Camino Soria ✏️ Blogs de España

El pasado mes de junio del 2009 teníamos un puente de solo tres días. Pensando donde podíamos ir sin que saliera muy caro, se nos ocurrió ir a Soria, que queda bastante cerca de Madrid, por lo que nos daría tiempo a visitar bastantes cositas y encontrando un alojamiento a buen precio podría ser un viaje interesante.

Lo primero decidir que zona de Soria visitamos, porque buscando información sobre la provincia vimos que tenía bastantes cosas interesantes que ver pero no teníamos tiempo suficiente para todo, al final los tres días se nos iban a quedar cortos. Teníamos bastantes folletos turísticos de una visita anterior a Medinaceli, que nos vinieron muy bien para hacernos una ruta, estos también se pueden conseguir en la oficina de turismo de Soria o también hay bastante información en la web de turismo de la provincia. www.soriayturismo.com.

Finalmente nos decidimos por la zona occidental de la provincia, ya que tenía varias cosas que no nos queríamos perder y era la que nos cogía mejor para el viaje de ida y vuelta. El resto de la provincia lo dejamos para un futuro viaje. Otra visita indispensable y que no incluimos es Medinacelli, pues ya lo conocíamos, así que, aunque teníamos que pasar por allí, no lo contamos para planificar el viaje.

Como alojamiento nos decidimos por un hotelito rural llamado La Casona del Herrero, situado en el pueblo de Navaleno, ya que aunque este pueblo en si no tiene mucho de especial para visitar si tiene una buena situación para visitar los pueblos de esa zona y los alrededores, el Cañón de Río Lobos, la Laguna Negra, etc.

Se reserva por habitaciones, todas con baño, aunque el desayuno va a parte. El sitio estaba bastante bien, muy cómodo y limpio. Los dueños muy atentos, nos dieron algunas ideas más de las que llevábamos para visitar que nos vinieron muy bien. Cerca también hay algunos bares donde tomar algo a la noche, aunque la verdad que al ser un pueblo tan chiquitito no había mucho ambiente.


Día 1: Soria, Numancia, La Fuentona y Calatañazor.

Desde Madrid a Soria ciudad se tardan unas dos horas y media, así que, con la cancioncilla de Gabinete Caligari metida en la cabeza, nos fuimos bien temprano para aprovechar el día. Aparcamos muy cerca del centro, no había mucho problema de aparcamiento, y nos acercamos a la oficina de turismo lo primero por si nos daban algo más de información aparte de la que ya llevábamos.

Allí nos enteramos que se hacen visitas guiadas por la ciudad a determinadas horas, pero ya estaba empezada la que había a esa hora, así que nos fuimos a visitar la ciudad por nuestra cuenta.

Siguiendo más o menos la ruta que indicaba el mapa turístico de la ciudad, la primera visita fue la iglesia de San Juan de Rabanera, una pequeña iglesia románica del siglo XII, de la que destaca el ábside y el pórtico, que pertenecía en realidad a la iglesia de San Nicolás, que está en ruinas y que veríamos más adelante en nuestro recorrido.

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Seguimos callejeando por la ciudad hasta el parque del castillo, desde donde hay vistas de la ciudad y de la ermita de San Saturio junto al río Duero. Para bajar hasta la ermita se puede hacer siguiendo el camino que sale del parque, pero nosotros nos quedamos solo con las vistas.



Del castillo que le da nombre al parque queda poco más que un par de muros que dan sombra a la piscina que han construido junto a este y que no le hace mucho favor, o al menos a mí no me pareció muy apropiado el sitio de colocarla. La piscina pertenece al Parador Antonio Machado, que está allí situado junto al castillo.



Bajando de la zona del parque hasta la Calle Real, la que fue una de las más importantes de la ciudad, al final de la calle nos encontramos con las ruinas de la iglesia de San Nicolás, de la que proviene la portada de San Juan de Rabanera.

La iglesia es del siglo XIII, pero ya en el siglo XVIII comenzaba a estar en mal estado, por lo que con el paso de los años se demolieron algunas partes que estaban muy derruidas. Finalmente en el año 1.908 se desmontó la portada para salvarla, además de otros elementos y mobiliario que se encuentran en distintas iglesias.



Seguimos callejeando entre casas abandonadas y antiguos palacios hasta llegar a la Plaza Mayor, llena de balcones y soportales, y donde empieza la zona comercial. Aquí encontramos el majestuoso palacio de los Doce Linajes (ayuntamiento), el palacio de la Audiencia, a cuyo reloj Machado dedicó un poema, la torre de Doña Urraca o la fuente de los leones.

