Kenia una experiencia inolvidable ✏️ Blogs de KeniaRecuerdos, sensaciones, anécdotas de un viaje maravillosoAutor: Charucag Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (30 Votos) Índice del Diario: Kenia una experiencia inolvidable
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Etapas 7 a 9, total 13
Como ya conté al inicio de este diario todo nuestro viaje giraba alrededor de la estancia en Impiripiri y también conté los problemas que tuvimos antes, incluso, de empezar el mismo. Así que, durante el vuelo hasta Masai Mara, me preguntaba qué me encontrará a la llegada pues sospechaba que me iba a llevar una decepción, no por el lugar, sino por la compañía .
Cuando llegamos al aeródromo nos estaba esperando un jeep del Camp con el conductor y un guía masai e hicimos un primer safari mientras nos acercábamos al camp. La llegada al mismo superó, con mucho, mis peores temores: nos recibió una niñata americana, monísima ella, arreglada con un vestidito minifaldero y zapatitos de tacón, mascando chicle y hablando en yanqui . Nos explicó que era la nueva gerente, nos acompañó a nuestro alojamiento y quedamos en que 1 hora después nos acercaríamos a la recepción para conocer las instalaciones y cenar. La cena sería a las 18 horas. Nos opusimos a semejante horario con todas nuestras fuerzas y conseguimos retrasarlo hasta las 20 horas. La verdad es que el alojamiento estaba muy bien, una tienda de campaña grande sobre una plataforma de madera y con su porche para poder cenar, leer o, simplemente, contemplar el paisaje. Dentro tenía una cama enorme con su mosquitero, armario, arcón, otra mesa con su silla, alfombras y cuarto de baño completo. Nos gustó mucho el campamento, en general; estaba situado en una zona llana con acacias diseminadas y, aprovechando las mismas, habían colocado las tiendas bajo su sombra, consiguiendo así un doble efecto, por un lado daban sombra a las tiendas y las hacían más acogedoras y, por otro, escondían las tiendas a la mirada de los otros huéspedes por lo que la sensación era que estabas solo en medio de la sabana. Los únicos seres vivos que se veían eran los guerreros masais pues, al estar en zona abierta, podían pasar por el campamento elefantes, búfalos y cualquier otro animal, así que había vigilancia constante. Pasada la hora acordada nos dirigimos a la zona común y allí nos enseñaron las instalaciones: cocinas, comedor, salón, las tiendas grandes para grupos o familias y una obra que estaban realizando para un nuevo salón comunitario. La verdad es que las instalaciones nos gustaron mucho pues tenían, incluso, un sistema de depuración de aguas por lo que se podía consumir el agua del mismo campamento . A las 20h. pasamos al comedor como habíamos acordado y allí tuvo lugar la escena más surrealista que he vivido en este viaje: la americana vestida como para una cena en el Ritz hablando yanqui, mi marido respondiendo en inglés, yo sin enterarme de nada (ambos vestidos de muzumbus) y el intérprete (con traje y corbata el pobrecito) intentando traducir la conversación, sin ser capaz de ello porque su español era bastante limitado . En medio de ello una comida impresentable, y se de lo que hablo porque he estado en los scouts y he hecho campamentos y he comido lo que hacíamos nosotros mismos en la cocina de campaña y puedo aseguraros que era infinitamente mejor. No he comido tan mal en mi vida. Después nos contaron los masais que habían despedido a todo el personal de confianza de Jose, al jefe de cocina y a los cocineros, al jefe de camareros, al mecánico, a los guías y conductores y también al jefe de los guerreros. Así se explica lo de la cocina y lo que pasó después con los vehículos. También habían anulado todos los proyectos de cooperación con los masais así que no pudimos visitar la escuela ni los otros proyectos que tenía en marcha Jose Serrano. He dejado para el final la avería que tuvimos con los vehículos porque, aunque fue debido a la mala organización de este camp, el hecho es que