De camino hacia la isla de El Hierro tuvimos que hacer escala en Tenerife, ya que no hay comunicación directa entre la península y la más pequeña de las islas canarias. Los vuelos desde Tenerife a El Hierro salen del aeropuerto de Tenerife-Norte-Los Rodeos, así que al ir desde Madrid teníamos que hacer escala allí.
Como la combinación de vuelos no es fácil y tampoco se puede ir con el horario demasiado ajustado, nos encontramos con más de seis horas perdidas en el aeropuerto. Ante una perspectiva tan poco atractiva, decidimos hacer alguna “excursión” por los alrededores.
Tanto por mayor proximidad como por interés del lugar, la primera opción en San Cristóbal de La Laguna, una ciudad cuyo trazado urbanístico está catalogado como Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, allí íbamos a pasar una jornada entera durante el viaje de regreso, así que nos decantamos por la segunda opción: Santa Cruz de Tenerife, la capital de la isla. Habíamos estado una vez, hace muchísimos años, así que no recordábamos nada.
Aterrizamos a las 10:00 en Tenerife, facturamos las maletas en el mostrador de Binter, compañía aérea que realiza los vuelos a El Hierro (no hubo problemas ya que teníamos el check-in hecho por internet) y nos dirigimos a la parada de autobuses que está en el exterior, donde ya se había formado una cola considerable con la gente que acababa de llegar en varios vuelos. Hay una marquesina con una pantalla electrónica donde aparece el tiempo que falta para que llegue cada autobús (2,65 euros por persona y trayecto). Los hay que van a diversos destinos en la isla (La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, el Puerto de la Cruz, Aeropuerto Sur…) y para la capital marcaba nada menos que 36 minutos de espera. Después de levantarnos a las cinco de la mañana y con el trasiego del vuelo, no estábamos para demasiadas esperas, teniendo en cuenta que entre facturar las maletas, el desayuno en el aeropuerto y demás, ya eran las 11:30, así que decidimos coger un taxi que nos llevase hasta la Plaza de España, el lugar más céntrico de la capital tinerfeña. Nos costó 17 euros.
De paso, nos encontramos con un hermoso río de coches que se dirigían a los centros comerciales. El taxista nos contó que es muy habitual que se formen atascos los sábados en el entorno de los centros comerciales; en fin, como en todos sitios, lo que pasa que aquí está casi en el meollo de la ciudad. Como de lo que se trataba era de pasar esas horas entretenidos, sin mayores complicaciones, emprendimos un recorrido tranquilo, sin saber muy bien dónde dirigirnos porque no habíamos consultado información previamente. Lo único que teníamos claro era que teníamos que ir a la Plaza de España.
Vistas desde la Plaza de España.
PLAZA DE ESPAÑA y alrededores.
Enclave imprescindible en Santa Cruz y situado en su mismo centro. Está rodeada de amplias calles y avenidas, en el entorno portuario, con el mar enfrente. La vi muy diferente de cómo la recordaba hace años, pues ha sufrido varias remodelaciones, que no han sido del agrado de todo el mundo. Su construcción inicial data de mediados del siglo XX y se levantó sobre los terrenos que ocupó el castillo de San Cristóbal, del siglo XVI. Por cierto que durante el último remozado han aparecido restos de los antiguos muros de cimentación del castillo, que se pueden visitar en una galería subterránea en la misma plaza. Resulta interesante pasarse porque se contemplan los muros y algunos cañones, y también hay paneles informativos que relatan las tribulaciones del castillo, la historia del lugar y los tejemanejes que llevaron a su demolición. Se tarda poco en verlo, es gratis y añade una pequeña nota cultural a la visita.
La Plaza está declarada como de “interés insular” por el Cabildo de Tenerife. En su parte central hay un Monumento a los Caídos, una torre en forma de cruz y cuatro grupos escultóricos, que incluyen detalles de la conquista y la cristianización de los indios. Se diseñó en 1944 y es una típica construcción de la época franquista en forma y fondo.