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Por el Arco de Cuerno, que es el arco por donde salían los toros cuando la plaza se usaba como plaza de toros, llegamos al Palacio de los Condes de Gómara. Este es uno de los edificios más importantes de la ciudad, que ahora es sede del Palacio de Justicia.



Pasando por el Palacio de los Ríos y Salcedo, que tiene una bonita fachada renacentista, y el Instituto Antonio Machado, donde dio clases el escritor, nos dirigimos a la Iglesia de Santo Domingo, que es la más importante de la ciudad. También es de estilo románico con partes renacentistas y destaca sobretodo su fachada de arcos ciegos, el rosetón sobre la puerta y sobretodo la decoración de los arcos de esta.



Volvimos ya a la zona donde habíamos dejado el coche para ir a los dos últimos monumentos, aunque estos ya estaban cerrados y tendríamos que esperar a las cuatro para que volvieran a abrir, pasando por la Plaza de Herradores, donde vivió Bécquer y que ahora es la zona de cañas de la ciudad.

Comimos algo y esperamos a la tarde para ver los Arcos de San Juan de Duero, situados en la otra orilla del Duero. Estos son los restos del claustro del antiguo Convento Hospitalario de San Juan de Acre, que junto con una sencilla iglesia del siglo XII es lo único que queda del convento. Los arcos son de estilo románico, mudéjar y de sículo árabe y están declarados monumento nacional. Bécquer se inspiró en este paraje para escribir El Monte de las Ánimas.



Por último nos dirigimos a la Concatedral de San Pedro. Dentro estaba la exposición de Las Edades del Hombre, a la que la verdad, no prestamos demasiada atención, ya que estábamos más interesados en ver lo que era la iglesia, de la que destaca sobretodo la capilla mayor, aunque el resto también son muy bonitas. Además del claustro, que aunque no se ha podido conservar entero, lo que queda está bastante bien conservado.



Más o menos visitada la ciudad, aunque seguro que nos quedamos alguna cosilla, nos fuimos a Numancia.

La ciudad de Numancia fue un importante asentamiento celtíbero que resistió a los romanos por unos 20 años. Finalmente los romanos rodearon la ciudad de campamentos y amurallaron la zona hasta que los habitantes, a falta de comida y agua, tuvieron que rendirse. Al más puro estilo Asterix y Obelix, pero esta vez ganaron los romanos.

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En la casa de recepción vimos un video donde se explicaba un poco la historia y como estaba formado el poblado y luego ya paseando entre los restos hay paneles informativos que explican un poco todo lo que vamos viendo.

Allí podemos ver restos de las casas que componían el castro, tanto las de estilo celtíbero como otras ya de estilo romano, alguna reconstruida para que podamos ver como eran. Se pueden ver claramente las distintas partes, por ejemplo en la zona de las mansiones romanas, donde todavía quedan algunas columnas.



También podemos ver con ayuda de un mapa los lugares donde estaban los campamentos romanos y una pequeña reconstrucción de la muralla que protegía la ciudad.

En el pueblo de Garray, cerca de Numancia, existe también un aula arqueológica, pero aquí no llegamos a parar.

Desde aquí nos fuimos ya para la zona de Navaleno, para visitar alguna cosilla por allí y ya irnos al alojamiento.

Fuimos hasta el pueblo de Muriel de la Fuente, donde encontramos, a las afueras del pueblo, el monumento natural de La Fuentona. Se trata de un pequeño lago, que es el nacimiento del río Abión, que surge desde una serie de galerías subterráneas. Estas se han intentado explorar varias veces, pero es una zona peligrosa y difícil de estudiar, por lo que solo se ha llegado a los 100 metros de profundidad. Incluso aquí se ha rodado un capítulo de Al Filo de lo Imposible.



La zona es muy rica en fauna y flora y es un lugar muy atractivo para el espeleobuceo. Nosotros, que no sabemos mucho de ninguna de las dos cosas, nos conformamos con disfrutar de la tranquilidad y lo bonito del lugar.



Cerca de Muriel está Calatañazor, un pequeño pueblo medieval, declarado conjunto histórico, situado sobre un promontorio, que le servía de protección, en el que destacan las ruinas de su castillo.



También cuenta con tres iglesias, una de ellas en ruinas, pero ya se hacía de noche y no pudimos ver más que la que estaba en la calle principal del pueblo.

