10 DIAS DE OCTUBRE POR CROACIA Y ESLOVENIA ✏️ Blogs de Croacia10 DIAS DE OCTUBRE POR CROACIAY ESLOVENIAAutor: Espitoni Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (18 Votos) Índice del Diario: 10 DIAS DE OCTUBRE POR CROACIA Y ESLOVENIA
01: ZAGREB
02: VINTGAR, BLED, Y BOHINJ
03: PREDJAMA, POSTOJNA Y SKOCJAN
04: PLITVICE Y ZADAR
05: SIBENIK Y SPLIT
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Etapas 4 a 6, total 10
El despertador vuelve a sonar a las 8 de la mañana. Desayunamos rapidito, ya que nos queda un largo trayecto hasta Plitvice. Al despedirnos de la propietaria del hotel le comentamos que tomaríamos la carretera que iba directamente a Karlovac, para luego seguir hasta los lagos. Nos recomendó que nos olvidáramos de esa carretera. Que estaba llena de curvas ya que atravesaba las montañas por lo que era muy lenta. Si volvíamos a Zagreb por la autovía nos daríamos más prisa. El GPS también nos recomendaba esa misma ruta. Nuestra aventura de hacía dos días en busca de Skofja Loka, estaba todavía muy fresca. Dos fracasos de esa envergadura en tan poco tiempo hubieran significado un duro golpe para mi prestigio. Así que decidí no arriesgarme y tomamos la autovía. Pasamos la frontera rápido y sin problemas.
Hasta Karlovac se circula por autovía por lo que devoras los kilómetros. A partir de esa ciudad, te desvías por lo que vendría a ser una carretera nacional, ancha y con buen firme, pero con un solo carril en cada sentido. Eso ralentiza la marcha, y el camino se hace más pesado. *** Imagen borrada de Tinypic *** Unos 35 km antes de llegar a Plitvice vi el indicador de Rastoke (foto). Aunque había leído que era lugar muy bonito, en un principio no tenía previsto parar. Pero sin saber por qué tomé el desvío y nos plantamos allí. Fue una decisión precipitada pero acertada. El lugar es realmente sorprendente. Un pequeño pueblo en el que el agua corre por debajo de las casas para precipitarse en pequeñas cascadas sobre el río. También había varias viviendas abiertas en las que habían reconstruido unos molinos. Dimos un paseo por el pueblo, pero las vistas más bonitas son las que se tienen nada más coger el desvío de la carretera antes de cruzar el río. Sólo estuvimos una media hora ya que es pequeñito; pero merece realmente la pena. *** Imagen borrada de Tinypic *** Volvimos a la carretera y en 20 minutos llegamos a Plitvice (foto). Sin querer, nos saltamos la primera entrada. No pasa nada, entraremos por la segunda. Tienes que dejar el coche en un parking de pago (7 kunas/hora). Allí mismo puedes comprar las entradas (110 kunas), y luego ir caminando hasta la entrada del parque, donde también venden entradas. Hay diferentes recorridos señalizados, que van desde las 2 horas del más corto hasta las 6-8 horas del más largo. Nosotros optamos por el recorrido H con una duración prevista de entre 4 y 6 horas. Es un recorrido muy similar al C, pero este parece más recomendado para la entrada 1, mientras que el H encaja mejor con la entrada 2. En ambos circuitos realizas una parte del recorrido en tren, y también incluyen un paseo en barca por el lago central. Todo va incluido en el precio de la entrada, no hay que volver a pagar. El recorrido más largo es el K. Es similar al que nosotros hicimos, pero los tramos que nosotros realizamos en tren y en barca, se sustituyen por un paseo a pie. Lógicamente caminando vas más despacio, de ahí que tenga una duración mayor. Pero al final ves más o menos lo mismo. Una curiosidad, a nosotros nadie nos pidió la entrada en ningún momento, ni para entrar al parque, ni para salir, ni para montarnos en el tren o en la barca. Si alguien quiere arriesgarse y no comprar la entrada, …….. Yo personalmente no me atrevería, estaría tan nervioso pensando que me iban a pillar que no disfrutaría del parque. Además con la suerte que tengo, seguro que ese día sí que revisaban las entradas y me