El actual diseño de la Plaza es obra de unos arquitectos suizos que ganaron un concurso internacional y presenta como rasgo más destacado un lago situado en su centro que, al parecer, pretende ejercer de espejo para duplicar los edificios de alrededor, creando un entorno… ¿futurista? La plaza se elevó sobre su emplazamiento anterior y se quitaron los escalones que conducían al monumento. En el curso de la obra, aparecieron los cimientos del castillo.
Junto a la Plaza también encontramos el edificio del Cabildo Insular, que fue construido en los años 30 del siglo pasado en estilo neoclásico. Otros edificios destacados son los del Casino y Correos.
Edificio del Cabildo.
Edificio del Casino a la izquierda.
Seguimos por la Avenida Marítima, una zona ajardinada, con grandes árboles, pero que deja el mar al otro lado de la calzada. A la izquierda, vislumbramos lo que seguramente son unos bonitos jardines, pero había que subir una cuesta y no teníamos ganas. Por la Avenida Francisco Laroche, llegamos a la zona portuaria, donde se está construyendo un nuevo muelle para los cruceros. Pretendíamos llegar hasta la famosa playa de las Teresitas (que recordábamos de la visita anterior y de la que tengo fotos antiguas), pero pronto nos dimos cuenta de que estábamos demasiado lejos para ir caminando. El paseo se alargaba y como tampoco veíamos nada interesante, dimos la vuelta y regresamos a la Plaza de España, cruzando la Alameda del Duque de Santa Elena, del siglo XVIII, donde hay una fuente de mármol genovés. Aquí vimos también una Oficina de Turismo.
La Zona del Puerto
Avenida Marítima
Avenida Marítima
Enfilamos ya en dirección contraria al mar, dejamos a la derecha la calle Bethencour, la típica de paseo, cafetería y compras, pasamos por la Plaza de la Candelaria, donde hay un obelisco dedicado a la Virgen, y seguimos la Calle del Castillo, otra de las más comerciales de la ciudad, que tiene un tramo peatonal. Recuerdo esta calle, plagada de bazares cuando estuvimos anteriormente, la lejana época en que se iba a Canarias a comprar artilugios electrónicos, relojes, tabaco y licores a precios inimaginables en la península. Incluso vendían maletas plegables para transportar el seguro exceso de equipaje que esperaba en el aeropuerto, al regresar. Todavía conservo como una reliquia una radio-reloj-despertador, el único objeto de los que trajimos entonces que aún funciona como el primer día. Apenas vimos ya un par de bazares de los que llenaban esta calle entonces, ahora repletas de tiendas de ropa, perfumes, zapaterías, cafés y franquicias variadas. El cambio nos hizo sentirnos bastante mayores.
Calle del Castillo.
Al final de la calle, aparecimos en la Plaza Weyler, con una bonita fuente en su centro ajardinado, pero la gran cantidad de tráfico nos hizo dar marcha atrás, volviendo por la calle de Imeldo Seris, paralela a la del Castillo, ya que queríamos localizar la torre de una iglesia antigua que habíamos visto a lo lejos, cruzando una boca-calle.
Plaza Weyler.
Salimos a la Plaza de Santo Domingo, con una bonita fuente en su centro, y en las pequeñas calles adyacentes, algunas peatonales, vimos varios lugares interesantes para comer, pero como todavía era pronto, decidimos dirigirnos hacia una torre que nos llamó la atención desde lejos, pero que no era la de la iglesia que andábamos buscando y que parecía haberse evaporado.
Seguimos a la derecha, por la Calle Valentín Sanz, que cruza el barranco de Santos ya en el Puente General Serrador, dejando amplias vistas de la ciudad a un lado y otro, y que nos permitió también relocalizar la “perdida” torre de la iglesia antigua, que luego supimos es la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción.
Seguimos a la derecha, por la Calle Valentín Sanz, que cruza el barranco de Santos ya en el Puente General Serrador, dejando amplias vistas de la ciudad a un lado y otro, y que nos permitió también relocalizar la “perdida” torre de la iglesia antigua, que luego supimos es la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción.