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El pueblo estaba de lo más tranquilo, solo había por allí unos cuantos turistas como nosotros y tres o cuatro personas del pueblo. Es un buen sitio para alojarse si se busca un sitio tranquilo ya que creo que cuenta con alguna casa rural.

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Ya se hacía tarde y nos fuimos a Navaleno. Pasamos un rato hablando con el dueño de la casa que nos estuvo dando algunos consejos para visitar en los próximos días, así que mapa en mano nos fuimos a uno de los bares del pueblo para reorganizar nuestro viaje, ya que nos habían dado ideas interesantes que no conocíamos.

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El segundo día lo dedicamos a visitar algunos de los muchos recursos naturales con los que cuenta la provincia.

Salimos bien temprano del hotel hacia Vinuesa, parando a echar unas fotos en el embalse de la Cuerda del Pozo, que está poco antes de llegar al pueblo de Molinos de Duero, un pequeño pueblo que destaca por sus casas de tipo nobiliario y una iglesia gótica del siglo XVI.



Desde Vinuesa, otro interesante pueblo de estilo medieval, cogemos la carretera hacia Montenegro, atravesando multitud de pinares hasta encontrar el desvío que indica la subida a la Laguna Negra.

El coche se deja en un parking y hay que andar un poco hasta la laguna, pero es un sendero fácil para todo el mundo. Una vez en la laguna, esta está rodeada de una especie de camino de madera para que todo el mundo pueda rodearla con facilidad.

La Laguna es de origen glaciar y está rodeada de altísimos farallones de piedra, excepto por una parte, donde podemos aun ver la antigua morrena final del glaciar del Pico Urbión, que es la que formó la laguna.



De ella se cuentan muchas leyendas, la más famosa la escribió Antonio Machado en “Los Hijos de Alvargonzález”. También se dice que es un ojo de mar (comunicada con el mar por galerías subterráneas, que está habitada por un monstruo o por una ninfa…

Junto a la laguna vemos el “glaciar de piedra”, una caída de piedras formada por los deshielos, que es por donde se inicia la ruta de subida al pico Urbión. Esta es la zona que se puede hacer más difícil de la ruta, sobretodo a la bajada, por la pendiente que tiene, pero tampoco lo es demasiado. (La subida al pico se puede hacer también desde Duruelo de la Sierra; también nos encontramos casi arriba un coche, pero la verdad, no puedo decir como llegaría allí)

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Subimos el glaciar de piedras, junto al que además cae la cascada que lleva el agua a la laguna y al llegar arriba nos encontramos una vista estupenda de la laguna.



Desde allí el camino es más sencillo, seguimos el riachuelo que va por el antiguo valle glaciar, en el que aun podemos ver los restos de las morrenas, que por supuesto también hay que subir, aquí es donde se nota que no estamos en forma!

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Más adelante empezamos a encontrar restos de nieve, y eso que ya estábamos en junio, y llegamos a la Laguna Larga, otra de las lagunas que hay en la zona de origen glaciar, junto con la Laguna Helada y la Laguna de Urbión.

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Finalmente después de una caminata de unas dos horas o así llegamos al pico, cuyo punto geodésico hace de frontera entre las provincias de Soria y La Rioja.



Para llegar a este punto hay que subir a unos riscos, donde hacía mucho viendo, pero desde aquí teníamos unas vistas estupendas de todo el valle y la zona cercana. Justo debajo del pico pudimos ver la Laguna de Urbión y no muy lejos de allí está también el nacimiento del Duero.

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Allí arriba, a la sombra de una peña, pues hacía muchísima calor, de hecho volvimos bastante coloraditos, tomamos nuestros bocatas y emprendimos el camino de vuelta. Lo más difícil como he dicho fue bajar de nuevo al lago por el glaciar de piedra, pero para los miedosos, yendo despacito y con tranquilidad se hace bien.

En total echamos casi cuatro horas para hacer todo el recorrido, ya que con la calor que estábamos pasando no estábamos para ir con prisas.

Terminada la ruta nos fuimos hasta Durduelo de la Sierra, ya que cerca de este pueblo está Castroviejo, una especie de ciudad encantada, que a mi, personalmente, me gustó bastante más que la de Cuenca.

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Allí tenemos también un mirador desde donde se divisan los bosques que rodean el lugar y los pueblos cercanos. Además cuenta con merenderos para los que quieran pasar allí la hora de la comida.