pillaban. Decididamente, si algún día vuelvo por allí, compraré la entrada, no me arriesgaré. Iniciamos el recorrido subiéndonos al tren un poco antes de las 12 del mediodía. Durante el trayecto no disfrutas de vistas sobre los lagos. Pero lo del tren tiene su sentido, te sube hasta la parte más alta del parque, para que después tú bajes paseando. Esta gente si que sabe organizar las cosas, el tramo más duro lo haces sentadito; y la caminata cuesta abajo, que todos los santos ayudan. Nada más bajar del tren, te encuentras con los lagos superiores. Es la zona más tranquila de Plitvice (foto), ya que *** Imagen borrada de Tinypic *** aquí no llega demasiada gente. El camino va en su mayor parte bordeando los lagos, con alguna cascada al fondo. Y el paso de un lago a otro es precioso. Agua corriendo por todas partes, y precipitándose al siguiente nivel a través de una vegetación exuberante. Aquello parece el paraiso, solo por ver la parte más alta de los lagos superiores vale la pena viajar a Croacia. Pero lo mejor de todo, es que lo que sigue es todavía más espectacular. La parte baja de los lagos superiores es increíble. De repente empiezan a aparecer cascadas por todos los lados. Las pasarelas de madera sobre las que caminas se encuentran rodeadas de agua por todos los lados. Mires hacia donde mires, agua. Agua que va reflejando diferentes tonalidades del color verde. Me encantó esa parte del recorrido. Las cascadas de los lagos inferiores son más espectaculares, pero desde mi punto de vista, ésta es la parte del parque con mayor encanto. Una lástima no tener ojos en el cogote para poder abarcarlo todo al mismo tiempo. Pero la visita tenía que continuar, así que nos dirigimos hacia el embarcadero que hay en el lago central. El barco sale cada 30 minutos, nosotros lo tuvimos que esperar unos 15 minutos. Realizas una breve travesía en la que atraviesas el lago central, que es el más grande. Y de aquí a los lagos inferiores. Ya lo he dicho antes, las cascadas son más espectaculares, sobre todo la gran cascada, con más de 80 metros de alto. La vista de la cascada desde la base impresiona, te deja con la boca abierta. A continuación empiezas a subir para disfrutar de las mejores vistas sobre los lagos inferiores. Las fotos que se suelen publicar de los lagos de Plivitce (foto) están tomadas desde los miradores que vas encontrando en la subida. Una vez arriba ya has acabado la visita. Tan sólo falta esperar el tren que te lleva a la salida. *** Imagen borrada de Tinypic *** Salimos del parque a eso de las cuatro y media. En total tardamos en hacer todo el recorrido unas cuatro horas y cuarenta y cinco minutos. Fuimos caminando muy despacio, para disfrutar de lo que estábamos viendo, con paradas breves en los puntos donde las vistas eran más espectaculares. No había mucha gente, por lo que pudimos caminar a nuestro ritmo sin que nadie nos molestara. Por eso creo que la estimación de que el recorrido dura entre 4 y 6 horas es correcta. Sin duda, Plitvice fue lo que más nos impacto de Croacia. No se si es el lugar más bonito en el que he estado, pero si no lo es, no le falta mucho para merecer ese calificativo. Ir de viaje a Croacia y no visitar Plitvice debería ser considerado delito. Tras abandonar Plitvice nos dirigimos a Zadar, donde dormiríamos esa noche. 130 kilómetros que recorrimos en poco más de hora y media. Al llegar a Zadar, lo primero, a buscar el hotel Marinko (60 euros/noche). El hotel no estaba muy céntrico pero gracias al GPS lo encontramos a la primera. La habitación no estaba mal, pero le fallaba el mantenimiento. Como sólo era una noche no nos preocupamos mucho de las cosas que no funcionaban. Tras dejar la maleta en la habitación, nos dirigimos al centro. Aparcamos dentro de la isla junto a la muralla. Antes de cenar fuimos a dar una vuelta por el casco antiguo. Entramos por la puerta nueva para seguir por la calle Barakovica