, no tiene pérdida) y al salir del petado ascensor nos encontramos un curioso local donde tenemos que esperar unos minutos y donde el personal no habla nada de nada de inglés, ¡viva, a la aventura! Tras esperar un ratito nos pasan a un cubículo, ya que el local son dos pasillos paralelos a ambos lados de los cuales se abren cubículos con pequeñas mesas, y ahora viene lo bueno: en las mesas hay pantallas táctiles en japonés con las que se pide la comida. El camarero nos trae unos menús en inglés y se pira, nosotros que vemos que estamos solos ante el peligro nos tenemos que dedicar a buscar el nombre en kanji de los platos que nos gustan del menú inglés entre los variados submenús de la pantalla táctil, y por fin conseguimos meter la comanda. Lo mejor de todo es que justo en ese momento llega el camarero ¡a tomarnos nota! Le intentamos hacer entender que ya hemos pedido y al final encontramos el botón donde se ve lo que se lleva pedido, el camarero sonríe, asiente y se va. Menos mal. La cena bien, pero algo escasa, así que de vuelta a nuestro querido barrio le hago justicia a una bandeja de takoyaki. Ahora sí. Hale, a dormir. Buenas noches, amigos. Journeys 16 to 18, Total 18
Pues bien, parece ser que hoy sábado, último día completo en Tokyo el tiempo nos da una ligera tregua y aunque cubierto, no llueve por ahora, así que tras tomar nuestro desayuno de todos los días nos ponemos en camino y tomamos la Yamanote hasta Hamamatsucho, ya que queremos llegar hasta la torre de Tokyo.
Al bajar del tren ya se ven las indicaciones y al poco ya sobran pues la mole de la edificación más grande del mundo en honor del Atlético de Madrid (los colores son por eso, ¿no?) es claramente visible. Al poco de empezar nuestro trayecto, primera sorpresa. Resulta que no lo había consultado en la guía, pero nos sale al paso un templo Zojo-ji, que conforme he podido averiguar luego, durante tiempo fue más o menos el templo familiar de los Tokugawa, y eso es mucho. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Nos quedamos un ratito pero nuestros niños no suben tras los tambores, así que seguimos camino y al dejar Zojo-ji a nuestra izquierda para seguir hacia la torre llega uno de los peores momentos para mí de todo el viaje. ¿Recordáis la etapa de Kamakura, cuando os dije que íbamos a ver algo mucho más acongojante que los jizos de allí? Bien, pues en Zojoji hay un cementerio de niños, podéis buscar las fotos en wikipedia, son Jizos pero de los que tienen pinta simpática, redonditos y sonrientes, y muchos no llevan el típico babero azul, sino ropita de bebé... sobran las palabras para explicar cómo te quedas. ![]() ![]() Pues corramos un tupido velo, que el viaje debe ser feliz, y os cuento que también hay unos hermosos jardines anexos junto a un santuario sintoísta. Al llegar a la torre se constata lo que nos veníamos temiendo, hay niebla, así que pasamos de subir y nos limitamos a las fotos de rigor. ![]() De aquí pasamos a tomar el metro y nos vamos derechitos a Roppongi, a ver Roppongi Hills y ver el ambiente del barrio sin relaciones públicas escapados de la NFL que te quieren dar por saco un minuto sí y otro también. El lugar abunda en altos edificios pero tampoco es que tenga mucho que contar, así que derechitos a Roppongi Hills donde vamos a encontrar una de nuestras némesis: La Mamá de Louis Bourgeois (llamando al Dr. Freud!!) a la que hemos visto ya en varias ciudades (bueno, a sus hermanas gemelas). El sitio es un conglomerado de tiendas de pijerío alto y hasta hay un garito del sobrevalorado Joël Robuchon. Lo que más nos llama la atención es la ingente presencia de jovencitos japoneses todos vestidos igual, de oscuro, traje para ellos, chaqueta y falda para ellas, y que entran en grupo en uno de los edificios (Torre Mori). Nuestro