-Fecha: Julio 2010 (del 12 de julio al 19)
-Vuelo: Ryanair Sevilla-Marrakech
-Ruta: Marrakech-Ait Ben Haddou-Valle del Dades-Valle del Todra-Erg Chebbi(Rissani, Khamlya)-Haimas-Marrakech.
-Hoteles:
*Ryad en Marrakech: Noor Charana.
*Albergue en el Dades: 5 Lunes.
*Hotel en Erg Chebbi: Café du Sud.
No sé dónde empezó mi obsesión por el desierto...
Creo que siempre me gustó cómo sonaba la palabra Marrakech, se me hacía la boca agua: Marrakech, seguro que llena de sabores, de olores, de voces distintas. Así que me decidí a mirar qué podía ofrecerme la ciudad. Y una cosa llevó a otra y yo me juré a mí misma que en unos meses tenía que ver las dunas del Erg Chebbi, que turistadas a parte (porque de eso no nos escapamos ninguno) tenía que estar ante una duna más grande que un edificio de quince pisos y tenía que dormir sintiendo la arena debajo de mí.
Y obviamente lo logré.
En este tipo de viajes te pones un presupuesto que al final nunca cumples, le dije a mi pareja (en realidad le prometí) que nos iba a costar poquísimo, que una semana entera no nos costaría mucho… Le mentí. El viaje salió por el doble de lo que esperaba, pero no me arrepiento y si seguís leyendo sabréis por qué. Fue un viaje lleno de improvistos, no sé si casuales, o por azares del destino, pero que dejaron un buen sabor de boca.
El vuelo con Ryanair costó tirado de precio, creo que 10 euros por persona (Sevilla-Marrakech). Al llegar aguantamos media hora en la aduana y al salir nos esperaba el taxista contratado (150 dirhams) por el ryad. Bueno, ‘nos esperaba’ es un decir, porque estaba sentado y medio dormido en la otra punta del hall, con un cartel sobre su regazo que nadie podía leer, pero le encontramos y pese a las limitaciones del idioma fue muy amable.
No tengo palabras para describir ese primer contacto con Marrakech. Me alegro de haber dejado pasar unos meses (lo publico ahora pero lo escribí hace tiempo) antes de escribir el diario, porque el choque fue tan grande que no sabía si maravillarme o llorar. Cuando ese taxi se metió en la medina casi arrollando a burros, motos, niños descalzos, mujeres con paja en la espalda… Sí, era otro mundo, el que esperaba. Al menos hasta que toqué tierra firme. Quizá fuera porque lo tenía muy idealizado pero al pensar en el bullicio de Marrakech y en esa mescolanza de colores, sabores y olores se me olvidó un detalle importante: los hombres. Los cientos de hombres que viven allí, que en pleno verano poco pueden hacer más que sentarse en la calle y mirar pasar a turistas. No me sentí cómoda, la verdad. No sé ni cuántas veces me tocaron, me acosaron, me llamaron de todo en español e italiano… Al principio pensaba que quería venderme algo, ¡pero no! Se supone que sube la moral hasta límites insospechados; le gustan las morenas con curvas porque a las turistas rubias y delgadas con shorts tan cortos como cinturones no les hacían mucho caso. Pero en fin, eso fue lo único malo: no tener el suficiente sentido del humor como para entender la situación, sé que cuando vuelva (porque volveré), no me lo tomaré tan a pecho y podré recorrer la medina sin agobiarme porque seis hombres se levanten de golpe y me llamen ‘Maria José, bella, ven’.
Bromas a parte, creo que esa ciudad es para recorrérsela minuciosamente y si es con alguien que la conozca, mejor, porque entonces tiene que ser espectacular, ya que yendo solo a veces no sabes si puedes o no meterte por según qué lugares. Todavía recuerdo a ese chico cogiéndome de la mano y diciéndome que estaba prohibido tirar por esa calle para mí, que sería mejor que le siguiera a él hasta unas fuentes preciosas, porque al no ser practicante del Islam yo no podía cruzar al otro lado. Obviamente no le creí… ya venía con la norma aprendía. Ir en julio con 45-50 grados no es muy aconsejable, pero aún así creo que vimos bastante para estar solo un día allí. Somos de los que caminan sin parar.