hasta la plaza del Pueblo, en la que se encuentran el palacio Ghirardini, la logia municipal y la guardia municipal con la torre del reloj. Desde aquí nos dirigimos hacia la plaza de los cinco pozos y la puerta de tierra firme, pasando por delante de la iglesia de San Simón y la puerta romana (la guía dice que eso era la puerta de la ciudad romana, pero allí sólo hay cuatro piedras, es una cuestión de fe). Un corto paseo por el barrio de Varos, para continuar por la riva hasta el recinto romano, donde están los restos del foro, la catedral y la iglesia de San Donato. Finalmente llegamos hasta el monasterio franciscano, para rematar con el órgano marino y el saludo al sol. *** Imagen borrada de Tinypic *** Posiblemente la ciudad con menos cosas que ofrecer de las que visité en Croacia. No me esperaba gran cosa de Zadar (foto), por lo que no puedo decir que me defraudará. Más bien se cumplieron las expectativas. Lo más destacable, la plaza de los cinco pozos con el parque que tiene detrás; y sobre todo la zona foro, que es la imagen que siempre aparece en las fotografías. Ahora entiendo porque cuando tecleas Zadar, siempre aparece la misma imagen. Y en cuanto al órgano marino y el saludo al mar, que queréis que os diga, no nos dijeron nada, no les vimos la gracia por ningún lado. A falta de algo mejor, una buena cena, y a dormir prontito. Etapas 4 a 6, total 10
El desayuno fue el más flojo de todo el viaje, a juego con el hotel, que también fue el más sencillo. Curiosamente resultó el más caro. De hecho mientras buscaba hoteles preparando el viaje, pude comprobar que en Zadar los hoteles eran más caros que en el resto de lugares donde estuve buscando alojamiento.
Para este día teníamos previsto visitar Sibenik y Split. Pero antes decidimos volver al centro de Zadar, a ver si con la luz del día la cosa mejoraba. Aparcamos casi en el mismo sitio que la noche anterior, dentro la isla. Había parquímetros, pero como era domingo no hacía falta pagar (creo que el precio eran 5 kunas/hora). Volvimos a recorrer las mismas calles que el día anterior, y de nuevo tuvimos la misma sensación. Una ciudad sin nada especial. No puedo decir que sea fea, pero tampoco tiene nada destacable. No estuvimos mucho tiempo. No era lo que buscábamos, así que lo mejor que podíamos hacer era seguir para adelante. Sin más dilación salimos hacia Sibenik (foto). Entre las dos ciudades hay unos 90 km que puedes recorrer por la autovía, por lo que no tardas un poco más de una hora. En Sibenik hay un parking de pago en la plaza del Mariscal Tito, junto al acceso al casco antiguo. Nosotros encontramos un sitio para aparcar (gratis) a unos 300 metros antes, así que nos ahorramos unas cuantas kunas. Nada más acceder a la zona peatonal, ya tienes la sensación de que aquello es otra cosa. Esto ya se parece más a esas maravillas de las que hablaba la gente. A medida que íbamos avanzando esta sensación se reforzaba. Y cuando llegamos a la plaza de la catedral desaparecieron todos nuestros recelos. Simplemente preciosa. Aprovechando que el cansancio todavía no había hecho mella en nosotros, emprendimos la subida la castillo. No subimos directamente, sino que fuimos callejeando un poco. Aquel sitio si que era bonito de verdad, y había que disfrutarlo. Una vez que llegamos al castillo, como la entrada era más bien barata, 20 kunas y disponíamos de tiempo, decidimos entrar. Más que un castillo son unas ruinas. Apenas se conservan las cuatro paredes. La visita del castillo no tiene ningún interés, tan sólo las vistas que se tienen sobre los tejados de ciudad y sobre la costa. Como no es cuestión de quedarse admirando el paisaje todo el día, enseguida estás de nuevo en la calle. Menos mal, toca bajar. Seguimos descubriendo bonitos rincones con mucho encanto, hasta llegar de nuevo a la plaza de la catedral. Ahora que la veo de nuevo, lo puedo confirmar, es realmente bonita. Recorrimos