Fin de semana en la Toscana ✏️ Blogs de Italia

Por la mañana desayunamos. Es curioso porque vas y te sirves tú mismo, te haces tu café, las tostadas… lo que veas. No fue súper espléndido pero para salir ya con algo en la barriga estaba bien. Dimos otra vuelta por el pueblo, vimos el castillo, la iglesia, las vistas de día… era pronto pero ya llegaban grupos de turistas, y decidimos salir para Siena.


Entramos a la muralla en busca de sitio para aparcar, pero no hubo suerte, estaba todo a tope. Recordamos que subiendo habíamos visto una especie de parking, bastante grande, y volvimos a buscarlo. Era el Parcheggio San Francesco, 100% recomendable. A primera vista piensas que estas súper lejos del centro, fuera de la muralla y a bajo de todo, pero a menos de 100 metros saliendo (hacia arriba, hacia la subida, claro), donde pagarías el ticket a la salida, tienen montado un tinglado de escaleras mecánicas que te llevan hasta arriba de todo en dos minutos. Es una gran gran idea, súper cómodo. No es que por arte de magia aparezcas en el centro, pero de Piazza San Francesco donde llegan las escaleras hasta Il Campo hay un agradable paseo de diez minutos como mucho. Nosotros íbamos sin mapa ni nada, pero tomamos una calle que parecía bastante principal (por donde iba casi todo el mundo, vamos) y nos plantamos en la famosa plaza en un momento.


Después del alucine, las fotos pertinentes y las hipótesis de si los caballos pasan por aquí o por allá en la carrera fuimos hasta el Duomo, muy bonito. Subimos desde atrás por el camino de las escaleras, y al llegar nos quedamos sorprendidos de la grandeza del lugar. Como vas todo el rato por callecitas estrechas, con casas bajas, todo empedrado, y de pronto giras por una esquina y ¡toma plaza gigante! o ¡toma pedazo de catedral! Es una pasada. Volvimos por otro camino a Il Campo, y visto esto, los must visit de Siena, nos dedicamos a pasear por sus calles observando las placas de las diferentes contrade.


De pronto se me ocurrió que podríamos buscar las fuentes… “¿lo qué?” me dice Jordi. Total que entro a un hotelito por todo el morro y le pido a la recepcionista que por favor me dé un mapa. Salgo y empiezo a mirar… pero no están indicadas las fuentes, ¡Pues vuelvo y que me lo explique la chica! Y otra vez al hotel. Al principio no entendía lo que le pedía, “¿dove son fontana dei contrade? della oruga, della tartaruga…” Jajaja, yo no tengo ni idea de italiano, pero me lo invento. Finalmente la pobre chica me interpretó y marcó unos cuantos asteriscos sobre el mapa, así que pusimos rumbo a las dichosas fuentes. La primera no estaba lejos, pero hicimos una subida de 60º de inclinación por lo menos, qué impresión, ¡y qué cansancio! Las dos siguientes nos costaron menos de encontrar, siempre cuesta arriba, eso sí. Pero muy pronto se hizo mediodía y era hora de partir. Yo me quedé con las ganas de buscar más fuentes, así que quedamos que la próxima vez que vengamos haremos una ruta para encontrarlas todas, y claro, ya que volvemos pues también nos gustaría quedamos a ver lo del Palio, jejeje soñar es gratis.


No sabíamos si comer allí, si parar en el McDonalld’s que habíamos visto anunciado en la carretera… Parar en un restaurante en Siena nos quitaría mucho tiempo, así que decidimos que mejor vamos a comer a San Gimignano. Cerca ya de las escaleras mecánicas de camino al parking pasamos por un super y entramos a por unas chips y una cola, que no sabemos dónde ni cuándo vamos a comer. Y entonces… ¡tachán! La solución definitiva: vimos un montón de gente haciendo cola en el mostrador del pan y el embutido ¡porque hacían bocadillos para llevar! Triunfadores, con dos pedazo de bocatas de jamón serrano, la cola y las chips (por menos de 10€) seguimos nuestro camino. Este parking lo tienen súper bien montado porque delante de la taquilla donde se paga (unos 3€ creo que nos costó) hay baños públicos gratuitos y maquinas de refrescos bastante baratos.