El hostal, con ese bendito aire acondicionado, era genial. El Noor Charana no tiene piscina pero nada más llegar, el dueño (que habla perfecto inglés) nos ofreció pastas y té y el desayuno era enorme y completísimo. Las habitaciones limpias y espaciosas, con un baño cuidado y la ubicación buena, solo a unos 5-7 minutos andando de Jemna El Fna. Un detalle que al principio no me hizo gracia es que las puertas de las habitaciones no tienen llave. Le eché una mirada preocupada al hombre cuando me lo dijo, a lo que él respondió: ‘It’s safe’, y en fin, a mí no me robaron nada y yo le creí. Ese hombre era un trozo de pan, nos dijo que si hacía falta se levantaba a la hora que quisiéramos para hacernos el desayuno, aunque éste empezara a las 08.00.
La plaza de Jemna el Fna es increíble, pero como os he dicho no creo que la disfrutara al cien por cien. De todos modos hay que vivirla, por la mañana y por la noche, hay que beber zumo natural, hay que cenar en uno de sus puestecitos y escapar del hombre de las serpientes, de los monos, del aguador, hay que escuchar al cuenta cuentos y no entender nada más que las miradas atentas del resto de gente que se aglomera a su alrededor… Y sobre todo hay que regatear.
Sin mapa y a lo loco nosotros nos metimos en lo más hondo del centro, donde intentan timarte (o sobrevivir, quién sabe), cada dos por tres -ay, Katanga, Katanga…-. Ese primer día comimos en la terraza del segundo piso de Chez Chregrouni (nos gastamos unos 140 dh los dos y no nos acabamos los platos). El zumo de naranja de rigor me lo tomé en el puesto 39 a 3 dh, riquísimo, aunque ya estaba preparado y seguramente con agua, pero qué fresquito, madre mía.
Cuenta en Chez Chegrouni
Puesto 39, zumo a 3dh
Y para la cena volvimos a la plaza (en realidad siempre estuvimos por allí, intentando buscar el zoco de las babuchas invisible). La plaza parecía otra, con todas esas casetas de comida, con esos olores tan especiados y música y luces por todas partes. Cenamos en el puesto número 34, donde Abdul ‘Arguiñano’ –así se presentó- nos atendió de maravilla, en español, en catalán y en cualquier idioma que le pusiéramos por delante. Comimos cinco brochetas mixtas y una pastela más dos botellas grandes de agua (que NUNCA estaba fría en NINGÚN sitio), todo por 125 dh. Abdul nos invitó a tomar el té con sus amigos más tarde pero estábamos cansados y volvimos al ryad.
Comiendo pastela de ave y brochetas en el puesto 34
Fue gracioso porque al llegar por la mañana yo me había preocupado por si la zona del ryad por la noche era solitaria o me daría miedo (hablo de Derb Dabachi, sí, ilusa de mí), ¡cuando volvimos de la cena estaba el triple de transitada! No cabía ni un alma, fue un espectáculo digno de contemplar, en serio. La callejuela en sí del ryad es otra, claro, y no tiene ni iluminación, pero me sentí muy segura.
Derb Dabachi de noche
Cuando llegamos al hostal empezamos a asimilar que nuestra pequeña aventura empezaba, nos acostamos deseando que ya fuera martes, porque... ¡por fin nos íbamos al desierto!
MARTES: Ait Ben Haddou y noche en el Valle del Dades
Llegamos un lunes y aunque el martes íbamos directos al desierto pensábamos que el sábado y el domingo podríamos seguir descubriendo Marrakech. Por desgracia y como adelanto os diré que fue imposible porque en el camino de vuelta empecé a sentirme muy rara y al llegar al hostal tenía 40 de fiebre, vómitos y descomposición, así que fue un viaje completo.
Pero ese es el triste final y todavía estamos por el principio, ahora empieza lo bueno. El guía me llamó por la mañana y me dijo que nos acercáramos a la plaza Jemna el Fna, ahí veríamos un 4x4 naranja, era de un naranja tan chillón que no fue difícil de identificar. Me senté al lado del guía y mi pareja detrás y rápidamente bromeé con que se iba a cansar de mí porque no me iba a callar en todo el día ya que soy muy preguntona. Él se rió y me dijo que si no me callaba me dejaría en el desierto para siempre. Tan bromista como yo, conectamos en seguida. Así que me puse a hablar con él sobre Marrakech y luego sobre la ruta y cuando cogí confianza empecé a hablarle sobre la situación de Marruecos, su cultura, la nuestra, y mil cosas más.