nuevamente las calles Tomislava y Zagrebacka, que atraviesan el casco antiguo desde la plaza de la catedral a la plaza del Mariscal Tito. Nos desviamos en varias ocasiones por las calles de los alrededores, pero siempre acabas volviendo a una de las dos calles principales. Comimos en Sibenik (foto), y sin perder demasiado tiempo hacia nuestra siguiente parada, Split. Otros 90 km por autovía que cubrimos en menos de una hora y cuarto. Aparcamos en el mismo centro, justo delante de la fachada marítima del Palacio de Diocleciano en un parking de pago. Lo que nos ahorramos en Zadar y en Sibenik nos lo gastamos en Split. El parking era realmente caro, 10 kunas/hora. Empezamos el recorrido por la riva, frente al Palacio. Para mi gusto el mejor paseo marítimo de los que vimos en Croacia. El mar a un lado, al otro la fachada del palacio, y en medio el paseo lleno de palmeras. Decidimos entrar en la ciudad a través de los sótanos del palacio. Siguiendo los consejos del foro y de la guía no pagamos la entrada para visitarlos, por lo que sólo pudimos ver la parte en la que están los tenderetes. La salida de los sótanos se encuentra en otro de los lugares más carismáticos de la ciudad, el Peristilo. Junto con la fachada marítima, los dos lugares con mayor encanto de Split. Las columnas romanas, las fachadas de los edificios detrás, la catedral con la esfinge; un conjunto encantador. Encima de los sótanos se encuentran los restos de los aposentos imperiales, a los que se accede desde el peristilo. Esa zona es un pequeño caos, una mezcla de viviendas y restos romanos sin ningún orden. Precisamente en eso radica el principal de encanto de Split (foto), en esa mezcla un poco caótica *** Imagen borrada de Tinypic *** de ruinas romanas, iglesias y palacios renacentistas. En no saber que te espera detrás de la esquina. Continuamos el paseo por el interior del palacio. Pasamos por delante del Templo de Júpiter y del Palacio Papalic. Básicamente lo que hicimos fue dirigirnos hacia una de las puertas de acceso al palacio y salir por ella para ver las murallas desde el exterior. A continuación volvíamos a entrar por esa misma puerta y nos encaminábamos hacia otra puerta disfrutando de los callejones del palacio. Abandonamos el palacio por la Puerta de Hierro para desembocar en la plaza Narodni, donde lo más llamativo son el antiguo ayuntamiento y la torre del reloj. Seguimos caminando sin rumbo por esta parte de la ciudad. Gracias a nuestra falta absoluta de orientación, pasamos varias veces por los mismos sitios, pero realmente disfrutamos con el paseo. Para acabar, salimos a la riva, que recorrimos hasta el final para llegar a la plaza de la república. Al lado está la calle Marmonteva, (la de las tiendas). Inevitablemente pasamos a una nueva fase, el shopping. No todo tienen que ser piedras en esta vida. Además mi mujer agradece esos pequeños momentos de relax. Ya llevábamos unas cuantas horas caminando, y mis pies empezaban a notarlo. Ya eran casi las seis. Eso me dio la excusa perfecta para sentarme y descansar, pero sin que apareciese la palabra cansancio. “Vamos a ver la puesta de sol sentados en la riva, seguro que te gusta”. Nos quedamos un buen rato disfrutando de ese momento, por lo que creo que no era el único que tenía ganas de sentarse. La segunda parte de la visita a Split consistía en repetir lo que habíamos hecho antes, pero de noche. Me apetecía mucho verla a la luz de las farolas. Así que volvimos a pasar de nuevo por los mismos lugares (que originales que somos). Bueno, quizás abreviamos un poco el recorrido. *** Imagen borrada de Tinypic *** Tengo que reconocer que Split (foto) me sorprendió. No la definiría como una ciudad bonita. Creo que el adjetivo que mejor la define es “peculiar”. Es una ciudad diferente, con los restos del palacio romano y los palacios renacentistas repartidos sin ningún orden coherente. Un lugar muy interesante