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NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER ✏️ Blogs de Noruega Noruega

De punta a punta de Noruega
Autor: Jmfmb  Fecha creación:  Puntos: 4.8 (6 Votos)
Camino al Cabo Norte

Camino al Cabo Norte


Localización: Noruega Noruega Fecha creación: 28/04/2012 23:10 Puntos: 5 (1 Votos)
Cómo empezó todo

Hace diez años mi mujer y yo hicimos un viaje a Escandinavia, que como es fácil suponer nos dejó encantados. Nuestra ruta fué Copenhague-Malmoe-Estocolmo-Lund-Uppsala-Kiruna-Narvik-Islas Lofoten-Bodo-Trondheim-Alesund- Geiranger- Balestrand-Flam-Fjaerland-Bergen y Oslo. Todo ello en 22 días combinando tren, autobús y ferry. De todo lo que vimos seguramente Noruega fue lo que nos gustó más.


NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino al Cabo Norte (1)

Medio en serio medio en broma nos hicimos el propósito de volver al cabo de, por ejemplo, diez años. Además, solo habíamos podido ver la parte sur, nos quedaba por tanto ver la parte norte y de paso aprovecharíamos para volver a las islas Lofoten que nos dejaron tan fascinados. En aquel momento aquello sonaba a una de tantas frases que se dicen sin tener demasiado en cuenta qué se está diciendo.
Pero, vaya, como el que no quiere la cosa ya han pasado los diez años, y alguien (yo) desempolva aquella frase.
Mmm…, y ¿Por qué no?
La verdad es que tampoco necesitábamos demasiados argumentos para convencernos.
De manera que a mediados de abril empezamos a planificarlo todo para viajar a finales de julio.
Noruega siempre ha sido un destino muy caro. Cuando empezamos a ver precios de hoteles, nos damos cuenta que son extremadamente exagerados. Como guardamos todo, empezamos a comparar con lo que nos costó hace diez años y la diferencia es brutal. ¿Quizás el euro ha tenido algo que ver?
Por otra parte, también hay que decir que la aparición de las low cost también nos ha puesto más al alcance destinos de media distancia como este.
Veamos: Viaje en tren hasta Narvik, en el mejor de los casos unas 38 horas, con un interrail de 22 días para mayores de 26 años, 494 euros, más suplementos. Viaje en avión Barcelona-Oslo y Oslo-Tromso, unas nueve horas incluyendo tres y media de tránsfer, 365 euros ida y vuelta, comprado el billete con unos dos meses de antelación. Hombre, no parece que haya color.
Después de barajar diversas alternativas, al final nuestra ruta quedará como sigue:
1º dia.- Barcelona-Oslo y Oslo-Tromso
2º dia.- Tromso-Alta
3º dia.- Alta-Honningsvag
4º dia.- Honningsvag-Alta
5º dia.- Alta-Nordkjosbotn
6º dia.- Nordkjosbotn-Stave (Islas Vesteralen)
7º dia.- Stave (Islas Vesteralen)-Kabelvag
8º dia.- Kabelvag-Islas Lofoten-Kabelvag
9º dia.- Kabelvag-Abisko
10º dia.- Abisko-Tromso
11º dia.- Tromso-Oslo y Oslo-Stavanger
12º dia.- Stavanger-Preikestolen
13º dia.- Stavanger
14º dia.- Stavanger-Egersund-Stavanger
15º dia.- Stavanger-Oslo
16º dia.- Oslo-Barcelona
Los precios son según el cambio a julio de 2011.

1r dia.- Barcelona-Oslo y Oslo-Tromso

Nuestro vuelo Barcelona-Oslo sale a las 10:15, de manera que con tiempo suficiente nos presentamos en el mostrador de facturación de la compañía Norwegian. Hay un poco de cola, pero no mucha. La mayoría son noruegos que vuelven a su país después de pasar sus vacaciones en España. Llega nuestro turno y facturamos las dos maletas que llevamos (dos más de cabina). Aunque las low cost son bastante restrictivas con el tema del equipaje (podemos llevar hasta 20 Kg. por persona), nuestras maletas pesan 15 y 17 Kg, por tanto no hay ningún problema.
Aunque parezca una pregunta un tanto absurda, le pregunto a la chica del mostrador de facturación, si nuestras maletas van directas a destino. Me dice que no me preocupe, que las maletas van directamente a Tromso. Además, a la etiqueta de facturación le añade otra de color amarillo fluorescente en las que se lee “Transfer”. Con aquella sensación de “pero hombre, qué dices!” por la pregunta, nos dirigimos a la puerta de embarque para subir al 737-800 que deberá llevarnos hasta Oslo.
Más adelante veremos que no era una pregunta tan absurda. Estuvimos en un tris de fagocitarnos las vacaciones.

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Norwegian te ofrece la posibilidad de elegir asiento, previo pago de un suplemento. A nosotros nos da igual donde vayamos sentados, de manera que dejamos que nos asignen ellos nuestras plazas.
A la hora en punto, cosa rara, despegamos del Prat dirección Oslo. Son tres horas y media de vuelo que entre leer, escuchar música y alguna cabezadita se pasan bastante rápidas.
Bueno, pues ya estamos en Oslo. Bajamos del avión y seguimos las indicaciones de “Transfer” para situarnos en la puerta donde embarcaremos dirección a Tromso. Unos metros antes de cruzar la puerta del hall de llegadas, vemos un cartel de generosas dimensiones en el que se indica en noruego y en un inglés bastante comprensible que hay que recoger las maletas, incluso en el caso de hacer transbordo. Aquí tenemos un conflicto: La chica de facturación de Barcelona nos aseguró que iban directas a Tromso, que no debíamos recogerlas en Oslo y además le colocó a las maletas una etiqueta muy evidente con el rótulo “Transfer”. Pero delante teníamos un cartel también muy evidente que esto no era así.
Momentos de duda.
Esperamos unos minutos (demasiado pocos), en la cinta de salida de equipajes de nuestro vuelo, y nuestras maletas no salen. Parece (solo parece) que ya no salen más maletas. Nos fiaremos de aquella chica rubia de aspecto nórdico que nos atendió en el mostrador de facturación de Barcelona.
Se masca la tragedia, aunque nosotros aún no lo sabemos.
De las tres horas y media ya ha pasado casi una, y como es la hora de comer, vamos a buscar algún sitio donde hacerlo. Encontramos un self-service, un Pizza hut y tres o cuatro locales de comida rápida.
Empezamos a escandalizarnos con los precios.
A la hora señalada nos convocan para embarcar destino Tromso. Nuevamente subimos a otro 737-800 y a la hora en punto despegamos. El vuelo va prácticamente completo. Por cierto, todos los vuelos que hicimos iban llenos o casi. Debido a las grandes distancias, el transporte aéreo en el norte de Noruega es el más habitual. Casi podríamos decir que allí la gente coge un avión con la cotidianidad con la que aquí cogeríamos un tren o un autobús.
En una hora y tres cuartos aterrizamos en el pequeño aeropuerto de Tromso, más de 1600 kilómetros al norte de Oslo.
Desembarcamos y vamos a recoger las maletas.
Pero las maletas no salen.
Ay.
Bueno, esperemos un poco.
Siguen sin salir.
Ay.
Ya no quedan más maletas en la cinta y ésta se para.
Ay, ay, ay.
Vamos al mostrador de Norwegian, y le explico al chico que está allí que nuestras maletas no han salido. Al cabo de pocos segundos nos confirma que se han quedado en Oslo. Y además nos dice en un tono bastante desagradable que teníamos que haber recogido las maletas y refacturarlas, que hay un cartel muy grande en el hall de recogida de equipajes. Le digo que sí, que efectivamente hemos visto ese cartel, pero que su compañera en Barcelona nos había jurado y perjurado que las maletas iban directas a destino, y además les había colocado una etiqueta de “transfer”.
Llegado a este punto la conversación no puede seguir adelante. Cada uno tenemos nuestra razón, de manera que ahora lo prioritario es recuperar las maletas, y después ya veremos qué medidas adoptaremos para reclamar lo que consideremos oportuno.
El chico nos dice que las maletas llegarán en cuanto las puedan cargar en el primer vuelo que salga de Oslo hacia Tromso. Como el último vuelo de hoy ya ha salido de Oslo, lo mas probable es que las facturen en el primer vuelo del dia siguiente, o sea, para llegar a Tromso sobre las diez de la mañana. Nos da el resguardo de la reclamación, en la que por cierto deja bien claro que no tenemos derecho a ningún tipo de indemnización porque el error ha sido nuestro. En cualquier caso eso ya lo veremos, ahora lo único que importa es que lleguen las maletas.
A medida que vamos abandonando el aeropuerto, la sombra de la duda se va alargando. Y si no llegan las maletas ¿Qué hacemos? Nos quedan dieciseis dias por delante y solo tenemos las bolsas de cabina, en las cuales solo llevamos ropa de recambio para un caso de emergencia, como ahora, y poca cosa mas.
Bien, no podemos hacer más en este momento, de manera que cogemos el bus hasta Tromso. Son unos diez minutos de trayecto. El conductor, muy amablemente se desvió un poco de la ruta para dejarnos casi al lado del St. Elisabeth hotel, que es donde nos alojaremos. Los siete euros por cabeza del autobús hace que poco a poco nos vayamos “integrando” en la vida noruega.
El St. Elisabeth es un hotel que antiguamente había sido hospital, y aun hay signos evidentes de este hecho. Por ejemplo, las camas tienen motorcillo como las de los hospitales o que el baño es inmenso y perfectamente adaptado para discapacitados. A parte de esto, el resto es igual que un hotel normal. (114 euros/Hab. Doble con desayuno). Está situado a diez minutos andando del centro, a cinco minutos de la parada de bus urbano y del bus al aeropuerto, y a cinco minutos también del museo Polaria.
Son las ocho y ya es hora de cenar, de manera que nos vamos caminando hasta el centro a buscar algún restaurante. Al no tener las maletas, solo llevábamos un par de chaquetas, que aunque hacía un poco de fresco (Unos 12º) resultaron suficientes.
Tromso es una ciudad pequeña, unos 20.000 habitantes pero es la mas grande del norte de Noruega. No la encontramos especialmente atractiva, pero se respira mucha tranquilidad.
Una de las primeras cosas que nos sorprendió fue que las tiendas están abiertas hasta muy tarde, las diez o las once de la noche. Después veríamos que esto es habitual también en el resto del norte de Noruega. Hemos dicho tiendas pero quizás seria más correcto hablar de almacenes. En efecto, prácticamente no vimos ninguna tienda de alimentación tal cual las conocemos aquí. Prácticamente solo hay supers tipo Lidl, Aldi o similar, y solo de dos o tres cadenas. Rema 1000 es una de ellas.
Como no nos convence nada de lo poco que hay para comer, decidimos volver al hotel paseando tranquilamente. Pasamos por delante de un súper y compramos un poco de comida, que siempre va bien tener para un caso de necesidad, o simplemente si algún dia queremos comer unos bocadillos.
Cuando salimos del supermercado ha empezado a llover, y lo hace de una manera muy generosa. Como los paraguas estan en las maletas y las maletas están en Oslo, no nos queda mas remedio que guarecernos bajo la marquesina de una gasolinera cercana.
Pasan 5, pasan 10, pasan 15, pasan 20 minutos… y no parece que quiera amainar. No estamos muy lejos del hotel, unos diez minutos, pero tenemos que atravesar una zona en la que no hay casas ni nada donde poder refugiarnos. Intentar ir caminando es una temeridad, porque acabaremos como sopas, y además recordemos que no andamos sobrados de ropa.
Pasados tres cuartos de hora mas decidimos que no nos podemos quedar allí “in eternum” porque además empezamos a tener frío y la humedad nos empieza a calar los huesos. Ahora la lluvia arrecia mas si cabe.
A unos cincuenta metros descubrimos una parada de autobús. Con un poco de suerte, por allí pasaría algún bus que nos dejara al lado del hotel. Una pequeña carrera, y ya estamos debajo de la marquesina de la parada. Consultamos los horarios, y dentro de unos minutos tiene que pasar uno que debería dejarnos al lado del hotel.
Llega un autobús, preguntamos al conductor y nos confirma que la parada siguiente está al lado del hotel. Sigue lloviendo inmisericordemente, y por tanto preferimos pagar 7 euros por una parada. No está nada mal.
Diez minutos después de llegar al hotel deja de llover. Ay, el amigo Murphy…

2º dia.- Tromso-Alta (297 kms.)

