Una experiencia única en la India ✏️ Blogs de India

India

Hablar de manera genérica de la India sería un error, ya que es un país tan grande que hay mucho contraste de un sitio a otro. Dividido en 28 estados, el viaje que hicimos recorrió fundamentalmente Uttar Pradesh, menos turístico que Rajastán. No obstante, hicimos incursiones en otros estados.



Cómo viajar

Las agencias de viajes más comunes ofrecen paquetes de viajes a la India. Por lo general, estos paquetes ofrecen un viaje en grupo numeroso, en autobús, con comidas organizadas y visitas muy turísticas. Por tanto, la opción de hacerlo algo menos organizado, toma mucha fuerza.

Nosotros nos dirigimos a una agencia local de Delhi llamada Indovision, a través de un contacto llamado Anil. De este modo, tuvimos vehículo sólo para nosotros 4 (con chófer y ayudante/maletero), un guía de habla hispana/inglesa en cada destino y la libertad para comer donde nos apeteciese e ir por donde quisiéramos, con total disponibilidad del vehículo las 24h del día.

Aunque quizá el viaje más bonito se pueda hacer por la zona de Rajastán, nuestra intención era ver la India más auténtica y menos turística, por lo que solicitamos que nos preparase un circuito por el estado de Uttar Pradesh.

Como consejo, los vehículos que ofrecen suelen ser unos monovolúmenes Toyota Innova que, para dos personas, está bien, pero para cuatro adultos se hace algo justo, ya que no queda espacio para las maletas y en caso de lluvia, al ir en el techo del vehículo, se mojan. Nosotros solicitamos algo más espacioso y por una diferencia de precio asumible tuvimos a nuestra disposición una especie de microbús de 9 plazas (más conductor y maletero) en el que fuimos de lujo durante los interminables viajes entre ciudad y ciudad.


Visados

Antes de viajar hay que tener, lógicamente, el pasaporte en regla. Además, hay que solicitar un visado en la embajada de la India. En este enlace podéis ver las instrucciones para conseguir este visado. Brevemente, comentaros que se hace a través de una empresa asociada y que el coste es de alrededor de 55€.


Dónde alojarse

Alojarse en la India puede resultar muy cómodo o un verdadero desastre. Nosotros decidimos ir a lo cómodo y le pedimos a la agencia los mejores hoteles. Si bien aquellos de 5* eran muy buenos (sin ser 5* europeos), en algunos sitios nos dieron el mejor que había, alojándonos en hoteles que en España no hubieran llegado a 2*. No obstante, en ninguno tuvimos problema y estuvimos bien, sin encontrarnos nada raro.


El idioma

En la India existen del orden de 200 idiomas y más de 1.000 dialectos. Entre ellos, destaca el hindi. Al haber sido colonia inglesa, el inglés está extendido entre la gente que podrá estar a vuestro alrededor (guías, sitios turísticos, hoteles, restaurantes, comercios, etc.) pero no penséis que es un inglés fluido y sencillo de entender. Por ejemplo, el conductor de nuestro vehículo sabía los “OK”, “Yes”, los números y poco más…

Un ejemplo gracioso fue en Haridwar, donde se nos acercó un lugareño y con una sonrisa nos preguntó “¿tiriti cutry?”. Bueno, pues la frasecita, echando mano de uno de nosotros que es perfectamente bilingüe y puede reconocer cualquier tipo de acento, logramos saber que lo que quería decir es “which is your country?” (“¿qué país es el tuyo?”). Imaginad todo un viaje así.

Eso sí, salvo que os aseguren un guía que hable español, con nuestro idioma no vamos a ningún sitio allí.

Algunas palabras en hindi:

Gracias - Dah Niwad / Sucría
Hola – Namasté
Muy bien - Bahúd Achá
Sí - Ha
No - Nehí
Derecha - Daña
Izquierda - Baya
Recto - Shire



Los indios

Caóticos sobre cualquier calificativo. Pero amables. En las zonas en las que nos movíamos, con muy poco turismo, eran curiosos y en seguida se acercaban simplemente a mirarnos con escandaloso descaro. Gente agradable que en ningún momento te hace sentir inseguro.


Salud

Para ir a un viaje por estas tierras hay que ir mentalizado y extremar el cuidado. Nunca sabes por dónde te va a venir un trastorno de salud.

En primer lugar están las vacunas. Para una información más completa podéis dirigiros al Centro de Vacunación Internacional o directamente al médico de cabecera y que os oriente (mejor si váis al centro que os digo). En general, se recomiendan las siguientes vacunas:

Hepatitis A
Hepatitis B
Fiebre tifoidea
Tétanos (esta se suele tener ya puesta de pequeños, pero no pasa nada si te vuelven a pinchar)
Malaria (son pastillas que se tienen que tomar durante el viaje)

Hay que tener en cuenta que podemos ya estar vacunados contra las diversas hepatitis y contra el tétanos y que para que te afecte la malaria te tiene que picar un mosquito que haya picado a alguien con malaria en menos de 30 minutos. No obstante, estas vacunas no hacen daño (quizá las pastillas de la malaria un pelín de trastorno intestinal, pero poco más), así que mi consejo es vacunarse.