que no se puede pasar por alto en una visita a Croacia. Se había hecho un poco tarde, y todavía nos quedaban 66 km hasta Tupeci donde dormíamos esa noche. Fuimos por la carretera de la costa, por lo que tardamos casi una hora y media. Era de noche, así que de disfrutar de los paisajes nada de nada. En Tupeci no hay nada abierto fuera de temporada. Como está a tan sólo 4 km de Makarska, nos fuimos a cenar allí. Tampoco fue tarea fácil encontrar un lugar donde cenar en Makarska. Tan sólo había unos pocos sitios abiertos. Es lo que tiene viajar en invierno a una zona de playa. Después de cenar aprovechamos para dar un pequeño paseo por Makarska. No había nadie en la calle, parecía un pueblo fantasma. Sin llegar al nivel de los que habíamos visto ese día, tampoco estaba mal, sobre todo la plaza, con un jardín en medio y la iglesia en la parte más alta. Desde la distancia no tengo claro, si el pueblo es bonito de verdad, o si fue la iluminación artificial, que suele dar un mayor encanto a los pueblos. O quizás fue la cena, que nos sentó bien y nos hizo ver el pueblo con buenos ojos. El hotel en el que dormíamos era el Bluesun Hotel Alga. Típico hotel de playa, con habitaciones espaciosas y bien equipado, al módico precio de 38 euros. Etapas 4 a 6, total 10
El sexto día de viaje lo teníamos reservado en exclusiva para la isla de Hvar. De hecho la noche anterior habíamos dormimos en Tupeci en lugar de quedarnos en Split, para estar más cerca de Drvenik, puerto del que partía el ferry que nos llevaría a la isla.
Queríamos coger el ferry que salía a las 10:30, por lo que nos levantamos a las 8. Una horita para desayunar y ponernos en marcha, y media hora para recorrer los 25 km que nos separaban de Drvenik. Hora prevista de llegada al puerto 09:30, una hora antes de la salida del ferry. El tiempo no acompañaba, lloviznaba, y lo que es peor cuando se tiene que coger un barco, soplaba el viento. No sabíamos si el ferry haría el recorrido, y mi mujer era más partidaria de cambiar el plan. A pesar de ello, quise ir al puerto. Quien sabe, a lo mejor allí hace mejor tiempo (vaya tontería, sólo estábamos a 25 km). Haciendo caso a los numerosos avisos de otros foreros que así lo recomendaban, llegamos al puerto una hora antes de la salida. Allí no había nadie, estaba cerrada hasta la taquilla. Decidimos esperar un rato. A los 15 minutos cambiamos de opinión e hicimos un amago de irnos, subimos hasta la carretera. Pero tampoco sabíamos a donde ir, así que dimos media vuelta y de nuevo bajamos al puerto. A todo esto faltaba menos de media hora para que saliese el ferry. Ya habían abierto la taquilla y el ferry ya se estaba acercando al puerto. ¿Qué hacemos?, No sé. Lo que tú quieras. A mí me da igual. A mí también. Yo me moría de ganas de pasar a la isla, y no me resistía a cambiar el plan inicial. Me acerque a la taquillera y le pregunté si el barco saldría y si el tiempo que hacía podía resultar un problema. Me dijo que no pasaba nada, que aquel tiempo era normal. Vale, dame los billetes para dos personas y un coche. 116 kunas (13 por cada persona y 90 por el coche). El trayecto duró los 35 minutos previstos, y el ferry, a pesar del viento que hacía casi ni se movió. El barco iba casi vacío, como en todos los que montamos. En invierno hay mucha menos gente que viaja en ferry, por lo que no es necesario llegar con mucha antelación al puerto, basta llegar con el tiempo necesario para comprar los billetes y subir al barco. Cuidado con apurar demasiado, ya que son muy puntuales, y si vais muy justos de tiempo y tenéis cualquier contratiempo perderéis el barco. El ferry llega a Sucuraj, que se encuentra a 75 km de la ciudad de Hvar. Seguía lloviendo, y de momento no parecía que fuese a parar. En los primeros kilómetros la lluvia no era demasiado intensa, por lo que podíamos disfrutar de las vistas; eso sí, sin salir del coche. Una ligera bruma le