Plaza de Santo Domingo.
Vistas desde el Puente sobre el Barranco de los Santos.
MERCADO MUNICIPAL DE ABASTOS DE NUESTRA SEÑORA DE ÁFRICA (LA RECOVA).
Se encuentra frente a la Plaza de Santa Cruz de la Sierra. Lo cierto es que llegamos allí por casualidad, ya que no sabíamos de su existencia. Una vez visto, recomiendo visitarlo porque es muy pintoresco.
De estilo neocolonial, se inauguró en 1944. Lo mandó construir Ricardo Serrador Santés, por aquella época Capital General de Canarias, en un proyecto paralelo con la construcción del puente sobre el Barranco de los Santos (que habíamos cruzado anteriormente) y cuyo propósito era modernizar la imagen de la ciudad.
Puente sobre el Barranco de los Santos.
Además de ser el principal mercado de la capital, se ha convertido en un referente turístico por su llamativo diseño, en especial el arco de entrada y la torre de estilo mudéjar, que ofrecen el aspecto de una fortaleza colonial. Consta de tres grandes patios ajardinados, uno central al estilo clásico español y otros dos laterales, algo más pequeños. En la planta principal están los puestos de flores, fruta, las panaderías y la restauración, y en la planta baja, creo recordar que se encuentran las pescaderías y carnicerías.
Patio Central.
Frutería.
Su nombre se debe a una pequeña talla de la Virgen de África que se conserva a la entrada del recinto. También hay una imagen de la Virgen de la Candelaria. Y en el exterior, también se ha erigido un monumento al chicharrero, gentilicio con que conoce a los naturales de santa cruz y que deriva del pez que más capturaban sus pescadores en siglos pasados.
No nos hubiera importado quedarnos a comer allí, pero estaba lleno de gente (era sábado) y estaba claro que iban a tardar mucho en servirnos, lo que no nos podíamos permitir ya que nuestro avión salía a las 16:40. Así que retrocedimos a la zona de los restaurantes que habíamos antes y elegimos uno cuyo aspecto nos gustó, se trata de la Bodeguita Canaria, que está en la calle Imeldo Seris, 18. No eran todavía las dos, pero el interior ya estaba lleno, con gente tomando aperitivos. Tiene una terraza muy agradable en la calle y había sitio libre, así que nos sentamos. Diez minutos después estaba todo abarrotado. Comimos muy bien a base de tapas (croquetas, calamares, ropa vieja…) y, sobre todo, nos sirvieron diligentemente, cosa que nos hacía falta para no ir apurados al final.
Calles del centro.
Todavía nos dio tiempo a ver unas cuantas cosas más, como La Plaza de la Madera, con el Teatro Guimerá, y las callecitas de los alrededores, algunas de las cuales conservan algunos bonitos edificios de estilo típico canario, si bien el estado de conservación de algunos los hace desmerecer bastante.
Plaza de la Madera y Teatro Guimerá.
IGLESIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN.
De estilo barroco canario, es el principal templo de la capital y se le considera su Catedral, aunque la verdadera Catedral de la Diócesis de Tenerife está en San Cristóbal de la Laguna. Su origen se remonta a 1500, cuando se empezó a edificar una iglesia dedicada a la Santa Cruz sobre la primera ermita construida en la isla por los conquistadores españoles. Esta iglesia fue la primera de la isla, pero no su primera parroquia, que está en La Laguna. En 1638 cambió su nombre por el actual y en 1652 el edificio fue arrasado por un incendio, reconstruyéndose el año siguiente, aunque la torre data de 1786. Fruto de las sucesivas ampliaciones que se hicieron con posterioridad, es la única iglesia de cinco naves que hay en las Islas Canarias. Según he leído, merece la pena entrar a conocer el interior, pero no pudimos porque estaba cerrada cuando pasamos por allí.
Ya íbamos mal de tiempo, pero no queríamos marcharnos sin ver de cerca el edificio del Auditorio, cuya estampa nos había llamado mucho la atención desde el taxi. ¿A qué nos recuerda ese edificio? El taxista nos confirmó que es una obra de Santiago Calatrava.