Otras precauciones se basan en tener cuidado con las cosas que se comen y beben. Es decir, eso de comer por la calle, puestecillos en mercados y demás, prohibido. Vamos, haced lo que queráis, pero tened en cuenta que las bacterias que hay por las calles no las tolera nuestro estómago, por lo que comprar una samosa en un puesto será como encargar una diarrea a domicilio. Creo que ha quedado claro, ¿no? Lo que sí se puede comprar en puestos de la calle es fruta, siempre y cuando la pelemos convenientemente.

Los restaurantes, que estén limpios y os den buen rollo. Lo mismo para el agua… nada del grifo, toda embotellada. No hace falta que sea siempre de la misma marca como se dice en algunos foros, pero siempre embotellada, incluso para lavarse los dientes.

Como medida adicional, es conveniente llevar jabón sin agua para antes de las comidas y esas cosas.

Debido al intenso calor y humedad, es necesario hidratarse convenientemente.


Medicinas

Antes de hacerme caso… ¡¡CONSULTAD A VUESTRO MÉDICO!!

Salvo que tengáis mucha suerte, nada os salvará de un par de días de diarrea, así que es conveniente llevar suero en polvo tipo Sueroral y Fortasec. Además, no está de más incluir un pequeño botiquín de viaje con paracetamol, ibuprofeno y cosas básicas. Preguntad siempre al médico o al farmacéutico antes de llevaros nada, no obstante.

Por último, se hace necesario comprar un buen antimosquitos. Sobre todo para zonas cercanas a los ríos y para las noches de intenso calor y humedad, incluso en los hoteles (jardines de los mismos). En España siempre se recomienda el famoso Relec Forte. He de decir que, investigando un poco, conocimos otro producto, Goibi (Xtreme) que, con mayor volumen del recipiente (75ml frente a 50ml), mayor concentración del principio repelente (creo que era como 35 frente a 45%) y precio más bajo (siempre lo encontré como 3€ más barato), se hace mucho más aconsejable. Más calidad, menor precio… mejor. ¿Por qué no se recomienda? Pues por lo mismo que todo conocemos el Gelocatil antes que cualquier otra marca de Paracetamol… menos publicidad.

Nosotros compramos dos botes de 75ml por persona (a unos 6-8€ por bote) y he de decir que nos traemos de vuelta Goibi para aburrir, así que tampoco hace falta bañarse en él. Con un bote por barba os bastará.

Cierto es que las zonas por las que íbamos eran “normales”, con la cantidad de bichos justa. Rajastán tengo entendido que es más o menos lo mismo. Obtened referencias fiables si vais a otras zonas. En ellas, puede que se hagan necesarios productos con Permetrina, un poco más fuerte como repelente y que suele ser útil para la ropa y demás.

Huid de remedios caseros, pulseritas bañadas en Zotal (Decathlon debe vender unas cuantas en verano) e historias varias. Para zonas como las que visitaremos la mayoría, basta con un bote de Goibi.


Seguridad

Salvo en sitios muy turísticos en los que la aglomeración de “blanquitos” sea patente, India es un país bastante seguro y si se os acercan, no será para robaros, sino para curiosear.

No obstante, es aconsejable evitar la zona de Cachemira por temas políticos.


Cuándo ir

En Diciembre hace frío y en Julio-Agosto está el monzón, por lo que lo aconsejable es ir en septiembre-octubre.



El clima

Durante nuestro periplo indio aprendimos lo que significa pasar calor y sudar. Si en Egipto hace calor, en India es insoportable. La humedad es tal que sales del hotel y comienzas a sudar irremediablemente.


Comer y beber

Como ya he avanzado antes, no es aconsejable comer por la calle ni beber del grifo. Aunque la gente de allí está preparada para las bacterias, nuestro estómagos no lo están, por lo que si no queréis tener problemas derivados del aparato digestivo, cuidado con lo que coméis.

Por lo demás y quitando la carne de ternera, las cartas de los restaurantes tienen cuatro cosas que conviene aprender. Recordad a los camareros que os lo traigan poco o nada picante (no spicy). Algunos ejemplos:

Roti - pan, en general
Parantha - es uno de los panes más comunes. Pan de harina integral, con mucha mantequilla, frito. Esponjoso. Para acompañar comidas, pero es uno de los más grasientos junto con el naan.
Chiabati - es un tipo de pan, el más plano, de harina de mijo.
Naan - del mismo tipo de pan, más grande, más esponjoso, de harina de trigo. Suele ir con ajo, queso, mantequilla o menta, aunque se puede pedir solo.
Barata – pan más parecido al anterior, más esponjoso aun, como si estuviera hecho en espiral, con hierbas varias o sólo.
Thali - plato combinado con muchos cuencos de varias cosas y pan
Lassi - yogur bebible muy rico. Se puede pedir dulce o con algún sabor a frutas, pero aconsejo el plain lassi.
Paneer - queso
Murgh - pollo
Muton - carnero
Palak - espinaca. Muy frecuente y rico el palak paneer.
Dal - lentejas.
Tikka - salsa no muy picante.
Massala - mezcla de especias, lo que llamamos incorrectamente curry.
Tandoori - horno de barro para cocer / asar alimentos.
Chana - garbanzos
Jeera pulao - arroz con sésamo y comino
Biryani Pulao – Arroz con verduras, con algo de picante
Paneer Makhani - queso con tomate
Gosht Dum Biryani – Plato con arroz y cordero, algo picante, acompañado de raita, un yogur tipo griego, espeso, con especias, muy rico, que rebaja el picante.

