De nuevo el gallo me ayuda a madrugar. Al poco aparecen de nuevo los niños y la habitación se va llenando igual que ayer. Esta vez con una pequeña gran diferencia: uno de los niños trae un móvil. Da igual Europa, África o la Conchinchina, cuando los niños ven una pantalla se quedan absortos. Ahí los tuvimos un buen rato mirando vídeos de fútbol, memes y cantantes kenianos de moda.
Después de un rato nos acercamos con el coche a Tukwell, el pueblo que está al lado para comprar algo para desayunar y comer, se nos han ido acabando las existencias. A lo largo de los dos días hemos ido a ese pueblo varias veces. No diré que hemos sido especialmente eficientes, tampoco lo buscamos. Ahí la vida es diferente, no hay necesidad de correr y aprovechar el tiempo al máximo como hacemos en Europa.
Desayunamos tranquilamente a la sombra y nos acercamos al río dando un paseo. En esta zona van las cabras a pastar. Me cuentan que normalmente van y vuelven solas, no necesitan a nadie para eso, cuando comen, beben y hacen lo que necesitan, simplemente vuelven a casa. El río es más grande de lo que pensaba, cierto es que no parece muy profundo, pero es realmente ancho. Pasamos un rato refrescándonos mientras vemos un par de camellos bebiendo agua y a un grupo de niños jugueteando. Sin saber muy bien por qué, es la imagen de África, o la imagen que yo tengo idealizada de África.

Toca despedirme de Nakamane y volver a Lodwar. Hago el checkin en un hotel diferente para pasar mi última noche en la ciudad. Otra vez me doy una gran ducha y voy al súper a por algo para comer. Stewart me llama para decirme que vamos a juntarnos en la casa de su hermana para cenar, van a preparar chapatis. Se trata de un pan sin levadura muy habitual en los países de la zona. Sirve de acompañamiento a lentejas, verdura o incluso carne. Ya los había preparado alguna vez con un amigo keniano que vive en Hungría y, lo creas o no, tienen su ritual. Se suele preparar en familia y repartir tareas porque para grandes cantidades puede hacerse tedioso. Estuve “ayudando” a las primas de Stewart a prepararlos durante un rato, charlando con los niños y bebiendo vodka que había traído de casa. Cuando empezamos a comer los chapatis estábamos todos más que contentos.
Nos quedamos disfrutando de los chapatis, las lentejas y la verdura. Otra noche más que agradable. Estoy realmente agradecido.

Terminamos en el pub que hay al lado de la casa bebiendo cerveza hasta las tantas con el tío de Stewart. Qué grande, por la tarde, al ver el jaleo que había en la casa, se fue al pub con los amigos y no apareció por allí, de hecho no le vi hasta que fui, ya bien tarde, al pub.