Plan del día
(Estos "planes del día" que pongo al principio de cada etapa son los que teníamos originalmente pensados, pero varios días no coinciden con lo que luego haríamos, ya fuera porque algún sitio nos gustara más, por el clima o por otras razones. Pero bueno, los pongo igualmente por si a alguien le interesan)
Hoy toca madrugar de nuevo (qué raro). Tenemos reservado el billete del Shinkanshen y no podemos perderlo. Desayunamos rápido y antes de las 8 estamos en la estación listos para nuestro primer tren bala. Ahí viene....Nuestro coche para exactamente donde estamos esperando, no lo dudábamos. Es como el AVE, pero algo más ancho, ya que éste tiene una configuración de asientos de 3+2, por cierto, muy cómodos.....tanto tanto que.....mmmhhh....venga, una siestecilla corta....Estos son los pensamientos de mis compañeros de viaje; menos mal que yo me quedo al pie del cañón para despertarles una hora después, cuando llegamos a Himeji.
Nuestro primer Shinkanshen
Himeji. No podíamos dejar de pasar por aquí, y menos tras enterarnos hace tiempo de las obras de restauración que van a afectar al famoso castillo durante los próximos 5 años. El único problema: que miles de japoneses han pensado lo mismo. Tras dejar la mochila en una taquilla de la estación, vemos un cartel con un aviso de “Para la visita al Castillo hay una cola de ... horas”, con ese espacio reservado para poner un número.... y vemos también que han adelantado la hora de apertura a las 8, en vez de las 9 como teníamos apuntado. Oh, oh...
Avanzamos rápidamente por la calle principal que nos lleva directos al Castillo. Sin embargo, al llegar vemos que hemos tenido suerte; o más bien, hemos acertado de pleno madrugando para venir a primera hora, ya que aunque hay gente, no es ni mucho menos lo que veremos cuando salgamos....
El Castillo es.....impresionante.
Desde la taquilla vas avanzando por el camino perfectamente señalizado, pasando por varias puertas y acercándote cada vez más a las murallas, hasta que por fin entras a una estancia en la que te quitas los zapatos, los metes en una bolsa y....a subir escaleras. A partir de aquí, visitamos las salas de cada piso, prácticamente vacías salvo alguna armadura por aquí, unas escrituras de algún general famoso por allá... Las escaleras son cada vez más pronunciadas y sorprende ver a muchos ancianos japoneses esforzándose en subirlas hasta llegar al último piso, donde encontramos un pequeño santuario en el que se apelotonan todos para rezar.
Busca las 7 diferencias
Las vistas desde aquí son chulas, pero ahora sí empieza a haber bastante gente, y emprendemos la bajada rápidamente, viendo los agujeros por los que los guerreros tiraban agua hirviendo, piedras o lo que encontraran a los enemigos (se ve que la defensa de castillos era igual que en Europa).
Salimos de nuevo al aire libre y nos ponemos los zapatos en nuestros congelados pies (¿os he dicho que os lleveis calcetines gordos?) y mientras deshacemos el camino por el que hemos venido vemos una fila de personas que sigue, y sigue, y gira la esquina, y sigue, y sigue.....y sigue... Impresionante. Vemos un cartel como el de la estación en el que el espacio ha sido sustituido por un 2,5.... ¡dos horas y media de cola! Pensamos que si llegamos a venir a esta hora y vemos esto, nos damos la vuelta por donde hemos venido...
Mientras esa pobre gente hacía cola (¿a alguno de vosotros os pilló? Lo sentimos!!) nos quedamos haciendole fotos al castillo desde fuera. En esas estamos, cuando se nos acerca un chico japonés con una sudadera que pone “staff” y nos pregunta que de dónde somos en ese inglés-japonés tan majo: “Where are you flom?” Estamos un rato hablando con él, sobre España, sobre Japón, y sobre la cola, ya que nos dice que él también alucina y que ha habido días peores... Por supuesto, se ofrece a hacernos fotos al grupo. Como ha sido muy majo, busco en nuestro diccionario una frase que poder decirle, y encuentro ésta: “Ha sido un placer conocerle”. Un poco demasiado formal, pero es lo que hay. Se la suelto en japonés, y el pobre no sabe qué decir y se empieza a poner colorado... Tras múltiples arigatos finalmente nos despedimos y seguimos hacia la salida.
Nota sobre los japoneses sin intención de generalizar, que habrá de todo: los que nos hemos cruzado nosotros, han sido MUY amables, y en cuanto hemos tirado de diccionario para decirles cualquier chorrada, AÚN MÁS. Un “la comida estaba muy buena” o “me encanta su tienda” eran suficientes para obtener sonrisas y reverencias sin fin. (También tendrás sonrisas y reverencias si no dices nada, pero menos)
Antes de salir del recinto, visitamos también otro edificio llamado “long hall”, más por curiosidad que por otra cosa. Bueno, efectivamente es lo que dice: un pasillo largo con habitaciones vacías donde se supone que vivía alguien en la época que fuera....no tiene más, así que visita que se puede ahorrar uno.