Salvo en algunos hoteles, los pescados suelen ser de río y el sabor a fango puede resultar desagradable…

Ojo con las ensaladas, ya que probablemente estén lavadas con agua del grifo.

La cerveza King Fisher es buena, pero pedidla bien fría.

En la mayor parte de los hoteles os servirán, como bienvenida, unos vasitos con un refresco. Mi consejo es que, a pesar de la pena que os dará el pobre mozo que lleva la bandeja y el sentimiento de mala educación por rechazarlo, no lo toméis, ya que nunca se sabe con qué agua estará hecho. Además, cuando la pena nos pudo en un par de ocasiones, pudimos comprobar que el mejunje era bastante desagradable.

Un último consejo, aunque esto ya va en gustos. Como no siempre uno puede comer en sitios de cuyas condiciones de higiene se puede estar seguro, conviene llevar preparados cubiertos de viaje. En los aviones no te dejan levar cubiertos metálicos, pero los de plástico sí. Yo pasé de gastarme pasta en ellos y como un compañero de viaje, llevé dos pares de palillos chinos en una cajita más o menos hermética.


Dinero y propinas

Por supuesto, no se pueden llevar rupias desde España. Lo mejor es cambiar en los hoteles. Quizá los guías pueden ofrecer un cambio mejor, aunque es un trapicheo en toda regla. Aprovecha el mejor cambio y no dejes que te timen con cambios en plena calle. Lo normal es un cambio de entre 50 y 60 rupias por euro.

Los maleteros de los hoteles se quedarán mirándote hasta que les des propina. Valora su trabajo y el sitio en el que estás, para dar más o menos. Lo mismo en los restaurantes, aunque aquí no se quedarán presionándote hasta que aflojes el monedero ;-).

En todos los hoteles se puede cambiar dinero, así que no queráis cambiar todo el primer día. Los gastos son pocos y sólo al final del viaje comenzaréis a comprar compulsivamente regalos para la familia. Para que os hagáis una idea, 500€ en 18 días va de sobra. En tiendas grandes en las que podréis gastar más en sedas y cosas por el estilo, aceptarán tarjetas. Igualmente en hoteles, por lo que si veis que os faltan rupias, pagad las cuentas de los hoteles con tarjeta (el agua mineral, las cervecitas, las cenas, etc.).


Compras

India es un país en el que, al margen de la especialidad de cada sitio, os ofrecerá una gran variedad de tejidos como pashmina y sedas, tanto en pañuelos, camisas, vestidos, manteles y ropa de cama. En los mercadillos os venderán cosas muy chulas a precios razonables, pero de una calidad normal, mezclando materiales. En las tiendas a las que os llevaran algunos guías (a comisión, por supuesto), conseguiréis sedas increíbles, pero no penséis que los precios son bajos. Cantidades de dinero altas, pero mucho más bajas que en España. Para que os hagáis una idea, una colcha de seda hecha a mano para una cama de matrimonio os puede salir por entre 250 y 400€. Es un dineral, pero teniendo en cuenta que en España os puede salir por 1.000€, no está nada mal. El resto, va en gustos.

El resto de cosas son baratijas, artesanía variada y demás, precios variopintos.

El regateo no es igual que en Egipto. Aquí costará más y si bajas mucho el precio ni siquiera se molestarán en regatear, por lo que se hace más complicado (y he de decir que aburrido) comprar.


Taxis (rikshaws)

Las calles están llenas de tuc-tuc (taxis motocarros de color verde y amarillo) y de rickshaws (bicicletas que tiran de unos asientos). Ambos podréis cogerlos, pero fijad bien el precio antes de subir.


El tráfico

Caótico, desesperante, lento… no apto para enfermos del corazón. Buscad en youtube cualquier vídeo, ya que en este caso valen más unas imágenes que mil palabras.


El monzón

Junio, Julio y Agosto suelen ser meses de monzón. No es que sea incómodo, pues por lo general llueve una o dos horas al día. Lo malo es que cuando llueve… llueve. Es como si estuvieras bajo una manguera. De hecho, no veas las gotas, sólo ves hilos continuos de agua cayendo a saco sobre tu cabeza. Lo mejor contra las lluvias es la paciencia y una buena capa de agua. Hay quien se siente más cómodo con un paraguas, pero sinceramente, entre la mochila, la cámara y demás, yo prefiero llevar las manos libres y taparme completamente. Eso sí, nadie discute que el plástico no transpira y el calor es mayor con una capa que con un paraguas. ¡Al gusto de cada cual!


La religión

Como os vais a hartar de ver templos hindúes, sería bueno que tuvierais unas nociones básicas acerca de los dioses que veneran. Muy grosso modo, tienen miles de dioses. Principalmente son tres que luego se van reencarnando. De manera muy sencilla:

Brahma: el dios creador. Tiene cuatro caras.
Vishnú: el dios que pone orden en el caos. Regula el funcionamiento del mundo que creó Brahma.
Shiva: el dios de la destrucción (destruye el mal) y del amor. Se le suele reconocer porque rodea su cuello con una serpiente y porta un tridente en una mano.