Fuimos a ver Ait Ben Haddou, la kasbah más famosilla por haber salido en muchas películas. Nuestro guía se quedó abajo mientras nosotros la explorábamos. A más de 40º estaba vacía, aunque para llegar hasta ella había que cruzar el río y por supuesto nos esperaban allí dos niños pequeños y un adolescente en su moto dispuestos a ‘ayudarnos’ a cruzar cogiéndonos la mano. Yo sé que no tendríamos que haberles ayudado de esa manera, pero el niño que se acercó a mí me dio pena, era mi primer destino a un país donde te encuentras este tipo de situaciones, así que le cogí de la mano y me llevó, mi novio le dijo al otro que a él no le hacía falta ayuda, así que le di una moneda cuando llegué al otro lado. Obviamente nos siguieron, y el mismo niño quería hacernos entrar a una de las casas de barro, pero le dijimos que no y nos adentramos solos en el laberinto.
Álex y el amiguito
Y entonces nos encontramos con un personaje al que nunca podré olvidar. Lástima que no le hice foto, pero es que me dejó asombrada. Quizá fuera el hombre más feliz del mundo o su sonrisa viniera de fábrica; estaba tumbado en la penumbra de su casa (creo que era una tienda de alfombras, que cubrían las paredes), nos llamó desde allí cuando subíamos unas escaleras de adobe cerca de su puerta. Nos hizo pasar y le dijimos que teníamos prisa porque nuestro guía nos esperaba –“la prisa mata y la pachorra remata”, contestó con su sonrisa a lo Chesire Cat- y empezó a preguntarnos de dónde veníamos, hacia dónde íbamos, nos ofreció su terraza con vistas… “Gracias, gracias, luego volvemos”. Y nos marchamos rápidamente, porque llevábamos el chip en la cabeza de que todos querían vendernos algo. La verdad es que nunca sabré si ese hombre quería o no vender o es que era simplemente feliz. Nos parecía el rey de Marruecos, parecía saberlo todo... y nunca más he vuelto a ver un turbante tan grande como aquél.
Cuando seguíamos subiendo me di cuenta de que el niño que me había dado la mano seguía por ahí, persiguiéndonos, y como topamos con un vendedor un poco pesado que dibujaba quemando la madera con el sol que se colaba por una lupa (interesante, pero no iba a comprar nada), decidí que iba a darle algo más al chico, lástima que no pudiéramos entendernos ni en inglés ni en francés ni en español, pero llegamos hasta la cima y luego le pedí que buscara caminos sin vendedores y lejos del hombre del turbante porque no teníamos tiempo y me entendió, así que volvimos abajo perseguidos por un perro enfermo lleno de garrapatas gigantes. La verdad es que me encantó la fortaleza, fue impresionante, como si nos alejáramos del mundo.
El guía nos esperaba cerca del 4x4 y continuamos con la ruta. Paramos a comer en un hotel con piscina, estaba vacío pero la comida era buenísima, el camarero nos trató como reyes y aunque la piscina estaba llena de avispas era una gozada darse un chapuzón con ese calor.
En la piscina del hotel donde comimos
Chicles que nos compró nuestro amigo guía en una parada para tomarnos algo
Decidimos dormir una noche en el Valle del Dades, porque como todo el mundo dice (y es verdad), las Gargantas del Dades son menos turísticas que las del Todra. Para mí no mejores, cada una tuvo su encanto. Antes de ir al hotel paramos para tomar unas cervecitas que ya habíamos comprado de camino, nos sentamos y nos relajando viendo el valle y las rocas en forma de dedo. Precioso.
En ruta
Y al llegar al ‘5 Lunes’ nos prepararon la cena en una mesa baja y nos sentamos a charlar sentados en los sofás, bajo las estrellas, donde conocimos otros turistas. La verdad es que esa noche pasé muchísimo calor y todo por no hacer caso de los chicos con turbantes que nos decían que era mejor dormir fuera que dentro, pero a mí me llamó la atención la habitación llamada ‘Venus’ y en fin, un error lo comete cualquiera (pero mi mosquitera era genial... a ratos).
