Plan del día
(Estos "planes del día" que pongo al principio de cada etapa son los que teníamos originalmente pensados, pero varios días no coinciden con lo que luego haríamos, ya fuera porque algún sitio nos gustara más, por el clima o por otras razones. Pero bueno, los pongo igualmente por si a alguien le interesan)
¡Buenos días! A las 8 estamos en la recepción con las maletas preparadas. El señor Matsubaya nos rellena los formularios de la agencia de transporte y los mete en unas funditas de plástico junto con una nota en japonés que llevaba impresa desde España y que pone que son nuestras maletas y el día que llegamos al hotel para que nos las guarden hasta entonces (la tengo en word, me la podeis pedir ). Ya está! Le pagamos y le dejamos las maletas allí mismo. Salimos, y el señor y la señora Matsubaya nos hacen un regalito (un abrecartas para los chicos y un monedero para las chicas) y nos dan también un par de paraguas porque está lloviendo un poco y salen con nosotros a despedirnos hasta que doblamos la esquina. Nos vamos con un buen recuerdo de este alojamiento.
Vamos hacia la estación y desayunamos por el camino. Tenemos reservado el tren de las 9:02, que puntual como siempre nos llevará a Kanazawa. Dejamos Kyoto, una ciudad a la que dedicaríamos más tiempo si pudiéramos, ya que los dos días y medio se nos han hecho cortos; hemos visto lo muy básico, lo más conocido, lo que “no puedes dejar de ver” en una primera visita; con más tiempo, quizá nos habríamos permitido perdernos más y descubrir algún rincón fuera de la ruta turística, pero esto tendrá que quedar para otra ocasión. Kyoto, volveremos!
A las 11 nos plantamos en Kanazawa. Lo primero es reservar billetes para el bus de mañana a Shirakawa. Nos dirigimos a información turística, y allí nos indican dónde comprar los billetes, además de darnos planos de la ciudad. Vamos a dónde nos han dicho y compramos los billetes para el bus de las 8:45 de mañana. El de Shirakawa a Takayama no lo reservamos, porque hay varios y cogeremos el que nos venga mejor.
Al salir, llueve un poco, así que paramos un taxi y en 10 minutos estamos en el Nakayasu Ryokan. Este va a ser el alojamiento menos “acogedor” que nos vamos a encontrar. Los señores Nakayasu no hablan ni papa de inglés y el joven Nakayasu poquito. Además, son algo “extraños” y menos afables en el trato que en otros lugares (sin llegar a ser desagradables, ni mucho menos). Dejamos las mochilas en recepción, puesto que es pronto para el check-in, y nos vamos de excursión.
Recorrido por Kanazawa
Salimos y giramos a la derecha, para pasar por el mercado Omicho. No es tan interesante ni grande como el de Kyoto, pero es curioso de ver, con los puestos en su mayor parte de pescado y los tenderos gritando sus ofertas a pleno pulmón... Salimos por una calle lateral y nos dirigimos hacia la visita estrella de la ciudad, el Kenrokuen, por la calle que bordea el castillo de la ciudad (que no se ve desde fuera por los árboles, y no entraremos). Llegamos a la entrada del parque y decidimos comer antes para que no se nos haga tarde. Por aquí no parece haber restaurantes, así que al final nos dirigimos a la cafetería del museo de arte que está justo enfrente, no sin antes hacernos unas fotos chorras en unos paneles de colores que había fuera La comida un pelín más cara de lo habitual (normal por el sitio), pero muy buena, en plan buffet más un plato principal a elegir (pasta o carne). Salimos contentos del sitio.
Por fin, entramos al jardín. ¿Qué os puedo contar de este lugar? Que es el jardín más bonito que he visto en mi vida. Estanques, cascadas, puentes, arroyos, una casa de té, árboles, flores, musgo...todo increiblemente cuidado hasta el más mínimo detalle (vimos a los trabajadores limpiando con unos escobones....las piedras del arroyo!!).
No os engaño
Plano del Kenrokuen
El agua la traen de un río alejado mediante un sistema construido en 1632 que aún funciona, las ramas de los árboles están “guiadas” mediante troncos de apoyo y cuerdas para que vayan creciendo por donde ellos quieren, en fin... impresionatemente bonito. Como habréis leído por ahí, el nombre Kenrokuen significa "Jardín de las seis Sublimidades", refiriéndose a la amplitud, aislamiento, artificialidad, antigüedad, abundancia de agua y amplias vistas, seis atributos que hacen un jardín perfecto según una teoría china. Pues bien, os aseguro que yo me sublimé seis veces allí
Sublimaos conmigo, por favor
Una vez más....y así hasta seis
Tras el largo paseo por el jardín, salimos por la misma puerta por la que entramos y nos dirigimos andando hacia el distrito Nagamachi (barrio samurai). Se trata de una zona que conserva las casas de la época samurai, con calles estrechas y canales de agua. Damos un pequeño paseo y llegamos hasta la casa Nomura, a la que entramos para ver su bonito jardín.
Barrio samurai
Armadura del señor Nomura
De aquí deshacemos nuestros pasos hasta la parada número 7 del bus verde que cogeremos para que nos lleve al distrito Higashi Chaya (barrio de las geishas), bajándonos en la parada número 20.
Zona Higashi Chaya
Llegamos allí sobre las 5, justo para entrar a la casa del té Shima antes de que cierre. Así como la Nomura nos gustó, ésta nos decepciona un poco.
Para hacer té
Son las 6, y aunque no lo creais, empieza a estar cerrado casi todo. Está atardeciendo, y las calles están semivacías, así que decidimos dar un pequeño paseo por la zona para hacer tiempo. Al rato, nos planteamos lo que puede ser la cena más temprana de nuestras vidas....pues bueno, tampoco hay mucho más que hacer por aquí. Nos acercamos a un sitio que viene en la Lonely, el Jiyuken, que lo tenemos aquí al lado. Es un sitio pequeño con tres mesas estilo japonés, con sillas sin patas, una barra con una camarera, y dos tíos cocinando detrás. La comida, muy rica (¿hay algo que no nos haya gustado...?)
Al salir ya es de noche, así que volvemos tranquilamente hacia el hotel a través de las calles tenuemente iluminadas.
Allí nos esperan nuestras mochilas en el mismo lugar en que las dejamos esta mañana. La anciana Nakayasu nos lleva a la habitación y nos la muestra. No habla nada de inglés, así que nos habla en japonés como si la entendiéramos.... Cuando ya nos lo ha dejado todo claro, jaja, se da la vuelta y se va, no sin antes colocarnos las zapatillas, que habíamos dejado de cualquier forma al entrar, perfectamente alineadas y en el sentido correcto, mirando hacia la puerta. Detalles...
Mientras mis compañeros de viaje se quedan a descansar, yo decido bajar a probar el onsen de este alojamiento. Es pequeño y funcional, sin concesiones lujosas ni nada especial como el de Miyajima (ni como el que veremos en Hakone) pero la relajación que produce ese agua caliente es inigualable... Al rato, mucho más descansado, subo a reunirme con ellos y nos quedamos un rato compartiendo impresiones mientras en la un canal de la tele japonesa hay una especie de concurso de grupos musicales que de vez en cuando nos deja asombrados....
Hoy el día termina algo más temprano que los anteriores, y aprovechamos para descansar y reponer fuerzas para lo que aún nos queda de viaje...