Por las cosas del jet lag, a las 6 de la mañana ya estábamos despiertos. Lo primero, como no, asomarse a la terraza para ver qué tal día hace: SOLEADO!
Fuimos a desayunar a "La Orquídea", justo antes de ir a la charla del touroperador.
La charla estuvo bien, una media hora para explicar el funcionamiento del hotel y algunos consejos útiles, y otra media hora escasa para explicar las excursiones (nosotros hicimos Catalina + Altos de Chavón, y Catalinita + Saona, ya os las detallaremos en las etapas correspondientes).
Reservamos la excursión y rumbo a la playa, a dar un paseo hasta las tiendecitas que se ven al final (el llamado "Corte Inglés"). Después de una media hora llegamos, y lo primero que vemos es a un señor que intenta vendernos excursiones a buen precio, luego un puesto para hacerse las trenzas, uñas o tatuajes de henna). Tras aguantar el tostón, decidimos ir paseando por el agua para evitar ser acosados, pero a estos señores les da igual, se meten al agua y te llevan de la mano hasta la tienda, te ofrecen 30 millones de cosas, todo a buen precio "porque somos españoles currantes, y porque España va a ganar a Paraguay y hay que celebrarlo". Tras mucho regatear compramos unos puros y nos dimos la vuelta, asqueados por tanto agobio. NO OS RECOMENDAMOS EN ABSOLUTO NI QUE OS ACERQUÉIS POR LA ZONA. Hay otros lugares mejores y sin tanto agobio en los que comprar sin sentir que te están engañando.
Tras otra media horita llegamos al hotel, comimos en el "Piscis", situado en la piscina más cercana a la playa, en la que puedes comer en bañador, empapado e incluso descalzo. No hay mucha variedad, pero es lo más cómodo si lo que quieres es comer algo y volver al agua, sin tener que cambiarte de ropa y coger el tren hasta el lobby.
A las 2 y media de la tarde fuimos a la habitación a ver el España - Paraguay, luego al bar de la piscina, el mejor lugar para conocer gente, jejeje.

El bar de la piscina cierra a las 6 de la tarde, así que nos fuimos a duchar antes de ir al restaurante japonés "Mikado".
Personalmente nos decepcionó un poco. Primero nos sentaron en una mesa en la que todos eran Estadounidenses y Alemanes, la concinera hablaba más bien poco (se limitaba a decir el nombre de cada ingrediente que cocinaba) y ya está. Por internet habíamos visto videos de cocineros haciendo flambeados, tirando gambas a la boca de los clientes, haciendo gracias, etc.; pero nosotros nada de nada. Cuando la cocinera terminó se le dio un aplauso breve (lo que no le pareció nada bien, que nosotros sí entendíamos lo que le contaba al camarero) y nos llevaron a otro comedor, ya con mesas separadas, para tomar los postres.
Terminamos y nos fuimos al Lobby a tomar unos cócteles mientras una chica cantaba para animar el ambiente
La próxima etapa: Excursión a Isla Catalina + Altos de Chavón