después te queda el recuerdo de haber vivido una aventura. Al volver de nuestro primer safari por Masai Mara pinchamos una rueda ya cerca del campamento: se cambió y santas pascuas, problema resuelto, o eso creímos nosotros porque resultó que en el camp no había ruedas de repuesto, así que , al día siguiente, cambiamos de vehículo. Ya os contaré en la próxima etapa lo que sucedió durante el siguiente día en Masai Mara, pues fue en el que vimos el CRUCE, mi mayor ilusión , y merece una etapa por sí misma. Ahora relataré el final del día. Después de haber visto el cruce, con la satisfacción de haber visto cumplido mi mayor deseo, nos volvimos para el camp y a pocos metros del lugar del cruce el 4x4 se paró y no hubo forma de echarlo a andar. El guía se baja, abre el capó para ver qué avería tiene y resultó algo tan sencillo como absurdo: se había acabado la gasolina. En pocas palabras no habían revisado el coche antes de la salida ni habían rellenado el depósito. Intentaron llamar a la base con la radio pero no había nadie al otro lado de la estación. Lo intentaron tambien con el móvil pero allí no había cobertura, mientras tanto un elefante que pasaba por allí empezó a mirarnos mal, a extender las orejas y a caminar en nuestra dirección. ¡no os imagináis como corrieron el guía y el ojeador a meterse en el jeep!. Yo estaba un poco preocupada porque si le llega a dar por venir y empujar al coche lo tumba con nosotros dentro, pero, una vez que ya no hubo gente fuera del vehículo se tranquilizó y se marcho como si nada. Al final Sombe, nuestro ojeador masai, tuvo que echarle valor y echar a andar monte arriba buscando un sitio con cobertura para el móvil. Por fin consiguieron contactar con el campamento y nos dedicamos a esperar que llegasen con el vehículo de apoyo. En total, desde que se paró el coche hasta que llegaron pasaron 2 horas. Por fin llegó nuestra salvación y con grandes medios técnicos (lo de grande es por el tamaño del embudo que usaron) llenaron de nuevo el depósito y, sin esperar a ver el resultado, se largaron. Cuando las cosas se hacen mal pues no pueden salir bien y así fue que echamos a andar y a unos cuantos centenares de metros mas allá el coche hizo ¡cof, cof! Y se volvió a parar . Esta vez se detuvo en un pequeño valle con unas vistas muy hermosas y una luz preciosa porque ya estaba próxima la caída del sol. Junto a nosotros se pararon varios vehículos de otros campamentos y lodges que se ofrecieron amablemente a llevarnos hasta nuestro campamento, pero nuestros guías declinaron el ofrecimiento. Y aquí tenéis a mi señor marido empujando el coche para ver si así lo arrancaban. Cosa que no consiguieron, naturalmente, porque el problema era que se había llenado de aire el depósito y el vehículo se ahogaba. Otra vez lo mismo: nadie en la radio porque no habían dejado gente de retén en el campamento y tampoco tenían más vehículos, así que otra hora esperando a que llegaran de nuevo al campamento y regresaran. Mientras los hombres ejercían como tales y dedicaban su tiempo a abrir el capó una y otra vez sin conseguir nada, yo me dediqué a hacer fotos de la preciosa puesta de sol que se estaba produciendo a nuestro alrededor. Por fin llegaron con el vehículo de apoyo y dejaron allí el coche averiado y nos llevaron primero a nosotros hasta el camp y luego regresaron a arreglar el coche. Ya en el campamento nos enteramos de que el tercer vehículo no habían podido disponer de él porque se lo había llevado la americana a Nairobi a visitar a su marido . Etapas 7 a 9, total 13
Cuando hago memoria de mi estancia en Masai Mara me viene a la mente un color: el dorado. Recuerdo perfectamente los amplios horizontes cubiertos de hierba alta y dorada, mecida por el viento, salpicada de acacias verde oscuro y, entre medias, toda suerte de animales en tan gran cantidad que aparecían como manchas en el horizonte. Un cielo limpio, azul, surcado de nubes. Me vais a abroncar, pero me recordó a mi Castilla, sólo que sin animales .