MIÉRCOLES: visita a las Gargantas del Dades y del Todra y la gran llegada al desierto del Erg Chebbi.
A la mañana siguiente quedamos con el guía en que íbamos a andar un poquito y ya nos recogería más adelante, así podríamos caminar un tramo del Valle y ver a pie algunos pueblos, y la verdad es que me encantó la experiencia; íbamos saludando a todo el mundo, aunque nos miraban algo sorprendidos, ya que la costumbre es ver a los extranjeros solo montados en sus 4x4. El plan después del paseo era ir a ver las Gargantas del Dades y luego las del Todra. Por el camino nos encontramos con una boda, con la novia con la cara tapada llevada por el resto de gente, nos saludaron sonrientes cuando enseñé la cámara para hacer alguna foto y la verdad es que me sorprendió porque había oído que son muy celosos de sus costumbres.
Boda bereber
Subimos por la zigzageante carretera que lleva a las Gargantas y luego el guía nos dijo que atravesáramos una parte de ellas a pie, él estaría al otro lado. Poder sentir la inmensidad de esas rocas sobre tu cabeza, sin nadie más, completamente SOLOS, fue genial. Cruzamos bordeando el pequeño río, sintiendo que entre esas dos moles el calor no podía hacernos nada.
Foto de rigor tras el zig-zag
Gargantas del Dades
Luego nos encaminamos hacia las del Todra y a lado y lado de la carretera vimos muchísimos palmerales. Al llegar allí volvimos a quedarnos solos, nuestro guía nos esperaría a las puertas del pintoresco restaurante donde suelen comer todos los turistas que van allí. Aunque ‘solos’ es una palabra que no puedo utilizar aquí, porque las gargantas del Todra están a reventar. Me sorprendió que pese a tanto turisteo hubiera gente autóctona (o al menos yo pensé que lo eran), bañándose en el río con toda la familia. Algunos chavales jóvenes nos ofrecieron collares y pulseras, pero fueron muy simpáticos, porque les dije que era estudiante y que no iba a comprar nada y no insistieron más. Desde luego cualquier coincidencia entre vendedores de Marrakech y bereberes del Atlas es pura casualidad…
Por el Todra
Gargantas del Todra
Comimos en esa gran carpa del restaurante que simula una tienda bereber y no sabéis cuánto agradecí el aire acondicionado, la penumbra del sitio y sentarme en el sofá con las piernas cruzadas, descalza, a mis anchas. Después de ese almuerzo nos esperaba un largo camino hacia el desierto del Erg Chebbi.
Por una de las carreteras nos encontramos con otros dos 4x4. El guía me guiñó un ojo y me dejó sacar medio cuerpo fuera por el techo del coche y me encantó la sensación de libertad, corriendo tanto, sintiendo el aire caliente, jugando a las carreras con los otros 4x4, oyendo a Macaco, a Paco de Lucía, gritando… Al final paramos en medio de la nada, o eso pensábamos, los otros 4x4 hicieron lo mismo y resulta que estábamos en un pozo antiguo de agua y nos refrescamos un rato todos, los guías y los turistas (otro español y tres italianos). En realidad yo no me refresqué: ¡me empaparon de agua! Otro momento para recordar.
Pozo en medio de la nada
A medida que íbamos acercándonos al desierto yo me iba poniendo nerviosa. Había soñado muchísimo con ese momento y si ya de por sí me lo tomo todo como si fuera el último día de mi vida, imaginaos estando a media hora de uno de los desiertos con las dunas más altas… Le dije al guía que queríamos pañuelos de azul añil, como los de los bereber, que nos hacía ilusión ponernos uno antes de llegar, así que él mismo se encargó de encontrarlos en uno de los pueblos a las puertas del desierto y antes de llegar al hotel paramos en una pequeña fuente manual y él mismo los limpió frotándolos con un trozo de rueda de neumático; la verdad es que fue todo un detalle por su parte y nos prometió que ese tipo de pañuelos desteñían solo una vez, no más.