A partir de esos tres, las reencarnaciones se cuentan por miles y la cantidad de imágenes que podréis ver siendo adoradas será increíble y difícil de situar en este esquema. Por ejemplo, Shiva se casa con Pharbati y tienen como hijo a Ganés. Pharbati, cuando se cabrea, se convierte en Khali, dios de la guerra (reconocible por tener muchos brazos, piel negra y con cabezas cortadas en sus manos). Khali cortó la cabeza de Ganés y su padre, Shiva, la recompuso con la de un elefante. Por eso Ganés tiene esa cabeza.

Por otro lado, el mono es Hannuman, que es seguidor de Rahm, reencarnación junto con Letch de Vishnú.

Como veis, todo un diccionario de dioses e historias…


Las castas

Las castas son un sistema de organización social abolido por la Constitución en 1947. Salvo error por mi parte, son:

Brahmanes: con un cordón blanco alrededor del cuello y afeitados, nacen de la cabeza de Brahma, el dios creador. Por lo general se dedican a profesiones en las que tengan que hablar y dirigirse a un público tales como sacerdotes, profesores, guías, etc.
Chatrias: con un buen bigote en su cara, nacen del brazo de Brahma. Se dedican a todo lo relacionado con ejército, policía, política, etc.
Vaishias: nacidos del estómago del dios, dedicados al comercio, artesanía, agricultura y ganadería.
Shudras: Parias, dedicados a labores típicas de criados y obreros, nacen del pie de Brahma.

Los intocables son parte de los parias, aunque son la clase más baja. Basureros y dedicados a oficios que nadie quiere, son gente pobre.

Al margen de las castas hay sectas religiosas, quizá con un significado distinto a lo que nosotros consideramos una secta. Por ejemplo, los Sikhs, son esos hombres fácilmente reconocibles por sus prominentes barbas y grandes turbantes que esconden ese pelo de la cabeza (cabello y barba) que jamás cortan.


Los guías

Los guías en ciertas ciudades poco turísticas son bastante mediocres. Sí, es un poco fuerte el comentario, pero lo cierto es que por un lado, cuentan poco. No es un guía como el que te puedas encontrar en otros destinos, que se conocen la historia del lugar, las curiosidades, todas las anécdotas y lo dan todo porque sientas el lugar como si estuvieras leyendo una enciclopedia monotemática del sitio. En ciudades como Haridwar, Orchaa, etc., poco, poco.

Desde España habíamos insistido en que guías que, a ser posible, hablasen español. Ante la dificultad (o imposibilidad) de encontrarlos, la mitad de ellos hablaban inglés. O eso creíamos… leed el diario y veréis que alguno fue toda una experiencia cómica.

Hasta aquí los consejos y breves descripciones de lo que os vais a encontrar allá. A partir de aquí, el diario.

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DÍA 1. VIERNES 6 DE AGOSTO DE 2010

El vuelo Madrid-Londres de British Airways salía al mediodía de barajas. Dos horitas, un poco de espera en el caótico Heathrow y directos al vuelo Londres-Delhi de la misma compañía. Cena y a dormir, aprovechando esas pantallitas tan chulas de los aviones grandes con películas de estreno.

Consejo. Guardad bien los calcetines que os darán en estos vuelos. Son muy útiles para no mancharte los inmaculados y occidentales calcetines en los templos en que no está permitido entrar calzado.


DÍA 2. SÁBADO 7 DE AGOSTO DE 2010

Aterrizaje en Delhi a las 6 de la mañana. Lo primero que sientes nada más salir de la terminal aeroportuaria es una bofetada que te propina el intenso calor y la humedad de este país. Chavales, “this is India”, que diría Shakira.

Nos viene a buscar Parmood, nuestro chófer. Un poco despistado entre el caos de la salida del aeropuerto. Nos sube en un autobús y nos lleva hasta nuestro microbús, rebautizado como “la fragoneta” o el “Parmóvil”, haciendo honor al conductor. Un microbús de 9 plazas más conductor y maletero, muy acogedor, con aire acondicionado y varios ventiladores que reparten el aire.

Directos al hotel Shangri-La. Mañana libre para descansar un poco, duchas, organización del viaje con nuestro contacto Anil, cambiar dinero, etc.

Al mediodía nos recoge Parmood junto con Sham, el guía de Delhi, un poco pasota y sin mucho que contarnos de todos los monumentos. Nos llevan a comer en el que fue nuestro primer contacto con el picante. Joder, mira que dijimos que “no spicy”… Todo muy limpio, muy rico y con un encantador de serpientes en la puerta, lo que nos indica que estamos en un sitio para turistas. Primeras risas… la comida nos ha salido por un precio irrisorio.

Del bus, directos a nuestra primera visita.

Akshardam es un templo de reciente construcción. No es en honor a ningún Dios en particular, sino que pretende mostrar la cultura religiosa hindú. Gracias a lo moderno que es y poco gastado que está, se pudo apreciar una arquitectura maravillosa que, de uno u otro modo, nos iba a acompañar todo el viaje.

Tras este primer contacto con cientos de indios, arquitectura hindú y ese sofocante calor mezclado con increíble humedad que nos acompañaría durante 17 días más, decidimos descansar en el hotel y disfrutar de la piscina con una buena y fría King Fisher.