Nuestro primer safari por Masai Mara fue el descubrimiento del parque, de sus colores, olores, animales, plantas. También el de nuestro guía y ojeador, dos personas muy amables que nos hicieron los viajes muy agradables y en especial Sambe, un masai que tenía lo que ellos llamaban “oído masai”. Bueno, a lo mejor no era exactamente así, hay que tener en cuenta que el español de nuestro guía era muy precario así que, al final, hablaban en inglés y mi marido me hacía un resumen . La mejor forma de explicar en que consiste es contando lo que pasó en nuestro primer safari. Íbamos en el 4x4 por un camino de tierra con el consiguiente ruido y, en medio del mismo, llega Sombe y ordena parar el coche porque ha oído un león. ¡oir algo con el ruido del motor en marcha!. Puedo aseguraros que nosotros no oíamos nada de nada, a motor parado. Después comenta que hay dos leones rugiéndose uno a otro como a 2 km. de distancia y en direcciones opuestas y que el más cercano está hacia la izquierda. Y hacia allá que nos dirigimos, parando de vez en cuando y cambiando de dirección según las indicaciones de Sombe. Por fin paramos definitivamente y yo pregunto ¿qué pasa? Y todos me mandan callar con grandes aspavientos y me indican hacia el otro lado del coche, y allí, al alcance de mi mano esta el león más impresionante que he visto durante todo el viaje . Escondido entre el follaje, un verdadero rey de la selva, majestuoso, mirando en nuestra dirección y posando como un verdadero modelo. Durante los 3 días que estuvimos en Masai Mara fueron muchos los animales que divisamos, ñus, cebras, gacelas, topis, elands, elefantes, … Pero no fueron menos las aves que avistamos, me llamó la atención en especial esta garza aposentada sobre la copa de un árbol. Y aquí teneis este curioso avestruz con el cuello de color rojo subido, yo no había visto antes algo así, siempre he visto avestruces con el cuello de color carne, así que pregunte y Sombe nos contó que a los machos cuando buscan novia se les pone el cuello colorado, de un tono tanto más subido cuanto mayor es su deseo, así que podéis calcular el de éste Y por fin le llega el turno a la razón última de nuestro viaje: el CRUCE DEL RÍO MARA, y lo pongo así, con mayúsculas, porque realmente se merece esta distinción . Al iniciar el segundo día de nuestra estancia decidimos dedicarlo a intentar ver el cruce como actividad unica del día. Así nos dirigimos hacia el río Mara para localizar el momento y el lugar por donde cruzarían los animales. En nuestra búsqueda del lugar apropiado hicimos un recorrido intensivo del río disfrutando de unas vistas maravillosas del río Y pudimos contemplar esta manada de hipopótamos bañándose en el río. Es curioso verlos así todos juntos: a unos se les ve en su totalidad, otros enseñan el lomo cual piedras gigantescas varadas en el río, otros asoman exclusivamente los ojos, en fín todas las posibilidades juntas. Sombe era nuestro guía en esta búsqueda del lugar ideal. Nos comentó que no era tarea fácil pues nadie sabe qué es lo que hace que los animales den el primer paso hacia el río: las manadas se juntan cada vez en mayor cantidad, por un lado ñus y por otro cebras, gacelas, etc; y están allí, junto al río esperando no se sabe qué . Lo que sí se sabe es que son los ñus los que dan el primer paso. Cuando hay suficiente número empiezan a juntarse las manadas de ñus y cebras que, hasta ese momento, habían estado separados y entonces es cuando es más probable que suceda, aunque el intento puede verse abortado por cualquier circunstancia desconocida Curiosamente siempre cruzan por los mismos lugares que pueden averiguarse porque en ellos las márgenes del río están muy erosionadas lo que hace más difícil la subida pues son muy resbaladizos, pero, aún así, siempre cruzan por el mismo lado . En un momento dado Sombe decidió que era el lugar y momento apropiado pues se habían juntado varias manadas y se dirigían en fila hacia el punto de cruce y, además, también había cebras y gacelas. Paramos el coche escondiéndolo entre unos arbustos y nos bajamos con mucho sigilo pues cualquier ruido podría dar al traste con el cruce. A pesar de todo nuestro cuidado y nuestras esperanzas los animales decidieron que no era el momento , así que sacamos los bártulos para organizar la comida. Después de nuestras quejas sobre el pic-nic anterior, esta vez sustituyeron la crema de cacahuete por mermelada de frambuesa para acompañar el pollo reseco y el huevo duro . Aproveché la ocasión para fotografiar a los cocodrilos que estaban abajo, esperando lo mismo que nosotros y sopesé la posibilidad de tirarles mi pata tiesa de pollo, pero yo soy muy cívica y ya se que no se deben tirar porquerías al río . En medio de la comida llegó Sombe corriendo: dejadlo todo como está y echad a correr, que están cruzando. Nos dirigimos con premura y cuidando no hacer ruido alguno al lugar elegido previamente, desde donde se divisaba el río y allí estaba, por fin EL CRUCE. Los ñus se adentraban en el río con decisión, como una cuña, los de atrás empujaban a los de delante, se veían las gotas de agua que levantaban con las pezuñas Los primeros iban alcanzando el otro lado y empezaban a subir por el lado contrario, resbalando, empujándose, consiguiendo, por fin, alcanzar la orilla superior. ¡habían cruzado! Al mismo tiempo los cocodrilos que habíamos visto antes se acercaban a la manada sigilosamente y con muy malas intenciones . Estábamos absolutamente emocionados con lo que estábamos viendo y, para mí, el mundo de alrededor había desaparecido, sólo existía el momento presente y en él sólo cabían los ñus. Y, de repente, oímos una voz de pito que gritaba ¡Pepe, Pepe, mira, corre ven, aquí, aquí! ¡Casi la mato! . La manada detuvo inmediatamente el cruce, los que ya estaban dentro terminaron de cruzar pero los que estaban a este lado detuvieron su avance. ¡Parece mentira, venir a África y comportarse como si estuvieras en mitad de la Gran Vía!. Lo único bueno que se obtuvo de esta situación fue que los cocodrilos no llegaron a tiempo de zamparse a ningún ñu . Bueno, todo terminó, conseguimos ver el Cruce y mis ojos quedaron llenos de imágenes que se sucedían una tras otra y que hoy, todavía, pueblan mi mente, me basta con recordar para volver a verlo y me quedan muchas fotos para recordarlo. Etapas 7 a 9, total 13
En este viaje realizamos dos visitas a diferentes poblados Masais, una en Amboseli y otra en Masai Mara. Me ha parecido más adecuado juntarlas en una sola etapa pues hay mucho que contar y opinar sobre este tema.