Después de haber dormido bastante bien, nos levantamos y vamos a almorzar, concretamente a la planta siete del edificio, que es donde está el restaurante del hotel. El desayuno es correcto, pero normalito.
Empezamos un rato de angustia. ¿Habrán llegado las maletas?
Le pedimos a la chica de la recepción del hotel si puede llamar al aeropuerto y preguntar si saben algo de ellas. Unos momentos expectantes viendo y oyendo a aquella chica hablando en noruego. Cuando cuelga nos dice que le han dicho que ha llegado UNA maleta. ¿Sólo una?
Ay.
Bien, de momento lo que haremos será ir a recoger el coche que tenemos reservado en AVIS. Concretamente un Toyota Auris. Después de formalizar la reserva, el chico que nos atiende nos dice que el coche que nos tienen preparado tiene algunos rasguños y una “pequeña grieta” en el cristal delantero. Está todo escrito en el contrato y por tanto no tiene por qué haber ningún problema.
Pero cuando salimos al exterior y vemos el coche, la “pequeña grieta” del parabrisa es en realidad una “gran grieta de más de 40 cms.” y jústamente en el área de visión del conductor. Obviamente ese coche no está en condiciones. Sin tener que insistir demasiado, el chico vuelve a entrar a la oficina y después de un par de llamadas nos dice que nos darán un Toyota Avensis station wagon, prácticamente nuevo y con navegador.
Hombre, muchos peros no le pusimos, no. Obviamente todo al mismo precio que teníamos contratado.
Bueno, pues ya tenemos el coche. Arrancamos y ponemos rumbo al aeropuerto.
Diez minutos y ya hemos llegado. Diez minutos que hemos aprovechado para repasar todo el santoral y hacer promesas diversas.
Aparcamos. Bajo del coche. Mi mujer se queda esperando en el coche porque allí no se puede aparcar. Entro en la terminal. En este punto las pulsaciones debían estar a 200, por lo menos. Llego al mostrador de Norwegian. Doy los buenos días. Enseño el resguardo de la reclamación, y en ese preciso instante veo detrás de la chica que me atiende, UNA de nuestras dos maletas. Sí, solo una. Coincidía con lo que nos había dicho la chica del hotel.
Ay.
Momentos de incerteza, de nervios, de histerismo, de paroxismo, el corazón está a punto de salirse…
La chica mira, llama, pregunta…
-“Un momento, por favor…”
-“Otro momento, por favor…”
Finalmente, se abre una puerta, aparece un chico y trae nuestra segunda maleta.
Uff, uff, uff.
No sé si habrá mucha gente a la que le haya pasado lo mismo que a nosotros. Es posible que la chica que nos atendió en Barcelona llevara poco tiempo y no supiera como funciona su propia empresa. No lo sé. Lo que si sé és que no le deseo a nadie el mal rato que pasamos ante la posibilidad de irse al traste nuestras vacaciones.
Unos dias después, en el aeropuerto de Oslo, fuimos a la oficina de Norwegian a pedir explicaciones, y allí sí nos atendieron con más cortesía que en Tromso. Evidentemente nos dijeron que la chica de Barcelona se había equivocado, y que el tener que refacturar las maletas no era cosa de Norwegian sino que venia motivado por las exigencias de la aduana noruega. Según nos dijeron, los viajeros de vuelos que provienen del exterior, tienen la obligación de recoger la maleta en el aeropuerto de transfer y refacturarla. Creo que aquellos que vayan a viajar a Noruega harán bien en tener muy presente esta particularidad.
Bueno, pués parece que ahora ya sí, por fin podemos “re-comenzar” nuestras vacaciones.
Ponemos primera, segunda, y… rumbo al cabo norte.

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Hoy haremos 310 kms. hasta Alta, a mitad de camino del Cabo Norte.
Después de leer diversos comentarios en blogs, diarios de viajes y foros sobre el tema de la conducción en Noruega, una cosa está muy clara: Respetemos las velocidades permitidas porque de lo contrario nos creará más de un quebradero de cabeza. La multas por exceso de velocidad son escalofriantes, y si el exceso es mucho exceso puedes llegar a verte en la cárcel. Y hasta que no pagas no sales. Además, no hay margen. Si el límite son 50 km/h quiere decir que no podemos ir a 55. Os aseguro que no es ninguna exageración. El límite de 90 km/h en una carretera con rectas muy largas y con escasa circulación invita a dejarnos llevar por la rutina.
Después de unos 50 kms. la carretera se acaba y tenemos que continuar en ferry. Cuando llegamos ya hay cola y eso que todavía falta más de media hora para la salida. Teníamos previsto coger el de las 11.40, pero debido al tiempo que perdimos en el aeropuerto no hemos llegado a tiempo y por tanto habrá que esperar al siguiente, que saldrá a la una.
Cuando llega el ferry, bajan los coches, furgonetas y camiones que acaban de realizar el trayecto inverso al nuestro y seguidamente subimos nosotros. Es una maniobra rápida y después de aparcar y frenar convenientemente el coche, subimos a cubierta. (15,67 euros/coche más dos personas).
El tiempo es bastante desapacible, no hace frío pero en la cubierta, con el aire soplando, la sensación es un poco desagradable, de manera que después de unas cuantas fotos bajamos al salón. La travesía es corta, unos veinte minutos.
Cuando llegamos a Svensby tenemos que recorrer 22 kms. por carretera para llegar a Lyngen que es donde deberemos volver a embarcar en otro ferry. Hay tiempo suficiente, pero tampoco hace falta entretenerse más de la cuenta.
Una vez en Lyngen se repite el ritual, llega el ferry, bajan los vehículos, subimos nosotros y salimos en dirección a Olderdalen. (21,48 euros/coche más dos personas). Esta travesía dura 25 minutos. Allí enlazamos con la carretera principal al Cabo Norte. Si hubiésemos ido por carretera evitando los ferrys, habríamos recorrido unos 100 kilómetros mas.
Son las tres pasadas y todavía no hemos comido. Después de hacer unos cuantos kilómetros, deberemos ir tomando conciencia de que a partir de ahí los restaurantes van a ser más bien escasos. Las distancias son largas y las poblaciones muy escasas. Los restaurantes de carretera serán prácticamente inexistentes.
Nos queda el recurso de prepararnos unos bocatas , y aprovechamos una pequeña área enfrente de unos tenderetes samis. Más adelante veremos que estos tenderetes son relativamente frecuentes. En unos casos son una especie de tiendas de campaña típicas samis (Eso dicen, a nosotros nos recordaron a las de los indios del oeste americano), y en otros son casetas de madera con el techo cubierto por hierba.
Los Samis son una minoría que desde hace algunos años tienen un estatus especial dentro del estado noruego. Precisamente por ser minoría tienen, por ejemplo, la exclusiva de la crianza y mercadeo de los renos. Y también tienen permisos para montar estos tenderetes típicos para vender recuerdos, como pieles y cornamentas de renos.
Seguimos el camino, no hace mucho frío, pero sopla un aire bastante desagradable.
El paisaje ahora ya es plenamente de tundra, inmensas extensiones verdes donde la vegetación es escasa.
A las ocho y media llegamos a Alta, y justo en la entrada encontramos el Best Western donde nos alojaremos. (133 euros/noche). Sin perder tiempo vamos hasta el centro a buscar algún sitio para cenar. Tenemos nuestras dudas, ya que tal como estamos acostumbrados cuando salimos por Europa, los horarios de la cena son muy diferentes a los nuestros, de manera que las nueve de la noche es casi última hora. Después veremos que no hacía falta sufrir por este hecho.
Alta es la ciudad principal de la zona. De hecho es LA ciudad, porque es la única en muchos kilómetros a la redonda.
La arquitectura de las ciudades de aquellas latitudes no tiene nada que ver con las nuestras. Difícilmente veremos un edificio de mas de tres plantas. Son ciudades muy dispersas, calles cortas y hasta un poco anárquicas. No hay prácticamente edificios históricos, no hay un centro definido donde tomar una referencia, la iglesia suele estar lejos, muchas veces en medio del campo. Como hemos dicho las tiendas son prácticamente inexistentes, algún súper y poca cosa mas. Los últimos años empieza a haber algún restaurante debido al aumento del turismo, pero de momento son muy escasos.
En el hotel nos dieron una pequeña guía de restaurantes (Y tan pequeña, solo habia cuatro o cinco), y después de encontrar uno cerrado, otro en el que no entendíamos nada y otro que era tipo bar sin comidas, tomamos la decisión, sabia creo yo, de entrar en un “Peppes Pizza”, que es una cadena noruega de pizzerias, obviamente.
Pedimos una lasaña y una hamburguesa, ambas cosas más un par de aguas y un café por el módico precio de 40 euros.
Acabamos de dar un paseo por el pueblo, cuyo encanto, por cierto, es cero y nos retiramos a descansar.

3º dia.- Alta-Honningsvag (-Cabo Norte) (329 Kms.)

Nos quedan 230 kilómetros para llegar a Honningsvag que es donde tenemos reservado el hotel. La previsión es hacer el recorrido tranquilamente por la mañana, y por la tarde-noche desplazarnos al Cabo Norte, unos 20 kilómetros más al norte. El paisaje, igual que el día anterior resulta muy monótono, largas extensiones de tundra, poca vegetación y un aire gélido que no invita demasiado a bajar del coche. La temperatura (estamos en julio) es de unos diez grados. Debido al aire, la sensación mucho mas baja.
De repente… ¡Ostras! ¿Qué es eso que hay en medio de la carretera? Parece… ¡Sí, es un reno! Emocionados (Nunca habíamos visto ninguno tan de cerca), paramos el coche, sacamos la cámara y empezamos a echar fotos sin conocimiento a aquel animal que tranquilamente estaba paseando por la carretera. Al momento otro, y otro, y otro…
A partir de aquel momento la presencia de renos va a ser constante, por el campo, por los laterales de la carretera, y frecuentemente también por en medio. Esto que a nosotros nos pareció en aquel momento tan excepcional resulta que es lo más normal. Hay centenares de miles de renos en el norte de Noruega. Como hemos dicho antes, según supimos después, el gobierno noruego ha promulgado diversas leyes para proteger la peculiaridad de los samis, y una de estas leyes es la que les otorga la exclusividad de los pastos para los renos. De hecho aquello es su tierra y por tanto no sería una concesión sino una protección de su entorno.
Resumiendo, podríamos decir que encontrar un reno en mitad de la carretera equivaldría aquí a encontrar una vaca en cualquier carretera secundaria de Asturias o del Pirineo, por poner dos ejemplos.

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Empezamos a encontrar campos de violetas. Esto le da al paisaje un toque de color excepcional.
A medida que nos vamos acercando al norte también empezamos a encontrarnos grupos de rorbuers, en la mayoría de los casos de nueva construcción. Los rorbuer originales son antiguas cabañas de pescadores reconvertidas muchas de ellas en alojamientos para los turistas. Es curiosa que la práctica totalidad de ellos tienen el mismo color, granate. Pero no solo el color, es que la tonalidad también es la misma.