sentido arácnido nos indica que debe ser una selección de personal, pero no lo llegamos a confirmar. ![]() ![]() ![]() Tras vagar por sus varias plantas de espacios culturales, tiendas de alto nivel y restaurantes entre los que había uno autodenominado "de cocina española" (juas, juas) nos aburrimos de un ambiente que definitivamente no es el nuestro y salimos a mezclarnos con la chusma. Tras patear un ratito entramos en el Donki famoso donde vimos un bolso de Hermés (entre otras cosas) de más de un millón cuatrocientos mil yenes y varias tiendas de todo a cien y cuando se hace la hora de comer nos encaminamos hacia la mayor desilusión de todo el viaje: edificio Axis, donde vemos que KISSO ESTÁ CERRADO!!! ![]() ![]() ![]() ![]() Del rebote nos metemos en el primer local que encontramos, cerca del Hard Rock Café y nos tomamos unos ramen y unos gyoza, baratos pero no lo mejor que hemos probado, ni mucho menos. Para pasar la tarde nos hemos decidido por Odaiba, así que tras tomar la línea Yurikamome (el JR pass no vale) nos subimos al monorrail y derechitos al lugar, disfrutando de unas bonitas vistas de la ciudad y de la bahía de Tokio. Esto compensa. Vamos a varios pisos de altura y estamos rodeados de rascacielos, parece un videojuego. ![]() Nos bajamos en la parada de la Fuji TV y tras las fotos de rigor (no entramos, ya que el mirador acaba de cerrar) nos vamos a la playa y ¡anda, Nueva York tamaño Pokemon!, otra andanada de fotos. Me gustó el detalle de las anclas varadas en la arena. ![]() ![]() ![]() Hoy nos sobran las fuerzas y no queremos que esto se acabe, así que echamos a andar hacia Venus Fort, junto al chiringuito de Toyota, donde mi mujer pasa un buen rato flipando con las tiendas (no son nada caras) y con la ambientación, y yo me hago una foto en una tienda infantil con un Neko-basu de tamaño cuasi-real. MOLA MOLA MOLA MOLA ![]() Además mi chica me saca una bolsa-petaca del Sargento Keroro de una Ufo-catcher, día redondo... que sólo se fastidia un pelín cuando llegamos a la atracción de Sega, yo pensaba que sería un simple salón recreativo futurista pero es más bien un mini parque temático con varias atracciones de feria a cubierto así que recomiendo llegar con bastante tiempo, nosotros llegamos pelados y pasamos de entrar. Y va siendo hora de cenar, así que tras descartar por CARÍSIMO Little Hong-Kong y otros locales por cutres (entramos a uno con TRES platos en todo el menú, y todos con caldo espeso) encontramos el rincón donde se hallan los socios de Gonpachi y el propio Gonpachi en persona, pero hoy vamos a cenar en Monsoon, de tipo panasiático y con unas vistas descomunales de la bahía y el Rainbow Bridge, y anocheciendo... un broche fantástico, y la comida buena y barata, incluyendo un parfait enorme de postre. Por cierto, que los cocineros están a la vista y todos dan la bienvenida y te despiden a coro, un show. ![]() ![]() Esto se va acabando... con todo el dolor de nuestro corazón tomamos el Yurikamome para llegar a Tokio, viendo los juegos de colores de la noria de Odaiba (el Gundam todavía no estaba montado) al pasar y pensando cómo nos ha enamorado esta ciudad... Buenas noches, compañeros. Journeys 16 to 18, Total 18
Amanece y es domingo, y eso significa que esto se acaba de verdad, ya que mañana nuestro vuelo sale pronto y no vamos a disfrutar en absoluto del día. Con el corazón en un puño y tras sacar las fotos de la habitación que ya colgué antes, nos dirigimos con unas maletas petadas hasta el tope a recepción... menos mal que vinimos ligeros de equipaje y con una maleta vacía de repuesto... El check-out va tan ligero como es de esperar y sin ningún problema nos dan un ticket y nos guardan las maletas, además las enlazan con unas cintas para evitar malentendidos. Eficientes hasta el final.