Y llegó, poco a poco. Fui reconociendo las siluetas de las dunas y me quedé impresionada. Se suponía que el plan era pasar una noche en el desierto, en el campamento de haimas y otra en el hotel. Yo fui escuchando las diversas maneras de llegar a las haimas pero iba un poco sin hacer caso, impresionada por ese panorama alucinante de colores rosas, dorados y marrones, pero al final atendí al guía cuando me dijo que aunque en principio íbamos a ir en camello, hasta llegar al campamento eran 2 horas. La verdad es que ir saltando sobre el pobre animalito no era algo que me hiciera mucha ilusión, así que nos subimos a los quads (sé que no ayudan mucho al medioambiente, pero en aquel momento no lo pensé, estaba excitada, estaba histérica). Y qué decir: quads + dunas enormes + desierto brutal. Yo solo os digo que es una de las mejores experiencias de mi vida junto con mi visita a los fiordos noruegos o ver las olas del Báltico congeladas. Recuerdo que hubo un momento que nos encontramos con una caravana de camellos y la rodeamos a mucha velocidad y yo sentí que estaba en medio de un episodio de Natural Geographic, con todo tan nítido, el contraste de colores entre el cielo y la arena, los pañuelos azules, los movimientos de los animales, tan característicos y pausados… y la velocidad de los quads y el subir y quedarse atrancado pero volver a intentarlo y sentir cómo saltas y sigues viendo más dunas hasta el infinito, sintiendo vértigo en el estómago porque al subir una no sabes lo que te depara la siguiente.
No sé, es algo que tengo grabado en mi mente a fuego lento, me estoy emocionando solo de imaginármelo de nuevo, se me pone la carne de gallina.
Mi primer contacto con el desierto, a lo lejos
Los dos al lado de uno de nuestros quad
Cuando llegamos al campamento de haimas todavía estaba vacío así que nos dimos una vuelta. Álex y yo y nos tumbamos en la arena escuchando el silencio. Era todo tan extraño, tan distinto y nuevo. Me pregunté si lo mismo sentiría un bereber criado allí al llegar a una ciudad de las nuestras. Ese silencio me infundía una mezcla de miedo y placer, de nostalgia rara, como si ya lo hubiera conocido antes.
Yo a los pies de la Gran Duna
Cuando empezó a oscurecer entramos en el campamento y nos sentamos en una de las mesas del centro con la otra pareja que había decidido venir en quad, tuvimos una charla muy entretenida con ellos; eran dos portugueses (Tito y Sonia), pudimos compartir experiencias de viaje e ideas sobre política y economía. Poco a poco fueron llegando los demás y empezó la cena. Hacía tanto calor y estaba tan cansada que no comí apenas y empecé a sentir cada dos por tres la boca seca (sí, creo que era un preludio de lo que me ocurrió días más tarde), pero no le di importancia, de todos modos intentaba beber mucha agua. Decidimos hacernos las camas en el propio campamento pero fuera de las tiendas –algunos se marcharon fuera del campamento y lo disfrutaron más- quizá nuestra idea fue un error porque los escarabajos del desierto, atraídos por la luz, correteaban tan tranquilos y, la verdad, son muy rápidos, MUY rápidos, en serio (la siguiente noche el guía me dijo: "Rosa, coge esto" Y yo lo cogí, ¿adivináis qué era? Todos se rieron, hasta yo, pero... ¡no soporto los bichos!) . No dormí bien, fue un duermevela, entre los gatos, los escarabajos, el viento ardiente de arena… pero en fin, toda una experiencia, aunque turística, buscada. Justo cuando creí empezar a dormirme escuché una campana: ¡a desayunar! ¡Pero si me muero de sueño!
Por supuesto Rosa que no pense que tu mencion lo fuera, es sencillamente lo que tu dices aplico la norma sin distincion ya que soy yo sola para todos los diarios y hasta que se controle un poco el spam no hago excepciones, hago lo mismo en todos los diarios sean moderadores, admis , usuarios....todos igual voy revisandolos todos poco a poco. Gracias por entender mi labor
A mí me ha gustado la parte literaria del diario, está bien escrito, cuentas las cosas con gracia y sentido del humor, y con tu personal visión.
Pero las fotos, tienen una rara tonalidad, ¿ están hechas con un móvil ?