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Nos vamos acercando a Honningsvag, y para ello deberemos cruzar un túnel, de peaje, claro. (25 euros/coche más dos personas). Este túnel pasa por debajo del agua y de esta manera evita tener que seguir el perfil de la costa y hacer un montón de kilómetros más.
La sensación al atravesar este túnel es curiosa. Una vez cruzada la boca de entrada, empieza una pendiente fortísima que dura hasta el punto donde empieza a subir para salir a la superficie, en otra pendiente con una gradiente también muy acusada. Son cinco kilómetros, que a 60 Km/h de velocidad máxima tardamos, elemental mi querido Watson, cinco minutos.
Pues ya hemos llegado a Honningsvag. Es la población más grande del Cabo Norte y su capital administrativa.
La primera impresión es la de un pueblo triste, sin mucho atractivo. Definitivamente parece que la belleza hay que buscarla en los paisajes, no en los pueblos.
Habíamos reservado una habitación doble en la “Nordkapp gjesthaus” por medio de Booking.com. No era un hotel muy bien valorado, pero vaya, creo recordar un 7,3, que tampoco seria un desastre. Habitualmente solemos fiarnos de los comentarios de esa página y después de varios años reservando a través de ella hasta ahora nunca nos han fallado. El nombre de “Gjesthaus”ya nos daba una idea del tipo de establecimiento. (108 euros/Hab. Doble sin desayuno e incluyendo el alquiler de sábanas).
Justo pasar el cartel de entrada al pueblo vemos la “Nordkapp gjesthaus”
Hombre…
Pués…
La apariencia…
Pués…
Un poco cutre, ¿no?...
Bueno, esperemos a ver como es por dentro. Como hasta dentro de un rato no estaba abierta la recepción, nos vamos a dar una vuelta por el pueblo y a comprar algunas provisiones.
Cuando volvemos, la puerta del “hotel” ya está abierta y subimos al primer piso que es donde está la recepción.
Una chica nos atiende y nos explica el funcionamiento del ¿Hotel?
¿Hotel? No, no es un hotel. Es un albergue, y en nuestra opinión bastante cutre, por cierto.
Definámoslo: Una sala con unas cuantas mesas, una cocina y las habitaciones.
Definitivamente, eso es un albergue, no un hotel ni una gjesthaus, por lo menos no como las que conocemos de centroeuropa.
Aclaremos una cosa: Hemos estado en muchos albergues de muchos paises, por tanto no nos supone nada dormir aquí. Lo que nos parece bastante irritante es que te cobren 88 euros por una habitación extremadamente espartana (Dos camas pequeñas, un taburete y un par de colgadores, literalmente), sin desayuno y si no llevas saco de dormir, te alquilen unas pseudo-sábanas por 20 euros más.
Evidentemente no queda mas remedio que aceptar la situación, porque además tampoco hay muchas mas alternativas, de manera que después de dejar las maletas, nos preparamos unos sandwitches para comer allí mismo.
En el comedor encontramos una pareja austríaca y otra de la cual desconocemos su origen, que coinciden totalmente con nuestra opinión. Parece que no somos los únicos que nos hemos encontrado con algo muy diferente a lo que esperábamos.
Bueno, el tiempo no se detiene, de manera que ya son las cuatro y tenemos toda la tarde por delante. Nuestro plan de ruta dice que podemos ir hasta Gjesvaer, al oeste de la península del Cabo Norte, desde donde parten los barcos que te llevan a ver las colonias de frailecillos. Cuando llegamos nos dicen que esa tarde no hay salidas debido al mal tiempo. Hay una niebla bastante espesa, aunque alta.
Como alternativa, decidimos hacer una pequeña excursión a pié por la costa.
El entorno totalmente solitario y la niebla configuran un paisaje fantasmagórico no exento de belleza.
Los mosquitos son abundantes en estas latitudes, pero vamos bien provistos de Relec y bien abrigados, el parte de daños es prácticamente insignificante.
Después de una hora de paseo y no haber visto más que centenares de vulgares gaviotas y ningún puffin volvemos a coger el volante y ponemos rumbo a Skagen, otra pequeña aldea, en este caso, en la costa este de la península. Allí tenemos previsto hacer otra pequeña excursión a Kirkeporten, que a decir verdad aun no sabemos exactamente qué es.
De nuevo aparcamos, y siguiendo las instrucciones de la guía de turismo del Cabo Norte, buscamos un caminito que deberá llevarnos a la costa. No es difícil encontrarlo ya que nos da como referencia la parte posterior del camping y no hay mucho mas donde buscar. Vemos ¡cómo no! unos cuantos renos, y tal como hemos podido comprobar, estos animales no hacen mucho caso de las personas, eso si, hasta que te sitúas a una distancia, digamos de seguridad, a partir de la cual se retiran discretamente.
Al llegar a la cima del pequeño monte en el que nos encontramos, podemos divisar la peculiar formación rocosa llamada Kirkeporten. Como decimos, es una formación rocosa con una curiosa forma y un gran agujero en medio. Seguramente su mayor atractivo reside en su entorno. Además, las rocas que le dan forma tienen una textura que aparentemente parece madera. Tiene como unos pliegues que hasta que no te acercas no te das cuenta que realmente es roca.

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Después de 25 minutos llegamos de nuevo al aparcamiento.
Nuestra idea era ir hasta el Cabo Norte, donde hay una plataforma a unos 600 metros sobre el nivel del mar y un complejo con un restaurante y algunas tiendas. Teóricamente este es el punto mas septentrional del continente, a 71º 10’ 32” de latitud. Decimos teóricamente porque hemos leído en algún otro sitio que técnicamente hay otra punta que está unos grados mas al norte, pero en su día los noruegos decidieron que ese era el punto mas al norte, probablemente, y esto es una opinión personal, porque allí les iba mejor montar el chiringuito.
Son las ocho de la tarde y como hemos dicho antes la niebla no nos ha dejado en todo el día.
Vamos a plantearnos la situación: Tenemos tres opciones. Una, vamos y entramos, haya niebla, nieve o haga sol. Dos, vamos, y a ver si con un poco de suerte, como la plataforma esta más elevada que donde estamos ahora, no haya niebla a esa altura. Y tres: El día siguiente lo tenemos entero para llegar a Alta, por tanto, en el caso de que cuando lleguemos persista la niebla, podríamos volver la mañana siguiente con la esperanza de que se hubiera disipado. En este caso no veríamos el sol de medianoche pero por lo menos podríamos contemplar el panorama con todo su esplendor.
Arrancamos el coche y después de cinco o seis kilómetros parece que clarea un poco.
Nos animamos.
Cuando llegamos a unos dos kilómetros la esperanza se vuelve decepción. Aquí, además de haber niebla, ésta es más espesa y la visibilidad no llega a los cincuenta metros.
Finalmente llegamos a la puerta del complejo. Ahora toca decidir. Y ya solo quedan dos opciones: O entramos o volvemos la mañana siguiente. Si optamos por esta última tendremos que recorrer otros cincuenta kilómetros, ida y vuelta desde Honningsvag.
Nos encontramos un par de furgonetas ocupadas por españoles, y después de comentar la jugada parece que nadie tenemos claro qué hacer. Llegan un par de coches mas y se unen a nosotros.
Mientras decidimos si sí o si no vemos llegar a una pareja con mochila a la espalda que se dirige a un lateral de la barrera y se pierde entre la niebla. Después explicaremos el por qué de este comentario.
Me acerco a la garita de la barrera de entrada, sin saber exactamente de qué quería enterarme, ya que parecía todo bastante claro.
Pero mira por donde, gracias a eso pudimos enterarnos que la entrada tiene una validez de 24 horas, y por tanto ahora la decisión parecía clara: Ya que estábamos allí entraríamos y si tal como parecía no podíamos ver nada, al día siguiente tendríamos una segunda oportunidad, eso si, si los dioses y la climatología se apiadaban de nosotros y nos regalaban un día claro.
Comentábamos antes que habíamos visto una pareja con mochilas que se había perdido entre la niebla. ¡Pero si no hay valla! Tenemos una barrera de peaje solo para los vehículos de motor, pero a los lados no hay valla ni nada que impida el acceso libre al recinto. Los 30 euros por cabeza que cuesta la entrada, para lo que valen es para pagar el aparcamiento, ya que el acceso al complejo es libre. Interesante información para aquellos que lleguen allí en autobús o en vehículo ajeno. De hecho, después veríamos unas cuarenta o cincuenta personas acampadas (Recordemos que en Noruega la acampada es libre. Allí también), que obviamente no pasaron por taquilla.
Bueno, la decisión está tomada y por tanto, previo pago de 60 euros aparcamos el coche en el aparcamiento donde por cierto hay una gran cantidad de autocaravanas.
Entramos en el edificio principal y lo primero que vemos es un restaurante y una tienda de souvenirs. Bajamos a la planta -1 y allí nos encontramos una estafeta postal, donde además de comprar las correspondientes postales, las puedes enviar desde allí con el matasellos de tan emblemático lugar. También encontramos una pequeña exposición y la sala de audiovisuales. Allí se proyecta ininterrumpidamente todo el día el documental “oficial” sobre el Cabo Norte que nos habían recomendado en varias guías que habíamos leído. Es un resumen de la vida cotidiana en aquellas latitudes, con muy buena producción y una música que engancha. En definitiva es un audiovisual agradable. Dura unos veinte minutos.
La niebla sigue baja y muy espesa.
A las diez de la noche se percibe una claridad fantasmagórica y lógicamente si no hubiera niebla veríamos el sol en el horizonte.
Nos acercamos al restaurante a cenar. Por estar en Noruega y más concretamente en el sitio en el que nos encontramos, era fácilmente deducible que los precios estarían en la gama de escandalosos. Un plato combinado compuesto por alguna gamba, algún trocito de salmón y alguna cosilla mas que no fuimos capaces de descubrir qué era. Recalco algún, trocito y cosilla. Todo ello por unos 20 euros el plato, más bebida y un cafelito, eso si, con una vista… bueno, digamos que sin vista, la visibilidad no llegaba a los cincuenta metros. Y gracias, porque nos despistamos un poco y cuando llegamos al self-service estaban a punto de cerrar, y prácticamente no quedaba comida.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino al Cabo Norte (8)

Ya son las once de la noche. La niebla continúa baja.
Empezamos a asumir que este año… Va a ser que no.
No obstante, con mas fe que realismo, nos resistimos a abandonar el lugar y paseamos por la explanada esperando que la divina providencia levante un poco la niebla. Solo un poco. Solo unos instantes.
No somos los únicos que estamos allí vagando entre la niebla y a 5º. De hecho, la gente que hemos llegado hasta allí lo hemos hecho esperando ver cómo el sol no llega a ponerse en el horizonte, pero al igual que nosotros, parece que nadie se resigna a volver a casa con las manos vacías.
Alrededor de las doce y media se empieza a intuir un poco de claridad, y si miramos encima de nuestras cabezas vemos un cielo azul radiante, aunque la niebla sigue estando a nuestro alrededor. Pero ello no impide que de repente empiece a salir gente de todas partes y en pocos segundos empieza una carrera frenética para hacer fotos y más fotos.
Pero ha sido un espejismo. Unos segundos después volvemos a la cruda realidad. La niebla vuelva a envolvernos.
Después de esto, cerca de la una de la madrugada ya solo nos queda volver al coche y emprender el camino de regreso al hotel.
Visto con más calma podemos decir que las probabilidades de tener un día, o noche en este caso, claros, son relativamente pocas, por lo que seria más correcto decir que si hubiéramos visto el sol habríamos tenido mucha suerte.

4º dia.- Honningsvag-Cabo Norte-Alta (437 Kms.)