El primer plan para el día de hoy era ir pronto a Osaka y pasar allí el día, pero en estos últimos días hemos estado ojeando la Lonely y compañía y tras llevar el día bastante vacío de entrada y ver que no encontrábamos nada que nos matara salvo la zona de marcha, decidimos pasar toda la mañana hasta después de comer en Tokio y llegar por la tarde a Osaka para dar una vuelta y cenar. Así que esta mañana hemos decidido volver a visitar Shinjuku (se nos queda por ver Shippopi, pero mejor en otra ocasión) y acercarnos al Hanazono Jinja. Hay algo de enternecedor y canalla en ir a ver un barrio de copas un domingo por la mañana, si hay algo en lo que se parece todo el género humano es en las lamentables pintas de los trasnochadores a ojos del que ha madrugado un poquito, la sensación de fin de fiesta que cuadra muy bien con nuestro estado de ánimo, el maquillaje corrido, la ropa sucia y descolocada, las caras largas, los que todavía sacan fuerzas para un penúltimo chiste y reír antes de que todo acabe... Paseando, paseando, vemos tipos de muy mala facha, niñas desamparadas y pasando frío en sus micro modelitos de Shibuya, calaveras de vía estrecha y junto a los love hotels y a carteles con niñas a lo Candy Candy que anuncian locales de perversión vemos... ¡un cangrejo con piso! Ooohhh, cómo voy a echar esto de menos. ![]() Llegar al Hanazono Jinja después de ver los callejones del Golden Gai y los restos de Kabukicho tras la fiesta tiene un efecto extraño, no se te puede escapar que es un santuario de ciudad, al fin y al cabo el parque del santuario es pequeño y los rascacielos siguen ahí y además ves varias medidas anti borrachos en todos los pabellones, el cazo del agua para purificarse está sujeto con cadenita, hay rejas... pero con todo y con eso es un auténtico remanso de paz. Además hemos venido a ver el mercadillo que se monta los domingos por la mañana, y aunque es algo pronto, ya se ve movimiento. ![]() ![]() Deambulamos por los puestos, no muchos, y vemos que las especialidades son las artesanías y las antigüedades. De todos modos, hemos hecho promesa solemne de no comprar más ya que sospechamos de nuestro equipaje y especialmente de su peligroso peso así que tras dar varias vueltas decidimos salir del lugar. Al salir volvemos a pasar por delante de los locales nocturnos y en algunos llegamos a tener una sensación que no habíamos tenido en todo el viaje, la de estar alerta ya que hay unos cuantos elementos indeseables apostados en las puertas, pero no pasa nada. La nota divertida la pone el cartel que se ve en la puerta de algunos Love Hotels, donde hay una tarifa barata para "reposar" y otra más cara por "pernoctar"... hay que ver lo que entienden por reposar por estos pagos, va a ser por eso que están tan estresados, ¿no? ![]() ![]() ![]() Pues de nuevo con la Yamanote y de camino a Harajuku, que está cerca. El domingo pasado cometimos el error de no recorrer Yoyogi-koen y hoy nos apetece mucho. En el parque el ambiente ya es el más típico de un domingo en familia, y junto a los grupos de atletas urbanos, padres con sus criaturas y turistas a mansalva se encuentran remansos de paz como el rincón donde nos sentamos a ver a un grupo de estudiantes uniformados (¿incluso en domingo? ¡vaya tela!) que juegan al béisbol. Los equipos los forman los encorbatados contra los descamisados y es evidente que no hay una gran rivalidad. Nuestra amiga la lluvia hace acto de presencia, así que ni rastro de los Elvis (bueno, otro motivo para volver) ni de músicos ambulantes, así que mientras estamos sentados haciendo como que vemos el partido sacamos nuestros paraguas rosa y azul y debemos tener una pinta curiosa, sentados con unos paraguas de colores, tan gaijines y tan tranquilos nosotros, porque varias personas nos miran y sonríen amablemente y un grupo de tres personas se acercan con sus cámaras y (¡pásmense!) se presentan como aficionados a la fotografía y nos piden permiso para sacarnos fotos... por supuesto accedemos y en pocos segundos tenemos un book que haría palidecer de envidia a cualquier top model. Con el ego por las nubes plegamos pasados unos minutos y seguimos nuestro paseo hasta que vamos a dar con unos macizos de rosales que nos quitan el aliento. Algunas flores ya están completamente abiertas pero otras se ofrecen de manera realmente sensual a los ojos del paseante. ![]() ![]() ![]() ![]() Tras pasar otro rato agradable, embriagados por el aroma, salimos hacia otro pequeño parque tras subir un puente y vamos a dar, siguiendo unas notas de fondo, con un