daba cierto encanto al paisaje. Pero a los pocos kilómetros empezó a diluviar. El limpiaparabrisas a velocidad máxima, no daba a basto para quitar el agua. Entre lo que estaba cayendo, y la carretera que es estrecha y con curvas, sólo podíamos circular a 30 km/hora. La visibilidad era nula. Ya no me preocupaban las vistas, lo único que pretendía era llegar entero al hotel. En los últimos 20 km, llegando a Hvar, la carretera mejoraba; lo que nos dio un respiro. Habíamos reservado una habitación en el Hotel Fortuna en Milna, a 5 km de la ciudad de Hvar. Llegamos al hotel y seguía lloviendo a mares. No vimos nada parecido a una recepción, así que entramos en el restaurante. Una vez dentro vimos que hacia las veces, de recepción, comedor, sala de estar, y cualquier otra utilidad que se os pueda ocurrir. Vaya cuadro, nosotros dos de pie, calados, con la maleta en la mano, y enfrente nuestra una mujer y dos niños que nos miran con una cara que parecía decir y estos dos de donde salen, que narices querrán. Aquella gente no nos esperaba. Le enseñé a la mujer el correo el que me daban el OK a la reserva, y le cambió la cara. Llamó a su marido que no se acordaba de nada. No entiendo ni una palabra de croata, pero esa conversación creo que podría traducirla sin problemas, “Aquí hay dos que dicen que han reservado una habitación. No puede ser, yo no tengo ninguna reserva para hoy. Pues me han dado un mail donde pone sí, y se lo enviaste tú. –Silencio-“. La mujer nos pidió disculpas, y nos dijo que nos preparaba una habitación enseguida. Como tenía para un rato, dejamos las maletas allí y nos fuimos a la ciudad de Hvar (foto). La lluvía habia aflojado un poco. Seguía lloviendo con fuerza, pero ya no parecía el diluvio universal Uuuufffff. Por un momento me veía en la calle sin sitio para dormir, y con la que estaba cayendo. De esta mi mujer me mata. Ya sé que no es culpa mía, pero como soy el único que tiene a mano. Al final fue sólo un pequeño malentendido que se solucionó satisfactoriamente. Tengo que reconocer que esta gente fue muy amable. Y hablando de la gente. Prácticamente todo el mundo habla inglés, mejor o peor, pero es muy fácil comunicarse con ellos, incluso con un inglés rudimentario como el nuestro. Me esperaba una gente más huraña. Pero fue todo lo contrario. Son muy agradables y si preguntas a cualquiera siempre te contestan. Y no sólo la gente de los hoteles o de los restaurantes, también la gente que te puedas encontrar por la calle. Son gente que hacen su vida y no están pendientes del turista. Tú a lo tuyo y ellos a lo suyo, vamos que no te agobian. Pero si necesitas una ayudita no les sabe mal echarte una mano. En un par de veces incluso no acompañaron al lugar por el que preguntábamos. Es verdad que estaban casi al lado, pero es todo un detalle. Una gente muy maja estos croatas. No me voy más por las ramas, vuelvo a donde lo había dejado, camino de la ciudad de Hvar (foto). El principal problema de esta ciudad es el parking. Sólo podréis dejar el coche en los parkings de pago. Y no son baratos, 10 kunas/hora. Como seguía lloviendo nos sentamos a comer en la primera pizzería que vimos. La diosa fortuna nos acompaña. Mientras comiamos vimos como la lluvia cada vez era más suave hasta que dejó de llover. Quien lo hubiera dicho, viendo la que caía esa mañana. El cielo seguía gris, por lo que podía volver a empezar a caer de nuevo en cualquier momento. Pero por lo menos podríamos dar una vuelta por la ciudad. Todo el mundo habla de que la isla es muy bonita, pero apenas se refieren a la ciudad. Por eso me sorprendió muy gratamente. Una preciosa ciudad junto al mar, con un puerto muy cuco. Todas las casas de piedra blanca, con grandes palacios repartidos por sus calles. Un conjunto muy homogéneo donde nada rompe la armonía. Y en medio la plaza de la catedral, como no con la catedral, el palacio de los obispos, el palacio Hectorovic