Hoy tenemos programado el regreso hasta Alta, unos 230 kilómetros. Por tanto tenemos una jornada muy flexible, y una posibilidad era desviarnos hasta Havoysund o hasta Hammerfest.
El dia empieza con sol y un cielo muy claro, por lo que tal como decidimos ayer, volveremos al cabo norte. No veremos la magia del sol de medianoche, pero al menos nos deleitaremos con el paisaje.
Después de una media hora, volvemos a entrar en la explanada del cabo norte y volvemos a aparcar al lado de todas aquellas autocaravanas que han pasado allí la noche. Como ya no hay niebla y la visibilidad es excelente ahora podemos ver un pequeño campamento de unas cuarenta o cincuenta tiendas de campaña que ayer solo lo habíamos intuido.
Cuando salimos a la explanada comprobamos que aunque a nuestro nivel (recordemos que estamos a unos 700 metros de altura) el cielo es azul y la visibilidad prácticamente ilimitada, unos metros más abajo la niebla vuelve a hacerse presente.
Bueno, con algo menos de frustración volvemos por donde hemos venido y al mediodía llegamos de nuevo a Honningsvag. Al lado del puerto encontramos un bar-cafetería cuyo menú nos satisface. Está prácticamente lleno, pero encontramos una mesilla en la que poder sentarnos.
A primera hora de la tarde volvemos a ponernos al volante y emprendemos el camino hasta Alta.
Los últimos años el gobierno noruego está haciendo grandes esfuerzos para hacer el país atractivo al turismo. Esto se nota especialmente en el norte, donde las infraestructuras turísticas eran hace pocos años totalmente inexistentes. Una de las cosas que han hecho ha sido catalogar algunas carreteras como “turísticas”. Se trata de algunas vias que por su situación y por los sitios por los que discurren tienen un alto valor paisajístico. El gobierno lo que hace es acondicionarlas mínimamente creando, por ejemplo, zonas de descanso. Una de estas es la que parte desde la E-10 que es la carretera principal (y única) al cabo norte y llega hasta Havoysund, en la costa del mar del Norte. Son 84 kilómetros que se pueden hacer tranquilamente en una hora y media aproximadamente. Como tenemos tiempo decidimos probar suerte a ver si vale la pena.
Después de unos veinticinco kilómetros llegamos a la conclusión de que no, que no merece la pena seguir. El paisaje es exactamente igual al que hemos venido encontrando hasta ahora, por tanto activaremos el plan B, que consiste en probar suerte un poco más abajo, concretamente veinticinco kilómetros más abajo.


Allí encontramos otro desvío, en este caso el que lleva hasta Hammerfest. Después de algunos kilómetros nos paramos a tomar un poco el sol al lado del mar. El tiempo no se detiene, y ya son las siete de la tarde, un poco tarde para llegar a Hammerfest, de manera que otra vez volvemos sobre nuestros pasos y ya sin mas detenciones emprendemos los 100 kilómetros que quedan hasta Alta.
En este camino de vuelta podemos ver unos de los famosos radares móviles tan comentados en los foros de viajes. Una policía estaba montando el artilugio sobre un trípode justo detrás de una casa (era un travesía). Totalmente imposible de ver. Además, según hemos leído por ahí, el alcance de estos radares es de hasta 400 metros. Las multas son escalofriantes, y según la velocidad no te vas de ahí hasta que no pagas. (Aceptan VISA).
No encontramos ningún restaurante en estos 100 kilómetros, por tanto hoy tocará cenar unos bocatas.
Alrededor de las once de la noche llegamos a Alta y de repente nos damos cuenta que quizás aún veamos la puesta de sol. A la entrada de la ciudad nos acercamos al pequeño embarcadero, y aunque hay bastantes nubes, podemos intuir cómo se pone el sol. El viento sopla con fuerza y resulta desagradable.



Camino a las Lofoten

Camino a las Lofoten


Localización: Noruega Noruega Fecha creación: 06/05/2012 21:36 Puntos: 0 (0 Votos)
5º dia.- Alta-Nordkjosbotn (371 Kms.)

Después de desayunar nos ponemos de nuevo al volante e iniciamos la ruta al glaciar de Okskjosfjord. Después de 185 kilómetros encontramos un desvío perfectamente señalizado. Recorremos 16 kilómetros mas y encontramos otro desvío.
Un desvío más y después de unos centenares de metros la carretera se acaba en un pequeño aparcamiento. Hay un pequeño panel informativo y justo al lado encontramos un sendero que supuestamente nos llevará hasta el glaciar, o al menos hasta el lugar donde sea posible verlo.
Los mosquitos nos atacan sin compasión. Menos mal que íbamos provistos de centenares de litros de Relec.
Al cabo de diez minutos el sendero desemboca a orillas del Okskjosfjorden. Girando la vista a la derecha vemos el majestuoso glaciar. Rápidamente nos damos cuenta que aunque parece estar cerca, será complicado llegar hasta él. No hay un camino muy definido y la única manera para llegar es por la orilla pasando por encima de las rocas. No vamos preparados para este tipo de expedición, y por tanto desistimos.

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La panorámica desde aquí, no obstante es fantástica, a pesar del cielo grisáceo y tristón. Se respira paz y tranquilidad.
Después de unas cuantas fotos, nos preparamos unos sandwitches, de salami por cierto, y después de dar cumplida cuenta de ellos volvemos al coche y salimos de nuevo a la carretera principal.
Unos kilómetros más al sur llegamos al pequeño pueblecito de Storlett, donde aprovechamos para comprar algo de comida y repostar.
La próxima parada será Gildetun, el mirador que vimos cuando hicimos el trayecto de ida. Bueno, sería más exacto decir el mirador que no vimos, puesto que había una niebla tan espesa que no se veía mas allá de treinta o cuarenta metros, sin exagerar. En este caso tenemos más suerte y hoy el sol luce con fuerza. Delante nuestro tenemos una panorámica de 180 grados en la que podemos ver el fiordo de Kvaenangen con un montón de islotes entre los cuales destaca la isla de Skorpa. El azul intenso del agua combinado con el azul más suave del cielo y algunos toques blancos de las nubes confeccionaban una imagen espectacular. Una imagen de postal, vamos.
Como ya hemos dicho, los bares y restaurantes a lo largo de la carretera son escasos, de manera que los pocos que hay están bastante animados. En Gildetun hay un bar, un restaurante y unos cuantos “chiringuitos” de recuerdos.

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Después de dejar la tarjeta de memoria de la cámara temblando volvemos a subir al coche y emprendemos la última etapa del dia que nos llevará hasta Nordkjosbotn. Nos quedan unas dos horas por parajes solitarios y monótonos.
Nordkjosbotn es un cruce de caminos donde confluyen la carretera que va de sur a norte, la E-6, y la que viene de Tromso, la E-8. Son cuatro casas con un hotel-restaurante, una gasolinera y el omnipresente REMA 1000. En bastantes kilómetros a la redonda no hay nada mas, de manera que si queremos cenar caliente no debemos entretenernos demasiado. De hecho llegamos justo diez minutos antes que cierren, por tanto, sin perder tiempo, dejamos las maletas en la habitación (118 euros/Hab. Doble con desayuno) y rápidamente vamos al restaurante contiguo. Falta ya alguna cosa pero podemos comer unas albóndigas con algo parecido a un puré y trocitos de carne.
Acabamos el día dando un paseo por el pueblo y ello nos sirve para ver qué bien vive aquella gente. Casas bajas con generosos jardines, una escuela, una zona deportiva y cuatro calles (literalmente), eso si muy bien cuidadas. Otro tema es cómo debe ser la vida en invierno, con muchas horas de oscuridad y muchos meses cubiertos por la nieve. En todas las casas vemos grandes montones de leña, motos de nieve e indispensablemente coches todo terreno.
Son las diez de la noche, tenemos 10º y en las cimas de las montañas que nos envuelven todavía luce el sol.

6º dia.- Nordkjosbotn-Stave (Islas Vesteralen) (282 Kms.)

Ultimo día de julio. Hoy nuestra ruta nos llevará a la isla de Vesteralen, al norte de las Lofoten, y después de atravesar la isla de Senja. Esta es una isla que no suele estar en las típicas rutas de viajes organizados, pero lo que leemos en las guías nos gusta y pensamos que vale la pena emplear el día en recorrerla. Afortunadamente, no nos equivocamos.
Después de desayunar volvemos a ponernos al volante y nos encaminamos por la E-6 hasta Andselv, donde nos desviaremos hacia la isla de Senja. El día se presenta radiante.
La ruta que tenemos prevista bordea toda la isla. Podríamos ir directos por el centro, pero indudablemente nos atrae más perdernos por las pequeñas carreteras de la isla.
El recorrido que hacemos es Botnhamn-Mefjordvaer-Skaland-Hamn-Torksen y Grillefjord. En este punto deberemos coger el ferry hasta Andenes, en las islas Vesteralen.
Carreterillas estrechas, aunque bien acondicionadas, pocos coches y sobre todo mucha calma para disfrutar del paisaje.
La isla de Senja tiene forma de mano, con entrantes y salientes que recuerdan los dedos de la mano. Hace poco han construido un par de tunelillos (El apelativo es exactamente ese, en diminutivo) gracias a los cuales se puede ir siguiendo la costa en lugar de hacer idas y venidas como hasta hace poco.
La mejor manera de describir la belleza del paisaje es ver las fotos. Sobran las palabras.

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A primera hora de la tarde llegamos a Grillefjord, concretamente a la zona de embarque del ferry que deberá llevarnos a Andenes. Habíamos leído que en temporada alta era recomendable estar allí con tiempo ya que podría haber overbooking. De hecho, cuando llegamos, unas dos horas antes de la salida ya había ocho vehículos en la cola. Si no hubiésemos encontrado plaza en ese ferry, que era el último del día, la alternativa era dar un rodeo de 454 kilómetros.
A la hora prevista llega el ferry (77 euros/Coche más dos personas). Después de descargar los vehículos que habían hecho el trayecto inverso al nuestro comenzamos a embarcar. No se quedó nadie en tierra pero iba casi al completo.
La travesía dura una hora y cuarenta minutos, de manera que a las nueve menos veinte atracamos en el puerto de Andenes. Aunque sopla un aire bastante fuerte y el barco se mueve más que una lavadora no se nos hace largo. Disfrutamos del paisaje.
Andenes está situada en la punta norte de las islas Vesteralen y es la principal población de la zona. Aquí hay unos cuantos hoteles y restaurantes, y además es el punto de partida de los safaris de avistamientos de ballenas. Por todo ello se respira un poco mas de ambiente turístico que hasta ahora. No obstante, nosotros habíamos reservado habitación en Stave, a unos 20 kilómetros al sur. Se trataba de un cámping, y teníamos la opción de reservar un bungalow o un apartamento, ambos, según su página de internet, situados en la playa con vistas al mar. Parecía idílico. Como la diferencia de precio era mínima, nos decantamos por el apartamento (107 euros/apartamento sin desayuno pero incluyendo el alquiler de sábanas).
Cuando llegamos, alrededor de las nueve y veinte de la noche, nos encontramos, a la derecha, un cámping, aunque mejor sería definirlo como una zona de acampada, y a la izquierda de la carretera unos cuantos bungalows y un pequeño edificio que no nos costó mucho deducir era donde estaba nuestro apartamento.
Aparcamos delante de la recepción y al momento nos aparece el, supuestamente, recepcionista. Hombre de mediana edad, greñas abundantes y un aspecto un poco… siniestro.
Después de realizar las operaciones propias del check-in, nos dirigimos al apartamento. ¿Apartamento? Veamos: Una entrada con una pequeña mesa, un par de sillas y algo parecido a un sofá. Eso si, con una gran ventanal desde el que contemplar la puesta de sol.
Nos adentramos mas y nos encontramos, a la derecha algo parecido a un camastro. Os aseguro que los de la “mili” se parecían más a una cama que aquello. A la izquierda se supone que la cocina. Bueno, no seamos tan generosos, una fregadero, un par de platos y un par de cubiertos. Al fondo una puerta daba paso al lavabo. Un lavabo que perfectamente podía ser alguno de los que vemos en las películas de los bajos fondos del Bronx.