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Siguiendo el camino que pasa junto al parking llegamos a la Cueva Serena, una pequeña cueva sobre la que cae una cascada, y siguiendo este camino se llega a las Peñas Blancas, pero esta ruta ya no llegamos a hacerla.



Desde aquí nos fuimos a las Lagunas de Neila, situadas cerca del pueblo de Neila y pertenecen ya a la provincia de Burgos. Antes de llegar al desvío que va al pueblo paramos en lugar donde hay un parque aventura, ya que allí cerca hay una zona de tumbas antropomórficas sobre la roca, muy comunes en la zona, ya que hay varios pueblos que cuentan con estas tumbas.

Se trata de varias lagunas de origen glaciar a las que no se puede acceder en coche, hay que hacerlo a pie. No encontramos mucha información sobre las lagunas, ya que no nos llegamos a acercar al pueblo, donde quizás nos hubieran dado algo, así que nos limitamos a pasear por la zona.



Para visitarlas hay que seguir varios senderos, de los que hicimos solo dos, no nos dio tiempo a hacer más ya que empezaba a hacerse tarde.

Visitamos primero la Laguna de Patos y la Brava, que son más pequeñas y las más accesibles.

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Luego tomamos el sendero que pasa por la Laguna Larga y la Laguna Negra. Estas son las más bonitas y en las que se ve mejor la forma del circo glaciar que las formó.

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Para visitar la Laguna de la Cascada había que tomar otro sendero que salía más abajo por la carretera, pero finalmente decidimos no hacerlo, aunque si la vimos un poco desde las lagunas de arriba.



Ya sin tiempo para mucho más ese día volvimos a Navaleno para pasar la última noche y preparar el día siguiente, en el queríamos ver mucho con demasiado poco tiempo.

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El último día, antes de salir de vuelta para Madrid, solo nos dio tiempo a visitar el Cañón del Río Lobos, Berlanga de Duero y el Burgo de Osma, nos quedamos bastantes cosas importantes por ver, como el castillo de Gormaz, pero bueno, así tenemos ya una excusa para volver por aquellos lares.

Camino de Navaleno hasta el Cañón del Río Lobos nos paramos en San Leonardo de Yagüe, un pequeño pueblo que tiene un castillo bastante derruido, pero nosotros nunca podemos decir que no a un castillo, por muy mal que esté, así que paramos a visitarlo.

Se trata de un castillo del siglo XVI, de estilo abaluartado, se supone incluso que fue el primer castillo en España de este estilo y que además sirvió de inspiración para llevar este estilo a las Américas. Sorpende que siendo una fortaleza en los muros haya grandes ventanales, y es que en su momento el interior del castillo se utilizaba como palacio y estaba ricamente decorado, utilizándose para su defensa los cuatro baluartes, que gracias a su forma resultaban ser una buena forma de defensa.

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Para visitar el Cañón del Río Lobos se puede hacer desde varios puntos. La zona más famosa y visitada es la que parte de las cercanías de Ucero y llega hasta la ermita de San Bartolomé.

Justo antes de llegar al cañón nos encontramos con un mirador de este, desde aquí se divisa todo el cañón y el pueblo de Ucero, con su respectivo castillo en ruinas, aunque este no llegamos a visitarlo. Para visitar todos los castillos de Soria haría falta demasiado tiempo, para hacerse una idea dejo una web donde vienen todos los existentes en la provincia.
www.castillosdesoria.com/ ...soria1.htm

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Para visitar el cañón se puede entrar en coche hasta varios aparcamientos, nosotros lo dejamos en el primero e hicimos todo el camino andando hasta la ermita. El camino sigue después de esta, además de poder hacerse distintas rutas por la zona, pero nos quedamos solo con esta primera parte que es a lo que nos daba tiempo.

Es una zona karstica, llena de cuevas y simas, algunas visitables, que son la razón en gran parte de la profundidad del cañón, al hundirse bajo el río.

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Fuimos bordeando el río, disfrutando del paisaje, hasta llegar a la ermita. Esta es de estilo románico y pertenecía a la Orden del Temple y hay varias curiosidades sobre ella, como que se halla a la misma distancia, en metros, de los límites más externos al este y al oeste de la península Ibérica. La unión entre el punto de ubicación de esta ermita con otros templos templarios de la península forma una cruz de malta, el símbolo de la orden (wikipedia).