y el Arsenal, justo donde la plaza desemboca en el mar. La ciudad se abre a ambos lados de la plaza. También dimos una vuelta hasta el final del muelle. Desde allí la perspectiva de la ciudad es preciosa. Se aprecia perfectamente la plaza de la catedral en la parte baja, y como la ciudad asciende por las laderas por ambos lados, con todas las casas de piedra blanca con tejas rojas. Una imagen encantadora. No me esperaba encontrar una ciudad así. Un verdadero descubrimiento. Me sorprendió tanto, que dimos varias vueltas, ya que me resistía a irme. Exceptuando a Dubrovnik que juega en otra liga; para mí Hvar fue la ciudad más bonita de las que visitamos. Ya habían pasado varias horas, por lo que volvimos al hotel. No vaya a ser que aquella gente piense que nos hemos ido y decida quedarse con nuestra maleta. El hotel Fortuna, otra grata sorpresa. Habitaciones grandes y muy bonitas con una pequeña cocina y muy bien equipadas. El hotel está a 10 metros de una calita de piedras. No es que me apeteciese bañarme; no estoy loco; sólo es por dar un poco de envidia. El precio 50 euros cada noche. *** Imagen borrada de Tinypic *** Seguía sin llover, no me lo podía creer. Vámonos rápido a Stari Grad (foto) antes de que empiece a llover de nuevo. Raro, pero en este pueblo se puede aparcar sin tener que pagar. No es la ciudad de Hvar, pero también tiene encanto. Es un pequeño pueblo con casas de piedra y un bonito puerto. Dimos un rápido paseo, no porque tuviésemos prisa, sino porque es pequeñito. Y para acabar un café en una terraza junto al puerto. Hacía frío, pero el sitio lo merecía. Todavía quedaba más de una hora de luz, y había que aprovecharla. Nos dirigimos hacia Pitve (foto) para recorrer la costa de los viñedos. Es un pueblecito encantador. Apenas unas cuantas casas de piedra sobre una ladera. Pero la vista del pueblo en la ladera de la montaña mientras te acercas por la carretera es de postal. Un par de kilómetros más adelante un semáforo en rojo nos obliga a detenernos varios minutos. Estamos parados frente a un túnel en el que sólo hay un carril, sólo cabe un coche, de ahí el semáforo. Una vez dentro asusta. Está excavado en la roca; sin columnas ni pilares que aguanten el techo. Muy estrecho, sólo cabe un coche; y muy bajo, no creo que tenga más de tres metros de altura. Ah, y no creais que es corto, creo que tenía cerca de dos kilómetros. Parece la típica película de desastres, y que tú eres el protagonista. La carretera va descendiendo junto a la costa hasta llegar a Ivan Dolac, y después continua hasta Sveti Nedelja. ¿A que no sabéis por qué la llaman la carretera de los viñedos?. Si, habéis acertado. Los viñedos descienden por la falda de la montaña hasta la misma orilla del mar. Durante todo el camino se disfruta de unas vistas preciosas sobre la costa. A esto sumadle una puesta de sol. No se puede pedir más. La carretera de los viñedos (foto) no tiene salida. Hay que dar media vuelta y volver por el mismo camino. De nuevo tuvimos que pasar por el túnel, que por suerte tampoco se vino abajo esta vez. Nos quedamos sin película. Al final, un día que dábamos por perdido viendo la que caía por la mañana, se había arreglado, y pudimos disfrutar de una isla maravillosa. Sin duda, Hvar es uno de los lugares que hay que visitar obligatoriamente en Croacia. Por la noche tengo la costumbre de calcular con el GPS las distancias que recorreremos al día siguiente. Esa noche el aparatito dijo hasta aquí hemos llegado, y se bloqueó. No hubo manera de volverlo a poner en marcha. Necesitaba un ordenador con conexión a internet para desbloquearlo. Y a esas horas no había nada abierto. Aquello podía llegar a convertirse en un problema importante. No teníamos mapa, ni GPS, y nuestro sentido de la orientación no es para tirar cohetes. Mañana veremos como nos arreglamos. Etapas 4 a 6, total 10
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