Ahora sí, salimos por fin y volvemos camino de la estación, sufriendo en silencio por las personas que nos cruzamos y que van hacia el castillo....vaya cola les espera....). Tenemos billete reservado para el shinkanshen de las 12:52, así que nos da tiempo a comer algo rápido para no tener que parar luego. Vemos, en la acera de la izquierda según vas hacia la estación, un “Vie de France”, que estaba recomendado en el foro para desayunar. Pues vamos a ver si hay algo para comer. Mmmhhhhh, que si hay! Variedad de panecillos y bocadillitos...Nos cogemos unos cuantos variados y nos vamos a comernoslos a la estación.
Ya es la hora. Nos montamos en el tren después de coger nuestras mochilas de las taquillas (estuvimos a punto de liarla y olvidarnoslas). En una hora llegamos a Hiroshima, y como ya somos unos expertos, coseguimos coger en apenas 10 minutos el tren de la JR Sanyo Line a Miyajimaguchi, donde nos bajamos y cogemos el ferry JR a Miyajima. Miyajima era otro de nuestros destinos marcados en rojo, teníamos muchas ganas de visitar esta pequeña isla. Tuvimos mala suerte con el tiempo, ya que justo para estos días predecían lluvia, y lamentablemente acertaron. Pero teníamos los paraguas que nos dio el señor Matsubaya, así que un poco de lluvia no nos iba a fastidiar!
Ya desde el ferry avistamos el famoso torii. La marea está baja y hay bastante gente en la arena, turistas haciendo fotos y japoneses buscando entre la arena, imagino que almejas o algo así. Desde el muelle, nos dirigimos en primer lugar a nuestro alojamiento y hacemos el check-in para reservar la hora de la cena. La pedimos para las 19 y así nos da tiempo antes a dar una vuelta por la callecita de las tiendas y el resto del pueblo, que está bastante vacío. Llegamos a la pagoda y al Senjokaku, que ya está cerrado pero no nos importa porque ya sabemos lo que hay dentro....nada! Nos asomamos desde fuera y lo comprobamos, por si acaso. Bajamos a la arena y nos acercamos hasta el torii para hacernos las obligadas fotos. Ya ha empezado a llover, los grupos de turistas se van marchando hacia el muelle y cada vez se ve menos gente. Perdemos un poco más de tiempo por ahí, con los ciervos, las vistas, no sé, simplemente estamos a gusto...
Pagoda
Senjokaku
Decidimos volver al hotel y darnos un baño en el onsen antes de cenar, para ver si así hay menos gente que después. Acertamos. Nos ponemos nuestros yukatas y bajamos. Sólo hay un japonés, que además estaba ya marchándose, así que nos estrenamos con el onsen para nosotros solos. Ya sabeis, a enjabonarse y aclararse y luego...a cocerse! Aaaahhhh.....qué relax, por favor!! Si no os gusta el agua caliente (muy caliente) lo pasareis mal o estareis poquito tiempo, como mi compañero de viaje, pero si os gusta....es un auténtico placer.... Aun así, al rato te empieza a entrar complejo de langosta, así que para afuera! Además, ya es casi la hora de cenar. Subimos a la habitación, y mientras esperamos a que vengan con la cena, probamos el sillón masajeador que tiene este ryokan.... Aaaahhhh......Entre el baño y esto.....a mí ya no me mueven.
Llaman a la puerta y aparece la que será nuestra camarera esta noche. Nos pide disculpas porque el menú lo tiene sólo en japonés, pero nos lo explica todo más o menos, y lo que no, nos lo busca en el diccionario. A partir de aquí, ¿qué puedo contaros? Empezaron a traer platos a cual más rico: sashimis múltiples (besugo, pez espada, atún...), sopas variadas, encurtidos japoneses, carne, pescado, arroz con ostras....todo en raciones pequeñitas, sí, pero es tal variedad que acabas lleno. Una cena maravillosa (y que aún se verá superada por la de Hakone, pero aquí no lo sabíamos).
Esto es sólo el inicio de la cena
El baño nos había relajado pero la cena ha vuelto a animarnos, y aunque sigue lloviendo, decidimos no perdernos una de las razones de dormir en la isla: dar un tranquilo paseo nocturno por esas calles casi desiertas y acercarnos de nuevo hasta el santuario y el torii, perfectamente iluminados y rodeados ahora sí de agua al estar la marea alta. Un espectáculo fascinante, al que las fotos no hacen justicia.
Nos volvemos al ryokan con la sensación de que hoy ha sido otro gran día en nuestro viaje, y con la alegría de pensar que aún nos quedan bastantes más. A descansar.