![]() ![]() 11 días correteando por Alemania ✏️ Blogs de Alemania
Diario de nuestros 11 días de andanzas por Alemania visitando Berlín, Dresde, Erfurt, Bremen y Hamburgo.Autor: Jorgevic Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (11 Votos) Índice del Diario: 11 días correteando por Alemania
01: Día 1: Bilbao-Berlín
02: Día 2: Berlín
03: Día 3: Berlín
04: Día 4: Dresde
05: Dia 5: Dresde
06: Día 6: Erfurt
07: Día 7: Bremen
08: Día 8: Hamburgo
09: Día 9: Hamburgo
10: Día 10: Berlin
11: Día 11: Berlín-Bilbao: Vuelta a casa
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Etapas 4 a 6, total 11
Nos levantamos muy pronto, sobre las 7 porque a las 8:36 teníamos que coger el tren con destino a Dresde en la Hauptbanhof de Berlín y ya estábamos advertidos sobre la extrema puntualidad de los trenes alemanes. Tras un par de consultas con amables alemanes, nos indicaron donde estaba el andén (gleis en alemán) que nos correspondía. Nuestro tren iba con destino final a Praga y eso se notó en la afluencia de gente puesto que iba completamente lleno. De hecho, había gente que viajó, al menos hasta Dresde, de pie. Tuvimos un pequeño percance con dos señoras alemanas (parecían madre e hija) porque habían ocupado nuestros asientos situados junto a la ventana. Entre su poco inglés, nuestro nulo alemán y el pequeño diccionario que llevábamos acordamos que nos devolvieran nuestros asientos hasta Dresde y que luego los ocuparan ellas hasta Praga, que era su destino final.
El resto del trayecto fue muy plácido. Los trenes alemanes son muy muy muy cómodos. Llegamos poco antes de las 11 y ya en Dresde de nuevo vuelta a las consultas con gente alemana en la estación para saber qué tipo de ticket teníamos que coger y dónde estaba nuestra parada para ir al hostal. El hombre que nos atendió fue extremadamente amable. Cogimos un billete sencillo (un par de euros cada uno) para ir con el tranvía al Neudstat, donde estaba el Lollis Homestay. Empezaba a amenazar lluvia… a pesar de que habían anunciado buen tiempo… Y llegamos al hostal. El Lollis Homestay que tenía muy buenas opiniones en Hostelworld (www.hostelworld.com/ ...esden/1451 ) He de decir que es la primera vez que estábamos en hostales en el extranjero. Y este en concreto nos decepcionó un poco. Ponía que era un hostal con apenas 4-5 años de vida y sin embargo parecía viejo.Teníamos una habitación amplia pero los colchones dejaban bastante que desear. La ducha era correcta, sin más. El hostal en el que estaríamos luego en Bremen sería mucho mejor. Tuvimos que esperar un poco a que nos dieran la habitación y en cuanto estuvimos instalados nos fuimos al centro. Nos bajamos del Neustadt al Altstadt y de camino nos cogió otra vez una repentina y típica lluvia alemana. Paraguas en mano, buscamos un sitio para comer que ya apretaban las tripas. Y por primera vez en todo el viaje pedimos vino. En Alemania es típico o bien pedir vasos de 0,2 litros que te llenan la copa a reventar (cosa que cualquier buen aficionado al vino detestaría), o bien medio litro o bien la botella entera. Decidimos pedir un vino de uva Riesling (uva blanca típica alemana) de 0,5 litros. Y allí nos podían poner lo que quisieran, porque no son botellas pequeñas, sino más bien una jarra de medio litro en la que vertieron vino sin nosotros verlo. Pero parece ser la tónica habitual. Eso sí, el vino estaba bueno y la comida también. Así que con el buche lleno nos aprestamos a ver el centro de Dresde y ya luciendo el sol otra vez. Vimos la imponente Frauenkirche, el Zwinger, Sempereoper, y cómo no?, el paseo del Elba que baña toda la ciudad. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() En el hostal nos habían comentado que los viernes a partir de las 15 horas el Hygiene museum era gratuito. Miramos donde estaba en el mapa y allí fuimos. Es un museo curioso, versa un poco sobre el ser humano, su constitución física y psicológica. Además es muy interactivo y puedes pasar un rato entretenido. Eso sí, la mayoría de las explicaciones estaban exclusivamente en alemán. Solo algunos de los carteles grandes estaban traducidos al inglés. Todo no se puede pedir. Tras el museo, nos dimos un paseo por una especie de feria comercial que había en la plaza del Altmarkt. Ese día y el siguiente había puestos de comida (salchichas, hamburguesas, patatas, etc...), puestos de dulces típicos, puestos de chucherías y puestos de venta de bolsos y demás textiles.Una especie de mercadillo vamos. Estuvimos un rato dando un paseo y tomando la cervecita de rigor. Después de esa vuelta nos acercamos al centro comercial situado justo junto a esa plaza y ya nos dirigimos hacia la zona