DÍA 3. DOMINGO 8 DE AGOSTO DE 2010

La cena del día anterior ya supuso todo un acercamiento a la cocina india, si bien todos sabíamos que estábamos en un hotel de lujo y que no se parecía mucho a lo que nos íbamos a ir encontrando en el camino. No obstante, sirvió para ir calentando motores. De igual modo, el desayuno buffet con amplia variedad nos sirvió para coger fuerzas para este segundo día.

Por la mañana teníamos la intención de visitar el Fuerte Rojo de Delhi, la Tumba de Humayun, el Qutab Minar o Torre de la Victoria y la Jama Masjid o Mezquita del Viernes. No obstante, al ser domingo, el Fuerte lo encontramos cerrado, así que tuvimos que conformarnos con verlo desde las vallas del recinto. Al encontrarse en una zona de mercado, la experiencia fue increíble, teniendo en cuenta que era la primera vez que pisábamos suelo de Delhi (obviando hotel, aeropuerto, etc.) y eso suponía contacto con tráfico, gente a pie, etc.


Aunque nos desilusionó un poco no poder acceder al Fuerte, el resto de visitas fueron muy positivas. La Tumba de Humayun es un recinto que, si bien dentro tiene poco que ofrecer, la arquitectura exterior es fantástica. Todo un Taj Mahal en pequeñito. El Qutab Minar, sin saber a ciencia cierta el propósito de su construcción (torre conmemorativa, minarete de una mezquita…), es muy curioso por lo elevado y los grabados que hay en todo el recinto. Y la mezquita… recintos en los que siempre tienes oportunidad de, simplemente, echar un vistazo a la gente que la visita por motivos religiosos.

Para comer nos llevaron a un restaurante que, sin ser turístico, se notaba que allí no iba gente normal. A nuestro alrededor comían indios, pero con cierto nivel. Poco a poco nos íbamos dando cuenta de que en la India no se puede/debe comer en cualquier sitio, salvo querer bordear el riesgo de una buena diarrea.

Por la tarde, visita al Templo del Loto, construido como centro de una nueva religión (¡una más!). Cuando nosotros pensábamos que iba a ser algo fantástico, tipo Akhshardam, nos encontramos con un recinto plagado de visitantes curiosos, alrededor de un edificio moderno que seguro que todos habréis visto alguna vez en una de esas presentaciones que circulan por Internet con edificios raros. Lo cierto es que el edificio es curioso, pero la visita hubiera sido algo descafeinada de no ser porque uno de nosotros tuvo a bien separarse del grupo y perderse entre miles de indios... bueno, no vino mal un poco de emoción al fin y al cabo.

Acabamos rendidos en el hotel, disfrutando de la piscina, unas King Fisher y una cena a base de Makhi Roll (o algo así), muy rico, que no nos pudimos acabar y que sirvieron como aperitivo del día siguiente.

Por cierto que en este tipo de visitas no te pegas unas palizas a caminar, sino todo lo contrario. Acabas yendo de puerta a puerta con la fragoneta. Sin embargo, el intenso calor aderezado con 99% de humedad, hace que el organismo se sienta como recién salido del gimnasio.


DÍA 4. LUNES 9 DE AGOSTO DE 2010

Último día de estancia en Delhi antes de comenzar nuestro periplo por la India profunda. Por la mañana, evitando el tráfico vespertino, salimos hacia Rishikesh, ciudad de peregrinos y centro (¿mundial?) del yoga. 6 horas de viaje sin paradas intermedias nos separaban de ella.


Al llegar a Rishikesh, parada en un restaurante de la zona. El baño, para olvidar. Allá que empezamos a preparar los palillos de viaje, aunque al final no los usamos. Eso sí, bien lavaditas las manos con nuestro jabón de viaje, jeje. Grande fue nuestra sorpresa al abrir la carta y comprobar que el restaurante era vegetariano. Hay que tener en cuenta que en India la cantidad de vegetarianos por cuestiones religiosas es ingente. De hecho, hay ciudades en las que no podréis encontrar restaurantes no vegetarianos. Por cierto que estos restaurantes (o ciudades) os será imposible beber una cerveza o cualquier otro tipo de bebida alcohólica. De todos modos, hay que reconocer que comimos muy bien y batimos un récord. ¡Comer por 2€ por persona!

Instalados en el hotel Vasundhara Palace, decididamente uno de los peores de todo el viaje para mi gusto (sin que ello fuera desastre total), salimos con nuestro guía (otro pufo de guía, cuyo nombre si quiera recordamos, que arrastraríamos hasta Haridwar) hacia el templo más importante del lugar. Una construcción de incontables pisos a los que subimos, provistos de nuestros maravillosos calcetines made in British Airways, uno a uno, a la que se accede atravesando el puente Lakshman Jhula.

Rishikesh fue una de las mejores experiencias de inmersión en la cultura india (e hindú). Peregrinos por todos lados, únicos turistas en toda la ciudad… todo muy auténtico. Eso sí, debíamos tener una pinta tipo Paco Martínez Soria en medio del Madrid de los 60 total, ya que todo el mundo nos miraba con cierta curiosidad.

Al salir del templo decidimos ir, aun con miedo de ser abrasados por los mosquitos nocturnos, a un aarti a la orilla del río Ganges. La experiencia fue muy gratificante ya que, aparte de que no hubo ni una sola picadura de mosquito, los rezos a la orilla del río, al caer el sol, son una maravilla. Todos cantando y celebrando un rezo a Shiva, cuya estatua presidía el lugar.


