Por fin había llegado uno de los días que esperábamos con más ganas, ya que íbamos a hacer una de las rutas de senderismo más emblemáticas de los Dolomitas. Además, la mañana era espléndida: el cielo estaba casi despejado y brillaba el sol… quizás demasiado.
Desde este verano, es obligatorio reservar previamente el aparcamiento en el Refugio Auronzo, donde comienza la ruta. La cumplimenté tres días antes, cuando supe que no tendríamos tormenta. Después de registrarse en su página web, hay que escoger fecha y hora (horas en punto y horas y media). A partir de la hora elegida, el derecho a estacionar dura 12 horas; después, hay que marcharse sí o sí. Precio: 40 euros, los turismos. Es necesario poner la matrícula del coche. Si no se sabe (coche de alquiler, por ejemplo), se puede añadir más tarde. Se paga online mediante tarjeta de crédito.
Al principio, esta medida puede no gustar, pero, tras comprobar el resultado, me parece perfecta, pues ayuda a evitar la masificación y a controlar los accesos, que anteriormente eran un caos, según comentaba todo el mundo. Se han acabado los madrugones para no quedarse sin plaza, las colas interminables en la carretera y los miles de excursionistas queriendo llegar al mismo tiempo. Nosotros teníamos hora a las once de un domingo de finales de julio y pasamos tranquilamente, sin esperas. ¿Es caro? Sin duda, como todo en los Dolomitas. Pero antes de implantar este sistema, con todos los inconvenientes mencionados, ya costaba 30 euros. Si no se quiere pagar el peaje, se puede acceder en autobús público (hay que mirar bien los horarios) o a pie, pero son seis kilómetros de subida continua, que habría que sumar a los 11 de la propia ruta. En fin, que cada cual decida. En la foto, el inicio de la ruta junto al aparcamiento.

Al tomar la carretera que lleva al Refugio Auronzo, nos preguntaron si llevábamos reserva. De camino, vimos el Lago Antorno, que presentaba una estampa muy bonita. Por aquí, o muy cerca, estaba la barrera donde comprueban la matrícula del coche. Llegamos diez minutos antes de la hora y pasamos sin más.

Ya en el aparcamiento, un empleado nos señaló exactamente dónde debíamos aparcar. Había bastantes coches, pero también muchos huecos libres. Parece que el sistema funciona.

Ruta circular por las Tres Cimas de Lavaredo.
Tras calzarnos las botas y preparar las mochilas, nos dispusimos a comenzar la ruta circular que combina el sendero 105 con el 101, cruzándose ambos en las inmediaciones del Refugio Locatelli. Está bien indicado, pero, como de costumbre, llevaba el track en el teléfono. En lo que no nos fijamos fue en el sentido de la caminata y empezamos por el lugar más cercano a nuestro coche, que resultó ser el sendero 105. Respecto a si es mejor de esta forma o al revés, no sabría decirlo. Por el lado contrario, te ahorras la subida de las zetas, pero el final de la ruta toca todo en ascenso, aunque suave, eso sí. Sin embargo, si se quiere hacer también la ruta que lleva al mirador de la Cadena Misurina, es mejor el sentido que llevamos nosotros, ya que el inicio de la ruta queda al final del sendero 101, junto al Refugio Auronzo, pero tampoco importa demasiado.
Según mi copia de nuestra ruta en wikilock, los datos de la ruta fueron los siguientes:
Longitud: 10,48 kilómetros.
Duración: 5 horas 25 minutos con múltiples paradas y tiempo para bocadillo.
Altitud mínima, 2.170 metros; altitud máxima, 2.451 metros.
Calificación: con buenas condiciones meteorológicas, debe resultar fácil para gente habituada al senderismo en montaña. Sin embargo, no es un paseo.

Sendero 105.
Desde el principio, el sendero presenta unas vistas espectaculares que invitan a tomar un montón de fotos, lo que ralentiza una marcha bastante cómoda en la parte inicial, si bien el sendero es pedregoso y va a cierta altura (sin peligro alguno). Desde un punto concreto, pudimos contemplar a lo lejos, entre picos, las aguas azules del Lago Misurina.



La primera parte fue casi toda en suave descenso, lo que nos permitió admirar de costado la bellísima estampa de la Cadena Misurina y de otros grupos montañosos. Como en días anteriores, lucía el sol y la visibilidad era perfecta, con lo cual podíamos distinguir casi hasta el último pico como si lo tuviésemos al alcance de la mano.

Según un cartel, faltaba 1hora y 20 minutos para el Refugio Locatelli, el ecuador de nuestra ruta. Entonces empezamos a darnos cuenta de que eran más los senderistas con los que nos cruzábamos que los que iban en el mismo sentido que nosotros.



El momento en que aparecen, de perfil, las Tres Cimas resulta muy especial. Después de tanto imaginarlas tras verlas en multitud de fotos, allí estaban. Impresionantes.


Al cabo de unos minutos, las teníamos frente a nosotros. Y, en su base, vimos una pequeña laguna de un color verde muy chulo. En adelante, cada perspectiva era un motivo de foto. Un entorno imponente de verdad.



Pasamos por un refugio junto a un arroyo, donde había mucha gente descansando, pero no nos detuvimos. Un rato después llegamos a una empinadísima y pedregosa cuesta abajo provista de un cable para ayudarse. En realidad, no sé muy bien si para ayudar a los que suben o a los que bajan porque resulta tan complicada una cosa como otra. ¡Madre mía, qué pendiente!



Los que bajábamos, luchábamos para no resbalar con las piedras hacia adelante, y los que subían para no resbalar por las piedras hacia atrás. Menos mal que no es muy largo. Es difícil apreciar el desnivel en las fotos. Visto desde abajo, es el sendero que sube a la izquierda. Aunque no lo parece, en directo, se veía a la gente amontonarse en esta zona como un reguero de hormigas. En el valle, había un lago.