del hostal. Un apunte que nos pareció curioso fue que en casi todas las ciudades los centros comerciales tenían muchas tiendas de ropa muy elegante y seria, pero es que también nos dimos cuenta de que los alemanes no gustan de muchos alardes. Lo elegante y lo serio es lo que triunfa allí, en su gran mayoría. Eran poco menos de las 8 y según dejábamos el Altstadt nos sorprendió que esa zona quedaba prácticamente desierta. No había nadie por la calle, estaban cerrando absolutamente TODO!, y eso que era viernes!!!. Cruzamos el Augustusbrücke y casi lo mismo, calles enormes casi vacias de gente en la calle y los establecimientos cerrados. Solo fue al pasar Albertplatz y adentrarnos en el Neustadt cuando empezamos a ver algo de vida, ¡¡¡menos mal!!!. Por la mañana la amable chica que nos atendió a nuestra llegada al hostal (en eso sí que son muy buenos, en atención) nos indicó un par de sitios para cenar algo típico alemán. Y volvimos a acertar. Nos mando a otro hostal en la calle Louisenstrasse. Estaba lleno pero tuvimos suerte de encontrar sitio para comer. Un surtido de quesos y algo de carne (ya no recuerdo qué) fue el menú ese día. Y cómo no!, unas buenas y grandes cervezas. Tras la cena nos quedamos a tomar una copa por las calles de marcha de Dresde, que eran las dos perpendiculares a Louisenstrasse y una de ellas era donde estaba el hostal. Sobre el Neustadt ya había leído que es un poco un barrio alternativo un poco contrasistema. Sin ser nada alarmante sí vimos un poco ese toque "underground" de la zona, aunque tienen cabida gente de todos los tipos. A pesar del bullicio que podía haber por las calles y en el hall del hostal la habitación estaba bastante bien insonorizada, así que eso no nos molestó para dormir. Etapas 4 a 6, total 11
Nos levantamos relativamente tarde (las 8 y media de la mañana!!!) y bajamos a desayunar. Por 3 € el desayuno queríamos probarlo.
Ya insisto antes de seguir que no habíamos estado en ningún hostal en el extranjero. Bajamos al hall, nos dieron un poco de pan y nos invitaron a entrar en la cocina. Allí estaba todo lo necesario (un poco de embutido, leche, café, mantequilla y mermelada). Tú mismo te servías todo y lo que más nos sorprendió, tú mismo tenías que fregar lo que habías usado. De todo se aprende y como experiencia resultó curiosa. Eso sí, al día siguiente no repetimos que para fregar nuestros propios platos ya tenemos el resto del año ![]() Ese día cogimos un bono de transporte que nos valía para la amplíiiiiiiiisima red de tranvías y autobuses de Dresde. Esta ciudad está un poco montada en función del tranvía quien circula como si fuese un vehículo más, aunque evidentemente goza de las mejores calles y direcciones habilitadas para él. El bono de transporte nos costó unos 8 euros y valía hasta la noche y creo recordar que era válido para 2 personas. Y lo amortizamos bien. Bajamos a la oficina de turismo del Altstadt y allí nos recomendaron visitar Pillnitz. Teníamos que coger un tranvía y luego un autobus. Gracias a los transportes vimos cómodamente un poco de la ciudad de Dresde y sus alrededores, puesto que Pillnitz no está precisamente cerca. Llegamos y vimos el palacio de Pillnitz y sus amplios jardines bañados por el Elba. Un paseo muy recomendable si alguien visita Dresde y goza de un poco de tiempo extra. Más tarde volvimos al centro y en el mercadillo del Altmarkt nos decidimos a pedir el típico Currywurst y la típica cerveza. Estupendo para reponer fuerzas. Vuelta al hostal para cambiarnos y otra vez a dar un paseo por la zona monumental del Altstadt y la ribera del Elba. Con buen tiempo (como teníamos aquel día) uno se puede pasar horas por allí. Dresde es tremendamente monumental y señorial, una ciudad totalmente recomendable. Eso sí, el que quiera algo de ambiente a partir de las 8 se tiene que ir inevitablemente al Neustadt. Ya que ese día, era sábado y otra vez a las 8 todo cerrado. Huimos hacia el "barrio nuevo". Y como animales de costumbres que somos, repetimos el restaurante del día anterior, pero ese día estaba lleno. Tras esperar un poco y ver que todo el mundo acababa de empezar a cenar, salimos y buscamos otro sitio. Preguntamos en un par de ellos por el menú en inglés, pero nada, todo en alemán y el diccionario en el hostal. Sin muchas ganas de andar eligiendo "al azar", volvimos al del día anterior y esperamos a una mesa libre. Esta vez no hubo copa extra que había que madrugar para dirigirnos a Erfurt. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 11
Como la parada de tranvía que teníamos junto al hostal no tenía máquina expendedora el día anterior ya habíamos adquirido los billetes.