festival de música por la tierra (como ayer en Zojoji, no creo que sea coincidencia) donde unos muchachos se empeñan en hacernos creer que el hip-hop y el japonés no están hechos para vivir juntos, y el hecho de que la lluvia arrecie justo cuando un b-boy de todo-a-cien empieza a atentar contra cualquier tipo de flow existente no hace más que confirmar mis sospechas. Echamos a andar, ya que estamos aquí, hacia Takeshita Dori para darle un penúltimo vistazo y vemos que ni la lluvia para a las chonis cuando de compras se trata, la calle está plagada de paraguas y al correr cuesta abajo, da la sensación al observador de estar viendo una manifestación de escarabajos multicolores en un episodio de manga, definitivamente adoro esta ciudad. Y llegó el momento de la verdad, de vuelta al hotel y pillamos las maletas de camino a la estación de tren, Tokio Central. Antes, por la mañana, ya hemos devuelto las PASMO ya que hemos decidido no quedárnoslas (llevamos muchas tonterías de recuerdo) y os recomiendo que lo hagáis en una estación de metro, ya que en las de tren a nosotros no nos las cogieron. Basta con que ofrezcáis la tarjeta y digáis "pay-back" (sí, así lo dicen ellos, podéis reír) para que os devuelvan el depósito. Compramos unos bento y en la misma estación los pasamos con unas Kirin grandes que nos reconstituyen cuerpo y mente. Con la tristeza del viaje que se acaba, sale a colación el tan manido tema de "¡qué rápido se ha pasado!" pero viéndolo con detenimiento nos damos cuenta de que no, si repasamos día a día lo que hemos visto y recorrido, el viaje ha sido largo y provechoso y por esta vez, no nos vamos a dejar vencer por el desánimo y vamos a disfrutar hasta el último minuto. El viaje en tren, como de costumbre, perfecto. Todo en orden y además cuando llegamos a Osaka luce el sol y lo tomamos como un buen presagio, siempre vendrá un tiempo mejor y podremos volver a sonreír al preparar las maletas, prestos a una nueva aventura. El único momento de bajón que nos permitimos es en la breve parada en Kyoto, donde el recuerdo de los días pasados es inevitable, pero ya estamos en Osaka y listos para quemar nuestra última noche en Japón. Al llegar a Shin Osaka tomamos el metro (el sistema nos parece algo más liado que los de Tokio y Kioto, ya que las tarifas ofertadas no coinciden con las cantidades reflejadas en el panel superior, y por Shin Osaka solo pasa una línea si no recuerdo mal) y bajamos en Shinsaibashi y ... primera sorpresa: ¿cómo se sale de aquí? La salida hacia la zona que queremos nosotros no está muy claramente señalizada y al final acabamos saliendo por el ascensor de una galería comercial y segunda sorpresa: hemos salido a otra galería comercial, a nivel de calle pero CUBIERTA así que la orientación se hace un poquito más complicada, pero tras echar un vistazo me dejo guiar por mi instinto y bingo, en la primera esquina localizo unas tiendas con el mapa que me he descargado de la web del hotel (el Villa Fontaine Shinsaibashi) y andando. Llegas al hotel en dos minutos desde la parada del metro, una pasada de comodidad, y hacemos el check in inmediatamente. Nos atiende una chica que cuando le entregamos el pasaporte noto que habla raro... muy bajito... y caigo en que me está hablando en español, creo que la sorpresa no me había dejado darme cuenta. Y además lo hace con un ligero acento argentino. Según me dice textualmente "no puedo hablar muy alto porque mi español no es muy bueno", curioso razonamiento, el caso es que la animo a seguir practicando, que lo hace bastante bien, y desembarcamos en la habitación. Está bastante bien para pasar la noche, en una bocacalle de la zona de marcha, aislados del ruido, y en la línea del hotel de Tokio. Tras dejar los trastos salimos a pasear y divertirnos y llegamos a la zona de Namba, con el canal Dottombori como estrella invitada. No me extraña que se diga que Blade Runner se inspiró en su ambientación en este barrio: los carteles de neón, los puestos, los colores, las luces, las chonis que por aquí se concentran en enjambre, las risas, la vida... Todo bulle y emociona al mismo tiempo. Estoy como en casa, y para redondear la faena... ¡una máquina de UFO catcher con el Monstre Buu! (Majin Buu de Dragon Ball) Es el monstruo simpático, el que se queda de amigo después de que le zurren la badana al malote Son Goku y sus amigos. Hay uno que parece accesible y tras dos intentos de casi sacarlo, vemos que el encargado del local, convenientemente mal encarado, se dirige hacia nosotros y nuestra mala uva va en aumento cuando