Sonrie en Tailandia ✏️ Blogs de Tailandia

Erawan es un parque nacional conocido por sus siete niveles de cascadas de agua azul rodeadas de jungla donde puedes darte un baño en plena naturaleza. Habíamos contratado la excursión el día anterior en Khao San por unos 50 euros los dos. Nos recogían en la misma agencia, así que bien tempranito estabamos allí esperando por nuestra furgoneta que apareció puntual, siempre tienes la duda de si aparecerán, pero sí, aparecen. Al final teníamos la furgoneta para nosotros dos, así que nos pusimos en marcha. Pensando que habría mil curvas me tomé una biodramina y al final era casi todo autopista. Ya de camino vimos cosas bastante impactantes, como 4 en moto sin casco y en dirección contraria por la autopista, vamos lo más logico. Después de un par de horas de viaje llegamos al parque. Empezamos por la primera cascada que era bastante sencilla pero con encanto, agua muy azul, ya nos estaban entrando ganas de bañarnos, el problema era los peces enormes que había en el agua, así que optamos por ponernos en un sitio donde los había más pequeños y nos hacían masajes en los pies con pequeños mordiscos, aunque más bien hacían cosquillas. Continuamos hacia la siguiente cascada ya que si queriamos verlas todas, tampoco podíamos dormirnos. Después de darnos un pequeño baño, paramos para comer, ya que nos dieron unos tupper con Pad Thai para el camino.

Las cascadas cada vez eran más espectaculares, a las 4 primeras se accede fácil pero a las 3 últimas ya tienes que caminar un poco más y no es tan llano como hasta entonces. Oíamos ruidos que venían de los árboles pero no veíamos ningún animal hasta que de repente nos cruzamos con una familia de monos. Estuvimos un rato mirando para ellos y seguimos hasta la última cascada ya que luego tendríamos sólo 40 minutos para hacer el mismo recorrido de vuelta. Volvimos con nuestro conductor que nos dijo que no era muy tarde y que podíamos parar un rato, si nos apetecía, para ver el puente sobre el río kwai, así que le dijimos que sí e hicimos una parada de media hora, la verdad es que el conductor era muy majo y bastante peculiar. Tras dar un paseo por un pequeño mercado, coger algo de bebida y cruzar el puente (coincidió justo que pasó a mitad de camino el tren y nos tuvimos que apartar), volvimos a la furgoneta y partimos regreso a Bangkok. Nos volvió a dejar en Khao San, le dimos algo de propina por acercarnos al rio Kwai y se marchó muy contento. Recorrimos otra vez Khao San en busca de un bañador (en unos cuantos días nos esperaban días de playa) y regresamos para el hotel. A la mañana siguiente partíamos hacia Phitsanulok, con paradas en Ayuthaya y Lopburi.