He de decir que fuimos sumamente cuidadosos con todo el tema de billetes de transporte durante todo el viaje. Cogimos previamente todos los billetes, los validamos para no tener problemas (excepto en Hamburgo, que no es necesario) y sin embargo durante todo el viaje, solo nos pasó un revisor, el último día en Berlín!!!. Bueno, lo dicho, íbamos para la Hauptbahnhof (estación central de trenes) y el enlace de tranvía que teníamos que coger, al ser domingo, solo pasaba cada media hora. No nos daba tiempo e hicimos el trayecto a pata y a cierta velocidad, por si acaso. Y menos mal, porque llegamos justo con el tiempo de comprar un paquete de patatas en una máquina y coger el tren. Todos los trenes que cogimos estaban perfectamente equipados con un vagón restaurante, pero como el trayecto no era excesivamente largo y ese restaurante sí es excesivamente caro, decidimos pasar un poco de hambre, que calorías no nos faltaban de días anteriores. Así sobre las 11 llegamos a la "pequeña" y católica Erfurt. Pongo lo de pequeña entre comillas pues son casi 200.000 habitantes, pero para ser la capital de un Lander (Turingia) es pequeña. Erfurt es una ciudad que se puede recorrer perfectamente a pie. Las distancias en el centro son muy cortas y no nos hizo falta ticket ninguno de transporte. Con el mapa que previamente nos había enviado la oficina de turismo de Erfurt encontramos rápidamente nuestro hotel, el Ibis Erfurt. ¡¡¡¡¡¡¡Qué lujo!!!!!!. A ver, hemos estado en muchos hoteles mejores, pero tras el mini Easy Hotel (repito, excepcional su relación calidad-precio) y el hostal de Dresde, este nos pareció un auténtico 5 estrellas y por 49 euros la noche!!!. Y aunque tampoco la habíamos echado de menos, era el primer alojamiento donde teníamos televisión para conectarnos con el mundo. Y encima tenían el canal TVE internacional!!!!!! Pasamos un rato de la tele y nos fuimos a visitar el centro rápidamente pues el hambre apretaba. Seguimos las indicaciones hacia Domplatz y contemplamos la plaza y en lo alto Mariendom. En la guía nos habían recomendado un restaruante en Michaelistrasse y allí fuimos. Un estofado especialidad de Erfurt y un roast-beef especialidad de Turingia fue el menú de ese día. Con el buche ya lleno nos aprestamos a entrar en el interior de Mariendom pero había una especie de procesión católica y no se podía acceder. Si lo hicimos en la iglesia de san severo, Severikirche que está situada justo al lado. Tras eso, dimos un paseo hacia el resto del casco antiguo de Erfurt: Fuimos hasta Kramerbrücke y volvimos por el Fishmarkt y Marktstrasse dando un tranquilo paseo. En Erfurt fue donde nos dimos cuenta por primera vez que nuestros ritmos y los de esta zona de Alemania eran distintos. Nosotros comimos bastante pronto puesto que no habíamos desayunado y antes de las 13 horas el restaurante estaba completamente lleno. Nuestra idea era cenar sobre las 20 o 21 horas (más o menos la hora en que habíamos cenado el resto de días). Pues bien, resultó misión imposible. Sobre las 19 horas ya vimos que estaban todos o casi todos los establecimientos hosteleros cerrados a cal y canto. También es verdad que era domingo. Visto lo visto y todavía de día nos volvimos al hotel a disfrutar de un poco de habla castellana en la televisión de la habitación, ¡cómo se echaba de menos!. Al final decidimos cenar algo en el propio hotel. Una pizza y un bocadillo que nos supieron a gloria. Y la cerveza, ¡claro!, que no falte. ![]() ![]() ![]() ![]() Etapas 4 a 6, total 11
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