Hasta entonces, nosotros habíamos caminado en suave descenso desde el principio de la ruta, pero nos quedaba lo peor: el ascenso hasta el Refugio Locatelli, mediante una buena ristra de zetas con una pendiente muy acusada. Aunque no animaba mucho divisar el sendero y el refugio allá, arriba, había que encararlo cuanto antes, mejor.


Conforme íbamos subiendo, las panorámicas a nuestro alrededor se volvían más espectaculares, con lo cual parar a descansar suponía un placer para la vista. Aunque fue un poco duro, sobre todo por el sol y el calor, con tranquilidad, lo superamos sin problemas


En un punto, encontramos el cruce con el sendero 101, que utilizaríamos para la vuelta. Aún nos faltaban 10 minutos de subida hasta el Refugio Locatelli, que se encuentra a 2.450 metros de altitud.




El Refugio estaba muy concurrido. En su interior, hay alojamiento y restaurante. Se pueden utilizar los aseos y se permite el pic-nic en los bancos que están en el exterior. Pero estaban a pleno sol, así que, tras comprar unos refrescos, nos tomamos los bocadillos en un costado de la Ermita, donde había un banco adosado a la pared y a la sombra, sorprendentemente vacío. ¡Estupendo!




Obviando la gente y el propio edificio del refugio, el lugar es una maravilla, con unas vistas fantásticas alrededor. Además, hay un par de fotogénicos lagos, a los que merece la pena acercarse.


Desde este punto, se pueden contemplar la cara norte de las Tres Cimas de Lavaredo, con su forma de torres o almenas en todo su esplendor. De este a oeste, se llaman Cima Piccola, Cima Grande y Cima Owest. Unos nombres poco originales, la verdad.
Frente a nosotros teníamos también un promontorio rocoso, al que sube mucha gente, pues allí se encuentran unas cuevas, cuyas paredes enmarcan los picos de las Tres Cimas, y desde donde se puede tomar una icónica foto que aparece por todos sitios en internet. Pero el premio no me convenció hasta el punto trepar por aquel pedregoso y empinado sendero (no es demasiado complicado), bajo un sol de justicia.

Desde arriba, veíamos también con toda claridad el rasgo que deja entre las piedras el sendero 101, que íbamos a tomar para el regreso al Refugio Auronzo, dejando las Tres Cimas a nuestra derecha. El indicador señalaba 1 hora y 30 minutos hasta allí. Las agujas pétreas de este lado también tienen su “miga” visual.




En esta parte, la única incomodidad del camino era el sol, y algunos pequeños tramos con pendientes acusadas que se notaban más por la altura y el calor. Las panorámicas hacia todos lados seguían siendo impresionantes.




También me resultó curioso ver desde lo alto la “terrible” cuesta que he mencionado antes. La gente se arremolinaba en esos escasos metros en fila, como una ristra de hormigas. Estábamos llegando a la cima y pronto cambiaríamos de vertiente: había que contemplar lo que dejábamos atrás.



El sendero coronó en un punto donde las Tres Cimas se ponen de lado. En este punto, voy a recuperar algunas fotos del teléfono, de menor calidad, pero que ofrecen una panorámica más amplia. Y de verdad que merecía la pena.



Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue la fantástica y súbita visión de la imponente Cadena Misurina, con un sinfín de picos detrás. Maravilloso. No sé describirlo.



Desde aquí, el sendero sigue en continuo descenso hasta el Refugio de Lavaredo, a 2.344 metros de altitud, desde donde parten varias rutas.



Seguimos adelante, llevando a nuestra derecha la cara sur de las Tres Cimas (imponente pero no tan carismática como la cara norte), mientras caminábamos hacia una cada vez más cercana perspectiva de la Cadena Misurina.

Por el camino, vimos una ermita, con varias parejas de novios haciéndose fotos. Llegamos a la conclusión de que podía tratarse de una campaña publicitaria sobre bodas y vestidos. A la izquierda, se iba dibujando un profundo valle flanqueado por multitud de picos y, al fondo, la mancha brillante de un lago de aguas azules que podría ser el de Santa Caterina.


La ruta termina junto al Refugio Auronzo, desde donde cada cual ha de buscar su coche en el aparcamiento.

Ruta al Mirador de la Cadena Misurina.
Frente al Refugio Auronzo parte, a la izquierda, un sendero que conecta con esta ruta, de unos tres kilómetros en total. Con un desnivel de unos 167 metros, se tarda en torno a una hora en hacer. Suele recomendarse como complemento a la caminata de las Tres Cimas de Lavaredo. Cuando vio la pendiente que había que subir, mi marido prefirió continuar hasta coche, pero yo me animé a seguir adelante.

El sendero resulta fácil, pero salva varios repechos molestos, sobre todo bajo el sol y con el cansancio acumulado. Los llevé casi peor que las zetas hacia el Refugio Locatelli.


Desde su punto más alto, a 2.355 metros, se tienen unas vistas muy bonitas de la cara sur de las Tres Cimas de Lavaredo (hacia atrás) y de la Cadena Misurina (hacia adelante), así como del valle que surge a nuestros pies y de todas las montañas de alrededor.

Las panorámicas son preciosas, pero solo considero imprescindible este añadido si no se han podido contemplar bien los picos de la Cadena Misurina desde la ruta de las Tres Cimas de Lavaredo. En fin, es mi opinión. Claro que si se está con ánimo y ganas, pues adelante sin dudarlo.


Muy contentos con lo visto en la jornada, nos dirigimos hacia Cortina d’Ampezzo, donde nos alojaríamos las dos noches siguientes.
Una ruta imprescindible en los Dolomitas