Mi mujer y yo nos mirábamos sin decir nada mientras aquel curioso personaje nos iba enseñando el fabuloso apartamento. Ah, y menos mal que cuando se iba nos puso una cortina en la puerta, porque no había ni cortinas ni porticones. Hombre, para ver el horizonte muy bien, pero un poco indiscreto, ¿no? Por cierto, la cortina era un trozo de bandera, de Brasil concretamente, rasgada por dos sitios. En fin…
Después de cenar vamos a dar una vuelta por la playa. La verdad es que el entorno es muy sugerente y tal como imaginábamos, idílico.
Cuando volvemos, chafardeamos un poco y comprobamos con cierta indignación como los otros dos apartamentos están perfectamente reformados y no tienen nada que ver con el nuestro. Parece ser que al acabar el verano lo iban a reformar. ¡También es mala suerte, hombre!
Podemos ver también los bungalows y parecen bastante nuevos. Hay uno que tiene la puerta abierta y, aunque un poco espartano, vemos que está bastante arreglado, por supuesto mucho más que nuestro apartamento. Ah, se me olvidaba, las sábanas no estaban incluidas en el precio y tuvimos que alquilarlas. Independientemente del precio, la verdad es que parecía la ropa de cama de la abuela.
Un poco mas allá vemos unos pequeños montículos cubiertos de césped. Descubrimos que son unas piscinas de agua caliente. Pasando la carretera, al lado de la zona de acampada y muy cerca de la playa está la sauna. No, si bien montado ya lo tienen, ya.
Un pequeño paseo por la playa a las once de la noche con luz de día, aunque tenue, pero envueltos de nada (solo alguna persona como nosotros paseando por la playa), nos hace pasar el malhumor del apartamento.

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7º dia.- Stave (Islas Vesteralen)-Kabelvag (Islas Lofoten) (334 Kms.)

Hombre, la noche podía haber sido peor. No es que durmiéramos como en casa pero bueno, por lo menos pudimos dormir. Nos levantamos a las nueve y después de desayunar, salimos raudos a aprovechar el fantástico dia que nos encontramos. Hoy toca llegar a las Lofoten.
Vamos siguiendo la costa hasta Nordmela, punto donde la carretera se desvía en dirección este para llegar a Ase. Allí enlazamos con la carretera principal que viene de Andenes. El paisaje ha perdido buena parte de su encanto. Nos encontramos en un llano con campos de cultivo y mucha mas civilización. Nada que ver con lo que habíamos visto el dia anterior.
Después de dos horas llegamos a Sortland, un pueblecito que parece bastante animado. No es muy grande, pero hay un centro comercial al lado del puerto con varias cafeterías, en una de las cuales aprovechamos para comer. Mientras tanto vemos la llegada diaria del Hurtigruten.
En este punto nos planteamos por dónde llegar a Svolvaer, la capital de las Lofoten. Tenemos dos opciones: Una es seguir la carretera E-10. Son 85 kilómetros y una hora y media, aproximadamente. Según el mapa Michelin no es una carretera especialmente atractiva, paisajisticamente hablando.
La otra opción es seguir hasta Stokmarknes, al final de la isla de Vesteralen y allí tomar un ferry hasta Fiskebol, el punto donde nos juntaríamos de nuevo con la E-10. En este caso son solo 55 kilómetros, pero dependemos del horario del ferry.
Por este último motivo nos decantamos por la primera opción.
Efectivamente, hemos tardado una hora y veinte minutos y no hemos visto nada especialmente atractivo.
Una vez llegamos a Fiskebol, dejamos la carretera principal y vamos hasta Digermulen siguiendo el Trollfjord. Bueno, no era el Trollfjord aunque nosotros pensábamos que si.
Esto merece una explicación.
El fiordo del Troll es el mas estrecho de Noruega. Las guias nos enseñan fotos donde se ven los barcos tocando prácticamente ambas orillas, pero no fuimos capaces de descubrir la manera de llegar hasta ahí. La respuesta es fácil: Solo se puede llegar en barco. Y además desde la carretera no se ve, ya que la isla de Ulvoya está justo enfrente del fiordo. Un vistazo al mapa nos hace todo mas inteligible.
En cualquier caso, seguimos bordeando el estrecho de Raftsundet y llegamos al extremo sur de la isla, donde está la pequeña aldea de Holand. Allí termina la carretera, pero vemos un camino de tierra y seguimos adelante. Descubrimos un rincón, perdonad por la reiteración, idílico.
Damos media vuelta y deshacemos el camino andado hasta volver a encontrar la carretera principal. Seguimos parando frecuentemente. La belleza del paisaje no nos deja otra alternativa.

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Ahora ya estamos plenamente en las islas Lofoten, y alrededor de la ocho de la tarde llegamos al Lofoten sommerhotell, en Kabelvag, y a unos cinco kilómetros de Svolvaer.
Está situado al lado del albergue de Kabelvag, y es una residencia de estudiantes que en verano se convierte en hotel. La habitación es sencilla pero no está mal (127 Euros/Doble con desayuno, flojito).
Una vez hemos dejado las maletas es hora de cenar y nos dirigimos a la pequeña plaza del pueblo, al lado del pequeño puerto y donde encontramos aquel bar-pub-cafetería-pizzería-sandwitchería-frankfurt y quizás alguna cosa mas en el que también estuvimos cenando hace unos años. Está exactamente igual que entonces aunque en esta ocasión no hay el mismo ambiente. Además, viendo que no tenían mucha variedad, decidimos acercarnos a Svolvaer.
Como hemos dicho, ésta es la capital de las Lofoten y allí sí hay variedad para poder comer alguna cosa. La primera observación es que en estos diez años la ciudad ha experimentado un cambio brutal. Prácticamente no queda nada de aquel pequeño pero encantador pueblo de pescadores. Han construido una gran cantidad de edificios, la mayoría de ellos dedicados al turismo, hoteles, apartamentos o rorbuers. Creo que han descubierto su particular gallina de los huevos de oro.
El día que había empezado radiante nos deja con un cielo encapotado. Eso si, es la una y media de la madrugada y todavía hay luz natural.

8º dia.- Islas Lofoten (337 Kms.)

Día completo para redescubrir las Islas Lofoten. Como ya habíamos tenido nuestra dosis de suerte el día anterior, en forma de día claro, por un simple cálculo de probabilidades hoy tocaba un día nublado. Desgraciadamente los cálculos no fallaron, y aun podemos dar gracias que prácticamente no llovió en todo el día.
Empezamos nuestra ruta en dirección sur. Pretendemos llegar al extremo sur de la isla por el lado este, siguiendo la carretera principal, la E-10, y volver por el lado oeste por una carretera secundaria y llegar a Eggum. Teóricamente este es uno de los mejores sitios para ver el sol de medianoche, o al menos, ya que no estamos en temporada, una espectacular puesta de sol.
La primera parada la hacemos justo después del desvío a Henningsvaer. Aparcamos, y unos metros mas allá de la carretera bajamos por un sendero que hay en medio de los arbustos y al lado de un pequeño riachuelo, para llegar unos metros más abajo a una playa de fina arena blanca. Curiosamente el tono grisáceo del cielo creo que realza la belleza del lugar.

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Después de un pequeño paseo por la playa, de repente giramos la vista y vemos tres autocares de turistas (italianos, concretamente) que acaban de parar al lado de nuestro coche, y seguidamente empieza a bajar hacia la playa una pequeña marabunta.
Bueno… mejor seguimos nuestro viaje.
En algún lugar hemos leído que Henningsvaer está considerada la Venecia del norte. Canales no hay, pero sí es cierto que el pueblo y su entorno tienen un atractivo espectacular.
Este fue uno de los sitios que nos quedó más grabados en nuestro anterior viaje. Pero nuevamente a la entrada descubrimos un aparcamiento de grandes dimensiones, en el cual ya encontramos ocho o nueve autocares de turistas. Supongo que ahora tocaría abrir aquel viejo debate acerca de si hay que preservar la autenticidad del lugar, o construir infraestructuras precisamente para atraer al turismo. Evidentemente a nosotros nos hubiera gustado encontrarlo como hace diez años, cuando no había ninguna tienda, ni bar, ni restaurante. Pero que les pregunten a los autóctonos después de la lluvia de dinero que les habrá caído estos años gracias al turismo. No es lo mismo pasear por la orilla del pequeño puerto con el único acompañamiento del sonido de las gaviotas y casi aislados del mundo, que hacerlo teniendo que ir apartando a la gente para poder dar tres pasos. O tener que esperar un buen rato para hacer aquella foto de postal, porque hay un montón de personas intentando hacer lo mismo. No, no es lo mismo. Definitivamente, el turismo ha colonizado aquellas tierras. Pero la realidad se impone y hay que intentar disfrutar del lugar en las condiciones en las que nos encontramos.

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Una vez acabada la visita, damos marcha atrás para volver a la E-10. Próxima parada: Stamsund.
Cuando llegamos descubrimos que no hay mucho que ver, y además aún está más a rebosar que Henningsvaer, debido a que acaba de atracar el Hurtigruten .
De nuevo media vuelta y ponemos rumbo a Nussfjord. Este es un pequeño pueblo de pescadores que según leemos en alguna guía era de los que se habían conservado mas auténticos.
A veces no hay que creerse todo lo que leemos.
A la entrada encontramos un pequeño aparcamiento, que cuando llegamos ya está saturado, pero los coches siguen llegando y se está liando un buen “pollo”. Nosotros tenemos la inmensa suerte que en ese preciso instante sale del aparcamiento un coche justo enfrente nuestro.
Si han construido un aparcamiento, por pequeño que este sea, ya es una señal que debe haber bastante turismo. Al igual que Henningsvaer, Nussfjord es un pequeño pueblecito formado por cuatro casas alrededor del puerto. El acceso se hace por una única calle al principio de la cual encontramos una caseta que hace las funciones de taquilla.
Sí, efectivamente, hay que pagar para ver el pueblo.
Curiosamente, aquí encontramos las casas pintadas de color amarillo, al contrario que todas las demás que habíamos visto hasta ahora, siempre invariablemente de color granate.
Unas cuantas ristras de cabezas secas de bacalao que mas parecen puestas allí para los turistas le dan un toque de falsa autenticidad.
No obstante, hay que ser justos y reconocer que el entorno es precioso.

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Bueno, ya nos queda poco para llegar a A, el curioso pueblo con un todavía mas curioso nombre. No sabemos si es el único, pero está claro que tiene el honor de ser la localidad con el nombre mas corto del mundo. Además, su situación en la punta sur de las Lofoten aumenta su atractivo.
Para llegar tenemos que atravesar varios puentes para ir cruzando de isla en isla. Son puentes con mucha pendiente por ambos lados, ya que en su parte central son muy altos para permitir el paso de barcos. Son muy estrechos, tanto que alguno solo permite el paso de un solo vehículo, por lo cual tiene que regularse con semáforos.
Después de la foto de rigor ante el cartel que da la bienvenida, vamos a buscar el fin del pueblo y de la isla. Mientras lo atravesamos encontramos una gran cantidad de rorbuers. Aquí también ha llegado el turismo.
Cuando ya no podemos seguir mas porque no hay mas carretera, aparcamos el coche y seguimos unos metros mas caminando.
Ahora ya si, descubrimos el lugar donde literalmente termina la tierra. Bueno, o no exactamente, ya que geográficamente la isla continua unos metros mas, pero ya no es accesible a pié.
Estamos en un prado con cierta ondulación y acabado en un acantilado no muy alto. Hay bastante gente paseando y unas cuantas tiendas de campaña.
Delante nuestro vemos las islas de Rost y Vaeroy.
Sopla un viento desagradable, pero aprovechamos para dar un paseo por aquel paraje tan inhóspito, aunque no exento de belleza.
Después de algunos miles de fotos y otros cuantos miles de videos damos media vuelta y empezamos el trayecto de vuelta. Pasamos por Ramberg y por Lekness, donde paramos a cenar en una céntrica pizzería.
Nuevamente reemprendemos la ruta para llegar a Eggum. Este fue otro de los lugares del que guardábamos mejor recuerdo. Recordábamos unas cuantas casas después de las cuales se acababa la civilización. Un camino de unos centenares de metros nos llevaba a un paraje fantasmagórico e idílico. Desde aquí las puestas de sol son espectaculares. Siempre que las nubes no impidan ver el sol, naturalmente. Detrás nuestro hay un lago exactamente igual al que podemos encontrar en la alta montaña, y todavía detrás de este lago unas montañas impresionantemente altas. Todo el entorno hace que nos sintamos muy muy pequeños.
Ahora, cuando llegamos, a las once de la noche, lo primero que encontramos al final del pueblo es una valla con un cartel turístico.
Mmm…
El cartel en cuestión nos define un poco qué hay a partir de ahí y de paso te sugiere que dejes la voluntad en una cajita que hay debajo de él.
Después de recorrer unos metros descubrimos un aparcamiento con cuatro o cinco coches, y unos metros más allá unas cuantas autocaravanas acampadas y unas cuantas tiendas de campaña.
Evidentemente, y a pesar de ser repetitivos, ese lugar ya no es tan desconocido y tan virgen como hace diez años, pero indudablemente Eggum continúa mereciendo una visita.
Estamos a mediados de agosto, por tanto ya no es temporada de ver el sol de medianoche, pero como dijimos antes, ver la puesta de sol ya merece acercarse hasta allí. Desgraciadamente el sol se esconde detrás de una tupida capa de nubarrones, y de momento no vamos a ver cómo se pone el sol.
Paseamos un rato por aquel paraje tan sugerente con la esperanza que las pequeñas grietas que se dibujan en el cielo nos permitan finalmente ver una puesta con todo su esplendor.
Son ya las doce y media de la madrugada y el sol se intuye detrás de las nubes. Pero solo se intuye.
En esta latitud y en esta época del año el sol se debe poner a la una de la madrugada y volver a salir un par de horas más tarde.
Encontramos unas cuantas ovejas pastando tranquilamente por el prado. Muy normal si no fuera porque ya es la una de la madrugada.
Definitivamente, viendo que aquello no tiene solución y además se pone a llover, aceleramos la vuelta al coche y después de unos veinte minutos llegamos al hotel.