Nuestro querido GPS nos llevó hasta San Gimignano, pero cruzando una autovía con retención porque había habido un accidente en el sentido contrario. Fue un show… Como no hay arcén en ninguna autovía, los accidentes colapsan los dos carriles, y hasta que sacaron al camión, a los coches, a la gente… había km de retención, incluso cortaron la autovía, y la ambulancia para poder llegar venía por nuestro lado. Un follón vamos, las retenciones son muy habituales por allí, algo a tener en cuenta en el momento de calcular el tiempo de desplazamiento por carretera, aunque nosotros tuvimos suerte al no encontrarse en nuestro sentido el accidente, y no perdimos demasiado tiempo exceptuando como siempre el que repercute del dichoso efecto mirón.



Por fin en San Gimignano. Subimos y subimos hasta los parkings 3 y 4 (tal como recomendaban por los foros y los diarios) que por cierto tienen unas vistas espectaculares porque son descubiertos como otros tantos. Allí mismo comimos los bocatas en un tris, que después del caravanón teníamos hambre, y subimos por un atajo hasta el interior de la muralla.


Subimos por una calle que nos llevó hasta el centro, es un pueblo súper animado, con infinita gente por todos lados, plazas, tiendecitas, heladerías… tampoco subimos a ninguna torre, pero con las vistas desde los miradores ya nos conformamos. Una pena no probar los helados tan famosos de la zona pero con jersey como que no nos apetecía demasiado, y había unas colas…


Al rato volvimos a por el coche. Nos costó la friolera de 4€ porque te cobra una máquina, y como estuvimos una hora y media… pues ya entraba toda la siguiente hora. Nos pusimos en marcha hasta la última parada, Volterra. Pero ¡sorpresa! No aparecía en el GPS. Por suerte está bien indicado el camino, caminito que se las trae por cierto con todas sus curvas, y llegamos la mar de bien.


Aparcamos justo a la entrada del pueblo, por donde la parada de taxis, en un parking cubierto. Y empezamos a recorrer Volterra, que por cierto nos encantó. Al llegar topamos con la oficina de información, me dieron un mapa donde estaban indicados los puntos de interés y como es pequeñito y todo está muy cerca pues intentamos verlos casi todos. Nos dejamos para la próxima vez las ruinas etruscas, porque ya estábamos cansados de andar después de todo el día, y como empezábamos a estar pendientes de la hora decidimos irnos.



Llegamos media hora antes de lo previsto a Pisa. Teníamos una hora antes de devolver el coche y pensamos “¡pues volvemos a ver la torre un ratito!”. Las distancias son muy cortas, con el GPS, y siendo la segunda vez que íbamos… pues ¡naranjas de la china! “Es por esta salida a la derecha”, “¿Seguro? Yo creo que no…”, “Que sí, que lo pone el GPS”, “Hombre, pues parece que es por este carril”, “¡Que no! que gires…” Pues ya no pudimos girar, y encima nos encontramos otro caravanote del mil, así que cuando por fin retomamos la carretera buena después de más de media hora (y con un poco de mosqueo, todo hay que decirlo) decidimos tirar para el aeropuerto directamente.

Con el Ok del coche devuelto pasamos el control y esperamos al avión. Este nos dejaría en Girona donde todavía teníamos que tomar el bus hasta Barcelona, a donde llegaríamos pasada la medianoche.

Se pasó el fin de semana volando y nos quedamos con muchas ganas de repetir, para entrar a algún museo o subir a alguna torre. Pero aunque hemos tenido poco tiempo, nos hemos hecho una idea de lo que es la Toscana, nos quedan grabados unos paisajes maravillosos y sobre todo nos llevamos muy buen recuerdo.

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