vemos que va a abrir la cabina... ¿será capaz de moverme el bicho cuando estoy a punto de sacarlo? pero no, esto es Japón y lo que hace es indicarnos por gestos y cuatro palabras en inglés por dónde debemos atacarlo para sacarlo mejor, yo lo miro y digo "sink???", él contesta "yes" y efectivamente, lo hundo con la pinza y listo, ¡qué tío más majo!. El muñeco está en posición de ir volando y mueve las patas cuando le aprietas una mano, parece nadar. Lo más curioso es la música que suena: "London Bridge is falling down, falling down..." Pero mola muchísimo. ![]() ![]() ![]() ![]() Seguimos paseando y vemos locales con dragones en la puerta, y el hermano mayor del cangrejo de Shinjuku, ¡y este se mueve! También hay restaurantes especializados en fugu pero pasamos, acabamos entrando a una sucursal del restaurante "Nipón Mosqueado" donde nos tomamos otro shabu shabu de exhibición, y además en éste los camareros te controlan y te ayudan a que te lo comas de acuerdo a la etiqueta japonesa. La nota cómica la pone una parejita de ingleses que entran a cenar cuando estamos terminando, sentados en la barra con nuestras cajas de carne, verduras y la perola con el quemador... un gentleman cuarentón que parece salido de un anuncio de Mamón Dandy con su media sonrisa y su aire de superioridad y una rubia cruce de Chav y pija. Según mi señora, padre e hija, yo me sigo apostando el bigote a que era un tipo de negocios de rollito con la secretaria: el anillo de ella era sospechosamente nuevo y hortera (ahora me imagináis tocándome la punta de la nariz varias veces y completáis el cuadro) Tras una corta conversación salimos del local y nos volvemos paseando al hotel, hay que dormir ya que mañana empieza... EL DIA QUE NUNCA ACABAAAAAA (EPÍLOGO) No he creído necesario hacer una etapa aparte para este último día, ya que todo se limita al viaje de vuelta. Sin incidencias, sólo señalar que nuestras chonis hechas polvo han venido a despedirnos al metro de camino a la estación del tren. Aviso a los papás que viajen con adolescentes hormonalmente alterados de género masculino: llevadlos bien vigilados. Lo del título es lógico: el avión sale a las once y nosotros llevamos levantados desde las cinco (ya es de día), luce el sol y cuando llegamos a Amsterdam son algo más de las tres, sigue siendo de día y soleado, y al llegar a Madrid a las ocho y pico... ya lo adivináis... el caso es que acabamos llegando a casa tras coger el bus y soportar a unos cerriles que llevan el móvil como una radio con música tropical de buena madrugada a las seis de la mañana del martes, es decir, a la una de la tarde hora japonesa.... treintaidós horas sin parar, apenas durmiendo y con el cuerpo desfasado. Un par de anécdotas para terminar: la primera, en el avión cuando nos dan asiento junto a la salida de emergencia del ala (bien, yo tengo las piernas largas y lo he pedido) y al lado nuestro viaja un chico monísimo al que la azafata (muyyyy veterana) le indica que durante el despegue y el aterrizaje debe dejarlo todo guardado y el colega le responde "¿está segura de eso?" y la azafata lo mira como a un perfecto gilipollas (se ve que cala muy bien a la gente a la primera) y le responde sin perder los modales "sí, por eso se lo estoy diciendo" La segunda: en Amsterdam nos pasan por esos famosos escáneres integrales que son como las cabinas de esterilización de las pelis de ciencia ficción y aún así me cachean, anda queeeee.... Ah, y una de propina: acabamos comiendo chips de raíz de taro con sabor a wasabi en la estación de autobuses de Madrid, una nota curiosa. Bueno, y para no hacerlo más largo, gracias por la paciencia y la tenacidad que habéis mostrado con nosotros leyendo este tocho, espero os sea de ayuda y aunque sea por momentos os haya entretenido. Os recomiendo visitar el país, es una pasada y siempre tendréis una buena historia para animaros en los malos momentos. Cualquier consulta, duda o miedo no dudéis en poneros en contacto vía mensaje privado o en el correo electrónico burymagnets(arroba)gmail.com Lo pongo así por el spam, la dirección va sin paréntesis. Un abrazo y nos vemos en el camino. AÑADIDO DE ÚLTIMA HORA: para todos los que se pregunten a qué me refiero cuando hablo de uñas con pedrería al hablar de nuestras amadas chonis niponas, visitad el siguiente enlace del siempre recomendable blog de Nere y Lorco: http://www.nerelorco.com/se-van-a/Tokio/unas-de-colores/ ... tell me why you're here / I came to disappear Journeys 16 to 18, Total 18
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