Camino a Stavanger

Camino a Stavanger


Localización: Noruega Noruega Fecha creación: 20/05/2012 19:20 Puntos: 0 (0 Votos)
9º dia.- Kabelvag-Abisko (324 Km.)

Hoy ya toca despedirse de las Lofoten. Vamos a hacer ruta hasta Abisko, en Suecia aunque muy cerca de la frontera noruega.
Despedimos Kabelvag con lluvia, y a pesar de no haber podido ver las Lofoten con el sol tan radiante que nos había acompañado el día anterior, nos damos por satisfechos pensando en que si hubiera sido hoy habría sido mucho peor. Una última foto de la catedral de las Lofoten (a la iglesia de Kabelvag se la conoce así) y volvemos a situarnos en la E-10, en este caso en dirección norte.
Después de unas dos horas cruzamos el puente que nos lleva al continente, el Tjellsundbrua, y justo después de cruzarlo encontramos un área de servicio. Dada la hora, cerca de la una, decidimos probar suerte a ver si vale la pena pararnos a comer. Y decidimos que sí, de manera que damos cumplida cuenta de una tortilla con jamón y queso, una ensalada y una pechuga de pollo, rematado con un café y un soft ice para quedar bien. Aquí continuamos con nuestra particular pelotera con los horarios de las comidas. Cuando llegamos a la una y cuarto podemos escoger entre algunos platos, no muchos. Alrededor de las dos, una de las camareras cuelga una pizarra con, aparentemente, un menú, más completo, más variado y algo más barato. Se supone que a esa hora lo normal era que retiraran el menú, no que a partir de esa hora empezara el horario de menú. Después de varios días en Noruega seguimos sin encontrar una explicación lógica a los desbarajustes horarios de las comidas. Un par de días más tarde, en Stavanger, nos darían la respuesta.
Tranquilamente recorremos los 100 kilómetros que nos quedan hasta Abisko, donde pernoctaremos.
Al igual que entre los países del espacio Schengen, entre Noruega y Suecia no hay control fronterizo.
Esta zona en la que nos encontramos ahora es bastante turística debido sobretodo a la existencia de diversas estaciones de esquí. No obstante en verano también están las instalaciones abiertas.
Nuestro hotel, el Abisko mountain lodge (103 Euros/Doble con desayuno) es un edificio bajo y muy parecido a un motel de carretera. La habitación es claustrofóbica, y literalmente tenemos que dejar una maleta encima de la otra porque no hay espacio.
Son prácticamente las ocho de la tarde y aprovechamos para cenar algo en un burguer cercano. A la hora de pagar nos damos cuenta que ya no estamos en Noruega, sino en Suecia, y ello significa que allí la moneda no es la corona noruega, sino la sueca. Y nosotros no tenemos coronas suecas. Afortunadamente, tal como hemos podido comprobar durante todo el viaje, por aquellas latitudes la tarjeta de crédito se utiliza para pagar cosas tan simples como un café, de manera que gracias a nuestra visa no tuvimos que fregar platos para pagar dos hamburguesas, un par de aguas y un café.
Aprovechamos para tomar otro cafelito en el hall del hotel, donde por cierto había una pareja tomando unas cervezas, San Miguel concretamente. Creo que es la primera vez que vemos esta cerveza fuera de España.

10º dia.- Abisko-Tromso (298 Km.)

Hoy teníamos previsto explorar un poco esta zona en el oeste de Suecia y al lado de la frontera noruega. Hemos dejado atrás la costa y ahora estamos unos cien kilómetros tierra adentro. El paisaje está formado por diversos lagos y multitud de montañas, aunque no de mucha altura. Debido a esta suavidad del terreno hay multitud de senderos balizados. No obstante, fuera de los caminos encontramos zonas rocosas y pantanosas a la vez y si no andamos con cuidado podemos acabar hasta la rodilla de agua.
Un ejército de miles de millones de mosquitos están a la expectativa para atacar sin compasión. Como dijimos antes, afortunadamente íbamos bien provistos de repelente, y los daños fueron mínimos.
A primera hora de la tarde decidimos empezar el camino de regreso a Tromso.
Después de tres horas y 220 kilómetros llegamos a Nordkjosbotn, aquel cruce de caminos en el cual hicimos una parada en nuestro periplo de ida al Cabo Norte. En esta ocasión llegamos a una hora más prudencial y tenemos más variedad de comidas para escoger.
Acabamos de recorrer los 50 kilómetros que nos quedan hasta Tromso y alrededor de la once de la noche llegamos de nuevo al St. Elisabeth hotel (120 Euros/Doble con desayuno), justo donde habíamos empezado nuestro viaje hace nueve días. Como estamos un poco cansados decidimos devolver el coche de alquiler la mañana siguiente.
Otro cafelito en el hall del hotel, preparamos las maletas para el día siguiente y a dormir.

11º dia.- Tromso-Stavanger

Hoy tenemos que devolver el coche antes de las nueve de la mañana, de manera que madrugamos un poco y después de desayunar y pasar a llenar el depósito de gas-oil, entregamos las llaves en la pequeña oficina de AVIS. Alquiler del coche, un Toyota Auris para 9 dias, 592 Euros, reservado a través de Norwegian.com y sin tener que pagar por anticipado. Tampoco nos pidieron la tarjeta de crédito al hacer la reserva. Consumo de Gas-oil, aproximadamente 3000 kilómetros, unos 310 Euros.
Nuestro avión hacia Oslo sale a las cuatro de la tarde, por tanto tenemos la mañana para descubrir la capital de la región de Troms. (179 Euros/Vuelos Tromso-Oslo y Oslo-Stavanger)
Nos acercamos a la catedral ártica, seguramente el símbolo mas representativo. Hay una buena caminata para llegar hasta allí, al otro lado del estuario. El centro de Tromso está situado en una isla unida al continente por un larguísimo puente de casi un kilómetro, y por un túnel aún más largo.
La verdad es que la estética de la catedral es rompedora. El interior ya no tanto, mucho mas tradicional, pero eso si, con un diseño muy acertado para aprovechar al máximo la luz solar, que no es mucha, pero vamos, la poca que hay ilumina perfectamente el templo.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (1)

Tenemos el tiempo justo para poder verla, ya que al cabo de un cuarto de hora nos invitan a salir porque tienen que celebrar un entierro. Un autocar de turistas que llega en aquel momento ya no puede acceder. Hemos tenido suerte, ya que hasta la tarde no se volverá a abrir al público.
Volvemos al centro, otro paseo por el puente y acabamos de hacer tiempo para comer. Por suerte hoy vamos sobrados de tiempo y podemos buscar tranquilamente algún sitio para comer. Tenemos tiempo hasta las dos y todavía son las doce.
Pero, ¿Seguro que no hace falta que nos preocupemos?
Paseamos tranquilamente por las calles comerciales del centro y allí muchos restaurantes no vemos.
Vamos a la zona del puerto.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (2)

Parece que aquí tampoco encontraremos mucha cosa.
El recepcionista del hotel nos había sugerido un par de sitios por allí, pero están llenos, y además parece que todavía no sirven comidas, solo bebidas. Nos dicen que hasta las dos no empezarán a servir comidas.
Por increíble que parezca, el único sitio que encontramos para comer alguna cosa es un burguer que hay en unas galerías comerciales. Tiene narices la cosa.
Una hamburguesa con un carro de patatas fritas es nuestro menú de hoy.
Al acabar, sin perder tiempo volvemos al hotel a recoger las maletas que gentilmente nos han guardado.
Después de diez minutos de espera aparece el “Flybuss Express” que nos llevará hasta el aeropuerto. Como curiosidad hay que comentar que los siete minutos que dura el trayecto, transcurren prácticamente todos por los túneles que hay debajo de Tromso y que sirven para cruzar a la otra isla donde se encuentra el aeropuerto.
Nuestro plan de ruta para hoy consiste en volar hasta el aeropuerto de Gardermoen, en Oslo y desde allí coger otro vuelo hasta Stavanger. Después de la experiencia del viaje de ida con la maletas, cuando las facturamos preguntamos quinientas veces si éstas iran directas a Stavanger o debemos recogerlas en Oslo.
- Pero, ¿Seguro que van directas, eh?
- Pero, ¿Seguro que no tenemos que recogerlas en Oslo y refacturarlas, no?
- ¿Sabe usted que a la ida nos pasó…?
- Me he quedado con su cara, y como las maletas no lleguen a Stavanger, no seré solo yo el que tenga un problema...
Yo creo que aquel chico que nos atendió estaba convencido que me faltaba un verano y me miraba con cara de:” Pobre, parecía tan normal”.
El caso es que a la hora prevista despegamos y dejamos atrás el norte de Noruega.
En poco mas de hora y media aterrizamos en el aeropuerto internacional de Oslo Gardermoen.
Después de desembarcar, en lugar de dirigirnos a la sala de espera a esperar nuestra conexión, vamos a la cinta que sacará las maletas de nuestro vuelo.
Por si acaso…
Cuando ya no queda nadie ni más maletas por salir vamos al mostrador de Norwegian a preguntar si nuestras maletas irán directas a Stavanger.
Por si acaso…
En efecto, nos confirman que sí y aprovecho para preguntar por qué en el viaje de ida las teníamos que haber refacturado. Aquí por fin encontramos una persona competente, que a parte de enterarse del tema nos atiende con amabilidad. La explicación es la que hemos expuesto al principio del relato. Parece una normativa un tanto estúpida, pero como tantas cosas, solo queda cargarse de paciencia y acatarla. No queda otro remedio.
Bueno, con este tema de las maletas ya ha pasado más de una hora y nos quedan dos más hasta la salida de nuestro vuelo, por lo que aprovechamos para cenar.
Puntualmente, a las 21,25 despegamos rumbo al sur de Noruega, concretamente a Stavanger.
Cuarenta minutos más tarde llegamos al aeropuerto de esta ciudad y después de recoger las maletas, nos dirigimos a unos cientos de metros de la Terminal, hasta el Rica airport Stavanger hotel, donde pasaremos la noche. No parece una mala decisión pernoctar allí llegando a esas horas. Un poco caro (135 Euros/Doble con desayuno), pero hay que valorar la comodidad de no tener que desplazarnos a la ciudad cerca de las doce de la noche, y encima lloviendo. Es un hotel nuevo, con un diseño moderno.