Como ya os conté en la etapa de Amboseli no salí satisfecha de la visita. Me sentí violenta, como si estuviera viendo un espectáculo tras de un escaparate y algo más, que al principio no supe identificar, pero que quedó claro en la segunda visita al poblado de Masai Mara. Creo que lo mejor es que os cuente todo y así podréis juzgar vosotros mismos. En Amboseli fuimos recibidos por uno de los hombres del poblado que había estudiado en la Universidad de Nairobi y regresado al poblado para vivir allí. Hablaba un inglés perfecto y era, claramente, el líder del poblado. Durante la visita mostró un afán enfermizo en que quedase claro que eran polígamos y que todos, incluido él tenían varias esposas. Todo el tiempo se dirigió a mi marido y en ningún momento me dirigió la palabra a mí. Tuve la sensación de estar de más. Nos recibieron con un paseo de los hombres en fila y luego llegaron las mujeres con sus hijos a la espalda. Se colocaron de frente a nosotros, en una sola fila. Primero empezaron a saltar los guerreros y luego ellas. Los guerreros daban unos saltos de impresión, a una gran altura y luego ellas también saltaron, pero eran unos saltos pequeñitos, muy por debajo de lo que podrían haber saltado, acompañado todo ello con cantos. Después nos invitaron a hacernos fotos con el grupo y a saltar con ellos. Después del recibimiento pasamos a ver el poblado. Los poblados masais siguen todos ellos la misma estructura: primero un círculo rodeado por una valla de ramas de acacia, después un segundo círculo con las chozas de la gente, con un espacio entre ambos como pasillo y, por último una tercera valla de acacia. Utilizan la acacia por sus largas espinas que procuran gran protección. La razón de esta estructura radica en que el bien más preciado de los Masais son su ganado y, por tanto, es lo que protegen más fuertemente; así quedan en el interior de los tres círculos, protegidos tanto por las vallas de espino como por los propios guerreros. Los beneficios para los animales son indudables pero también los son los perjuicios para los humanos ya que tienen que asumir los malos olores y las moscas. Las chozas son cuadradas y tienen la entrada en un lateral, como haciendo un ángulo ,de forma que no se entra directamente a la choza. Una vez dentro hay una única sala con dos alcobas laterales y un espacio central en donde se cocina. Puede haber una tela separando las alcobas que ejercen de dormitorio: uno para los padres y los hijos todos juntos en la otra. El único hueco de ventilación es un pequeño agujero para que salga el humo. Así consiguen un interior fresco y se defienden de las moscas. El inconveniente es que como se cocina en el interior y la ventilación es nula, el humo se queda en el ambiente y el aire está viciado. La consecuencia es una gran incidencia de enfermedades pulmonares entre los niños . La principal riqueza de los masais es su ganado, siendo su principal ocupación el pastoreo, todos los días conducen a los animales en busca de pasto y regresan con él al acabar el día. Nosotros tuvimos ocasión de contemplar ese momento mientras estábamos en el poblado de Amboseli; volvían juntos los animales de distintos poblados y la manada disminuía de tamaño según pasaban por cada uno. La manada se componía de cebúes y onagros, pero también tienen cabras. En las épocas de sequía la búsqueda de pasto se complica y, a veces, tienen que desplazarse a sitios lejanos para encontrarlos llegando, incluso, a estar más de 3 meses fuera del poblado . Nuestra segunda visita a un poblado masai fue en Masai Mara donde fuimos a visitar el poblado de Sombe, gracias a una invitación personal suya. Aunque yo no había quedado nada satisfecha con la anterior visita, me animé a realizar esta segunda dado que era una invitación especial. Durante el trayecto nos fue contando que, en su poblado, todos los niños están escolarizados y cuando digo todos quiero decir todos, tanto niños como niñas. No es habitual esta circunstancia, lo normal es que estén escolarizados los niños pero no ven la necesidad de hacer lo mismo con las niñas e, incluso, en algunos casos lo consideran un inconveniente. También nos