Este día madrugamos más de lo normal. Cogimos el metro al lado del hotel que nos dejó en la estación de trenes, y a las 8 de la mañana estabamos allí para sacar los billetes para Ayuthaya. Los trenes suelen ser viejos y llevan unos ventiladores en el techo, cuya única función es lanzarte contra la cara todos los mosquitos que haya volando por el tren. Si os paran de camino a la estación y os dicen que no venden billetes dentro de la estación, es mentira, ignorarlos e ir a las taquillas. Ya en el tren tardamos una hora y cuarto, a las 9.45 estabamos en Ayuthaya. Dejamos las mochilas en la consigna (en todas las estaciones hay consignas donde dejar las mochilas) y nada más salir de la estación se nos acercaron bastantes tuktukeros ofreciéndonos una ruta por la ciudad para conocer las ruinas. Negociamos con uno el tiempo y el recorrido y finalmente conseguimos 3 horas visitando los sitios más importantes por unos 15 euros. Marchamos en el tuk tuk, la ciudad no tenia nada que ver con Bangkok, mucho más tranquilo todo, menos tráfico. Poco a poco nos fue llevando por todas las ruinas, las había muy chulas, el problema fue que empezó a llover un poco, pero el señor tenía el tuk tuk preparado, cubrió los laterales con unos plásticos y así no nos mojabamos, también nos prestó un paraguas y nos invitó a comer algo muy raro que era parecido a algodón de azúcar, la verdad es que estaba bueno. Paramos para comprar agua y comer algo, mientras nos hicimos unas fotos con un elefante pequeñajo que había por allí, nos ofrecieron dar un paseo en los grandes pero era carísimo y muy poco tiempo. Acabamos de ver todas las ruinas y nos volvió a dejar de nuevo en la estación. Nuestro tren para Lopburi salía a las 13.05, llegó con un poco de retraso pero no mucho y a las 14.30 ya estabamos en la ciudad dominada por los monos, Lopburi. Nos bajamos del tren, dejamos las mochilas en la consigna, compramos alguna tontería para darles a los monos y nos dirigimos hacía el templo más conocido en la ciudad. Todo nos parecía muy bonito lleno de monos hasta que sacamos la comida, se lanzaron contra nosotros y nos la quitaron. ¡Malditos monos! A medida que nos acercabamos al templo cada vez había más monos, en los cables, en la calle, en los toldos, encima de los coches.. Hubo un momento que tuvimos hasta miedo. Llegamos al templo, nos cobraron la entrada y nos dieron unas pipas para darles a los simios, junto con la entrada nos adjudicaron un pequeño niño lugareño con un palo que llevaba a los monos por la calle de la amargura. Al principio el niño no dejaban que se acercasen, al final los monos acabaron quitándonos las pipas, subiendosenos encima, mordiendonos los pantalones, intentándo robarnos la cámara. ¡Qué majos!. Después de salir vivos de allí, fuimos de nuevo a la estación a sacar el billete para Phitsanulok para las 17.00, y justo no había ni una plaza, así que nos tocaba quedarnos en la ciudad de los monos hasta las 20.25 que salía el siguiente. Dimos una vuelta por la ciudad, fuimos a un ciber, comimos algo y finalmente cogimos el tren que nos dejaría en Phitsanulok a las 23.15. No teniamos hotel, miramos la Lonely y fuimos al LiThai Guesthouse cerca de la estación. En la recepción coincidimos con dos chicos catalanes, que estaban recorriendo el sudeste asiático, con los que visitariamos al día siguiente Sukhothai, eran muy majos. Había sido un largo día y estabamos cansados, al día siguiente nos tocaba visitar el Parque Histórico de Sukhothai y nos esperaba un largo camino en tren hacia Chiang Mai.

Este día dormimos un poco más ya que sólo ibamos a visitar Sukhothai y además nos quedaba un largo viaje de tarde-noche hacia Chiang Mai. Cogimos un tuk tuk a la puerta del hotel y fuimos a la estación de autobuses. Allí montamos junto a los chicos catalanes en bus destino Sukothai, el trayecto no era muy largo y además amenizaba el viaje unos videos musicales con karaoke. Bajamos del autobús y volvimos a negociar otro tuk tuk para ir hasta el Parque Histórico. Ya en el Parque comimos algo y alquilamos unas bicis (muy barato) para recorrerlo, la verdad es que fue toda una experiencia. Había que dejar un dinero de fianza por si te la robaban, alquilamos también unos candados y cada vez que parabamos los poníamos. Nos dieron un plano a la entrada y poco a poco fuimos recorriendolo entero, la verdad es que cansa pero las ruinas son una pasada.Después de unas cuantas horas dando vueltas, el sol empezó a machacar, el agua nos duraba fria pocos minutos y el cansancio empezaba a aparecer, asi que volvimos hacia la entrada y devolvimos las bicis, recogimos las mochilas y nos pusimos en marcha de nuevo hacia la estación de autobuses. Desde allí cogimos el bus de vuelta para Phitsanulok donde a las 23.00 cogeriamos el tren nocturno hacia Chian Mai. Fuimos a la estación para comprar el tren cama para Chiang Mai, ¡Tarde, Error!, al esperar tanto para comprar el billete como era lógico no quedaba ninguna plaza en las camas, sólo quedaban sueltas en los asientos y no tenían pinta de ser muy confortables (más adelante lo comprobaríamos y no, no lo eran). Dimos una vuelta por el mercado, cenamos y nos fuimos para la estación. El tren llegó con un poco de retraso pero finalmente estabamos en nuestras "comodísimas" butacas, menudas 7 horas nos esperaban.