12º dia.- Stavanger-Preikestolen

Hoy nos levantamos con cielo variable, y después de un copioso desayuno, cogemos las maletas y vamos hasta la parada del autobús que deberá llevarnos al centro de Stavanger. Concretamente nos deja al lado de las estaciones de tren y autobuses.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (3)

La primera impresión es que aquello es radicalmente diferente a lo que hemos visto hasta ahora en el norte. Parece que hemos vuelto a la Europa centroeuropea.
Cinco minutos de espera y aparece el bus número 7 que nos llevará al St. Svithun hotel.
Preguntamos al conductor para que nos confirme si es aquel el autobús que debemos tomar, y aunque no se entera mucho, la gente del autobús nos confirma que efectivamente vamos bien encaminados. De hecho era fácil ya que el hotel está justo al lado del complejo hospitalario del mismo nombre.
Un detalle a destacar es que en todo el viaje, absolutamente todas las personas a las que en algún momento preguntamos alguna cosa, hablaban inglés, lo cual es de agradecer, ya que nuestro nivel de noruego es bastante… Vamos, que no hablamos noruego.
Cuando bajamos del autobús nos encontramos ante un gran complejo sanitario. Vale, pero nosotros buscamos un hotel, no un hospital. No hay ninguna indicación y por tanto solo podemos encaminarnos a la entrada principal del mismo. Una vez dentro, a la izquierda, vemos un mostrador en el que pone “St. Svithun hotel & hostel”. (114 Euros/Doble con desayuno).
Preguntamos y nos identificamos con nuestra reserva. Mientras tanto van pasando a nuestro lado personas en silla de ruedas, gente con goteros, gente en pijama… Nada que no sea normal en un hospital.
La chica de la recepción nos indica por donde debemos acceder a nuestra habitación, y cuando llegamos descubrimos que es, ni mas ni menos, una habitación normal como la de cualquier otro hotel.
Habíamos leído comentarios acerca de la aprensión que podía causar en algunas personas estar en un complejo hospitalario, pero la verdad es que, respetando todas las sensibilidades, a nosotros nos pareció que son perfectamente compatibles ambas actividades, más allá de que por ejemplo, a la hora de desayunar lo hagas en el mismo comedor que los pacientes del hospital. Hombre, tampoco parece tan grave tener al lado una mujer que acaba de dar a luz o un abuelete al que le acaban de poner una rodilla de recambio, por ejemplo.
Bueno, son las once de la mañana, por tanto tenemos mucho día por delante. Hoy teníamos previsto visitar Stavanger, y mañana hacer la excursión al Preikestolen.
Pero hay un problema: La previsión meteorológica no da muy buenas perspectivas para mañana. De hecho, da un 90 % de probabilidades de lluvia. Y en esas condiciones la subida al Preikestolen es poco menos que una temeridad. Solo disponemos de un día mas, el de pasado mañana. Si éste también sale rana no podremos hacer esta excursión. Una p****a, indudablemente.
De repente nos iluminamos: ¿Y si vamos hoy?
Le preguntamos a la chica de la recepción del hotel, y nos dice que debemos coger un autobús hasta el muelle desde donde salen los ferries a Tau, y después de unos tres cuartos de hora de travesía deberemos coger otro autobús hasta el inicio del camino al Preikestolen. Finalmente, una vez allí deberemos caminar unas dos horas hasta el púlpito.
Hombre, dicho así suena bien, peeeero… el último autobús de vuelta sale de la parada a las 19,55. Un rápido cálculo nos da como resultado que se puede hacer, pero los tiempos son muy ajustados. Evidentemente lo que no podemos hacer es arriesgarnos a perder el último autobús del Preikestolen a Tau, ya que entonces el problema sería mayúsculo. Con los ferries no hay problema ya que funcionan hasta la medianoche, pero no así los autobuses.
El caso es que decidimos intentarlo y después de coger lo necesario para la excursión, salimos a coger el autobús que nos dejará al lado del puerto. Llegamos en un cuarto de hora.
Estamos al lado de la terminal de la compañía TIDE que es la que opera los ferries a Tau. Consultamos los horarios, y según éstos, los ferries y los autobuses los opera esta misma empresa y van coordinados. Hay un ferry cada 45 minutos, pero autobuses uno cada hora y media. Pero además descubrimos que el último autobús sale del Preikestolen a las 18.15.
Como hemos dicho antes, según la chica de la recepción el último bus salía a las 19.55, no a las 18.15.
Llegamos a la conclusión de que si cogemos el ferry que está a punto de zarpar nos dará tiempo a hacer todo el trayecto.
En el peor de los casos, ¿qué perderemos? si efectivamente el último autobús sale a las 18.15 y no podemos subir, nos habremos paseado en ferry.
Preguntamos en la taquilla de la compañía TIDE, y lógicamente nos dicen que sus horarios están ahí expuestos, y que por tanto el último autobús sale a las 18.15. La chica también nos dice que hay otra empresa que opera el trayecto entre Tau y el aparcamiento del Preikestolen, pero que no sabe los horarios.
O sea que puede ser cierto que haya un autobús más tarde. El problema es que no hay nadie que nos lo pueda confirmar.
Salimos pitando al exterior, giramos a la izquierda, y ¿Qué vemos?
Efectivamente, el ferry de la una está acabando de cerrar las puertas.
Después de unos cuantos cagos y juramentos, nos serenamos un poco y hacemos como los GPS: “recalculando el recorrido”. El próximo ferry saldrá en 45 minutos, a las 12.30, llegaremos a Tau a las 13.15, pero no tendrá enlace con el autobús al Preikestolen hasta las 14.00, para llegar al aparcamiento del Preikestolen a las 14.20, aproximadamente. Tomamos, pués, el ferry de las 12.30 (13 EUR i/v). Va con una ocupación considerable y aprovechando que lleva bar, nos comemos unos frankfurts aceptablemente buenos.
Bueno, pues ya estamos en Tau. Son las 13.15, y por tanto deberemos esperar tres cuartos de hora para que salga el próximo autobús al aparcamiento del Preikestolen. Al lado del muelle hay dos paradas de autobuses. Una de ellas de la empresa TIDE, y la otra llamada Boreal. Casi simultáneamente aparecen dos autobuses, uno de cada compañía y vienen casi completos, en su gran mayoría de mochileros que vuelven del Preikestolen. Preguntamos al conductor del autobús y por fin nos confirma que la última salida es a las 19.55. Además nos comenta que teniendo en cuenta la hora que es no tendremos ningún problema en completar la excursión.
Aproximadamente a las 14.20 el autobús (16 EUR i/v) nos deja en el inicio del camino. Hay un bar, un quiosco, un aparcamiento inmenso y un poco más allá un camping y un albergue.
Un poco más tarde de las tres iniciamos la subida al púlpito. Es un sendero muy amplio, muy acondicionado y de entrada empieza con una pendiente moderada.
Empezamos a encontrar gente en sentido contrario. A cada paso que damos parece que vaya viniendo mas gente.
Después de la primera subida llegamos a una zona más llana. Aquí el camino ya no es tan ancho y cada vez el terreno se va haciendo más rocoso.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (4)

La gente que vuelve ya empieza a ser un problema. Hay tanta que en algunos puntos más estrechos tenemos que ir parando ya que no podemos pasar todos a la vez.
Ahora también entendemos porqué nos advertían del riesgo de hacer esta excursión con lluvia o con el terreno húmedo. En muchos tramos el camino pasa por encima de las rocas, y si éstas están mojadas o tan solo húmedas el riesgo de resbalones es muy alto. Puede llegar a resultar peligroso.
Pasamos por una zona de humedales, que salvamos gracias a unas pasarelas de madera. Aquí las paradas ya son constantes, las riadas de gente que están volviendo ya son un auténtico problema. Esto nos retrasa mucho.
Preguntamos cuánto falta y nos dicen que estamos a medio camino, mas o menos, y que ahora viene la parte más dura de la ascensión.
Empezamos una subida por en medio de las rocas, y seguimos deteniéndonos a cada paso que damos.
Una vez superada esta subida llegamos a una zona llana, y aunque el sendero es muy estrecho se puede ir avanzando por los lados del mismo. Aquí no hay tanta roca.
Después de dos horas divisamos, por fin, el púlpito. Hay mucha gente, pero parece ser que al mediodía no cabía ni un alfiler. Podemos dar fe de ello con la cantidad de gente que nos hemos cruzado por el camino. Hay adultos, niños y familias enteras.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (5)

El Preikestolen, púlpito en castellano, es una plataforma natural que hay sobre una roca y que forma un acantilado perfectamente recto. Se alza unos 700 metros sobre el Lysefjord. Las vistas, obvio es decirlo, son fantásticas.
No hay ningún tipo de protección en los extremos, y la sensación de vértigo al acercarse al borde es espectacular. Los más atrevidos se sientan en el mismo borde con las piernas colgando en el vacío, y los que no lo somos tanto nos conformamos con tendernos en el suelo y sacar la cabeza.
Vimos también un personaje que cámara en mano iba caminando por el mismo vértice grabando su proeza. Creo que todos los que estábamos allí pensábamos lo mismo: “ Chico, si sales de esta, cuando llegues a casa pide hora al psiquiatra”.
Aún es posible trepar un poco mas y de esta manera tenemos una vista picada de la plataforma.
Bueno, pués después de casi una hora recreándonos y después de millones de fotos y videos, empezamos el camino de retorno.
Lógicamente ahora no nos encontramos a casi nadie de frente, solo aquellos que van a pasar la noche allí arriba, y por tanto la bajada es mucho más tranquila. No obstante tardamos solo unos diez minutos menos que la subida.
Alrededor de las siete y veinte llegamos a la parada del autobús y a las ocho menos cinco, puntualmente el autobús se pone en marcha en dirección a Tau. Allí nos espera el ferry a Stavanger.
Cuarenta y cinco minutos de travesía con un sol que aún luce con fuerza y después de cenar en una céntrica pizzería damos por concluido el día.
Finalmente ha valido la pena.

13º dia.- Stavanger

Después de haber dormido como unos troncos, nos levantamos a una hora más que prudencial y comprobamos como las previsiones meteorológicas no han fallado: Está lloviendo. Lo primero que nos viene a la cabeza es ¡qué suerte tuvimos ayer! Pero ahora nos enfrentamos a otro problema: ¿Y ahora qué hacemos aquí todo el día? No parece que la climatología nos vaya a dar una tregua.
Acabamos de desayunar y sigue lloviendo a mares.
A la una del mediodía clarea un poco y aprovechamos para ir hasta el centro. Son unos veinte minutos caminando.
Después de dar un paseo por el pequeño lago artificial que hay al lado de la estación de trenes, entramos un momento a ver la catedral. Solo podemos ver la entrada ya que están montando un escenario para un concierto y solo está visitable una pequeña parte.
Al lado de la catedral está la oficina de turismo y aprovechamos para pedir información sobre la ciudad y sobre una hipotética visita al pequeño pueblo de pescadores de Skudeneshavn.
Afortunadamente la chica que nos atiende es sudamericana y por tanto podemos entablar una conversación un poco más fluida.
Respecto a Skudeneshavn nos dice que descartemos ir y venir en el día ya que hay que coger un par de ferries y un autobús, y los horarios no lo permiten.
Nos da algo más de información sobre Stavanger y en este punto se me ocurre preguntarle si nos puede dar alguna explicación lógica del tema de los horarios de las comidas. Nosotros, después de dos semanas aún no hemos sido capaces de entenderlo. La chica echa a reir y lo primero que nos dice es que cuando llegó a Noruega engordó no sé cuantos kilos. Tampoco era capaz de habituarse al ritmo de comidas de los noruegos.
Parece ser, según nos explica que lo mas normal es hacer un almuerzo abundante a media mañana, comer algo muy ligero, para salir del paso, a mediodía y volver a comer algo más consistente a primera hora de la tarde.
Todavía no hemos llegado a entender nada…

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (6)
Y ahora menos...