De allí al hotel, atravesando una casi total oscuridad de la ciudad, únicamente perturbada por los focos de los numerosos vehículos que, como en todo el país, atronaban con sus bocinas constantemente.

Cena a base de platos típicos, vegetarianos, regada con agua mineral. La cerveza se había acabado hasta unos cuantos días después, que llegásemos a una ciudad menos “santa”.


DÍA 5. MARTES 10 DE AGOSTO DE 2010

De nuevo salimos por la mañana hacia Haridwar, esta vez sí, ciudad santa a todas luces.


Haridwar, o lo poco que conocimos, tiene tres zonas. En primer lugar, la ribera del río, donde se amontonan, bañan y rezan los peregrinos y que nos supuso una de las mejores, si no la mejor, experiencias del viaje. En segundo lugar, la zona intermedia o un laberinto de callejuelas plagadas de puestecillos de todo tipo, entre las que hormiguean los viandantes. Y por último, la zona alta en la que se encuentran los templos principales y a la que se accede caminando o mediante una suerte de teleférico que, tras una larga espera en estrechos pasillos, empujados por lugareños y peregrinos, da miedo de lo viejo que es. Nosotros no parábamos de repetir eso de “cuatro turistas españoles mueren en la India tras desplomarse el teleférico de vaya usted a saber qué ciudad…”.


Los templos. Una vez experimentado el teleférico (sobre todo la espera, toda una historia), llegamos a una especie de galería comercial del año catapum en la que, entre puestos de comida y souvenirs, se accedía a un laberinto que componía el templo. Al entrar, ahogados literalmente en incienso (o cualquier otra cosa similar), empujados por hordas de peregrinos ansiosos como si estuviésemos en El Rocío, visitamos una serie de habitaciones en las que descansaban las mismas imágenes de multitud de dioses. Una vez más nuestros calcetines, cortesía de la aerolínea británico-española, nos hicieron un buen servicio.

Al salir, la experiencia que ya os he contado sobre el “tiriti cutry” dio mucho juego y sería una de las coñas de todo el viaje.

Para descender la montañita, nuevamente más de una hora de espera para tomar el teleférico.

Una vez abajo y después de que el guía local se perdiese para llegar al hotel (sí, sí… se perdió en su propio pueblo), llegamos al Haveli Hari Ganga. Los haveli son antiguas residencias de nobles, por lo que, en medio de un barrio muy sucio y destartalado (¿barrio? Casi mejor, ciudad…) se elevaba este pequeño hotel en el que estuvimos magníficamente, a pesar de no ser un 5*. Allí, aún con la cocina cerrada, nos prepararon unos thali y unos lassi muy ricos, acompañados de… ¡agua mineral! A tope con las ciudades vegetarianas. Té masala para disfrutar de la sobremesa en la terraza sobre el río.

Y por la tarde, la mejor experiencia de todo el viaje. El aarti de Haridwar. Caminando sin guía ni acompañamiento de ningún tipo entre miles de peregrinos que nos estudiaban con detenimiento antes de sentarse a orillas del río a rezar entre cánticos a sus dioses, después de bañarse en las aguas del Ganges. Una verdadera maravilla. Esto sí que era India.


Cena en el mismo hotel y a dormir. Fort Unchagaon esperaba.


DÍA 6. MIÉRCOLES 11 DE AGOSTO DE 2010

Tras un rico desayuno a base de productos del país (nada de tostadas con mantequilla y mermelada), salimos hacia Fort Unchagaon, sin la certeza de haberlo podido situar en un mapa y con las pobres indicaciones de Parmood, nuestro pequeño, bigotudo y bien peinado conductor.

En este punto del viaje ya saludábamos a Parmood y a Lalán con nuestro grito de guerra, que nos despertaba al sentarnos en la fragoneta. ¡¡Vive Parmood!! ¡¡Ale ese Parmood oéoé..!! El colega sonreía… seguro que pensaba eso de “estos tíos son tontos de baba”, pero nosotros éramos felices y a él le hacíamos reír.

Después de un viaje agotador en el que el monzón nos acompañó durante un buen trecho, descubrimos, bien entrada la noche, que ésa sería una “etapa de transición” y que Unchagaon era una especie de aldea salpicada de chabolas y en cuyo centro se erigía un fuerte que albergaba una residencia de estilo colonial maravillosa. Llegar a aquel hotel fue como aparecer en la época en la que los británicos gobernaban aquellas tierras. El edificio, los salones, la decoración, las habitaciones, el servicio… todo fantástico. Eso sí, a pesar de que conseguimos que nos sirviesen unas cervezas antes de la cena, acompañadas de pan de lentejas (con bastante pimienta), no logramos hacernos entender para que nos las sirviesen decentemente frías… Después de lidiar con nuestro inglés frente al suyo y ayudados por unos huéspedes indios que hablaban inglés, logramos saber que el problema era que no tenían hielo, por lo que nuestra idea de enfriarlas metiéndolas en un cubo con hielo quedó descartada.

La cena fue espectacular ya que en el hotel sólo estábamos nosotros cuatro y el otro grupo de cuatro indios. Eso provocó que todo el buffet del restaurante nos lo dispusieran en nuestra mesa… una mesa enorme, como para unas 10 personas. Eso sí, bien picantito todo.