Es una historia muy larga... Son capturas de imagen de capturas de imagen de un pdf... Raro, ¿verdad? jajaja Soy muy impaciente y por no esperarme lo subí ayer así. En un par de días las pondré en buena calidad
6 Días por el sur de MarruecosViaje de 6 días en semana santa llegando a Esauira, pasando por Marrakech, con tour a Uarzazate...⭐ Puntos 5.00 (2 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 36
El Sahara OccidentalAl Sur del Sur, entre el desierto y el océano, un viaje por el Sáhara Occidental desde Agadir a Dakhla⭐ Puntos 5.00 (10 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 34
Gracias, Jotaatar. He mirado y me parece que sale mucho de la ruta pq no vuelvo a Fez, iríamos de allí a Marrakech. Lo que estoy viendo es que son muchísimas horas de carretera. Es muy exhaustivo?
Recomendáis tour organizado?
Buenas, nosotros hicimos algo similar en 2008 en coche de alquiler. Te paso nuestra ruta.
Día 1: Fez
Día 2: alquilar coche Fez
Fez- Ifrane _ Azrou _Aïn Leuh _ Sources de l’Oum er Rbia__ Khénifra
Día 3:khénifra___Midelt__Gorges d’Aouli__Gorges du Ziz__Source Blue de Meski_ Merzouga
Día 4: Ruta desierto y dormir en el desierto
Día 5: Merzouga _ Garganta del Todra__ Garganta del Dades
Día 6: Garganta Dades __ Skoura __ Ouarzazate ___ Aït Benhaddou-Tizi n Ticha_ Aït Ourir
Día 7: Aït Ourir __ Cascadas de Ouzoud __ Marraquech
Día 8: Marraquech
Este viaje que te propones es bonito en coche de alquiler y en primavera o principios de otoño con muchas mas horas de luz diurna porque ahora vas a tener luz diurna entre las 8 am y las 18.30 pm (en los valles menos aún) por lo que, como quiera que Marruecos es un destino comodín para el turismo español, por su cercanía y facilidad de viajar a él (sobre todo con vuelos low cost), te sugeriría que realizaras una ruta de "ciudades" ya que esos 8 días te permitirán patear unas cuantas y ademas sin necesidad de alquilar un coche (desplazamientos entre ciudades en tren que no te obligan a madrugar o que puedes utilizar en trayectos vespertinos para aprovechar al máximo las horas diurnas para visitas)
Día 1 – Sábado 8/11: Llegada a Fez a las 17h
Día 2 – Domingo 9/11: Fez. Todo un día en Fès te permitirá ver lo mas clásico a nivel turístico.
Día 3 – Lunes 10/11: Fez → Meknes (en tren, 45' , 40 dh en 1ª clase, múltiples frecuencias). Visitas lo que te convenga en Fès y cuando te plazca, tren para Meknes.
Día 4 – Martes 11/11: Meknes → Rabat (en tren, 2 h, 115 dhs en 1ª múltiples frecuencias, noche en Rabat ciudad). Visita de Meknes y partida en tren tras la puesta de sol, con tu equipaje en depósito en el alojamiento escogido mientras visitas Meknes. Un día bien aprovechado sinntener que madrugar, te permitirá ver lo mas relevante de la ciudad a nivel turístico e incluso tener un paso en calesa.
Día 5 – Miércoles 12/11 : Rabat. Un día competo en Rabat te permitirá visitar lo mas turístico de la ciudad, incluso de noche con los monumentos iluminados. Rabat es una de las ciudades mas seguras en el pais
Día 6 – Jueves 13/11: De Rabat a Casablanca, para visitar lo mas relevante (Mezquita Hassan II, medina, Plaza de Naciones Unidas-Souk, Plaza Mohammed V y Mercado Central, con una cerveza si encarta en el Rick's café o una buena comida en la Taverne du Dauphin. Desde Rabat en tren de alta velocidad, 60 dhs en 2ª clase, 45' totalmente factible, y todo caminando o en tranvía, saliendo de Rabat sin madrugar. De Casablanca a Marrakech en tren, 285 dhs 1ª clase, que sugiero pagar porque son 3 horas de trayecto. Múltiples frecuencias que te permiten ajustar tu horario de visitas en Casablanca, en especial si escoges los horarios de las 17.44 o 18.44 pm (con llegadas respectivamente a las 20.35 y 21.35 pm, horarios nocturnos que en una ciudad como Marrakech no son relevantes a menos de que quieres ir a buscar un alojamiento en lo mas profundo de la medina.