Aquella chica tampoco, pero nos aconseja que no vale la pena intentarlo. Afortunadamente, los últimos años con el aumento del turismo, los establecimientos de restauración se están empezando a amoldar a los horarios centroeuropeos.
Para comer nos recomienda un restaurante griego que hay muy cerca de allí. Son casi las tres y el hambre ya aprieta, de manera que le hacemos caso.
Es un buffet libre de comida mediterránea. El precio, 27 euros, estaría en la franja de “asequible”.
Para rematar el tema de los horarios, después de preguntar al camarero, podemos confirmar que a esa hora, cerca de las tres y media de la tarde estaban empezando a servir la cena. Sí, efectivamente, he dicho cena. A las tres de la tarde. ¡Pero qué raros son estos noruegos…!
A la cinco acabamos de cenar (Bueno, para nosotros era la comida) y vamos a pasear por Stavanger. Vemos el puerto, el museo del petróleo, las callejuelas del centro con sus coloridas casas, la torre de vigía y finalmente el Gamle Stavanger, el viejo Stavanger.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (7)

Según nos comentó la chica de la oficina de turismo, hay una petición para que este barrio sea declarado patrimonio de la humanidad. Es un conjunto de casas bajas, todas de color blanco y muy bien conservadas, no en vano están todas habitadas. También nos pidió que fuésemos discretos en nuestra visita, ya que sus habitantes están hasta ahí de servir de escaparate. El problema es que los ventanales no tienen ni cortinas ni porticones para aprovechar mas la luz solar. Eso supone que las plantas bajas están totalmente expuestas a las miradas indiscretas de los turistas.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (8)

Acabamos el día dando una vuelta por la pequeña zona de marcha situada al lado del otro puerto de Stavanger. Aquí amarran pequeñas embarcaciones de recreo, y otras un poco más grandes. Después veremos cuales.

14º dia.- Stavanger-Egersund-Stavanger

Descartada la excursión a Skudeneshvn, el plan B era hacer una pequeña caminata por la zona de Egersund, al sur de Stavanger.
No llueve, pero el cielo continúa amenazador.
Deberemos coger un tren hasta Egersund, y desde allí hacer una pequeña excursión de ocho kilómetros hasta Hellvik, donde volveremos a coger el tren para regresar.
Así pues, nos ponemos la indumentaria de excursionistas y cogemos el autobús hasta la estación de autobuses.
El tren no está muy desarrollado en Noruega, hay pocas líneas y como las distancias son tan enormes ha evolucionado mucho más el transporte aéreo. No obstante los trenes son modernos y cómodos.
Una vez llegamos a la estación de Egersund nos disponemos a buscar el camino que nos llevará hasta Hellvik.
Pero hay un problema: Está lloviendo.
Bueno, ahora ya no.
Ahora empieza otra vez.
Después de unos minutos de lógica indecisión, nos ponemos en marcha.
Al cabo de unos minutos vuelve a empezar a llover, y además empieza a soplar un viento bastante fuerte.
Vamos, las condiciones perfectas para no hacer una excursión. Ahí no valen ni paraguas ni chubasqueros.
Por lo menos el camino está asfaltado y por tanto no se encharcará, pero no hay ni un miserable rincón en el que guarecerse.
Ahora vuelve a parar. Parece que se abren mas claros.
Seguimos avanzando, y encontramos una pequeña zona de pic-nic en la cual aprovechamos para comer unos bocatas previamente preparados. Sale el sol y aprovechamos para hacer fotos al paisaje. No es nada extraordinario pero tiene su encanto, rocas, mucha agua y verde, mucho verde por todos lados.
Una parte del camino es una via verde que aprovecha el trazado antiguo del ferrocarril, por ello es muy llano y no hay pendientes.
Una vez llegamos a Hellvik, cogemos de nuevo el tren que nos llevará de regreso a Egersund.
Egersund es un pequeño pueblo a orillas de un fiordo que a decir verdad no tiene gran cosa. Un pequeño paseo por las callejuelas del centro y de nuevo cogemos el tren para volver a Stavanger.
Llegamos a las nueve de la noche, hora muy tardía para cenar, pero encontramos abierto un Eggon cerca de la estación. Damos cumplida cuenta de unos tallarines con pollo y un wok también de pollo.
Vuelve a llover, y el tiempo es desapacible, de manera que caminamos una media hora hasta el hotel, y después de un café nos vamos a dormir.

NORTE DE NORUEGA Y STAVANGER - Blogs de Noruega - Camino a Stavanger (9)

15º dia.- Stavanger-Oslo

Esto se acaba.
Hoy ya dejamos Stavanger y dormiremos en Oslo, ya que la mañana siguiente debemos coger el avión a primera hora hasta Barcelona.
Nuestro vuelo sale a las cuatro de la tarde (61 EUR/Vuelo Stavanger-Oslo). No ha sido una decisión muy acertada ya que por un lado casi no tendremos tiempo de ver nada más en Stavanger y llegando a Oslo a última hora de la tarde tampoco allí podremos ver casi nada. Hubiera sido mejor opción salir a primera hora y de esta manera habríamos tenido casi todo el dia para ver Oslo.
Después de desayunar, cogemos las maletas y nos vamos al centro de Stavanger a esperar el autobús que deberá llevarnos al aeropuerto.
Está lloviznando y hace un viento bastante frio. Como todavía faltan un par de horas nos vamos a dar una vuelta por el centro, que está al lado.
Descubrimos que en el puerto ha atracado el Queen Mary II, uno de los mayores transatlánticos en la actualidad. La diferencia entre las dimensiones del barco y todo lo que le rodea es espectacular.
A la hora prevista, el “Flybuss” nos recoge para llevarnos al aeropuerto. El de Stavanger es un aeropuerto pequeño y casi no hay oferta para comer, de manera que recurrimos a comernos unas salchichas en el único chiringuito que hay.
Después del check-in, embarcamos y alrededor de las cinco de la tarde aterrizamos en el aeropuerto de Oslo Gardermoen.
Está cayendo el diluvio universal.
Hay dos opciones para llegar al centro de Oslo, las dos en tren. Una es un tren expreso (Flytoget) que va directo al centro (Un tren cada 10 minutos, tarda unos veinte minutos y cuesta unos 24 euros), y la otra es un tren normal, lo que aquí llamaríamos un cercanías. (Un tren cada media hora, tiempo de trayecto entre 25 y 35 minutos y cuesta 12 euros).
Cuando llegamos a la estación central de Oslo sigue lloviendo pero ha amainado algo. Después de unos veinte minutos caminando llegamos al Rica Victoria hotel (130 EUR/ Doble con desayuno).
Después de dejar la maletas salimos a aprovechar la media tarde que nos queda, aprovechando que además ha dejado de llover.
Especialmente impactante nos resulta ver los centenares, incluso miles de flores que había en el exterior de la catedral, en recuerdo de los asesinatos de Utoya y Oslo. Nos dio la impresión que para los noruegos ya nada volverá a ser igual.
Seguimos por el puerto donde en los últimos años ha habido una rehabilitación integral y ahora se ha convertido en una zona de ocio con numeroso restaurantes y locales de marcha. Están todos a reventar, y eso que es martes.
Desgraciadamente, al salir de cenar, vuelve a llover y aquí debemos dar por terminada nuestra noche oslense.

16º dia.- Oslo-Barcelona

Bueno, pues ahora ya sí esto toca a su fin.
Como teníamos que estar en el aeropuerto (58 EUR/ Vuelo Oslo-Barcelona) a las ocho menos cuarto, debíamos salir del hotel alrededor de las siete. Y a las siete empezaba la hora del desayuno. Después de comentar este hecho en la recepción, muy amablemente nos dijeron que podíamos acceder al comedor a la 6.30, aunque eso sí, faltaría alguna cosa.
Y ya está. Cumpliendo escrupulosamente los horarios, como en todo el viaje, a la una del mediodía aterrizamos en El Prat. ¡Y con las maletas! Aplauso
Pues eso, esperamos que aquellos que puedan hacer este viaje disfruten tanto como lo hemos hecho nosotros.
Gracias por habernos leido.



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Total comentarios: 7  Visualizar todos los comentarios
Kalimero  Kalimero  07/05/2012 18:24
Que envidia (buena). Visitar las Lofoten son mi objetivo desde hace mucho tiempo!!!
Bettbal  bettbal  21/05/2012 22:28
Te agradezco la detallada información que contiene este diario, que me será de mucha ayuda para preparar el nuestro.
Tenemos pensado llegar a Cabo Norte y hacerlo todo en coche alquilado...
Habrá que adaptarse a la lluvia y los horarios de comida!
Saludos

Jmfmb  jmfmb  25/05/2012 16:13   📚 Diarios de jmfmb
Para bettbal y gempe: Espero que disfruteis el viaje tanto como nosotros. Estoy convencido que si os respeta la climatología será así. ¡Buén viaje!
Para kalimero: Si te apasiona viajar a las Lofoten, en cuanto tengas la mínima oportunidad, aprovéchala. Te aseguro que no te arrepentirás.
Un saludo.
Lapilvi  Lapilvi  13/09/2017 22:25   📚 Diarios de Lapilvi
Tras leer tu magnífico diario de Canadá he visto que tenías también este del Norte de Noruega, otro de mis viajes más ansiados, así que me he lanzado a devorarlo, segura de que no me defraudarías. Asi ha sido; ¡este diario me ha encantado! La lectura se me ha hecho muy amena y los dientes se me han quedado muy largos. ¡Otro destino para la lista de espera!
Te doy otras merecidas cinco estrellas.
Jmfmb  jmfmb  14/09/2017 22:43   📚 Diarios de jmfmb
@lapilvi: De nuevo muchas gracias por tu comentario. Este diario es de la segunda vez que hemos estado en Noruega y espero que algún dia haya una tercera vez, porque nos tiene fascinados. Un saludo.
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fjmajo
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Indiana Jones
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22-02-2008
Mensajes: 3828

Fecha: Dom Feb 11, 2024 02:09 pm    Título: Re: Noruega: Consejos

Buenas,

Necesito ayuda viajer@s.

Vamos 13 días a las Islas Lofoten y queremos hacerlo en camper o autocaravana, pero no sabemos desde donde alquilarla. Tenemos solo los vuelos hasta Oslo por esa misma razón.

Opciones:

* Volar a Tromso y alquilar allí. Hacer la misma ruta, viendo puntos diferentes a la ida con respecto a la vuelta, para dejar la camper en el mismo lugar y volver a Oslo desde Tromso.

* Volar a Evenen y lo mismo que en la anterior opción.

* Volar a Bodo y alquilar allí. En este caso no sé si al cruzar o en el mismo lado del...  Leer más ...
alexan2038
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11-02-2024
Mensajes: 1

Fecha: Dom Feb 11, 2024 04:49 pm    Título: Re: Noruega: Consejos

Hola. Subiré con la furgo a Noruega, desde Barcelona. La cuestión es que en Dinamarca, para ir a Suecia por el puente Oresund son 130€ para furgo campers, me parece una sobrada. Sabéis si desde Dinamarca hay algún ferry, donde trasladen tb furgos, que salga más económico? Gracias.
fpvcl
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19-03-2011
Mensajes: 227

Fecha: Dom Mar 31, 2024 10:09 pm    Título: Re: Noruega: Consejos

Hola! Queremos ir este verano a Noruega, iríamos una semanita con una niña de 1 año.
Qué creéis que merece más la pena Islas Lofoten (lo que tenía en un principio en mente) o mejor zona sur o zona de los fiordos?
Qué elegiríais si tuvierais que elegir solo una zona? Gracias!!
erta
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12-07-2007
Mensajes: 433

Fecha: Lun Abr 01, 2024 09:23 am    Título: Re: Noruega: Consejos

La zona de los fiordos es más famosa, y tiene obviamente cosas increíbles, pero las Lofoten son un lugar muy muy especial y menos masificado, al menos hace años. Si no os pone nerviosos no ver lo famoso yo iría a Lofoten, aunque quizá una semana sea demasiado. Creo ue cogiendo avión podeis combinar dos cosas.
elnegrowalter
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09-06-2018
Mensajes: 279

Fecha: Mar Abr 02, 2024 07:30 am    Título: Re: Noruega: Consejos

Si vais con una niña de 1 año, creo que mejor los fiordos (Bergen, Flam, Geiranger, etc) es precioso y tienes todo a "pie de calle" y con la niña es mas fácil. Las Lofoten son increíbles, pero es mas para hacer caminatas y los caminos son algo exigentes.
En las 2 partes veras cosas increibles y cada una tiene su encanto.

Saludos
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