No obstante, lo peor fue dormir allí. Jamás estuve en cama más dura que aquella, por lo que no pegué ojo. Sin exagerar, pasé la noche en blanco. Además, por un fallo de la agencia, en todos los hoteles hasta el momento (salvo en Rishikesh) nos tocó dormir en cama matrimonial. Aunque somos amigos bien avenidos, cuando, como es el caso de Fort Unchagaon, te toca una cama de 1,35, la cosa se complica, os lo aseguro. Total, entre lo duro del colchón e intentar no despertar a mi amigo, noche en blanco.

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DÍA 7. JUEVES 12 DE AGOSTO DE 2010

Con bolsas en los ojos llegando a los tobillos, el desayuno fue similar a la cena, puesto que volvieron a sacar todo el arsenal gastronómico sobre nuestra mesa. Teniendo en cuenta que había poco de desayuno y mucho de almuerzo, allí quedó la mayor parte de los cuencos, con pena por nuestra parte, pues estaba todo bastante rico.

A la furgo y al siguiente destino: Agra.


Llegamos a Agra después de otro viaje de esos que te dejan molido, por lo que no pude recuperar alguna horilla de sueño. El hotel, un Intercontinental (ITC Mughal Agra), todo un lujazo, aunque algo viejo. Después de instalarnos nos llevaron a comer a un sitio decente. Debíamos coger fuerzas para disfrutar de lleno el Taj Mahal.

Acompañados por Seshi, un guía fantástico con pinta de centroamericano vestido de cowboy y con un casi perfecto español e inglés, así lo hicimos, después de esperar una absurda e interminable cola para acceder al recinto, motivada por aún más absurdos controles de seguridad, pudimos acceder al recinto del Taj.

Ya la primera puerta es una verdadera maravilla. No obstante, atravesar los pórticos y plantarte delante de una de las maravillas del mundo es algo fantástico y único. Comprobar una absoluta simetría en sus formas es increíble, a pesar de que el tiempo, nublado y por momentos lluvioso, desmereciese algo las fotos. Una pena de recuerdo fotográfico, pero una verdadera maravilla para la vista in situ.

El día acabaría con la cena y celebración de cumpleaños de uno de nosotros, coronada por una tarta cuya procedencia nunca revelaremos al anfitrión, pero que supuso toda una sorpresa, regalos llevados desde Madrid incluidos.


DÍA 8. VIERNES 13 DE AGOSTO DE 2010

Desayuno increíble (como en la mayor parte de los buenos hoteles) antes de ir a ver el Fuerte Rojo de Agra.

El recinto ya impresiona, puesto que el acceso se realiza a través de un pórtico enorme. Ya el interior, salpicado de edificaciones de diversa índole y propósito cautiva al visitante. Como curiosidad, desde el fuerte se tiene una idílica, aunque lejana, vista del Taj Mahal.


Una vez finalizada la visita saldríamos hacia nuestro siguiente destino: Gwalior.

Tras un nuevo y largo viaje a través de numerosos pueblos, llegamos a Gwalior, al hotel Usha Kiran Palace todo un hotelazo y en cuya habitación podríamos haber montado una pista de pádel. Relax total después de comer.

Por la tarde, tres de nosotros decidimos salir a dar una vuelta y aunque nuestro chófer decidió llevarnos a un centro comercial tipo español, pero más cutrillo, salimos de allí pitando (he de decir que tras aprovechar magníficos precios de una tienda de Nike) y nos lanzamos a la aventura que suponía sortear coches, personas, motos, riksaws, vacas, tuc-tucs y demás historias, avanzando también entre numerosos puestos de fruta y verdura, mientras todos los lugareños nos escudriñaban meticulosamente. Alguno incluso llamaba nuestra atención para que le hiciésemos alguna foto. Toda una inmersión, aunque a toro pasado me dio la sensación de que íbamos muy despistados, porque caminar por una ciudad de este tipo es ir con mil ojos para no verse atropellado por el caótico tráfico. El resultado fue que lo pasamos en grande y nos llevamos u recuerdo imborrable.

La cena, magnífica, eso sí, con unas buenas King Fisher, a pesar de que a alguno del grupo ya le habían atacado esos pequeños problemas intestinales o dicho de otro modo, menos fino, “tronco… cago lava”. Juas!!!


DÍA 9. SÁBADO 14 DE AGOSTO DE 2010
La mañana siguiente la dedicaríamos a visitar el Fuerte de Gwalior, acompañados por un guía cuyo nombre no recordamos, pero que hablaba un inglés bastante bueno, detrás de una pinta de macarrilla de los años 60 muy curiosa.


Este fuerte tiene unos muros preciosos, decorados con pinturas muy llamativas, que albergan varios edificios como palacios, caballerizas, algún edificio accesorio construido por los británicos en la época colonial y templos varios. Todos adornados con grabados típicos, muy atractivos. Además, ofrece unas vistas panorámicas geniales de la ciudad.


Tras la visita de Gwalior nos dirigimos a Orchaa, donde nos esperaba el hotel Amar Mahal, un sitio precioso con un jardín central interior que le daba mucho color, pero que sería todo un arsenal de bichos de todas clases, incluyendo miles de pequeños escarabajos de unos 3 ó 4 milímetros que acababas pisando al dirigirte a tu habitación para dormir. A mí no me resultó desagradable, pero entiendo que oír cómo crujen cientos de bichitos a tu paso no es muy alentador.