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Al pasar la ermita nos encontramos la Cueva Grande, en la que hay pinturas rupestres, al igual que en otras cuevas del cañón, y es siguiendo este camino por donde hay que continuar si se quiere terminar la ruta que recorre el cañón.



Deshicimos el camino hasta el coche y nos fuimos dirección Berlanga de Duero.

Se sabe que existía ya como población celtíbera, siendo poblada por romanos y árabes, pero el aspecto actual del pueblo es de una villa medieval.

Como monumentos destacables cuenta con una colegiata del siglo XVI, que no pudimos visitar por dentro, pues ya eran las dos de la tarde y estaba cerrada.
El pueblo contaba también con varias iglesias románicas, que fueron destruidas para construir la colegiata.



Restos de un antiguo palacio, situado bajo el castillo y destruido en la invasión francesa, del que viendo su fachada nos podemos hacer una pequeña idea de lo lujoso que debía ser. Junto al palacio también se pueden ver aun algunas ruinas de otros palacios y los jardines, de los que dicen fueron unos de los mejores de Europa en su época.



Pero el monumento que más destaca es el castillo, llegamos justo cuando el chico encargado estaba cerrando, pero amablemente accedió a hacernos la visita guiada.
En el lugar existía una alcazaba árabe del siglo X, construyéndose después un castillo cristiano en el siglo XII y más tarde aun, en el siglo XVI, se construye la fachada exterior que podemos ver actualmente.



El castillo del siglo XVI se construyó para defensa, pero finalmente no llegó a ser utilizado, de hecho está interminado, aunque no se sabe si fue por motivos económicos o porque así se quiso.

Dentro del castillo podemos observar las troneras y los tambores de artillería, un aljibe y por supuesto la torre del homenaje, aunque en esta no se puede entrar.

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Volvimos a bajar al pueblo y nos acercamos por último a la plaza mayor, porticada y con casas de adobe.

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Allí ya estaba la gente del pueblo tomando el aperitivo y paramos a tomar algo, pero viendo que no había mucho para comer decidimos ir hasta el Burgo de Osma, que al ser más grande el pueblo pensamos que encontraríamos más bares.

Comimos en el primer bar que encontramos y allí estuvimos esperando que pasara un poco la tarde, ya que a esa hora hacía muchísima calor se nos hacía insufrible.

Este pueblo proviene del antiguo asentamiento celtíbero-romano de Uxama, situado a las afueras del pueblo, siendo luego conquistado por los árabes y finalmente pasando a manos cristianas en el año 1.002.

Pasada un poco la calor nos fuimos a visitar el pueblo. Paseando por la calle principal nos encontramos con la catedral renacentista del siglo XIII, algunos palacios y la plaza mayor, donde está el ayuntamiento y el hospital de San Agustín, contruido al estilo de los austrias.

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Saliendo de la muralla encontramos la Universidad de Sta. Catalina y el Convento del Carmen. Estuvimos paseando por esta zona, alrededor de la muralla, donde hay un parque muy agradable junto al río.

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Situados más a las afueras están el puente romano y el castillo, aunque este está bastante derruido. No se conoce la fecha de su construcción, aunque se sabe que existía ya en el siglo VIII, y en los muros que quedan se pueden ver aun muchas piedras reutilizadas del asentamiento de Uxama.

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El asentamiento de Uxama lo encontramos en cerro que hay frente al castillo, llamado el cerro de Castro.

La villa estuvo ocupada hasta el año 912, año en que fue abandonada para ir a vivir sus habitantes a Osma.

La ciudad contaba con calles bien organizadas y un foro con edificios públicos, pero actualmente solo podemos ver allí la excavación de una sola casa, la casa de Los Plintos, aunque en toda la zona vemos los restos de piedra que debían pertenecer a todas las casas que formaban la ciudad. Es una pena que este yacimiento no esté más excavado.

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En el mismo lugar podemos ver una atalaya islámica, que utiliza restos de una casa romana como cimientos. Esta atalaya servía para proteger la frontera de los cristianos y desde allí se pueden observar otras atalayas en montes cercanos.



Terminando la visita a Uxama apareció de repente una buena tormenta y viendo que en esas condiciones no íbamos a poder visitar el castillo de Gormaz ni nada más y cogimos camino de vuelta a Madrid.

Como conclusión decir que Soria nos sorprendió bastante, pues no esperábamos que tuviera tanto para ver. Merece la pena pasar allí varios días si se quiere verlo más o menos todo, nosotros en tres días nos quedamos sin ver un montón de cosas, así que espero poder volver porque merece la pena.

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