Seguimos por la Avenida Bravo Murillo hacia el Auditorio, por el camino nos encontramos una curiosa fuente de varios caños y la Ermita de San Telmo.
Panorámica, una fuente de varios caños a la izquierda.
Ermita de San Telmo.
Ermita de San Telmo.
El sol apretaba de lo lindo y tardamos unos quince minutos en llegar hasta nuestro destino, por la Avenida de la Constitución, una zona plagada de edificios modernos que miran al mar; también se aprecian los barrios que parecen colgados en las alturas.
AUDITORIO DE TENERIFE ADÁN MARTIN (obra de Santiago Calatrava).
El Auditorio de Tenerife “Adán Martín” es otra de las inequívocas construcciones del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Se inauguró en 2003 y, como no podía ser menos, se ha convertido en el símbolo moderno de la ciudad y en un importante atractivo turístico. Aparte de sus bondades acústicas, en las que no voy a entrar, presenta algunas novedades arquitectónicas, como su gran arco o sobrecubierta, único de grandes dimensiones que utiliza solo dos puntos de apoyo, mientras que la punta permanece en el aire desafiando la gravedad. Tiene unas dimensiones de 60 metros de ancho, 100 de proyección horizontal y 40 de altura.
El edificio, de estructura enorme como suele ser habitual en este arquitecto, presenta formas diferentes dependiendo de la perspectiva del observador, jugando a la vez con los materiales, la luz y los contrastes que otorgan el fondo de océano y ciudad. Además, se han añadido varias terrazas con vistas al mar, a las que se puede acceder directamente desde la calle.
No es la obra de Calatrava que más me ha gustado, pero como todas ellas, merece la pena acercarse. Además, el jardín aledaño, Parque Marítimo César Manrique, es bonito y se agradecen las vistas, con el sol haciendo sus picardías en el horizonte.
Como contraste frente al "futurismo", justamente al lado se encuentra la Torre Defensiva de San Juan Bautista, conocida como Torre Negra o de San Juan, una torre circular de sillería volcánica frente al mar que data de 1641, aunque fue reformado posteriormente.
No podíamos entretenernos más y, ya un poco apurados por el tiempo, tomamos un taxi para ir al aeropuerto. No tuvimos problemas porque el puerto de pasajeros está al lado del Auditorio y los taxis salen y entran con mucha frecuencia. Desde allí al aeropuerto, el trayecto no llega a un cuarto de hora.
Como resumen señalar que el propósito principal de esta etapa de diario más que visitar Santa Cruz de Tenerife (ciudad que, por cierto, no suele salir muy bien parada en cuanto a su interés turístico en la mayoría de los comentarios del foro), se refiere a cómo aprovechar de la forma más entretenida posible una escala de unas pocas horas en el aeropuerto de Tenerife-Norte-Los Rodeos si ya se conoce San Cristóbal de La Laguna, que sería la primera opción. Y, en cuanto a eso, quedamos contentos: mejor dar un paseo por una ciudad junto al mar, que pasarse el tiempo muerto en un sitio donde no hay que hacer, salvo visitar un supermercado que está enfrente.
QUÉ VER EN UNA VISITA RÁPIDA.
En especial, recomiendo ir directamente a la Plaza de España, visitar la galería subterránea con los restos de las murallas del castillo de San Cristobal, dar una vuelta por las calles adyacentes, llegar hasta el Mercado de Nuestra Señora de África (La Recova), pasar por la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y llegar hasta el Auditorio Adán Martín, obra de Santiago Calatrava.
Se puede comer bastante bien en la zona del centro, por las calles La Palma e Imeldo Seris, por ejemplo. Si se quiere comida rápida, en la Calle del Castillo hay todo tipo de franquicias, pizzerias y hamburgueserías.
Se puede comer bastante bien en la zona del centro, por las calles La Palma e Imeldo Seris, por ejemplo. Si se quiere comida rápida, en la Calle del Castillo hay todo tipo de franquicias, pizzerias y hamburgueserías.