Tras comer algo en el propio hotel, vino a vernos nuestro guía. Aquí ya sí que fue el acabose… Rayesh, todo un personajillo que decía hablar inglés y estar aprendiendo español, resultó que no hablaba ni una cosa ni la otra y entendernos en un desastroso esperanto fue tarea poco menos que imposible, aunque una experiencia muy divertida. Decidimos llamarle “Rayito” y a partir de entonces cada vez que nos cruzamos con alguien con menos de dos dedos de frente, solemos decir algo como “tienes menos luces que Rayito”. Imaginad cómo era aquel hombre.

Con dos bajas en el equipo a causa de fiebres varias y cansancio, aparte de pocas ganas de mezclarse con la cultura india, sólo dos de nosotros nos aventuramos a salir esa tarde y atravesar un mercado. Unas risas con Rayito, que nos acompañó de compras, aunque no ayudó mucho.


Cena y a dormir, preocupados por la fiebre de uno de nosotros.


DÍA 10. DOMINGO 15 DE AGOSTO DE 2010

Remitida la fiebre, desayuno y a visitar Orchaa. Con la sombra del monzón sobre nosotros, estuvimos visitando el Palacio Real.

Este palacio, construido con motivo de la visita de un rey, da la sensación de estar instalado en medio de la selva. Lo cierto es que Orchaa no es más que un pueblecito, pero entre los dos o tres templos que salpican sus calles y el palacio, se hace una visita atractiva.


Terminadas las visitas, Khajuraho nos esperaba con sus templos del Kamasutra.

Aunque a priori parecía un viaje largo y tedioso, lo cierto es que se dio bastante bien y llegamos poco más tarde de la hora de comer al hotel Radisson. Un 5* nos esperaba con piscina en la remojar nuestros ya cansados huesos, así que decidimos descansar, contratando la visita a un espectáculo de danza regional por la noche.

La verdad es que el espectáculo en sí era un salón de actos como el que se puede encontrar en cualquier centro cultural español, con un grupito de bailarines que danzaba para turistas. Yo soy poco amigo de esta clase de turisteos y apoyado por un cansancio bastante palpable, di cuatro o cinco cabezadas en la butaca. No obstante, uno de nosotros lo pasó en grande, porque no paraba de sonreír y dar grititos de satisfacción. Muy guiri todo, claro.


Una buena cena después y a la cama. Aquí ya sí teníamos buena cerveza.


DÍA 11. LUNES 16 DE AGOSTO DE 2010

La visita de Khajuraho, bajo un terrible calor, nos deparó templos muy bonitos. Aunque todo el mundo se piensa que los templos “del Kamasutra” están plagados de figuras haciendo cochinadas varias (jaja!), es toda una equivocación. Si bien existen y el templo principal está plagado de este tipo de adornos, la mayor parte de las paredes exteriores tienen figuras normales. Eso sí, descubrimos que “el helicóptero”, ya se practicaba hace siglos, así que no parece tan complicado hacerlo. Cierto es que al parecer se necesitan varias personas para ello, jajajajajaja.


Después de la visita aprovechamos para lanzarnos a comprar compulsivamente pañuelos de seda, pashminas, manteles e historias varias.

Comimos en un restaurante junto a los templos que no resultó malo, si bien no lo guardamos en nuestra memoria como algo maravilloso.

Después, habíamos contratado una excursión a unas cataratas cercanas. Nos recogieron en el hotel con un jeep descapotable y recorrimos carreteras durante unos 30 minutos, dejando atrás grupitos de niños sonrientes que nos saludaban al pasar junto a las pocas casas que nos encontrábamos. Al llegar, unas pequeñas cascadas en medio de la selva constituían la visita, bajo un calor sofocante (el mayor que he pasado en mi vida) y una humedad fuera de lo común.

La visita no hubiera sido especialmente recordada si no es por el calor que pasamos. De vuelta al hotel, piscina y descanso.

DÍA 12. MARTES 17 DE AGOSTO DE 2010
Allahabad sería nuestro siguiente destino, inicialmente con ilusión por ver algo aún más auténtico (si cabía), pero que se reveló como una parada técnica antes de seguir avanzando.

Al entrar en la ciudad vivimos una experiencia bastante curiosa. EN medio de la autopista de acceso, mientras íbamos a una velocidad de poco más de 50Km/h, nos para una moto con dos tipos vestidos de calle, con una pinta un poco gincha. El caso es que uno abre la puerta y se sube, entre gritos de una discusión con Parmood. Después de estar algo asustados porque no entendíamos la situación, logramos comunicarnos con nuestro chófer y entendimos que nos acababan de poner una multa de tráfico, por correr. ¡¡Toma ya!! Eso sí que es un radar móvil… cuyo mecanismo de medición posiblemente se basase en el reconocimiento de la palabra “Tourist” grabada en el parabrisas de la fragoneta.

Tras la experiencia llegamos a uno de los peores hoteles de todo el viaje (Hotel Kanha Shyam) y pasamos una tarde sin pena ni gloria en una ciudad que poco nos aportó.

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