Día 7 – Viernes 14/11:Marrakech
Día 8 – Sábado 15/11: Marrakech vuelo sale a las 22:50
NOTA CONSIGNAS : en Casablanca, el Hotel Al Walid - Black Rocks que está justo al lado de la estación de tren Casa Voyagers, admite consignas de equipajes, cobran 60 dhs por maleta por la jornada diurna, hay que mostrar pasaporte tanto a la entrega como a la regogida y llevar una fotocopia del pasaporte que se quedan ellos.
Trenes : www.oncf.ma
Estación de tren en Meknes : Meknès Al Amir
Estación de tren en Rabat : Rabat Ville para llegada desde Meknès
Estación de tren en Rabat : Rabat Agdal para TGV desde Rabat a Casablanca
Estación de tren en Casablanca : Casa Voyageurs para llegada con TGV y para salida hacia Marrakech
Opcional : estación de tren de Rabat Ville para ir a Casablanca en tren convencional que permite llegar tanto a la estación de Casa Port como a la estación de Casa Voyageurs, aunque sugiero esta segunda si se lleva equipaje para dejar en consigna y porque ademas, delante mismo d ela estación esta el tranvía.
NOTA : Tranvias en Casablanca y Rabat
· El Tramway Casablanca
Tramway en Plaza Mohammed V
El Tramway es un muy buen medio de transporte en Casablanca. Funciona desde las 5.30 am hasta las 22.30 / 23.30 pm y a efectos turísticos pasa por algunos de los puntos mas destacados y de interés como pueden ser la Plaza de las Naciones Unidas (y Medina), la Plaza Mophammed V (y Parque de la Liga Arabe), la Plaza de Hassan II, o la propia Avenida Mohammed V (Mercado Central).
Su coste es de 7 dirhams por viaje y persona en billete sencillo; los billetes son tarjetas (recargables) que se compran directamente en las máquinas expendedores sitas en todas las estaciones, en metálico y en dirhams o bien con tarjeta de crédito; tanto para acceder a la estación como para salir de ella, es necesario pasar el billete por el lector; en todas las estaciones hay personal de la Sociedad Casa-Tram que ayudan al viajero.
El precio del billete simple al comprarlo la primera vez es de 7 dirhams (incluye un viaje)y el precio de la recarga para cada uno de los 10 viajes que permite recargar es de 6 dirhams. Recargar las tarjetas es muy simple en los terminales automáticos de venta que hay en cada estación y en la pantalla táctil se van indicando los pasos a seguir así como el importe a pagar para cada operación; no es necesario recargar uno a uno los viajes puesto que en función del tipo de tarjeta de viaje, el sistema ofrece las diferentes opciones (recargar 1, 2, 10 ....) las pantallas de los terminales están en árabe, francés e inglés, pero no en castellano.
El tramway en la estación de Casa Vogayeurs
· El Tramway Rabat
Tramway (Catedral de San Pedro)
El tranvía une diferentes puntos de ambas ciudades y a efectos turísticos pasa por algunos de los mas destacados y de interés como pueden ser la Av Mohammed V (a la altura de la estación de tren de Rabat Ville), la Plaza As Joulane, (Catedral de San Pedro), la Avenida Hassan II (con parada y giro a la altura de Bab Chellah, la avenida que conduce directamente a la Gran Mezquita y a la calle Souika), la medina (bueno, no por ella, sino por su perímetro, puertas Bab el Lahlou y Bab Chellah), por un buen trecho de las murallas (con Bab Rouah, Bab el Had como puntos significativos con paradas del tram), el Jardín Botánico y la Biblioteca Nacional (con parada delante) y tiene parada cerca de la Torre Hassan y Mausoleo Mohammed V, además de Salé donde, a efectos turísticos la parada mas interesante es la de Bab Lamrissa delante de la medina de Salé.
Su coste es de 6 dirhams por viaje y persona, y los billetes son tarjetas de un solo uso que se compran directamente en las máquinas expendedores sitas en todas las estaciones, (en metálico y en dirhams o bien con tarjeta de crédito); también se pueden comprar en kioscos normalmente allí donde venden tabaco, prensa, etc. A diferencia de Casablanca, estas tarjetas no se pueden "recargar". Los billetes NO caducan, es decir, uno puede comprar 6 billetes por ejemplo y utilizarlos cuando le convenga.
En Rabat el billete se valida en el interior del tranvia. No olvidar validarlo puesto que pasan los revisores; el no validar el billete supone una sanción de 50 dirhams.