Mi excursión favorita, a pesar de que la lluvia nos la jugó, fue a Isla Mujeres.

Cogimos la Van a Playa del Carmen y de ahí otra a Cancún donde nos esperaba una copiosa lluvia. Esperamos unos minutos dentro de un centro comercial y dejó de llover. Nuestra intención era dirigirnos desde allí a Puerto Juárez y coger el barco que cada media hora comunica Cancún con Isla Mujeres pero enseguida nos contactaron para vendernos una excursión.
Por 350 pesos cada uno, todo el día y con comida incluida íbamos a visitar la isla con un guía local. Con el touroperador nos hubiera costado 1.200 pesos en un catamarán y con una estancia en la isla de sólo dos horas. Que queréis que os diga, yo para beber y bailar en un catamarán me quedo en el hotel.
Nos esperaba una pequeña chalana llamada Wilma y otros ocho compañeros de viaje, todos ellos mejicanos con lo que la excursión fue auténtica cien por cien. En apenas treinta minutos estábamos en el pueblo de Isla Mujeres dimos un pequeño paseo y realizamos unos compras. Después visitamos su playa de arena blanca y de aguas turquesas. Es un pueblo muy pequeño, se puede alquilar un cochecito de los de golf para recorrerlo.
Embarcamos de nuevo para dirigirnos hacia el sur a Garrafón. Ésta es una zona protegida excelente para el snorkel, aunque nos tocó un día de corrientes que complicaron el buceo. Aún asi se observó con facilidad un barco hundido lleno de peces de colores y la estatua de una virgen sumergida apenas a cuatro metros.
Mientras nos dirigíamos a la costa para comer en una playa con embarcadero, se tapó todo el cielo con unas espesas nubes negras que hacían pensar lo peor. La comida consistía en un pescado asado con arroz. Muy mejorable.
Tocaba volver a Cancún ya pronto anochecería y todavía nos quedaban dos horas de vuelta a nuestro hotel. Finalmente llegamos agotados a las ocho y media, con ganas de una ducha y a cenar. Llovía copiosamente y los manglares estaban desbordados. Nos pusimos de agua hasta las rodillas.