contó de la razón del uso de esas ropas tan coloridas, del uso del rojo, un color extraño en la sabana: por un lado es una forma de hacer notar a los otros pueblos que ellos son tan valientes que no necesitan ocultarse, que no le tienen miedo a nada. Por otro lado sirve para que las fieras les vean, pues ya saben que el color rojo significa peligro, que es mejor no meterse con alguien que viste ese color. Cuando llegamos oímos una gran algarabía y al acercarnos vimos el motivo: los hombres estaban fumigando las cabras (por el olor parecía zotal) y los chiquillos estaban “ayudando” : se dedicaban a perseguir a los cabritillas que se escapaban del rebaño con muchas risas y gritos. En este poblado había también chozas circulares; nos explicó Sombe que no eran las chozas propias de los masais pero que ahora muchos elegían estas chozas porque tenían mejor ventilación. Y ahora le toca el turno a los “mercados masais”, la venta de recuerdos y artesanía tan intrínsecamente unido a la visita al poblado. Cuando estuvimos en Amboseli no nos dejaron hablar con las mujeres y regatear con ellas, el trato se hacía con los hombres y por lote, es decir, elegías primero lo que querías y luego ellos te pedían un precio global por todo . Aunque no me gustó el sistema compré algunas cosas. En Masai Mara tuve el placer de poder hablar con las mujeres (por gestos), ver de cerca sus trabajos, regatear, echarnos unas risas, …; aquí los hombres no intervenían para nada en el trato. Entre las cosas que compré esta última vez había dos figuritas, hombre y mujer, talladas en madera de acacia. Las mujeres no les daban apenas valor, pero eran tallas a mano realizadas por los hombres mientras están en el campo con los animales. Burdas, pero con el encanto de lo natural, nada que ver con las tallas que te venden en las tiendas para turistas. Me vendieron las dos por 10€, no regateé y, cuando nos fuimos, le dije a Sombe que podían pedir más dinero por ellas. Después volví a encontrarme con los Masais en Diani, en el supermercado, ataviados con sus telas rojas. Un pequeño grupo de jóvenes desarraigados que se ganan la vida bailando para los turistas en los lodge o donde quiera que les paguen. Estas visitas me han hecho recapacitar mucho en la situación del pueblo Masai. Por un lado viven con unas condiciones que ninguno de nosotros las querríamos para nosotros mismos: moscas, humos, malos olores, trabajos pesados, falta de agua, enfermedades, analfabetismo…Las mujeres tienen que recorrer muchos kilómetros al día, primero para recoger leña y después para conseguir agua. Por otro lado se sacan un dinero gracias a nosotros, los turistas, cobrando por entrar en sus poblados y vendiendo su artesanía. Al mismo tiempo intentamos ayudar a mejorar sus condiciones de vida con los programas de cooperación. Pero en el momento en que estas condiciones cambien, a nosotros ya no nos interesará visitar sus poblados ¿a quién le interesa visitar un poblado masai formado por casitas blancas con sus ventanas y su jardin, con agua corriente y sin niños, porque están en la escuela, con el ganado estabulado…? Y ¿qué otro medio de vida tendrán?. ¿se convertirán en un pueblo sin oficio ni beneficio, porque el pastoreo no da para vivir, eso ya lo sabemos? El pueblo Masai es un pueblo orgulloso, grandes guerreros y cazadores. ¿cómo pueden mantener ese orgullo cuándo se ven avocados a espantar monos con un tirachinas para que no les roben la comida a los turistas? Por eso digo que se encuentran ante una encrucijada. Una encrucijada de caminos diferentes cuyo destino final es desconocido. Algunos han elegido occidentalizarse, como Samy, nuestro guía en Loldia House, otros han regresado a las antiguas costumbres, como en Amboseli, y vivir del turista, otros, como Sombre, intenta integrar ambos mundos y otros andan perdidos en un mundo ajeno. Un último comentario. He hablado hasta ahora de los hombres, siempre de los hombres. ¿y las mujeres? Las mujeres no cuentan en este mundo, a nadie le interesa su opinión, en todo caso preguntarían a sus cabras o a sus vacas. Etapas 7 a 9, total 13
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